No a la UNICABA

No a la UNICABA

Foto Archivo ANCCOM: La marcha por el No al UNICABA, en mayo de este año.

El proyecto impulsado por el Gobierno de la Ciudad pretende desmantelar prácticas profesionales y pone en riesgo las fuentes de trabajo.

Mirá el video de ANCCOM con imágenes de algunos de los 29 Institutos y Escuelas que están en riesgo:

 

 

“El feminismo es la profundización del modelo de igualdad que soñamos”

“El feminismo es la profundización del modelo de igualdad que soñamos”

Si bien en Argentina son la mitad de la población, su tasa de empleo sigue siendo más baja que la de los varones: 43,1% contra 66,3%. La Ley N° 25674, del año 2002, conocida como de “Cupo Sindical Femenino”, busca garantizar la presencia de mujeres en cargos electivos, como mínimo un 30%, y su participación en las comisiones negociadoras. Pero según un análisis reciente de organismos estatales, no hay mujeres en las comisiones directivas y solamente conducen el 18% de las secretarías, subsecretarías o prosecretarías, y de éstas el 74% serían de Igualdad, Género o Servicios Sociales de las organizaciones gremiales. El panorama es peor en la propia CGT –la única central con la que el Gobierno se sienta a discutir–, donde las mujeres representan apenas un 8%.

El último informe nacional sobre la situación de la mujer en el mundo del trabajo muestra una brecha salarial del 23,5% con los varones, que asciende a un 35% en el caso de las personas asalariadas no registradas. A esto hay que sumar el tiempo y las tareas dedicadas al hogar, no remunerados, que para las mujeres en Argentina son, en promedio, tres horas diarias más que la de los hombres. ANCCOM dialogó con Anna Jonquel, del gremio de canillitas, quien mantiene esta doble lucha tanto por sus condiciones laborales como por sus derechos de género en un rubro históricamente masculino.

Mujer amamantando a su hijo durante un manifestación.

Las asociaciones sindicales no cumplen con la Ley de Cupo Sindical Femenino que busca garantizar la presencia de mujeres en cargos electivos y su participación en las comisiones negociadoras.

Anna es universitaria, militante desde 2011 y canillita desde 2014. Hoy, junto con su cooperativa (fundada en 2001), se movilizará dentro de la Corriente Federal de los Trabajadores. “Uno de los aspectos que desarrollamos es transformar las relaciones laborales. Tenemos que trabajar de manera cooperativa ya que entendemos que es la forma de trabajo de toda actividad canillita y ámbitos de la vida”, explica.

Rememora la lucha de los canillitas luego del retorno de la democracia: “Cobramos un porcentaje de tapa. Como nos pasó a todos en el 2001, el trabajo fue flexibilizado. Nosotros pasamos del 40%, al 32% y, aunque parezca mentira, todavía aún hoy no lo pudimos recuperar”.

Anna subraya la influencia del Grupo Clarín y lo sucedido con Papel Prensa en la última dictadura cívico-militar: “Viene concentrando toda la actividad gráfica y de la comunicación y, claramente, luchar por un mayor porcentaje en estas condiciones hace que sea cada vez más complicado. Como cualquier empresa, quiere aumentar las ganancias, por lo que afectar las fuentes de trabajo es un método viable para ellos”, dice y resalta la importancia de organizarse en momentos coyunturales complejos para no sólo resistir, sino avanzar.

los brazos de una mujer tirando de una soga.

La lucha del rubro canillita por un porcentaje de tapa se dificulta por la concentración de la actividad gráfica y de la comunicación que tiene el Grupo Clarín.

Disiente con quienes ven en la tecnología la principal amenaza, sostiene que el problema central es el avasallamiento de Clarín y los puntos de venta: “Algo que no pudimos evitar fue que se vendan diarios en estaciones de servicio, farmacias y supermercados. Eso a nosotros nos mata porque perdemos clientes”. A pesar de esto, gracias a la lucha en CABA Y Gran Buenos Aires pudieron frenar la distribución de diarios por correo que quería hacer Clarín por suscripción.

El desempleo en otras áreas, según Anna, repercute en la actividad de los canillitas: “Una de las grandes dificultades que estamos teniendo ahora es que hay muchos barrios fabriles y `gracias´ al ajuste, todos los compañeros canillitas están cerrando. ¿Para qué van abrir si los trabajadores que antes pasaban por la zona a comprar el diario o la revista para el nene ya no van? El diario es uno de los consumos que se recortan”. Y denuncia que aumentar el precio del diario no es la solución, porque se pierden clientes. “Nosotros no tenemos convenio colectivo, así que no nos queda otra que salir a pelear por el porcentaje. Muchas de las distribuidoras quebraron y las compraron. La historia de AGR no está muy lejos de esto. ¿Qué es lo que sucede? Mediante los caminos de distribución, Clarín concentra y elige”.

una mujer tapandose el rostro con un pañuelo en el contexto de una movilización.

No hay un cupo de igualdad dentro del rubro de canillitas porque, al ser de herencia familiar, por lo general, son los hombres quienes toman el negocio.

Son aproximadamente 5 mil canillitas en Capital y Conurbano. Dentro de la cooperativa de Anna se organizan para hacer un recorrido semanal en donde salen hablar con sus otros compañeros. “La idea es organizar para ponerle un freno a esto. No te puedo decir ya la cantidad de compañeros que quedaron sin trabajo”, cuenta con tristeza.

En su cooperativa, solo el 8% son mujeres. “Al ser un rubro familiar que se va heredando, por lo general es el hombre el que toma el rol del negocio pero siempre con su compañera presente. Nosotros en la organización hablamos mucho, y concebimos que el feminismo es la profundización del modelo de igualdad que soñamos todos. Entendemos que no tenemos un cupo de igualdad pero en este momento nuestro eje está puesto en no dar un paso atrás. La comisión directiva puede dar decisiones orgánicas pero nosotros planteamos una centralidad dentro de la cooperativa. Todos realizamos un trabajo minucioso. La idea es construir herramientas políticas para que todos tengamos herramientas de discusión”.

mujer tapandose el rostro con una mascara y lleva colgada como una capa la bandera argentina

La movilización del 8M es fundamental para continuar deconstruyendo el machismo presente en las prácticas culturales, incluyendo la lengua.

Anna agrega que la cooperativa tiene una “pata territorial-barrial” y plantea que esos son los puntos que se deben ganar recordando las grandes huelgas del país. “Cuando vamos al barrio a bancar la olla o los abusos policiales, nos parece más que importante llevar adelante los bachilleratos populares ya que son batallas de ideas. Ahí nos damos cuenta que la presencia la tienen los hombres, porque son las compañeras mujeres las que se quedan al cuidado de los chicos, la casa y la comida. Intentamos romper justamente con eso, pero desde una manera que no vaya al choque. No podemos entrar en su casa, en su ámbito privado e imponer. La idea es compartir material y debate para la deconstrucción de todos y todas”.

Para Anna la movilización del 8M es más que fundamental para continuar deconstruyendo el machismo presente en las prácticas culturales, incluyendo la lengua. “Es lógico que reaccionemos primero con todo lo que vivimos. Nosotras vivimos doblemente la explotación como mujeres en estos contextos. Lo que vivimos para decidir parar… por favor. Y la verdad es que sin el aval de la CGT no es una batalla ganada”, resalta e insiste en que el cupo femenino no es estratégico, sino que hay que transformar los sindicatos: “Ya no podemos seguir hablando de una democracia representativa, sino una democracia participativa”, concluye.

 

Techos de cristal y pisos pegajosos

Techos de cristal y pisos pegajosos

Pasados casi tres años desde la primera marcha Ni Una Menos, las mujeres cada vez toman más conciencia de las desigualdades existentes, tanto en el plano político y social como también económico y laboral. Mientras que la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito se instala con fuerza, como la denuncia de la violencia del acoso callejero, en el ámbito de la economía aún están bastante invisibilizadas las enormes diferencias que separan a hombres y mujeres.

“Las desigualdades a las que se enfrentan las mujeres en el plano económico y laboral son muy diversas. Desde el vamos, las mujeres tienen tasas de actividad menores que los varones, pero cuando uno después analiza la tasa de desocupación resulta que la femenina es mayor a la masculina”, comenta Violeta Guitart, economista y co-editora de EcoFemini(s)ta, una organización nacida en el 2015 que tiene el objetivo de visibilizar la desigualdad de género a través de la difusión de estadísticas y contenidos académicos.

Tres mujeres trabajan sobre una camisa colocada en un maniquí.

Entre hombres y mujeres hay una brecha salarial del 27% en el mercado formal formal y llega a casi el 40% en el informal.

“La brecha salarial es del 27% en el mercado formal y llega a casi el 40% en el mercado informal”, agrega Candelaria Botto, economista y coordinadora de voluntariado de la organización. “Hablamos de dos personas, que son iguales en papeles, cumplen la misma tarea, con la misma capacitación y cobran distinto según su género. Es es una discriminación directa: una mujer cobre el 27% menos que un varón, solo por el hecho de ser mujer”, finaliza.

La metáfora del techo de cristal, para mostrar cómo las mujeres no acceden a los puestos jerárquicos, y del piso pegajoso, que hace ver cómo suelen quedar adheridas a los puestos de menor calificación, explican la otra parte de la brecha.

“También sucede que hay una continuidad en los trabajos que realiza la mujer. En el siglo pasado estaba atada solo al trabajo del hogar. Entonces, cuando sale al mercado remunerado hay una continuidad en las tareas que realiza. Sectores como la docencia, enfermería y empleada doméstica están feminizados, mientras que la construcción, la logística y el transporte son sectores masculinizados”, afirma Candelaria.

“Cambió la inserción de la mujer en el mercado pero no la situación en los hogares», destacan Eliosoff Ferrero y Laterra.

“Esto es parte de una construcción social, que se manifiesta, entre otras cosas, en la división sexual del trabajo. Esta reproduce una división de tareas entre las que corresponden a la esfera pública (vinculado a lo masculino) y la esfera privada (vinculado a lo femenino)”, explican Maria Julia Eliosoff Ferrero y Patricia Laterra, ambas integrantes del Espacio de Economía Feminista de la Sociedad de Economía Crítica.

La perspectiva de género en el plano económico ha planteado nuevas problemáticas, que ayudan a pensar nuestras actividades y reclamar por más derechos. Se han visto grandes avances en cuestión de participación de la mujer pero uno de los mayores problemas es el del trabajo doméstico no remunerado. Estudios de uso del tiempo del INDEC, realizados en 2013, muestra que la mujer usa 6,4 horas al día en trabajo doméstico que no se paga, mientras que el varón lo hace en una proporción de 3 horas.

“El aporte fundamental de la economía feminista es el trabajo doméstico no remunerado y es una crítica al concepto de trabajo clásico elaborado en la economía, que se olvida de todo este aporte que hacemos las mujeres a la producción social”, explica Candelaria. “Todo el sistema productivo se basa en este trabajo que hacemos nosotras, que es invisible porque se realiza dentro del hogar y no es reconocido socialmente. Hoy en día sigue estando la pregunta ‘¿Tu mamá trabaja? No, es ama de casa’”, destaca la paradoja.

Tres mujeres sostienen sobre sus piernas a sus hijos.

El trabajo doméstico, al no ser reconocido socialmente, también es un factor que marca desigualdades.

Eliosoff Ferrero y Laterra agregan: “Hoy cambió la inserción de la mujer en el mercado salarial, pero no la situación al interior de los hogares. Hoy sí hay mayor visibilidad del trabajo no remunerado y de cuidados, pero todavía está en discusión el cómo se construye culturalmente la división sexual del trabajo”.

Finalmente, las integrantes de la Sociedad de Economía Crítica opinan sobre las medidas que se deberían tomar para generar una sociedad más equitativa, entre ellas “implementar y ampliar la ley de cupo laboral para personas trans, travestis y transgéneros y para mujeres con discapacidad y mujeres indígenas; licencias por violencia de género y la socialización, desprivatización y desfamiliarización del trabajo doméstico”. Violeta Guitart, por su parte, concluye: “Si bien hubo cambios, y cada vez hay más conciencia de las desigualdades de género, la perspectiva de género aún no es transversal en el análisis económico y en análisis de las políticas públicas, y mucho menos para su implementación, entonces es necesario que empiece a ser transversal y no un eje aparte en los distintos análisis”.

Una mujer trabaja en el marco de la jornada "Cocer en la Calle" como forma de protesta por la finalización del programa "Proveedores del Estado"

La discusión también gira en torno a cómo se construye culturalmente la división sexual del trabajo.

Transgresión

Transgresión

“Todos tenemos la parte masculina y la parte femenina”, dice Naty Menstrual.
“No me siento ni mujer ni hombre”, dice Karen Bennett.
“Creo que soy un devenir”, dice Susy Shock.

Tres artistas transgresivas presentan una visión crítica y reflexiva sobre diferentes temas que nos atraviesan como sociedad: identidad, ‘ser hombre’, ‘ser mujer’, prostitución, igualdad y
transfobia, entre otros.

Karen es cantante, guitarrista y compositora, traductora de alemán e inglés. Susy canta, escribe y
es docente. Naty, también es escritora, actriz, locutora y diseñadora de indumentaria.

Acompañamos a las tres por los lugares donde fluyen y brotan sus virtudes, donde lucen sus
talentos: un recital en el bar El Viejo Buzón, el “Poemario Transpirado” en Casa Brandon, la vigilia del
último ‘Ni una menos’, un café concert en Pride Café y un día de trabajo en la feria de San Telmo.

“Diseñé una remera que dice: ser puto, ser trans, ser trava, ser torta, ser bolita, ser negro, ser
hombre: ser humano”, dice Naty.

“Siempre trato de decirles a mis amigas mujeres: ‘Dejen de ser mujeres, no seamos ni hombres,
ni mujeres’. Es la forma más grosa de romper con el modelo machista”, dice Karen.

“Ser travas es lo más maravilloso que nos puede pasar, el problema es lo que le pasa a este
mundo con esto”, dice Susy.

Desde sus experiencias personales y únicas, Naty, Karen y Susy cuentan cómo comenzaron a
dedicarse a aquello que aman hacer, cómo lograron visibilizarse tal como deseaban y con qué
dificultades se encontraron en ese camino.

Mirá el especial de ANCCOM:

 

Actulizada 02/08/2017

No aclare, que oscurece

No aclare, que oscurece

En una marcha realizada hace diez días en la Ciudad de  Córdoba por el asesinato de Rafael Nahuel la policía detuvo arbitrariamente a seis personas, casi todas lesbianas.  “Parece mentira, ¿no? Que lo que nos gusta hacer a las tortas después de marchar (ir a comer papas fritas a la cañada) de repente sea un motivo para que te lleven presx”, cuenta en Facebook una joven que presenció el momento en que los oficiales golpeaban y se llevaban detenidas a las rastras a sus compañeras. Al día siguiente fueron liberadas, pero les abrieron causas por resistencia a la autoridad. Según se desprende de los videos del operativo, a sólo un mes del lanzamiento del protocolo para la detención de personas LGBTQI las fuerzas de seguridad ya olvidaron aplicarlo.

El pasado 24 de octubre, el Ministerio de Seguridad publicó en el Boletín Oficial un conjunto de reglas que detalla cómo deberían actuar las fuerzas en casos en los que se deba requisar o detener a lesbianas, gays, bisexuales y/o travestis. Sin embargo, escasea información sobre lo relacionado a las cuestiones de la disidencia sexual y es confuso al momento de explicar cómo debería aplicarse esta nueva normativa teniendo en cuenta las características específicas de cada identidad.

Si se tienen en cuenta los avances de Argentina en el marco normativo respecto de la diversidad sexual, el protocolo recientemente elaborado no aporta ninguna novedad. Cada punto que detalla y exhorta a cumplir a las fuerzas policiales y de seguridad, no son otra cosa que lo que ya enuncia la Ley de Identidad de Género 26.743. El artículo primero, inciso C, de esta normativa detalla: “Toda persona tiene derecho: A ser tratada de acuerdo con su identidad de género y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acrediten su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada”.

Por su parte, el anexo 3 del protocolo, señala: “Ante la presencia de una persona que haya optado por un género que difiera de su condición biológica, o bien cuando el personal policial advierta tal circunstancia; deberá dispensarle el trato correspondiente al género auto percibido, respetando aquel nombre de pila con el cual se sienta identificado, sin perjuicio de la documentación que exhiba”. Lara Bertolini, activista travesti feminista sostiene: “Si las fuerzas de seguridad necesitan escribir lo que ya está escrito es porque realmente no lo tuvieron en cuenta antes. A mi entender reconocen que tuvieron que crear este protocolo para poder decir: ´´Sabemos las leyes, normas, decretos y  tratados, pero no los hemos aplicado´´, por eso de alguna manera tienen que refrendarlo mediante este documento”.

La necesidad de crear un protocolo que repita lo que ya indica una ley deja entrever que las fuerzas de seguridad fallan en el trato que despliegan hacia las personas LGBTIQ y este es el problema de fondo. Lo que se oculta detrás es la violencia y la impunidad con la que se manejan hacia ellas, situación que demanda a crear pautas para mejorar su conducta. Greta Pena, abogada y presidenta de la Asociación Civil 100% Diversidad y Derechos asegura: “Las detenciones de casi la totalidad de chicas bisexuales y lesbianas el último 8 de marzo no es casual. Tal como fue en su momento con la creación de supuestos enemigos, por ejemplo, el joven peligroso de barrio bajo, ahora es la lesbiana que destruye las paredes y las iglesias, arma fogatas, odia a los hombres, es per se violenta y además osa darse besos con quien quiere. O también es la travesti o mujer trans que no puede ser otra cosa que narcotraficante o la representación del gay promiscuo”.

Marcha del Orgullo N°26. De Plaza de Mayo a Congreso.

El protocolo es confuso cuando detalla lo que puede considerarse o no un abuso de la fuerza por parte de lxs efectivos: “Queda totalmente prohibido todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, sean físicos o mentales”, pero luego aclara: “No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de acciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a éstas”. Según Pena, la única norma que hay que seguir en materia de detención a la población LGTB es que todo lo que hagan las fuerzas policiales no sea agravado por la condición de la orientación sexual o la identidad de género de la persona.

Plantear que el personal policial tiene prohibido ocasionarle al detenido “dolores o sufrimientos graves” sin especificar a qué se refiere exactamente deja un vacío que da lugar a la libre interpretación de cada oficial. ¿Qué se entiende por “graves”? ¿Eso significaría que un dolor leve si estaría permitido? Tampoco específica a qué se refiere con “acciones legítimas” que habilitan al personal policial a poder ejercer castigos. Pena asegura que este protocolo es peligroso porque “envía un mensaje a las fuerzas de seguridad, les da un convencimiento de que somos personas a detener y/o a requisar porque somos revoltosas, peligrosas”.

Por otra parte, el protocolo ignora y omite ciertos aspectos de las identidades no heteronormadas. ¿Por qué un gay o un hombre trans deberían ser requisados por una oficial mujer? ¿Quién debería requisar entonces a una persona bisexual? No se ahonda en las particularidades que deberían tener en cuenta con cada una de las identidades, “se ignora totalmente la cuestión de las identidades, ni siquiera les interesa. Si a una mujer lesbiana la requisa una mujer no es por lesbiana, es por mujer, entonces está mal el concepto”, explica Pena.

Las travestis y trans son las más perjudicadas por los abusos de parte las fuerzas de seguridad.

Como consecuencia de la situación de extrema vulnerabilidad en la que viven, muchas de ellas no poseen otra alternativa que ejercer el trabajo sexual en las calles donde sufren el hostigamiento, la discriminación y la criminalización por parte de las fuerzas de seguridad. Pena asegura: “Diariamente la policía detiene a personas trans endilgándole la violación a la Ley de Estupefacientes o por ejercer el trabajo sexual en la vía pública. Las personas trans detenidas en el Servicio Penitenciario Federal y Bonaerense están en su totalidad por violación a esta ley. Borraron los edictos policiales que era como las perseguían antes y la suplantaron por esto”.

El protocolo aclara: “El personal policial deberá respetar la protección y el ejercicio de los derechos humanos de aquellas personas que hayan optado por la identidad de género que difiera de su condición biológica”. ¿Resulta necesario advertir a las fuerzas de seguridad que deben respetar a las personas no heterosexuales?: “Lo importante es que con este protocolo ante cualquier caso de abuso institucional podemos reclamar lo que ahora ponen por escrito y si no lo sostienen van a tener que pagar los actos de ilegalidad que comentan”, asegura, sin embargo, Bertolini.

Actualizado 05/12/2017