María Galindo llegó a Buenos Aires

María Galindo llegó a Buenos Aires

La militante boliviana anarcofeminista, comunicadora y escritora visita la Argentina para presentar su libro “Feminismo bastardo”. Además, realizó una radiodocumental en el Consulado de su país en Buenos Aires como forma de protesta contra la burocracia y la violencia de género.

“Estamos aquí hoy presionando porque violadores y feminicidas huyen de nuestro país con impunidad. Los dejan pasar la frontera, no los deportan y eso es con complicidad de las autoridades estatales”, expresó María Galindo en las escaleras del Consulado de Bolivia en Argentina. Un grupo de personas, en su mayoría de origen boliviano, la esperó allí a las 10 de la mañana de hoy para participar de su radiodocumental para Radio Deseo.

La militante boliviana, anarcofeminista, comunicadora, escritora y cofundadora del movimiento Mujeres Creando llegó a la Argentina para la presentación de su nuevo libro, Feminismo Bastardo, editado por lavaca. El evento se realizará este miércoles 20 de abril a las 18, en la Manzana de las Luces. 

Lo primero que hizo María Galindo al llegar al Consulado fue conversar sobre las problemáticas a las que se enfrentan siendo migrantes bolivianos en la Argentina: desde filas eternas para realizar los trámites, malas condiciones edilicias en el consulado, hasta casos de violencia de género y discriminación. 

“Cuando viajo invitada a un país, siempre visito las delegaciones de atención diplomática, porque Bolivia es un país expulsor de mano de obra barata. Los consulados y embajadas de Bolivia, en general, están muy mal atendidos. Hay un desprecio por el valor de la gente, hay una dejadez. No es un lugar accesible”, comentó la militante en diálogo con ANCCOM. 

Feminismo Bastardo, editado por lavaca, se presentará este miércoles 20 de abril, a las 18, en la Manzana de las Luces. 

Sin embargo, Galindo no fue solo para visibilizar las condiciones en las que se encuentra el edificio, sino para que los funcionarios le den respuestas concretas al pueblo boliviano. Luego de conversar con tres mujeres víctimas de violencia de género y sus familiares, se dirigió a la oficina de la cónsul adjunta, María Elizabeth Oporto Balboa, para hacerle llegar las causas en persona.

Para María Galindo “no hay un feminismo, hay muchos feminismos y luchas al mismo tiempo. Ninguna es más importante que la otra”. Se trata de tener el ingenio para asociar las que parece que están disociadas. Con respecto a la legalización del aborto en Argentina expresó: “Para mí fue una lucha muy importante, logró conjuncionar diferentes sujetos con un mismo objetivo y masificarse, pero estoy muy indignada por varias cosas. La primera: hay gente que se presenta a nivel internacional como propietaria de esa lucha que es de todas, todos y todes, y no de cuatro que la han aprovechado para conseguir un cargo en el Estado. La segunda crítica que tengo es que parece que se hubiera desinflado: ¿qué viene ahora? La tercera es que parece que el Estado se lo hubiera engullido todo”.

Luego de esta conquista histórica, Galindo considera que hay muchos pasos a seguir: “La despenalización del aborto era y es muy importante pero, ¿dónde están todas las cuestiones de la pobreza, el racismo, el trabajo, las libertades sexuales?

Su visita contó con el apoyo de sus seguidoras que deseaban escuchar su radiodocumental. Laura Zenteno hoy no tenía que hacer ningún trámite, asistió al consulado únicamente para conocer a la militante. Hace más de 12 años que vive en Argentina y con respecto a los femicidios opinó: “La violencia de género que hay en Argentina y Bolivia es similar pero lo que noto es que aquí pueden hablar, no se callan más. Allá recién se están levantando. Bolivia es un país muy machista”. A su vez, Roxana Vallejos, también boliviana y residente en Argentina desde hace 20 años, agregó: “Yo vine para apoyar a María porque me gusta que esté peleando por las mujeres. Muchas se quedan calladas y no hablan porque no hay soluciones. La violencia de género me parece que es peor en Bolivia que en Argentina. La justicia no hace nada”.

Aunque la mayoría de los presentes apoyaba a Galindo, también hubo personas que no compartieron sus métodos. Este fue el caso de Francisco Flores, boliviano que ya lleva 35 años en la Argentina: “Vine a ver a Galindo increpar a los funcionarios. Su forma de lucha me parece irrespetuosa, no es la manera. Sé que la gente necesita contención pero no es la solución. La violencia de género tiene que cesar, tenemos que formar una sociedad mejor pero no con estos actos”.

La radiodocumental terminó en el mismo lugar donde arrancó: en las escaleras del Consulado. La multitud acompañó a Galindo hasta el final con aplausos y cantando al unísono: “Consulado a trabajar” y “No nos callan más”.

 

Un gran gesto

Un gran gesto

Una decena de fotógrafas que pasaron por ANCCOM se autoconvocaron para realizar una muestra fotográfica que homenajee a las mujeres trabajadoras en el Centro Cultural San Martín.

En el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se inauguró Desde el gesto, una muestra fotográfica que reflexiona acerca del trabajo de las mujeres y de las feminidades como el motor del movimiento del mundo, exhibida en el Cultural San Martín. 

“Pensamos Desde el gesto desde un lugar simbólico. No sólo como una caricia sino para mostrar cómo esas tareas, acciones, apoyo o actitudes que no se ven necesariamente, son fundamentales. Lo pienso desde las tareas domésticas que por mucho tiempo creímos que se hacían de la nada, pero que en realidad hay un trabajo invisible que debería ser visibilizado”, sostiene Sofía Genovese, una de las integrantes del colectivo que compone la muestra que puede visitarse hasta el 9 de mayo en Centro Cultural San Martín. Además del trabajo de  Genovese, en la exhibición pueden apreciarse obras de Florencia Ferioli, Cristina Sille, Camila Godoy, Daniela Morán, Daniela Yechúa, Melisa Molina, Deborah Valado, Camila Alonso Suárez y Noelia Marcia Guevara.

La exhibición propone once microhistorias independientes sobre trabajadoras, retratadas por cuatro fotografías y un texto que las acompaña. En conjunto permiten entrar a la vida de estas mujeres y sus labores, en ambientes masculinizados o no remunerados, lo hacen de una manera íntima y a la vez cotidiana. 

Daniela Yechúa comenta cómo se dieron los primeros pasos para organizar la exposición: “Fueron discusiones bastante abiertas entre nosotras porque la temática era el 8M, pero la conmemoración de esta fecha es amplia. Nosotras nos agarramos de la consigna de la Mujer Trabajadora y decidimos contar sus historias. Pero decidimos contar once historias diferentes y que cada una de nosotras se encargara de narrarlas en imágenes. Entonces fuimos poniendo en común las historias de las mujeres que nos gustaría contar y a partir de ahí consensuamos cuáles incluiríamos para ser lo más inclusivas posibles. Además, nos propusimos tomar el trabajo doméstico, no sólo mostrar a las mujeres en sus oficios sino también lo que muchashacen una vez que llegan a sus casas”.

Camila Godoy detalla cómo fue el proceso creativo: “En mi caso usé fotos que ya había producido en otro contexto. Es un trabajo que arranqué en ANCCOM y fue un desafío porque hice esas fotos con un enfoque más informativo. Nosotras teníamos la idea del gesto, en las manos, en los detalles. Hubo que encontrarle un poco la vuelta para poder adaptar esas fotos al colectivo. Como eran cuatro fotos por cada protagonista, pudimos hacer todo un recorrido de historias diversas de esos retratos y también contar la historia con el contexto”.

“Nos interesaba retratar aquellas que hacen laburo doméstico y trabajan en rubros muy masculinizados. Lugares donde no estamos acostumbradas a ver mujeres. Nos gustó remarcar que estamos ahí y que somos parte de esos oficios. Lo mismo que nos pasa a muchas de nosotras en fotoperiodismo, que es un oficio muy masculinizado. Para nosotras, ANCCOM siempre fue un espacio donde no existió esa brecha de género, incluso en nuestra camada éramos todas mujeres, algo sumamente contrario a lo que pasa en los trabajos remunerados. Aquello que estamos mostrando con las fotos es un poco lo que nos identifica como grupo, ser mujeres en espacios donde no acostumbramos a ser mayoría mujeres”, continúa Cristina Sille. 

El colectivo de las diez artistas se formó con todas fotoperiodistas que realizaron su práctica preprofesional en ANCCOM, la agencias de noticias de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. “Sentíamos que haber transitado por ANCCOM nos daba una base y un conocimiento que nos unía, aunque hubiéramos transitado en distintos momentos por allí. De hecho, algunas nos conocimos recién en la inauguración en persona. Trabajar virtualmente juntas fue una linda experiencia”, explica Camila Godoy.

Diego Rosemberg, docente y coordinador de redactores de la ANCCOM suma su mirada al proceso construido por las practicantes: “Algo para destacar es que son fotógrafas que realizaron la práctica en la agencia  en distintas épocas, muchas de ellas nunca interactuaron entre sí. Sin embargo, se buscaron y se reunieron para realizar un proyecto conjunto: lo que les dio identidad como colectivo fue esa experiencia. La agencia las identifica y les permite construir en conjunto aun sin conocerse. Eso, para nosotros, tiene un valor inmenso”.

Durante la inauguración, en el 4to piso, se presentó la artista Catu Hardoy con sus canciones originales. Además, se proyectó un video poema producido por las artistas Milagros Vaca Narvaja, Mechi Miguel, Silvana Montezuma, Sol Lorenzo, Mar Bel Hadad y Male Schvartz para complementar las imágenes. Desde el Cultural San Martín, Josefina Marino comenta que la muestra “surge en el contexto del 8M y las diferentes propuestas culturales de los espacios de la Ciudad. Las dejamos con libertad para que la curaduría y el concepto de la muestra quede a cargo de ellas. La muestra es totalmente de ellas. Con la consigna de que usen ese espacio de artes visuales para contar algo en el marco de la fecha”, explica. “La idea era hacer algo colectivo y las historias que cuentan son muy originales. Con ellas hablamos de que hay una mirada a veces medio cliché de cómo retratar a la mujer para esta fecha, una puesta en escena de la calle, de la lucha y las manifestaciones que ya se han visto mucho. La idea era buscar algo más singular”, señala.

Desde el gesto se encuentra en el Hall de la Sala Muiño del Centro Cultural San Martín, la entrada es libre y gratuita y puede ser visitada de jueves a domingos de 15 a 21 hasta el 9 de mayo. Bajo la conmemoración de la fecha, también se exponen en el Hall inicial de la planta baja In Illo Tempore de la escultora Mónica Souza. 

Las diez artistas mujeres afirman: “Somos tribu, en este momento donde las consignas son confusas y nos dispersamos repensando(nos), permitiéndonos sembrar nuevas crianzas y nuevas formas de enraizarnos. Es ese el sostén y cuidado que nos damos, reverdeciendo los espacios como jefas de cada hogar. Son nuestros derechos los que están en pugna y es el trabajo como un modo de vida. Es la resistencia la que florece de nuestra siembra”.

Las acreedoras salieron a la calle

Las acreedoras salieron a la calle

Tras dos años de pandemia, el colectivo de mujeres volvió a salir a la calle para exigir igualdad y el cese de la violencia de género. Acorde al contexto político, esta vez se sumaron las consignas contra la deuda externa. «La deuda es con nosotras. Que la paguen los que la fugaron».

Con carteles, banderas, canciones, bailes y la emoción a flor de piel, se reclamó por los 55 femicidios que hubo en lo que va del 2022 y por todas las que ya no están, por la separación de la Iglesia del Estado, porque se terminen de una vez los crímenes de odio, por la aparición con vida de Tehuel, por la absolución de Higui, por frenar las exigencias estéticas, por un Estado presente, por la igualdad de derechos; por que ser mujer no nos cueste la vida.

En familia, con amigas, solas y también agrupadas bajo los nombres de Ni una Menos, Actrices Argentinas, Transfeminismo antirracista, La Poderosa, Las Rojas, Fuba, Doulas, Futbol feminista, Las mariposas, La Cámpora, Migrantes, Frente Popular Darío Santillán, Nuevo Mas, Pan y Rosas, SiTraRePa, La Chilinga, RadFem, entre otros; la cuestión era marchar y poner el cuerpo.

“Si no estamos acá, nunca nadie se va a dar cuenta de lo que nos toca vivir. ¿Cuánto tiempo llevamos aguantando? ¡Hay que moverse! Estamos acostumbradas a bancar la violencia machista hace años, si no nos movemos no va a cambiar nada”, sostuvo Jordana Silva, quien se puso la remera de River y se juntó en la Plaza del Congreso con sus compañeras que militan el fútbol feminista. Específicamente reclaman para que el equipo femenino pueda jugar en el Monumental. Al lado de ellas, también se reunieron las chicas de San Lorenzo y Boca; podrán defender colores distintos adentro de la cancha, pero afuera las une la lucha por la igualdad de derechos.

A las 18, frente a una plaza llena y mientras puertas adentro del recinto se debatía el futuro de la deuda contraída con el FMI, comenzó la lectura del documento colectivo cuya propuesta principal fue que el endeudamiento lo paguen quienes fugaron capitales. A ello se sumó el pedido por la sanción de las leyes de humedales, de Acceso a la Tierra y de Soberanía Alimentaria, una modificación a la legislación que regula los alquileres, que se garantice la aplicación de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo e Interrupción Legal del Embarazo en todo el país y que se haga efectiva la Educación Sexual Integral. Algunas de las firmantes del documento fueron Nora Cortiñas y Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora; el Colectivo Ni una Menos; la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito; la Asamblea Feminista de la Villa 31 y 31 bis, CABA; la Unión de Trabajadorxs de la Tierra; y el Centro de Estudios Sociales y Legales (CELS); entre otros.

Para Ailén Tomke, integrante del conjunto Las Rojas, quien se acercó a marchar desde la Zona Oeste del conurbano bonerense, el reclamo más urgente es por el presupuesto para combatir todas las violencias hacia las mujeres y diversidades: “Que no haya refugios, que no haya educación sexual integral en todos los espacios educativos, hace que miles de mujeres estén hoy acá en las calles”. Sobre ella, el pasacalle firmado por La Poderosa sostenía: “Somos parte del PBI invisibilizado”. 

En tanto, Agustina Cabaleiro, también reconocida en Instagram como @onlinemami_, con sus 27 años, es referente del Colectivo de Gordes Activistas. La organización proclama que “sin gordes no hay feminismo”. Y agrega: “El reclamo es por la despatologización de los cuerpos; ser gordas no es estar enfermas”. En cuanto a la movilización general, considera que el llamado más urgente es bajar la tasa de femicidios.

Por su parte, Isabella Del Vechio y Valentina Ruiz, ambas de 15 años, se acercaron a marchar por primera vez. “Estamos acá para reclamar por la abolición de la industria pornográfica”, dice Isabella. “Me metí en el Radfem (feministas radicales) y entendí que todo lo que había aprendido en mi vida estaba mal”, agrega Valentina. Las dos concuerdan en la importancia de asistir a la convocatoria.

Como todos los años, las protagonistas refuerzan su lucha con la exposición de carteles que visibilizan el miedo, la incomodidad y la injusticia que enfrentan día a día. “No es no”, “el Estado es responsable”, “Se va a caer”, “Nos venden, violan, matan y nosotras somos las nazis”, “Me cuidan mis amigas”, “Nadie me preguntó cómo se veía mi agresor”, “Hoy lucho para existir mañana”, “Protesto porque cuando me pasó sentí culpa”, son algunas de las leyendas. El cartel lo sostiene una, pero representa a miles; cuando la vivencia particular se repite en centenares de historias la cuestión abandona el plano individual para convertirse en colectivo.

Razones para marchar hay tantas -o más- como la cantidad de personas que pusieron el cuerpo en la calle. Sin embargo, todas ellas tienen algo en común: defender los derechos y la vida de las mujeres.

Como todos los años, desde aquel 2015, que marcó un antes y un después en la lucha feminista en Argentina, los 8M y en cada marcha convocada por los movimientos de mujeres y disidencias hay un eco que retumba en las paredes del Congreso: “Abajo el patriarcado, se va a caer; arriba el feminismo que va a vencer.”

 

Hartas

Hartas

Apenas fue pública la información sobre la patota que violó a una chica dentro de un auto, en Palermo, se convocó a una marcha en Munro, de donde pertenecen algunos de los seis detenidos.

Lejos de los deseos de justicia por mano propia y del ojo por ojo, vecinos de Munro se juntaron a pocas cuadras de la estación con varias consignas pero con una idea clara: Hay que erradicar la cultura de la violación. “Es increíble que hayan sido seis varones y ninguno haya dicho ‘esto no da’, ‘esto no está bien’. Se turnaron para violar a una piba y eso es una aberracion. Si bien los feminismos vamos a seguir en las calles luchando, es tiempo de que los varones, que realmente se quieren comprometer con esta lucha, hablen con sus pares”, dijo una joven antropóloga que acompañaba a una señora que sostenía un cartel con un texto: “Si le enseñás a tu hija a no ser violada, enseñale también a tu hijo a no violar”. 

 “Hay que erradicar la cultura de la violación”, repiten una y otra vez. “Más ESI”, se lee en las hojas impresas con letras verdes que sostienen en alto las jóvenes. Alrededor de las 18, detrás de una bandera enorme de ESI En Redes -la agrupación que convocaba- estaba encolumnado un grupo de docentes, alumnas y exalumnas del partido de Vicente López. También estaba la agrupación Las Rojas. De a poco, en silencio, casi sigilosos, llegaban los vecinos a la esquina de Mitre y Ugarte. “Cuando escuchamos que dos de los chicos que aparentemente cometieron el delito eran de acá nos dimos cuenta que teníamos que hacer algo», dijo Geraldina Pereyra, trabajadora social y miembro de Equipos de Orientación Escolar de Vicente López. 

 

El lunes pasado, en medio del feriado por carnavales, a las cuatro de la tarde fueron arrestados Ángel Pascual Ramos, de Laferrere; Tomás Fabián Domínguez, de San Miguel; Lautaro Dante Ciongo Pasotti, de San Martín; Ignacio Retondo, Vicente López; Steven Alexis Cuzzoni, de Villa Crespo; y Franco Jesús Lykan, de Vicente López, por ser sospechosos de retener a una mujer que no estaba en condiciones de dar su consentimiento y mucho menos de poder defenderse arriba de un Volkswagen Gol blanco. Cuando dos de ellos esperaban fuera del auto, haciendo de campana, esperando su turno, los otros cuatro estaban adentro violando a la joven. Según trascendió los descubrieron los vecinos del barrio porteño, que filmaron todo y decidieron retenerlos hasta que llegó la policía. 

 “No se trata de personas enfermas, sino de lo que llamamos hijos sanos del patriarcado. Responden a una cultura patriarcal, por eso apuntamos muchísimo a la ESI como herramienta fundamental. Todavía hay muchísimas escuelas que no la implementan, es importante el papel de la escuela, pero también de la familia y del barrio. No toda la responsabilidad está en el sistema educativo”, afirma Pereyra sobre la importancia de la ley sancionada en 2003, pero también dando cuenta del lugar que ocupaba la comunidad que albergó a los violadores. 

 A diferencia de otros casos en los que la víctima fue señalada como culpable por su propia comunidad, la marcha de repudio en este caso resultó un concreto y tangible abrazo a la joven violada, y una denuncia contra “la pandemia”, como señalaban algunas pancartas en referencia a la violación.

 “No es un caso aislado porque no vivimos solo en esta sociedad patriarcal sino que también en un orden político androcéntrico donde todo surge alrededor del varón. Tenemos a un montón de varones en este momento decidiendo el presente y el futuro del mundo y abajo de eso estamos las mujeres y disidencias tratando de pedir justicia”, explicaba con dolor Pereyra. 

 “Las causas que más tardan en resolverse son las relacionadas al abuso y las violencias hacia las mujeres. Hay una clara inclinación hacia la masculinidad hegemónica en las decisiones. Esto no sucede en los casos de jóvenes de situación de marginalidad y vulnerabilidad, que son condenados rápidamente por atentar contra la propiedad privada. -reclama la trabajadora social- Pedimos que la justicia se  acelere, que tenga perspectiva de género, y una mirada sobre las violencias a las que estamos sometidas las mujeres y disidencias a lo largo de la historia. Lo que está pasando nos está marcando una postura cultural de las personas que toman decisiones políticas en los lugares de poder, en este caso los juzgados, por esto mismo es sumamente importante revisar la justicia”.

 

Lo más llamativo de la tarde no fue la cantidad de personas que se acercó a pedir justicia, sino que lo más destacable a diferencia de otras marchas feministas era que estaban presentes casi la misma cantidad de hombres que de mujeres. Estos igualmente no sostenían carteles, ni cantaban. Estaban a los costados, dispersos. 

 “Vinimos principalmente por esta violacion que ocurrió en grupo. No solo  porque nos interpela como mujeres, sino también  porque es momento de que los varones se empiecen a preguntar e interpelar entre ellos”, dijo una de las manifestantes a ANCCOM y continuó explicando el motivo de su presencia:  “Todas las mujeres decimos que tenemos una amiga o que nosotras mismas fuimos abusadas o acosadas y ningún varón tiene un amigo que sea abusador o acosador. Entonces es momento de que los varones hablen con sus amigos, que empiecen a cortar con los micromachismos, los chistes de whatsapp, las fotos que le sacan a las pibas y comparten sin su consentimiento. Creo que es tiempo de que los varones se comprometan de una vez a cortar con la complicidad machista, con esa cofradía, que empiecen a romper esos pactos de silencio”.

 Cuando estaba anocheciendo, marcharon por Alem, rodearon la plaza, fueron hasta Carlos Villate y volvieron por Mitre. Iban cantándole a la policía, al Poder Judicial y a cada uno de los abusadores. Además, pegaban carteles por todo el centro de Munro con la cara de los sospechosos en donde se podía leer “abusadores”.  En los locales del Centro, fueron varias las empleadas que lloraban en las puertas de su trabajo viendo pasar la movilización. Una adolescente, mientras pasaban delante de ella, moqueada secándose las lágrimas. Al finalizar la movilización se reunieron en una esquina y hubo tres oradoras que agradecieron la presencia y remarcaron la importancia de estar en la calle luchando y pidiendo justicia. 

Chiara Páez: ¿La Convención de los Derechos del Niño o los tratados de género?

Chiara Páez: ¿La Convención de los Derechos del Niño o los tratados de género?

La decisión de la Corte santafesina, que ordenó tener en cuenta la minoridad del adolescente condenado por el femicidio, implica la reducción de la condena y se multiplicaron reclamos y apoyos. Hablan especialistas en Derecho.

El caso de Chiara Páez impulsó la primera manifestación #Niunamenos.

Estas últimas semanas se desató una controversia sobre el punitivismo, el derecho de niñas, niños y adolescentes, los reclamos del feminismo contra la violencia de género y cómo afecta la justicia a esa perspectiva. El debate surgió a partir del fallo de la Corte Suprema de Santa Fe sobre el femicidio de Chiara Páez, la adolescente cuyo crimen el 10 de mayo de 2015 dio impulso un mes después al lanzamiento del primer “Ni Una Menos”. De acuerdo a ese fallo, la condena de 21 años y 6 meses aplicada a Manuel Mansilla, entonces de 17 años, por el femicidio, deberá ser revisada por errores de inconstitucionalidad, ya que no fue utilizada la escala correspondiente a la minoría de edad, cuya pena, en los casos en que se aplica condena, es sustancialmente menor.

La Corte entendió que el reclamo de la defensa era razonable en cuanto que se le había aplicado una pena que era más alta de lo que debería y sostenía que se le debería haber aplicado un monto que va de 10 a 15 años. Como se señaló, Mansilla a esa fecha tenía 17 años y se le aplicó una condena de 21 años y 6 meses.

 Chiara, también adolescente de 15 años, desapareció en Rufino luego de salir con un grupo de amigas y decirles que iba a encontrarse con su novio (Mansilla). El cuerpo apareció horas después enterrado en el patio de la casa del abuelo del adolescente quien, según la Justicia, la mató a golpes.

“Es fundamental dar con el sujeto vulnerable en los hechos y ese sujeto es Chiara -dijo a ANCCOM María Pía Dómina, feminista y abogada-. Por tres motivos: ser mujer, menor de edad y embarazada” y añadió: “No podemos ponderar la inmadurez de Manuel Mansilla como atenuante y beneficiarlo con reducciones de pena. En caso de tensión entre la Convención de los Derechos del Niño y tratados relativos a género, debemos recordar quién es la víctima y quién es el victimario.”

Domina dice sobre la cantidad de años de la condena: “Estoy lejos de alentar olas punitivistas, pero muy a favor de hacer uso de las escalas penales que ya tenemos previstas en el Código Penal” y continua: “Van a recalcular la pena. El condenado ya lleva 7 años privado de su libertad, suponiendo que le den 15 años casi tendría cumplida la mitad de la condena. Teniendo en cuenta la magnitud de los hechos, yo diría que 25 años es la pena máxima que puede aplicarse en este caso. Estamos hablando de un hombre que mató a puñaladas a una mujer embarazada y la enterró en el patio de la casa de su abuelo. Hay que tener en cuenta que no se puede exigir prisión perpetua porque su aplicación está vedada a los menores de edad por los tratados internacionales”.

Por su parte, Claudia Cesaroni, que actuó como defensora de los casos de menores que fueron condenados a prisión perpetua y que llegaron hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos,  afirmó en este caso no estar de acuerdo con el término “La justicia machista” porque “es una mirada que no es integral. La justicia debe tener perspectiva de género y perspectiva de infancia. Este es un caso muy importante, y aún más como lo resolvió la Corte de Santa Fe, porque se cruzan en un mismo hecho dos personas que pertenecen a grupos particularmente vulnerados en sus derechos: La niña asesinada y el niño que comete el delito. Y digo niños porque la Convención de Derechos del Niño dice que niño es toda persona menor de 18 años. Es decir, ambos son niños. La víctima y el victimario” 

En los hechos comprobados durante el juicio, Mansilla le sacó el chip al celular de Chiara y lo activó en otro dispositivo a 20 cuadras para que no encontraran el cuerpo, llamó a la madre de la víctima luego del asesinato para decirle que Chiara no fue a su casa, organizó un asado mientras se hacían los rastrillajes y mintió repetidas veces en su relato sobre cómo la asesinó.

Para incorporar el relato en el debate, Cesaroni sostiene que hay que entenderlo en un contexto distinto que si hubiera sido cometido por un adulto: “No es que hay que dejarlo impune, no está impune. No se está hablando de impunidad. Se está diciendo que por la condición jurídica de niño tiene que tener una pena determinada que está establecida legalmente, que eso no es `nada`. Son de 10 a 15 años para una persona que al momento de los hechos tenía 17. Estamos hablando casi los años que él tenía de vida cuando cometió el hecho, no es poco tiempo de cárcel y condena.”

La Argentina fue condenada por imponer penas de prisión perpetua a adolescentes y todavía hay penas muy altas para personas que cometieron delitos antes de los 18 años lo que hace que el contexto para la discusión sea más engorrosa porque se trata de dos grupos que suelen ser vulnerados en sus derechos constantemente por el Estado a la hora de presentarse frente al Poder Judicial. 

“Este caso está determinado en nuestro Código Penal -explica Cesaroni- en armonía con el Régimen Penal de la Minoridad, la Ley 22.278 que establece que los jueces que decidan condenar podrán aplicar la misma condena que un adulto o la pena prevista del delito que se trate. Ese ‘podrán’ qué instala la ley, desde que nosotros tenemos la Convención de los Derechos del Niño con jerarquía constitucional ya no es una opción, es una obligación. Hay que aplicar siempre la pena más baja, la pena más leve”, argumentó Cesaroni. 

La especialista hizo hincapié en que en Argentna no hay un sistema penalmente pensado de manera retributiva: “Como vos me sacaste la vida yo te saco la tuya, por eso no hay pena de muerte en nuestro pais”. También explicó porqué es importante que niños y adolescentes tengan un trato distinto al de un adulto a la hora de ser juzgados: “Una persona a los 17 puede ser una y a los 24 otra porque se puso de novio, porque tuvo un hijo, porque entendió la vida de diferente forma. Cualquier persona común, con la diferencia de que no comete delitos graves, no repite las cosas que hizo en su adolescencia en su adultez por la maduración que genera el proceso de crecimiento. El Estado debe revisar el sentido de tenerlo preso, eso no funciona así en los adultos, pero en los adolescentes está puesto en la normativa internacional. Lo que pasa es que muchas veces no se tiene en cuenta lo que indica la normativa de derechos humanos respecto a los jóvenes que cometen delitos. Lo que hace el fallo, cuando cita toda la normativa en la que se basaron los jueces, debería aplicarse más seguido de lo que se lo hace”. 

El fallo de la Corte disparó reclamos. Algunos, desde el propio Estado. La Ministra de Géneros y Diversidad de Santa Fe, Florencia Marinaro, publicó un comunicado en sus redes sociales sentando posición: “La Corte Suprema de Justicia de Santa Fe anuló la condena impuesta a su femicida ante el pedido de inconstitucionalidad presentado por la defensa, y el mismo será juzgado como menor. En este difícil momento, nos hemos comunicado con la familia de Chiara para ponernos a disposición dentro de las facultades que nos conciernen como Ministerio. Será indispensable, cada día, seguir trabajando en una aplicación efectiva de la #Ley Micaela en articulación con todas las instituciones de nuestro país”. 

 Y se recordó que el Estado argentino asumió el compromiso de juzgar con perspectiva de género al ratificar el tratado de Belém do Pará cuyo objeto es prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. En este sentido, Domina señaló en disidencia con Cesaroni: “No puede primar una ley y desvirtuar este tratado. Además, la Ley de Régimen Penal de la Minoridad dice: ‘Pudiendo reducirla (la pena) en la forma prevista para la tentativa’. Entonces, la reducción de la pena  es opcional. Se admite la posibilidad de que los jueces descarten la reducción prevista en el Artículo 4 de la Ley 22278. ”

 Es un caso con mucho cruce para la justicia porque están en juego los derechos firmados en la Convención de los Derechos del niño y los derechos protegidos en el tratado de Belém do Pará. 

 Domina explicó sobre el tratado de Belém do Pará: “Este dice muy claramente que los Estados deben establecer procedimientos legales justos y actuar con la debida diligencia para sancionar la violencia contra la mujer. Los magistrados no pueden seguir ajenos a la normativa en materia de género y tampoco pueden seguir buscando artilugios legales para beneficiar a los femicidas”.

 El debate no es nuevo. En su carta orgánica de 2017, el colectivo de Ni Una Menos incluye un apartado sobre “Antipunitivismo” que dice que mientras las mujeres siguen siendo vulneradas por parte del Estado “la cuenta de los crímenes crece y se nos ofrece más mano dura” y añaden que: “El crecimiento de los discursos punitivistas desde el Poder Ejecutivo y Legislativo y la sanción de leyes que agudizan la crisis humanitaria de las cárceles y proponen el endurecimiento de las penas agravan nuestra situación”. En el apartado el colectivo de Ni Una Menos concluye: “No vamos a permitir, y lo sostenemos en nuestras intervenciones, que tomen las muertes como coartadas justificadoras de la violencia institucional. Tampoco vamos a dejar de señalar la complicidad judicial en la desprotección de las mujeres que denuncian, ni la del Ejecutivo cuando recorta políticas que podrían evitar las violencias… La contracara del punitivismo está en todo lo que el Estado elude hacer, y eso también es política.”

Silvia Gabriela Lospennato, politóloga y diputada nacional por el PRO, que votó a favor de la ley de la IVE apuntò que “el derecho en este y en todos los casos tiene que ser una interpretación que balancee los derechos que hay que proteger y muchas veces hay discordancia entre los regímenes legales y para eso está el juez, para zanjar estas interpretaciones y aplicar la ley correcta”.

 La diputada se centró en el actuar de la justicia que ya lleva un proceso legal para definir una condena firme hace casi 7 años: “Si acá había un problema de derecho que era aplicable es claro que hubo un error de los jueces en todo este proceso. ¿Por qué llegar a esta instancia? ¿Dónde falló el procedimiento antes?. Si tiene que llegar a la instancia del máximo tribunal para darse cuenta que había que juzgarlo en su condición de menor se perdieron muchos años en los que la justicia trabajó mal. El haber dado una sentencia que termina siendo revertida en una instancia superior por un dato que a una le hace preguntarse: ‘¿no conocían la edad del homicida a la hora de juzgarlo?´ Porque ese era un dato que no es que pueden decir que apareció luego o que no pudieron tener en cuenta. ¿Cómo puede ser que se hayan pasado tantas instancias y no se haya contemplado la edad al principio del proceso?”

 Lospennato concluyó sobre este caso en particular que se debe tener en cuenta lo simbólico que es el caso de Chiara como sucedió con el caso de Fardin, llegar hasta esa instancia para que digan “‘Bueno. No es la jurisdicción que corresponde’. No es posible. Las víctimas o sus familias no tienen que atravesar años de proceso re victimizantes para terminar en estas situaciones. La justicia tiene que revisar su procedimiento, incorporar perspectiva de género también es pensar cómo afecta todo este proceso a las víctimas, que son las mujeres que sufren la violencia o sus familias en los casos de los femicidios”.

 

Después de los 60, vienen 69

Después de los 60, vienen 69

Un grupo de mujeres de 60 o más años, integrantes de un taller de escritura en Junín, conformaron un grupo de lectura de cuentos eróticos. Montaron un espectáculo, “El jardín de las delicias”, provocativo por donde se lo vea.

Empieza a llover, nadie se mueve, el atardecer es hermoso y la bodega es un sueño. En el viñedo Las Antípodas de Junín, una chica está sexteando con su pareja. Un mensaje detrás del otro. Se muerde los labios y prepara el clima para el encuentro que va a tener al salir del espectáculo. Sobre el escenario se encuentra Estela, una señora de anteojos grandes que continúa hablando, intentando transmitir en cada palabra la historia que está contando, levanta las cejas, hace ademanes con la mano izquierda. Tiene la postura de una directora de escuela. En su mano derecha sostiene el Kama Sutra.

Son mujeres mayores de 60 que hablan de erotismo con una copa de vino en la mano a un montón de jóvenes pero también, contra todo pronóstico machista, se llevan bien, disfrutan de estar las doce juntas e ir religiosamente todas las semanas a tomar cerveza a un bar. Demuestran con su amistad que para estas mujeres no hay nada mejor que otra mujer. Su revolución abrió puertas enormes luego de sus presentaciones en el viñedo, tanto es así que son múltiples los llamados de otros artistas para hacer presentaciones hablando de sexo y muestras eróticas, ya no solo desde lo literario. Estas “señoras” lograron ver lo erótico no como un tabú sino como algo que forma parte de la vida de todas las personas sin importar su género, su edad, ni el lugar del que vienen, pudiendo hablar con total naturalidad, sin vergüenza. 

Cecilia Avila, hoy jubilada, integrante de las cuenteras y militante feminista, fue una de las primeras en atraverse a cortar las calles contra los femicidios en Junín, y en pararse frente a la catedral para pedir por el aborto legal enfrentándose a la policía y al que dirán de sus vecinos. “Me retiré por problemas de salud, somos hijas del 2001; yo empecé a militar con el ‘que se vayan todos’. El poner el cuerpo me pasó factura después, pero por suerte tuve una fuerza espiritual muy fuerte. Cuando me curé, dije: ´¿Y ahora qué voy a hacer?´ Y empecé a contar, porque contar también es contarse. Nosotras, de alguna manera, nos contamos a nosotras mismas a través de los textos. Después de estar tan mal, el poder pararme de nuevo y en un lugar lleno de aire, me dio (nos dio) la fuerza para salir de nuevo a la vida. Después de estos dos años de pandemia, el miedo, el dolor y la oscuridad, el poder estar en el viñedo fue como un renacer -se le corta la voz y continúa- todo esto tiene que ver con nuestra generación… no nos han vencido”. 

Hace diecisiete años se creó el grupo de las Cuenteras de la Esquina, en ese tiempo lograron hacer un enorme trabajo para llevar la narración a escuelas, geriátricos y penitenciarías. Su actividad fue declarada de interés municipal y provincial. Estela, coordinadora del grupo junto a Mariel, cuenta que también tienen otro tipo de espectáculos con convocatoria por fuera de lo social: “Son mucho más escénicos y recreativos”. 

El grupo está conformado por doce mujeres que tienen en común el amor por la lectura. Son todas de profesiones distintas: abogadas, docentes, maestras, políticas y hasta algunas artistas. “Somos un grupo de mujeres grandes con una fuerte impronta feminista”, dice orgullosa Mariel. La llegada de la pandemia fue muy difícil porque, en su mayoría, las cuenteras superan los 60 años. Acostumbradas a salir siempre a tomar algo después de las reuniones para charlar y seguir pasándola bien juntas, tuvieron que reorganizar sus rutinas;  las más cancheras con la tecnología ayudaron a las que no lo eran tanto. Se encontraban en zoom para hablar de los textos, ejercitar la narración, pero también para hablar de series y películas que veían. “Esto es mucho más que solo leer libros y eso se transmite a los otros”, dice Catalina, una de las integrantes.  

Este año, ya vacunadas, con la posibilidad de volver a presentarse ante el público, querían hacer algo distinto a lo que venían haciendo antes de la cuarentena. Estela, su coordinadora, cuenta sobre el proceso de creación: “Pensamos como primer espectáculo “El Despertar de los Sentidos”, y como una cosa lleva a la otra el segundo fue pensado desde lo erótico, “El jardín de las delicias”, porque si hablamos de los sentidos lo erótico se cae de maduro”. 

Consiguieron de auspiciantes a una librería, una editorial y un viñedo de los cuales son clientas habituales. La última en sumarse como auspiciante fue una “boutique erótica”, como le gusta  decir a  Mariel: “En las reuniones semanales cuando nos juntamos a pensar ideas se nos ocurrió que estaba bueno tener juguetes sexuales para sortear al finalizar el show o en los juegos previos que hicimos”. Buscaron referencias y le llevaron la propuesta a la dueña de un sex shop que quedó encantada. Querían conseguir un público nuevo por fuera del círculo que frecuentaban habitualmente y la repercusión en los espectadores superó por demás las expectativas que tenían. “La gente quedó fascinada con la idea. Fue todo disfrute y cuando vieron todo lo que trajeron las chicas de Audaz Seducción buscaban por todos lados las entradas que no sabían dónde habían metido para ver si ganaban algo”, recuerdan Estela y Mariel sobre las reacciones. “Es importante abrir otros caminos, salirse de lo que tradicionalmente se supone que tenés que hacer. El patriarcado nos dice que a esta edad no podemos desear. Vernos en otros espacios, otras miradas”.

“Está bueno desde los feminismos plantear lo erótico, que es para todos y todas -afirma Catalina, integrante de las cuenteras y continúa-. Cuando vamos a buscar erotismo muchas veces la historia que encontramos es muy estereotipada: el hombre que es un capo y la mujer que se queda en la casa como una cornuda esperando. Por eso nos resultó muy complejo encontrar historias diferentes para contar”. El camino para elegir el libro adecuado tiene que ver con los gustos de cada una, sus historias y lo que quieren dejar a quienes las escuchan. Por eso, el repertorio más allá de que estaba englobado dentro de lo erótico, tomó diferentes variantes sumamente interesantes para los tiempos que corren. Por ejemplo, Cecilia Avila narró “Dos más uno”, un libro que habla de la necesidad de una persona más en la pareja. Mirta Barone pudo contar sobre el sexo en la tercera edad a traves del cuento  “A pura química”, de Gabriela Acher. Catalina narró “69” de Dina Grijalva, un texto que hablaba del sexo pero que no permitía darse cuenta cual era el género de los protagonistas quedando a libre interpretación.