«Cuando no te tratan como semejante, uno desarrolla resistencia»

«Cuando no te tratan como semejante, uno desarrolla resistencia»

Luis Pescetti lleva vendidos más de dos millones y medio de libros para niños en toda hispanoamérica. Acaba de publicar «Cómo era ser pequeño explicado a los grandes», donde equipara las infancias con las migraciones. Entrevista publicada el 30 de agosto de 2022.

Luis Pescetti lleva publicados más de treinta libros entre novelas y relatos, y lleva vendidos más de 2.500.000 de ejemplares en toda hispanoamérica. Además, cuenta con trece discos, y siete audiovisuales. Recorrió teatros de Estados Unidos, España, Colombia, Chile, Brasil, Perú, Uruguay y Cuba. En México y Argentina, también participó en programas de radio y televisión durante años.  

Recientemente publicó Cómo era ser pequeño explicado a los grandes (Siglo XXI), una propuesta para mirar la vida desde las infancias que llegan como extranjeros, revalorizando la empatía como una guía para comunicarnos. El artista recorre sus pensamientos y experiencias, poemas y textos para que las personas adultas podamos acompañar a niñas y niños en los años donde miran sin referencias, ya que lo hacen por primera vez.

Con el silencio de antesala a cada respuesta y eligiendo cuidadosamente las palabras, el músico y escritor reflexiona  sobre su última obra: “Quise hacer como un mago sin mangas; de aquí nacen estas ideas, mis propios recuerdos”.

¿Cómo nace el libro?

Yo había tomado el compromiso de escribir un libro sobre emociones e infancias para Siglo XXI. Cuando empecé a escribir fue saliendo en esa nube, en ese magma, la metáfora del niño como inmigrante. En realidad no es una metáfora para explicar a los chicos, sino para que el adulto haga clic. Si lográs una representación del otro bien eficaz, la comunicación es más fluida, rápida y menos violenta. Entonces empecé a escribir por ahí, aun cuando era un ensayo. Venía leyendo El Mal de Escuela, ya admiraba mucho el estilo de ensayo de Daniel Pennac; es un libro en donde -como dice el título-, pone a la escuela como parte del mal -el problema-, no al estudiante. Otro es El hombre desplazado de (Tzvetan) Todorov donde cuenta el traslado desde Bulgaria hacia Francia y Estados Unidos. Y después Fuera de Lugar, de Edward Said. Son todos ensayos de una profunda reflexión sobre los temas que los copan que nacen de sus propias vidas, sus infancias. Me parecía la manera más alta y generosa de la reflexión, casi como una parábola. Entonces quise ensayar hacer eso mismo.

¿Y la metáfora del inmigrante?

Junto con eso yo venía leyendo, por gusto, la biografía que hizo Robert Graves de Lawrence de Arabia. Cuenta la intervención donde están los árabes contra los turcos, aparentemente a favor de los árabes. Pero después los dejaron afuera, charlaron Inglaterra y Francia, y ellos después les contaron la decisión. En toda esa mirada paternalista de los conquistadores hacia los árabes, vi  que había similitud. Después leí a Toni Morrison,  que habla de la esclavitud y también hay similitudes, semejanzas, más allá de la metáfora. Estando en un lugar de poder, siempre tendemos a tratar al otro tutelándolo. Entonces me di cuenta que entre niños, inmigrantes, desplazados y tercera edad había una semejanza. No disponen del tiempo. No disponen plenamente de su persona ni de las decisiones sobre su persona.

¿Cómo fuiste profundizando la idea?

Yo vengo de una familia de inmigrantes. Por otra parte, a los 18 años me vine a vivir a Buenos Aires y a los 29-30 me fui a México. Es algo muy presente la mirada desplazada que tenés cuando no sos del lugar. Tengo clarísima la sensación de, por un lado, estar en una gobernación o en Migraciones esperando que me entreguen los documentos. Por otro lado, los veo en todas sus singularidades dentro de una cultura. Es una mirada mezclada de inferioridad operativa y superioridad observativa. Es un poco lo que les pasa a los chicos y adolescentes en la escuela, están sujetos a que tienen que estudiar esto y nos miran teniendo opiniones superiores. Me di cuenta que era muy eficaz. Cada vez que yo decía: “Acordate cuando eras chico”, nadie se acuerda. Pero una manera muy potente y muy activa de la vocación es decir: “Imaginate que hoy sos inmigrante”. Te da la sensación de cómo se siente un niño, inválido, siente que te dicen: “No toquen los botones” y está ávido de hacerlo, de ser autónomo y a la vez no sabe qué es ser autónomo y qué implica ser autónomo.

¿Cómo pensás esa relación entre la infancia y la adultez?

No están cerradas, siempre dialogan. El otro día yo decía que voy a hacer un libro que se llame Ni aquí ni ahora porque nunca estamos en un punto de percepción del mundo que es aquí y ahora; toda tu historia no se borra para dejar lugar a que ese instante impacte, sin que le anden cuchicheando los viejos del pueblo. Cada instante impacta, dialoga o cae en el molde de otro recuerdo. A la vez, yo lo veía como una ética. La forma de tratar al pequeño es una forma de vida, es una responsabilidad. No puedes disponer del otro, sí desde un lugar de oficio como el cirujano o el piloto de un avión. En todo lo que excede al campo de oficio, seguís siendo un semejante. Lo que muestra el libro es que, cuando vos pequeño te sentís tratado como semejante, vos pequeño sos más eficaz en el mundo y, además, sos más copartícipe con quién te convoca a hacer algo. Cuando no te tratan como semejante, uno desarrolla resistencia. Entonces, por un lado hay un diálogo entre infancias y pequeños, pero por sobre todo una ética y una regla de oro de la eficacia.

Parte de esa ética y uno de los ejes que aparece es el de la mirada, ¿por qué?

Me viene un verso de Miguel Hernández: “Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,

que son dos hormigueros solitarios…” Lo normal es que vayamos construyendo nuestra identidad junto con cómo miramos a los demás, cómo logramos que nos miren, cómo interactuamos, nos peleamos y modelamos con la mirada del otro. Nos vamos a otro lugar, emigramos, porque ya no toleramos cómo nos miran. El niño es el más vulnerable a estar sujeto a cómo lo miran los demás. A mí me duele mucho cuando el niño cree que es el que está equivocado y se porta mal por impotencia, bronca, cuando en realidad está en un sistema que está planteando algo que está mal. Entonces el chico no sabe que es el sistema y confirma que está mal, la mirada que tiene sobre sí mismo es un crimen del sistema.

¿Cuál es la importancia de llenar de historias la casa?

Tenemos que tener historias para hacer visibles, para sentirnos sólidos. Tenemos historias, tenemos que contarlas. No podemos criar a los chicos como espectadores de historias que ocurren afuera porque estás criando inmigrantes. Cuando dejamos que otro haga una representación o una versión de nuestra historia, estamos en una situación de inferioridad porque somos los relatados por otro. Tenemos que ser los titulares de nuestro propio relato y esa es la importancia de la cultura. Los jóvenes que miran las noticias sobre Elon Musk twitteando, van a querer emigrar a ese lugar donde ocurren los hechos como cuando viajas a Nueva York y esperas ver el subtitulaje abajo de tus pies. Esa es la razón para invertir en cultura, para coincidir en tiempo, cuerpo y alma con tu presente.

¿Hay temas que se pueden hablar y otros no?

Una etapa por etapa, pero dicho así suena a viejo choto que dice: “No consumas etapas” y no es la idea. Hay un show buenísimo de John Leguizamo en Netflix. El tipo dice que hasta que vos no te ves reflejado afuera, sos invisible. Los chicos a lo largo de toda la niñez tienen que tener obras de teatro, películas y cuentos que los representen en esa experiencia. Si las obras de teatro, las canciones y las películas dan grandes saltos, hay años y años… Si todo fuera como son las franjas de edades de las plataformas 0 plus, hasta 7 años, hasta 13 años, estamos complicadísimos. Cada etapa tiene lo suyo, si no te vas sintiendo invisible en las cosas que te pasan. La libertad no solo va con la responsabilidad, en este punto va también con la identidad. No es que no sos libre de ver Stranger Things a los 9 años, no está bueno que estés consumiendo ese material a los 9 años porque está muy lejos de representar las cosas que te pasan a vos, de lo que sos capaz de asimilar, de que te queme la cabeza. Y, dicho metafóricamente, a la cabeza también le pasa que, si comes picante primero, la manzana después no va a tener sabor.

¿Cuáles historias contar?

Cualquiera. Los niños no esperan tipo Netflix, una historia donde corre peligro nuestra vida. Esperan que la contemos con ganas, le dediquemos un tiempo, estemos ahí contándolas porque si no somos como los periodistas que ponen a Elon Musk. ¿Por qué no contás lo que hace el INVAP o que se vendió un satélite o construyó una central nuclear? ¿Cuáles son nuestros relatos que nos hacen sentir sólidos? Estamos desde el gallinero mirando a Elon Musk escribir en Twitter. Por eso hay que contar historias, tenemos una épica también y hay que reconocerla y transmitirla. Los estadounidenses supieron hacer su propia Constitución, la supieron hacer y la supieron narrar. Yo tengo hijos chicos, un día para dormir, uno dijo: “Voy a contar un lío”. Ese fue el inicio de noches y noches contando líos en la pandemia. Nadie tiene ni tantos líos ni tantos recuerdos, pero ese es el valor de las propias historias, imaginate cuando eso falta, ¿qué falta? No lo digo para responder, sino para que quede el hueco de esa pregunta, ¿qué falta cuando eso falta? ¿Con qué se llena? Con la narrativa de otros. Hay una frase de uno de los versos de Martí que dice “¿qué es lo que falta que la aventura falta?”, que narres tu propia aventura.

“Argentina es gordofóbica, homofóbica, racista y misógina”

“Argentina es gordofóbica, homofóbica, racista y misógina”

Influencer y militante del activismo gordo, Agustina Cabaleiro es @onlinemami_ en Instagram y en este mano a mano comparte su mirada sobre la gordofobia y el bullying. Entrevista publicada el 4 de agosto de 2022.
  

“Gorda, larga los postres”. Cualquiera ha escuchado, en la sociedad argentina, este insulto, esta injuria, esta forma de herir a alguien con un cuerpo gordo. “Gorda, largá los postres”. Lo habremos escuchado o, incluso, hasta lo habremos dicho. Es una frase que busca producir dolor y vergüenza.

En la casa de Agustina Cabaleiro, sobre una de las paredes, hay varios cuadros, pero hay uno que se destaca por sobre el resto: es el cuadro de los postres más ricos de nuestro país. Para ser más específica, es un print de Magalí Polverino, que Agustina decidió hacerlo cuadro. Tiene un fondo rosa y las imágenes de los postres (con un sombreado) y su respectivo nombre debajo en tipografía cursiva. Son once los postres argentinos más famosos: almendrado, flan, budín de pan, vigilante, ensalada de fruta, mousse de chocolate, merengues, bombón suizo, cassata, Don Pedro, y por último los panqueques. Es un cuadro político y, a su vez, es un cuadro. Como mencioné anteriormente, Cabaleiro logró encasillar los postres en un cuadro, otorgándole un valor simbólico y emocional.

¿En qué momento empezaste a sufrir bullying?

No hay un momento, toda la vida lo sufrí. En Te lo digo por tu bien, el libro que publiqué el año pasado, cuento que la primera vez que alguien me dijo gorda fue a los tres años, en el primer día de jardín. Yo no me acuerdo, me lo contó mi mamá. Entonces, desde siempre lo sufro.

¿Cómo viviste la adolescencia?

La adolescencia fue complicada, porque las adolescencias son complicadas. Ser mujer adolescente es complicado. Y ser una adolescente gorda le agrega una complejidad a todos esos dramas, se le agrega el drama que te trae el tamaño de tu cuerpo. Fue muy difícil.

Con la pandemia se incrementó, pero muchas personas, incluso desde antes, prefieren que los invitados al entrar a su casa se quiten los zapatos, y Agustina es una de esas personas. Así que ahora mismo hablamos mientras usamos pantuflas rojas con garras. Se siente tibio en los pies.

¿Cómo lograste que la palabra gorda dejase de ser una ofensa?
Creo que cuando aprendí que era solamente un adjetivo y que también depende de quién viene y con qué intención. Dejó de ser una ofensa cuando entendí que ser gordo no es algo malo.

Agustina Cabaleiro nació en Buenos Aires, el 7 de agosto de 1994. Hoy, a los 27, es licenciada en publicidad, modelo, influencer y activista. Tiene 363 mil seguidores en Instagram, donde es conocida como @online0mami_. “siempre se olvidan de poner el guión bajo al final de mi usuario”, dice. Con ese usuario milita la corriente de body positive y activismo gordo.

¿Cuál es la diferencia entre el activismo gordo y el body positive?

El body positive es un movimiento que tiene como objetivos que todos tengamos una visión positiva de nuestro cuerpo independientemente del género que seas y no solamente tiene que ver con la gordura y ser gordo, sino con todo lo que le pueda pasar a un cuerpo que escape de la norma. El activismo gordo, en cambio, habla de los cuerpos gordos sin importar el género e identidad, y es un poco más aguerrido en el sentido de que es una denuncia sobre la manera de control de los cuerpos.

Digamos que el activismo gordo es más combativo.
Claro. El body positive tiene que ver más con las experiencias individuales de lo que yo puedo hacer con mi cuerpo para sentirme bien, con sentir amor propio, con tener respeto, que para mí es sumamente importante. El activismo gordo va más hacía derribar todo aquello que nos controla por afuera. Para mí son claves los dos.

@onlinemami_ construyó una comunidad fidelizada a base de amor propio, moda y algunos memes. Ella entendió que su cuerpo también es político y que autodenominarse gorda no es algo malo, es más un adjetivo que un agravio. Hoy en día, Agustina se volvió una referente para las nuevas generaciones, ya que muchas chicas y chicos que la siguen y que se sienten identificados con su historia, al verla a ella, rompiendo con los moldes preestablecidos que hay en las redes y en los medios en sí, sienten gran satisfacción. Agustina muestra su cuerpo sin tapujos, usa muchos colores para vestirse, con prendas ajustadas pero también holgadas y se ríe de sí misma.

Con el mismo desparpajo con el que muestra un outfit para un domingo en familia, habla de lo que le sucede y le molesta. Es ella empoderada. No se posiciona en un lugar de enseñanza moralista, sino que se muestra auténtica y genuina, tratando de derribar esas estructuras culturales establecidas en la sociedad.

¿Qué es el amor propio?

El amor propio no es un estado de enamoramiento de tu cuerpo, hay mucha gente que cree eso, pero para mí no lo es. Es re difícil estar enamorado de cada parte de tu cuerpo, porque nos enseñan que tenés que odiarlo. Ya es difícil que no te jodan, imagínate amarlo, es ir un paso más allá. Entonces, para mí, el amor propio tiene que tomar forma de tolerancia y respeto hacia uno mismo y tener paciencia, los días que estás bien o los días que estás mal. En los días que alguien te dice “gorda de mierda cruzaste mal el semáforo” y te sentís mal con tu cuerpo, es tener paciencia en esos momentos donde te sentís mal porque no estás tan “deconstruido” y no estás tan empoderada. El amor hacia uno mismo, tendría que ser como el amor que le tenemos a nuestra pareja, amigos, familia en forma de respeto y tolerancia. Para mí, esto es la clave.

¿Siempre podés? ¿No te cuesta a veces?

Sí, por supuesto, lograr el amor propio me cuesta mucho en ciertos momentos. El amor propio y quererse a uno mismo es un camino para toda la vida. No importa que tan activista, influencer, ni que tan en bikini salgas, porque un día estás bien y te tiran 50 mil comentarios feos y no te importa, y otro dia por ahí estás masomenos y un comentario feo te tira todo el dia abajo. Es un trabajo constante.

La historia demuestra que la sociedad y las personas siempre fueron más duras con las mujeres. Siempre fuimos la esposa de, la novia de, la que tenía que estar linda para el varón, porque los varones son el lugar de poder. Entonces, la mujer era el adorno que tenía al lado y obviamente que el adorno tiene que ser lindo “porque el poder lo tiene el varón, la decisión la tiene el varón, la plata la tiene el varón y la que lo acompaña tiene que ser linda” aclara Agustina. Por lo tanto, el concepto de belleza o estereotipo de belleza, es cultural, cambia según el lugar geográfico y el momento de la historia. Es decir, algo que es lindo acá, puede ser feo en otro lado y viceversa “la belleza entonces termina siendo lo que cada uno la define”, afirma la influencer.

¿Crees que nuestro país está preparado para todos los cuerpos?
No, ni a patadas. Tenemos un sistema de salud muy gordofóbico. No tenemos talles, y hay lugares por los que literalmente no podés pasar. No poder entrar a un boliche, no entrar en un asiento de avión… pero va cambiando. Vivimos en un país súper gordofóbico, homofóbico, racista y misógino.

En el mes de junio de este año, Agustina lanzó su marca de ropa @onlinemamicollection a través de la tienda online.

¿Por qué decidiste hacer tu propia ropa?

Porque me encanta la ropa, me encanta vestirme, me encantan los outfits. Comercialmente, me parece que hacía falta una marca que tuviera buenos básicos. Por eso decidí hacer un básico elevado, meterme en esa beta. Y después, porque hay una cuestión que, como gordas, no tenemos por ejemplo una campera, un jean, o un cinturón. Entonces dije, quiero hacer esto, que la gente se pueda vestir.

Si tuvieras la posibilidad de modificar tu cuerpo ¿Lo harías? ¿Qué cambiarías? ¿Te volverías a elegir?

¡Qué complicado! Creo que, dicho seriamente, no me interesa ser una persona flaca, ni pesar 40 kilos. Si modificara mi cuerpo lo haría con cosas muy puntuales, por ejemplo: tengo una ceja más abajo, entonces me pondría un punto de botox. No sé si modificaría mi cuerpo. Ponele que viene Cormillot con la varita mágica y me toca y bajo la mitad de mi peso, o termino siendo Pampita, me van a bardear de otra manera porque soy una gorda adelgazada, como que nunca es suficiente. Re sí, me volvería a elegir porque estoy bien así.

Los gordos históricamente somos el chiste «cómico» de un montón de historias, la parte graciosa de las cosas. Entonces todo lo que tiene que ver con ser gordo es cómico y a su vez nadie quiere ser gordo. Entonces nos reímos de los gordos para diferenciarnos de ellos. Todo deviene en que nos discriminan y nos molestan. Agustina sacó su primer libro “Te lo digo por tu bien: Sobre ser gordas y ocupar espacios con libertad” en el año 2021. En él cuenta la experiencia de ser gorda y cómo afecta en su vida. Habla también de la moda y la relación con su cuerpo.

¿Por qué elegiste ese nombre?

Millones de veces me dijeron que no comiera por mi bien. Una porción de pizza, un pan, un postre. Primero te lo niegan y después te dicen que es “por tu bien”. Y así, toda la vida. Cuando las personas gordas leen el nombre de mi libro, dicen que es un buen nombre y que las representa.

¿Qué se esconde detrás de esa frase?

Es una frase de recomendación o consejo en representación de una opinión gordofóbica: es por tu bien, porque te conviene, porque te conviene no resaltar que sos gorda, tenes que parecer menos gorda, o intentar ser menos gorda. Porque nos enseñaron que ser gorda está mal, entonces te lo digo por tu bien que disimules, que bajes un cambio, te lo digo por tu bien, te lo digo porque te quiero. Si bien muchas veces esa frase viene desde el amor, porque te lo dice tu abuela, tu tía, tu mamá, igual duele. Son recomendaciones y consejos horribles que no deberían existir.

Si pudieras eliminar una prenda de la faz de la tierra ¿Cuál sería?

Todas las que sean talle único.

Un Milagro que recorrerá el mundo

Un Milagro que recorrerá el mundo

«Amasando Futuro», el documental sobre las mujeres de la Tupac Amaru se proyecta este fin de semana pero también se exhibirá en Brasil, Grecia y Francia. ANCCOM entrevistó a Marta Valle, su directora. Entrevista publicada el 12 de agosto de 2022.

En diciembre de 2021 se realizó el pre-estreno de Amasando Futuro en el Centro Cultural Kirchner y desde ese momento está recorriendo diferentes locaciones de todo el país. Es el documental de la realizadora Marta Valle sobre la organización Tupac Amaru de Jujuy y, en especial, sobre las mujeres trabajadoras de la organización jujeña.

Marta Valle comenzó con la idea de este documental luego de la experiencia que vivió en el Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) de Jujuy de 2000. En esa ocasión, pudo ver cómo se organizaban las mujeres para asistir y acompañar a otras miles que llegaron a la provincia. 

El documental está seleccionado para el 30ª Festival de Cine y Derechos Humanos en San Pablo que se desarrollará entre el 16 y 21 de agosto, y en el Festival Independiente de Videos, Películas & Series en YouTube del Club de Arte “Pavlos Paraschakis”.

Las próximas presentaciones serán el sábado 13 de agosto en el Ateneo Néstor Kirchner, en la localidad de Monte Grande, y el 20 del mismo mes en Neuquén, en la Casa de la Cultura de la ciudad de Centenario.

¿De qué se trata Amasando Futuro?

El documental trata sobre la organización barrial Tupac Amaru y cómo se logró esa organización, liderada por Milagro Sala, por muchas mujeres que trabajaron y fueron los motores de esa organización que logró construir casas, natatorios, centros de salud, escuelas; que priorizó la formación primaria hasta terciaria. Son enormes logros que fueron mucho más que eso porque la hicieron los propios protagonistas, los destinatarios de la acción fueron los constructores de la acción. Y sobre todo las mujeres, que en este marco son los actores más vulnerados de la sociedad junto con las disidencias. Allí se logró un empoderamiento y un crecimiento imponente y eso es lo que nos impactó. También nos llamó la atención otro discurso que aparece reiteradamente en la película, es lo que se vive en los barrios y dicen los propios vecinos: “Yo antes me ocupaba de la ropa, de la zapatilla de moda y ahora pienso en los demás y ahora puedo construir mi casa”.

¿Cómo fue el proceso de preproducción y de conseguir las voces de los y las protagonistas?

Yo me involucré desde el día que Milagro quedó presa, en enero de 2016. Tenía alguna referencia de lo que era la Tupac, había estado en un Encuentro Nacional de Mujeres en el que luego de cada taller nos dieron una atención que me había dejado asombrada, eran muy organizadas. En 2010, cuando fue la “Marcha de los pueblos originarios» las vi en la Plaza de Mayo. Martín (Sabio, Director de Fotografía) sacó fotos, él tenía más conocimiento. Yo me fui metiendo de a poco. El 16 de enero de 2016 estábamos en una actividad en Lomas de Zamora y empezamos a juntar firmas pidiendo la libertad de Milagro. ¡Qué ingenuidad! Ahí empezamos a interiorizarnos y me incorporo a los comités. En 2017 la fuimos a visitar a Alto Comedero, junto con tres compañeros de Lomas. El encuentro fue súper emotivo, ella no nos conocía y nos recibió amorosamente. No podía creer que estaba almorzando con Milagro en el medio del penal. 

Para una “Marcha del apagón” (2010) éramos un montón durmiendo en una de las sedes, y una de las mujeres que estaban cocinando, amasando bollos, salió con las manos llenas de harina a contarnos lo que estaban haciendo y por lo que estaban peleando con una claridad emocionante. De ahí salió el Amasando. Tenía unos videitos, pero ahí ya tenía en la cabeza hacer algo más grande. Llegar a la gente es muy sencillo, dicen lo que dicen abiertamente. Nos resultó muy fácil. Hicimos un recorte de los lugares a donde fuimos. 

¿Cómo tomaron la película en Jujuy?

No hubo resistencia, fue todo muy natural. Cinco días estuvimos ahí con la preocupación de la sentencia en enero de 2019. Me apena que no pudimos tener un testimonio de Pachila (Patricia Cabana). Ella me decía “haceme la entrevista, hacémela ahora» y le dije “mañana”. “Capaz que mañana ya no me ves,”, me respondió. Y tenía razón, dos días después la visité en el penal. Ella es un personaje, como muchas de ellas que tienen una historia similar a la de Milagro, que de golpe se encontraron organizando y liderando un grupo de gente, armando una cooperativa y construyendo casas, escuelas… y pensando en el futuro.

 

¿Volvió a Jujuy después de 2019?

No, no volví. La intención es volver ahora con la película. Y que esté en algún espacio en San Salvador y en algunas de las localidades que nos recibieron. Toda es gente muy linda, muy simple y muy abierta.

¿Por qué se focaliza en el rol de las mujeres?

A mí me impresionaba. Milagro es una gran lidereza e hizo cambios en el pensar la autoestima, la revalorización y la dignidad de la persona, trabajar con la violencia de género. Jujuy es una sociedad muy patriarcal y Milagro trabajó mucho con eso y, además, valorizó otros trabajos que no son los convencionales de las mujeres y a ellas les cambia la cara cuando cuentan cómo estaban, cuando trabajaban en la construcción. Cómo podían hacer un revoque fino. En el revoque fino insisten mucho. Les decían que eran actividades que no son para mujeres y que requerían mucha fuerza y a lo mejor hacer upa a un chico, cargar bolsas del mercado es tanto o más esforzado que cargar un balde de material. Ellas disfrutaron mucho de esto, era un trabajo muy intenso. Ellas sabían y hacían.

¿Cómo cree que va a ser la recepción?

Ahora hemos recibido la sorpresa que se va a Grecia y en septiembre a un encuentro de las Humanidades en París. No esperaba la recepción que está teniendo ni que sea con esa magnitud. Yo lo que quería era mostrar, tener el testimonio de estas mujeres pese a que Milagro dice que esto no es solo de mujeres, sino que es de familia y es de varones. A mí me impactó el empoderamiento de las mujeres. 

¿Cuál considera que es la importancia del cine documental hoy en día?

Mostrar cosas que son ajenas al conocimiento de muchos. En el caso de Amasando… para mucha gente fue una novedad absoluta lo que contamos. Y no está todo, ya que nos faltaron detalles y mostrar los centros de salud. Aunque cuando fuimos ya estaba todo intrusado por Morales (Gerardo Morales, gobernador de la provincia de Jujuy). 

«Siguen matando pibes»

«Siguen matando pibes»

Dolly Sigampa, la mamá de Ezequiel Demonty, asesinado por la Policía Federal hace 20 años, habla sobre el proyecto de Ley contra la Violencia Institucional que se debate en el Congreso. ¿Qué hacer para terminar con el abuso policial? Entrevista publicada el 19 de julio de 2022.

Una mujer de pelo negro largo, piel morena y mediana estatura hace señas desde fuera del café ubicado en la intersección entre las avenidas Cobo y del Barco Centenera, a seis cuadras de la Villa 1-11-14, en el barrio porteño de Flores. Señala su cigarrillo para avisar que en unos segundos va a entrar.

Dolly Sigampa, o Dolly Demonty, como muchos la conocen, es la madre de Ezequiel Demonty. Ezequiel fue asesinado en democracia, cuando en septiembre de 2002 un grupo de policías, por entonces de la Federal, lo arrojó a él y a dos de sus amigos al Riachuelo desde el Puente Alsina, ahora rebautizado Puente Ezequiel Demonty. 

Dolly se sienta y le pide a la chica que atiende un cafe negro chiquito. “Yo lo tomo sin nada”, dice, todavía un poco incómoda y recién llegada, mientras rechaza con una sonrisa el sobre de azúcar.   

¿Ahora se cumplen 20 años verdad?

Sí, ahora, el 21 de septiembre. Vamos a ir al Riachuelo. Como todos los años.

La máquina de café, las voces provenientes de las mesas y el sonido de la calle que entra cuando alguien abre la puerta, llenan el lugar de sonidos. 

“El proyecto de ley… ¿lo tenés? Si no, te lo puedo mandar por el whatsapp -dice Dolly con el celular en la mano y el archivo del proyecto de Ley Contra la Violencia Institucional abierto en la pantalla-. Está bueno, en realidad es una herramienta más. Con este proyecto se busca generar herramientas integrales para prevenir y erradicar casos de violencia institucional por fuerzas policiales, de seguridad y de servicios penitenciarios en todo el territorio nacional. Está el de Nación y el de la Ciudad. Yo lamentablemente no creo que erradiquemos la violencia institucional, esto ya es una herencia de la Dictadura. Pero esta es una herramienta necesaria”. 

¿Cuáles son tus expectativas?

Hay muchas expectativas, pero como madre, la expectativa es sobre todo que haya prevención. 

Desde Madres en Lucha trabajan hace años en la prevención de la violencia institucional y la contención de las familias de las víctimas. Dolly estuvo desde la conformación del colectivo hace 14 años, y también previo a eso cuando se juntaban con otras madres sin tener un nombre fijo.

“Nosotras, cuando acompañamos, lo hacemos en serio. Entendemos la importancia de la prevención porque estamos en los barrios. Tenés que estar ahí defendiendo a los pibes, defendiendo sus derechos. Tenemos que ir a una villa, a donde sea. Vamos. Nosotras no hacemos diferencia por color, clero, raza, nada”, subraya. 

Las madres organizadas miran a las políticas públicas desde los barrios. Con una sonrisa caída, marcada en la profundidad con la que las comisuras de sus ojos descienden, Dolly habla del territorio, de los barrios, de la villa como una poeta de la miseria. La realidad villera no es marketinera, pero es realidad. 

Muchos de los pibes y las pibas no pueden reclamar por sus derechos porque dicen que es contraproducente, porque les terminan pegando más. Están en una situación muy vulnerable. Les roban todo. Les terminan robando hasta la dignidad. Yo lo que pido es que los adultos se comprometan. Ojalá la ley sirva para prevenir estas cosas”, dice. 

La única ley anterior sobre el tema apenas constituyó el 8 de mayo como el Día Contra la Violencia Institucional en conmemoración de la Masacre de Budge.

¿Desde Madres en Lucha participaron del armado de estos proyectos?

Sí, del de Nación participamos. Hubo reuniones y charlas previas. 

¿Qué es lo que te parece más importante de la ley?

Muchos de los puntos que se tocan en el proyecto tienen que ver con contención psicológica. Nosotras no tuvimos eso -dice Dolly con tono de resignación, se acaricia el brazo para darse calor y entre sus ojos se cruzan un racconto de escenas de Ezequiel y su familia- Que el Estado se haga cargo de los psicólogos que atienden a las familias de víctimas. Esto lo defiende mucho mi hijo mayor, Leonardo Demonty. Todos ellos pasaron momentos muy duros cuando pasó todo lo de Ezequiel. 

Claro, hace falta acompañamiento a las familias.

Sí, y no solo a ellos sino también a los testigos que estuvieron con él ese día. Ninguno tuvo asistencia psicológica, no había ningún tipo de ley que pida eso y tampoco tuvieron resguardo de parte de la justicia.

Un alivio que Ezequiel no sea solo su muerte. A Dolly se le iluminan los ojos cuando en el café del Bajo Flores, entre palabras lo hace presente.

Era tan bueno él, muy caritativo, si no podía daba lo que tenía. Él quería ser músico y arquitecto. Decía que iba a hacer su casa y hasta la había dibujado. Perdí ese dibujo”, dice Dolly y mira para abajo, mientras todavía intenta recordar dónde dejó ese papel. “Le gustaba tocar la guitarra y la batería y parte de la batería todavía está en casa, pero no la vi más. Hay cosas que todavía me duelen si las veo”.

Veinte años después, Ezequiel se aparece en su sonrisa caída y en sus ojos contenidos, brevemente humedecidos.

“Bueno, y la ley, la ley es un proyecto muy importante…”, retoma.

¿Y qué opinas de las campañas contra la inseguridad? 

En esta lucha te tenes que bancar que digan de todo. Hasta los fiscales que se supone que te tienen que defender, dicen que para la policía, el barrio donde se entra es peligroso y es obvio que en medio del miedo van a disparar para cualquier lado. 

Como cuando disparan a tres amigos sentados en una esquina de Ingeniero Budge, o cuando hacen saltar a tres chicos por un puente. El asesinato de Ezequiel está presente, ahora y siempre. 

“Blumberg, por ejemplo, pide más seguridad. Y a él lo acompañaban los policías exonerados, los sin gorra. Yo digo que todos queremos seguridad, pero que sea una seguridad justa. La seguridad que él está pidiendo es la inseguridad que mató a mi hijo”, reflexiona.

¿Por qué decís que esto es una herencia de la Dictadura? 

Habiendo vivido todo lo que viví de chica, cuando me dicen que a Ezequiel se lo llevó la policía y no aparece, yo me quedé helada -Dolly se acaricia el brazo con disimulo, se da calor. El frío de invierno entra por la puerta medio abierta-. Hablamos de 30.000 desaparecidos, pero esto sigue pasando. Y la mayoría de los pibes y pibas son de los barrios populares, de las villas. 

Los uniformados se colaron en la vida de Dolly como un cuentagotas de violencias. Ya desde chica la violencia se aferró como cotidiana.

Yo me crié en un lugar donde viví la dictadura desde que nací”, recuerda.

Entre historias de un pasado no tan lejano, Dolly comienza sus años de infancia en La Lonja y pocos años después se muda a Ciudad Oculta, dos villas de la Provincia de Buenos Aires.

“Ahí vivimos la dictadura siempre y tuvimos que protegernos entre nosotros. Las familias tenían miedo en esa época, no podías hablar de esto. Menos en los barrios. A mí misma me llevaron presa a los 15 años. A las tres de la mañana entraron a la casa donde estaba y nos llevaron a mi y al papá de Ezequiel. Hay cosas que yo no las puedo contar, pero hemos vivido muchas cosas”, relata

¿En qué año fue esto? 

Esto era por el 76. Fue una lucha por sobrevivir.

En un momento donde las desapariciones eran moneda corriente, la memoria se constituye como herramienta de aprendizaje, porque “lo que no sabes lo aprendes después en la lucha”, como dice Dolly y ejemplifica: “En la lucha vos terminás aprendiendo de leyes.”

¿Por?

Porque asistís a los juicios, escuchás a los familiares, te cuentan lo que va pasando. A mí misma me sirvió para poner el habeas corpus. Mi mamá, yo me acuerdo, cuando tenía cinco o seis años buscaba a mi papá y me quedó grabada esa palabra, habeas corpus, que ella había hecho un habeas corpus. No sé por qué me quedó grabada esa palabra. Cuando pasó lo de Ezequiel, que me dicen que no aparece, salimos a buscarlo por todos lados, y a la noche me manda una señora del barrio a decir que haga un habeas corpus. Ahí como que se me vino a la memoría. “Me voy ahora”, les dije a mis hijos: “No me quieren llevar me voy caminando, como sea, pero yo voy”. Y ahí lo hice.

“El padre de Somohano -uno de los policias condenados por el asesinato de Ezequiel- escribió un libro donde dice que la desaparición y el secuestro de los hijos de desaparecidos fue por honor a la patria. Yo decía que él aprendió del padre, para mi el padre también era un asesino. Él no se adjudicó ningún asesinato, pero su libro lo decía todo”, señala.

La herencia de la dictadura personificada. 

Sí. Yo les respeto los derechos. Les respetamos los derechos humanos como a todos. Llegó un límite donde no había más que podíamos pedirle a la justicia y terminaron saliendo. Yo no los voy a escrachar, no voy a hacer nada. Yo lo que quiero es que no se acerquen más a nuestras vidas. El respeto que yo les tuve a ellos, ellos no lo tuvieron con nosotros. Menos con mi hijo.

Yo si tengo que dar charlas en las academias voy y lo hago, con Rosita Bru lo hicimos varias veces. No quiero justificar lo que hace la policía con esto, pero hay que hacer un control, porque ellos también son violentados. Se violentan entre ellos. En la escuela de policía de Ramón Falcón había un pibe que del baile que le habían dado casi lo matan. No sé por qué lo hacen, parece que viene así desde el Ejército. Esa misma violencia que muchas veces ejercen con los pibes y pibas más vulnerables de los barrios también la tienen dentro de la fuerza, y después la llevan a sus casas. Muchos de los femicidios tienen que ver con esto, muchas de las chicas son asesinadas por sus parejas policías usando el arma reglamentaria”, sostiene.. 

¿Eso también se tiene en cuenta en el proyecto de ley?

Sí, es algo importante de la ley, les hace dejar las armas en sus lugares de trabajo.

 

“Yo pienso que esta lucha es lo que a mí me mantiene en pie, pero es difícil. No es fácil para ninguna de nosotras. Más al principio. Hay madres que se levantan y hay otras que no. Vos luchás y luchás por justicia, pero, ¿qué pasa cuando ya hubo justicia? ¿Y ahora? Ellos pueden ir presos, 5, 10, 20 años, pero siguen ahí. Siguen vivos, ven a sus familias, si tienen madres, ven a sus madres”, describe. 

Silencio.

“No sé –dice-. Yo cada cumpleaños, cada nacimiento de un nieto, están todos menos él. Falta mi hijo”. 

Silencio.

“Vos luchás por justicia, vos acompañás, pero la verdad es que no queremos que nos sigan matando pibes. Nosotras no queremos una madre más en el grupo, pero sigue pasando. Vos pensás que tu hijo es el último, pero sigue pasando. Siguen matando a los pibes. Esto no se termina nunca. Te dicen que lo dejes en manos de Dios. Y hay muchas cosas que yo dejé en manos de Dios, el perdón por ejemplo. Pero el perdón al hombre, no a sus actos. Y el acto que cometió este hombre lo siguen haciendo. Y eso no lo vamos a perdonar. Al menos no nosotros. Nosotros queremos que haya justicia terrenal.»

¿Cómo siguen ahora?

Ahora la idea es ir puerta a puerta a hablar con todos los legisladores. Llevarles la ley para que la estudien, y si quieren modificar algo, ver que se modifica, pero que se trate la ley. Yo si me tengo que sentar, me siento con quien sea. Esto no tiene que ver con pensamiento político. Esto se trata de la violencia al primer derecho del ser humano que es la vida. La violencia institucional es la deuda de la democracia y esta deuda se salda poniendo en agenda la lucha contra la violencia institucional. Y esta lucha es de todos, porque los pibes y pibas, también pertenecen a la Ciudad, y las autoridades tienen que hacerse cargo de eso. 

«No me molesta que me griten puto»

«No me molesta que me griten puto»

Futbolista amateur en una liga bonaerense, Nicolás Fernández es el primer jugador en hacer pública su homosexualidad. “Con mis compañeros se me hizo fácil porque me conocieron como persona primero”, afirma. Entrevista publicada el 20 de julio de 2022.

Nicolás Fernández, 27 años, fue el primer jugador argentino en reconocerse gay en un ámbito tan homofóbico como el fútbol. Arquero en Huracán de Pellegrini de la Liga Trenquelauquense, en diálogo con ANCCOM cuenta como hizo público su elección sexual en un vestuario frente a sus compañeros, su relación con las hinchadas y su lucha constante por la visibilización del amor homosexual.

¿Cómo empezaste en el fútbol?

Arranqué de chico a jugar en mi pueblo, Pellegrini (provincia de Buenos Aires, en el límite con La Pampa). Debuté a los 15 años en primera y me mantuve hasta los 18. Luego de dos años sin jugar estuve en Barrio Alegre de Trenque Lauquen, en la liga amateur. En 2017 pasé por la Liga Cultural de La Pampa, un año y medio por Deportivo Rivera, medio año en Anguil y seis meses en Atlético Belgrano, de Santa Rosa. Me rompí ligamentos cruzados y volví en 2020 a atajar en Belgrano. Hicimos toda la pretemporada y pude jugar sólo un partido, porque nos agarró la pandemia. Después me mudé a La Plata y empecé a jugar en Universitario de Berisso, en la Liga Platense. Luego de ocho años de haber dejado de jugar en Huracán de Pellegrini, volví al pueblo y al club y estoy viajando todos los fines de semana a jugar.

 

El capitán del equipo me preguntó delante de todos mis compañeros si los pibes que vivían conmigo en la pensión eran gays. Yo le dije que hacía tres años que salía con un chico.

Nicolás Fernández

¿Cómo fue el momento en que declaraste ser gay en un vestuario?

Cuando jugaba en Rivera, estábamos jodiendo con el capitán del equipo y delante de todos mis compañeros me preguntó si con los que yo vivía en la pensión, que eran tres compañeros, eran gays. Me preguntó delante de todo el plantel. Yo le blanqueé lo mío, que hacía tres años que salía con un chico y si había algún problema que me lo dijeran. Por suerte quedó todo ahí, la mejor. Se me hizo fácil porque siempre me conocieron como persona primero, y después mis gustos o elecciones sexuales. Más tarde, en un boliche, estaba con mi expareja y decidí hacer una publicación en Facebook, y ahí se viralizó

¿Te acordás qué decía?

“Soy feliz. Gracias a quienes lo entienden. Y perdón a quién no. Un género no determina nada y mucho menos habla de quién soy como persona. Estoy enamorado y sí, de alguien de mi mismo sexo”. Justo coincidió con que era un 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGTB, pero no me di cuenta, no fue a propósito.

De un día para el otro te convertiste en una figura mediática…

Recibí apoyo de todo el mundo, de personas que creía que no se iban a arrimar o no iban a decir nada. Me han escrito futbolistas amateurs de España, Perú, Estados Unidos, diciéndome que era un paso adelante para ellos, que les había servido un montón.

El arquero siempre está cerca de las hinchadas, ¿cómo reaccionás ante los insultos?

Es parte del folklore del fútbol, lo tomo así. No me molesta que me griten “puto” o “qué lindas medias tenés”, porque yo antes usaba medias rosas a propósito. Al contrario, me doy vuelta y me río, lo tomo a chiste. No me tomo nada a pecho porque es en joda, y si lo dicen de verdad, habla mucho más de ellos que de mí. En este 2022 me ha tocado participar de clásicos de Huracán de Pellegrini con Atlético, que es uno de los más grandes de la zona. Van más de 2 mil personas. Siempre está la expectativa de que te griten cosas, pero el último clásico fue con mucho respeto, nadie me dijo nada respecto a mi sexualidad, sí ha pasado con otros equipos, pero no le doy bola, no presto atención, disfruto, más cuando el partido termina con un triunfo nuestro.

 

 

 

¿Cómo sigue tu futuro en el fútbol?

Disfrutando. Volví a compartir cancha con mi mejor amigo que es como mi hermano, después de ocho años. Estoy en el club del cual siempre fui hincha y siempre quise estar, jugando siempre en el fútbol amateur, veremos cómo sigue, por el momento sólo disfrutar y que se den los resultados para que estemos más tranquilos

¿Hay alguna reflexión que te gustaría transimitir?

Siempre digo lo mismo: cada uno tiene que vivir en la forma en que le toca y elija, sin miedo a lo que puedan llegar a decir. La gente va a hablar siempre, para bien o para mal. Es cuestión de disfrutar y no prestar demasiada atención a cosas que no tienen importancia.

La heredera

La heredera

Araceli Matus, la nieta de Mercedes Sosa, presentó su disco Matuséandose en el Centro Cultural Borges el día que su abuela hubiera cumplido 87 años. Además, la homenajeron bautizando al auditorio con el nombre de la cantante tucumana y presentando una muestra fotográfica que recorre su vida. Entrevista publicada el 11 de julio de 2022.

Curiosamente nacida un 9 de julio, el Centro Centro Cultural Borges celebró en la fecha patria el  87 aniversario del nacimiento de  Mercedes Sosa, con la inauguración oficial de la muestra fotográfica en torno a su figura, la designación de una sala con su nombre, y un concierto de su  nieta, Araceli Matus, en el Auditorio Astor Piazzolla. 

El C.C.Borges se encuentra en las porteñas Galerías Pacífico de la calle Viamonte 525, un espacio gestionado desde 1995 por la Fundación para las Artes, que  este año pasó a la órbita del Estado como uno de los polos culturales del Ministerio de Cultura de la Nación. La celebración del cumpleaños de la artista es una iniciativa conjunta del Ministerio de Cultura de la Nación y la Fundación Mercedes Sosa, impulsada por su nieta Araceli Matus, quien presentó su disco debut Matuseándose.

Araceli, nieta de Mercedes y del guitarrista y compositor Oscar Matus, creció rodeada de música. Empezó a los catorce años a tocar los teclados y a cantar coros en distintos grupos. A los diecisiete, en el Teatro Ópera de Buenos Aires, cantó en público por primera vez junto a su abuela. Además de su formación musical, es docente, musicoterapeuta y preside la Fundación Mercedes Sosa. En diálogo con ANCCOM, Araceli cuenta sobre su primer disco y, en especial, recuerda aquella relación con su abuela:

Matuseandose ya tiene una nominación a los Premios Gardel, ¿qué significa para vos “Matusearse”?

Matusearse lo usábamos mucho con mi abuelo, como algo bueno. De la misma manera que se usa caetanear. Yo tardé mucho en realizar esta idea que tenía del disco. Matusearme tiene que ver con lo que soy: yo soy Matus. Está muy relacionado a mi identidad, como el disco de mi abuelo Matuseando de 1967. También como una manera de diferenciarme de mi abuela, que es lo que más amo, pero tenía esa necesidad.

Para los que no te conocen ¿qué tipo de música dirías que se van a encontrar en el disco?

Siempre toqué en bandas desde la adolescencia, pero en los últimos años me dediqué más al canto. En realidad, canto desde siempre, pero empecé a poner el foco en el canto en las producciones musicales. El disco tiene que ver con eso, el foco en la voz, con canciones en castellano y en portugués. Hay dos canciones con música compuesta por mí y la letra es de Junior Carrizo, que es un músico de Brasil que vivió muchos años en Argentina.

¿Cuál dirías que es la influencia más fuerte de esa abuela como abuela y como artista, si es que se pueden separar?

La extraño como mi abuela, es mi familia. Lo que más me cuesta es esa figura, la pública, donde desde la Fundación, en la que estoy como responsable, trabajamos para preservar esa figura, su legado. Yo pasaba mucho tiempo con ella y me influenció como mujer, como música, como persona. 

¿Cómo es mantener vivo ese legado?

Es un peso inmenso. Mi papá que estaba como responsable de la fundación Mercedes Sosa, se enfermó y se murió a los tres meses. La fundación cumplió 10 años el año pasado. Yo estoy buscando la forma de llevarla adelante a mi manera y también poder cumplir con la función de la fundación que es el cuidado y la difusión del legado musical y artístico de mi abuela y de la cultura latinoamericana, porque somos latinoamericanistas. Uno de los objetivos, por ejemplo, es llegar a otras generaciones, que puedan escucharla, saber quién fue. En este sentido, estoy contenta porque en Argentina, sobre todo en Buenos Aires, hay tres jardines de infantes, creo que tres primarias, cuatro secundarias y escuelas de música gratuitas que llevan su nombre. Tiene que ver con el trabajo que hacen las comunidades, y como Fundación nosotros estamos trabajando para apoyar y facilitar, compartir fotos e información. 

El inicio de la celebración estuvo a cargo del periodista Gustavo Sylvestre quien brindó un emotivo discurso sobre su relación con Mercedes Sosa. Recordó la primera vez que la escuchó cantar y anécdotas como una cena en su casa, donde la cantante tucumana emocionó hasta las lágrimas al el expresidente Raúl Alfonsín, en 2007, y su relación con Araceli. Luego se proyectó un video breve por el aniversario, con saludos que incluían a su nieto, al cantautor Victor Heredia y múltiples fotos familiares. 

El momento del show musical comenzó con un repertorio variado que incluyó folclore, pero sobre todo ritmos rioplatentes, jazz y bossa nova. La formación músicos que acompañó a Araceli, con guitarra, bajo, batería, percusión y saxo barítono brillaron sobre el escenario. 

Sobre el final, Araceli mencionó el proyecto propuesto para crear el «Día de la cantora nacional», por la fecha en que su abuela se subió al escenario por primera vez de la mano de José Cafrune. Hay un día del cantor pero falta el de la cantora, explicó.

En relación a la muestra fotográfica, titulada Mercedes por Pupeto Mastropasqua, de Juan “Pupeto” Mastropasqua, reúne más de 50 fotografías que el artista le tomó a Mercedes como reportero gráfico en distintos recitales. Se pueden ver imágenes del tamaño del alto de la sala, en blanco y negro, y en las paredes retratos de distintos formatos que revelan a Mercedes sobre el escenario, con el bombo y también abajo, con la París del exilio de fondo. Además, se exhiben dos ponchos célebres, el bombo de la cantante y algunas cartas intercambiadas con artistas como Ernesto Sábato y Charly García.  

Asimismo, el auditorio del tercer piso quedó bautizado con el nombre de Mercedes Sosa, que pasará a ser programado por la Fundación Mercedes Sosa con el fin del cuidado y difusión de los valores de la canción popular.

La figura de Mercedes Sosa y su trabajo abrió camino de distintas maneras y como artistas de diferentes generaciones, es un ejemplo de, como decía ella “vivir la vida en voz alta”. Araceli Matus, es una nueva voz que se asoma con un legado que cuidar y un nuevo espacio como una oportunidad para la difusión y el trabajo, para contribuir en cierta forma en sembrar memoria y construir lo nuevo.