Y se hizo la oscuridad

Y se hizo la oscuridad

Casi como un augurio de la superstición, el martes 13 de octubre al mediodía, una tuneladora de la empresa Ibercom Multicom SA, contratista de Telmex SA, que se encontraba realizando un tendido de fibra óptica por debajo de la Avenida Figueroa Alcorta, perforó dos cables de alta tensión de la empresa de distribución eléctrica Edesur, inhabilitando el servicio de las Subestaciones Azcuénaga y Paraná y dejando alrededor de 110 mil usuarios sin electricidad en varios barrios, principalmente Recoleta y Palermo. Las Facultades de Medicina y de Farmacia y Bioquímica de la UBA se vieron enormemente afectadas con la falta de suministro eléctrico que, aunque parezca paradójico, alumbró las carencias preexistentes de infraestructura y las precarias condiciones de seguridad de la institución que agravaron aún más la situación.

A medida que pasaban las horas y la electricidad no volvía, los investigadores de los institutos ubicados en ambas facultades tuvieron que movilizarse de manera autogestiva para paliar la situación ante la inminencia de daños irreparables en sus materiales y experimentos.

Sin un plan de emergencia, todo fue caos. Compras masivas de hielo seco por dos mil, cuatro mil y seis mil pesos para tratar de conservar la cadena de frío y evitar la pérdida de reactivos esenciales. Subidas y bajadas por las escaleras en una oscuridad que hizo notar la ausencia de luces de emergencia. Animales de laboratorio sacrificados por perder las condiciones estándar requeridas para determinados experimentos. Investigadores que ante la desesperación se llevaron muestras, trasladándolas por la vía pública hasta llegar a las heladeras de sus casas para convivir con alimentos y poner en riesgo su bioseguridad. Y la total incertidumbre para algunos de si eso sirvió para algo. Porque las pérdidas de los materiales biológicos se irán evaluando a medida que se retomen las experimentaciones.

Un día y medio después del apagón, la Facultad de Farmacia y Bioquímica se abasteció con un generador eléctrico cuyo alquiler costó alrededor de 100 mil pesos, según cuenta Silvia Álvarez, integrante de la cátedra de Físico Química. “Si bien algunas actividades, de a poco, se van normalizando, todavía no estamos trabajando al 100% de nuestra capacidad. Toda esta situación implicó una reestructuración del calendario en cuanto al dictado de clases y los experimentos que se estaban llevando a cabo” reveló Álvarez a ANCCOM.

“Fue una situación particular. No esperábamos que fuese tan largo ni de tanta gravedad”, reconoció María Florencia Martini – miembro del Instituto de Química y Metabolismo-. Martini trabaja en química computacional y, si bien no perdió los datos, tener los equipos apagados implica un retraso en todos los experimentos. La investigadora comentó a ANCCOM que hay casos peores, como el de Físico Química, donde se perdieron cultivos celulares sobre los que se estaban trabajando curvas de crecimiento. Frente a esta situación de emergencia “hay que hacer una reevaluación. Por ejemplo, no hay una línea separada de heladeras y freezers, o sea que para prenderlas tenés que encender la corriente de toda la Facultad”, explicó Martini y agregó que desde la Facultad ya se está evaluando la posibilidad de tener un generador propio.

Por su parte, Karina Alleva –de la cátedra de Física- transmitió calma ya que pudieron rescatar todo (bacterias, células, proteínas, enzimas), aunque aclaró que algunas muestras todavía están en su casa y aseguró que “hasta que no vea todo estable, no voy a traer nada”.

Para Clara Nudel, Directora del Instituto de Nanobiotecnología del CONICET, ubicado en el 6°  piso de la Facultad, el panorama en cuanto a qué se perdió es todavía incierto. “Hay reactivos biológicos muy valiosos de mil, dos mil, tres mil dólares que se usan para hacer todos los análisis y que es muy difícil saber a ciencia cierta si sirven o no”, desconfianza  que se traslada a todo el experimento y a la pérdida de certeza de los resultados. “Pero abandonar la investigación no podés, porque se trata de proyectos de tres, cuatro, cinco años o más. Entonces se continúa con lo que se tiene y se confía en Dios”, ironiza Nudel, quien sentencia que la instalación de un generador eléctrico a tiempo hubiese evitado toda esta penosa situación.

Una integrante del grupo de investigación de Microbiología Antártica –que prefirió no dar a conocer su nombre- manifestó que “esta situación particular pone en evidencia un montón de carencias de bien común que tiene el sistema”. En diálogo con ANCCOM, la investigadora sostuvo que sin el esfuerzo de los investigadores y sin el dinero que destinaron de sus subsidios para la compra de hielo seco, “se hubieran perdido muestreos de campañas antárticas de más de diez años”. Si bien considera que es muy difícil evaluar las pérdidas inmediatamente, el riesgo sin duda existe. “Tenemos 400 cepas de bacterias y hongos que nos vamos a enterar si se afectaron o no cuando intentemos revivir una y esté muerta.” Los materiales biológicos requieren de condiciones de conservación especiales, temperaturas de congelación de -80 °C, y de alterarse la cadena de frío se corre el riesgo de perderse por completo. “Cuando voy a estudiar la muestra no tengo forma de saber si ésa era la condición inicial o fue alterada por el cambio de temperatura. Si tengo que ser honesta y objetiva tengo que tirar todo pero si tiro todo me quedo sin trabajo, se pierden años de inversión, y además hay tesis doctorales involucradas”.

Sin embargo, no es la primera vez que ocurre un corte de electricidad que afecta a la Facultad y probablemente tampoco sea el último. Por eso, para esta investigadora de microbiología antártica, “es imperioso garantizar una infraestructura central, que haya una línea eléctrica prioritaria con un generador para mantener freezers y heladeras inmediatamente, aires acondicionados que funcionen, calefacción… Y que los suministros de hielo seco, nitrógeno líquido, generadores eléctricos y agua destilada, sean servicios centrales de la Facultad.” Si bien considera que en esta oportunidad les correspondía a los responsables del corte el pago del generador, “tendría que haber saltado una autoridad de la UBA cuando se supo que el problema se iba a prolongar por más días. Hay que empezar a hacer un poco de autocrítica en todas las instituciones”.

En la Facultad de Ciencias Médicas, todo fue peor. El grupo electrógeno llegó tres días después del corte de electricidad. “Entendemos la situación pero lo que nos llamó mucho la atención es ver que la Facultad no tomaba ninguna determinación, cuando en Económicas, Farmacia y Odontología ya lo habían solucionado”, comentan Gustavo Paratcha y Fernanda Ledda, ambos docentes de la Facultad e investigadores del CONICET.

El Instituto de Biología Celular y Neurociencia, ubicado en el 3° piso de la Facultad, cuenta con su propio grupo electrógeno para abastecer ciertos equipos como los ultra-freezers de -80°C y las estufas de 37°C, pero en esta oportunidad no fue suficiente. Frente la desesperación de perder cultivos celulares que requieren tratamientos de 21 días para tener un resultado experimental, el instituto alquiló otro generador eléctrico que Paratcha, junto con tres investigadores más, se encargó de subir por las escaleras aguantando los 60 kilos de peso del equipo.  Sin suministro eléctrico, además, la Facultad “es una boca de lobo, ni siquiera hay una luz de emergencia y ésas son condiciones mínimas de seguridad que parecen elementales cuando ocurren estas cosas. Pero después nadie hace nada».

La falta de electricidad alteró el ciclo de luz y oscuridad -de 12 horas cada uno- que deben tener las ratas y ratones que se encuentran en el bioterio, cuyo comportamiento es indispensable para ciertos experimentos. Además, “hay reactivos que no tienen un valor comercial sino que son donaciones de otros investigadores del exterior, y son únicos”, explica Paratcha.

“Yo siento que la Facultad no valora y no fomenta la investigación, aunque es lo que ayuda a que progrese la medicina” expresa Fernanda Ledda y explica que si bien lo que realizan no es investigación aplicada, los descubrimientos en investigación básica pueden mejorar, por ejemplo, aproximaciones terapéuticas en la patología de la enfermedad de Parkinson.

Este matrimonio de investigadores, Paratcha-Ledda, trabajó durante diez años en Suecia y reconocen que a veces, cuando pasan estas cosas, piensan en volverse. Ledda, incluso, confesó que decide no traer a conocer el Instituto a sus colegas que vienen del exterior por la vergüenza que le genera que haya cables colgando del techo. “Venís con todas las ganas y te encontrás con una realidad a veces muy lamentable” expresó Paratcha y agregó: “Yo estoy peleando por las condiciones de trabajo, por el dinero que el mismo Estado nos da y porque debemos ser eficientes. No puedo ser insensible o irresponsable, porque de eso depende mi trabajo y el de mis becarios”.

Como medida preventiva, este instituto UBA-CONICET iba a tratar de conseguir otro grupo electrógeno. Porque “con la ciencia no se juega” resumió Paratcha.

En el Instituto de Fisiología ubicado en el 7° piso de la Facultad, Claudia Capurro –investigadora de CONICET y consejera del claustro de profesores por la minoría- tiene en su mano la nota publicada por Página/12 el 17 de octubre y cuyas líneas resaltadas son las citas que corresponden a Sergio Provenzano, Decano de la Facultad. Sus declaraciones afirmaban que “cada investigador es responsable por su hábitat de trabajo” y “debe garantizarse su propio suministro alternativo de electricidad”. Esos dichos provocaron desconcierto e indignación en muchos de los investigadores.

“La declaración es muy irregular y es grave”, manifestó Capurro, basándose en el Estatuto Universitario que establece, en los artículos que van del 8 al 12, la promoción de la investigación científica. “El Decano no puede desconocer algo que tiene que ver con las funciones intrínsecas de la Facultad. Es su responsabilidad porque es la autoridad máxima y todos los proyectos de investigación están avalados con su firma”, denunció.

Frente a la falta de luz, el Decano declaró asueto al personal no docente. Para los investigadores se desató el caos: no hay un plan programado frente a estas posibles situaciones de emergencia.

Algunos institutos que cuentan con un grupo electrógeno propio -como del SIDA, ubicado en el piso 11- pudieron abastecer a muchos de los freezers de los pisos cercanos. Pero para Capurro “es una barbaridad que haya una facultad de 17 pisos, donde transitan miles de personas y que ante un eventual corte no exista un grupo electrógeno que funcione al menos para habilitar un ascensor”.

Imágenes del generador para la Facultad de Medicina.

Imágenes del generador para la Facultad de Medicina.

En cuanto a las pérdidas, si bien Capurro sostiene que todavía no son evaluables hasta que se reactiven los experimentos, hay otras que ya son evidentes y que afectan determinados experimentos que estaban en curso y tuvieron que suspenderse: «Hay animales que estaban en el bioterio y dejaron de tener las condiciones estándar y se murieron cultivos celulares que teníamos que mantener en estufas a 37°C”.

“Lo más terrible de todo es que con un grupo electrógeno se soluciona. Es una situación que nos ha pasado otras veces y que se puede prever. No puede ser que en estos últimos años de gestión no se haya previsto la necesidad de un generador que es elemental. Más allá de lo imponderable, lo que sí podés prevenir es cómo actuar ante esa emergencia.” Para Capurro se trata de una decisión política sobre dónde se destinan los fondos y denuncia que no hay una presentación de presupuesto donde se detalle lo que se  gasta en luz, teléfono, gas.

El próximo jueves 15, a las 8 de la mañana, en la Facultad de Ciencias Médica, habrá una reunión de Consejo Directivo acompañada por investigadores con el objeto de presentar una carta y exigir la instalación de un grupo electrógeno, la realización de un plan de evacuación, la conformación de un equipo técnico de guardia, de seguridad e higiene y se exigirá el reintegro del dinero que gastaron los investigadores en hielo seco y otros suministros para paliar la emergencia. Para Capurro, con esto se busca que “estas situaciones se resuelvan de manera colectiva y no autogestiva entre los investigadores”.

A una semana del apagón -mientras se inicia una investigación penal a las empresas privadas y a funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires- las actividades de investigación y docencia en las facultades de Medicina y Farmacia y Bioquímica siguen sin normalizarse.

El cumpleaños de las Abuelas

El cumpleaños de las Abuelas

Abuelas de Plaza de Mayo cumple 38 años y lo conmemora el jueves 22 de octubre, a las 19, con un acto abierto al público en el auditorio La Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner. Al evento central se le suman otras acciones en todo el país que se desarrollarán hasta noviembre con el objetivo de siempre: restituir la identidad de los casi 400 nietos y nietas, apropiados durante la última dictadura cívico militar, que aún faltan encontrar.

Durante el acto -que tendrá como números centrales un recital de Hilda Lizarazu y un show de la Banda de Zamba, para los más chicos-, “se recorrerán los logros del último año de la institución, con la participación de invitados especiales”, aseguran desde la Asociación. Todos aquellos que deseen asistir al acto podrán reservar las entradas de 10 a 18 llamando al (011) 6841-6400 o a través de la sección Entradas del sitio web del CCK.

El libro «Ovillo de trazos» consta de doce textos con la finalidad de instalar y promover la discusión en las escuelas, en el marco del mes de la identidad.

 

En estas casi cuatro décadas, Abuelas ha logrado restituir la identidad a 117 nietos y nietas, hoy hombres y mujeres, muchos de ellos ya padres y madres. De esta manera, la organización también ha restituido la identidad a sus bisnietos, y es por eso que desde hace años comenzaron a trabajar con la infancia, no sólo para promover el derecho a la identidad, sino también con el anhelo de que algún niño despierte en su padre o madre el deseo de saber sobre su origen.

Trazos de Identidad

“Queremos que las nuevas generaciones tengan la oportunidad que no tuvimos los que nacimos en plena dictadura o en los primeros años de la democracia. Yo fui a un colegio donde nunca me hablaron del tema y era uno de los nietos que las Abuelas estaban buscando. Nos hubiese venido muy bien que nos digan claramente que nosotros éramos la generación que había sido robada durante el terrorismo de Estado”, reflexionó Manuel Gonçalves Granada, nieto restituido, en el marco de la inauguración de la muestra Ovillo de Trazos, destinada a niños de escuelas primarias, que se expone desde el viernes 9 de octubre en la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, en el Espacio Memoria y Derechos Humanos de la ex ESMA.

Ovillo de trazos es un proyecto compuesto por una muestra itinerante, libros, posters y postales con relatos que buscan interpelar a chicos y chicas que estén transitando la escuela primaria. Para llevar a cabo este trabajo, ilustradores y escritores construyeron, en conjunto, doce textos con la finalidad de instalar y promover la discusión en las escuelas, en el marco del mes de la identidad.

La nueva campaña apunta a constituirse como una herramienta de trabajo para docentes de todas las escuelas en el ámbito nacional pero también a nivel internacional. Se encuentra disponible en formato digital en el sitio web oficial de la Asociación.

Paula Bombara, escritora y curadora de la muestra, fue la encargada de articular las parejas de escritores e ilustradores, según los estilos y personalidades particulares, para que texto e imagen se fortalezcan mutuamente. El ilustrador Poly Bernatene, por ejemplo, formó dupla con María Teresa Andruetto para trabajar en el cuento  Lección de piano. “Mi parte -dijo el artista- fue la de dibujar, buscar el vuelo y una mirada diferente sobre lo que se estaba contando con palabras”.

Los formatos y géneros literarios no estuvieron predefinidos ni fueron impuestos desde la organización, razón por la cual se pudieron observar diferentes estilos. Bombara -que participó del proyecto acompañada del dibujante Matías Trillo- remarcó el deseo de que esa libertad, planteada desde un inicio, pueda transferirse a las aulas: “Espero que surjan un montón de preguntas. Cuando recorrés escuelas, te das cuenta de que cada grupo de chicos es distinto, tiene necesidades diferentes y se conecta de un modo particular. Seguramente esto va a dar pie a que se pregunten quiénes son, pero también a que piensen por qué escribimos lo que escribimos”.

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo aseguró que el proyecto servirá para aumentar la cantidad de nietos restituidos y recordó su época de docencia: «Teníamos un manual con lo que había que decir, con historias que no eran ciertas».

Laura Devetach, escritora y referente de la literatura infanto-juvenil argentina, formó pareja con Cristian Bernardini, y trabajaron el poema Yo, ratón. “Tiene que ver con el tema de moverse de un lugar a otro -cuenta-, de tener que transformarse uno para poder aceptar lo nuevo que llega, pero sin perder lo viejo. Supongo que los chicos también pensarán qué harían ellos si les ocurrieran circunstancias como las del poema”.

La campaña contó también con el apoyo de Adriana Redondo, titular del Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación de la Nación, quien explicó a ANCCOM: “Se van a publicar diez mil ejemplares de cada uno de los títulos y van a ser repartidos a las escuelas primarias, a través de los planes de lectura. Acordamos hacer este material para que, además de la versión digital, hubiera una versión papel que llegara a las escuelas”.

La presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto, aseguró que el proyecto servirá para aumentar la cantidad de nietos restituidos y recordó sus épocas de docencia: “Teníamos un manual con lo que había que decir, con historias que no eran ciertas. Ojalá hubiera tenido este material, porque hubiese sido mucho más sencillo saber la historia verdadera de nuestro país y se hubiera evitado mucho”. Gonçalves Granada añadió que las estrategias de Abuelas fueron cambiando con el transcurso del tiempo: “Estamos buscando a nietas y nietos que, en muchos casos, ya son mamás y papás. Fue parte de entender que ya no sólo había que hablarle a la generación de los que estamos buscando, sino también a sus hijos”.

Entre otras duplas de artistas, también participaron del proyecto Adela Basch y Ximena García, Silvia Schujer y Paula Elissambura, Andrea Ferrari y Max Aguirre, Ricardo Mariño y Pablo Bernasconi y Liliana Bodoc y Viviana Bilotti.

«Sobre Luisina», un texto de la curadora del proyecto, Paula Bombara.

Otras acciones

Abuelas cuenta con filiales en Córdoba, Rosario, La Plata y Mar del Plata, ciudades en las cuales, a lo largo de este año, también se vienen realizando acciones para conmemorar su aniversario.

En La Plata se lanzó el ciclo de Teatro por la Identidad en la semana del 16 de septiembre, junto a la conmemoración de La Noche de los Lápices. La semana pasada, a su vez, se realizó el Festival Internacional de Danza por la Identidad, en el Teatro Argentino de esa ciudad. Participaron compañías de México, Colombia y Brasil, entre otros países.

Córdoba, por su parte, continúa con su serie de charlas-debate con escritores en el Archivo Provincial de la Memoria y Mar del Plata prepara su ciclo de Música por la Identidad. Y la filial Rosario lanzó nuevas funciones de Teatro por la Identidad. También realizó la muestra TwitteRelatos por la Identidad IV –realizada en el Monumento Nacional de la Bandera- y las jornadas de “Manos que bordan memoria”, en la que convocó a artistas para que labren los nombres de los desaparecidos de Rosario y la región en pañuelos blancos. En esta ciudad, las conmemoraciones cerrarán con un un acto el 22 de octubre, en el que dará un recital la banda Mamita Peyote, en el Monumento Nacional de la Bandera, que se verá cubierto de banners gigantes con la consigna “Necesito verte hoy”.

Asimismo, en distintos teatros de la Ciudad de Buenos Aires ya se lanzó el ciclo Teatro por la Identidad, que cumple 15 años y se desarrollará durante el mes de noviembre en distintas salas bajo la consigna “No te pierdas el abrazo”.

Retazos de memoria

Retazos de memoria

La parte por el todo es la última película documental de Andrés Martínez Cantó, Santiago Nacif Cabrera y Roberto Persano, que narra la historia de los espacios que funcionaron como maternidades dentro de los Centros Clandestinos de Detención durante la dictadura cívico militar de 1976. Allí nacieron cientos de niños y niñas que luego  fueron apropiados, 117 ya han sido restituidos por Abuelas de Plaza de Mayo, pero muchos de ellos aún viven bajo una identidad falseada.

Con la presencia de uno de los nietos restituidos y protagonista de la película, Guillermo Pérez Roisinblit, y su abuela, la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Roisinblit de 96 años, entre otras importantes personalidades, la película se estrenó, el 8 de octubre último en el Cine Gaumont – Espacio INCAA, después de cuatro años de ardua labor.

El documental trata de reconstruir pedazos de la historia reciente, a través de distintos elementos que quedan en el presente: grietas, puertas oxidadas, moho, paredes que se deshacen en el tiempo. Las palabras de los nietos son acompañadas por animaciones en vivo, que tratan de completar los espacios en blanco de sus voces, representando a la dictadura con las garras afiladas de aves rapaces.

Santiago Nacif Cabrera, uno de los directores, contó a ANCCOM cómo nació la idea del documental que hace foco en el tema de las maternidades clandestinas, algo novedoso en películas que abordan la apropiación por parte del terrorismo de Estado: “Surge a partir de una investigación escrita que había hecho la filial de La Plata de Abuelas de Plaza de Mayo, sobre lo que se conoce como el ‘Circuito Camps’ de maternidades clandestinas dentro de la Provincia de Buenos Aires”. Ese trabajo de investigación escrito fue ampliado por los directores a otros Centros Clandestinos de Detención que habían funcionado como maternidades, como la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el Hospital Militar de Campo de Mayo y el Pozo de Banfield. “A partir del testimonio de nietos recuperados por Abuelas, que nacieron en esos centros clandestinos durante el cautiverio de sus madres, vamos construyendo el relato”, explicó Nacif.

Santiago Nacif Cabrera y Guillermo Perez Roisinlbit, presentaron su documental: "La parte por el todo".

Santiago Nacif Cabrera y Roberto Persano, presentaron el documental: «La parte por el todo».

Guillermo Pérez Roisinblit habla en el documental sobre el valor de los relatos formulados por los sobrevivientes, como el de la periodista Miriam Lewin: “Son retazos de memoria de los demás, con los que voy haciendo la propia historia de mis viejos”, sintetiza. Y es a través de esos pedazos que la película trata de reconstruir la historia dispersa del horror, acompañada con la música -compuesta especialmente para la ocasión- de la cantautora de folclore y ministra de Cultura de la Nación, Teresa Parodi.

“Me parece que el trabajo está muy bien realizado, les demandó cuatro años desde que arrancaron con las primeras entrevistas. No todos los documentales o no todas las investigaciones plasman específicamente lo que fueron las maternidades clandestinas y, además, sin caer en el simplismo y la morbosidad. Es un producto que está hecho con bastante cuidado, con mucho cariño y respeto”, apuntó Pérez Roisinblit en diálogo con ANCCOM. También subrayó el carácter movilizador de la película: “Me di cuenta que aparecemos conteniendo lágrimas o después de haber largado muchas; no me había detenido a observar que me emociono tanto en distintos pasajes de mi historia. Por eso decía lo cuidada que está la película, no cae en lugares comunes, no apela a que estemos llorando para filmar esa situación. Lo que más me queda es el testimonio de Belén (Altamiranda Taranto) del momento en que es arrancada de su madre y su mamá no tiene ni la posibilidad de saber si era varón o nena”.

Roberto Persano, Guillermo Pérez Roisinblit y Santiago Nacif Cabrera en la Ex Esma.

Roberto Persano, Guillermo Perz Roisinblit y Santiago Nacif Cabrera en la Ex Esma.

Pérez Roisinblit resaltó, además, el trabajo realizado durante estos casi 38 años de lucha de las Abuelas, que llevó a juicio a los responsables del plan sistemático de apropiación de bebés: “La justicia argentina tardó dieciséis años desde que se presenta la denuncia hasta que salió la sentencia. La verdad es que estas ‘viejas’ aprendieron un montón de cosas siendo muy grandes y en la adversidad. Aprendieron de genética, de recursos jurídicos, de leyes, aprendieron a hablar en los organismos internacionales, se construyeron ellas solas y llegaron a todo el mundo”.

El nieto recuperado destacó también las partes del documental en las que se habla de la tercera generación, la de sus propios hijos.“Yo no pude terminar de disfrutar plenamente el nacimiento de mi hija -reconoce- porque estaba lamentando que mi papá no tuvo la oportunidad de disfrutar de mí”.

Los otros dos nietos que le dan vida al documental son Carlos D’Elía Casco, nacido en el Pozo de Banfield y restituido por Abuelas en 1998, y Belén Altamiranda Taranto, nacida en el Hospital Militar de Campo de Mayo y restituida en 2007, ambos ausentes con aviso en el estreno por no encontrarse en la ciudad. Belén desde Córdoba, su lugar de residencia, envió unas palabras que leyó Persano, antes de iniciar la función: “Gracias por hacer visible esta terrorífica etapa de nuestro pasado. Faltan muchos hermanos que buscar, y el apuro que tenemos es que el tiempo pasa y las Abuelas se van sin poder abrazar a sus nietos”, terminó de leer el director, entre aplausos.

Otro personaje central en la historia, también presente en la sala el día del estreno, es la jueza María del Carmen Roqueta, presidenta del tribunal que llevó adelante el proceso popularizado como juicio sobre el “Plan sistemático de apropiación de menores” que tuvo sentencia en 2012 y condenó a Jorge Rafael Videla y a otros genocidas a cincuenta años de prisión. La magistrada comentó a ANCCOM, luego del estreno: “Me gustó mucho porque me parece que es un tema bastante difícil, complejo y triste. Se pueden ver todos los distintos momentos, a las personas, a los nietos restituidos, ver que se hizo un juicio y cómo se llega al momento de memoria, verdad y justicia. La animación, además, le da otro vuelo a la película”.

La particularidad del documental es que está acompañado de animaciones realizadas en tiempo real, en el momento en que se daban los testimonios. Al respecto, el artista responsable de las ilustraciones, Maxi Bearzi contó a ANCCOM: “A medida que iba escuchando la historia de los entrevistados, automáticamente lo iba dibujando. Teníamos muchas ganas de que esto no sea postproducción, que no sea algo que se ponga después, sino de preparar las animaciones y fijar la luz en los lugares donde hubo esta parte de la historia tan oscura”.

Por su parte, Andrés Martínez Cantó, otro de los directores, dijo a ANCCOM: “Estamos muy contentos, porque a mucha gente le llegó la película. Si bien es una temática que fue abordada por diferentes discursos y por diferentes textos, hubo gente muy avezada en la temática de los derechos humanos, de la dictadura, del revisionismo sobre el pasado reciente, que descubrió cosas nuevas y eso es un poquitito lo que nosotros queríamos hacer. De alguna manera avanzar con una mirada más rigurosa sobre lo que fueron las maternidades clandestinas propiamente dichas”.

Con respecto al recorrido que hará la película luego de su estreno, su colega, Roberto Persano adelantó: “Esperamos que siga en cartel un tiempo, que se pueda divulgar en festivales argentinos y del extranjero y que sirva para trabajar la memoria, sobre todo con los pibes más jóvenes, de los secundarios, que quizás no tienen tan fresco el tema del plan sistemático. En nuestra anterior película (Nicaragua, el sueño de una generación) la verdad es que nos fue muy bien, estuvo en más de veinte festivales, así que ahora esperamos repetir. Dictaduras hubo en todo el continente, pero un plan sistemático de apropiación de menores no, está bueno quizás llevar este debate a Latinoamérica”.

Nacif Cabrera también concluyó con sus expectativas: “Esperamos que sea bien recibida por la gente, que mantenga esta lucha que emprende Abuelas de Plaza de Mayo desde hace más de 30 años y siempre con este concepto de memoria, verdad y justicia, hasta que aparezca el último nieto robado por la dictadura. Quedan todavía alrededor de cuatrocientos hombres y mujeres que todavía no conocen su verdadera identidad. Hasta que no aparezca el último seguiremos luchando”.

Actualización 14/10/2015

“Ni un pibe Menos”

“Ni un pibe Menos”

Se cumplieron 8 meses del asesinato del adolescente Roberto Autero y el miércoles 7 de octubre,  frente al Palacio de Tribunales, un grupo de personas lo recordó y exigió avances en la causa judicial que al día de hoy está paralizada.

“Robertito”, como le decían sus maestros y compañeros del Instituto Isauro Arancibia, tenía 16 años y vivía en la calle. Fue en marzo, cuando en el colegio se enteraron de la muerte del adolescente, y comenzaron la búsqueda de respuestas. A medida que empezaron a averiguar, se enteraron que un policía de la Metropolitana le había disparado un tiro en la nuca: la muerte había ocurrido el 7 de febrero, y el policía había sido Sebastián Torres. Ante la falta de acción por parte de la Justicia, los maestros y alumnos del Isauro Arancibia se pusieron al frente de la denuncia. En el camino fueron encontrando el apoyo de un gran número de legisladores, instituciones, y  agrupaciones y movimientos sociales.

El miércoles al mediodía, los educadores del Isauro Arancibia, los alumnos, y todos los que adhirieron al pedido de justicia, se agruparon en Plaza Lavalle para hacer oír el reclamo: “Ni un pibe menos”, pintaban -a través de un stencil- en carteles y remeras.

En tribunales, concentraron docentes y compañeros de Roberto Autero, quien estudiaba en el centro Isauro Arancibia y fue asesinado por la policía metropolitana en febrero de este año.

En tribunales, concentraron docentes y compañeros de Roberto Autero, quien estudiaba en el centro Isauro Arancibia y fue asesinado por la policía metropolitana en febrero de este año.

El caso de Autero no es el único. La Coordinadora Independiente Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) publicó en 2014 un informe estadístico sobre los casos de gatillo fácil conocidos públicamente en todo el país y determinó que, a esa fecha, la Policía Metropolitana ya contaba con 14 asesinatos en la Ciudad de Buenos Aires. No es novedoso para los maestros del Isauro, ni para sus compañeros –la mayoría vive en la calle y enfrenta situaciones similares– que suelen pedir que se termine “con los bancos vacíos”. Sólo como muestra, a principio de este año, en el colegio contaban con dos jóvenes internados por heridas de balas policiales. Además, según el último Informe anual sobre Derechos Humanos, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), “los jóvenes que pueblan los barrios pobres y las cárceles, quienes deberían ser los destinatarios privilegiados de un proyecto político-social que procura el crecimiento con inclusión, están sujetos a rutinas de abuso y violencia policial y penitenciaria, que afectan a las políticas inclusivas que se pretenden desarrollar”.

Tampoco resulta sorprendente que el sistema judicial “olvide” los casos de violencia institucional. Ante esa amnesia, la directora del Isauro Arancibia, Susana Reyes, remarcó en el acto frente a Tribunales que los maestros seguirán luchando por sus derechos y los de todos los chicos en situación de calle, porque ellos “para nada son invisibles”, y aseguró que “van a pedir justicia siempre”.  Enseguida, Reyes agregó: “Justamente, lo que venimos a decir a esta jueza (Silvia Ramond) es que Robertito está ocupando un lugar en nuestra escuela y en nuestros corazones”.

Ramond, jueza de Instrucción de la Ciudad de Buenos Aires,  es la encargada de llevar adelante la causa. A ella fueron a reclamar los manifestantes, para que realice el llamado a indagatoria de  Torres.

Silvia Ramond es la jueza de Instrucción de la Ciudad de Buenos Aire encargada de llevar adelante la causa. A ella fueron a reclamar los manifestantes por la muerte de Roberto Autero de 10 años.

Silvia Ramond, jueza de Instrucción de la Ciudad de Buenos Aires,  es la encargada de llevar adelante la causa. A ella fueron a reclamar los manifestantes, para que realice el llamado a indagatoria de  Torres. En diálogo con ANCCOM, Reyes dijo: “La jueza no activa, no resuelve las cosas, no llamó a declarar al policía, no hizo nada de lo que tenían que hacer”.

Cuando sucedió el crimen, el policía había afirmado que Roberto estaba armado y quiso atacarlo, por lo que él le disparó de frente. Luego se confirmó que el arma de Roberto era de juguete, y la autopsia reveló que la bala había entrado por la nuca. Las coartadas de Torres no cierran, pero la justicia no avanza. O peor, aún la investigación está centrada sobre la víctima, ya que los maestros contaron que la carátula de la investigación se titulaba “Tentativa de robo”.

Durante el acto, varios legisladores enviaron su adhesión y se leyeron algunos mensajes. Alumnos de la escuela Arancibia escribieron y leyeron dedicatorias para Robertito, otros también pintaron “Justicia para Roberto” en sus remeras, y los maestros se sumaron al homenaje para recordarlo. Entre los presentes estuvieron miembros del gremio docente Unión de los Trabajadores de la Educación (UTE), de ATE Capital (Asociación de Trabajadores del Estado), y algunos legisladores como Paula Penacca (Frente para la Victoria) y Pablo Ferreyra (Seamos Libres), que pronunciaron unas palabras. Ferreyra pidió a la jueza que “por favor llame a indagatoria a Torres, no hay más motivos para poner excusas”, y agregó: “Creemos que está todo a nuestro favor, porque hay algo que es irrefutable en este caso y es que el disparo entró por la nuca. Se fusiló a un pibe, y se lo fusiló por pobre”. Penacca, por su parte, aseguró que seguirá acompañando la lucha de la escuela.  “También -completó- vamos a seguir de cerca los pasos que da la Justicia, porque muchas veces frena este tipo de causas, impide que avancen y es cómplice de estas políticas que lleva adelante el gobierno macrista”.

Alumnos de la escuela Arancibia escribieron y leyeron dedicatorias para Robertito, otros también pintaron “Justicia para Roberto” en sus remeras, y los maestros se sumaron al homenaje para recordarlo.

Alumnos de la escuela Arancibia escribieron y leyeron dedicatorias para Robertito, otros también pintaron “Justicia para Roberto” en sus remeras, y los maestros se sumaron al homenaje para recordarlo.

Las Instituciones que acompañaron enviaron sus mensajes de adhesión: De parte del Programa de Alfabetización, Educación Básica y Trabajo dijeron que “lo que necesitamos para que los pibes no delincan, para que los pibes sigan yendo a las escuelas, no es  poner más policías en las calles, no es llevar ejércitos, sino dar más educación. Poner presupuesto en educación y salud, en donde no lo está poniendo el Gobierno de la Ciudad”. Y desde el Observatorio de Derechos Humanos apoyaron la lucha del colegio Arancibia: “Todos estamos involucrados en lo que le pasó a Roberto. Nos sentimos muy inseguros con esta Policía Metropolitana que no sabe ejercer el rol del Estado, que consiste en protegernos, acompañarnos, cuidarnos y, sobre todo, velar por el futuro de nuestros jóvenes. Queremos justicia por Roberto, pero fundamentalmente que estos hechos no se repitan”. Finalmente, Susana Reyes cerró el acto e invitó a todos a sumarse al pedido de los pibes: “Sacarse la gorra y ponerse la visera”.

Actualización 14/10/2015

Cuéntame un cuento

Cuéntame un cuento

Audioteca presentó la primera colección de treinta cuentos argentinos interpretados por actores nacionales. El proyecto, que desafía la primacía de la imagen y apuesta por el viejo hábito de la narración oral, fue dirigido por la cineasta Lucrecia Martel y curado por la guionista Graciela Speranza. Desde su sencilla interfaz, devuelve el placer de los cuentos leídos en voz alta a cualquiera que acceda de manera gratuita desde la plataforma online o a través de la aplicación para dispositivos móviles.

A partir de ciertas dificultades en la visión de algunos integrantes de su familia, y ante la escasa disponibilidad de literatura argentina en formato de audiolibros, surgió esta idea que Martel propuso al Ministerio de Cultura de la Nación hace dos años y que luego fue desarrollada por la acción Cultura Accesible a través de la Dirección Nacional de Industrias Culturales. La iniciativa se enmarca en el art. 66 de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual que predica la accesibilidad a los contenidos culturales.

Speranza explica que para la colección Lugares, que inaugura el proyecto, buscaron una “selección imprevisible”, que se alejara de las antologías de siempre. Para ello, se aventuraron a releer sus bibliotecas y a encontrar cuentos que cumplieran con los criterios elegidos. “Siempre tengo la idea de que las constricciones en el arte ayudan porque permiten que aparezca lo inesperado”, señala Speranza.

La Ministra estuvo acompañada por el secretario de Gestión Cultural, Jorge Espiñeira, la coordinadora de “Audioteca”, Lucrecia Martel, y la curadora de la colección de cuentos, Graciela Speranza.

 

El recorte final reúne treinta cuentos argentinos contemporáneos, escritos en primera persona y de extensión corta, que invitan al receptor a viajar y habitar distintos lugares durante la escucha. El origen salteño de Martel y su sensibilidad a las distintas hablas se evidencian en el carácter federal del proyecto: la selección incluye textos de escritores consagrados y también de escritores más jóvenes, de todo el país.

A la hora de elegir a los actores narradores, el objetivo de las coordinadoras fue, en palabras de Speranza, “agregar variedad a la variedad”. Martel primero hizo un casting mental, luego realizó pruebas de grabación, algunas de las cuales no funcionaron y la decisión final fue responsabilidad de la cineasta en conjunto con  María Onis, quien realizó la producción artística y la edición de sonido. El trabajo sobre la dirección de actores dio como resultado un abanico de riquísimas interpretaciones que, lejos de voces impostadas, permiten renovar la lectura de cuentos tan conocidos por todos como “Final de juego” o “Funes el memorioso”.

En muchos casos, la voz elegida busca generar un contraste o una sensación de extrañeza que sorprenda al oyente. Para dar un ejemplo, Speranza menciona el “efecto increíble” que tiene la entonación cordobesa del actor Maximiliano Gallo sobre el cuento de Patricio Pron (“Como una cabeza enloquecida vaciada de su contenido”), cuyo eje es la mancha de basura del Atlántico. “Una voz mirando al mundo desde arriba con tonada cordobesa me parece que le da un efecto interesante –destaca Speranza-. El cuento de Marcelo Cohen leído por Humberto Tortonese también tiene un efecto curioso, como el de César Aira leído por Fernando Noy”. Lo mismo ocurre con la voz de Cristina Banegas interpretando el misterioso narrador masculino de “La casa de azúcar”, de Silvina Ocampo.

La coordinadora de Audioteca, Martel, acompañada por Graciela Speranza, Cristina Banegas, Luis Ziembrowski, Alejandro Awada, entre otros.

 

Audioteca promueve la literatura más allá de su propia plataforma al ser una puerta de acceso a la obra de los autores seleccionados. Cada audio está acompañado de las fotografías y las biografías, tanto del actor como del escritor. Éstas últimas fueron cuidadosamente trabajadas por Graciela Speranza para dar indicios de cada poética en particular. En la sección “Extras” los más curiosos podrán encontrar una variedad de contenido para acompañar el audiolibro: fragmentos de otros cuentos, entrevistas, textos inéditos escritos especialmente por cada autor o links que permiten explorar otras facetas de los escritores. En la aplicación móvil, además, se puede explorar un mapa de Google Maps donde está indicado el lugar en el que transcurre la historia; aunque, en muchos casos, se trata de lugares imaginarios.

Con la idea de despertar un hábito de escucha, el equipo coordinado por Martel y Speranza logró abrir un espacio que, esperan, será continuado por próximas colecciones de audiolibros. En definitiva, Audioteca demuestra que las pantallas también pueden acercarnos una propuesta que se rebela contra la vorágine y nos invita a cerrar los ojos para rendirnos ante los encantos de una voz contando una historia. Porque, admitámoslo, ¿a quién no le gusta que le lean un cuento?

Los cuentos de la colección “Lugares” – AUDIOTECA

«As de espada», de Juan Filloy, por Alejandro Awada.

«Asiático», de Federico Falco, por Alberto Ajaka.

«Ay Enrique!», de Elvira Orphee, por Verónica Llinás.

«Bajo cero», de Damián Ríos, por Claudia Cantero.

«Caballo en el salitral», de Antonio Di Benedetto, por Marco Antonio Caponi.

«Como una cabeza enloquecida vaciada de su contenido», de Patricio Pron, por Maximiliano Gallo.

«Diario de un explorador», de Jorge Accame, por Capullo Medina.

«El cerebro musical», de César Aira, por Fernando Noy.

«El diario, de Ana Basualdo, por Stella Galazzi.

«El pianista», de Ricardo Piglia, por Iván Moshner.

«El rescate», de Daniel Moyano, por Norma Argentina.

«Ferrocarriles Argentinos», de Elvio Gandolfo, por Osvaldo Santoro.

«Final de Juego», de Julio Cortázar, por Érica Rivas.

«Funes el memorioso», de Jorge Luis Borges, por Guillermo Arengo.

«Habrá que matar a los perros», de Miguel Briante, por Manuel Callau.

«Japonés», de Rodolfo Fogwill, por Luis Ziembrovsky.

«La casa de azúcar», de Silvina Ocampo, por Cristina Banegas.

«La gata», de Héctor Tizón, por Jaime Torres.

«La gran bola de pelusa», de Marcelo Cohen, por Humberto Tortonese.

«La gran noche de los trenes», de Sara Gallardo, por Adriana Aizemberg.

«La tardecita», de Juan José Saer, por Mario Alarcón.

«Las doce a Bragado», de Haroldo Conti, por Tata Cedrón.

«Los bultos», de Carlos Hugo Aparicio, por Roly Serrano.

«Nada que ver conmigo», de Carolina Bruck, por Alejandra Flechner.

«Oficina», de Leticia Obeid, por Eva Bianco.

«Pirovano», de Matilde Sánchez, por Marta Lubos.

«Tratado de fitolingüística», de Mario Ortiz, por Esteban Bigliardi.

«Un día cualquiera», de Hebe Uhart, por Mónica Cabrera.

«Una mañana con el hombre casco azul», de Washington Cucurto, por Erasmo Olivera.

«Velcro y yo», de Martín Rejtman, por Fabián Arenillas.

Entre el pasado y el presente

Entre el pasado y el presente

“Las razones de lo que sucedió, el porqué del terror, los contextos históricos, el rol y las experiencias de la lucha armada, los errores que se hayan cometido; cruzar la experiencia memorística argentina con lo que pudo ocurrir en Chile, Uruguay o Brasil. No apuntamos al golpe bajo,  es mucho más profundo que eso. Queremos aportar a pensar y producir mejor, a reflexionar con mayor complejidad y no con consignas”, explicó a ANCCOM el periodista y escritor Eduardo Blaustein, jefe de redacción de la Revista Haroldo, sobre los objetivos de la publicación que busca debatir sobre el pasado reciente y vincularlo con el presente.

La redacción de la Revista Haroldo, que está online desde el 7 de agosto, se reúne en una sala del primer piso, sobre la galería de exposiciones del Centro Cultural Haroldo Conti, ubicado en la ex Esma. En el Centro, las muestras se debaten en torno a los modos de hacer memoria: “¿Hay que tener ciertos recatos? ¿Hay que ser políticamente correcto? ¿Es correcto que acá, que fue el centro del horror, se hagan recitales de poesía? ¿Es correcto que vengan clowns? Sí, todo eso se hace. Con lo cual, nosotros hacemos una recuperación del predio desde la alegría, desde la vida, la reflexión, desde la producción de conocimiento”, señaló  Blaustein. Y serán estos debates los que después de más de siete años de desarrollarse en el Conti, intentarán plasmarse y hacerse públicas en Haroldo.

El Centro Cultural forma parte, desde el 2008, del actual Espacio Memoria y Derechos Humanos. Su nombre debe homenaje a Haroldo Pedro Conti: docente, escritor de cuentos y novelas, periodista y militante, que fue secuestrado y desaparecido durante la última dictadura cívico-militar, en mayo de 1976. En 1967, Conti escribió su “Ars Humana”, que publicó en 1974 durante su colaboración en la revista Crisis: «No sé si tiene sentido pero me digo cada vez: contá la historia de la gente como si cantaras en medio de un camino, despojate de toda pretensión y cantá, simplemente cantá con todo tu corazón: que nadie recuerde tu nombre sino toda esa vieja y sencilla historia». Así como el Centro, dedicado a la búsqueda de las formas de construcción de la memoria mediante el arte, la revista se basa también en esa particularidad histórica para contar el presente. Particularidad que reivindica el estilo de Conti: la conjunción de militancia y libertad artística e intelectual.

La redacción de la Revista Haroldo, que está online desde el 7 de agosto, se reúne en una sala del primer piso, sobre la galería de exposiciones del Centro Cultural Haroldo Conti, ubicado en la ex Esma.

 

Eduardo Jozami, director del Centro Cultural y de la revista, tuvo en mente el proyecto de una publicación desde la apertura del Espacio, hasta que a fines del año pasado pudo empezar a concretarlo con la ayuda de Blaustein y el resto de periodistas que conforman el equipo de redacción. Jozami contó a ANCCOM cómo fue ese inicio: “Para nosotros era una incógnita cómo iba a funcionar la revista, incluso en el modo de hacerla, porque a diferencia de otros proyectos de publicaciones, la Revista Haroldo es parte de una tarea mucho más general, como la del Conti. Entonces, el tema estaba en cómo hacíamos para que la revista no se diluyera en función de las otras actividades. Es decir, tenía que tener en cuenta la actividad del Conti, para nutrirse de ahí, pero al mismo tiempo garantizar que tuviera cierta independencia, un estilo menos institucional. Y en ese sentido creemos que está funcionando bien”.

Jozami y Blaustein encabezaron el proyecto de la revista digital. Decidieron que el abordaje debía ser desde el arte, y a partir de las expresiones que circulan por El Conti, como la literatura, el cine o la poesía. Unir esas miradas y vincularlas al periodismo da como resultado Haroldo: “De alguna manera, no por proponernos, sino por necesidad, vamos a contramano del periodismo del vértigo, del texto corto, del recuadrito”, comentó Blaustein en referencia al estilo de la revista. Según el periodista, las notas se caracterizan por una “cierta belleza en el texto”, géneros narrativos y ensayísticos que se adaptan a los temas propuestos, con extensiones mayores. Jozami, por su parte, sintetizó: “La revista es, por un lado, la publicación del Centro Cultural porque la hacemos nosotros. Pero por otro lado expresa las inquietudes que tenemos. Ni las actividades del Centro, ni las prioridades del Centro únicamente, sino que la idea es que se haga desde el Centro Cultural”.

 

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Jozami y Blaustein encabezaron el proyecto de la revista digital. Decidieron que el abordaje debía ser desde el arte, y a partir de las expresiones que circulan por El Conti, como la literatura, el cine o la poesía. Unir esas miradas y vincularlas al periodismo da como resultado Haroldo.

Las producciones son variadas, desde crónicas personales de “los hijos de los setentistas” hasta debates contemporáneos de los protagonistas y sobrevivientes de la dictadura, llegando a problemáticas de violencia institucional en la actualidad. Aparecen, por ejemplo, entrevistas  a Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga; o Juan Grabois, dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Además, hay investigaciones sobre temáticas internacionales, como el modelo penitenciario estadounidense y un balance de “la guerra contra los narcos” en México.

Valeria Sobel, hija de Héctor Sobel, abogado defensor de presos políticos, desaparecido el 20 de abril de 1976, escribe: A mí nunca me iba a pasar algo así: mi papá viéndome irme de la mano de una de mis hijas; mi papá en la ciudad francesa donde vivo; mi papá conociéndome a mí adulta; yo conociéndolo a él como abuelo, como señor mayor, mis hijas escuchándole decirles algo lleno de ternura (…)”, mientras que Igor Garfias, otro hijo de desaparecidos, confiesa: “Tengo 42 años, soy hijo de un asesinado por el régimen de Pinochet en Chile, esto sucedió justo el año en que nací, tenía seis meses y si bien no recuerdo se podría decir que aunque no viví ese traumático momento; sí viví todos los sucesos que eso generó, consecuencias políticas y sociales, pero sobre todo personales, creo que todo lo que siento se podría reducir a una sola palabra: odio”.  

Entre las notas de los protagonistas aparece una de la periodista Lila Pastoriza, sobreviviente de la ESMA, que se pregunta: “¿Memoria de qué? ¿De qué hablamos cuando hablamos de memoria del terrorismo de Estado? ¿Qué se quiere transmitir?”. Y otra de Pilar Calveiro, que habla sobre la “matriz general para la construcción del Otro”, definida por el tiempo histórico y el momento sociocultural –explica la politóloga- con el fin de despolitizar al Otro y excluirlo: Este enfrentamiento entre los “otros” y “nosotros” organiza todo el campo social, a la vez que invierte la relación, haciendo ver como un peligro para la sociedad al grupo que, en verdad, es el que está siendo amenazado”.  En esta línea, Eduardo Blaustein habla de la necesidad de incluir otras memorias en el debate: “Históricamente en Argentina el ejercicio de la memoria, los primeros quince años por lo menos, se centró en las clases medias porque eran las que tenían acceso al Estado, a los organismos de Derechos Humanos, eso implicaba que las víctimas villeras, o las víctimas del conurbano quedaban afuera. Entonces ahora están llegando chicos de Ezpeleta, o del Conurbano profundo, que tienen otro lenguaje muy distinto que el hijo de un psicoanalista, o de un profesional, con lo cual también hay distintos registros de escritura, y esto implica el famoso verbo ‘incluir’. Es una inclusión de otros sectores sociales”. Y destaca el artículo de la investigadora Victoria Snitcofsky que aborda la resistencia en las villas durante la dictadura.

El lugar de la fotografía también es importante en Haroldo. Las imágenes no acompañan simplemente a los textos sino que forman parte de los testimonios y contribuyen al modo en que la revista decide hacer memoria.  Varias notas cuentan con ilustraciones de archivo, fotos familiares, o de fotógrafos que plasmaron su testimonio en imágenes, como sucede en la nota “Visible/Invisible. Tres fotógrafas durante la dictadura militar en Chile”. En la sección “Generaciones”, donde se expresan los descendientes de militantes desaparecidos, asesinados o exiliados, los dibujos que acompañan pertenecen a la artista María Giuffra, quien también forma parte de ese colectivo de hijos de militantes de los setenta: “Hoy los hijos de esa generación somos más grandes que nuestros padres. Nuestros padres siguen siendo jóvenes y valientes, nosotros seguimos siendo sus hijos, aun siendo bastante mayores que ellos”, describe Giuffa. Blaustein enfatizó en ese sentido: “Que dé la mayor diversidad de miradas posibles, que sea pluralista, que afronte ciertos conflictos y ciertas discusiones todavía no saldadas,  con la mayor generosidad posible”. Del mismo modo, Jozami lo escribió en la nota Editorial: “En este espacio físico donde la historia del dolor estará siempre presente, podemos eximirnos de literalidades, referencias directas o apelaciones sentimentales que pudieran rondar el golpe bajo. No se trata de asustar al visitante sino de ayudarlo a pensar”.

Otra de las prioridades de Haroldo es la propuesta de actualizar el valor de las luchas sociales y de la militancia, pero a la vez observar los setentas con una “mirada distanciada”: “No quiere decir fría ni híper crítica, pero sí una mirada serena, una mirada que se haga cargo de las ‘macanas’ que se cometieron. En algunos de los testimonios de los hijos hay reproches a los padres, no a los padres en sí, sino a la experiencia de la militancia revolucionaria. En otro texto también se habla de un tema clásico, en una obra de teatro, sobre lo conservadores que éramos los setentistas respecto del tema de la homosexualidad. Entonces hay una mirada reflexiva e introspectiva sobre ese pasado”, concluyó Blaustein. Se trata de un ir y venir constante entre la historia y el presente, la actualidad no como mera consecuencia de aquel pasado, sino como parte de un análisis minucioso: “Discutirnos mejor para construir una sociedad mejor” –dicen desde la revista– con la importancia fundamental del pensamiento reflexivo, son algunas de las pautas que representa Haroldo.

Para su director la revista “está yendo por el camino que queríamos que fuera”. Jozami completa: “La recepción es buena, ya que hemos tenido muchas repercusiones en las redes sociales, diálogos con otras revistas, y hemos tenido más ofrecimientos para publicar de los que razonablemente podemos satisfacer. Ojalá que siga creciendo y que se enganche en más diálogos y debates”.