Lebón vuelve

Lebón vuelve

El próximo sábado 13 David Lebón se presentará en el mítico estadio Obras, el templo del rock porteño, en un show al aire libre con público presencial, bajo la modalidad de burbujas de entre dos y seis personas, de acuerdo a los protocolos establecidos ante la pandemia de coronavirus.

Se trata del regreso de Lebón al famoso reducto en el que protagonizó memorables conciertos, como los realizados con Serú Girán o en las presentaciones de sus discos solistas en los años 80, por citar apenas algunos casos. “Siento felicidad, absoluta felicidad de volver. Tengo mucha historia en Obras, tanto con bandas como en mi etapa solista. La gente me lo hace saber a través de redes sociales, son muchos los que alguna vez estuvieron presentes en aquellos shows y ahora tienen la posibilidad de regresar en otro contexto”, señala.

De esta manera, el artista continúa con una intensa actividad iniciada con el aclamado disco Lebón & Co., cuando se vistió de gala para lucirse recorriendo toda su trayectoria musical en un desbordado Teatro Colón, con invitados de lujo. Y luego vinieron las ocho nominaciones para los Premios Gardel 2020. De ellas, Lebón ganó en seis categorías, entre ellas el Gardel De Oro con el cual obtuvo el reconocimiento unánime del público y de la industria. Fue el reconocimiento tan esperado para este talentoso multiinstrumentista que ya lleva 50 años de carrera en los que tocó con todos los grandes del rock nacional, en bandas como Pappo´s Blues, La Pesada, Color Humano, Pescado Rabioso, Sui Géneris, Polifemo, Seleste, Serú Girán. Por supuesto, también brilló como solista. Cuando le preguntan qué le quedó pegado luego de haber tocado con mitos de nuestro rock como Pappo, el Flaco Spinetta y Charly, David acota divertido: “El nivel de la comedia… jajaja”.

Este primer show de 2021 se realizará en el estacionamiento de Obras, con todas las medidas de seguridad que esta época pandémica requiere “El show –cuenta- va a ser con mi banda, con canciones de todas mis épocas. Hacer las listas siempre es difícil, pero estamos en eso. Por otra parte, va a ser con todos los protocolos, con capacidad reducida, para que todos los que vengan estén seguros. Y para la gente del interior o que no pueda llegar a Obras está la opción del streaming.”

En un momento de pleno éxito, como es este presente de Lebón, muchos tendrían problemas egomaníacos, pero él, dice que actualmente se maneja con el ego “igual o mejor que siempre. Es pelea tras pelea, pero siempre gano yo”, se ríe.

Y luego de tantas idas y vueltas, con virajes geográficos incluidos y de haber salido de algunas adicciones que lo tuvieron a maltraer en varias etapas de su vida, lo que David no perdió es el amor a la música y ese vértigo que lo hace seguir subiendo a un escenario cuando muchos colegas suyos piensan en el retiro: Tengo que ser sincero y decirles que hubo dos personas que me ayudaron a hacer todo esto realidad: mi compañera, Patricia Oviedo, y mi creador.”

Lebón presentará en el estacionamiento del Estadio Obras su último disco.

¿Ahora es más difícil llegar a ser conocido que antes? ¿Qué le recomendás a los chicos de los grupos que recién empiezan?

En realidad, no hay que ser conocido ni llegar, lo importante es tocar con el corazón, por eso vas a ser reconocido.

Como compositor, ¿qué canción creés que es la que más te representa de todas las que hiciste?

Son muchas, muchas… Pero si tengo que elegir una es “Y me sucedió a mí” [del disco Si de algo sirve, 1985].

Juguemos. ¿Nunca se te ocurrió pensar qué tema de otro te hubiera gustado componer a vos?

Sin dudas, “Laura va”, del primer álbum de Almendra.

¿Pensaste en escribir tu biografía?

Sí. Es un proyecto que tengo en mente. Mientras tanto quiero seguir tocando hasta que se me doblen los dedos. Por ahora estoy armando un Lebón & Co., Volumen II.

«Soy de una generación que quiso cambiar el mundo pero fracasamos: el mundo nos cambió a nosotros»

«Soy de una generación que quiso cambiar el mundo pero fracasamos: el mundo nos cambió a nosotros»

El proyecto impulsado por Jacobo Timerman tuvo la perspicacia de ser la contracara de “el diario del lunes”, paradójicamente o no, el único día en que La Opinión no se imprimía. Lejos de las publicaciones circunstanciales o anecdóticas, el periódico marcó un quiebre en el periodismo argentino e introdujo ideas innovadoras para la profesión, siguiendo el formato de la tradición francesa de Le Monde.

A 50 años del nacimiento de La Opinión, Abrasha Rotenberg, administrador y director -por un tiempo- del diario y socio de esa legendaria camada de personalidades, cuenta sobre el corto e intenso período de subsistencia de la publicación, de la intervención en manos de la dictadura militar, el legado en el campo del periodismo y la cultura del país. También analiza el presente de la profesión, la pandemia y se anima incluso a avizorar un futuro que describe con detalle y elocuencia. 

¿Qué significa La Opinión?

El diario se propuso elegir, en primer lugar, las noticias que eran trascendentes según su concepto y, en segundo lugar, entre las miles de noticias que hay en el día, tratar de detectar aquellas que verdaderamente eran importantes y no anécdotas o circunstanciales, que lo único que hacían era llenar páginas. En segundo término, el papel de los periodistas en los periódicos de esa época era absolutamente anónimo. No se conocía quiénes eran los autores. En La Opinión eso era distinto. Y en tercer lugar, el diario buscaba un público muy especial, lo que se llamó «la inmensa minoría», que era parte del público interesado en lo que sucedía afuera de la Argentina, interesado en el lugar que la Argentina ocupaba en el mundo. Eran intelectuales, leían mucho, y La Opinión buscó a ese público para que se enterara de lo que pasaba en el mundo según la visión de sus periodistas o, mejor dicho, según los periodistas que interpretaban la línea del periódico.

¿Y cuál era esa línea?

En primer lugar, la inteligencia. En La Opinión los que colaboraban no eran solamente periodistas, eran a veces intelectuales, a veces poetas, a veces escritores o gente de la política. Lo importante era que tuvieran la capacidad de medir inteligentemente, según su criterio, el significado de las noticias, qué ocurría, por qué ocurría, a qué conducía lo que había sucedido. En ese sentido, incluso a veces había hechos que dentro de La Opinión eran interpretados por los periodistas de distinta forma. La novedad era que firmaban. En ese momento eso era una revolución. Y si mirás los periódicos hoy, ese hábito, esa revolución existe ahora, ya dejaron de ser anónimos los periodistas. La gente habla de los periodistas como de un jugador de fútbol. Empieza a tener preponderancia no solamente el periódico donde trabajan, sino ellos mismos, que hoy se han transformado en personajes cuya opinión trasciende e importa.

La Opinión se imprimió por primera vez el 4 de mayo de 1971, ese mismo día, pero cinco años después, salió a las calles de España el diario El País, con una impronta muy similar a la del periódico argentino. El azar impuso su agenda, en esa fecha cumple años Javier Timerman, hijo menor de Jacobo y testigo privilegiado de lo que ocurría en las redacciones. Curiosidades del destino, el mismo día de mayo, el propio Abrasha Rotenberg, este 2021, cumplió 95.  

¿Cómo se mentó esta idea tan disruptiva del periodismo? 

Viene de una tradición francesa. Esto lo inventó el periódico Le Monde, que trajo esta innovación. Por ejemplo, La Opinión no tuvo nunca fotos. En vez de fotografías había caricaturas de Sabat, que era un hombre de un ingenio extraordinario, interpretaba la realidad con sus ilustraciones. La Opinión se definió justamente por eso, por esa presencia. Y también por la ausencia de fútbol, por eso no salía los lunes. También hay que entender en qué momento aparece el diario, en un tiempo muy duro. Nació el 4 de mayo de 1971 y fue confiscado por el gobierno militar en mayo de 1977. Vivió seis años nada más. En esos seis años tuvo como presidente a Lanusse, Cámpora, Lastiri, Perón e Isabel Perón; cinco presidentes en seis años, y los cinco presidentes en tiempos muy tormentosos. Justamente, esos periodistas tan singulares, tan abiertos eran políticamente muy combativos y combatían no solamente por el cambio de la sociedad, sino también por el cambio de la ideología. Así que tuvimos una vida muy agitada. Y sin embargo, hoy todavía, después de cincuenta años, independientemente de esos conflictos, fue muy importante lo que marcaron Jacobo Timerman y unos meses yo, que fui director, sin tener la preparación necesaria, pero bueno. Me tocó una época muy complicada. Había que manejarse con mucho cuidado porque la vida no valía nada. La función que yo cumplía tenía que ver con cuidar a la empresa. No era fácil manejar una economía en épocas tan turbulentas, donde todos los días te preguntabas: «¿Por qué no vino este? No sabés, lo mataron ayer». Naturalizamos la muerte. Es un horror lo que nos pasó.

En una entrevista decís «La Opinión es un desaparecido más»…

Bueno, porque se apoderaron y siguió saliendo un año o dos más, pero era otro diario, no tenía nada que ver con La Opinión. Eso que era antes desapareció. Es una metáfora, pero ocurrió eso. La Opinión original murió en mayo del 77. Después hubo mucha gente que colaboró, y algunos cuyos nombres vi hace unos años cuando fui a la Biblioteca Nacional para ver quién había participado con el diario intervenido. Te vas a encontrar con nombres de gente que anda hablando de la democracia y se metió a La Opinión intervenida por los militares. Antes, todo el mundo quería que apareciera su nombre en La Opinión, imaginate, era un prestigio. Era el «prestigio axilar», llevabas bajo la axila La Opinión y ya estabas identificado como el gran personaje. Era un signo de identidad.

Luego de la intervención del diario, Abrasha Rotenberg y Jacobo Timerman intentaron revivir la idea en España, pero ese espacio ya estaba ocupado por El País. Rotenberg había llegado a Madrid en 1976 con su familia (su esposa, la cantante y pianista Dina Rot, y sus hijos Cecilia Roth y Ariel Rot, actriz y músico, respectivamente). Por su parte, Timerman había arribado a la misma ciudad luego de vivir un tiempo en Israel, país al que viajó después de haber estado detenido por la dictadura en Argentina. 

Otra de las frases de esa entrevista es «no sé si hoy podría haber un diario como La Opinión«. ¿En qué sentido no podría existir un diario así hoy?

Mirá, es lo que siento, no te podría decir que tengo una estadística. En los años 60, 70, este era un país de clase media muy inquieta, muy apasionada por la lectura, por la discusión, por la innovación. No estar en Buenos Aires no me da a mí el derecho de ser absoluto en lo que digo, pero desapareció esa clase media, se empobreció, no solamente económicamente, se empobreció intelectualmente. Se publican libros, pero ahora hay escritores que me han confesado que vender 500 ejemplares, con los nombres que tienen, es su consuelo. Antes tres mil ejemplares era lo mínimo. La tecnología te permite a un costo bajo editar 200 ejemplares, y las editoriales con muchos libros hacen eso. Ahora el gran éxito no es vender 300 mil ejemplares, solamente venden los temas políticos, pero la literatura no sé. Debe haber, pero es más limitado el público.

¿Hay algo que se conserve actualmente, en cuanto al estilo del periodismo, en relación a esa época?

Yo creo que hay innovación. No hay que desdeñar. Cada uno vive su época. Pero el lector ya no tiene la capacidad de sentarse y leer. ¿Sabés cuál era el problema de La Opinión?¿Sabés por qué mucha gente lo dejaba de leer? Por rabia, por bronca, porque tenía tanto material que no podía leerlo todos los días, porque al final era en realidad una revista que salía todos los días, con artículos e interpretaciones. Era la forma de un diario, pero el contenido interpretativo tenía parte de revista. Era la noticia con la interpretación de esa noticia, y otros temas. Eso lo hacen muchos diarios ahora, no hay que desdeñar eso, y hay periodistas extraordinarios en esta época. Pero ver un periódico como La Opinión ahora no es necesario. Apretando el dedito ves lo que está ocurriendo.

Fracaso

Abrasha Rotenberg nació el 4 de mayo de 1926 “en un lugar que ya no existe”, comenta: la Unión Soviética. También cuenta que hoy utiliza su tiempo en leer e informarse. Se define como un hombre de radio, incluso aprendió a hablar español por ese medio cuando llegó al país con tan solo ocho años. “Aprendí escuchando novelas camperas”, agrega. La amenaza (2020) es el nombre del último libro de Rotenberg. Se trata de una novela que cuenta, en dos tiempos, la historia de Travin, un joven culto e interesado por la política, y también un periodista adulto perseguido por la dictadura militar. En el sitio web del autor y en su perfil de Instagram se destaca una frase de presentación:

«Soy de una generación que quiso cambiar el mundo. Fracasamos, el mundo nos cambió a nosotros». 

«Mirá -dice Rotenberg-, nací en 1926, es decir, hace 95 años. Era un mundo de esperanza, en 1917 se produjo la Revolución Rusa, iba a nacer el hombre nuevo, una sociedad equitativa, un mundo de distribución de la educación igualitaria, de los ingresos igualitarios, iba a desaparecer la explotación del hombre por el hombre. En 1922, Mussolini toma el poder en Italia, todo lo opuesto, el Estado es lo más importante, el hombre es un elemento nada más, el hombre tiene que trabajar para un Estado fuerte, la patria, el ejército, la bandera; nacionalismo puro. En 1933, sube Adolfo Hitler, la violencia, la guerra, la persecución a los judíos, a los gitanos, a los homosexuales. 1936, Guerra Civil Española. 1939, Guerra Mundial. Y luego, Corea, Vietnam, ni un solo día dejó de sonar un cañón. ¿Y qué pasó con ese sueño del hombre? El hombre nuevo nació con Lenin en la Unión Soviética, y termina con Putin. Volvemos a la prehistoria. El sueño de una generación que iba a cambiar el mundo se transformó en absoluto fracaso. ¿Estamos mejor que antes? Sí, mucho mejor. ¿Conseguimos algo de lo que queríamos? Un poquito».

¿Qué nos espera?

Estamos en medio de una revolución cuyo significado no entendemos. Estamos en el final de la era industrial y en los principios de la era de la inteligencia artificial, y no nos damos cuenta de que para esa revolución que viene no tenemos ni el lenguaje, ni sabemos cómo interpretarla, porque va a una velocidad mucho más rápida que la de nuestra inteligencia para captar su sentido. La Revolución Industrial tardó 200 años en desarrollarse y en llegar a su cúspide. Esta tarda días. La mente no se acostumbra a eso. Estamos perdidos, pero yo creo en la inteligencia del hombre, a pesar de esto inesperado que nos está ocurriendo, de este virus asesino, porque igual lo vamos a superar. Tuvimos la peste negra, la peste española, muchas cosas, pero no teníamos los elementos tecnológicos para combatirlas. En un año el hombre descubrió cómo pelear contra un enemigo desconocido, así que yo voy a morir con el desencanto, pero con la esperanza.

Me hizo acordar un poco a una frase de Pepe Mujica que dice algo similar, y agrega: «Pero sigo soñando que vale la pena luchar»…

Yo voy a ser más modesto. Yo digo que vale la pena vivir, vale la pena vivir, y con los ojos abiertos, porque hay muchos vendedores de fantasías entre nosotros, muchos, y son muy hábiles. A lo que yo le temo es a la fe, porque no admite argumentos. Esa cosa basada en la irracionalidad me preocupa, pero los sueños son necesarios. El hombre sin sueños se parece mucho a un animal. Técnicamente, del hombre de las cavernas estamos a cien mil kilómetros, pero espiritualmente, emotivamente, estamos a medio metro. 

Los kilómetros que nos separan del hombre de las cavernas se plasman en la virtualidad del Zoom, plataforma que Abrasha maneja a la perfección. Sumado a esto, el autor de La amenaza (2020) hace transmisiones en vivo por Instagram para seguir difundiendo su última obra, publicada a sus 93 años.

En cuanto a La Opinión, muchas y muy variadas son las interpretaciones de este diario que se desarrolló en las puertas de la época más trágica de la historia de nuestro país. El principal legado del periódico fue el de marcar un quiebre y una innovación en la práctica periodística. ANCCOM tuvo el privilegio de conversar con una de las principales figuras de ese legado. 

«Falta coraje político para resolver la crisis climática»

«Falta coraje político para resolver la crisis climática»

El ministro de Cambio Climático de Misiones, Patricio Lombardi (53), estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de Belgrano. A principios de los años 90, fue asesor en esa materia tanto del Poder Ejecutivo como del Legislativo, y luego, en 1995, cuando recibió una beca de la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA), se mudó a Washington. En el país del norte llegó a ser viceministro encargado de Relaciones con América latina y el Caribe del Estado de Florida, durante el mandato del entonces gobernador Jeb Bush.

Vegetariano desde los 20 años, Lombardi sufrió cáncer de piel a los 32, hecho que reafirmó sus convicciones respecto al medio ambiente. En 2009, junto con el ex baterista de Soda Stereo, Charly Alberti, creó la Fundación R21, con la que replicaron en la región la Ley de Juramento al Compromiso Ambiental. La norma fue impulsada en Misiones por el ex gobernador Carlos Rovira, al igual que la Ley de Agricultura Familiar y la que convirtió a Lombardi en ministro, quien hasta ese momento se desempeñaba como subsecretario de Relaciones Internacionales de la provincia.

¿Por qué se creó el Ministerio de Cambio Climático?

Por la necesidad de jerarquizar la temática como política de Estado y llevarla a lo más alto. Yo vengo de la sociedad civil, tengo una fundación (R21) y siempre decíamos que como individuos somos el problema y también la solución en la problemática ambiental. Pero si no tenemos políticos –yo no vengo de la política– que cambien esta situación, legislen y tomen decisiones… El conocimiento científico para resolver la crisis climática lo tenemos, lo que no tenemos todavía es el coraje político. Misiones lo tuvo y por eso creó el Ministerio, pero al mundo le falta tomar decisiones más firmes sobre esto.

¿Misiones lo creó por iniciativa propia?

Por el interés de la provincia en mantener y reforzar su liderazgo ambiental. Fue la primera en Argentina que tuvo un Ministerio de Ecología creado hace 35 años y también fue pionera en crear un Ministerio de Agricultura Familiar, cuando hoy el Pacto Verde Europeo está diciendo que hay que comer agroecológico y de la granja en la mesa. Justamente esta política de Estado tiene seis años y ahora también el primer Ministerio de Cambio Climático en toda la región. Por eso, no es algo descolgado de la provincia, sino que habla de una trayectoria.

¿Cómo llegó a ser ministro?

Por mi recorrido en la temática. El cambio climático tiene mucho que ver con las relaciones internacionales, porque es un fenómeno global, y yo venía de tener a cargo las relaciones internacionales de la provincia. Si hacemos un paralelismo, lo que pasó en Estados Unidos es interesante. Venían de un presidente que negaba el cambio climático como Donald Trump, llega otro como Joe Biden que sí lo reconoce y pone de ministro de Cambio Climático al que había sido ministro de Relaciones Exteriores de Barack Obama. Uno y otro tema están unidos. Mi paso anterior a este, Fundar R21 junto con Charly Alberti, también me dio un plafón para entender la problemática ambiental y con Charly hemos ido a las cumbres más importantes en los últimos 12 años, así que no es algo nuevo para mí.

¿Quién le ofreció ser ministro?

En febrero del 2020, el Gobernador (Oscar Herrera Ahuad) me dijo que el Papa Francisco lo iba a recibir y si yo, como encargado de relaciones internacionales, lo podía acompañar. En la reunión, le anunció (al Papa) que se iba a presentar un proyecto de ley para crear el Ministerio de Cambio Climático en Misiones. En septiembre, la Legislatura provincial aprueba la ley y en octubre el Gobernador me pide si yo podía ser el ministro. Inmediatamente, con mucho orgullo y honor, le dije que sí.

¿Cuáles son las causas del cambio climático?

Muchas y diversas. Puede ser una chimenea que contamina; el caño de escape de un auto; la explotación y quema de hidrocarburos; los gases de las vacas (metano); el dióxido de carbono. Hay múltiples maneras de contaminar el planeta, hoy las vemos a todas presentes, y tenemos pocas formas de contrarrestarlo.

¿Existe una solución?

Educar y, como hizo Misiones, llevar este tema a lo alto de la política de Estado para que haya gente que dé la cara y diga “tenemos que tener una agricultura más amigable con el suelo y no usar agroquímicos”. Si hoy el mundo tuviese gente con la visión que hay en Misiones, el planeta sería otro. Por ejemplo, las restricciones que el Presidente estableció y que regían desde el sábado 22 de mayo para gran parte del país, a esta provincia no le tocaron porque tenemos otra realidad.

¿Por la responsabilidad social o por la biodiversidad?

Por las dos razones. Tenemos un gobernador y un vice que son médicos rurales, por lo cual saben, y además tenemos otro problema derivado del cambio climático que es el dengue. En Buenos Aires no existía antes, era una enfermedad tropical, y hace 10 años que la estamos escuchando. ¿Por qué? Por el cambio climático. Acá en Misiones tenemos una experiencia de cambio climático mucho más rápida y anterior. Hay un entendimiento pandémico, a cuidarse y a ser más responsables socialmente, y también nuestra política sanitaria es de primer nivel y elogiada en Europa. Además, si tenés selva, allí no hay coronavirus.

¿Deben pagar quienes dañan el medioambiente?

Hace unas semanas nos pusimos muy contentos cuando el presidente Alberto Fernández afirmó en la Cumbre del Clima que es hora de que nos den dinero no reembolsable por nuestros servicios ecosistémicos. Naciones Unidas creó una guía que resume tales servicios y básicamente plantea que un bosque nos da alimentos y medicinas, fija el suelo, es biodiversidad genética y también refugio de pueblos originarios. El 70 por ciento de los remedios oncológicos viene de allí, si lo talamos no habría de dónde sacar la materia prima para que la gente con cáncer los tenga. Entonces, para que una hectárea donde hay biodiversidad no sea desmontada, ¿cómo le digo al dueño de ese terreno “no tires el árbol para plantar soja porque estás haciendo una acción climática”? El tipo te puede decir “mi vecino de enfrente, de Paraguay o Brasil, tiene soja y una Toyota 4×4 y yo un auto viejo, quiero talar para plantar soja y ganar plata”. Ahora bien, ¿qué sería un pago por servicio ecosistémico no reembolsable? Que me den dinero para poder decirle a ese hombre “no tale la selva”, es pagar para que no talen.

¿Qué medidas ha tomado Misiones con respecto a los incendios?

El fuego puede ser provocado por una sequía derivada del cambio climático, o por algunos vivos que queman un monte para criar vacas o cerdos. Esta es una provincia que como matriz no tiene a la soja ni al transgénico, y concretamente, con relación a los incendios, no podemos tener el 52 por ciento de la biodiversidad y la mitad de la superficie arbolada y no contar con las herramientas necesarias para prevenirlos. Más cuando somos una provincia que hace bien las cosas, ordenada, que entiende la importancia del ambiente. Nuestras campañas de concientización, la alerta temprana, la responsabilidad cívica, todo esto es muy importante. Mucha gente utiliza fuego para limpiar el campo y luego sembrarlo porque es la forma más rápida. Estamos bien en cuanto a la conciencia del misionero del cuidado, pero tampoco nos podemos dormir. Lo cierto es que ante una emergencia no tenemos las herramientas necesarias para apagar el fuego, por eso necesitamos recursos no reembolsables. En una situación como esa la comunidad internacional tendría que ayudarnos. ¿Por qué? Porque el oxígeno puro que Misiones emite y el dióxido de carbono que captura nos beneficia a todos.

¿Por qué no es una provincia sojera?

De hecho, tenemos, pero no levantamos como otras provincias la bandera de la soja. Acá hay una política de Estado firme protegiendo lo ambiental, nosotros le dijimos no a la soja. Ahora, si alguien tiene un campo y quiere plantarla, no se le puede prohibir. Aunque me parece que haría un pésimo negocio aquí, porque tiene mucho más valor un árbol en pie que uno cortado, una mariposa viva que una muerta. Cuando entendamos eso, nadie más, por lo menos en esta provincia, va a ir por ese lado. El otro día me preguntaban mi opinión sobre las factorías de cerdos que quieren instalar los chinos. “No, atrás”, fue mi respuesta, pero tenemos que ser realistas. Por ejemplo, Misiones es una provincia en la que se planta tabaco y esto implica unas prácticas con el ambiente que no van muy de la mano, pero se está trabajando ahora en tabaco orgánico o agroecológico y está buenísimo. ¿Hacemos todo bien? No, tenemos todavía una actividad que no está adaptada al siglo XXI, pero de a poquito lo vamos modificando. Nuestra apuesta es a la agroecología que se basa en que un día plantás frutilla, otro día lechuga y otro día tomate, es rotación de cultivos, porque si no degradás el suelo.

¿Tienen alguna protección que evite el uso de agrotóxicos?

En Misiones se está yendo a una agricultura agroecológica en todas y cada una de las prácticas. Hay un trabajo muy fuerte de la familia agricultora, la chacra misionera, en donde el Ministerio de Agricultura Familiar elabora un manual de buenas prácticas de cultivo o, como se dice ahora, “agricultura climáticamente inteligente”, es decir, no utilizar productos que tienen traza de glifosato. Hay pesticidas y pesticidas, algunos profundamente tóxicos o con componentes químicos que han demostrado ser cancerígenos, y también hay otros que van pura y exclusivamente hacia ese bicho y no está la traza tanto en el humano. Hoy, esto dicho por el Conicet, llueve glifosato. En las toallitas íntimas de las mujeres hay glifosato. Una manzana, aunque la laves, tiene glifosato… Por eso son importantes la agroecología y las buenas prácticas. Por supuesto que a partir de que la temperatura sube y hay un cambio climático, los bichitos son cada vez más difíciles de combatir y más resistentes, entonces tenés que usar más agrotóxicos. Entonces hay que pensar en la rotación de cultivo, trabajar en altura, poner plantas en la punta que alejan ciertos insectos. Otro ejemplo, si ponés la colilla del cigarrillo, la dejás en agua, eso es un plaguicida natural, también la mufa del limón… De a poco estamos entendiendo, nadie sabe mucho en el mundo de estas nuevas prácticas, estamos todos aprendiendo.

¿No hay forma legal de frenar el uso de glifosato?

Hoy, si tenés una chacra en el interior de Misiones, sos productor de yerba y le querés hechar glifosato, no te lo puedo prohibir porque no hay una ley nacional que me autorice. Sin embargo, en la provincia tenemos una ley que prohíbe el uso de glifosato en el casco urbano.

¿Hay algún proyecto de ley al respecto?

Me encantaría que Argentina tome conciencia que el glifosato ya no se usa más en Europa. Pero hay que tener una decisión muy importante y hoy la matriz productiva del país no es la misma que la de Misiones. La gente que hace yerba orgánica y agroecológica en Misiones tiene toda la producción vendida al exterior porque hay una enorme demanda. El día de mañana, Argentina va a tener que entender esto y ahí sí podrá pasar una ley, pero hoy, aunque nosotros desde la sociedad civil presentemos un proyecto, no va a salir. Sí se puede pensar de acá a cinco años, ir preparando el camino.

¿Qué es el mercado de carbono?

Lo más importante es lo que dijo el secretario general de las Naciones Unidas hace unos días: “Es tiempo de ponerle precio al carbono”. Esto es complejo y diverso, pero vamos a hacerlo lo más simple posible. Todos tenemos una huella hídrica y una huella de carbono. Si estás tomando una taza de café de 250 cc, para producir ese cuarto litro necesitás 200 litros de agua, por todo el proceso que tuvo el café, desde el regado de la planta, y esto se llama la huella hídrica. Y si vas a la verdulería y tenés una banana Dole y una misionera, vas a decir “la Dole viene de Ecuador, a 4 mil kilómetros, la subieron arriba de un barco o de un avión y vino quemando carbono”, esta es la huella de carbono.

¿Qué programas están desarrollando desde el Ministerio?

Estamos elaborando, en conjunto con consultoras de Naciones Unidas, el Plan de Adaptación al Cambio Climático que tenemos que presentar. También el Plan de Mitigación al Cambio Climático para el que contamos con el apoyo del Ministerio de Ambiente de la Nación y de Naciones Unidas. En breve, vamos a lanzar el estudio de gases de efecto invernadero que va a llevar entre 8 y 10 meses, es una evaluación multidisciplinaria que se va a realizar acá. Estos tres planes nos van a permitir saber qué tan carbono neutral somos, o sea, si emitimos más de lo que capturamos, cómo estamos en esa balanza entre lo limpio y lo sucio.

¿La solución al cambio climático está en la educación?

Está en tomar el tema con la seriedad que se merece y que sea transversal. Y esa transversalidad tiene que ir no solamente por la educación sino por las acciones de gobierno. La ciencia ya nos dio el diagnóstico, falta que los políticos pongan lo que hay que poner y tomen las decisiones correctas.

“Los bancos estafaron a la mayoría de los ahorristas”

“Los bancos estafaron a la mayoría de los ahorristas”

El humorista Nito Artaza fue otro de los protagonistas de las jornadas de diciembre de 2001. Cómo fue su pelea contra el corralito de Cavallo y De La Rúa que, afirma, le cambió la vida. Similitudes del papel del FMI en la crisis actual.

Actor, humorista y productor teatral, la carrera política de Eugenio Justiniano Artaza, más conocido como “Nito”, comenzó unas semanas antes del 19 y 20 de diciembre de 2001, con el anuncio del “corralito” del entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien dispuso la confiscación de los ahorros de una parte importante de la clase media. A la cabeza del movimiento Ahorristas Bancarios Argentinos Estafados, Nito Artaza encabezó numerosos escraches y cacerolazos contra las entidades financieras y su figura se acrecentó hasta convertirse, años más tarde, en senador nacional por la UCR.

¿Cómo fue tu experiencia como representante de los ahorristas?

Me cambió la vida, fuimos amplificadores de personas que habían sido estafadas por los bancos y lo peor hubiera sido que este escándalo hubiera pasado inadvertido. Fue una experiencia ciudadana que deja en claro que los derechos se ganan con la lucha, que fue pacífica, pero con mucha energía. En esto nos amparaba no sólo la Constitución, sino también los contratos que habíamos firmado con los bancos y una Ley de Intangibilidad. Pero a pesar de todo eso, los bancos estafaron a la mayoría de la gente que podía ahorrar.

¿Dónde te encontrabas cuando Cavallo anunció el “corralito”?

Estaba en Mar del Plata haciendo la temporada. En un momento creí que iba a ser momentáneo y que se iba a revertir. Después que observé cómo era la situación, acompañé a los ahorristas de Mar del Plata, que se encontraban en la lucha por su dinero. Luego del fallo “San Luis”, que fue precedente, el juez López de la ciudad de Mar del Plata ordenó que todos los amparos debían ser pagados por los bancos. 

¿Quiénes se sumaron al movimiento?

Conté con el apoyo de Hugo “Perico” Pérez (ex futbolista de Racing e Independiente) y muchos abogados que me acompañaron y con los que organizamos diversas marchas para protestar frente a los bancos y evitar lo que el Fondo Monetario Internacional pedía.

¿Qué medida motivó que se organizara un movimiento de ahorristas?

Fue cuando se cambió la esencia de la moneda y los dólares pasaron a ser bonos del Estado. Es en ese momento, organizamos una marcha hacia el Congreso y ese fue el inicio de la lucha, porque tuvimos visibilidad en una convocatoria en la que participaron 40 mil personas.

¿Qué pedía el FMI?

Pretendía que los bonos de los bancos se transformaran en bonos compulsivos. Es decir que el Estado se hiciera cargo de las deudas de los bancos con los ahorristas. Además, el organismo pretendía parar los amparos de los ahorristas que tenían la posibilidad de sacar el dinero de los bancos, porque si no el sistema bancario podría quebrarse

¿Qué sentías cuando participabas en cada movilización?

Fue muy doloroso acompañar a los ahorristas que en el medio perdieron a sus familiares, que tenían problemas de salud o que no podían ayudar en la educación de sus hijos. Durante esa etapa, según un informe de la Fundación Favaloro, más de 20 mil personas fallecieron por problemas cardíacos.

¿Cuánto duró la lucha?

Unos cinco años. En el medio, algunos recuperaron sus ahorros mientras que otros no. A través de los amparos y de las medidas de la Suprema Corte de Justicia, logramos tener reuniones con el presidente Eduardo Duhalde y con su ministro de Economía, Roberto Lavagna. Nuestro movimiento consiguió que se abra el “corralón” y que el dinero no fuera todo para los bancos. Ellos nos decían que la convertibilidad era insostenible, que convertir un peso en un dólar era un error grave y, al producirse la devaluación, ya no había manera de pagarlo.

También se reunieron con el FMI…

Organizamos un viaje junto a una abogada y nos reunimos con Anoop Singh, director del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo. En esos encuentros, lo más importante era enfatizarle la gravedad de parar los amparos, porque era la única medida que tenían los ahorristas de recuperar su dinero.

¿Qué respuestas les dieron?

Singh nos respondió que las entidades bancarias estaban en condiciones de devolverles los ahorros en dólares, pero que debían hacerlo con el tiempo…

¿Qué otras iniciativas impulsaron?

Juntamos 10 mil firmas y nos presentamos en Washington ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Esas medidas violentaron los derechos a la salud, el ahorro, el derecho a la propiedad. Los bancos, en simultáneo, hacían malversación de fondos porque seguían prestando con dinero ajeno pero retenido. Después de esta denuncia, el por entonces secretario ejecutivo de la Comisión, (el argentino) Santiago Cantón, envió una delegación al país para ver la situación con los bancos. Después nos volvimos a reunir con el Fondo, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, y en una de esos encuentros le pedimos al FMI que analizara su actuación con nuestro país.

En 2003, el FMI reconoció que fue corresponsable de la crisis del 2001 porque prestó dinero de manera irresponsable a través del “Megacanje” y eso provocó la fuga de capitales.

Nito Artaza

¿Y qué dijeron?

En 2003, el FMI reconoció que fue corresponsable de la crisis porque prestó dinero de forma irresponsable con el “Megacanje” y eso provocó la fuga de capitales. Esto para nosotros fue muy importante para demostrar al mundo lo que estaba ocurriendo en el país.

¿Cómo recuerda la situación económica y política de ese periodo?

Este problema no solo afectaba a los que pudieron ahorrar. En 2002, Duhalde, en una reunión, me mostró a miles de piqueteros en la Plaza de Mayo y me dijo: “Ustedes ahorraron, pero estos no comen”, lo cual era una situación real y complejizaba la crisis.

¿Qué consecuencias tuvo el corralito?

El argentino común tiene miedo de invertir y de guardar sus ahorros en los bancos y, por ende, generar crédito en el país. Le damos crédito a los norteamericanos o a los que están en un paraíso financiero y no a la Argentina. El país no tiene un mercado de capitales fuerte, a pesar de que tiene un potencial enorme, cuestión que oportunamente marcamos a las autoridades locales e internacionales.

¿Cómo fue tu encuentro con Domingo Cavallo?

Me llamó una noche y me invitó a su casa. El ya no era Ministro de Economía. Y ahí me dijo: “Hay que defender la convertibilidad porque si se sale, esto estalla”.

¿Qué le contestaste?                                     

“Me parece que la convertibilidad, que usted mismo construyó, es inviable”. Después continuó insistiendo con lo mismo, que debía sostenerse en $ 2,60, que había que hacer otra convertibilidad y que eso se lo tenía que comentar a Duhalde porque había un interés de pesificar las deudas de las empresas y que detrás de eso había un interés económico y político.

¿Cómo evaluás el desenlace?

La situación era muy compleja. Nosotros entendimos que se le dio la razón a los que querían pesificar a costa de los ahorristas. Creo que todo pudo haber terminado mejor si no se hubiera respondido solo al interés del sistema financiero.

¿En qué sentido?

Eso demuestra que son el poder real. Eso ocurre también en Estados Unidos y en la Unión Europea. El sistema financiero y las grandes corporaciones son el poder real. Después está el poder formal, lo que votamos e hicieron lo que pudieron y otros respondieron al poder financiero y abajo de todo eso está el ciudadano. Eso no tiene que volver a ocurrir.

«Vos que la viviste, no dejes que te la cuenten»

«Vos que la viviste, no dejes que te la cuenten»

“Para tener memoria” y como “homenaje a las víctimas y sus familias”, la periodista Paloma García publicó un libro con sus fotos de diciembre de 2001. “La fuerza la tiene el fuego de esa noche, la resistencia del pueblo”, afirma la autora.

Durante el estallido de 2001, nucleada en el colectivo Argentina Arde, Paloma García se dedicó a retratar el hambre, la violencia y la represión. De ese archivo surge este trabajo que compila una selección de 50 fotografías de más de 70 rollos.

Editado por Grupo Editorial Sur, 2001. Fotografías diciembre 2001 – junio 2002 es el primer libro de la autora. Fotógrafa, periodista especializada en investigación, García ha trabajado en el área de noticias de TV Pública y en Telesur. Hoy, además de colaborar con diversos medios, participa del colectivo de Fotógrafes x los Barrios, que combina acciones fotográficas y solidarias. En charla con ANCCOM, recuerda esa larga jornada del 19 y 20 de diciembre, veinte años atrás.

¿Cómo lo viviste?

Como fotoperiodista y periodista, el 19 y 20 me encontró bastante al tanto de lo que estaba pasando. De hecho, estaba trabajando en el Congreso, en el despacho del grupo de diputados socialistas Oscar González y Alfredo Bravo. Seguíamos bastante de cerca todo lo que pasaba, sobre todo en La Matanza y en el conurbano. También porque estaba trabajando junto a Carlos Bosch, mi maestro en fotografía y mi gran amigo, estábamos haciendo un trabajo sobre piqueteros y ya habíamos empezado a estar en contacto con la gente que se reunía en la Escuela Amarilla en La Matanza. Recordemos que unos meses antes se dio el Matanzazo, antes del estallido. El 19 de diciembre a la noche salí con mis vecinos de Saavedra, barrio en el que vivía, y militábamos por los derechos humanos en un grupo que se llamaba Madres del Pañuelo Blanco. Fuimos a reunirnos en la esquina con toda la gente indignada que empezó a salir a las calles para responder a esa imposición de un estado de sitio y llegamos hasta Plaza de Mayo. Yo llevé mi cámara, mi Canon AE 1.

¿Qué te impulsó a publicar este libro a 20 años del estallido?

Lo que me impulsó, en este aniversario, es entender que, así como como el 19 y 20 supe que mi cámara era una herramienta para dar testimonio, para dejar grabado lo que estaba siendo parte de la historia de los argentinos y de las argentinas, también entendí que era momento de dejar ese documento pensando que, tal vez, jóvenes que no vivieron ese momento puedan encontrarse movilizados por una foto, ir hacia atrás en la historia y tratar de entender qué nos pasó, para tener memoria. Por sobre todas las cosas, para tener memoria. Y también me impulsó el homenaje a las familias de las víctimas y a las víctimas.

¿Cómo fue el proceso de selección de las imágenes?

Fue difícil porque es un trabajo minucioso poder escanear esas 400 fotografías. Tuve la ayuda de la colega fotógrafa Cristina Pereira y también de Álvaro Giménez, mi compañero, que viene del área de Bellas Artes. En cuanto a la edición del libro, al ensayo que quedó plasmado, de esas 400 fotografías quedó una selección de 50, que son las que lo integran. Ese trabajo lo hice con Diego Sandstede y Valeria Bellusci, también fotógrafos.

 

¿Qué criterio seguiste?

Tuvo que ver con encontrar un ritmo en el mensaje que quería dar. Muchas fotografías que me gustan mucho no pudieron estar porque abrían la historia hacia otra historia también. Por ejemplo, un retrato de Lidia Quinteros, la líder del Tren Blanco de los cartoneros, que dieron tanta batalla en aquel momento. Seguí a Lidia durante meses en el tren, todas las veces que volvían a José León Suárez, después de la cantidad de horas que pasaban recogiendo cartones en la Capital. Pero eso ya era otra parte del ensayo. O todo el trabajo de la Asamblea de Saavedra para recuperar una huerta cerca de Balbín y Donado, donde yo vivía. Todo eso era otra historia u otro libro. Pero en éste, la fuerza la tiene el fuego de esa noche, la resistencia del pueblo. Hay algunas fotografías más que van hasta junio del 2002, que quiere mostrar no solamente la cuestión de los cacerolazos y de la clase media a la que le habían tocado el bolsillo, sino que también había una unión en la lucha de clases muy interesante. Todo un pueblo resistiendo junto, logrando, por ejemplo, que por lo menos el payaso de Fernando De la Rúa se fuese. Lo lamentable es que tuvimos que esperar hasta 2016 para que haya justicia e incluso tuvimos que esperar hasta este lunes pasado para que esas penas, que lograron en el 2016, estén confirmadas. De la Rúa murió impune.

¿Qué recuerdo tenés del colectivo Argentina Arde?

Nos empezamos a juntar en los primeros días de enero de 2002. Fue a partir de una volanteada que se hizo en Plaza de Mayo en uno de los cacerolazos. Un volante decía: “Vos lo viviste, no dejes que te la cuenten”. Ahí nos agrupamos y empezamos a trabajar juntos y juntas en la sede de Madres de Plaza de Mayo. Nos reuníamos ahí y lo que hacíamos era trabajar de manera urgente todo lo que registrábamos. Editábamos una muestra en conjunto y esa muestra la trasladábamos. Con ella tomábamos las paredes del Cabildo, también la llevábamos a la Asamblea interbarrial que se daba en Parque Centenario.  La llevábamos a cada lugar en donde hubiese un piquete o una asamblea trabajando.

Preventa solidaria para apagar el incendio

En el marco de la presentación del libro de Paloma García, se inauguró también una muestra de fotos con las imágenes de la obra que se podrá visitar hasta el 30 de diciembre en el 3° piso de la Biblioteca Nacional. Lamentablemente, durante el lanzamiento no se pudieron entregar ejemplares porque el local de Grupo Editorial Sur sufrió un incendio el pasado 7 de diciembre que arrasó con la tirada completa de 4000 volúmenes. Para remontar la situación, desde la editorial promueven una preventa solidaria: “Les pedimos que compren un libro en la tienda de nuestra página web  grupoeditorialsur.com –dicen en un comunicado–. Cada libro que compren nos va a permitir volver a imprimir ese libro y algunos más que volverán a circular en librerías, festivales, colectivos, trenes y mesas de luz”.

«Hoy la justicia climática se equipara con la justicia social»

«Hoy la justicia climática se equipara con la justicia social»

A los 22 años, la tucumana Nina Sosnitsky, militante de Jóvenes por el Clima, viajó a Glasgow para participar de la COP 26, organizada por Naciones Unidas. Aquí cuenta cómo fue su experiencia.

Frente a la actual discusión sobre los proyectos de carácter medioambiental como la Ley de Humedales, la Ley de Envases y la Ley de Acceso a la Tierra, y a la reciente aprobación de la construcción de torres en Costa Salguero y Costanera Sur; ANCCOM habló con Nina Sosnitsky. militante de Jóvenes por el Clima que, con tan solo 22 años, representó a la Argentina en la vigésimo sexta Conferencia de Partes (COP26) de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Glasgow, donde se materializó la reglamentación del Acuerdo de París.

Nacida en Tucumán, siempre sintió sensibilidad por lo social y una conexión con la naturaleza. Influenciada por la movilización iniciada por Greta Thunberg, “Fridays For Future”, que se expandía por todo el mundo y por el documental Before the Flood de Leonardo Di Caprio, comenzó en 2019 a manifestarse en defensa del ambiente junto a una amiga y otros jóvenes de la provincia.

Cuando viajó a la Capital Federal para estudiar Comunicación Social, se unió a Jóvenes por el Clima Argentina pero no tardó en cuestionar que la organización existiera solo en la Provincia de Buenos Aires. Así, empezó un proceso de federalización del movimiento, que actualmente integra más de quince ciudades y provincias.

Por causa de la pandemia, regresó a su ciudad natal para estudiar cine en la Universidad Nacional de Tucumán y fundar Jóvenes por el Clima Tucumán. Allí realiza marchas, movilizaciones y festivales con el objetivo de hacer presión en las calles y articular el diálogo con dirigentes políticos. A pesar de que las medidas sanitarias dificultaron la militancia en territorios, aprovechó las redes sociales para comunicar sobre estas problemáticas.

“En Tucumán estamos yendo a Colonia Chazal, que está conformada hace 115 años y hace aproximadamente 20 años hicieron el country más grande de la provincia sobre la comunidad. Actualmente, sus habitantes no tienen acceso al agua potable porque se agotan las bombas para que la gente country tome agua. Es una situación horrible, quedó la Colonia dividida en dos y la construcción en el medio. Nuestra perspectiva es entender que el cambio tiene que ser desde las bases y con las bases, quienes son los sectores más vulnerables y que más sufren las consecuencias del cambio climático y de este sistema que tiene una falla tras otra”, comenta Sosnitsky.

¿Cómo fue la experiencia de participar de la Conferencia de Partes sobre el Cambio Climático?

Todavía sigo aterrizando. Siento que fue muy contrastante, porque por un lado se llegaron a acuerdos y resoluciones, pero fueron básicos comparando la escala o el nivel de la crisis que estamos atravesando como humanidad. Por un lado, conocer a jóvenes de todas partes del mundo que hacen lo mismo que yo en Tucumán fue muy emotivo. Compartimos espacios en las calles con gente de todos los continentes. En un momento estábamos cantando en la calle de Escocia “El pueblo unido jamás será vencido” con compañeros de Latinoamérica; eso nos ha dado muchas herramientas de empoderamiento para poder seguir avanzando. Es una lucha que te interpela mucho emocionalmente, cuanto más te vas metiendo más te vas dando cuenta de las fallas de este sistema. No es fácil, pero tenemos compañía, apoyo y construimos red entre nosotres para seguir avanzando.Es una sensación de esperanza, pero a la vez de desesperanza. Argentina firmó un par de acuerdos para reducir el metano hasta el 2030, que es uno de los gases de efecto invernadero más contaminantes, y para eliminar la deforestación en la próxima década. Pero si no hay un respaldo regulatorio que materialice eso queda solo en un videíto de un discurso o en un papel con una firma. Es importante de ahora en más que las pocas cosas que se decidieron a nivel internacional, se puedan materializar.

¿Hay algo que particularmente destaques del evento?

Algo que se me viene a la mente es haberme encontrado con compañeres sur global. Porque nuestra lógica también hace entender que el norte es el responsable en términos humanos y ecológicos de la desidia que hay en el sur. Entonces haberme encontrado con compañeres de sur global fue muy bueno porque pudimos intercambiar realidades diferentes. Hablar con compañeres de África era muy movilizante. Todos somos del sur global pero acá la mayoría somos pibis de clase media o clase media baja que somos conscientes de nuestro privilegio y accionamos desde ese lugar como un puente con los sectores más vulnerados. Pero la gente de Nigeria contaba que hay una sequía tal que hay animales muertos en la calle. Y uno piensa: ¿y la gente? La gente en África se está muriendo de hambre y de sed. Sumado a que no pueden ser activistas libremente porque hay represión por parte de los gobiernos. La experiencia nos ayudó a entender que dentro del sur también hay diferencias y fue interesante conocerlas un poquito más al menos.

¿Por qué crees que este movimiento medioambiental es tan fuerte con los jóvenes?

Los jóvenes de hoy somos parte de una nueva generación que viene a cuestionar un montón de cosas. Estamos viendo cómo los platos se están rompiendo y no queremos ver cómo eso pasa en nuestras caras. Queremos arreglarlos ahora porque el futuro es nuestro, pero también el presente. Porque los sectores más vulnerables están siendo afectados ahora. En Tucumán ahora hay un montón de sequía, pero en el verano va a haber seguidilla de inundaciones. ¿Qué pasa con la gente de las villas en las inundaciones? Aumenta la temperatura global, aumentan las catástrofes ambientales y el impacto es mayor en esos sectores. Nuestro rol como juventud es resignificar el ecologismo. Antes el ecologismo estaba vinculado con algo careta o con una preocupación superficial, como la extinción de especies.  Pero en realidad no solo se trata de eso, sino de Derechos Humanos. Se trata de justicia social. Nuestro rol es resignificar el ecologismo trayendo de la mano esta nueva perspectiva que equipara la justicia climática con la justicia social.

Antes el ecologismo estaba vinculado con algo careta o con una preocupación superficial, como la extinción de especies.  Pero en realidad no solo se trata de eso, sino de Derechos Humanos.

Nina Sosnitsky

¿Cómo percibis la diferencia entre CABA y las provincias en materia medioambiental?

Tenemos que entender que la crisis climática nos afecta a todes pero no a todes por igual. Los sectores periurbanos, los sectores rurales, los pueblos originarios, les pibis de las villas quienes más van a sufrir las consecuencias a lo ancho y largo del país. Pero también es verdad que hay un porteñocentrismo que hay que romper. Al estar el Congreso de la Nación en Capital Federal mis compañeres de Buenos Aires tienen un privilegio, que saben utilizar de una manera muy positiva porque son escuchados. Se toman un subte y llegan al Congreso, a sentarse a hablar con un político. A la vez, creo que el cambio no solo se tiene que dar solo en términos de políticas públicas porque pasa muchas veces de leyes se cajonean o no tienen un respaldo para materializarlas concretamente. Entonces, el cambio tiene que ser un trabajo de hormiguita, local, federal y articulado, en conjunto. Sin dudas, en el mal llamado “interior” hay en términos ambientales mucha más desidia y muchos más casos que en Buenos Aires, sin menospreciar lo que pasa en cada provincia. Cualquier problema es un problema y hay que tratarlo como tal. Pero en términos del sistema extractivista, tenemos hidrocarburos en la Patagonia, megaminería en Catamarca, San Juan, Chubut, Neuquén. Hay problemas que se dan a lo largo y ancho del país. Por eso, la gente que vive en Buenos Aires tiene que salir de la perspectiva de su provincia y replantearse qué es lo que sucede en toda la Argentina.

¿Qué temas debemos afrontar en Argentina en el futuro?

Al ser Argentina un país donde predomina la industria agroganadera, hay que cambiar un montón de paradigmas. Uno es pensar una transición hacia un sistema agroecológico incluyendo a trabajadores de la tierra que producen sin agrotóxicos, sin el agronegocio. Siendo argentina el país que más glifosato aplica per cápita, si nos hacemos estudios en la sangre todos tenemos una porción de glifosato en nuestro cuerpo.  De a poco se va hablando más de la Ley de Acceso a la Tierra. Pensar en una transición energética y una Ley de Delito Ambiental. Hay que hablar de los cinco mil basurales a cielo abierto que tenemos en nuestro país, por eso la Ley de Envases es muy importante. El tema de la megaminería y los hidrocarburos, los pueblos originarios. Por donde lo veas hay algo para hacer y esperemos que se pueda materializar políticas de protección, que regularicen y controlen el accionar de cada uno, protegiendo los Derechos Humanos.