Divino tesoro

Divino tesoro

La Comisión Provincial por la Memoria realizó el XXII encuentro de jóvenes en Chapadmalal. ANCCOM habló con varios de los participantes que analizaron el avance del discurso negacionista y el tiempo político que viene.

Este 2 de diciembre se realizó el encuentro de cierre de Jóvenes y Memoria, un programa de la Comisión Provincial por la Memoria que reunió a más de 18 mil adolescentes que recuerdan lo ocurrido para no caer en el discurso negacionista. ANCCOM dialogó con algunos de los protagonistas.

Desde el año 2002, la Comisión Provincial por la Memoria invita a los estudiantes de colegios secundarios a participar de su programa de encuentros anuales en el complejo turístico de Chapadmalal. El compromiso de la CPM no sólo apunta a hacer memoria sobre el pasado y a revisar el presente, sino también a construir un futuro mejor. El objetivo, para ello, es poner foco en las nuevas generaciones como promotoras de la democracia. Uno de los jóvenes participantes antes de la pandemia fue Facundo Astudillo Castro, desaparecido el 30 de abril de 2020 tras ser detenido por la Policía Bonaerense.

Para esta edición, la número XXII, que tuvo lugar desde el 30 de octubre hasta el 2 de diciembre, más de 18 mil pibes y pibas de 1.500 escuelas secundarias de toda la Provincia de Buenos Aires se juntaron para reflexionar sobre la democracia y los derechos humanos. “Cuando empezamos en 2002 éramos apenas 300 personas, los hoteles del complejo tenían todavía olor a humedad de tantos años que estuvieron cerrados, ahora están abiertos y hermosos, y más allá de a quien hayan votado los que estamos acá tenemos la misma convicción, queremos una sociedad mejor para que las grandes mayorías puedan vivir mejor”, dijo Sandra Raggio, directora de la CPM, en la carpa donde se hizo el acto de despedida.

A lo largo del encuentro, bajo el lema “40 años de democracia: derechos para todes, no hay libertad sin igualdad”, jóvenes y coordinadores de escuelas secundarias y organizaciones sociales, políticas y culturales participaron de talleres de expresión y actividades culturales a partir de la exposición de trabajos realizados por ellos y ellas, y la puesta en común de experiencias. 

Fabiana Rocha trabajó en Cañuelas, donde accedió por primera vez a Jóvenes y Memoria, y ahora es docente de la Escuela Secundaria Técnica Nº 6 de La Plata. “Jóvenes y Memoria busca reivindicar los derechos constituidos, los que se pelearon y se conquistaron, los vulnerados, y los derechos que hemos abarcado en la lucha constante, en la calle, en los pueblos, en la escuela, en el trabajo y en toda militancia, todo el tiempo.”, dijo a esta agencia. Y agregó: “El objetivo es sacar voces, visibilizar y generar espacios mancomunados y empáticos con la mirada del otre, con la existencia del otre y con las luchas del otre; esa militancia que a uno parece que fuera una mala palabra, pero es esto, sacar voces”.

ANCCOM dialogó, además, con varios estudiantes y exestudiantes de colegios secundarios que participaron del encuentro: Ivana Rosales (Cens Nº 457, Los Hornos), Yesamel (Escuela Nº 35, La Tablada), Hilario y Josefina Ratti (EES Nº 19, Luján), Benjamín (Escuela Nº 3, Punta Indio) y Mia (Escuela Nº 19, Lola Mora). “Hay un rol clave en la defensa de los derechos humanos, informarse, participar activamente, alzar la voz y promover cambios sociales para construir un futuro más justo y equitativo”, sintetizó Ivana.

Las razones por las que acuden año tras año al Encuentro son:

“Para aprender y compartir experiencias sobre derechos humanos”, dice Ivana. “Porque amo los espacios de militancia estudiantil”, subraya Hilario.

“Porque permite reflexionar”, argumenta Josefina.

“Porque visibiliza problemáticas”, sostiene Benjamín.

“Porque podés ser libre y descubrir parte de lo que pasó”, señala Mia.

En el programa de 2023 se trataron tópicos como el trabajo infantil, la violencia policial, la diversidad cultural, el racismo o la discriminación. Yesamel contó que en uno de los talleres en los que participó “chicos sordomudos hablaron de cómo son discriminados y me sentí muy identificada porque yo, en su momento, llegué a pasar por eso. Tengo malformación vascular y a lo largo de mi vida he vivido lo mismo que ellos: bullying y discriminación.”

Ivana Rosales tiene 19 años y estudia en el Cens Nº 457 de Los Hornos. Participó del encuentro con la investigación Dos veces desaparecido, un mural en el hospital San Juan de Dios, donde se atendía Jorge Julio López, el testigo de lesa humanidad desaparecido en 2006 tras declarar contra el genocida Miguel Etchecolatz. Ella ofició como la voz de otres alumnes. “Los jóvenes tienen un rol clave en la defensa de los derechos humanos. Deben informarse, participar activamente, alzar su voz y promover cambios sociales para construir un futuro más justo y equitativo”, fue su síntesis. En su mirada, “el negacionismo es una postura peligrosa que busca negar o minimizar los crímenes cometidos durante la dictadura, y es importante combatirlo y mantener viva la memoria”. Rosales cree que “la próxima etapa de Argentina con el cambio de gobierno puede ser de esperanza y renovación, pero también enfrentará desafíos, por eso es importante que haya participación ciudadana y diálogo para construir un país mejor”.

“Bancar juntos la etapa oscura que viene”

Hilario de Biasi tiene 17 años, es de Luján y estudia en la EES Nº 19. Además de la militancia estudiantil, le interesan los temas relacionados al abuso policial, la estigmatización de los barrios populares, el ambientalismo y las dictaduras. “La próxima etapa de Argentina con el cambio de gobierno, la veo bastante oscura, pero creo que entre todos podemos hacerla más ligera y bancar juntos; y la importancia de hacer memoria a 40 años de la democracia es que nunca nos olvidemos de nuestra historia”, afirmó. “El rol de los jóvenes respecto a los derechos humanos es que nosotros tenemos que reclamar y gritar todos juntos, si nosotros nos movemos vamos a cambiar muchas cosas”, agregó. Su compañera, Josefina Ratti, de 19, destacó que el encuentro es “un espacio de compañerismo y donde también podés colaborar con otros jóvenes con intereses similares a los tuyos, viendo otros proyectos y compartiendo ideas, en una experiencia que te permite aprender y reflexionar, generar conciencia y compromiso sobre la defensa de los derechos humanos y también en la memoria, la verdad y la justicia”. Josefina confesó que tiene “miedo y angustia porque tampoco sabemos lo que va a pasar”. Sin embargo no dudó en marcar que “los jóvenes tenemos que ser agentes más activos del cambio”.

 

Nuevos y variados negacionismos

Por otro lado, aparecieron miradas acerca de múltiples discursos negacionistas. La lectura de Fabiana Rocha, como docente, fue que “siempre los hemos tenido, pero el tema es la gran visibilización que se les ha dado a esas voces en momentos donde la ultraderecha ha cooptado los medios de comunicación, especialmente las redes sociales y la televisión.” Y agregó que en los tiempos que corren es importantísimo ponernos en el lugar de los otros, y el espacio de Jóvenes y Memoria nos da ese lugar”. Rocha sostuvo que “el tema es los lugares que le hemos dado a esas voces para que puedan convencer al otro del negacionismo. La Teoría de los Dos Demonios, por ejemplo. Digo, siempre estuvieron, porque nunca se fueron, ¿no? Porque siempre hay pesadillas de esas voces que han estado en Argentina y en Latinoamérica y en el mundo. El tema es qué ha hecho la sociedad o qué han hecho los medios y qué hemos hecho para que esas voces se recontra multipliquen y tengan llegada y sean escuchadas todo el tiempo en un discurso vacío de fundamentos pero lleno de odio y de negación a la historia argentina”.

A su criterio, hay diferentes tipos de negacionismo. “Cuando en el aula me preguntan si existe el terraplanismo, soy profesora de geografía, me niego a contestar, le digo primero porque científicamente no está comprobado, segundo porque yo creo en lo que ha comprobado el hombre y en la sistematización del conocimiento y en la comunicación del conocimiento real, adquirido, investigado y sustentado, fundamentado”, explicó. 

Desde la óptica de los alumnos, Yesamel aseguró que “estar tantos años en la escuela aprendiendo sobre historia y ver cómo ahora la gente niega esos acontecimientos históricos (la dictadura) considerándolos irrelevantes o inciertos es muy malo.”

Valeria Bettinoti, actualmente en la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar), quien trabajó en la coordinación de un grupo de jóvenes, reflexiona, a 40 años de democracia, que “hacer memoria es importante porque no es algo que está dado, llegamos a tenerlos porque hubo mucha conciencia social y lucha. En este tiempo no se bajaron los brazos y se salió a la calle por esta democracia para que haya equidad social. Por eso es importante mantener viva la memoria y no olvidarnos que hubo momentos que fueron muy oscuros en nuestro país y les dijimos ‘nunca más’”. Para Bettinoti “el negacionismo casi siempre viene acompañado de discursos de odio, intenta poner a algunas personas o grupos sociales, particulares, como enemigos, enemigas. Pretenden romper cuestiones que ya estaban firmes, y tiene que haber una sociedad que lo permita o que no lo permita; pero además esos discursos tienen también intereses económicos y políticos propios”.

Como balance, Juan Medina, del Proyecto Envión y coordinador de un grupo de jóvenes en Chapadmalal, relató que hubo mucha incertidumbre en las familias sobre la continuidad de los proyectos ante el recambio de gobierno. “Fue fuerte y lindo, y vamos a seguir adelante con las investigaciones que los jóvenes elijan”, explicó. “Sabemos que el liberalismo ya gobernó, van a cuestionar que los trabajadores sean parte de las decisiones, da miedo y duele este retroceso, afrontamos una derrota y tenemos que pensar qué hicimos mal, hablar de los desaparecidos no es adoctrinamiento sino tener memoria, pero arrancamos con que estos pibes del encuentro tienen más memoria que el presidente electo”, dijo Medina a ANCCOM. Este educador territorial afirmó que “es necesario recuperar el concepto de la política como herramienta para ejercer la democracia, quitarle el prejuicio de que son todos estafadores, no somos todos eso, como tampoco es cierto que todos los jóvenes votaron a Milei, fue también culpa de los adultos”.

En un presente de incertidumbre y preocupación de cara al futuro inmediato, la CPM sigue haciendo lo mismo que inició hace 22 años: promover la reflexión, el diálogo y la construcción colectiva en los jóvenes para reforzar consensos democráticos que hoy son cuestionados por una porción de la sociedad. Son los pibes y pibas que en este nuevo encuentro en Chapa, como le dicen, juntaron energía frente al mar para tan esencial tarea que se viene.

Visitas

Durante el encuentros se realizaron tres charlas debate sobre El sistema penal y las cárceles en América Latina, con la participación de Gabriela Rodríguez (Uruguay), Ana Morales (Ecuador), Wendy Morales (El Salvador), coordinado por Roberto Cipriano García, integrante y secretario ejecutivo de la CPM; Las violencias que no cesan: estado penal y democracia, que contó con la presencia de Alcira Daroqui (GESPYDH – Instituto Gino Germani -UBA), el Dr Fernando Domínguez (fiscal federal de San Isidro), Luciano García (Casa de la Memoria Domingo Cañas, Chile), Rodrigo Pomares (CPM) y la coordinación de Guillermo Torremare, integrante de la CPM. Y por último, Juventudes y políticas neoliberales. ¿Derechas o derechos? que tuvo como expositores a Ana Laura López (GESPYDH-Instituto Gino Germani-UBA), Mariana Pozzoni (Universidad Nacional de Mar del Plata), Sergio Morresi (CONICET-Universidad Nacional del Litoral), Sandra Wolanski (CONICET-UBA), moderada por Sandra Raggio, directora general de la CPM.

Infancias presas

Infancias presas

Gabriel Otero, escritor y diputado uruguayo, presentó su novela autobiográfica en Casa por la Identidad. El libro narra su experiencia en la cárcel con su madre y el impacto de las dictaduras en las infancias.

En el marco de un creciente discurso negacionista vinculado a los crímenes de la última dictadura cívico-militar, Abuelas de Plaza de Mayo realizó, el pasado miércoles, la presentación del libro La fila de los inocentes. Una historia de niñez en cautiverio político. El libro del escritor y diputado uruguayo Gabriel Otero cuenta sus propias vivencias de los años en los que estuvo preso junto a su madre durante la dictadura uruguaya, que transcurrió desde 1973 hasta 1985.

La presentación se realizó en el auditorio de la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (exEsma). El autor estuvo acompañado por la nieta restituida Mariana Zaffaroni Islas y el periodista Gustavo Veiga, quien moderó la conversación. La bienvenida a la actividad la brindó Miguel “Tano” Santucho, quien remarcó la importancia de continuar con el trabajo sobre la memoria en estos espacios que tanto representan en la lucha por la memoria.

Veiga recordó que tanto Gabriel Otero como Mariana Zaffaroni comparten editorial, Fin de Siglo, además de infancias atravesadas por dictaduras latinoamericanas. Mariana es hija de exiliados uruguayos en Argentina y fue secuestrada junto a sus padres con un año y medio. Restituyó su identidad en 1993 gracias a la búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo. El periodista además resaltó la importancia de estos encuentros en este contexto nacional en donde el discurso negacionista está tomando cada vez más fuerza. “Estas historias de Mariana y Gabriel entroncan en ese lugar de infancias, de chicos que todavía seguimos buscando y que siguen buscando las Abuelas, y que con tantos años permanecieron y permanecen aún sin saber su identidad. Por eso, el valor del libro, de la historia de Gabriel y de sus padres”.

A su turno, Mariana Zaffaroni aseguró: “es fundamental conocer estas historias porque es increíble que tantos años después de lo ocurrido, sigamos descubriendo nuevas tragedias, nuevos crímenes que la dictadura le hizo a tanta gente. Me parece que es importante seguir contando esto, tender puentes hacia aquellas personas que no les importa o lo niegan”.

El silencio de los inocentes

El libro de Gabriel Otero cuenta la historia de los niños y niñas que vivieron en cautiverio junto a sus madres durante varios años de la dictadura uruguaya. Desde la perspectiva de un niño, el autor elige contar una parte de su historia que guardó durante muchos años. Al hablar sobre sus vivencias, reconoció que no quiso contar antes lo que vivió porque sentía que era una historia que podía causarle mucho dolor a otros. “El tipo de preso político medio de Uruguay no te habló nunca de la cárcel, no te habló nunca de la tortura, no te habló nunca de situaciones que puedan herir al otro. Yo ahí encuentro también el porqué nunca hice pública esta historia”, reflexionó Otero.

Sin embargo a la vez entendió que es necesario, así como reconoció Mariana Zaffaroni, que estas historias circulen y se conozcan para que la memoria no muera.

“El libro cuenta una historia que es muy dura porque trata justamente de parte de mi primera infancia desde los 2 años y medio hasta los 5, que estuve con mi madre prisionero”. Otero agregó que fueron alrededor de 80 niños los que sufrieron el cautiverio junto a sus madres en todo el Uruguay. Mientras que en el cuartel donde se encontraba él había entre 30 y 35 niños presos. “Los niños éramos utilizados para generar una situación de tortura y angustia permanente en nuestras madres, ante la falta de cuestiones mínimas: higiene, alimentación, cuidado, ocio, de aprendizaje”, recordó el autor.

Otero explicó que hace unos años comenzó a reunirse con otros hijos e hijas y madres que habían sufrido el mismo cautiverio con él. En su relato, además, aseguró que fue un momento muy duro reencontrarse con esas personas, porque él además ya no tenía a su madre. Esa situación comenzó a reflotar un montón de recuerdos y cuestiones de su vida que no había hablado con nadie hasta entonces y ese fue uno de los motivos que lo llevó a contar finalmente su propia historia.

Veiga le preguntó al escritor si hubo algún momento bisagra en su adolescencia, relacionado a su difícil infancia que lo hiciera embarcarse en la militancia política. Otero, diputado por el Frente Amplio, contó que desde su adolescencia su vida estuvo atravesada políticamente, sin embargo, él no encuentra un nexo directo entre sus vivencias y su compromiso político, porque hasta ahora nunca quiso hablar de lo que le había ocurrido. Aunque se puede ver que ambas cuestiones están estrechamente relacionadas. “Nunca estuvo mi vida militante y comprometida ligada específicamente a la situación de mis viejos. Es algo que a lo que el barrio me empujó”, confesó.

Memorias que afloran

La nieta restituida Mariana Zaffaroni Islas, reflexionó desde su mirada docente la importancia de contar estas historias a las nuevas generaciones. Describió que su hijo más chico muchas veces le hace preguntas sobre cuestiones que ya fueron habladas en casa. Por eso insiste con que no podemos sorprendernos por la falta de información que hay en algunos hogares y en las escuelas, hay que encontrar cómo generar interés. Y resaltó la importancia de continuar llevando estas historias a las aulas. “Muchos estamos todavía acá para poder contar, así que aprovechar a los protagonistas que puedan dar el testimonio en primera persona me parece que es fundamental. Tanto como protagonista y como docente, hay que seguir insistiendo y contando”, cerró.

El público, con gran asistencia uruguaya también se sumó. Walter, un charrúa exiliado de la dictadura de su país, recordó: “Me tocó escapar de la dictadura. Hablabas de la infancia, yo para esa época tenía 16 años, era militante político, venía con toda esa impronta y de pronto sufrimos el golpe en Argentina y se empezó a complicar la cosa”. Walter contó su experiencia como militante y cómo poco a poco dejó de exponerse para proteger a su familia y destacó la solidaridad de quienes lo ayudaron a él y a su familia al llegar a Buenos Aires. “Las convicciones no se terminan. Espero que podamos seguir trabajando en este tipo de cuestiones como la memoria y que podamos seguir pensando con esperanzas que es posible una sociedad distinta y mejor”.

Otra de las intervenciones fue la de Lorena Battistiol, hija de personas desaparecidas y actual directora Nacional de Sitios y Espacios de Memoria en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que busca un hermano o hermana nacido en cautiverio y tenía apenas unos meses cuando su mamá desapareció embarazada de seis meses. “La historia del tío de Gabriel que lo cuidó durante dos meses mientras sus padres ya estaban secuestrados. En mi propia historia”. Battistiol recordó que su familia paterna decidió no denunciar ni buscar a sus padres y su hermano o hermana desaparecidos. “Mi hermana y yo estamos formadas por mi abuela, que es la que salió a la calle a luchar. La que se les animó a los milicos, la que seguramente estaría muerta de miedo y sin embargo salió a la calle a luchar”. Y lamentó no haber homenajeado lo suficiente a los adultos que las cuidaron: “Son a quienes les debemos todo porque por más situaciones difíciles que nosotros hoy recordemos de nuestra infancia, hicieron todo lo posible para que seamos niños y niñas felices”. A pesar del contexto en el que la fórmula presidencial electa trae discursos negacionistas Lorena se mostró esperanzada: “Las generaciones se van a ir sumando, van a ir actualizando las luchas. Es cuestión de seguir insistiendo en el espacio que nos toque estar”.

Otero, en diálogo con ANCCOM también sumó la importancia de la transmisión sobre lo ocurrido a las nuevas generaciones, incluso en la intimidad: “Todo el libro es una deuda para toda la gente que me rodeó todos estos años. Más para mis hijas, que con 25 y 30 años entran en los detalles de la vida del padre. Que están entrando como pueden, también. Están entrando de una manera que es la que el padre les pudo hacer entrar”. Se trata de un trabajo de reconstrucción para todos. “Mis hijas y mis sobrinos están tratando de asimilarlo y de preguntarme algo más. Hay muchas cosas que se explican desde la infancia. Lo que los hijos de mis hermanos leen ahí es desconocido. Mis hijas y mis sobrinos están haciendo a una historia que es de ellos” concluyó.

Condenaron a los prefectos que asesinaron a Rafael Nahuel

Condenaron a los prefectos que asesinaron a Rafael Nahuel

Sergio Cavia, autor del disparo mortal, recibió cinco años de condena. Los otros cuatro prefectos fueron sentenciados como partícipes necesarios. La familia exigía presión perpetua y apelará.

Luego de seis años, el tribunal presidido por el juez Alejandro Silva condenó al prefecto Sergio Cavia, identificado como el autor del tiro mortal que mató al mapuche Rafael Nahuel, a cinco años de prisión como responsable de homicidio agravado por uso de arma de fuego, cometido en exceso de legítima defensa. Los otros cuatro acusados –Francisco Javier Pintos, Juan Ramón Obregón, Sergio García y Carlos Valentín Sosa– recibieron una condena de cuatro años y seis meses por haber sido considerados partícipes necesarios del mismo delito. Cavia, además, fue inhabilitado por siete años para ocupar cargos públicos, y el resto por siete.

Como estaba previsto, la última audiencia de la denominada causa Pintos se realizó el miércoles 29 de noviembre en el Tribunal Oral Federal de Roca que emitió su veredicto sobre el caso que conmovió a la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu cuando el 25 de noviembre de 2017, en un predio en disputa entre esa Lof y la Dirección de Parques Nacionales, el joven de 22 años Rafael Nahuel fue asesinado de un disparo por la espalda realizado por miembros del grupo Albatros de la Prefectura Naval. 

Ante los micrófonos de la radio abierta montada por la cobertura colaborativa de Infoterritorial, Radio Libre y revista Cítrica, la madre y el padre de Nahuel afirmaron que la justicia “les faltó el respeto”, y dijeron que su hijo “no descansará en paz hasta que los asesinos no reciban la pena de prisión perpetua”, que era la que habían solicitado como querellantes. En diálogo con ANCCOM, el abogado de la secretaría de Derechos Humanos Mariano Przybylski dijo “no estar conforme con el fallo”, y anticipó que apelará ante las instancias superiores, al igual que las otras dos querellas de la familia y de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).

Como fue costumbre en las anteriores audiencias, los cinco prefectos ahora condenados no estuvieron presentes en el Tribunal sino que la presenciaron mediante Zoom. Ante la posibilidad de emitir unas palabras finales, los albatros reiteraron su discurso de haber actuado en cumplimiento del deber, sin cometer excesos y respondiendo a una orden judicial. “Respetamos la vida propia y la de terceros”, dijo Obregón.

Las calles alrededor del tribunal se encontraban repletas de manifestantes desde temprano. Organismos de derechos humanos, sindicatos, organizaciones sociales y partidos políticos se hicieron presentes, junto a las agrupaciones que representan a las comunidades originarias patagónicas. La presencia de vallas y fuerzas represivas buscaron remarcar una supuesta actitud peligrosa por parte de los presentes y complicaron el ingreso de muchos de los que querían estar allí. Luego del veredicto, la bronca por las bajas penas se expresó con algunos piedrazos, que fueron respondidos por un par de tiros al aire pero el incidente no pasó a mayores.

Frente a tres posibles caminos –la prisión perpetua que pedían las querellas, cinco años de prisión que solicitó la Fiscalía o la absolución planteada por las defensas– los jueces se inclinaron por la posición del fiscal Rafael Vehils Ruiz, quien apuntaló su solicitud en la teoría de que hubo un enfrentamiento porque los miembros de la comunidad mapuche estaban armados, y que los prefectos dispararon en ejercicio de su “legítima defensa”. El razonamiento es similar al que hizo el abogado defensor de tres de los Albatros, Marcelo Rocchetti -exjefe de Gabinete de Cristian Ritondo en el Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires durante la gestión de María Eugenia Vidal-, en cuanto sus clientes habrían sido emboscados y agredidos con armas de fuego.

Luego de más de 20 audiencias y tres meses y medio del proceso oral y público por el cual pasaron 63 testigos, decenas de peritajes y una inspección ocular al lugar de los hechos, el fallo no fue bien recibido por parte de la querella, que esperaba condenas más severas. “Se acreditó que dispararon 150 veces, en una persecución, que no hubo un exceso sino una intención de matar y todo eso no se reflejó en el fallo. No estamos conformes, aunque no podemos dejar de lado que se entendió que hubo un delito y que hubo, en consecuencia, cinco condenas”, expresó Przybylski. De la misma manera opinó el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, quien esperaba “condenas más duras” frente a un hecho que “siempre supimos que fue un asesinato y una cacería”. Sin importar que su mandato finalice el 10 de diciembre, el Secretario dará instrucciones para apelar el fallo.

Por su parte, Orlando Carriqueo, vocero del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro, estuvo al lado de la familia y a su turno de hablar manifestó que las “teorías de los enfrentamientos vienen de la época de la dictadura militar. A pesar de los 40 años de democracia hay gobiernos que siguen desplegando terrorismo de Estado, como fue el de Patricia Bullrich y Mauricio Macri, y hay una sociedad que no reconoce el genocidio originario, cuando hace 140 años el Estado ocupó esta Patagonia”. También acudieron a abrazar a la familia de Nahuel, Alberto Santillán, padre de Darío, asesinado en la masacre de Puente Pueyrredón en 2002, y Asunción Ávalos, padre de Sergio, desaparecido en Neuquén hace 14 años. «Me nace acompañar a la familia de Rafael Nahuel porque hoy, sin lugar a dudas, mi hijo Darío estaría acá. Me parece que es el lugar correcto, donde hay que estar. Qué mejor que caminar en la misma vereda que caminaron nuestros hijos y sus compañeros que fueron asesinados por las balas del Estado», dijo Santillán a la agencia Télam.

De los edictos policiales al matrimonio igualitario | Estuve ahí

De los edictos policiales al matrimonio igualitario | Estuve ahí

Flavio Rapisardi, militante e investigador del movimiento LGTBQI+, recuerda el ensañamiento particular de la dictadura con las diversidades sexogenéricas. Las continuidades durante la democracia, cómo impactó la gentrificación en la comunidad trans, la estigmatización del VIH, el matrimonio igualitario y la historia de la organización del colectivo.

40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)

ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.

La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.

Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.

Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.

Créditos

ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales ? – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso, Estefanía Hernández e Ian Werbin.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini
“Fue un crimen racial y de lesa humanidad”

“Fue un crimen racial y de lesa humanidad”

Orlando Carriqueo, vocero del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro, evaluó el juicio por el crimen de Rafael Nahuel, habló de otros conflictos territoriales en la Patagonia y de la política violenta y represiva desplegada por el gobierno de Mauricio Macri que amenaza a volver con Javier Milei.

El juicio de Rafael Nahuel parece atípico porque se lleva adelante en Fiske Menuco (General Roca) y no en Bariloche que es donde se cometió el asesinato.

 

Los papás se trasladaron alguna semana para seguir las primeras audiencias pero tanto los imputados como todos los testigos, mayormente los de la fuerza de seguridad, declararon a través de la plataforma Zoom. Ninguno se presentó a declarar en la sede judicial, los únicos que lo hicieron fueron los testigos que resultaron heridos y detenidos el día que mataron a Rafael Nahuel. Los que lo bajaron del cerro.

 

¿Qué balance hace a pocas horas del veredicto?

Los peritajes balísticos dan cuenta de una persecución, no de un enfrentamiento, no hay vestigio de eso, creo que quedó demostrado a lo largo del juicio. Entendemos que que está demostrado el asesinato por parte del Estado y para nosotros es un crimen de lesa humanidad. Si una fuerza de seguridad de un Estado utiliza una orden judicial, entra un territorio comunitario y mata a un integrante de una comunidad indígena es un crimen de lesa humanidad y hay responsables porque esto no es un crimen común, éste es un crimen racial que se dio en una época donde el Estado venía planteando la violencia como un mecanismo para callar. Macri venía planteando la violencia para para combatir la supuesta inseguridad. No por nada la ministra de Seguridad recibió a un policía que mató por la espalda. Matar por la espalda y desaparecer fue una política de Estado del gobierno de Macri porque mataron a Rafael Nahuel  y Santiago Maldonado había estado desaparecido 78 días. El informe RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) que inventó Patricia Bullrich es la clara perspectiva del tratamiento de una política indígena que era a los tiros.

 

¿Cuál era el objetivo de esa política?

No solo fue la orden de matar a un mapuche para poner un freno a todas las reivindicaciones territoriales, algo que no resultó porque las comunidades van a seguir reclamando y reivindicando su tierra. El Estado no reconocía esa necesidad y buscaba aleccionar, imponerse con violencia para dar un ejemplo. Esa coerción también se llama terrorismo de Estado. Es grave que en democracia el Estado utilice el terror como una manera de aleccionar y para eso mate gente o la desaparezca con las fuerzas de seguridad. Y el aparato judicial en conjunto con ese Estado violó todos los marcos normativos internacionales, no sólo el Convenio 169 de la ONU (que establece el derecho de los pueblos indígenas a mantener y fortalecer sus culturas, formas de vida e instituciones propias, y su derecho a participar de manera efectiva en las decisiones que les afectan), sino todo un plexo normativo nacional e internacional, y la misma Constitución. Deciden matar a un integrante de una comunidad y eso lo hizo al Poder Judicial con anuencia y con el impulso del Poder Ejecutivo.

 

¿Por eso la acusación fiscal fue el exceso en la legítima defensa?

Sí, porque la Justicia avaló la teoría sin pruebas de lo que dijeron los prefectos, que son los responsables del asesinato. Fue la única palabra que se había escuchado y que se tomó en cuenta, El Poder Ejecutivo le dio carácter de verdad a la teoría del enfrentamiento pero hubo una política del Estado de darle todas las herramientas al Poder Judicial y a la Prefectura para ocultar el crimen. 

Sería una calamidad si no l os condenan. Serúa muy peligroso para la estabilidad de la zona que este crimen quede impune.

Orlando Carriqueo

¿Qué expectativas tenés para la sentencia?

Sería una calamidad si no los condenan. Sería muy peligroso para la estabilidad de la zona que esto quede impune Por la familia, por la comunidad y por lo que significa para la democracia que no se sepa la verdad en un juicio.

 

¿Cómo impactó el asesinato de Rafael Nahuel y este juicio en sus vidas?

Somos una organización política y a mí me tocó estar activo en estos años. Me eligieron werken, es decir, vocero de la organización el 26 de septiembre del 2017, cuando Santiago Maldonado ya estaba desaparecido. Dos meses después matan a Rafael Nahuel. Para nosotros fue una experiencia muy compleja. Nos tocó ponerle la palabra a la mesa de diálogo y ponerle la palabra a los argumentos políticos. En el gobierno de Macri no logramos el diálogo, pero después se generó una mesa alternativa de resolución del conflicto en Villa Mascardi, no se llegó a un acuerdo y vino un nuevo desalojo. Volvimos a forzar una mesa de diálogo, y ahí sí se llegó un nuevo acuerdo pero el gobierno todavía no ha cumplido la devolución del rehue, que es un sitio sagrado de la comunidad en Lakken Winkul Mapu. En cuanto a la familia, quedó destruida. El papá y la mamá no pertenecen a la comunidad, si bien el papá se reconoce mapuche; la mamá, no. No pasó por este proceso identitario. Y es la historia de la mayoría de quienes habitamos esta parte del territorio, la comunidad hoy está fuera del territorio. La machi (sanadora), que es prima de Rafael Nahuel, se llama Betiana Colhuan y todavía está fuera del territorio. El encuentro feminista que pasó acá en Bariloche trajo muy fuertemente la discusión sobre la devolución de ese Rehue sagrado, y sobre las violencias que existen en distintos casos en esta provincia.

Además, en 2020 ocurrió el crimen de Elías Garay.

Así es. Ha habido una política continuada que permite la violencia cuando hay reivindicaciones territoriales. También tuvimos a Natividad Antual, en otro conflicto de reivindicación territorial, rodeada por la policía durante cinco meses mientras ella vivía en un corral sin nosotros. Podíamos ingresar dos veces por semana para llevarle alimentos, abrigo y ropa pero estuvo en un confinamiento forzado y custodiado. Son graves violaciones a los derechos humanos que se suceden en la Patagonia. Si el Estado no habilita los canales de diálogo y las soluciones, el conflicto está asegurado de acá a 100 años a 200 o 500 o a mil, porque el pueblo mapuche va a reclamar territorio como víctima de un genocidio, no hay vuelta atrás con el proceso de ocupación territorial. 

¿Denunciaron que tuvieron complicaciones para el traslado de los de los testigos de la querella de la familia?

El Estado puso algo para los testigos, es su obligación. Pero no fue suficiente. Por eso desde acá las comunidades y organizaciones sociales en cada audiencia estuvimos reclamando frente al Juzgado Federal. Por eso digo que es un juicio atípico, los papás siguen este juicio vía zoom desde Bariloche. Vinieron para el inicio y volvieron a venir cuando declararon los testigos de la comunidad y para los alegatos, cuando se cruzaron con el fiscal Rafael Vehils Ruiz por haber pedido sólo cinco años de pena para los miembros del grupo de élite Albatros de la Prefectura, al que pertenecen los cinco imputados. Seguramente estarán en la sentencia, el miércoles 29, que esperamos sea condenatoria. 

La ronda de la resistencia

La ronda de la resistencia

Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo realizaron su primera vuelta frente a la Casa Rosada después del triunfo electoral de Javier Milei. Fueron esperadas por el sol y un público entusiasta que las acompañó con cánticos y caminó junto a ellas.

El sol pica en Plaza de Mayo. La columna de un movimiento popular le hace frente con paraguas que simulan ser sombrillas. Son las 15.20. La gente pisa firme como si el calor no pudiera detener esa presencia. Dos personas venden marcianitos en distintas esquinas de la plaza. Hoy no es un jueves cualquiera: la ronda de Madres y Abuelas es esperada por cientos de personas.

Abajo de un árbol, hay una guía turística con un micrófono y, colgado del cuello, su identificación del Gobierno de la Ciudad. Un japonés con mirada extrañada la llama. Con su sombrero amarillo, se acerca a quien en un inglés oxidado le pregunta: “¿Por qué la gente se reune alrededor del monumento?”. Con una sonrisa cálida, le responde técnicamente, sin que se le despeine ni un sólo pelo.

Por Defensa baja una camioneta blanca. Cruza Yrigoyen y la gente se empieza a correr hacia los costados. Una agitación colectiva. Tres veiteañeras se suben a un banco para mirar qué pasa. “Allá vienen”, grita entusiasmada una de ellas con un pañuelo de la campaña del aborto legal, seguro y gratuito en la cabeza.

– Disculpen, chicas, ¿me puedo subir? – pregunta titubeando una señora de 50 años.

Con una amorosidad efusiva, las jóvenes abren espacio y le ofrecen el brazo. “Haciendo esto me quebré la pierna en 2016”, recuerda con una leve risa que se nubla de súbito: “Estábamos pidiendo la libertad de Milagro Sala, ¿vieron? Hasta me tuvieron que poner un clavo”. Un alemán le saca una foto a la Pirámide de Mayo rodeada y otra a las mujeres del banco. Las mujeres latinas hacen historia.

La camioneta blanca se arbre paso, partiendo la marea de gente. El “Madres de la plaza, el pueblo las abraza” se transmite con tal magnetismo que, del otro lado de la Av. Rivadavia, también canta.

Del retrovisor de la camioneta cuelga un cartel verde IVE: “Ni un paso atrás” dice acompañado del dibujo de un pañuelo blanco. Las puertas se abren y se arma un cordón. De a poco, las madres de Plaza de Mayo empiezan a bajar con ayuda: dos están en sillas de ruedas. Todas están maquilladas y cuelgan de sus cuellos la imágen y el nombre de sus familiares desaparecidos. Atrás de ellas, una lleva un micrófono inalámbrico y otra un parlante. Se arma un cordón de protección para las Madres. Para ellas, dos paraguas.

Los cánticos disminuyen, el repiqueteo de los tambores continúa despacio. Las históricas luchadoras nombran desaparecidos. En cada pausa, se escucha un “presente” que sale de las entrañas. Atrás de los lentes de sol de esas madres, quizá se avizora una lágrima.

La ronda avanza. Atrás y adelante de las madres, la gente da vuelta a la pirámide. “Milei, basura, vos sos la dictadura”, agitan desde CORREPI. La consigna recorre la plaza. Tras una breve pausa, reformulan: “Victoria, basura, vos sos la dictadura”. Una señora de pelo tan blanco como uno de los pañuelos, canta con bronca, pero se detiene. “No, compañeras. Hay que decirle Villarruel”, se repite preocupada. Siguen cantando, así que se acerca a quienes sostienen la bandera y las detiene: “No, no, no. Victoria es un tan lindo nombre… y encima tan nuestro… No se lo podemos dar. Hay que cantar ‘Villarruel, basura, vos sos la dictadura’”, forzando la rima. Algunos, los más trotskistas, la miran con confusión, pero todos se suman a la nueva versión.

Con la tarea hecha, se adelanta y sigue cantando. Pasa por debajo de un cartel con el lema “El legado de la ternura que grita” y una foto de Hebe de Bonafini. A un año de su muerte, su imágen sigue presente. Una señora de 60 años teñida de rojo cobrizo suspira: “Hay que salir a luchar”. En la muchedumbre, Vilma Ripoll sostiene un cartel “Fue genocidio. No al negacionismo” mientras masca chicle con nerviosismo.

“Olé olá, como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar, olé olé”, cantan con los brazos en alto. Un señor de 65 años exhala cada palabra. De su cuello, cuelga un silbato, pero no lo usa. En cambio, su herramienta principal está en su mano: un megáfono casero. Con una botella chica de alcohol etílico cortada amplifica los hilos desgarrados de su voz.

Al costado, un niño de 10 años agita una bandera pansexual. Su mamá le sonríe con ternura. El orgullo y la memoria van de la mano. No es casual que la fórmula electa este domingo los ataque sistemáticamente. Ocupar la plaza es negarse a que nos quieran volver a encerrar en el clóset sexual y del olvido. “Nos une el amor por la memoria, la verdad y la justicia”, reza un cartel atado a las rejas de la pirámide y decorado con corazones multicolores.

“Siempre nos quedará la plaza los jueves”, dice Gabriela, una estudiante de Ciencia Política. Abajo de las banderas violetas de Espacio Puebla debate con sus compañeros y planifican una reunión. “En estos tiempos vuelve a ser necesario reunirse” comenta en sintonía con el discurso principal. El orador recuerda el gobierno de Mauricio Macri y la calle como espacio de reunión. Surge un canto: «Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode, se jode». Bajo una sombra, en una ronda de treintañeros, un jóven reflexiona: «Mientras no nos saquen a palos, vamos a estar bien”. La represión futura es un temor que recorre las conversaciones.

«Siempre nos quedará la plaza de los jueves», dice Gabriela.

Cuando finaliza el discurso, la plaza estalla en aplausos. Vuelven los cantos. Las madres se suben otra vez a la camioneta. Se repite el mismo saludo: “Madres de la plaza, el pueblo las abraza”. El motor se prende y las madres del pueblo se dirigen hacia Rivadavia para volver el próximo jueves. Hasta que pisa el cordón, la gente las acompaña.

Un grupo de jóvenes, menores de treinta años, comienzan a vociferar: “Somos de la gloriosa juventud peronista, somos los herederos de Perón y de Evita. A pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos y los desaparecidos, no nos han vencido”. Una periodista se seca las lágrimas. “Acá empieza la resistencia”, grita una. Más allá, bajo la bandera de SIPREBA, los trabajadores de los medios públicos se abrazan. A ellos tampoco los han vencido.