“La derogación de la ley de tierras implica una cesión de la soberanía”

“La derogación de la ley de tierras implica una cesión de la soberanía”

El megadecreto del Gobierno nacional, entre tantas otras modificaciones, permite la compra ilimitada de tierras por capitales extranjeros y hasta la adquisición de lagos y espejos de aguas. La opinión de Gonzalo Vergez, miembro de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas.

La Ley 26737, conocida como Ley de Tierras Rurales, fue sancionada en 2011 a raíz de una demanda social. La norma establecía una restricción a la compra de tierras rurales por parte de ciudadanos extranjeros. Gonzalo Vergez, abogado ambientalista e integrante de la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas (AAdeAA) y del Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial (CAJE), afirma que “la derogación de esta norma implica una cesión de la soberanía nacional” y habilita “a que cualquier ciudadano extranjero, que tenga la posibilidad económica, pueda comprar una cantidad ilimitada de tierras en el territorio argentino”. Además, “atenta contra las economías regionales y la agricultura familiar”.

La Ley de Tierras limitaba el dominio o la posesión de suelo rural por parte de extranjeros al 15% del total de tierras rurales censadas. También prohibía que las personas físicas o jurídicas que sean de una misma nacionalidad extranjera superen el 30% de ese 15% e impedía que ciudadanos o empresas foráneas pudieran ser titulares o poseer una porción de tierra que contenga ríos o cuerpos de agua estratégicos, como es el caso de Lago Escondido, propiedad del magnate británico Joe Lewis.

“Ya teníamos una enorme complicación por parte de la ciudadanía en relación al acceso a la tierra y esto se profundiza de forma drástica y categórica. Implica una concentración aún mayor de la que ya tenemos. No hay que dejar de reconocer que venimos de una situación crítica, que a pesar de la existencia de una enorme cantidad de normativa –bosques, glaciares, hidrocarburos, tierras rurales- los derechos no estaban garantizados. Ahora imaginemos cómo van a estar garantizados sin esas normativas”, agrega Vergez.

Con respecto a la minería, el megadecreto de Milei derogó la Ley 24523 del Sistema Nacional de Comercio Minero y la 24695 del Banco Nacional de Información Minera, con la excusa de “reducir” los costos del sector ya que es un área “subdesarrollada”. “Estas dos leyes eran de lo poco que quedaba en una actividad que ya de por sí es bastante oscura, no como la mayoría de las actividades extractivistas, y esto lo que hace es quitarle el último destello de transparencia», asegura Vergez.

En relación a la Ley de Sistema Nacional de Comercio, Vergez sostiene que a una actividad ya flexibilizada, la derogación le da vía libre a las empresas mineras para comerciar como quieran. “La industria minera tiene un sistema de regalías, lo que paga específicamente es muy poco, es un precio vil, solamente el 3% en relación a las inversiones mineras que, además, se calcula sobre el material extraído”. Para Vergez, “son dos derogaciones muy relevantes en materia minera, que profundizan de por sí lo flexibilizado que estaba el sistema y pone en una situación de absoluta vulnerabilidad a los territorios que ya estaban hostigados por las empresas mineras, las cuales venían haciendo enormes destrozos en lo ambiental”.

El DNU, además, acentúa la crisis alimentaria y atenta contra la soberanía nacional a través de la derogación de Ley de Abastecimiento, la Ley de Góndolas, la Ley de Promoción Industrial y las leyes Compre Nacional y Compre Argentino. Al respecto, Vergez subraya que si bien algunas modificaciones parecen intrascendentes, si se las mira en conjunto y en contexto tienen una enorme relevancia. “Estamos atravesando una crisis alimentaria global donde Argentina no es la excepción sino que es un gran exponente, sobre todo por los altos niveles de pobreza e indigencia –remarca–. Este paquete de modificaciones lo que hacen es profundizar las condiciones de desabastecimiento que ya se vienen dando hace un tiempo a pesar de las leyes y favorecer la exportación y al sector agropecuario. Es un paso regresivo en materia socioambiental y en materia de derechos humanos”.

«Un idioma maricón»

«Un idioma maricón»

El carrilche nació hacia 1940 entre la comunidad travesti como un argot para poder hablar entre los miembros de la comunidad en medio de situaciones de peligro y sin que la policía entienda. Aquí su historia.

María Belén Correa, en la Marcha de la Memoria Trans.

“Hablamos idioma maricón. Hablamos carrilche”, dice la activista María Belén Correa, fundadora del Archivo de la Memoria Trans. El carrilche significa marica y es el argot que nació en la década de 1940 como mecanismo de defensa de la comunidad ante la policía y los presos. En ese entonces, existían ciertas figuras legales que servían como forma de control y represión estatal. Hacerse visible ante la persona equivocada implicaba terminar en la Estancia -la cárcel de Devoto-, donde permanecían de 15 a 120 días, reencontrándose.

 

Cuma doda la sidilcre

 Los testimonios de Malva Solís en la película Con nombre de flor y la revista El Teje dan cuenta de la resistencia del colectivo travesti trans frente a la violencia policial, y de los lazos intracomunitarios. Solís se encontraba en la cárcel cuando las hermanas Arveja- Florián y Orquídea-, atendieron la urgencia de inventar palabras para usar en la calle ante la caza. En este contexto, surgieron los términos fundamentales para su supervivencia, como doda (cuidado) o sidilcre (policía), y también aquellos que denotaban pertenencia como cuma (maricón). Estos se cristalizarían en fórmulas como “cuma doda la sidilcre” (maricón,  cuidado la policía).

“Nosotras hacemos visible a Malva porque fue la última que podía hablar el carrilche original. Ella dejó testimonio de ese argot con un diccionario. Hay algunas palabras que pueden utilizarse hoy, pero no todas están en uso. Ninguna de las personas que hoy hablamos el carrilche de los 90’ utilizamos el carrilche original de los 40”, dice María Belén.

            Daniel Busato, director de la compañía de teatro Kumas de Sitges, reflexiona acerca  de la actualidad: “Se utilizan ciertas palabras en tono gracioso, pero la realidad del carrilche es otra: solamente que las personas que lo hablan se enteren de lo que están hablando sin que un tercero o cuarto -en su origen la policía o carceleros-, se enteraran de qué era lo que estábamos hablando”.

             A través del tiempo y con la creatividad de la comunidad, el carrilche fue mutando: se amplió, degeneró, algunas palabras se olvidaron y otras se sumaron. No en todo el país se hablaba igual; por ejemplo la gente de Santiago del Estero hablaba diferente que la del Río de la Plata. Pero también se nutrió de otros argots, ya que se trataba de un método de defensa existente en distintos países, sin tener conexión entre las personas. “En Estados Unidos te decían si conocías a Dorothy para saber si eras gay. En Brasil se hablaba abogó y, en Perú, lóxoro”, menciona Correa.

Mucho chongo

            Hacia finales de las décadas de 1980 y 1990’, las únicas personas que seguían hablando carrilche eran quienes se relacionaban con el espectáculo. Esto se debe a que las personas que estaban en la calle ya no lo utilizaban de la misma forma. “Desde que lo adopté, lo utilizamos en los camerinos”, cuenta Daniel. El carrilche se utilizó entonces para que los strippers o iluminadores no entendieran lo que hablaban. María Belén comenta: “Al cambiar las leyes, las mismas personas dejaron de utilizarlo para el cometido y empezó a usarse de manera social: un idioma distinto”.

Las vedettes comenzaron a escuchar las palabras de sus amistades que las peinaban o maquillaban. Si tenían buena relación, se les enseñaban los términos. En ese marco, se viralizó un audio de Moria Casán donde decía “mucho chongo” y hoy todo el mundo sabe lo que es. En este marco, María Belén afirma que “las pocas palabras que se han popularizado fueron utilizadas correctamente. Pero fue un error porque fueron palabras que ya no pudimos usar”.

            Hay debates que tienden a negar al lenguaje como campo de disputa por los sentidos, tierra fértil para la resistencia y la trasgresión, pero ante la violencia de la norma, la lengua insiste y deja huellas identitarias. En este sentido, Correa reflexiona: “La persona que habla carrilche tiene una historia de vida mucho más fuerte que una persona que no lo habla. Era un método de defensa que algunas pocas podemos seguir manteniendo. Fue una forma de pertenecer, la llave para poder ser del grupo. Saber carrilche era poder estar en la conversación, ser parte de. En aquellos tiempos, se vivía con bastante soledad y vos eras parte de un grupo, te hacía pertenecer a algo, a una familia: nos entendíamos y hablábamos el mismo idioma”.

 

Voces que recordaron la dictadura y llamaron la atención a los medios

Voces que recordaron la dictadura y llamaron la atención a los medios

La multitud que se manifestó en la plaza para repudiar el atentado a Cristina Fernández de Kirchner aludió al terrorismo de Estado y los discursos periodísticos.

De las miles y miles de personas que se acercaron a Plaza de Mayo, algunas de ellas testimoniaron ante ANCCOM y expresaron sus sentimientos y sus mensajes para el resto del país.

            “Tenemos que estar unidos, resistiendo y bancando a Cristina porque es la única que puede sacarnos de esto. Es la líder natural del movimiento peronista y del movimiento popular- comentó Iván Momeño, uno de los tantos manifestantes que llegó en la tarde a la plaza-, lo que pasó es un atentado a la democracia y a los Derechos Humanos, vivimos en un clima de violencia política que es irrespirable desde hace mucho tiempo. La violencia que se vio contra la vicepresidenta, el intento de asesinato, es la consecuencia directa de todo este clima de violencia política, simbólica, mediática y judicial”.

Por su parte, Silvina Saladino, sobreviviente del Centro de Detención Clandestino El Vesubio e integrante de la Comisión Vesubio y Puente 12, dijo: “Lo de ayer fue un punto de inflexión. Es muy importante que estemos en esta plaza y las de todo el país, demostrando que esto no lo queremos. En la dictadura quisieron romper el lazo social y nos costó mucho recomponerlo, tenemos que seguir trabajando para esa unidad, Emilio Prismann, en tanto,  comentó: “Nuestra esencia es estar en la calle con el pueblo. Queremos un país inclusivo, en paz. Es un territorio con un pueblo y recursos que permitirían, para todos, la felicidad. Necesitamos un Estado democrático que respete los derechos de todos”.

“Los medios hegemónicos que se dejen de joder. Si quieren mantener la paz social, se tienen que calmar. Este es un gobierno elegido por el pueblo, aunque no les guste”, dijo José Muñoz, uno de las tantas personas que estuvo presente. Por otra parte, su compañera Lidia Flicetti, agregó: “Los jóvenes tienen que salir a la calle, salir adelante y abrirse camino, es por ellos su bienestar”.

Pero la juventud también es parte de la plaza  En ese sentido, la integrante de Nietes, Lola Rosales, agregó: “Esto es un llamado a la juventud. La mayoría tuvimos la oportunidad de nacer en democracia y es una sorpresa. Tenemos que movilizarnos, dar espacios de debate y ponernos a pensar realmente por qué hoy tenemos en el Congreso dos bancas ocupadas por personas negacionistas que dan discursos de odio. Hay que replantearse en qué lugar estamos y qué es lo que lleva a la Argentina a estar en este momento tan movilizada. Lo que sucedió ayer, y lo que viene sucediendo hace tiempo con Cristina, es un atentado a la democracia y es necesario que nos manifestemos en las calles. Estamos por cumplir 40 años desde el regreso de la democracia, no podemos dejar que haya ocurrido lo que pasó ayer”.

Victoria Serra, militante de la misma organización, comentó: “No podemos dejar pasar ningún discurso de odio y exigimos que los que son responsables ideológicos, y especialmente los medios de comunicación que fogonean estos discursos, sean llevados a la justicia. La lucha por los derechos humanos no es una lucha del pasado y no es una lucha de gente mayor a nosotres, es nuestra también”.

«Es clave unir los reclamos»

«Es clave unir los reclamos»

Movimientos sociales de la economía popular reclamaron frente al Congreso mientras que los enrolados con la izquierda lo hicieron en Plaza de Mayo. Los separaban las formas pero los unían las consignas: medidas para que los sectores populares puedan enfrentar la crisis económica.

Desde el mediodía de ayer, organizaciones de la economía popular se congregaron frente al Congreso para comercializar sus productos y reclamar políticas que favorezcan al sector.. Simultáneamente, en Plaza de Mayo, una multitud exigió al gobierno mejoras en su calidad de vida al son de las históricas consignas de izquierda como “Basta de ajuste y ataques a las organizaciones sociales”. Existieron puntos en común entre ambos reclamos, como el aumento del salario mínimo vital y móvil; pero la principal diferencia radicó en las formas.

Rodeando las rejas del Monumento a los Dos Congresos, bajo gazebos de distintos colores, el ME.CO.PO, la U.T.E.P, el Movimiento Evita, el Movimiento Nacional Campesino, la Federación Nacional Campesina y el Frente 22 de Agosto, entre otras organizaciones de diferentes rincones del país, crearon una feria que reunió verduleros, alfareros, pasteleros, artesanos, talabarteros, costureros y carpinteros, quienes comercializaron sus productos. Las intenciones, además de vender, se pueden resumir en tres puntos: 1) borrar los estigmas que hay con respecto a las personas que reciben algún tipo de ayuda o asistencia estatal, 2) reclamar políticas sociales y económicas para paliar la inflación, como un salario mínimo vital y móvil universal, la ley “Tierra, techo y trabajo”; un bono equitativo al aguinaldo; salud y educación, entre otros y 3) visibilizar en los ciudadanos de a pie la manera de trabajar de las distintas organizaciones, así como el enorme papel que cumplen en la transmisión de conocimientos que devienen en oficios.

Por otro lado, en Plaza de Mayo, una multitud convocada por organizaciones de izquierda como el Polo Obrero, el MST, el FOL y el MTR, reclamaban una audiencia con la ministra Silvina Batakis. Las palabras del líder del P.O., Eduardo Belliboni, resumen la iniciativa: “Universalización o apertura de los programas sociales, trabajo genuino y aumento en el Salario Básico Universal que se toma para pagar el Potenciar Trabajo”, enumeró su reclamo y sumó la necesidad de “herramientas y máquinas para cooperativas”. Ante la posibilidad de no ser convocados a una reunión con la ministra, un sector anticipó la posibilidad de un acampe; sin embargo, no todos estaban de acuerdo ni al tanto. ANCCOM recogió testimonios en ambas plazas, para dar cuenta de la posibilidad de la convergencia entre ambas iniciativas, los puntos en común y las diferencias entre ellas.

Fernando Bermúdez tiene 43 años y trabaja en una cooperativa de aberturas que emplea a 20 personas. Exhiben sus productos en un stand improvisado sobre la esquina de Virrey Cevallos e Hipólito Yrigoyen. Su idea no es generar una relación de paternalismo con el Estado: “Nuestro objetivo, de acá a un lapso, es agradecer al Estado por el Potenciar (el pan Potenciar Trabajo) y seguir con nuestro rumbo”. Respecto del reclamo en Plaza de Mayo, propone que “Obviamente que uno acompaña. Ahora, hay formas que no podemos compartir”. Y agregó: “Vamos a acompañar, pero en el caso de acampe no, porque entendemos que, si estamos reclamando por un salario para los compañeros, por herramientas, por trabajo, no es digno hacerlos venir por la madrugada para que tiriten de frío, es contradictorio. ¿Es justo el reclamo?: sí. ¿Es la forma? No”.

Ángel milita en el Frente Popular Darío Santillán congregado en Congreso, y trabaja en el área de la construcción. Respecto de la manifestación frente a La Rosada y la posibilidad de una unificación, dijo: “Creo que, si esto sigue así, que cada vez la plata alcanza menos, que no hay comida, acá las organizaciones se van a unificar todas para salir en una organización conjunta”. Esa organización conjunta es uno de los grandes anhelos de Celeste Fierro, dirigente nacional del MST, organización que propone la ruptura con el FMI. En sus palabras: “Quienes están en el Congreso son organizaciones afines al gobierno, mientras que acá somos organizaciones de Izquierda. El día de mañana va a haber una reunión, para conformar la unidad de quienes hoy están saliendo a pelear para denunciar el ajuste que se está llevando adelante, y esa unidad se va a llevar adelante con las organizaciones también afines al gobierno. Creemos que es clave unir los reclamos”, sentenció, antes de proponer una posible salida a la crisis: “Tocando los intereses de los que más tienen, que ninguno de los que gobierna ahora o ha gobernado se ha animado, porque gobiernan para los banqueros, para las corporaciones y las patronales y no para la mayoría del pueblo trabajador”.

Al son de bombos y redoblantes, rodeando una pequeña tarima frente a la Pirámide de Mayo, Sandra Vilan coordina al MTL rebelde. Dice que la economía popular es de subsistencia, ya que no está regulada ni asegura un salario básico, aguinaldo, vacaciones ni aportes jubilatorios, “Ven en la economía popular una forma de solución, mientras nosotros lo que creemos es que la economía popular es pura subsistencia”, sentenció. Además, destaca el crecimiento del movimiento de izquierda en el último tiempo, una de las razones es que “un sector de la CTEP que está en el gobierno, ha dejado de luchar en la calle y la gente ante la necesidad sale, y sale organizándose”.

Ya sea desde la venta de sus productos en el Congreso, o desde la multitudinaria marcha a Plaza de Mayo con amenazas de acampe, los sectores populares reclaman mejoras. Mejoras en la calidad de vida, mejoras en el acceso a bienes básicos, a la alimentación, reclaman el acceso a la tierra, denuncian el pago de la deuda, la limosna disfrazada de asistencialismo, el aumento de la desigualdad. Se piden herramientas y enseñan oficios, pero sobre todo se pone de manifiesto un sector popular cada vez más organizado, que produjo una de las congregaciones más grandes del año. ANCCOM fue testigo de la desolación, la incertidumbre e inestabilidad, que por supuesto se traducen en la gobernabilidad. Madres y padres, que luchan por el presente, pero, sobre todo, luchan por un futuro para sus hijos e hijas. “Nosotros queremos laburar, pero queremos trabajo digno, un sueldo digno para darle de comer a nuestros hijos. No que tengan que venir a la calle a reclamar todas las veces porque el gobierno hace oído sordo”, explicó Rosa Ocampo, 41 años, madre de dos niñas.

 

La guerra explicada por la comunidad ucraniana argentina

La guerra explicada por la comunidad ucraniana argentina

Más de 100 mil ucranianos llegaron a la Argentina entre fines del siglo XIX y mediados del XX, en tres oleadas migratorias diferentes. Cuenta su historia y la de sus antepasados para explicar el conflicto bélico de hoy.

Jorge Danylyzsyn, presidente de la Asociación Ucrania de Cultura Prosvita.

Mientras caen misiles rusos sobre territorio ucraniano, ANCCOM visita la sede de la Asociación Ucrania de Cultura Prosvita, en el barrio porteño de Palermo. Allí, el presidente de la entidad, Jorge Danylyzsyn, cuenta la historia de la colectividad ucraniana en la Argentina.

La llegada se fue dando por oleadas. Con la ocupación del territorio ucraniano por polacos y rusos, comenzó la primera. “La mayoría de los inmigrantes entre 1898 y 1930 arribaron a la Argentina justamente de esa región de Europa. Por eso nuestros ancestros llegan al país, casi todos, con pasaportes polacos”, explica.

“Muchos pertenecían a la religión greco-católica, es decir, reconocían la autoridad del Papa. Por el contrario, quienes venían de la Ucrania central, que eran menos, eran ortodoxos”, agrega. Labradores en su tierra, los inmigrantes de la primera oleada se radicaron principalmente en la provincia de Misiones para trabajar la tierra. “Esta inmigración se interrumpió en 1914, con el inicio de la guerra”, aclara Danylyzsyn, para reanudarse en el período de entre guerras.

“La segunda oleada se instala en la Ciudad de Buenos Aires, Berisso y en el conurbano bonaerense. La comunidad empieza a desarrollar asociaciones y, hacia 1924, se funda esta Asociación Ucrania de Cultura Prosvita. Finalmente se unificarán en una sola asociación que a lo largo del tiempo ha llegado a tener unas 50 filiales”, señala Danylyzsyn.

A diferencia de la primera ola, en la segunda llegan trabajadores industriales. “En ese momento, los ucranianos se dedicaban al tendido de vías, a la construcción de puertos, de usinas y otros emprendimientos de envergadura”.

 

«Tenemos el derecho a sabernos herederos de la cultura de la Rus de Kyiv, que en su variante moderna se llama Ucrania”.

Tras la Segunda Guerra Mundial, unos siete mil ucranianos –que huyen de la zona de conflicto– arribaron al país. “Esta tercera ola se suma a las cerca de 100 mil personas que habían llegado antes. Sin embargo, la mitad de esos siete mil termina emigrando hacia Estados Unidos y Canadá. Con la experiencia militar traída de la contienda bélica, estos más de 3.000 inmigrantes tienen una visión más patriótica y comienzan a forjar estructuras para la difusión de nuestra cultura”, relata Danylyzsyn.

“Ellos buscaban popularizar la cultura del pueblo y que nos sintiéramos identificados porque aspiraban a una Ucrania libre, como alguna vez lo fue. Nosotros tenemos el derecho a sabernos herederos de la cultura de la Rus de Kyiv, que en su variante moderna se llama Ucrania”, afirma.

Hubo una cuarta y última oleada, durante los años 90. “(El entonces presidente Carlos) Menem les promete trabajo, salud y educación gratis –rememora Danylyzsyn–. Pero cuando se termina la convertibilidad, juntan sus cosas y emigran al norte del continente y una pequeña porción vuelve a Ucrania”.

Hoy, el grueso de la comunidad ucraniana está formado por argentinos y argentinas descendientes de la primera y segunda ola. “Los que vinieron después no llegaron a integrarse y somos los hijos de ucranianos quienes nos encargamos de difundir la cultura y el idioma en el país”, dice.

Consultado sobre la invasión rusa en curso, Danylyzsyn asegura que para entender lo que está sucediendo es necesario remontarse a la historia, necesariamente entrecruzada, de ambos países. “Las tribus que habitaban la zona ubicada entre el Mar Negro hasta el Mar del Norte conformaron un estado medieval al que denominaron la Rus de Kyiv. Con un idioma y cultura en común, su organización social se estructuraba en principados, ducados y gleba”, cuenta.

Unos 800 kilómetros al este, donde se sitúa hoy la capital de Rusia, se erguía otra estructura medieval conocida como Moscovia. Sendos territorios fueron creciendo producto del avance de las tribus bárbaras. Con la llegada de Pedro el Grande como zar, Rusia amplió sus fronteras y ambas zonas pasaron a conformar parte del ejido imperial.

Con la ocupación de la Rus de Kyiv por el Imperio Ruso se produjo un borramiento forzoso de todo símbolo ucraniano. El idioma fue prohibido, la literatura quemada y las artes y costumbres fueron reemplazadas por las tradiciones populares moscovitas.

Entrado el siglo XX, Ucrania pasó a ser parte de la URSS hasta su desmembramiento, en 1991. “Con la Revolución Bolchevique, Ucrania se declara Estado independiente. En 1921, Argentina la reconoce como nación libre y soberana. No obstante, los bolcheviques terminan ocupándola, y en el oeste son conquistados por Polonia, los dos imperios que van dominando la historia de Ucrania”, puntualiza Danylyszyn.

Bajo el régimen totalitario de Stalin, aconteció lo que se conoce como el genocidio de Holodomor. Frente a la resistencia a la colectivización, el líder soviético ordenó la incautación de las cosechas, además de medidas represivas, lo que condujo a una hambruna generalizada entre 1932 y 1933 que, se estima, causó la muerte de entre cuatro y diez millones de ucranianos. Stalin también prohibió el idioma, la cultura y la literatura en un proceso que se conoció como la rusificación de Ucrania.

 

 

 

“A esta región se la repobló con familias rusas y, como consecuencia, hoy existen zonas que se consideran prorrusas”, opina Danylyszyn y añade: “Pretendieron unificar el país con una única lengua, una única cultura y una única raíz histórica. Prohibieron el idioma, los libros, y entonces el ucranio pasó a ser un idioma de casa adentro, no se podía hablar en público”.

Luego de la caída del Muro de Berlín, Ucrania se declaró de nuevo independiente y, a partir de allí, se inició un proceso que, hasta hoy, oscila entre la hiperdependencia de Rusia y un nacionalismo autónomo que boga por la incorporación del país a la Unión Europea (UE).

Entre 2004 y 2005 se produjo la Revolución Naranja. Víktor Yúshchenko, nacionalista y proeuropeo, gana las elecciones a presidente. En 2010, lo sucede quien había sido su contendiente en aquellos comicios, Víktor Yanukóvich. En 2014, cuando parecía todo arreglado para firmar la entrada a la UE, tras una reunión con su par ruso Vladimir Putin, Yanukóvich cambia de opinión. En ese momento, se desatan las revueltas conocidas como Euromaidán que terminan con el mandatario destituido y expulsado del país. Lo reemplaza interinamente Alexander Turchínov, quien, a tono con las consignas esgrimidas durante las manifestaciones, retoma una tradición proucraniana.

Aquel año, al advertir el giro proeuropeo de Kiev, Putin decidió la anexión de la estratégica península de Crimea, sobre el Mar Negro. Ocho años más tarde, luego de firmar el reconocimiento de los territorios del Donbás, ordenó el ataque masivo que hoy mismo está en desarrollo.

Para Danylyszyn, las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk son la puerta de entrada del ejército ruso a Ucrania por una razón: “Precisamente porque son rusos implantados en suelo ucraniano”, concluye.