“Un cierre arbitrario que va en contra de la educación pública”

“Un cierre arbitrario que va en contra de la educación pública”

El gobierno de Jorge Macri quiere cerrar la única escuela pública de fotografía de la ciudad de Buenos Aires. La comunidad de la “Maestro Quinquela” denuncia el intento y resiste.

“Yo soy egresada del año 2012. Vengo de una familia obrera y no hubiese podido acceder a una carrera de fotografía profesional si no existiera un espacio como la Escuela Maestro Quinquela”, expresa Elena Gorosito, exalumna del instituto, a quien este curso le brindó una salida laboral y hoy se encuentra trabajando en el canal Urbana Tevé.

Elena fue una de las tantas exestudiantes que se acercó al “camarazo” realizado en la puerta de la escuela, junto a docentes y organizaciones barriales de La Boca, en una emotiva muestra de solidaridad y compromiso con el derecho a la educación.

La convocatoria tuvo lugar en Caminito, corazón de la Boca, a pasos de la sede donde funciona la carrera de fotografía, que tiene una duración de dos años y ofrece una formación diaria de lunes a viernes de 19 a 22:30. Al final del ciclo, los estudiantes obtienen el título de “Aptitud profesional en fotografía”, otorgado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

“La resolución que certifica los títulos caducó, y no nos dan una nueva que permita dictar el curso y que asegure los estudiantes dentro de la institución”, explica Elena Aguirre, profesora de la escuela. A contramano de otras instituciones educativas nocturnas que sufren de baja matrícula y languidecen, la Quinquela siempre fue muy concurrida.

Antes del cierre dispuesto unilateralmente por el Gobierno de CABA, la carrera contaba con cinco divisiones, tres de primer año y dos de segundo, con unos 200 estudiantes, más docentes y no docentes.

Actualmente, los estudiantes que se graduaron en 2023 se ven imposibilitados de obtener sus títulos, y los que cursaron el primer año ven interrumpido su proceso educativo. «La escuela era como un hogar para nosotros, tanto por la jornada horaria como por el vínculo que teníamos con ella. La falta de claridad sobre qué sucederá, nos sumerge en una incertidumbre abrumadora», afirma la estudiante Laura Luque.

La escuela de fotografía «Maestro Quinquela» comparte instalaciones con la escuela secundaria técnica del mismo nombre, que funciona de mañana y tarde, y que tiene 75 años de historia en el barrio de La Boca.

Dada la cercanía del 24 de Marzo, durante el camarazo también se levantó la consigna «Memoria sí, pañuelos de hoy y de siempre» –impulsada por los organismos de derechos humanos–, con el pañuelo de Quinquela como símbolo. “Además de ser un reconocido pintor, Quinquela fue un niño huérfano que conservó medio pañuelo durante toda su vida, representando así las oportunidades que le permitieron convertirse en artista”, cuenta Natalia Quintos, una vecina que se sumó a la convocatoria.

El cierre de hecho de la escuela de fotografía se apoya en una resolución gubernamental que prohíbe el inicio del curso. Esta medida fue implementada previamente con el propósito de mitigar la situación por un período de tres años, con vigencia hasta diciembre de 2022, y con el compromiso de resolverla de manera definitiva.

«El Gobierno intenta justificar sus acciones basándose en esa resolución previa, lo cual resulta absurdo. Otra resolución podría resolver fácilmente el problema», sostiene Gustavo Castro, exdocente de la escuela. «La solución definitiva reside en la emisión de una resolución sin plazos, que garantice la continuidad del curso sin interrupciones», agrega.

“Como legisladores, elevamos un pedido de informes al Gobierno de la Ciudad que aún no contestaron, para ver los motivos de este cierre arbitrario y que va en contra de la educación pública y del legado de Quinquela”, señala Juan Pablo O’Dezaille, miembro del bloque Unión por la Patria en la Legislatura porteña. Tras el inicio de las sesiones, siguen esperando una respuesta. Así todo, la comunidad del Quinquela continúa movilizada para defender su continuidad.

La universidad en primera persona

La universidad en primera persona

Ante las propuestas de arancelamiento universitario de Javier Milei, distintos estudiantes y graduados explican el impacto que tiene la educación superior gratuita en sus vidas.

En el contexto actual, el futuro acceso a la universidad, y a la educación en general, ha dejado de ser la certeza que siempre ha sido, para transformarse en una inquietud que depende de quién será el próximo mandatario del país. En diversas declaraciones se ha escuchado a los candidatos de La Libertad Avanza cuestionar a la educación pública y gratuita, si realmente es merecedora del financiamiento que tiene a través de impuestos, y su rol en la sociedad argentina. Para indagar sobre su impacto real en las vidas de quienes acceden a ella, ANCCOM dialogó con estudiantes y graduadas de diferentes universidades públicas.

Melina Valenzuela es licenciada en Trabajo Social y graduada de la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ). Tiene 27 años y fue la primera persona de su familia tanto en recibirse con un título universitario como en acceder a la educación superior: “Desde chica siempre supe que quería ir a la universidad y siempre mi estudio universitario lo pensé dentro del sistema público de universidades nacionales”. Melina explica que había considerado estudiar en la Universidad de Buenos Aires, pero que le hubiese resultado difícil sostener el viaje, por lo que enfocó su búsqueda en una institución del conurbano y terminó eligiendo la UNPAZ. Los estudios le abrieron puertas laborales rápidamente: “En la universidad buscaban un pasante de mi carrera para ingresar a trabajar en el Departamento de Ciencias Jurídicas y Sociales como administrativa y quedé seleccionada en el orden de mérito. Fui pasando por distintos roles durante un año y después me contrataron, y continúo ahí”.

Melina asegura: “Estas universidades en el conurbano son las que a mí me permitieron estudiar dentro del mismo territorio, no tener que desplazarme a la ciudad donde hubiese sido un poco una extraña” y agrega que “le encanta que estas instituciones tengan una mirada hacia afuera, que sean para y por el territorio”. Sobre esto último, Melina explicó: “Nosotros trabajamos con la comunidad siendo parte de la comunidad, somos gente del territorio que viene a la universidad y sale con el deseo de transformar algo, de llevar un poco de la igualdad que recibimos hacia las comunidades donde pertenecemos”. Finalmente, Melina sostiene que las universidades públicas, gratuitas y de calidad son “lo mejor como nación que hemos heredado” y agrega: “Creo que no hay otra salida que no sea la educación”.

Teresa Vera, licenciada en Diseño Industrial y graduada de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), expresa que la universidad pública le dio esperanzas de volver a insertarme en un sistema laboral, “porque decidí empezar mis estudios a los 49 años”, decisión que tomó a raíz de haber visto un cartel sobre la tecnicatura en Diseño de Marcas y Envases e imaginarse su vida laboral con un título, incluyendo la posibilidad de proveer económicamente a su familia. Teresa sostiene: “La educación pública me ha marcado siempre, sin ella no hubiese tenido educación”. Teresa trabaja desde los catorce y hubo un momento en el que accedió a la UBA para estudiar Derecho, pero descubrió que no era lo suyo. Después de esto, la vida la llevó por distintos caminos hasta acceder a la UNDAV: “Sin duda cambió mi vida para bien, porque me sentí contenida en una carrera que me enamoró desde el día uno” expresa y agrega: “Nunca soñé con ser licenciada, ni ser investigadora. Siempre me encantó estudiar, pero no tuve una familia que me pudiera acompañar en ese sentimiento”. Finalmente, afirma que “el aporte de la universidad pública es un ascenso en la posibilidad de pensar y pensarse de otra manera, de soñar a partir de la profesión que uno adquiera”.

Lola Alfonso, estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Moreno, señala que la educación pública la benefició en el  “acceso al conocimiento universal, al ejercicio del estudio, de la indagación, de la investigación, de la reflexión”. Asegura también: “Me permitió desarrollar distintas cuestiones académicas, intelectuales que de otra manera no hubiera tenido acceso, me abrió las puertas para pensar el mundo de otra manera y pensarme a mí como sujeto social”. Agrega que la universidad le permitió generar “una red de vínculos” a través de espacios estudiantiles. “No me puedo imaginar mi vida sin haber accedido a la educación pública”, expresa Lola, y describe que antes de ingresar a la educación superior trabajaba en un local de comida rápida, hasta que su familia ofreció apoyarla económicamente mientras ella estudiaba. Como Melina, Lola manifiesta la importancia de la presencia de las universidades públicas en el conurbano, por la cantidad de familias de trabajadores que no tendrían acceso a ella de otra forma. Finalmente, afirma que la universidad pública “implica que haya un valor puesto sobre cada ciudadano por ese tránsito universitario. Es un valor que es inconmensurable y que está al servicio de la sociedad”. Además, opina: “me parece que hay un deber que deja también la universidad pública. Su aporte al conocimiento, al saber, a la investigación, a la responsabilidad, me parece que es fundamental y que es por eso que las universidades están rebalsadas y cada vez crecen más y se inauguran más. No por nada sucede esto”.

Marcha en defensa de la educación pública en 2016. 

Denisse Cutuli, 23 años, estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires y redactora en Datta y Labia, cuenta que llegó a esta casa de estudios a través de los tests vocacionales de otra universidad pública, la Universidad Nacional Tres de Febrero, cuyo resultado la convenció de elegir su actual carrera. “Mi hermana sí o sí tenía que hacer un profesorado en una escuela privada, entonces la posibilidad de no estar pagando dos carreras a la vez hizo que mis papás puedan bancarme la mayor cantidad de tiempo y que yo pueda enfocarme solo en eso”, explica. Como a Melina, la universidad pública le dio a Denisse la posibilidad de acceder a un trabajo en su área profesional: “Entré a laburar gracias a una profesora de la facultad que me dio la oportunidad y gracias a eso trabajo en Datta y Labia donde tengo un espacio de libertad, y además en Datta desde que entré ya me ocupé de la sección política, que fue mi primer interés”. Denisse explica que pudo cumplir objetivos como, por ejemplo, cubrir las elecciones. “La verdad es que la universidad pública me abrió un montón de puertas, no solo por la educación en sí, sino por el boleto con tarifa subvencionada”, explica, ya que sin ese subsidio su viaje hasta la facultad representaría otra dificultad para cursar. Denisse también destaca el apoyo de su familia, y asegura que es gracias a ellos que se convertirá, cuando se reciba, en la segunda generación universitaria de su lado materno y la primera en el paterno. “Para ellos es súper importante y para mí también, porque es abrir la puerta para mis primos que también se anotaron en la facultad”, explica. Finalmente, sostiene que la importancia de la universidad pública yace en que iguala oportunidades y en “devolver a la sociedad lo que la sociedad pone en nosotros. Vos lo que estudiás en la facultad después lo impartís en un puesto laboral que hace a la sociedad y la construye”, describe y agrega que “es la base para democratizar el conocimiento y para que todos podamos profesionalizarnos y desarrollarnos en lo que queremos”.

El arte de dar clase en la cocina de una escuela

El arte de dar clase en la cocina de una escuela

La comunidad educativa de la Escuela Secundaria de Artes de Esteban Echeverría se encuentra en estado de alerta y movilización. Reclaman contra el ajuste a la educación y en defensa de una de las cinco escuelas de arte de la Provincia.

La comunidad educativa de la Escuela Secundaria Especializada en Artes N°1 de Luis Guillón está en estado de alerta desde antes de la pandemia y con el inicio de las clases presenciales retomaron los reclamos ante la inacción de las autoridades municipales y provinciales. Exigen respuestas para que les garanticen el derecho a la educación, mejoras edilicias, profesores y preceptores para la cobertura de cargos vacantes y personal auxiliar docente.

La ESEA N°1º o “El Poli», como se conoce a la institución en la zona, es una de las cinco escuelas secundarias especializadas en artes de la provincia de Buenos Aires, está ubicada en la localidad de Luis Guillón, Esteban Echeverría, y concentra a los estudiantes de todo el distrito y, también, de distritos vecinos como Lomas de Zamora, Lanús o Cañuelas, porque “la otra escuela de arte más cercana queda en San Isidro”, según comentan los padres. Una de las denuncias principales se refiere a la infraestructura. La comisión de madres y padres Autoconvocados en defensa de la ESEA dice: “La escuela fue creada para 280 chicos y tuvo que absorber el primer ciclo de la secundaria que comenzó en tercer año y ahora son 700 chicos y chicas”. Además, los padres agregan: “Los espacios que eran, por ejemplo, sala de profesores, preceptoría, laboratorio, biblioteca y cocina se convirtieron en aulas. Hay un aula que es de un metro por un metro donde la profesora o profesor que esté tiene que escribir en el pizarrón, salir para dar la explicación y tiene que volver a entrar”.

En este sentido, Cristina, otra de las madres menciona que, pese a que no hay espacio, hay dos aulas que se clausuraron por la rotura de un caño cloacal, por espejos rotos o por el piso astillado en el salón donde hacen danza. Ella misma explica que en una reunión en el verano vivió lo que viven sus hijos todos los días: “Ahí fue cuando empezamos a abrir los ojos nosotras. Tuvimos una reunión un día de mucho calor, a la mañana, en un aula con espejos para vocalizar que es de 1×1 y no podíamos estar”. Los padres y madres comenzaron a reunirse luego que el Director los convocó de urgencia y empezaron a surgir todas las problemáticas que tiene la escuela, ya que sólo conocían hasta la puerta y se enteraban de las cosas que pasaban por sus propios hijos e hijas.

Otro de los reclamos que es clave tanto para los padres como para los estudiantes y docentes es el de la seguridad. La escuela está ubicada al lado de un centro de distribución de bebidas, de donde entran y salen camiones constantemente y de una empresa de colectivos. En la calle no hay semáforos y hay poca señalización. Mientras un grupo de estudiantes y madres dialogaba con ANCCOM, un camión de gaseosas pasaba por al lado del grupo y les grita: “Ojalá que nos echen de acá, sigan reclamando”. Éste se une a otro de los pedidos que es el de tener un comedor dentro del establecimiento, porque al mediodía los chicos salen a la calle a comer, en cualquier lugar donde puedan sentarse y sacar sus viandas. “Digan lo que digan es una escuela con doble jornada. Los chicos entran a las 7.30 y los que más temprano se van son a las 15.30, después a las 17.30 o 18.30. Y la única merienda que tienen es un té o un mate cosido y ahora lo que les están repartiendo es un paquete de galletitas, unas vainillas”. Por lo cual, sí o sí tienen que traer su vianda que, según comenta otra de las madres: “Antes mi hija podía traerse la vianda y la podía calentar en el microondas, pero ahora está todo deteriorada la instalación eléctrica, prendían las luces de abajo y saltaban las de arriba, prendían las de arriba y saltaban las de abajo. Además, se electrificaron las paredes”.

A fines de abril, las familias, sindicatos del distrito y docentes desde la Plaza Bellas Artes, ubicada a metros de la escuela, realizaron una gran movilización, con el reclamo que se podía leer en las banderas y pancartas que ellos mismos realizaron: “Educación digna ya”. La movilización comenzó allí, caminaron hasta la oficina de inspectores de Monte Grande al grito de “Escuela Nueva ya», bailaron y cantaron acompañados de bombos y redoblantes. Luego, fueron al Consejo Escolar donde los recibió una línea de policías que custodiaban el edificio. Y desde allí fueron a la municipalidad. Nunca dejaron de cantar y agitar las banderas con sus demandas. Un grupo de padres fue recibido y pudieron hablar con el Subsecretario de Gobierno quien les dijo que desde el estado municipal no pueden resolver sus reclamos, ya que el organismo a cargo del presupuesto para la construcción y refacción de escuelas es la Dirección General de Cultura y Educación. Leonardo Diaz, uno de los padres que ingresó a la reunión dijo: “Les pedimos que se hagan cargo de las cuestiones críticas de seguridad, porque si le llega a pasar algo a algún chico o chica, ahí sí va a ser competencia suya”. Desde el Municipio les recibieron la nota con los reclamos e iniciaron un expediente administrativo.

En las semanas posteriores a la movilización se designaron auxiliares y también dos preceptores por turno, pese a que debería haber cuatro a la mañana y cuatro a la tarde. También se cubrieron cargos docentes que estaban vacantes. “Lo que están haciendo hasta ahora son parches” y nuestros hijos siguen hacinados cursando en aulas que tienen bachas porque eran laboratorios, no tienen vestuarios para danzas, ni aulas acústicas. “Uno de los padres que es Licenciado en Seguridad e Higiene realizó informes que demuestran las falencias”, dice Mayra, otra mamá de la Comisión. Sin embargo, el objetivo de máxima es el que se exige hace años y es una escuela nueva, con instalaciones aptas para que cada estudiante pueda hacer aquello que ama.

Desclasificados

Desclasificados

Por medio de una reunión virtual, se realizó el acto de cierre de la primera etapa de la práctica pre-profesional Desclasificados, una iniciativa interdisciplinaria que comprende a la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, en conjunto con tres traductorados y los organismos de derechos humanos Abuelas de Plaza de Mayo, Memoria Abierta y el CELS. Del encuentro participaron Estela de Carlotto, presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo; Larisa Kejval, directora de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales; Gabriela Minsky, directora del Instituto Superior de Enseñanza “Lenguas Vivas”; así como les integrantes de los organismos pertenecientes a la práctica y los estudiantes homenajeados.

“Estoy muy emocionada porque esta etapa de colaboración que han realizado responde a un deseo añejo de Abuelas de Plaza de Mayo”, expresó Estela de Carlotto durante el encuentro de cierre.

El Proyecto Desclasificados nació en agosto de 2019, en razón de la última desclasificación de 4.903 archivos por parte de los Estados Unidos sobre el terrorismo de Estado en Argentina. La práctica comprende la sistematización, traducción y relevamiento de dichos materiales en una base de datos de acceso público. Esta base está organizada mediante campos de clasificación de la información (tales como remitente, destinatario, fecha, palabras clave, traducciones, entre otros) y presenta la característica de ser interactiva, brindando la posibilidad de seleccionar filtros de búsqueda y agrupamiento temático y estadístico de los datos. 

“Este proyecto condensa lo que creo que tiene que ser el sentido de las carreras y de la Universidad, ir aprendiendo de manera enredada con otres y con organizaciones. Al mismo tiempo que aprendemos, contribuimos comprometidamente con los procesos de Memoria, Verdad y Justicia”, señaló Larisa Kejval que, junto a Clarisa Veiga, docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación e integrante de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, es una de las principales responsables de la existencia de este proyecto. 

La práctica fue llevada a cabo de manera colaborativa, lo que reviste para los estudiantes una experiencia de formación investigativa, a la vez que resulta un ejercicio de construcción colectiva. De acuerdo a las palabras de Marcela Perelman, integrante del CELS y del equipo de coordinación del proyecto, “todo el encuentro cooperativo hace que ese material sea accesible a la comunidad y tenga los usos efectivos que puede tener en su reconstrucción de verdad, en su contribución a la memoria, y muy concretamente en su contribución a los juicios, al proceso de justicia”.

El acto de cierre constó de la entrega de certificados a los 9 estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales que formaron parte de la práctica. Los practicantes son: por la carrera de Ciencias de la Comunicación, Macarena Sandoval García, Virginia Pombo, Joaquín Bousoño, Agustina Castro, Florencia Sosa y Naiara Mancini; por la carrera de Trabajo Social, Guadalupe González Antúnez; y por la carrera de Relaciones del Trabajo, Cecilia Véliz y Andrea Ayestarán. 

Por parte de los estudiantes, sólo hubo palabras de agradecimiento por lo que significó formar parte de la práctica. Cecilia Véliz concluyó que “este proyecto me enriqueció como cientista social, como licenciada en Relaciones del Trabajo, como militante del campo popular” y expresó su voluntad de “participar en otros proyectos que tengan que ver con la responsabilidad empresarial en la dictadura militar”. Por su parte, acerca de la experiencia, Macarena Sandoval recalcó que “el carácter interdisciplinario, para mí, fue una de las mejores cosas de la práctica, y demostró el compromiso de las organizaciones porque cada dos semanas nos traían un invitado para poder seguir formándonos con respecto a los archivos, aspectos históricos, respecto a los juicios, el uso de los archivos que le dan los periodistas”.

La etapa de práctica pre-profesional del Proyecto Desclasificados encuentra un cierre para transformarse en un Programa de Extensión Universitaria, a partir de nuevas líneas de investigación que surgieron de la propuesta inicial, tales como el aporte de archivos a los juicios de lesa humanidad en curso, el análisis de los documentos con información tachada y la producción de contenido de investigación y periodística sobre la base de datos desclasificados

En consonancia con la puesta en valor de esta práctica hacia el futuro, Guadalupe Basualdo, integrante del CELS y del equipo de coordinación del proyecto, reflexiona que el trabajo también funciona “como experiencia concreta para otros pedidos que podamos realizar, profundizando en relación a información que hoy aparece censurada, pero que vamos a poder solicitar para tener la información completa”.

Hacia el final de la reunión, Estela de Carlotto se mostró muy agradecida con el devenir del proyecto, recapitulando el proceso de lucha en que se inserta la desclasificación y el acceso a los documentos: “Siempre quisimos tener los archivos de EEUU para dilucidar todo lo que se había grabado y establecido allá, y que aportara datos para la reconstrucción de nuestra historia”. Asimismo, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo hizo hincapié en la importancia del traspaso generacional: “La confianza que hoy Abuelas pone en la juventud, el reemplazo que hoy es para nosotros la presencia de todos ustedes para el día en que nosotras, que iniciamos esta dolorosa pero importante y necesaria tarea, no estemos; ustedes van a seguir caminando a través de los grupos continuando con el proceso de Memoria, Verdad y Justicia”.

Acerca de la importancia de las prácticas de la Facultad con los organismos de derechos humanos, Larisa Kejval concluyó que “es muy importante porque habla del compromiso de la Universidad, no sólo en producir conocimiento, sino en hacerlo público y ponerlo al servicio del pueblo. No producimos conocimiento para su apropiación privada, sino para que esté disponible para el conjunto de la ciudadanía y para que pueda ser usado para otros procesos de investigación y el esclarecimiento de acontecimientos que permanecen encubiertos”. 

Finalmente, la directora de la carrera de Ciencias de la Comunicación ratificó el compromiso académico con la comunidad y las organizaciones sociales: “Estoy convencida de que tenemos que habitar todas las instancias que la Facultad nos brinda para potenciar estos objetivos que creemos que tienen que orientar a la educación pública”.

Los eSports son machirulos

Los eSports son machirulos

«Lamentablemente, el escrache es la única forma de defensa que tenemo», dice Micaela Acuña.

En el mundo de los deportes electrónicos o eSports las mujeres son minoría y luchan contra la discriminación de forma constante. Muchas de ellas ocultan su identidad tras moduladores de voz y nicknames neutros para evitar situaciones de acoso y maltrato. Según el último censo de la Asociación de Deportes Electrónicos de Argentina (DEVA), de un total de 1.350 encuestados sólo 8 por ciento informa ser mujer, frente a un 92 por ciento que asegura ser hombre.

“Empecé a jugar a los 11 años al Counter Strike. Cuando una mujer entraba al servidor para poder jugar todos se ponían como locos. No podías prender el micrófono porque seguro te insultaban o hacían comentarios sucios o machistas como ‘anda a lavar los platos’», dijo Micaela Acuña, ex-jugadora del equipo femenino de Nocturns Gaming.

Por su parte, Carolina “Carolo” Vázquez, presentadora y comentarista de FIFA, definió al ambiente gamer como “tóxico” para las mujeres por las trabas y dificultades que se les presentan para ingresar a las competencias, y señaló que para jugar se puso como apodo “Carolo”, en vez de Carolina’ o Carito, porque le parecía que tenía un “tono neutro”. 

Ante la falta de implementación de protocolos de género, las jugadoras suelen recurrir al “escrache” como forma de visibilizar el acoso. Según Acuña, es muy común subir a las redes sociales fragmentos de streaming en los que insultan a una mujer. “Lamentablemente, esa es la única forma que tenemos para decir: ‘No me voy a rebajar a responderte, pero voy a mostrarle a toda la comunidad lo que me dijiste»’, señaló.

Las agresiones hacia las mujeres pueden costarle la certificación a un equipo. Iara Barrientos, directora de Recursos Humanos de DEVA, afirmó: “Se realiza un seguimiento exhaustivo de los jugadores para corroborar que no tienen mal vocabulario. En caso de encontrar situaciones de maltrato competitivo, los equipos no son reconocidos por DEVA y no reciben el sello de calidad”.

«El ambiente del gamer es tóxico para las mujeres», dice Carolina «Carolo» Vázquez.

El escenario ideal es que las competencias sean mixtas. Sin embargo, para evitar situaciones de maltrato y que las jugadoras oculten su identidad, Vázquez propone, de forma transitoria, “dividir los equipos entre masculinos y femeninos, porque cuando las mujeres se quieren meter en los terrenos que supuestamente son de los varones ellos se enojan y les hacen el vacío”.

La desigualdad no solo se visibiliza en la poca cantidad de jugadoras y sus dificultades para formar parte de las competencias. En nuestro país hay una clara diferencia salarial: en los equipos de alta competición las mujeres ganan alrededor de 500 dólares por mes, mientras que los hombres ganan más de 1.000.

Women in Games Argentina (WIGAr) es una de las pocas agrupaciones que trabajan por la igualdad de oportunidades en la industria de los videojuegos en nuestro país y lo hace a través del otorgamiento de becas y descuentos para mujeres, ya sea en el área de comunicación, producción, animación o programación.

“Empezamos a notar que las chicas se iban sumando a la comunidad no solo por las ganas de networking, sino también porque necesitaban un espacio donde sintieran que sus opiniones eran reales, válidas y se pudieran cotejar en la bolsa de problemas comunes que hay que solucionar”, dijo Stephanie Zuccarelli, miembro de la comisión directiva de WIGAr y periodista de gina12.

Actualmente, desde WIGAr se realizan proyectos y charlas que fortalecen la visibilización de la temática de género y el debate sobre la representación de las mujeres de la industria de los videojuegos en los medios. Además, trabajan conjuntamente con el observatorio de la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos en Argentina (ADVA) para incorporar el análisis de las problemáticas de género a nivel empresarial.

Micaela Acuña comenzó a jugar a los 11 años.

La guerra en bikini

Durante mucho tiempo era “normal” que los personajes femeninos de los videojuegos estuvieran hipersexualizados. Las mujeres seguían un estereotipo de vestimenta y rasgos físicos incoherentes con el contexto. Era muy común encontrar personajes femeninos con poca ropa o con prendas incómodas para tareas como luchar o explorar entornos.

En los últimos años, esta tendencia comenzó a cambiar: en The Last Of Us 2, los personajes son mujeres y la protagonista es lesbiana; en Horizon Zero Down, la protagonista está lejos de los estándares de belleza del momento; y en Mass effect, hay una gran presencia de personajes LGTBI y queer.

Carolina “Carolo” Vázquez, presentadora y comentarista de FIFA, calificó The Last Of Us 2 de “diverso e inclusivo”, y lamentó que recibiera muy malas críticas: “Te dicen que se trata de algo irreal y que no los representa, pero se nota que les molesta que la historia está centrada en una mujer que tiene una relación con otra mujer”.

«El juego Horizon Zero Dawn rompió barreras y empezó a tener mucho ruido en las redes porque un usuario de Twitter se quejó de que habían hecho a la protagonista fea para vender más y editó la imagen para que tuviera la cara de Selena Gómez», dijo, por su parte, Stephanie Zuccarelli, miembro de la Comisión Directiva de Women in Games Argentina (WIGAr).

Zuccarelli agregó: “Está buenísimo que existan personajes femeninos curvilíneos y super exuberantes, que están básicamente desnudas, pero también tiene que existir un equivalente masculino para las personas que se sientan atraídas por quienes se presenten como varones. De eso se trata, de la elección que uno tiene a la hora de elegir diferentes narrativas, diferentes imágenes de representar”.

Además, la directiva de WIGAr detalla que con el avance de la tecnología y de la industria se puede aspirar a que los personajes animados puedan responder a distintos esqueletos y animaciones para diversificar las representaciones de los humanos.