Videojuegos para todos

Videojuegos para todos

La Asociación de Desarrolladores de Videojuegos de Argentina presentó una plataforma de producción nacional, que aspira a generar numerosos puestos de trabajo y, a la vez, conquistar al público joven.

ADVA+, la plataforma de videojuegos presentada el 19 de abril en Tecnópolis, ofrece a jóvenes de todo el país la oportunidad de conocer y jugar a los videojuegos más destacados de la industria argentina de los últimos años. La plataforma funciona como un lanzador o launcher y ofrece una interfaz intuitiva desde la cual los usuarios pueden acceder fácilmente a cualquier juego del catálogo. El sistema cuenta con etiquetas para facilitar las búsquedas. Los filtros disponibles permiten a los usuarios encontrar juegos según edad, género o número de jugadores.

Toda la oferta de videojuegos de ADVA+ fue producida en once provincias argentinas. Cada juego tiene su propia página interna donde se comparten datos adicionales como imágenes, tráilers, descripción, créditos y redes sociales que permiten a los usuarios conocer más sobre los estudios desarrolladores. Además, la plataforma genera códigos QR para que los usuarios puedan compartir fácilmente sus preferidos.

ADVA+ fue desarrollado por Game Ever, un estudio de Ciudad de Buenos Aires, socio de ADVA, con larga trayectoria en contenido multimedia. El proyecto fue dirigido por Franco Albertti, quien también es el Vocal Regional de ADVA en CABA y el Productor de ADVA+; la producción fue llevada a cabo por Agustina Baños; el desarrollo y programación fueron realizados por Francisco Delledonne; el diseño UX/UI fue creado por Micaela Karaman; y el diseño sonoro por Guillermo Bruno.

Qué habrá en ADVA+

 Según Miguel Martín, director de ADVA, se espera que haya 49 juegos disponibles desde el lanzamiento, lo que es considerado un verdadero éxito para esta primera convocatoria. El objetivo principal del proyecto es darle visibilidad a los productos nacionales y nutrir de conocimiento y creatividad a la industria argentina a través del intercambio. Entre los juegos disponibles desde el lanzamiento se encuentran Hellbound, Atuel, Golazo 2, Ophelias Chapter, entre otros.

La industria de los videojuegos no solo es una fuente de entretenimiento, sino también una importante fuente de empleo y crecimiento económico en Argentina. Además, esta industria promueve el desarrollo de habilidades técnicas y creativas, fomenta la innovación, la investigación y contribuye a la generación de nuevas tecnologías. Según declaraciones de directivos de ADVA, “el proyecto resulta ser una gran oportunidad para que los jóvenes puedan explorar esta fascinante industria, descubrir nuevos talentos y conocer las últimas tendencias y desarrollos”.

Desde las redes sociales de ADVA se invita a formar parte del evento. La asociación se encontrará en el espacio de videojuegos nacionales desde el 19 hasta el domingo 23 inclusive. Además de poder jugar y experimentar los mejores juegos de PC de Argentina, también habrá eventos con influencers y streamers en actividades organizadas por el ADVA que se irán anunciando en sus historias de Instagram.

“Me pareció una iniciativa espectacular, más que nada porque yo no conozco de otra comunidad de videojuegos a nivel nacional en la que se haya dado este fenómeno de juntar a todos los desarrolladores y tratar de darle visibilidad a través de una plataforma, lo cual, por parte de ADVA, me parece increíble” comentó Franco Ariel Hernández, desarrollador de “Timmys Adventure” (juego disponible en ADVA+), en el evento IT Joven.

El proyecto contó con el apoyo del EVA, MICA y el Ministerio de Cultura de la Nación.

Tras amagar con incumplir la conciliación obligatoria, Clarín acató la medida

Tras amagar con incumplir la conciliación obligatoria, Clarín acató la medida

El lunes la empresa no asistió a la mesa de diálogo ni reincorporó a los 48 despedidos, como le ordenó el gobierno. El martes dio marcha atrás y se abrió una instancia de negociación.

Después de no asistir a la primera audiencia de conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo ni retrotraer la situación de los periodistas despedidos como indicaba la orden gubernamental, Clarín finalmente aceptó sentarse a la mesa de negociaciones. “Se abrió una instancia de diálogo con el gremio”, manifestaron en el SiPreBA, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires.

No obstante, SiPreBa sostiene el estado de alerta y movilización y continuará con las medidas previstas en todo el gremio para exigir una recomposición salarial. Por eso, anunció para el próximo viernes un cese de tareas en la prensa escrita entre las 14 y las 18, así como también una asamblea general frente a la redacción de Clarín, en Tacuarí al 1.800.

La mañana de este martes había comenzado con una conferencia de prensa llevada a cabo por los miembros del SiPreBA y de la Comisión Interna de Trabajadores de AGEA (Grupo Clarín), luego de que en un principio Clarín incumpliera la conciliación obligatoria.

SiPreBa convocó a un cese de tareas en todas las redacciones para el próximo viernes entre las 14 y las 18.

Como respuesta a los despidos de 48 trabajadores del diario Clarín, el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria por 15 días que debía llevar a retrotraer las desvinculaciones y convocó una audiencia entre la empresa y SiPreBA para el día de ayer. Clarín desacató ambas medidas. “Se cree que está por encima de la ley”, había declarado en la conferencia Sebastian Díaz, delegado de SiPreBA en la puerta del diario.

Lo que dicta la conciliación obligatoria es que los trabajadores despedidos continúen con sus actividades habituales, ya sea de manera presencial, remota o mixta. A pesar de que Clarín mandó un correo electrónico a sus empleados asegurando que acataría la medida, el edificio continúa vallado y los despedidos no fueron admitidos. “Recién intenté entrar porque supuestamente hoy es mi día presencial y el de seguridad me dijo ‘tenés que conectarte remoto’”, comentó Sandra Commisso, una de las redactoras despedidas por el medio.

Durante la conferencia de prensa, se hicieron oír las voces de algunos de los trabajadores despedidos como Cecilia Vecchiarelli, editora de video que había sido víctima de los conflictos de 2019, que aseguró estar acostumbrada a ese trato por parte de la empresa, “a sentir que somos simplemente un número para ellos”. Según Rodolfo Del Percio, encargado de armar el estudio de televisión dentro de la redacción, ya no importa la idoneidad de los trabajadores sino que sean obedientes.

Sandra Comisso, una de las periodistas despedidas, llevaba 31 años trabajando en Clarín.

Distintos sectores se acercaron a apoyar la lucha de los trabajadores. Entre ellos estaba el diputado nacional por la Izquierda Socialista Juan Carlos Giordano, para quien en esta y otras redacciones hay una esclavitud laboral y persecución enormes. Para el diputado, el caso de Clarín debe quedar como un “conflicto testigo” para que la historia no se repita en otras empresas. Este conflicto, cabe aclarar, se da también en el marco de la lucha salarial convocada por la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren).

Otro de los despedidos, también de la sección audiovisual, Leo Torresi, desacreditó que la medida se deba a una reconversión digital ya que ésta “empezó hace más de veinte años cuando Clarín tuvo su primera página web”. Desde sus comienzos como redactor en la empresa, hace casi 29 años, tuvo que adaptarse muchas veces: “Si no nos hubiéramos reconvertido, no podríamos haber estado laburando hasta ahora”.

SiPreBA también negó que los despidos se debieran a razones económicas ya que, como declaró el delegado Martín Cervilla, “la masa salarial del total de los compañeros despedidos equivale solamente a 5 pesos de cada 100 que ganan los directivos del Grupo Clarín”. Como afirmó el secretario general del sindicato, Agustín Lecchi, se trata de un mensaje político contra todo el gremio y los trabajadores que, por primera vez, en el marco de la lucha salarial, iban a discutir paritarias.

Carla Gaudensi, la secretaria general de Fatpren, afirmó que no es casual que la Subsecretaría de Trabajo de la ciudad quiera convocarlos a una audiencia —desconociendo que el problema salarial es a nivel nacional—, sino que se debe a que, a diferencia de 2019, esta vez el Ministerio de Trabajo reaccionó frente a los pedidos: “Esto es plenamente político y disciplinario para el movimiento obrero, nos quieren de rodillas en un año electoral”.

Por el momento, Clarín declaró vía correo electrónico que su ausencia ante el Ministerio de Trabajo se debió a la presencia de inspectores en el edificio de la redacción. “Nosotros somos ocho en la Comisión Interna y pudimos estar en los dos lugares”, denunció Díaz.

«Larreta cuidate, las enfermeras paramos si no hay respuesta»

«Larreta cuidate, las enfermeras paramos si no hay respuesta»

La enfermería, una vez más, marchó por las calles del centro porteño para reclamar a Larreta el reconocimiento como trabajadores de la salud. Por el momento, enfermeras y enfermeros porteños figuran en el escalafón de administración.

Una vez más, las avenidas Corrientes y Callao se llenan de ambos, guardapolvos y uniformes de todos los colores. Miles de enfermeros colman las calles con carteles que dicen “somos esenciales y también profesionales”, “no queremos más ajustes, no queremos exclusión”, “justicia: escucha a la enfermería, no al poder”, “somos enfermeros, no administrativos”. Va cayendo la noche y comienzan a prenderse las primeras antorchas. El olor a alcohol, desinfectante y quemado se mezcla con el aroma de mates y sandwiches, la merienda de aquellos enfermeros que acaban de terminar su jornada laboral. 

“¡Vamos compañeros, enfermería unida para que nos escuche Larreta!” se escuchó el grito desde el camión que lideraba la marcha. Convocados por ALE (Asociación de Licenciados de Enfermería), SITRE (Sindicato de Trabajadores de Enfermería) y ATE (Asociación Trabajadores del Estado) los enfermeros empiezan su recorrido hacia el Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires para reclamar la inclusión en la Ley 3065 que regula a los profesionales de salud y de la cual están excluidos.

La marcha se ve teñida de un ambiente familiar, los niños y adolescentes se enredan entre los pañuelos que dicen “inclusión YA”. Enfermería es una profesión conformada, en general, por mujeres que son el sostén del hogar, para muchas de ellas la única posibilidad de reclamar implica el acompañamiento de sus hijos. Ganan sueldos miserables, las empujan al pluriempleo y las obligan a sobrevivir como puedan. “Luchamos para conseguir  nuestro reconocimiento, nuestro salario y la posibilidad de tener una vida digna, tiempo de descanso, con vacaciones, poder disfrutar de la vida. No merecemos solo trabajar en buenas condiciones, también merecemos tener descanso y posibilidades de recreación, de seguir un proyecto personal y familiar”, destacó la representante de ATE. 

 

Mientras las luces de los emblemáticos edificios de calle Corrientes alumbran a la movilización, cientos de personas interrumpen sus cenas y cafés para acompañar el reclamo con aplausos, silbidos y grabar el momento.  “Quiero hablar a la sociedad, a los vecinos que están acá, que salieron al frente. Primero disculparnos por estar acá, haciendo este llamado, pero la verdad que necesitamos también de su apoyo. Nosotros, los hospitales públicos, somos los que los atienden a ustedes”, dice Pilar Zapata la licenciada en enfermería con un tono que se mezcla entra la culpa y la necesidad. Durante mucho tiempo, ante la posibilidad de que enfermería realice un paro se los amenazó con denunciarlos por abandono de persona. Para ellos salir a la calle, denunciar y protestar conlleva romper con el cargo de conciencia que se les ha inculcado por años.

El ritmo de la marcha es marcado por el sonido de bombos, tambores, silbatos y el canto de “cuidate Larreta de las enfermeras que paramos si no hay respuesta”. Al pasar la extensa columna de empleados de salud, se escuchó “ahí estuvo papá ¿no?” mientras un niño señala la bandera del hospital Ramos Mejía. Era imposible ignorar el reclamo, todos en algún momento habían sido atendidos en un hospital público.

“La perdí a Nora”, se comentan entre enfermeras del Hospital Gutiérrez. “Se fue, entraba a las doce en el Güemes”, le recordó otra colega.

El sueldo de enfermería se encuentra por debajo de la canasta básica. La mayoría de los trabajadores de salud deben recurrir a otros empleos u horas extras para llegar a fin de mes. La inclusión en la Lley 3065 no solamente significaría el reconocimiento a su profesión sino también un cambio significativo, importante y necesario en los ingresos mensuales. 

“Hoy en promedio una enfermera o un enfermero está ganando 140.000 pesos. La inclusión representaría cobrar prácticamente el doble de lo que estamos cobrando en este momento” comentó a ANCCOM, Cristian Acosta, miembro de SITRE y licenciado en enfermería.

Tener enfermeros sobreexplotados, que denuncian que no poseen los elementos necesarios y que ven sus ingresos sobrepasados por la inflación representa una disminución en la atención de calidad. “Es imposible trabajar con cinco horas de sueño y que encima te recorten el sueldo” comentó Juana, trabajadora del CESAC 17.

Llegando hacía la sede del Poder Judicial de Buenos Aires, sobre la calle Hipólito Yrigoyen se alzan los pedidos de justicia y nuevamente comienzan los cantos de “enfermería unida y al que no le gusta se jode, se jode”, acompañados por el movimiento de carteles y banderas.

“La población está en riesgo porque las enfermeras, porque los trabajadores de la salud estamos en riesgo. ¡Somos esenciales!” expresó en el escenario la representante de ATE mientras las antorchas que en un principio dieron fuerza al reclamo se iban apagando. Las carpas se iban abriendo y aparecían los primeros puestos de café y té que acompañarían la larga noche de vigilia. La movilización terminó, pero la lucha continúa.

El frutazo que no fue

El frutazo que no fue

La medida de fuerza planeada por ECAS para este jueves se levantó ante la apertura de una mesa de diálogo. Los cooperativas reclaman una deuda de 120 millones de pesos por las compras realizadas por el Ministerio de Desarrollo Social para Navidad.

Finalmente no se concretó el “Frutazo” previsto para el jueves 30 de marzo frente al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. La organización  estaba a cargo de la Empresa Cooperativa de Alimentos Soberanos (ECAS) y contaba con el apoyo de otras asociaciones y cooperativas involucradas en lo que se denominó la “Mesa de Frutas”, realizada para la Navidad del 2022. Las medidas de lucha pacífica se propusieron con el fin de acelerar los procesos administrativos y lograr un acuerdo de pago de una deuda de 120 millones de pesos por parte del Estado. Sin embargo, un día antes de la manifestación funcionarios y organizaciones damnificadas coordinaron una mesa de diálogo.

El conflicto inició a finales del año pasado donde un grupo de funcionarios del Ministerio había planificado la estrategia de suministro de 800.000 kg de alimentos a comedores y centros de asistencia durante las fiestas navideñas. Para llevar a cabo este plan, se aliaron con pequeñas cooperativas y productores, a quienes se les comprometió un pago en un plazo de 30 a 40 días. Esta iniciativa se presentó bajo la premisa de apoyar a las economías populares y cooperativas. Sin embargo, no fue hasta hoy que desde el gobierno determinaro un plazo de pago concreto a los productores. Según el comunicado de la Empresa Cooperativa de Alimento Soberano “luego de una larga mañana participando en la mesa de diálogo con representantes del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, se llegó a un acuerdo de emisión de pago escrito con fecha 3 de abril del corriente año”, por lo que, con el ingreso de la suma pendiente, se determina la continuidad de la cooperativa.

Desde las páginas de ECAS aprovecharon para continuar promocionando su fruta agroecológicos de cooperativas de toda la Argentina, disponible en Abastos Soberanos y puntos de venta en la Feria Eco Popular.

Mujeres cooperativas

Mujeres cooperativas

En la semana de la reivindicación de los derechos de la mujer, tres trabajadoras cuentan su experiencia en otro modelo de organización económica. Relatan cómo se unieron para enfrentar las dificultades del mercado laboral, para recuperar una fábrica u organizarse para cuidar a sus compañeras.

En la semana en la que se conmemora la lucha de las mujeres trabajadoras por igualdad de derechos, que tuvo origen con las trabajadoras textiles de las fábricas de Chicago, ANCCOM conversó con mujeres que llevan adelante asociaciones y cooperativas de trabajo para demostrar que otra economía es posible. De Berazategui y como parte de la Comisión Directiva de Safra, habló Graciela Avalos; desde el valle de Uco, lo hizo Francisca Agüero, integrante de Mujeres de la Viña y María Ramallo, integrante de la cooperativa Ave Fenix de la economía social y popular, se pronunció desde Ezeiza.

Graciela forma parte de Safra, una cooperativa de Berazategui que fabrica caldos deshidratados, sopas instantáneas y salsas. Tuvo origen en 2010, cuando los trabajadoras y trabajadores decidieron recuperar y autogestionar la empresa que estaba en vías de extinción. “La idea de formar una cooperativa surgió por necesidad. Antes de llevarla a la quiebra comenzaron a hacer un desgaste y muchos se fueron buscando otros horizontes y los pocos que quedamos dijimos que teníamos que hacer algo: o formábamos una cooperativa o cerrábamos y nos íbamos. Ni siquiera hizo falta tomar la empresa porque hicieron abandono del lugar”.

El espíritu de resistencia no sólo lo tenían los trabajadores y trabajadoras, sino que contaron con el apoyo de los vecinos de la fábrica, quienes les avisaron cuando empezaron a llevarse las máquinas del lugar, por lo que tuvieron que empezar a dejar guardias todo el día: “La mayoría éramos mujeres y de noche una mujer sola en el lugar era más peligroso. Durante todo el día íbamos las mujeres, con los chicos y a la noche se quedaban los varones”.

Graciela trabajaba en la empresa como personal de maestranza y dice que eso la ayudó y le sirvió porque escuchaba muchas cosas que nunca pensó que en algún momento le iban a servir para entender cómo organizar el trabajo, desde la producción hasta la venta. Cuando surgió la idea de la cooperativa nadie sabía nada de cooperativismo: «Para mí conformarla fue un mundo aparte, había escuchado de empresas recuperadas por sus trabajadores, pero no sabía bien lo que había que hacer. Un día estuvimos ahí y dijimos: ´¿Seguimos luchando por esto o cada uno se va a su casa y ve su rumbo?´ Había muchas chicas jefas de familia con hijos que su única entrada era esa. Fuimos aprendiendo con muchas ganas. Fue difícil aprender, pero tuvimos gente que nos ayudó, de la UOM y del INAES, por ejemplo». 

Graciela plantea que recuperar la empresa le dio otro valor al trabajo en cooperativa: «Lo único que tenés es la necesidad de sostener un trabajo y las ganas de trabajar». Graciela también menciona la diferencia que hay entre el mercado laboral formal y el cooperativismo: «Acá lo que entra, se reparte para todos igual, no hay empleados. La otra diferencia es que cuando pasamos por momentos difíciles en lo que estás en la disyuntiva de cerrar o no, en ningún momento se piensa que vamos a sacar a cinco o diez para salvar a unos pocos, en la cooperativa se salvan todos o ninguno.» Y también la ve en el rol que las mujeres tienen en Safra: «Cuando estaba el anterior dueño llegó un momento en el que quería echar a las mujeres porque decía que faltaban porque se embarazaban, o porque siempre tenían problemas con los hijos y echó a bastantes chicas. Éramos más mujeres porque el trabajo es muy manual y las mujeres tenemos más habilidad con las manos. Los varones estaban en lugares donde tenían que hacer tareas de fuerza». Graciela destaca que hoy en la cooperativa trabajan todos igual: “Todos a la par, siempre cuidando el respeto entre todos porque somos todos iguales, todos tenemos que saber hacer todo. Tenemos muchos proyectos a futuro, queremos ampliarnos, pero también queremos que el consumidor tenga la posibilidad de elegir”.

Mujeres de la Viña es una asociación productoras conformada por 23 trabajadoras. Estas mujeres eran dueñas de tierras en el Valle de Uco (Mendoza) donde se producían uvas de alta calidad que, en su mayoría, eran comercializadas a bodegas extranjeras.

Federica Agüero, técnica de los centros de desarrollo vitícola del INTA quien trabajó en articulación institucional con la Coviar (Corporación Vitivinícola Argentina), contó que se conformaron en 2018 como una asociación que trabaja con espíritu cooperativo. En ese año, las uvas no tenían buen valor y estaban teniendo inconvenientes para venderlas y colocarlas en la zona, dominada por bodegas extranjeras que compran a los pequeños productores para sus vinos de alta gama. «Ese año las bodegas estaban con stock de vino y era un problema que tenían en común las mujeres».

Federica trabajaba dando asesoramiento y apoyo técnico en la zona: «Me di cuenta que había muchas mujeres dueñas de sus unidades productivas que les costaba mucho insertarse en el mercado y ser visibilizadas en el sector vitivinícola. Las empezamos a visitar con más frecuencia y se unieron, en especial a las que eran mujeres porque los hombres, como es una actividad masculinizada, se apoyaban con el precio de la uva, se prestaban maquinaria y con las mujeres no sucedía eso». 

Ese año el problema era la venta de la uva y surgió la propuesta de hacer un vino bajo su propia marca aprovechando que lo que mejor que tenían era la materia prima, ya que sus uvas son de alta calidad. El proyecto fue creciendo de menor a mayor ya que primero fueron seis o siete productoras y después, con el boca en boca se fueron invitando a otras productoras. Agüero comentó que al principio les costó porque costaba que ellas encontraran su espacio. Pero que la idea era darles un espacio para que pudieran capacitarse en la elaboración de vino y fortalecerse como mujeres empresarias, productoras y que pudieran visibilizar todo lo que estaban haciendo. 

Otro punto en común de estas mujeres era el amor por sus tierras que no querían perder, porque también eran tradiciones de familia. Los viñedos eran tradición masculina e históricamente los trabajaban los hombres. Pero, más allá del arraigo a sus tierras, más allá que las unía la necesidad al momento de vender la uva y elaborar un vino para mejorar la rentabilidad, las experiencias compartidas pasaban por no ser visibilizadas como mujeres productoras, explica Agüero. «Entonces empezaron a trabajar, a charlar, a contar historias y eso las unió y les permitió plantearse objetivos claros y sumar mujeres que estén en la misma situación». Federica las acompañó, escuchó, asesoró y ayudó a buscar capacitaciones. «Mi rol es contar las historias hermosas que tiene cada una. Hoy, en 2023 las veo y es increíble el crecimiento de este grupo, vendiendo su marca a nivel nacional con cuatro líneas de vino. 

En 2018 estaban preocupadas por tratar de levantar la cosecha y tratar de saber cómo negociar el valor de la uva a la bodega, y hoy están trabajando para exportar su línea de vinos, su marca. Por ejemplo, hay mujeres que vendieron toda su vida a bodegas, donde tenían que rogar y negociar el precio. Hoy las llaman porque son conocidas, porque saben que producen su propia marca y porque el bodeguero quiere su uva, entonces hay otro tipo de negociación. No son esas productoras sumisas que vendían la uva con tal de no dejar nada en la planta y levantar la cosecha, hoy están en otra posición».

Agüero destaca que Mujeres de la Viña es un colectivo que está todo el tiempo estudiando, porque ellas aprenden en todos los roles: desde la finca, que empezaron a capacitarse con asesoramiento técnico, después en la elaboración del vino. «Ellas están asesorando y aprendiendo siempre sobre comercialización, comunicación, sobre toda la cadena completa que lleva el vino. El estar constantemente capacitándose, adquiriendo conocimiento también les genera poder. El conocimiento es fundamental en ellas porque algunas son profesionales, otras amas de casa, otras modistas, otras trabajadoras de la educación. El valor más importante que tienen es que se transmiten una a la otra su conocimiento y eso también las empodera y las pone de pie frente a cualquier situación en las que tenga que negociar con una bodega, vinoteca o empresario del vino».

María Ramallo comenzó a trabajar en la cooperativa Ave Fénix de la economía social en 2009 debido a la situación económica que atravesaba el país. «Me llevó a ser parte de una cooperativa el tener que satisfacer una necesidad, participar en la economía social a través de un colectivo, organizado solidariamente y para prestar un servicio a la comunidad».

En el trabajo que realizaban, pudo darse cuenta de la diferencia que se da con el mercado laboral tradicional: «Las cooperativas dan oportunidades no sólo económicas, sino también educativas. Por fuera no tendríamos esas oportunidades, ya que las cooperativas generan los espacios para eso». María dice que las mujeres en las cooperativas tienen herramientas que sirven como una salida económica instantánea, pero también como oportunidad de estudio, ya que son un espacio para organizarse y satisfacer sus necesidades en todos los ámbitos de sus vidas y también en su propia comunidad. 

En 2013, el Ministerio de Desarrollo Social sumó a Argentina Trabaja un nuevo programa que se llamó Ellas Hacen, con el objetivo de otorgar una ayuda económica a madres solteras y a mujeres que hubieran atravesado situaciones de violencia de género. María, además del trabajo en la cooperativa, tuvo la oportunidad de realizar una diplomatura que dictó el organismo y comenzó con otras compañeras un equipo de «operadoras de género». En ese sentido, asegura: «Doy gracias a que las cooperativas me dieron el lugar y así estudié una diplomatura que me abrió muchas puertas». Desde ese año trabajó en la cooperativa y ayudó a decenas de mujeres que recurrían a sus asesorías y acompañamiento por grupos de WhatsApp: «Fue un trabajo que costó pero que al fin pudimos articular con las instituciones del distrito para ayudar y acompañar a las mujeres que estuvieran atravesando diferentes problemáticas. Hoy acompaño a las mujeres en sus denuncias, empezando ese camino al que llamo «la ruta crítica». 

María se jubiló hace dos años, pero no dejó de trabajar y tampoco de luchar por los derechos que faltan conquistar. «Los próximos años los veo difícil con este sistema capitalista. Creo que las cooperativas son clave para generar trabajo, igualdad, equidad; la salida está en la economía popular», asegura.

Graciela, Federica y María son tres de las tantas mujeres que se pusieron en pie ante las adversidades que se les presentaba el mercado laboral. Como reflexiona Federica: «Las mujeres somos así, si nos cierran las puertas nos metemos por la ventana. No hay maneras que nos pongan trabas. Solas sí, y es lo que tratamos de transmitir siempre a otras mujeres productoras o emprendedoras y es que la unión hace la fuerza». 

Los trabajadores del Bauen no se dan por vencidos

Los trabajadores del Bauen no se dan por vencidos

La pandemia logró lo que no pudo el poder: que cierre el autogestionado hotel Bauen. Pero sus integrantes ya armaron tres nuevas cooperativas y sueñan con una cuarta.

La cooperativa Sweet Canela la integran cinco extrabajadores del Bauen.

La pandemia de covid-19 causó la pérdida de innumerables puestos de trabajo y con ello la necesidad de decenas de familias de encontrar en medio de la crisis, nuevas formas para sustentarse. El coronavirus, entre otras cosas, logró lo que no pudo el Poder Judicial, el macrismo y empresariado: el Hotel Bauen cerró en octubre de 2020, luego de casi dos décadas de autogestión cooperativista y constantes luchas por las recurrentes amenazas de desalojo, los trabajadores tuvieron que abandonar el edificio debido a las deudas por la falta de ingresos a y previo a esto, los tarifazos y el veto de Mauricio Macri a la Ley de Expropiación, en el 2016.

Se cerró un capítulo para el exBauen, pero sus integrantes se repensaron junto con compañeros de otras cooperativas y así inició una nueva etapa, esta vez con mucha experiencia acumulada. Por eso, tras abandonar el edificio, surgieron tres experiencias cooperativistas. De estas, dos son gastronómicas: Sweet Canela, que administra el bar del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini; Los Carpinchos, que asume la gestión del bar de los trabajadores del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (en la ex ESMA, Avenida del Libertador 8151) y Rutas Argentinas, la agencia de turismo que les va a permitir a todos los trabajadores conocer los alojamientos y destinos turísticos en manos de cooperativas y mutuales en todo el país y se espera que para el segundo semestre del año este en función en Avenida Cabildo al 1700.

Los exintegrantes de la cooperativa del Bauen ya crearon dos emprendimientos gastronómicos y uno turístico.

“Aún nos resta continuar con el Hotel. Es difícil pero no vamos a parar hasta encontrarlo. Como lo posible no se encuentra tirado por ahí sino que se construye espalda con espalda, salimos nuevamente a la cancha con más ganas que nunca”, indica Federico Tonarelli, presidente de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (FACTA).

En este sentido, Tonarelli cuenta: “Nos encontramos en la búsqueda de un edificio estatal que cumpla con las condiciones necesarias para el desarrollo de la actividad hotelera, estamos gestionando los permisos de uso con la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), es un proyecto a mediano plazo”.

En paralelo al cierre del Hotel Bauen, algunos trabajadores siguieron en la cooperativa, otros desarrollaron proyectos personales y algunos están trabajando en relación de dependencia. “La dispersión del grupo fue medio inevitable; sobre todo, por no haber podido resolver rápidamente lo del nuevo edificio”, dice Tonarelli. Sin embargo, hubo un grupo que siguió con el horizonte puesto en el asociativismo y la economía solidaria. En la actualidad, son 15 los trabajadores directos, 5 en cada una de las tres nuevas cooperativas, y a ellos se sumarían otros puestos de trabajo, según el número de habitaciones que tenga el futuro hotel y el crecimiento de cada una de las nuevas empresas autogestivas.

Sweet Canela asumió la administración del café-bar del Centro Cultural de la Cooperación en junio de 2022; el equipo de trabajo está integrado por cinco personas (tres mujeres y dos varones) y las ganancias se reparten entre todos por igual. Nancy Galván es la presidenta de esa cooperativa, y también es la encargada del local, en donde trabaja su hija mayor, Jacqueline.

Sweet es el proyecto que más recorrido tuvo en este tiempo y la más pura de los exBauen, aunque son poquitos por ahora, porque el bar de la CCC da para pocos todavía», explica el presidente de FACTA y adelanta “Cooperativa Los Carpinchos somos compañeros de la cooperativa Bar La Cacerola y yo que vengo del Hotel”.

La cooperativa Rutas Argentinas, en tanto, está integrada por siete trabajadores exBauen junto con compañeros de la Cooperativa Escuela Mundo Nuevo y la de lácteos La Ciudad (Séptimo Varón). “Si bien aún el proyecto está en sus inicios, ya tiene matrícula y CUIT y está tramitando el legajo de agencia de turismo en el Ministerio”, explica Tonarelli.

El objetivo a mediano plazo es reabrir el hotel.

El objetivo central es la reapertura del hotel que para el Mundial de 1978 fue hecho para albergar turistas y que tras la crisis económica, política y social del 2001 desatada por las políticas neoliberales que llevaron adelante los presidentes Carlos Menem y Fernando de la Rúa terminó con sus puestos de trabajo. Así nació la cooperativa de los trabajadores que por casi 20 años hospedó a miles de personas y comensales y en sus últimos años supo ser la casa y cuna de diferentes proyectos culturales y sociales tales como las redacciones de las revistas La Garganta Poderosa y Cítrica, el grupo teatral El Descubridor (con Manuel Callau a la cabeza) y un almacén de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).

“La suma de tantas voluntades hizo nacer el Espacio Cooperativo Bauen, y esperamos poder continuar con el trabajo de tantos años. A estas tres cooperativas que hablamos, se le sumaría la cuarta, que es la cooperativa del Hotel Bauen. Dependemos para poder avanzar de las negociaciones que con la AABE estamos motorizando para conseguir un edificio estatal en comodato. Si conseguimos un edificio habría un rápido reagrupamiento de los compañeros, de eso no tenemos dudas», cierra Tonarelli.