Teatro en miniatura

Teatro en miniatura

El Microteatro nació en 2009, en España, y llegó a Buenos Aires en 2017 de la mano de Pablo Bossi.

Hay un galpón en Serrano y Avenida Córdoba donde los límites entre Palermo y Villa Crespo se hacen difusos. Una estética minimalista en blanco y negro, banquetas sin respaldo pero con mesas altas, papas fritas y cerveza tirada se esconden en una zona que tiende a lo residencial. En la entrada, un cartel luminoso anuncia “microteatro” y un par de plantas dan la bienvenida. Pasando el pasillo, el recorrido se ensancha con una barra y un bar que cerca de las nueve de la noche estará lleno. Microteatro es la marca registrada que convirtió al teatro breve en la tendencia de la clase media porteña. Si bien surgieron alternativas con un formato similar en los circuitos independiente y comercial, este es el único que sostiene su éxito tras dos años en cartelera y, actualmente, funciona de martes a domingo para todos aquellos que estén dispuestos a vivir la experiencia.

Comenzó en España, en noviembre de 2009, a partir de la idea de Miguel Alcantud, un director de cine ibérico. En las 13 habitaciones de un prostíbulo abandonado se presentaron 13 grupos de teatro independiente con obras que duraban entre 10 y 15 minutos. Dado lo reducido del espacio escénico, el público no debía sobrepasar de las diez personas. Actuaban tantas veces como espectadores hubiera y con una temática común para todos los elencos: la prostitución, bajo el título “Por dinero”. Sin mayor inversión que una propuesta innovadora y difusión por redes sociales, el formato fue un éxito, llegando a presentar hasta 20 funciones por día de la misma obra.

Actualmente se representan cuatro funciones diarias de cada obra.

Microteatro se instaló en Buenos Aires en agosto de 2017 de la mano de Pablo Bossi y Julieta Novarro. Ocho años después de sus inicios, el formato arribó al país ya perfeccionado y con impronta comercial. “Es bastante rígido: su éxito tiene que ver, en parte, con un mecanismo de relojería” dice Lucas Lagré, docente en la Universidad Nacional de Artes (UNA) que ha formado parte de Microteatro como director, dramaturgo y actor, en distintas ocasiones. Y agrega: “Es bastante cansador. Estás muchas horas, repetís la obra varias veces, después te quedás a tomar algo. Es mucha demanda.”

Las funciones comienzan puntuales, duran un máximo de 15 minutos y cada cinco hay otra. Actualmente se hacen cuatro funciones por noche de cada obra, pero antes eran más. “Cuando recién abrió Microteatro, era de miércoles a domingo, seis funciones por día. Se hacía imposible”, comenta Mayra Homar, que tiene un record no oficial por ser la actriz argentina con más obras presentadas en este formato. “Mayra es el emblema de Microteatro”, bromea Paula Broner, su compañera de escena en INADI, Buenas Tardes, una de las obras del circuito que se dio bajo la temática “Por los pecados”.

Actualmente, el formato se divide en tres sesiones. La sesión Central va de miércoles a sábados, con seis obras, de cuatro funciones cada una. Desde las 20.30 hasta, aproximadamente, 22.30. La sesión Golfa está los mismos días que la Central en el horario posterior, para los trasnochados. Se llama así para continuar con el campo semántico prostibulario. El logo también acompaña: figuras sencillas delinean una bombacha y una mano. Y los Micromartes domingueros, como su nombre lo indica, van los martes y domingos. En general, estos días prueban artistas nuevos, que todavía no han pasado por el circuito. “La repetición de figuras tiene que ver con que ponen 30 obras por mes y las programadoras tratan de asegurarse que funcione con gente que le fue bien en el formato”, dice Lagré.

“Para el que no es teatrero, la salida es copada. Da tema de conversación y las obras son cortitas», dice Broner.

El sistema es como un teatro on-demand: el público llega, mira las alternativas en cartelera y paga por lo que desea ver, muchas veces con sugerencias de quien se encarga de boletería. Luego, aguardan en el bar, donde una pantalla anuncia cuánto falta para las próximas funciones. Cuando queda apenas un minuto para algún comienzo, una voz apura por altoparlante. Entre el alcohol, los grupos de amigos y el recambio de público cada cinco minutos, el bullicio es grande. “Para el que no es teatrero es una salida muy copada. Tenés tema de conversación y las obras son cortitas. La gente que no está habituada al teatro tiene miedo de ensartarse con una obra de una hora. Acá ese miedo no está. 15 minutos se pasan rápido.”, comenta Broner.

“Uno de los problemas más importantes del teatro es el tiempo, porque hay que mantener entretenido al espectador. La gente sale, se toma una cerveza, come algo, se encuentra con alguien. El teatro es una manera de que ese momento sea más nutrido y tengan cosas para hablar: da imágenes, sensaciones, cosas que una salida común no tiene.” Dice Bernardo Cappa, director y dramaturgo del teatro independiente porteño, que también participa en el circuito de Microteatro. Y agrega: “Nosotros nos hacemos cargo de la convención del vínculo: no vas a hacer sufrir a la gente que salió a divertirse. Hay otros lugares donde el teatro propone otro tipo de reflexiones y poéticas. En Microteatro el acuerdo es divertirse.”

En contraste con el amplio sector del bar, el camino a las salas es más íntimo. La estructura del teatro sostiene sus orígenes prostibularios con cortinas, luces bajas y habitaciones pequeñas. Los acomodadores guían el recorrido que no es difícil pero con el alcohol y la oscuridad puede volverse confuso.

A medida que avanza la noche, varía el público. A las primeras funciones va gente mayor y a las últimas, jóvenes.

El público de Microteatro es muy variado: primeras citas, grupos de jóvenes, after office, reencuentros de 20 años de egresados. “Hay que estar muy despierto porque el público va cambiando a lo largo de la noche: el de más temprano es de mayor edad, el de muy tarde es mas juvenil; y pasa algo con el alcohol. El de las 3 AM está mucho más borracho que el de las 8 PM. Y como actor tenés que estar muy despierto para percibir eso. Alguien de 60 años sobrio no se ríe de lo mismo que alguien de 20 borracho”, opina Lucas Lagre, que se presentó en dos ocasiones como actor en el formato. “Hay un prejuicio de que se le roba público al teatro independiente que me parece que es falso. Si le estás robando público a alguien en todo caso es al comercial. Hay gente que ya no puede pagar, por la situación económica, una entrada de mil pesos”, agrega.

Respecto a la audiencia que acude al circuito, Bernardo Cappa comenta: “Es gente que no acostumbra a ir al teatro independiente, con una ingenuidad que está buena. De todas formas, es un público demandante. Si no les gusta, se quejan. Es gente acostumbrada a que si pagan, disfrutan. Un público burgués que tiende a pensar que, como labura, a cambio se merece un gusto.” Sin embargo, el dramaturgo no se queda solo con eso: “Pero también hay humanidad en esa gente, se puede establecer un vínculo. Son personas que, de última, fueron al teatro y eso está bueno siempre. El teatro necesita de la gente. Justo en esta época donde las redes tienden a generar encuentros ilusorios, el teatro es un lugar de encuentro concreto. Propone encuentros respetuosos donde nos aceptamos como somos, con nuestras limitaciones y miedos; frente a las redes donde uno puede poner lo que quiere y parece que opina. Microteatro es noble porque propone ese tipo de encuentros.”

Argentina le abre la puerta a los venezolanos pero no les da trabajo

Argentina le abre la puerta a los venezolanos pero no les da trabajo

José Díaz es un venezolano que llegó a Argentina el 11 de marzo de 2018 con su esposa y su hija. José, como todo migrante, tiene la fecha de su partida marcada como la fecha de su nacimiento. Durante la entrevista la va a repetir varias veces porque migrar es como volver a nacer. “La principal razón para salir de Venezuela fue la situación política y económica que vive el país. Con mi familia estábamos buscando nuevos destinos, pero el deterioro nos obligó a adelantar esa salida”, comenta el ingeniero de 37 años.

José, su esposa y su hija son parte de los 60.687 venezolanos que pidieron residencia temporaria en Argentina en 2018. El número duplica a los 27.075 ciudadanos de ese país que se radicaron en 2017. La crisis venezolana ha expulsado a más de cuatro millones de ciudadanos, según estimaciones de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), y 103.767 arribaron a Argentina entre 2015 y diciembre del año pasado. La Dirección Nacional de Migraciones (DNM) confirmó que en enero de 2019 entraron 9.800 inmigrantes de esa nacionalidad.

“Hace tres, cuatro, cinco años llegaban con mayor poder adquisitivo, no quiere decir que llegaban a montar un negocio, sino para vivir estable un ‘tiempito’ mientras conseguían trabajo”, ilustra Yrina Morgado, una contadora especialista en el reclutamiento de profesionales calificados que arribó al país hace tres años y que ayuda a sus compatriotas (y personas de otras nacionalidades) a encontrar trabajo en Argentina.

Según un informe de la consultora Adecco, publicado el 15 de julio, el 63,17 por ciento de los inmigrantes venezolanos no ha conseguido trabajo estable o trabaja en negro. “Cuando llegue a Argentina, aquel 11 de marzo, empecé a buscar trabajo inmediatamente. Conseguí en la empresa Winland, pero no me contrataron como ingeniero sino como oficial electricista. El trabajo era netamente en negro: pago al día y no me reconocían seguro, obra social, ni indemnización”, cuenta José, ingeniero electricista de la Universidad de Oriente Núcleo Anzoátegui.

Oliver es Comunicador Social, trabajaba en Venezuela haciendo “edición y animación digital para un estudio de diseño” y es parte de la oleada de venezolanos que llegó en 2013. Ese año solamente radicaron su residencia 1.294 ciudadanos de ese país. “Un contacto trabajaba en un restaurante en Retiro. Ahí pude empezar como cadete a píe. Era completamente en negro, era un trabajo precario, pero la verdad no podría a aspirar a algo mejor porque no tenía DNI”, comenta Oliver sobre el primer trabajo que tuvo en Buenos Aires.

Para los venezolanos es relativamente fácil conseguir un primer empleo. De acuerdo con Adecco, el 35 por ciento lo obtiene en los primeros 90 días y un 30 por ciento demora de 3 a 6 meses. “Consiguen trabajo en kioskos, en call center, en servicios de limpieza, como niñeros o como acompañantes terapéuticos”, afirma Yrina. Lo difícil es conseguir un trabajo estable y relacionado con su profesión porque solamente el 4,49 por ciento lo logra a pesar de que 7 de cada 10 venezolanos, en edad de trabajar, son profesionales o técnicos.

“Apenas en septiembre de 2019 empecé a trabajar oficialmente en un área relacionada con mi carrera, luego de casi siete años en Argentina”, completa Oliver que actualmente está empleado en el área de marketing de una bodega mendocina. Por su parte José está trabajando para la firma Drei Servicios Eléctricos: “En este momento me estoy desempeñando como jefe de obra en la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de La Rioja. Empecé en Drei en febrero, casi un año después que llegue a Argentina”.

La situación de los extranjeros no difiere de los locales, porque siguiendo a Adecco solamente el 20 por ciento de los argentinos que tienen trabajo se desempeñan en un empleo relacionado con su profesión mientras que el otro 80 por ciento realiza otras tareas.

A pesar de que ACNUR tiene a Venezuela entre las 12 situaciones de emergencia migratoria, el gobierno macrista no tenía una política pública para insertar a los extranjeros. Existen organizaciones como la Asociación de Médicos Venezolanos en la Argentina (ASOMEVENAR) que agrupan a los extranjeros por profesión y han conseguido mejorar las condiciones laborales de sus compatriotas.

Fabián también es Ingeniero y consiguió su primer empleo en un supermercado. “Inicié trabajando para una franquicia de Supermercado Día, en donde el trato era fuerte y complejo porque estábamos sub-pagados: por las 8 horas de trabajo extenuante como repositor, te pagaban entre 8 y 10 mil pesos dependiendo lo que las dos dueñas de la tienda considerarán”, afirma.

“Ellas te comentaban de ponerte en blanco luego del mes de prueba, pero yo estuve trabajando ahí alrededor de cuatro meses, y en ningún momento hubo intención de hacerlo. Los horarios no eran estables, nunca se respetaron normas como el pago doble en feriado y los aguinaldos que me correspondían en el mes de diciembre (2018) tampoco me los pagaron. No teníamos posibilidades de reclamar, denunciar o tomar alguna acción legal en contra porque nos amenazaban que tenían contactos y sabían cómo era la movida laboral”, completa el entrevistado que prefirió resguardar su nombre por seguridad.

Las fuentes concuerdan en la positiva recepción de los locales y niegan que sean celosos por su llegada al país. “En Argentina hay un muy buen nivel profesional. Acá son poco celosos en ese tema”, comenta Oliver. “El venezolano siente apoyo, se siente valorado, sabe que hay oportunidades”, afirma Yrina. Pero lo cierto es que algunos empleadores se aprovechan de las condiciones de necesidad con la que llegan algunos inmigrantes.

Fabián continua: “Contrataban solo venezolanos porque sabemos las situaciones que estamos viviendo en Latinoamérica. La forma de tratar al resto de los trabajadores era bien fuerte, a mí nunca me agredieron, nunca me dijeron nada, pero a mis otros compañeros sí. Ellas intentaban que los encargados maltrataran al resto de los empleados. Esa es la realidad a la que se enfrentan los venezolanos”.

No existe ningún tipo de registro o estadística relacionada con las denuncias laborales que interponen los inmigrantes, pero ninguno de los entrevistados afirmó haber iniciado acciones en contra de sus empleadores a pesar de los atropellos y las precarias condiciones en las que estuvieron trabajando.

Yrina también ofrece asesoría legal en temas laborales y contextualiza esta realidad: “Al venezolano no le gusta demandar, no está en nuestra cultura, pero vienen y me dicen: ‘Mira, me echaron después de uno o dos años trabajando y no me tocó nada, no me dieron nada’, y resulta que acá hay una ley de trabajo. Al trabajo en negro también se le calcula la liquidación y le deben pagar lo que por ley le corresponde”.

La inmobiliaria Larreta sigue funcionando

La inmobiliaria Larreta sigue funcionando

Un gimnasio, un estacionamiento, una cancha de fútbol y tres de tenis se ven amenazadas por el proyecto inmobiliario.

El Darling Tennis Club, fundado en 1918, se ve amenazado por el actual Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La construcción de un emprendimiento inmobiliario en parte del territorio de la asociación civil infringe la ley de Clubes de Barrio y Pueblo (27.098) y, a su vez, acarrea dificultades para los socios, los vecinos de la comuna y el medio ambiente. La institución ubicada en Brasil 50, barrio porteño de La Boca, posee cuatro hectáreas de longitud de las cuales tres están escrituradas y fueron compradas por la institución deportiva y una, integrada a la sede, pertenece a la Administración General de Puertos. Con permiso de uso desde 1977, esos ocho mil metros, que eran un baldío, fueron remodelados y aprovechados por las autoridades del club.

“Por cuestiones de seguridad, la Administración General de Puertos junto con el barrio Catalinas Sur nos pidieron poner en valor esa porción del terreno y, a cambio, recibir un permiso de uso eterno pagando una cuota mensual que hoy roza los 1.200 dólares. Llegamos a un acuerdo y allí edificamos un gimnasio, el estacionamiento, tres canchas de tenis y una de fútbol”, relata Daniel Calabrese, presidente del Darling Tennis Club.

Durante la década de 1990, Puerto Madero fue un boom de construcciones lujosas que provocó que la zona se encarezca año tras año. Así, el crecimiento inmobiliario llegó hasta los alrededores del club y, en 2017, Cambiemos decidió hacer un convenio entre el Gobierno de la Ciudad y el de la Nación vía la Legislatura porteña. Con el incremento del valor de los terrenos, la administración de Horacio Rodríguez Larreta pactó el levantamiento de torres de entre 60 y 90 metros de altura en los suelos del Estado.

“Nos presentamos ante las audiencias e inferimos que estamos protegidos por la Ley de Clubes de Barrio y Pueblo. El artículo 18 plantea que, en caso de que los terrenos sean fiscales y estén dentro de la sede del club, los mismos deben ser asegurados a la institución. Sin embargo, el convenio salió igual. Esto se debió a que sólo pudimos convencer a los legisladores de la oposición pero no a los oficialistas que eran mayoría”, explica Calabrese.

El proyecto inmobiliario propone torres de 60 y 90 metros de altura.

El Darling Tennis inició acciones judiciales y presentó una demanda contra la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) ante los Tribunales Federales. En paralelo, pidió una cautelar para que, cualquier acción que se quisiera iniciar, el juez la detuviera. La misma fue rechazada en primera instancia con el motivo de que no había ningún peligro. Luego fue a Cámara, donde también la impugnaron, lo que derivó en que las autoridades del club arremetieran contra los jueces.

“Ahora estamos yendo a la Corte Suprema. En estos momentos, la demanda sigue el curso normal de un juicio y está en períodos de prueba”, declara Calabrese y recuerda: “Cuando cumplimos 100 años, vino a vernos el vicejefe de Gobierno de la Ciudad, Diego Santilli, y dijo que el club no iba a perder nada. A los 15 días, Mauricio Macri lanzó el decreto para completar el circuito y así realizar la venta del terreno”.

A pesar del conflicto en pugna, los directivos nunca cortaron relaciones con el Gobierno de la Ciudad sino que trabajan en conjunto. “Vienen los chicos de las escuelas y les damos un servicio social que asumimos cuando compramos los terrenos. Nos comprometimos a realizar acciones solidarias con los niños de la Isla Maciel y de la Villa 31 en nuestro Centro de Alto Rendimiento emplazado en los terrenos fiscales”, cuenta el presidente del Darling.

«Hacemos acciones solidarias con los niños de la Isla Maciel y de la Villa 31 en los terrenos fiscales”, cuenta Calabresse.

Un acuerdo concertado con el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires posibilita que los alumnos de los colegios aledaños, de jornada extendida, almuercen en el Darling y usen las instalaciones para realizar educación física. También, incorporaron a un jardín de infantes para que los más pequeños vayan una vez por semana a disfrutar del aire libre debido a que, en La Boca, los espacios verdes son casi inexistentes.

El compromiso del Darling Tennis Club con el medioambiente impulsó a un relevamiento de los árboles que habitan la sede. Junto con la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable más la Dirección de Bosques, realizó un inventario para dar inicio a la reforestación. “En todo el país se plantan árboles vistosos pero no los autóctonos de la zona, por lo tanto, la idea es repoblar con especies originales”, fomenta Calabrese. La investigación concluyó en que el promedio por metro cuadrado de árboles que tiene el club es mayor al de la ciudad.

“Hacer torres acá no sólo implicaría cambiar toda la estética del club, también nos perjudicaría con la sombra y el viento que para el tenis es terrible”, describe el directivo y agrega: “Perderíamos los espacios donde emprendemos las acciones solidarias, es decir, las tres canchas de alto rendimiento. Siempre nos sentamos a escuchar y negociar pero no podemos perder el estacionamiento porque en esta zona está prohibido en los lugares púbblicos y eso conllevaría a un éxodo de socios que nos conduciría a dejar de existir”.

Agustín Calleri, presidente de la Asociación Argentina de Tenis, salió en respaldo del reclamo del Darling.

Flavio Rey, uno de los 750 socios del Darling Tennis Club, rememora: “Llegué a la institución por unos amigos hace nueve años, venía del ámbito del fútbol y empecé a practicar tenis. Tomé clases y ahora tengo la oportunidad de jugar en varias categorías con los mejores de acá. Me emociono cuando hablo del club porque me dio muchísimo y es duro e inexplicable cómo pueden pensar en sacarnos parte del espacio verde”.

Laura Ciuffo, socia desde hace pocos meses, arribó al Darling a través de la recomendación de unos conocidos. “El club es una especie de isla paradisíaca en el quilombo que es Capital Federal. Me parece una barbaridad que lucren con espacios verdes y familiares, este es un pulmón de aire puro para la ciudad. Es terrible que negocien con cosas que le quitan calidad de vida a la población”, manifiesta.

“Con toda mi alma voy a defender al club porque es mi segundo hogar, mi lugar en el mundo. Lo hemos mantenido con mucho esfuerzo y es muy doloroso que quieran vender los terrenos. No se trata sólo del tenis, acá encontrás cariño, un espacio para compartir y charlar de diversos temas que hoy en día con la tecnología se complica”, argumenta Rodolfo “Rolo” Alimena, uno de los socios más antiguos que expuso su desacuerdo con respecto a la construcción de las torres en la Legislatura porteña.

Ante el anhelo del Gobierno de Larreta de subastar las tierras fiscales usufructuadas por el club, la Asociación Argentina de Tenis (AAT) se convirtió en el sostén del Darling. “En marzo nos juntamos para que nos brinden apoyo, tanto de la Asociación en general como de su presidente, Agustín Calleri, en particular. Él hizo que se visibilizara en los diferentes periódicos la situación que vivimos para no cambiar los espacios verdes por cemento, ni perder canchas de tenis”, concluye Calabrese.

Una plaza copada

Una plaza copada

“Fernández va abrir cultura, que fue cerrada y dejó mucha gente en la calle”, sentenció «El Jocker Argentino».

Mientras Alberto Fernández juró ante la Asamblea Legislativa desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente de la Nación Argentina, designado a través del voto democrático en las elecciones del 27 de octubre último. Afuera, en la plaza del Congreso se reunieron miles de ciudadanas y ciudadanas dispuestos a acompañar al flamante presidente hasta la Casa Rosada, para una larga jornada de festejos. ANCCOM recogió siete historias, Individuales y colectivas, en las que se cruzan subjetividades con proyecciones y pedidos al nuevo gobierno, sumado a la experiencia vivida durante los cuatro años del macrismo. 

Entre banderas de agrupaciones políticas, pecheras, remeras, gorros, pins y una cantidad de merchandising con los nombres de Alberto y Cristina Fernández de Kirchner, se encuentra montando como personaje de ficción “El Jocker Argentino” quien describe su actividad principal: “Dar alegría y vencer cada día el sistema que nos viene reprimiendo”. Junto a él aparece “Robin” y ambos personajes de historieta expresan que uno de sus deseos para los nuevos tiempos políticos es que crezca el arte. A la escena se suma un hombre de 42 años vestido de Guasón: “Fernández va hacer abrir cultura, que fue cerrada y dejó mucha gente en la calle”, sentenció el personaje que se popularizó en las últimas elecciones con su performance. “La confianza se la tienen que ganar y el respeto se lo van a ganar si la persona que está de turno hace bien las cosas, esperemos lo mejor de lo mejor de parte de Alberto”, afirma el Guasón mientras extiende sus manos para otorgar imitaciones de billetes de 100 pesos con su cara y se define como “líder popular que votó por los derechos de los trabajadores realizando una linda tarea social”.

Alberto va a sacar a la gente del hambre junto a nuestra Cristina, tengo toda la esperanza”, dijo María del Carmen Veris.

El cielo presenta un sol cenital y la temperatura térmica es alta. Sobre un banquito, vestida de punta en blanco, se encuentra María del Carmen Veris, vive a 10 cuadras de la plaza del Congreso y está desde temprano para aprovechar un doble festejó: el retorno del peronismo al poder y su cumpleaños.  Nació el 10 de diciembre de 1936 y desde sus 10 años dice: “¡Viva Perón!” Está jubilada pero se dedica a hacer telares y ponchos, que le  permitieron no vivir mal estos años. Afirma no entender a sus amigas macristas que han padecido la crisis económica actual: “Jamás podría haber votado a Macri, porque el neoliberalismo es hambre”, sentencia y agrega: “Alberto va a sacar a la gente del hambre junto a nuestra Cristina, tengo toda la esperanza puesta en ellos”. Para ella espera que sea un muy buen gobierno, al igual que cientos de militantes presentes en la Plaza. Víctor y Mariela, de la  agrupación La Cámpora del distrito de Avellaneda, describen: “Venimos bancando este proyecto desde hace años”, al igual que María del Carmen. “Esperamos que Alberto adopte un modelo de desarrollo e inclusión, poniendo la plata en los sectores más vulnerables.”

“Esperamos que Alberto adopte un modelo de desarrollo e inclusión”, apuestan Víctor y Mariela.

Entre un presidente y una plaza se conectan mundos simbólicos diversos y heterogéneos  que confluyen como la sombra de los viejos ombúes y el sol radiante de la  avenida Rivadavia.  Mezclado por la multitud de militantes y ciudadanos, el sonido de los bombos y los cánticos está la atenta mirada de Joel Richards, corresponsal de la cadena China Global Televisión Network (CGTN) para su versión internacional en inglés: “La asunción de Alberto se da en un panorama complicado, con las protestas que hay en Chile, Ecuador, Colombia, la situación en Bolivia, el retorno del conservadurismo en Uruguay y Brasil, que tiene un presidente como  Bolsonaro. Se le dificulta a  la Argentina para tomar una política que necesita cortar la austeridad y aumentar el gasto social ¿Cómo podrá implementar políticas de contención con la deuda con el FMI y los otros acreedores?”, reflexiono el periodista de origen británico.  

Richards ofreció también una mirada sobre la gestión de Mauricio Macri en el exterior: “Se vio decepcionante, hubo en principio una esperanza por el marketing político de ser un país que se abría al mundo y “jugaba con reglas claras” y aunque se abrió a mercados para favorecer la exportación, no se vio reflejado en el  conjunto social, hay muy poco para rescatar en materia de política económica”. Con respecto a las proyecciones de la política exterior de Alberto Fernández agregó: “No se sabe muy bien, en el exterior se hace hincapié en la vicepresidenta Cristina Kirchner que es muy conocida por sus peleas con Estados Unidos y el FMI, aunque se destaca que Alberto es un hombre moderado de centroizquierda y no se espera la misma política exterior del Kirchnerismo”. Por último señaló: “La Argentina tiene que arreglar con los acreedores para retrasar los pagos y lograr salir adelante”.

“La Argentina tiene que arreglar con los acreedores para retrasar los pagos y lograr salir adelante”, opina Joel Richards.

Mientras tanto, en el recinto, el Presidente  seguía con su primer discurso oficial e incluyó las problemáticas de género: “Ni una menos, debe ser una bandera de toda la sociedad y de todos los poderes de la república. El Estado debe reducir drásticamente la violencia contra las mujeres hasta su total erradicación». Carolina y Miranda Galuca son madre e hija y vienen desde Rosario para acompañar Alberto, ambas llevan en sus brazos los distintivos pañuelos verdes de la lucha por la legalización del aborto. Se sienten esperanzadas con el nuevo gobierno, creen que es imprescindible que haya un ministerio de la mujer en este contexto. Su deseo y pedido para la nueva gestión es que se pueda reglamentar el aborto legal, seguro y gratuito. La crisis económica las afectó de manera particular, como a Viviana Ortega Rojas, también en la Plaza, que padeció el despido y la violencia de género en carne propia: “Trabajaba en una casa en Banfield como empleada doméstica, y viví la injusticia de que me echaran sin que me pagaran un solo peso, me dijeron que embarazada no les servía”. La acompañaron a la plaza sus vecinas, que al igual que ella son parte de la comunidad boliviana y decidieron apoyar a Alberto para que cuide a “su presidente”, el derrocado Evo Morales. Fernández  las interpela de manera indirecta en su discurso: “Pondremos especial énfasis en todas las cuestiones vinculadas al cuidado, fuente de muchas desigualdades, ya que la mayor parte del trabajo doméstico recae sobre las mujeres en Argentina al igual que en otros países”, dijo el Presidente de los y las argentinas frente a la Asamblea Legislativa. 

Desde temprano, los manifestantes se reunieron frente al Congreso para terminar el día muy tarde, frente a la Rosada.

La unión entre los argentinos fue el tema que más resonó en la jornada de ayer, de manera espontánea cuatro mujeres se encontraron en la plaza para festejar la asunción del nuevo gobierno. Carmen, su amiga, Juana y Martha  se reconocieron una en la otra de manera fraterna para compartir un día histórico para muchos. El look de Martha y el “amor a la patria” las juntó. “Me llamó la atención como venía vestida”, dice Carmen, mientras Martha muestra su look para ANCCOM: “Yo uso escarapela los 365 días del año, las colecciono y me voy cambiando una por otra”, comenta.  La Plaza del Congreso muestra una diversidad de motivos, sectores socioeconómicos que acompañan a este nuevo gobierno; personas con diversos espacios de pertenencias. Sin embargo, toda esa heterogeneidad se expresó bajo un solo cantó democrático que le da legitimidad a un nuevo proceso político argentino: “Se siente, Alberto presidente”.

Alberto Presidente

Alberto Presidente

A las 12 del mediodía del 10 de diciembre, Alberto Fernández juró como nuevo presidente de la Nación. Enseguida dio su discurso frente a la Asamblea Legislativa, donde esbozó algunas de sus intenciones y medidas iniciales. Prometió trabajar por la convivencia democrática y respetuosa entre las diferentes ideologías, subrayó -en la que quizá haya sido su anuncio más importante del día- que intervendrá la Agencia Federal de Inteligencia y transparentará y destinará sus fondos reservados al Plan de Lucha contra el Hambre y señaló que no permitirá más operadores judiciales y que propondrá una reforma integral del sistema judicial. También dijo disminuirá la pauta publicitaria oficial y que transformará la propaganda gubernamental en piezas didácticas para apuntalar la educación de los chicos. Por último, cono la creación del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidades se comprometió a liderar desde el Estado la lucha contra la violencia de géneros, las desigualdades y la discriminación.

Sin descanso, el nuevo presidente se dirigió a Casa Rosada donde recibió a las delegaciones extranjeras que vinieron a saludarlo y tomó jura a sus ministros. Al finalizar la tarde y luego de un festival musical por el que desfilaron decenas de artistas, salió junto a su vicepresidenta Cristina Kirchner, a la Plaza de Mayo para hablarle a la multitud que lo esperaba. Visiblemente emocionado, les dijo: «Volvimos y vamos a ser mejores».