«La desigualdad social se paga con años de vida»
Según un estudio de CISUR, las personas que residen en los barrios populares mueren, en promedio, 11 años antes que el resto de la población. La brecha es aún mayor entre las mujeres y las condiciones habitacionales multiplican los factores de riesgo.
Barrio Padre Carlos Mugica. Foto: Archivo ANCCOM
Un reciente informe del Centro de Integración Socio Urbana (CISUR) arroja luz sobre la cruda realidad que enfrentan los habitantes de los barrios populares. “Entre los principales hallazgos destacan las diferencias en la edad de fallecimiento –explica el director de Suelo para Vivir y Producir de la organización, Rafael García Lazo–.Mientras que en la población general la edad promedio en la que mueren las personas es de 76,6 años, en los barrios populares desciende a los 65,6 años, una brecha de 11 años de vida”.
“La mayor brecha se da en las mujeres. Los varones en la población general fallecen en promedio a los 68,9 años, frente a 59,4 años en los barrios populares, una brecha de 9,5 años. En tanto, la edad promedio de fallecimiento en las mujeres es de 71,3 años en la población general, y de 62 años en los barrios populares, una diferencia de 12,3 años”, agrega García Lazo.
CISUR es un espacio que se dedica al estudio y diseño de políticas públicas vinculadas a las ciudades, pensadas desde una perspectiva igualitaria. En este sentido, el informe “Mortalidad en barrios populares” aportadatos duros y cuantificables relativos al contexto social de sus habitantes, sometidos a dificultades extremas y sin posibilidades de mejora.
“Las verdaderas causas (de la brecha de vida) no se pueden saber con precisión, pero existen hipótesis –prosigue García Lazo–.Por ejemplo, el desgaste de las personas al momento de jubilarse, muchas deben seguir trabajando porque no les alcanza para vivir. También está el problema habitacional, otra posible causa: viviendas con demasiada humedad, basurales en las cercanías, la falta de acceso a la salud, beber agua contaminada, ya que no tienen acceso a red de agua potable. Los organismos nacionales no están interesados en los barrios populares. Desde el CISUR se envían estos estudios a la Secretaría de Integración Social de la Nación para impulsar y apoyar políticas públicas de integración sociourbana que mejoren las condiciones de vida y garanticenla igualdad de oportunidades para todos”.
Asentamiento en el barrio de Barracas. Foto: Archivo ANCCOM
Luis Porzio, director de Desarrollo e integración productiva de CISUR, señala que el estudio sobre la mortalidad “es un ejemplo de cómo se posicionan los barrios, con la esperanza de una vida más justa, descubriendo las desigualdades habitacionales para poder interpretar a la sociedad y sostener una política pública de integración urbana, que durante el gobierno de Alberto Fernández se llevó adelante, pero que con el actual muchas obras se han paralizado en todo el país”.
“Es algo nefasto que muchos barrios populares no tengan instalaciones de cloacas, que vivan en condiciones insalubres, habitando en casillas precarias, con humedad, inundaciones o aspirando toxinas de descampados llenos de basura, sin acceso a agua potable –enfatiza Porzio–. Es una vergüenza que hoy no haya obras públicas que reviertan la situación”.
“La solución consiste en que el Estado no haga la vista gorda y vuelva a implementar políticas sociourbanas en los barrios populares.El desafío consiste en prolongar los años de vida en estas poblaciones, que los años que vivan las personas lo hagan dignamente, con acceso a los servicios básicos, vivienda, trabajo, salud, educación, alimentos, que puedan comer las cuatro comidas diarias, que puedan elegir qué comer y así dejar de ir a comedores o merenderos. La desigualdad social se paga con años de vida”, concluye Porzio, que puede dar testimonio en primera persona de lo que significa vivir en un barrio popular ya que él habita en uno en Mar del Plata.
En síntesis, la falta de acceso a servicios básicos, la exposición constante a factores de riesgo ambiental y la precariedad habitacional, sumado a las trayectoriassociales y laborales,generanun entorno de alta vulnerabilidad que deteriora la salud de los habitantes de los barrios populares. El estudio del CISURconstituye un llamado a la acción para enfrentar las desigualdades, impulsar la justicia social y devolver la esperanza –literalmente de vida– a las más de cinco millones de personas que habitan allí.











