Un odontólogo ahí

Un odontólogo ahí

Martín tiene 25 años. Está parado en una de las filas de los cuatro ascensores que comunican los 16 pisos de la Facultad de Odontología y parece confundirse entre los cientos de estudiantes a punto de entrar a clase. Pero no lleva el clásico ambo, ni su sueño es convertirse en sacamuelas. Es uno más de los tantos pacientes que esperan para alcanzar el piso siete. “Llegué a la guardia a las doce y me atendieron a la una. Hace un tiempo que no estoy más en relación de dependencia, me desvinculé de la obra social, me dijeron que era una buena odontología y acá estoy”, resume. La guardia del relato de Martín está en la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) que funciona como un hospital escuela y cumple un doble objetivo: el aprendizaje por parte de los alumnos y un servicio público de atención a muy bajo costo que alcanza a un promedio de 6.500 pacientes al mes, según datos oficiales de la unidad académica. El servicio funciona las 24 horas, todos los días del año, en Marcelo T. de Alvear 2142. Allí son atendidos y derivados -según el caso- a los diferentes pisos de la Facultad, donde funciona cada una de las cátedras-especializaciones.

“Vienen pacientes de todas partes y de todos los niveles sociales. En general carecen de obra social, pero también hay casos de personas que tienen un servicio médico pero que se van enterando que la calidad de atención es muy buena y que los aranceles son más bajos que atenderse en forma particular”, subraya Andrés Benedetic, odontólogo y responsable del Hospital Odontológico.

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“La odontología no es cara porque sí”, afirma Benedetic. Y explica: “Necesitas tecnología, cosas de mucha precisión. Si el laboratorio no es bueno, no hay forma de que tengas éxito en el tratamiento. Todo eso conlleva en que haya que invertir en esos rubros”.

Más de doscientos pacientes pasan todos los días por los diferentes niveles del servicio. Los días de semana, la sala de espera ofrece el panorama de muchos hospitales. Hombres y mujeres con gestos de dolor, niños corriendo por los pasillos y madres amamantando. La espera, incluso en horarios de mucha concurrencia, es breve.

En el camino hasta el séptimo piso y en los pisos siguientes, el paisaje es el de otras Facultades de la UBA: pasillos anchos y de poca luz rodeados de paredes cubiertas en mármol. Pero cada vez que en un piso, en especial los más altos, se cruce la puerta que lleva a las grandes salas del hospital, el panorama es muy distinto. Luz blanca, grandes ventanales, vista al río y un ejército ordenado de los típicos sillones de dentistas. “La odontología no es cara porque sí”, afirma Benedetic. Y explica: “Necesitas tecnología, cosas de mucha precisión. Si el laboratorio no es bueno, no hay forma de que tengas éxito en el tratamiento. Todo eso conlleva en que haya que invertir en esos rubros”.

Las prácticas más habituales son las extracciones y los tratamientos de conducto. “La gente viene por dolor”, cuenta Benedetic. Ese es uno de los factores que hace de la odontología un servicio de salud básico. “Muchos traen los certificados de pobreza y no se les cobra”, agrega Macarena González Chávez, también odontóloga y secretaria del Hospital.

Andrés Benedetic, director del Hospital Odontológico.

Andrés Benedetic, director del Hospital Odontológico.

Los pisos seis y siete son de “operatoria y prótesis”. En el piso ocho funciona la cátedra de Clínica de Traumatología y Cirugía Buco-maxilo-facial. El piso quince es de atención de niños. “El trato que reciben los chicos es totalmente diferente. Los alumnos tienen todo un asesoramiento psicológico. Hay que ver qué juegos se pueden utilizar para concretar la atención”, explica González Chávez. La sala de espera de ese sector ofrece el panorama de una guardería: sillas bajitas que hacen parecer a los adultos gigantes, televisores prendidos en canales de dibujos animados, pequeños jugando en el piso y juguetes tirados.

La Facultad de Odontología siempre funcionó con esa dinámica, en ese cruce entre formación de alumnos y servicio a la comunidad. En los últimos años tuvo una fuerte incorporación de tecnología que responde al objetivo de integrar allí las diferentes prácticas. “El paciente que ingresaba antes no se podía hacer una radiografía panorámica, teníamos que derivarlo. Si tenía que ponerse un implante, lo derivábamos a un centro de radiología para que le hagan la tomografía. Ahora lo hace todo la Facultad, a un costo mucho más bajo”, explica Benedetic.

001 HospitalOdontológico_Wittib_IMG_7587En la Facultad también funciona la Tecnicatura de Laboratorio Dental. “En el curso de mecánico dental, hacen todo. Les pagamos los materiales, ellos hacen la cursada, y nos hacen las prótesis sin costo”, puntualiza.

Recién en cuarto año los alumnos trabajan con pacientes. Hasta ese momento sólo intervienen con maniquíes y, en algunas materias, se practica entre estudiantes: radiografías, toma de impresiones, diagnósticos. Con los maniquíes se ensayan arreglos de caries, restauraciones, tratamientos de conducto, endodoncias, periodoncias y cirugías. Se trata de un estadio previo de práctica, antes de pasar a atender pacientes. Reciénn cuarto año las materias integran las prácticas que hasta ese momento se habían aprendido por separado. Es allí donde los alumnos ya pueden tener tareas coordinadas con la labor del hospital.

Las prácticas que se realizan son desde las más simples hasta las más complejas. De las primeras se hacen cargo las materias más avanzadas de la carrera de grado. En el caso de las prácticas más complejas, intervienen las materias de posgrado. De esa manera se cubren las diferentes aristas del hospital. “La prioridad acá es que el alumno aprenda”, afirma Benedetic. “Se hacen los tratamientos que el alumno necesita hacer. Y de alguna forma devolvemos a la sociedad, a una parte de ella que no se puede atender en forma privada”, concluye.

Actualización 15/09/2015

Mi hijo, su plantita y yo

Mi hijo, su plantita y yo

Cuando tenía trece años Santi quería una mascota exótica y le pidió a su mamá, Lucía, un Uromastyx. Ella se negaba porque demandaba mucha atención, pero él se comprometió a cuidarlo y, finalmente, ganó la batalla. Consiguió el reptil, una pecera para alojarlo y una potente lámpara que le daba el calor necesario para su supervivencia. A los 17, Santi cambió la zoología por la botánica, en vez de llevar a su casa un nuevo animal doméstico, apareció con una planta de cannabis.

“Yo suponía que Santi fumaba marihuana porque es adolescente, pero la primera vez que comprobé que lo hacía fue cuando la señora que limpia en casa, que lo quiere como si fuera su propio hijo, encontró un porro en su habitación y me lo trajo una mañana, muy preocupada. Me dijo: ‘Lucía, me parece que tus hijos fuman lo que se fuma en el tren’”. Lucía, de 38 años, tomó el teléfono y comenzó a contarles lo que había ocurrido a sus amigos, intercambiando opiniones y pidiendo consejos. Finalmente concluyó que sería mejor que Santi fumara flores cosechadas en su propia casa que marihuana procesada de dudosa calidad. En una cena familiar, fue la propia madre la que sacó el tema: “¿Y por qué no cosechás tus propias flores?”, preguntó sin anestesia. El chico casi se atraganta con la comida, no dijo nada y durante un tiempo no se habló del tema. Hasta que un día aparecieron las plantas en el balcón de su habitación. “Nunca me avisó que las trajo. El primer año estuvieron ahí,  pero este año descubrí una planta de marihuana en mi huerta, entre los tomates. Para colmo, creció hermosa, radiante y a mí se murieron todas. Es increíble, quizás se olvida de darle la comida al perro pero a la planta la tiene resplandeciente”. La queja de Lucía es más jocosa que real. Subraya que no le molesta que su hijo cultive en su propia casa e insiste en que más le preocupa que le compre marihuana a terceros.

Lucía muestra la planta en la terraza de su casa. Entre los restos de lo que alguna vez fueron plantas de tomate, asoma un tallo de cannabis pelado. Todo indica que fue recientemente cosechado. “La regla es que en casa no se puede fumar.  A veces se encierra en la habitación con sus amigos y fuma. Pero si entro yo y los descubro, les pido que lo apaguen. Hay que establecer algún límite”. Lucía no cree que la marihuana sea la puerta a otras drogas, ni tampoco que el mundo vaya a ser mejor si se legaliza el consumo, aunque no está de acuerdo con prohibirlo. “El alcohol –sentencia- es más nocivo”.

“Entre mis amigos ocurre como con todo: el 50 por ciento dice que está bien que lo deje cultivar en casa, y el otro 50 dice que me voy a arrepentir de haberlo permitido”, explica. Hasta ahora, ninguna visita mostró asombro cuando vio la planta en el patio de su casa y nunca sintió la necesidad de esconderla para evitar herir sensibilidades. “Pero si viniese toda la familia a cenar, tal vez tendría que taparla o disfrazarla de árbol de Navidad, porque algún pariente se puede disgustar. Yo pude fumar tabaco delante de mi mamá recién a los 18 años y fue difícil, porque en esa época estaba el prejuicio de que si eras mujer y fumabas, eras una promiscua”.

Mientras Lucía habla en la terraza en el mediodía de un sábado, aparece bostezando Santi, que ya cumplió 19 años. El dueño de la planta se sienta en la mesa a desayunar, permanece en silencio mientras acaricia a su perro, Tabaco. Su madre señala que no le parece bien ingerir tabaco, marihuana o Valium  con el único fin de buscar la felicidad. “Eso es lo que nos intentan vender siempre: que tenemos que ser felices todo el tiempo”, argumenta. Santi deja la tostada y la interrumpe: “Por la razón que sea, todo el mundo está buscando ser feliz, de una u otra forma, mamá. ¿Por qué estaría mal en el medio de eso fumar marihuana?”.

Sofía y Miguel  son amigos de Lucía. Como casi todos los entrevistados para esta nota pidieron cambiar sus identidades porque, aunque aceptaron que sus hijos planten cannabis en sus casas, creen que aún es una conducta sancionada socialmente. La pareja tienen dos hijos: Camila, de 17 años, y Agustín, de 13.  En su mesa familiar se puede hablar de todo, “incluso sobre política, aborto y drogas”, aclaran. Las cuestiones que implican decisiones familiares, como los permisos que se piden para volver tarde a casa o para quedarse a dormir en lo del novio se debaten en el ámbito privado de los padres y luego se las comunican a los hijos. Pero siempre, aseguran, hay un diálogo de por medio, una postura de “escucha” ante las problemáticas nuevas que traen los adolescentes. “Cada familia es un mundo -explica Sofía-. Para nosotros tener autoridad como padres no implica solo poner límites. Tampoco creemos que ser permisivos, o cambiar de opinión sobre un tema, nos quite autoridad. A veces nosotros mismos necesitamos tiempo para asimilar temas nuevos que nos traen nuestros hijos, pero el caso de sembrar marihuana no fue motivo de discusión, más o menos estábamos de acuerdo”.

En el patio de la casa de Sofía y Miguel hay muchas plantas. Todas gozan de buena salud. Pero allí no están las de cannabis. Esas están arriba, en la terracita que tiene la habitación de la hija mayor, porque ahí da mejor el sol. “Un día vino Cami con las semillas y me dijo: ‘Mamá, ¿me ayudás a plantarlas? También la ayudé a transplantarlas más adelante, y después le dije que se empezara a encargar ella. Yo le doy plata y que compre las macetas y lo que necesita. Al principio me resultaba un poco raro pero ahora ya me acostumbré, prefiero que consuma lo que ella misma cosecha. Si no, igual va a consumir afuera, y entiendo que hay gente que vende cosas de muy mala calidad. Nosotros sabemos que plante o no plante, va a fumar igual”.

Tanto Sofía como Miguel alguna vez consumieron marihuana. En el caso de ella, fumaba en su adolescencia en encuentros sociales, pero preferiría que su hija no fumara ni bebiera alcohol. Miguel tiene otra postura. Dice, entre risas: “Yo con tal de que haga la mitad de las cosas que hice a su edad, estoy hecho”.

En casa de Sofía y Miguel tampoco se puede fumar, aunque a veces la prohibición se levanta si se hace alguna reunión de adolescentes. Las reglas son negociables, aunque eventualmente se generan discusiones. “Ahora Cami está aprendiendo a manejar y le explicamos que no es lo mismo que papá fume tabaco y maneje, que tomarse un trago con vodka y un cigarrillo de marihuana, que no está bueno”, explica Sofía. También le subrayaron que no les parece bien fumar marihuana antes de ir a la escuela o al trabajo. “Creo que es una cuestión de confiar en ellos –explica la madre-, en los valores que les transmitimos durante todo este tiempo. Y la comunicación es muy importante”.

Sofía y Miguel coinciden en que no es posible establecer reglas que apliquen a todos los mundos familiares. Cuentan la historia de un amigo que fuma marihuana con su hijo y que, cuando aprueba una materia, lo espera con un porro armado en la casa como premio. Esa práctica a ellos no les resulta compatible, pero creen que quizás en esa configuración familiar en particular pueda funcionar. Las coincidencias de la pareja se terminan a la hora de definir el cannabis. Para Sofía se trata, lisa y llanamente, de una droga. Para Miguel, no. “Es un droga”, se planta ella y argumenta: “Altera el estado de la conciencia”. Mientras señala los pocillos de café, él retruca: “Bueno, si es por eso la cafeína también”.

A Marta, de 70 años, no le resultó tan sencillo como a Lucía, Sofía o Miguel. «La primera vez que supe que mi hija fumaba marihuana fue como un golpe acá», repite más de una vez mientras se señala la boca del estómago. Marta fue directora de un colegio primario y asociaba el consumo de drogas con el mal rendimiento escolar, la falta de aseo, la desprolijidad en la vida cotidiana. Su hija ya no vive con ella, pero sabe que cultiva cannabis en su nueva casa. Y eso la motivó a conocer más sobre el tema: “Yo busqué en la tablet y ahora sé que hay plantas macho y plantas hembra, que son las que sirven para el consumo por su concentración de THC”, explica.

Al principio, Marta se preocupó por el hábito de su hija, que ya cumplió 33 años. Se relajó cuando supo que solo fuma esporádicamente y no de manera compulsiva. Ahora hasta se ríe de sí misma cuando recuerda alguna anécdota causada por su propio desconocimiento: “Una vez fui al departamento de mi hija, vi sobre la mesa un frasco de vidrio lleno de flores que tenía una etiqueta que decía ´felicidad´y lo guardé en la alacena, con las especias.”  A pesar de las risas, Marta no acuerda con el consumo. Decididamente le parece mal. Comenta que más de una vez intentó hablar de drogas con su hija y que siempre terminaron discutiendo.

El caso de Laura, de 55 años, es bien diferente: cuando su hija Claudia se va de vacaciones le manda selfies que la muestran regando las plantas de cannabis, para que vea que se las cuida. También socializó las imágenes con su compañera de trabajo, que sospechaba que su hija cultivaba marihuana pero no desconocía qué aspecto tenía.

Laura –que hace poco compró dos llaveros con forma de cannabis, una para ella y otro para su Claudia-jamás fumó y cree que la marihuana “mata las neuronas”. Advirtió de que su hija plantaba cannabis en la terraza de su propia casa recién cuando aparecieron las primeras hojas. Las observó crecer durante un tiempo y un buen día le preguntó: «¿Eso que plantaste es marihuana?», la respuesta fue un sí, seguro, seco y cortante. Durante un tiempo, Laura vivió preocupada ante el temor de que algún vecino la denunciara. Pero las plantas cumplieron su ciclo completo sin que nadie se molestara.

La cuestión de la ilegalidad suele ser motivo de resquemores entre los padres. Micaela, 26 años, planta en la casa familiar desde 2013. Su madre, Susana, de 61, reconstruye aquel momento: “No hubo previo acuerdo ni consultas sobre el tema. En realidad, la presencia del cannabis en la casa fue impuesta por ella. No hubo reparos ni ninguna conversación seria alrededor del tema. Solo me inquietó un poco el hecho de que la planta puede verse porque está en el balcón de la casa. La prohibición del cultivo hogareño me parece drástica y no resuelve ningún problema. Mi posición es la de acompañamiento”.

Quizá la anécdota más graciosa la haya protagonizado Rodolfo, que ya pasó los 50 años.  Una noche, su hijo Tobías llegó a su casa y le dijo: “Papá, con esta planta nos vamos a llenar de plata”. Un buen día, el hombre la encontró destruida, víctima de los cogolleros, tal como se conoce a los que roban la cosecha de otros. “Me puse a guardar las hojas que quedaron en una bolsita, pero después me enteré que no servían para nada”, recordó riéndose de su propia ignorancia. Al final, casi le había tomado tanto cariño como su propio hijo. “Me la vendió tanto que hasta casi me pongo a fumar con él”, admite.

Acordes sanadores

Acordes sanadores

“Vamos a escuelas, instituciones de educación especial, geriátricos, psiquiátricos, cárceles”, dice Jorge Bergero, el fundador de Música para el Alma (MPA), un proyecto solidario, gratuito e independiente conformado por un millar de músicos de diferentes orquestas del país que este mes cumple tres años en la Argentina. “La idea es llevar la música de orquesta sinfónica a lugares donde de otra manera no llegaría”, explica Bergero, cellista de la Orquesta Estable del Teatro Colón.

Es una mañana fría de invierno en el Hospital de Clínicas “José de San Martín”. Algunas personas esperan ser atendidas, otras sacan turno, o acompañan a familiares enfermos, cuando por la entrada de Avenida Córdoba al 2300 aparecen cautelosamente decenas de violines, chelos, clarinetes y contrabajos, que se congregan en el hall. Pacientes, médicos, enfermeros, administrativos y residentes, preguntan: “¿Qué van a hacer?” “¿A qué hora tocan?” “¿En qué piso?” Mientras los 74 músicos se dividen en grupos para lograr visitar en una hora ocho pisos y más de 20 salas de internación, llegan 19 clowns profesionales y la alegría adormecida comienza a despabilarse en las salas de espera de esta planta baja. Quince minutos después comienza la recorrida. “Esto es lo que llamamos concierto para acompañar –cuenta Bergero a ANCCOM-. En un pasillo al que dan las habitaciones nosotros nos ponemos en fila india, y entonces los chicos internados y sus familiares abren las puertas para escuchar música en vivo”.

La incorporación de clowns a los conciertos empezó en noviembre del año pasado, cuando Patch Adams –el médico estadounidense conocido como el Doctor de la Risa- visitó Buenos Aires y junto a 50 actores acompañaron a MPA a tocar en el Garraham. “Lo conocimos mediante Vanina Grossi, su única discípula argentina –señala Bergero-. Ese día él nos iba dirigiendo, fue muy emocionante. Acá, en el Clínicas, Vanina organizó toda la parte de clowns”.

“Vamos a escuelas, instituciones de educación especial, geriátricos, psiquiátricos, cárceles”, dice Jorge Bergero, el fundador de Música para el Alma (MPA).

“Vamos a escuelas, instituciones de educación especial, geriátricos, psiquiátricos, cárceles”, dice Jorge Bergero, el fundador de Música para el Alma (MPA).

La gestora y mentora de MPA fue María Eugenia Rubio, flautista de la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto: en 2011 los médicos le diagnosticaron una enfermedad terminal. “Ella era mi novia en ese momento –dice Bergero- y nos encontramos ante la situación de tachar los días del almanaque hasta que llegara el momento final. La Fundación Salud, donde se atendía Eugenia, nos dio herramientas para transitarlo, y ahí empezó todo este proyecto”. Desde el primer momento que tocaron en este sitio, asegura Bergero, el resultado fue fantástico: “Lo mágico de la experiencia es la conexión, el disfrute, las miradas, las sonrisas de los pacientes, tomar conciencia de lo que estamos haciendo, de qué transmitimos, y de lo fuerte que es esta magia de hacer música”.

Inspirados en la Asociación Musique et Santé (Música y Salud) de Francia -que surgió en 1998 y promueve la música en vivo en los hospitales, así como incorporar a los artistas al sistema de salud-, los músicos de MPA advierten: “Primero hay que pedir permiso, porque quizás hay gente recién operada, que pasó toda la noche sin dormir, que tienen dolor o que sencillamente quieren tener silencio. Hay que prestar atención a si la gente quiere recibir la donación”.

MPA es un proyecto solidario, gratuito e independiente conformado por un millar de músicos de diferentes orquestas del país que este mes cumple tres años en la Argentina.

MPA es un proyecto solidario, gratuito e independiente conformado por un millar de músicos de diferentes orquestas del país que este mes cumple tres años en la Argentina.

Los intérpretes de MPA –que está en camino de convertirse en una asociación civil- no se juntan a ensayar: se encuentran unos minutos antes en el lugar en el que van a tocar, practican una o dos veces y empiezan sus recorridos. “Funcionamos en red, todas las partituras que usamos las escaneo, las subo y las dejo a disposición de los músicos que se registren en la página –explica Bergero-. Cualquier país puede arrancar con toda nuestra experiencia, de hecho ya se está haciendo en Uruguay y Chile. Hacemos obras cortas, conocidas, simples; cada músico que quiera participar debe estudiar su parte, y lo único que pedimos es que tengan experiencia de orquesta”. El repertorio es elegido en función de la cantidad de músicos que respondan a la convocatoria. Además de los mil músicos inscriptos en la Argentina, hay otros 400 entre Chile, Israel, Italia y Uruguay.

Una hora después de la recorrida por las salas, los grupos de músicos se reúnen en Pediatría para un concierto en conjunto. “Lo que nos importa es que la música sea un medio, no un fin –subraya Bergero-. Tratamos que el nivel sea alto en lo musical pero no es lo más importante: la prioridad es que un paciente que está esperando su turno o está en una situación difícil, internado, pensando en lo peor, de pronto se ponga a cantar la Oda a la Alegría, o que baile con nosotros”.

El próximo concierto de Música para el Alma en la Ciudad de Buenos Aires será el lunes 31 de agosto a las 10.30 horas en el Hogar de Ancianos San Martín. “Se trata de abrazarnos todos con la música –concluye Bergero-, de darnos cuenta que lo que hacemos puede tener un alto impacto social”.

Actualización 19/08/2015

 

“Hay una voluntad de seguir avanzando hacia el futuro”

“Hay una voluntad de seguir avanzando hacia el futuro”

“Este es el espacio que da confianza a todos los argentinos”, dijo Daniel Scioli, candidato a presidente por el Frente para la Victoria (FPV) pasadas las doce de la noche, cuando apareció en el escenario principal del Luna Park, junto a su mujer Karina Rabolini y a su compañero de fórmula, Carlos Zannini. Con más del 50 por ciento de los votos escrutados, el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires se imponía con más del 38,50 por ciento de los votos frente al 25,4 por ciento de Mauricio Macri en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO). La distancia entre el FPV y Cambiemos es de alrededor de ocho puntos si se le suman al líder del PRO los votos obtenidos por sus rivales internos, Ernesto Sanz y Elisa Carrió.

El discurso de Scioli retomó los temas que los distintos representantes del FPV esgrimieron durante la jornada electoral: la cautela a la hora de hablar de números, la ratificación del proyecto Nacional y Popular, y la necesidad de interpelar a cada uno de los ciudadanos que no lo votó.

En su discurso, el candidato a presidente combinó frases históricas del peronismo con elementos de la coyuntura actual. Recordó a Néstor Kirchner, agradeció a la presidenta Cristina Fernández y retomó las palabras del Papa Francisco sobre la teoría de las tres “T”: “trabajo, techo y tierra”. Para darle su impronta mencionó también la importancia de las tres “I”: ”invertir, investigar e innovar”. Por último, le dedicó el cierre de su discurso a los trabajadores y militantes: “Hoy se demostró que el pueblo argentino fue a votar a favor de estos sólidos cimientos: justicia social, independencia económica y soberanía política”.

A lo largo de la jornada, los alrededores del estadio Luna Park, en la Ciudad de Buenos Aires, donde el FPV decidió esperar los resultados de las PASO junto a su militancia, se fue cubriendo de gente y color, lentamente. El color naranja ganó presencia en el transcurso de la tarde en todos los rincones del estadio.

Los primeros representantes del FPV que hablaron se mostraron cautos a la hora de mencionar los resultados antes de recibir los datos oficiales: “A partir de los porcentajes que se van conociendo, se puede proyectar, pero no sería prudente hablar de números exactos”, dijo Gabriel Mariotto, vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, las voces militantes aseguraban, desde las seis de la tarde, un triunfo por encima de los diez puntos sobre el principal candidato de Cambiemos, Mauricio Macri.

Cuando fue el turno de Cristina Álvarez Rodríguez, ministra de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, habló sobre las denuncias de algunos referentes de la oposición respecto del robo de boletas: “No vamos a hacer comentarios de denuncias que no son formales. Hacer una denuncia es una cosa muy seria y el ámbito para hacerlo es la Justicia”. En esa misma línea, agregó: “Fue una votación ejemplar en todas las mesas. Cada partido cuida sus boletas, pero lo más importante es que todos cuidamos las boletas de todos, porque esto es una democracia.”

La merma en el número de asistentes a la votación fue atribuida a las inclemencias del tiempo. No obstante, en el búnker del FPV hubo consenso respecto al óptimo desarrollo de la jornada electoral: “Son 32 años de democracia los que nos da la capacidad para poder asumir la responsabilidad institucional como corresponde”, afirmó Mariotto.

Una de las ideas recurrentes en las declaraciones de los diferentes representantes fue que votar a Scioli es ratificar la continuidad de un proyecto: “Lo que se vio es ese afecto que el pueblo le está dando a Daniel Scioli en la certificación y la dirección de nuestro proyecto”, manifestó Mariotto. Por su parte, Álvarez Rodríguez sostuvo: “Fue una jornada en la que la ciudadanía escuchó un mensaje que tiene que ver con construir sobre lo construido, con más trabajo, más industria y más educación para la Argentina. No esperamos un resultado, esperamos seguir transformando”.

La única voz disidente en este sentido fue la de Eduardo Fellner, presidente del Partido Justicialista, quien aseguró: “Haremos los cambios que haya que hacer, realizaremos los ajustes necesarios y le pondremos nuestra propia impronta”.

Al mismo tiempo, los diferentes representantes coincidieron en que lo importante es interpelar a los ciudadanos que no votaron a Scioli, llegar a ellos y mostrar el trabajo que el actual gobernador de Buenos Aires hizo en la Provincia. “Una buena elección es ganar y, sobre ese triunfo, interpelar a los ciudadanos que no nos han votado para que vean que el vértice de la unidad nacional lo tiene Daniel Scioli”, sostuvo Mariotto.

El optimismo que se vivió en el búnker del FPV a lo largo de la jornada quedó plasmado en los primeros tramos de discurso: “Sin escrutar la mayoría de los votos, estamos a doce puntos arriba de Mauricio Macri y a veinte de Sergio Massa”, afirmó Daniel Scioli al subir al escenario. “Es evidente que con este resultado hay una voluntad de seguir avanzando hacia el futuro y no quedan dudas que este es el espacio que da confianza a todos los argentinos”, agregó.

Luego vino el momento de los agradecimientos y, allí, en miras a las elecciones de octubre dijo: “Primero quiero agradecer a los que nos votaron. Y a los que no nos votaron, sepan que vamos a poner todo nuestro empeño en satisfacer todas esas voluntades para que estén seguros en octubre que este es el camino”.

Actualización 10/08/2015

“Ni una menos”, dos meses después

“Ni una menos”, dos meses después

Marchar vale la pena. “Los llamados a la línea 144 -la línea telefónica nacional que brinda contención a las mujeres en situación de violencia- crecieron en un mil por ciento y la línea sumó 50 operadores». Tras la multitudinaria manifestación Ni una menos los organizadores dieron cuenta de los primeros efectos concretos que hubo a nivel nacional: «Además el Gobierno Nacional, mediante la Secretaría de Derechos Humanos, oficializó la Unidad de Registro de Femicidios y la Corte Suprema de Justicia convocó a las autoridades judiciales a colaborar en la confección de otro Registro. En Mendoza, se instrumentó el patrocinio jurídico gratuito para las víctimas de violencia machista y en Chaco se anunció la creación de un Registro de casos de violencia de género. En Neuquén, se anunció la puesta en funcionamiento de un refugio para víctimas de violencia. La Unión de Trabajadores de la Educación (UTE-Ctera) presentó un proyecto para incorporar licencia por violencia de género en el Estatuto del Docente de la Ciudad de Buenos Aires y la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, creó la Unidad Fiscal Especializada en violencia contra las mujeres”. También destacan que se afirmaron “políticas públicas que amplían el repertorio de caminos para la defensa de los derechos de las mujeres: desde la conversión en ley de la Asignación Universal por Hijo, hasta la renovación del protocolo de abortos no punibles”. Si bien los organizadores consideran que a partir de la marcha “bastante sucedió”, también insisten en “la deuda que implica que el Plan de Acción para la Prevención –previsto en la Ley 26.485– siga sin hacerse plenamente efectivo”.

La marcha del pasado 3 de junio había sido convocada por un grupo de periodistas, activistas y artistas que plantearon una agenda de cinco puntos: “Implementar el Plan Nacional de Acción para la Prevención, la Asistencia y la Erradicación de la violencia contra las mujeres que estableció la Ley 26.485; garantizar que las víctimas puedan acceder a la Justicia; elaborar el registro oficial de víctimas, para contar con estadísticas actualizadas sobre femicidios, y poder diseñar políticas públicas efectivas; garantizar y profundizar la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos, y garantizar la protección de las víctimas de la violencia, implementando el monitoreo de los victimarios”. Además, se propusieron extender a toda la sociedad el grito de “Basta de femicidios” ante la terrible estadística que afirma que,  en Argentina, cada 30 horas una mujer es asesinada.

Concentración "#Niunamenos" en repudio a femicidios y violencia de género.

Concentración «#Niunamenos» en repudio a femicidios y violencia de género.

“Pensamos que la marcha fue un hecho histórico, pero es importante seguir pensando sobre ella, que no quede ahí. La idea es que cada uno, en el rol que ocupa en la sociedad, tome también noción de qué cambios tiene que generar para este cambio social que estamos pregonando”, opinó Claudia Perugino, integrante de la nueva Unidad de Registro, Sistematización y Seguimiento de Femicidios y Homicidios Agravados por el Género que depende de la Secretaría de Derechos Humanos.

Para Perugino es importante profundizar el debate al nivel de lo cotidiano: “Que no sea un hecho que quede en la historia como una marcha más. Esto necesita, y requiere, un cambio de actitudes nuestras. En una casa, por ejemplo, empezar por democratizar las tareas domésticas. Y es difícil. Es más fácil dar un taller o una charla de violencia de género que ponerte con tu marido, con tu hija, con tu hijo, y decir bueno a ver, a partir de hoy quién lava los platos, quién los seca, quién lava la ropa, quién la cuelga. Porque ahí es donde realmente se empiezan a socavar las estructuras patriarcales y machistas de la sociedad, cuando se ponen en debate estos temas”.

La Unidad de Registro se oficializó el 5 de junio, porque fue ese día en que se completó el expediente administrativo que permite su funcionamiento. Pero la creación del Registro comenzó en junio del 2014. Ana Oberlin, directora nacional de Asuntos Jurídicos de la Secretaría, y también integrante de la Unidad, reveló a ANCCOM por qué no se dio a conocer la generación del proceso previamente al “Ni una menos”: “No queríamos que pareciera que estábamos haciendo esto de una forma apurada o rápida para decir que algunos de los reclamos de la marcha estaban cumpliéndose. O que quedara como que estábamos siendo oportunistas, porque está muy lejos de eso. Es un trabajo que encaramos con muchísima seriedad. Promocionarlo como si fuera una cuestión en respuesta a una coyuntura determinada, no nos parecía lo más adecuado”.

La Unidad es llevada a cabo por un grupo multidisciplinario de mujeres –abogadas, comunicadoras y sociólogas– que decidieron colaborar en el trabajo que estaba pendiente. Hasta el momento, la única estadística oficial era la realizada por la Asociación Civil La Casa del Encuentro. Desde el Observatorio de Femicidios “Adriana Marisel Zembrano”, la organización presentó informes estadísticos anuales a partir de 2009 y se conformó en la única fuente de información.  Fabiana Tuñez, directora de la Casa del Encuentro, explicó: “La realidad es que nuestra cotidianidad sigue siendo igual y fundamentalmente con mucho más trabajo. Nosotras tenemos un equipo de 59 profesionales voluntarias que están dentro de la Asociación y. lamentablemente, tenemos que decir que han aumentado mucho las consultas. Pero abogamos que todos los anuncios que se hicieron a partir del 3 de junio efectivamente se puedan profundizar y llevar adelante”. Y agregó: “En lo particular desde la Casa del Encuentro seguimos trabajando como lo vinimos haciendo todos estos años. De hecho, seguimos realizando el informe sobre femicidios este año. Y seguimos atendiendo mujeres derivadas de la línea telefónica 144”.

Los organizadores de Ni una menos explican que es necesario contar con estadísticas oficiales para poder avanzar en el diseño e implementación de políticas preventivas. En ese sentido, el Registro de Femicidios parece un avance. El objetivo, según sus integrantes, es retomar lo que ya existía pero profundizarlo, de modo de generar un resultado más exhaustivo. Ana Oberlin explicó: “Lo que hicimos fue crear un registro que va más allá de un trabajo numérico, o de una investigación cuantitativa. Porque hacemos investigaciones cualitativas. De cada caso hacemos un estudio muy pormenorizado de lo que ocurrió, sobre todo previamente, y de lo ocurrido una vez que el femicidio se cometió, para ver cuáles fueron las respuestas institucionales que se dieron a ese caso”. Perugino también detalló el aspecto cualitativo: “Una de las patas importantes del Registro, sin duda, son las entrevistas con las familias. Ya que son las que nos dan el contexto en que se produjo: si la mujer trabajaba o no, cuánto ganaba, si tenían algún plan social, si tenía estudios, hasta dónde llegaban esos estudios, si sufría discapacidad, si tenía certificado de discapacidad, cuántos hijos tenía, qué edades tenían esos hijos, a cuidado de quién quedaron. Y con el tema del femicida también. Nuestro Registro es bastante amplio en función de la información que se recoge porque queremos tener un panorama completo de quiénes eran estas mujeres, y fundamentalmente saber si falló el Estado, dónde falló en la asistencia”.

Otro de los avances de los últimos dos meses, fue el tratamiento de un proyecto de ley presentado por la Casa del Encuentro: “Estamos esperando dentro del Congreso de la Nación que se apruebe el anteproyecto sobre la pérdida automática de la patria potestad del femicida condenado. El proyecto se viene trabajando desde el año pasado, y hubo algunas reuniones los últimos días que dicen que ahora hay consenso para que sea aprobado, pero igual tenemos que esperar”, señaló Tuñez. Además, desde la Asociación esperan que el Registro oficial sea un registro unificado: “Esperamos que haya una sola estadística que nos permita medir oficialmente un mapa de todo el país, porque ahora hay dos anuncios: uno del Registro de Femicidios, y el otro de Elena Highton de Nolasco, vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia”.

Si bien se dio impulso a muchas iniciativas, se anunciaron otras y aún quedan muchas cosas por hacer, hay un discurso general de satisfacción por lo que generó “Ni una menos”. Ana Oberlin dijo que desde su punto de vista “sirvió para que se empiece a pensar sobre esto de otra manera, y con la seriedad que tiene” y además opinó: “Creo que uno de los sectores más cuestionados fue la Justicia, y creo que la justicia está entendiendo el mensaje de que tiene  que estar, de una vez por todas, a la altura de lo que está pasando”. Claudia Perugino también se mostró optimista por la convocatoria: “Ojalá que este reproche social también se dé a futuro y se sigan haciendo convocatorias. Yo rescato del 3 de junio que haya habido muchas convocatorias en las provincias, y en muchos pueblos, y en muchas ciudades, en las que también se hicieron expresiones públicas de repudio a la violencia contra las mujeres”. Por otro lado, Fabiana Tuñez hizo hincapié en el trabajo que todavía queda por hacer: “Sabemos que este es un momento de transición presidencial, pero el Plan Nacional de Acción para la Prevención es fundamental, porque dentro de ese plan tienen que estar contenidos programas de asistencia, de prevención y programas para la modificación de currículas educativas a nivel integral y federal, para todo el país”. También rescató que “hubo una toma de conciencia de parte del poder político, de que algunas respuestas van a tener que generarse. Hasta la marcha las respuestas eran bastante escasas, ahora por lo menos algunas cosas se han concretado”.

Actualización 05/08/2015