Yendo del estudio al streaming

Yendo del estudio al streaming

Con la hegemonía de las plataformas en la industria musical, los modos en que los artistas independientes construyen su público cambiaron. Las nuevas formas de distribución prometen sencillez y efectividad, pero siguen sin resolver la necesidad de utilizar intermediarios.

La música por streaming cambió los pasos que un artista tenía que seguir para mostrar su trabajo. La llegada de las plataformas hizo necesario que un nuevo actor medie entre el artista y la audiencia: las distribuidoras o agregadoras digitales. Estas empresas, en su mayoría extranjeras, se presentan como una forma sencilla, rápida y justa para que cualquier artista que quiera (y tenga algunos dólares a mano) reparta sus canciones entre Spotify, Itunes, Youtube Music y otros rincones de la música digital.

En la teoría, las plataformas parecen listas para difundir una canción hecha en casa: es la ilusión de llegar al mainstream con “una computadora de Conectar Igualdad”. Sin embargo, en la práctica, producir, distribuir y exponer música no ha perdido su complejidad.

No te olvides de lo artesanal

«Las bandas grabábamos discos, como ahora, pero esas grabaciones se ponían en un soporte físico, que en mi caso era el CD», cuenta German Alperowicz, promotor, manager de artistas y docente de Comercialización en la Escuela de Música de Buenos Aires. Recuerda que años antes de Spotify, “la distribución independiente era artesanal, con un circuito de disquerías amigas en Buenos Aires, el conurbano o el interior del país. Cada vez que tocabas había un puesto con los discos. Todo aquello no era para nada malo: era invertir en la grabación, en la fabricación de un soporte y después salir a venderlo. Venderlo generaba un contacto con el público».

Datos de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica muestran que, en 2022, la industria musical grabada facturó 17.500 millones de dólares en plataformas de streaming. Esto cuadruplica los ingresos de la música en formato físico, que el año pasado fueron de 4.600 millones de dólares.

De ese carrito que empujaba el propio artista ahora se ocupan las distribuidoras que, si bien tienen la potencia para exportar la música independiente a todo el mundo, ¿ofrecen un vínculo similar al que construía vender un CD justo después del show? Para Alperowicz , el desafío es interesante: «El objetivo es tener al público cautivo en esta nueva era digital, donde hay muchísima oferta y donde la demanda es distinta. Yo creo que sigue habiendo fanáticos de la música, fanáticos de artistas, de bandas. Pero, al haber mucha oferta, se hace más complicado generar una comunidad».

Para Leandro, un músico que prefiere no dar su apellido, quién  también es productor e ingeniero en sonido, las plataformas de streaming y las distribuidoras significan un avance enorme. «Antes, la única posibilidad de pegarla era que te descubriera un cazatalentos y que invierta plata en vos. Hoy en día, podés ocuparte de todo el proceso desde tu casa, desde crear un tema hasta distribuirlo para que suene en Japón. Dependés más de vos y de tus estrategias».

No obstante, depender de uno no elimina las exigencias de la industria musical, las reconfigura: «Al tener independencia es uno quien arma su calendario de lanzamiento. Antes te lo imponía un sello, ahora te lo impone esta nueva mentalidad de ‘como todos tenemos las herramientas, todos van a estar sacando música, así que yo también’”. Sea un disco por año o un single por mes, el ritmo lo pone el mercado.

Según Leandro, el consumo de música se “inmediatizó”, por lo que el artista debe atender a múltiples demandas, rápido y por su cuenta: “Si querés seguir la ola, tenés que subir contenido todo el tiempo. Y eso es medio una cagada para el artista; es el capitalismo extremo aplicado a la música. Para responder a la demanda tenés que producir más y eso influye directamente en lo que hacés, porque estás más apurado”.

¿Cuánto duele?

En el home-studio que armó en su living, Tomás (quien también prefiere no dar su apellido) hace trabajos de producción y mezcla para artistas independientes: «Si querés hacer una sola canción y no tenés el equipamiento necesario, te puede salir 100 lucas: 30 en la mezcla, 15 en el mastering, una jornada de grabación de 5 horas 15 lucas, comprar una instrumental 10 o 15. Esto solamente para hacer la canción, sin contar la distribución y todo lo demás. De entrada, es un hobby caro. Yo eso me lo puedo ahorrar ahora que tengo el equipo… pero tuve que servir mucho café».

Tomás también tiene su proyecto musical, que ronda los 500 oyentes mensuales y las 20.000 reproducciones en Spotify. Como eso no alcanza a transformarse en dinero concreto, el músico lo toma como una inversión casi obligatoria para atender a otros modos de financiamiento, principalmente shows en vivo: «Que tus temas estén sonando en Spotify implica más llegada al público y el día que hagas una fecha, que es donde realmente está la plata, capaz podés recuperar algo de lo que invertiste. Pero si tu música no está en ningún lado, vas a tocar siempre para dos amigos».

Su portal de Distrokid (la distribuidora que contrató) indica que, por cada reproducción en Spotify, Tomás se lleva menos de 0,0003 dólares. Curiosamente, el número varía según el país de origen: si la canción se escucha en Estados Unidos o en Europa, genera unos milicentavos más que de ser escuchada en Argentina.

El primer trimestre de 2023, Spotify reportó un total de 510 millones de usuarios mensuales, de los cuales 210 millones son suscriptores premium: con esos números lidera el mercado holgadamente. Los ingresos totales de la plataforma crecieron en un 14%, alcanzando los 3.000 millones de euros, un récord para un trimestre. Esos volúmenes requieren intermediarios que sumen a cientos o miles de artistas y simplifiquen su tarea.

Hay alternativas

Si bien hoy entre los artistas independientes el sistema predominante va del estudio a la distribuidora digital y de esta al catálogo de plataformas dominantes, en nuestro país está tomando forma otro tipo de iniciativas en favor de los músicos que, por lógica de mercado, no tienen tantas reproducciones.

Entre ellas está BeatHey, una plataforma argentina, cooperativa y colaborativa para artistas y seguidores de la música independiente, que permite compartir música sin intermediarios. Además de ser representante de BeatHey, Nicolás Beldi también es artista, sube sus canciones a las plataformas convencionales y afirma que «la repartición de regalías es totalmente desigual. La mayoría de los artistas que se llevan la plata pertenecen a tres multinacionales muy conocidas que son las que manejan todo el mercado y que casualmente son las mayores accionistas de estas plataformas».

En contrapunto, la idea de BeatHey es promover un pago más justo y equitativo entre los artistas, sin distribuidoras que se lleven un porcentaje y con una tasa de ganancia por reproducción que supere los “0,00026 dólares promedio” de Spotify. Esto funciona mediante un sistema de suscripción que, según Nicolás, también fomenta el desarrollo de una comunidad: «Permite escuchar música, pero también publicarla, armar listas, participar en concursos, eventos que son curados con artistas dentro de la plataforma, una revista digital y campañas de promoción. Uno puede ir conectando y sintiéndose parte de una comunidad independiente. Se empiezan a armar nichos en diferentes ciudades, provincias, regiones y nos vamos juntando todos pensando desde el mismo lado». Hoy, BeatHey cuenta con aproximadamente 5.000 artistas y 40.000 suscriptores.

Por otra parte, el Instituto Nacional de la Música (INAMU) presentó en septiembre la primera agregadora digital de música argentina: AMA. A través de un convenio con el Ministerio de Cultura de la Nación, se pondrá en funcionamiento a fin de este año, y permitirá a los artistas distribuir su música sin costo, conocer en detalle cuánto generan sus reproducciones y concretar sus derechos intelectuales. En un comunicado institucional, se sintetiza: «Queremos que los músicos puedan subir sus canciones de forma sencilla y que cobren lo que les corresponde». Con esto, puede pensarse el desarrollo de AMA como parte del fomento a la actividad musical, establecido en el primer artículo de nuestra Ley Nacional de la Música.

Las voces de las Swifties

Las voces de las Swifties

Durante más cinco meses las fans de Taylor Swift acamparon en la puerta del Mâs Monumental a la espera de los recitales de esta semana. ¿Quiénes son? ¿Por qué lo hicieron?

Las voces de las fans

¿Quiénes son las swifties? Desde que salieron las entradas en junio, las fanáticas de Taylor no dudaron en instalar sus carpas en la puerta del estadio River Plate para esperarla. En este episodio nos cuentan su experiencia.

¿Quiénes son las swifties?

por Marina Ampuero y Mailen Farías.

Los libros de la buena memoria

Los libros de la buena memoria

La Biblioteca Nacional organizó la Feria del Libro Originario. Editoriales y autores se reunieron para visibilizar una parte silenciada de nuestra cultura y el valor de los textos para mantenerla viva.

“Somos, estamos y nunca nos iremos”. El pasado domingo 5 de noviembre se llevó a cabo la primera Feria del Libro Originario en la Plaza del Lector Rayuela de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, con entrada libre y gratuita.

La wiphala, como símbolo de unión en la diversidad, estuvo presente en los puestos de libros y en la reja que rodea a la plaza de la biblioteca, del barrio de Recoleta. La feria fue organizada por el Centro de Estudios sobre Pueblo Originarios de la Biblioteca Nacional cuyo objetivo es realizar realiza actividades, publicaciones e investigaciones con el fin de difundir las culturas de las comunidades autóctonas.

En esta primera feria se concentraron editoriales grandes y pequeñas, autores y autoras independientes que pertenecen o están vinculados a la temática de pueblos originarios, con el fin de darles visibilidad, de que la gente encuentre y vea en un solo lugar la diversidad bibliográfica disponible: desde diccionarios hasta ediciones de El Principito en quechua, pasando por poesías e investigaciones culturales.

La feria contó con una programación de canto por Victorina Melipan Antieco Esponja, mujer mapuche tehuelche, la presentación del libro Los diarios del Malón de la Paz de Hermógenes Cayo y Mario Augusto Bertonasco y el cierre estuvo acompañado por música comunitaria aymara y altoandina.

K´anchay Qoyllur, una de las feriantes explicó: “Al lado de este edificio, tan importante para las culturas, que se arme una feria de los pueblos originarios desde y para ellos me parece muy importante, para que las personas que no tienen donde conocernos, donde vernos y escucharnos nos encuentren cerca. Ojalá que se difunda esto, y lo mismo para la juventud. Muchos saben pero otros ignoran nuestra historia, nuestra forma de vida, nuestras cosas que hacemos”

Durante la primera presentación Victorina Melipan Antieco Spoja aseguró: “Es muy importante este espacio y este momento. Este derecho de los pueblos de poder manifestarse, de poder ser en sus propias lenguas con la identidad, porque hay más de 48 naciones vivas, no somos tres o cuatro: somos muchas más. Naciones vivas con sus lenguas y rescatando nuestra cultura, nuestra espiritualidad y nuestra identidad”.

La Biblioteca Nacional fue el espacio de las conversaciones y discusiones históricas, políticas y culturales. Una de las que más convocó fue la referida a los acontecimientos en Jujuy  y al tercer Malón por la Paz.

Diego Antico, uno de los coordinadores del Centro de Estudios sobre Pueblos Originarios de la biblioteca, reflexionó: “Que haya un Estado que permita visibilizar estas cosas es muy importante, porque lamentablemente cada día hay un discurso más anti-estatal y ese discurso se olvida de que el Estado es el que garantiza muchas veces aquello que el mercado deja fuera. Nuestro objetivo es mostrar todo eso que quedó fuera del mercado del comercio”.

En una actualidad con avances y retrocesos, y en una sociedad con mucha discriminacion, con violencia racial, hay que seguir luchando y educando para que eso no suceda: “El rol del Estado es muy importante, porque si dejamos todo librado a los individuos lo que sucede es eso. El Estado generando políticas públicas, leyes, políticas de educación garantiza que esas cosas no sucedan”, cerró Antico.

 

Música, maestros

Música, maestros

Por tercer año consecutivo se realiza esta semana el Festival de Ópera Villera, una propuesta educativa para adolescentes que producen, interpretan y protagonizan obras propias y también clásicos del género.

“El festival es ese momento de disfrute y uno nunca sabe qué niño o niña está viendo esto y qué puede generarle el ver una orquesta, escuchar un coro o solistas y qué semillita uno puede estar plantando ahí de vocación, de pasión o de deseo». Mailen Ubiedo Myskow, música compositora y docente, enfocada especialmente en la ópera, forma parte del Centro Artístico Solidario Argentino, CASA, desde hace 13 años, y es también fundadora del Festival de Ópera Villera, evento que tendrá lugar esta semana en Buenos Aires, con una serie de espectáculos programados en diversas salas de la ciudad. “Lo que más me interesa -agrega- es generar un espacio educativo y que se sepa también que los chicos en los barrios pueden ser productores de nuevo arte y no necesariamente receptores, sobre todo en este género”.

Del 4 al 12 de noviembre se lleva a cabo la tercera edición del Festival de Ópera Villera (FOV), acción vanguardista organizada por la Asociación Civil CASA. Sus protagonistas son estudiantes adolescentes de música en los barrios de Fátima y Padre Ricciardelli (ex Villa 1-11-14). Ellos son los productores del espectáculo, acompañados por la ONG y especialmente por sus maestros Mailen Ubiedo Myskow y Emiliano García Pérez. La gala de apertura tendrá lugar hoy, martes 7 de noviembre, a las 20:30, en UOCRA Cultura.

«Se me ocurrió armar junto a los responsables de cada área de nuestra compañía un espacio educativo enfocado en adolescentes para que puedan conocer un poco de qué van los oficios que tiene la ópera y abrir un poco el horizonte cultural”, cuenta Ubiedo Myskow. La conversación transcurre durante el ensayo abierto para la Gala Lírica de cierre, que se llevará a cabo en el Instituto Técnico Nuestra Señora de Fátima, ubicado en Villa Soldati. Allí, dentro de una cancha de básquet, simple y bien iluminada, el escenario se convirtió rápidamente en un conservatorio frente a los sonidos de una orquesta compuesta por violines; guitarras; flautas; trompetas, flautines; chelos; glockenspiel: timbales; tambores y teclados. El espectáculo que brindan pinta una apropiación de la práctica tradicionalmente elitista, ahora mediatizada y redefinida ingeniosamente por un sector popular, joven y creativo.

“Lo mágico de la ópera es que abarca todas las artes, ahí los chicos se pueden encontrar con un taller acorde a sus deseos», explica la docente. En el espacio dan talleres de diseño y vestuario, diseño y realización de escenografía, dibujo, taller de composición musical y taller de teatro y dramaturgia y el de caracterización teatral, es decir, maquillaje y peinado. El resultado de estos trabajos concluye en una ópera montada y creada íntegramente por adolescentes: «Ese es el plato más fuerte del festival», indica Ubiedo Myskow. La obra realizada por ellos se titula “Espaghetini y brownie”, los mismos se encargan de la escenografía, confección del vestuario (inspirados en la colección de Ágatha Ruiz de la Prada 2018 y la colección de Moschino 2005 honrando a la gastronomía italiana) y maquillaje, además de ser los protagonistas del drama, ya sea como actores o músicos.

Con respecto al nombre, considerado polémico para algunos, ella sostiene que «Ópera Villera» es un recurso que funciona, ya que llama mucho la atención, tanto la gente que conoce de ópera como la que no, se preguntan, “che ¿qué es esto? ¿de qué va?» También remarca el concepto de ir contra la idea peyorativa de lo villero, lo que implica amigarse con la palabra para resignificarla y darle valor. «Nosotros estamos orgullosos de poder ser lo que somos y de poder llevarlo adelante, de que cada persona se sienta bien con lo que es y que no se avergüence de eso, militamos esa idea en el festival», expresa la música.

Otro punto clave que menciona es la novedad dentro del género: «Mucha gente no entiende que también hay obras nuevas, de hecho, está la compañía Sol Lírica, «Mujer sin nombre»  es una ópera fusionada de música académica y candombe». Allí, cuenta la docente, hablan del primer teatro de Buenos Aires y tocan temas como la esclavitud, la conquista de los derechos, entre otros temas. «Muchas veces se piensa que la ópera es sólo Mozart, Puccini y Verdi, y la realidad es que hay mucho más allá de eso; por supuesto, ellos nos encantan, los amamos y los seguiremos haciendo», explica Ubiedo Myskow entre risas y añade que, de todos modos, es clave entender que el género se renueva y es fresco.

El festival, sí bien tiene obras originales, también conserva a modo de fidelidad a la historia del género un repertorio clásico. Algunas de ellas son Nessun Dorma (ópera Turandot de Giacomo Puccini); Libiamo (ópera La Traviata de Giuseppe Verdi); Habanera y Toreador (ópera Carmen de Georges Bizet); Va Pensiero (ópera aida de Verdi), entre otras. La profesora cree que es una buena forma de llevar el género a los barrios, ya que no está contemplado en la vida de las personas que casi no llegan a fin de mes o tienen otros problemas el ir a disfrutar un espectáculo.

Además, el evento genera una actividad comunitaria, ya que contará con la presencia de una feria de platos con las familias que van a colaborar para juntar dinero para la escuela. «Viene gente del hogar, vienen agrupaciones barriales… Ese momento de compartir en comunidad a mí me encanta y me sensibiliza mucho», expresa, e invita al público a acercarse. «A futuro me encantaría que sea replicable en otros espacios y tener otro presupuesto para poder hacerlo en más barrios y tener estos talleres a disposición de muchos más adolescentes», expresa, y además habla del crecimiento, el apoyo y el trabajo en conjunto de varias instituciones y organizaciones académicas o no que se sumen a formar parte, para que esto llegue a más personas. «Y por supuesto algo que venimos diciendo hace rato: tener un espacio propio para nuestra ONG», concluye.

Emiliano García Pérez es el director de orquesta del CASA y director musical junto con Mailen dentro del festival, explica la importancia de la participación de músicos externos que tocan en lugares como la Sinfónica Nacional o el Teatro Colón.»Ellos se complementan con los demás músicos, muchas veces también enseñan y ayudan mucho a visibilizar el evento, ya que son músicos de primera línea y tienen cierta importancia dentro del ambiente», dice. 

También destaca la solidaria y comprometida participación del sonidista Juan “Cana” San Martín (sonidista de Tan Biónica) y cree que es un detalle fundamental del evento ya que es al aire libre. Ubiedo Myskow destaca, a su vez, el trabajo en conjunto con Noelia Pirsic, quien es productora ejecutiva y está a cargo del área de comunicación, espacios claves para el proyecto y especialmente para el festival.

 «Las colaboraciones que tenemos dan fuerza y validación artística al festival año a año», subraya García Péez, y explica que son necesarias para el apoyo y para conseguir recursos para financiar el proyecto. No obstante, insiste que el núcleo del festival son y serán los chicos. «Sin validación el evento se haría igual, porque el corazón son ellos, lo que hacen y que con esa participación aprendan a encontrar su espacio dentro de la música y el arte».

ANCCOM también conversó con Geraldine Lara (21 años), la alumna modelo emergente del CASA, quien hoy está a cargo de la composición de una de las canciones del festival, es estudiante del Conservatorio desde los 16 años y también estudia en la UTN ingeniería en sistemas. Su viaje con la música comienza a sus 12 años cuando descubre que la organización enseñaba música de forma gratuita, frente a su casa casa, en el barrio del bajo flores. “Yo entonces fui porque quería cantar, y aunque no tenían esa opción, me quedé y me terminé enamorando del violín”, cuenta Geraldine.

“Hoy estoy haciendo algo que era impensado para mí y que conlleva toda la imaginación y creatividad que es componer”, expresa, y afirma que Mailen fue quien la incentivó a sumarse al festival y además desempeñarse como profesora de estudiantes en etapa inicial. “Es una forma de devolverle al CASA un poco de todo lo que me dio a mí y poder retribuir a los chicos y que puedan conocer este mundo tan lindo que es el de la música”, algo que ella sostiene, está alejado de la realidad del barrio. Destaca la importancia de la organización como un espacio inspirador que abre oportunidades y posibilidades: “Yo buscaba un espacio así y justo tuve la suerte de que esté CASA con este proyecto. Sin eso yo no sabría lo que es, por ejemplo, un conservatorio, o que tenía esta pasión por la música”.

«En mi experiencia como docente de alumnos de primer año, puedo ver que hay muchos adolescentes que sienten que su aspiración máxima del futuro es trabajar en un Mcdonalds o jugar al fútbol», cuenta García Pérez, quien es también docente en el Instituto Técnico Nuestra Señora de Fátima, en Villa Soldati. Destaca la importancia de la vocación y de la necesidad de generar vínculos, apoyarlos, darles confianza y mostrarles que tienen más opciones en la vida. «Para ellos encontrarse con que hay otras posibilidades es una novedad, y el proyecto del CASA,  es eso», finaliza.

El festival es en la Ciudad de Buenos Aires, la entrada es libre y gratuita. Hoy martes 7, a las 20:30, será el estreno de la Ópera “Espaghetini y brownie” , compuesta y producida por estudiantes del CASA, en UOCRA Cultura (Rawson 42, Almagro /. El jueves 9 a las 22:00 y el domingo 12 a las 19:30 se podrá ver el documental “Ópera villera” por la señal de TV AllegroHD. / Y finalmente, la gala lírica de cierre tendrá espacio en la parroquia Madre del Pueblo (M3 C1,Bajo Flores) el domingo 12 a las 17:00.

 

 

 

Las voces de las Swifties

Fanatismo a cielo abierto

Durante más cinco meses las fans de Taylor Swift acamparon en la puerta del Mâs Monumental a la espera de los recitales de esta semana. ¿Quiénes son? ¿Por qué lo hicieron?

“No va a volver”, dice Carmen, una de las swifties que está acampando fuera del estadio de River Plate en el barrio porteño de Núñez. “Ella está acostumbrada al público yankee y acá somos muy eufóricos. No le va a gustar que estemos todos llorando y gritando”, explica.

Esa muestra de exaltación a cielo abierto se espera para el 9, 10 y 11 de noviembre, cuando la cantante estadounidense Taylor Swift se presente por primera vez para sus fans argentinos en el Estadio Mâs Monumental. Desde que salieron a la venta las entradas a principios de junio, las swifties (sí, mayoritariamente mujeres) están preparando sus outfits, haciendo pulseras de la amistad y acampando fuera del estadio para recibir a su ídola.

Desde el lanzamiento de su primer álbum en 2006, la carrera de Swift ha tenido altos y bajos: pasó por críticas, cancelación y se reinventó en múltiples ocasiones. Pese o gracias a todo esto la cantante estadounidense se convirtió en un fenómeno mundial de la industria musical y un ejemplo ensordecedor de fanatismo.

“Yo llegué el 6 de junio”, nos cuenta Carmen. La dinámica del acampe, que busca garantizar buenos lugares en la fila de ingreso, requiere un mínimo de horas por persona y pasar al menos una noche cada mes en la carpa. “Ahora somos cuarenta más o menos”, explica Josefina, que comparte la “Carpa 3” junto a Carmen y María: “Arrancás y son como cien en la carpa y se van limpiando a medida que nadie contesta, que nadie viene”.

Actualmente hay cuatro carpas fuera del estadio que cuentan con entre treinta y cuarenta personas cada una y una quinta abandonada que, según las chicas, pertenece a una persona que alquila lugares a swifties del exterior y otras provincias, que no tienen la posibilidad de acampar. En los días previos a los conciertos esperan que se sumen más carpas.

«»Fanatismo

“Originalmente, la palabra ‘fan’ proviene del deporte donde se hablaba de ‘fanáticos’. El problema con la palabra ‘fanático’ es que genera una asociación con la idea de ser demasiado exagerado en algunas creencias”, explica Libertad Borda, doctora en Ciencias Sociales y docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. Al extenderse a otros terrenos como la música, el concepto de “fan” fue utilizado con una impronta «peyorativa y patologizante», e incluso ridiculizante por parte de la prensa, que oscilaba entre dos polos, el de la “multitud histérica” y el del “solitario obsesionado”.

Si bien a partir de la década de 1990 se empezó a pensar al fanatismo como un espectro con multiplicidad de variantes, actualmente la swifties coparon el  imaginario colectivo del concepto. La prensa hizo foco en las manifestaciones eufóricas y devotas, con críticas de que abandonan todo para acampar. “Yo trabajo y estudio. Hago los impuestos de una empresa de afuera. Trabajo muchísimo y tengo tiempo para venir a acampar, entonces me molesta mucho cuando pasa uno a la noche y nos grita ‘¿Por qué no van a trabajar?’ Son las dos de la mañana y vos estás gritándole a una carpa…”, cuenta Carmen y agrega: “Creo que la gran mayoría de acá trabaja y estudia”.

Según Borda, «También hay un sesgo de género bastante fuerte» porque “siempre se cuestiona más cuando son chicas jóvenes que cuando son hombres”. Como explica Carmen al mencionar su relación con hinchas de River Plate: “Ellos llegan a la casa a las tres de la mañana después de un partido y se enojan porque estamos acá. Me parece muy hipócrita ese pensamiento”.

 

En busca de un ídolo

“A mí me gusta Taylor hace más de la mitad de mi vida. Amo decirlo de esa manera”, cuenta Josefina, que actualmente tiene 23 años. “Empecé a escucharla cuando YouTube estaba en su peak y veía sus videoclips. Me gustaba mucho la canción You Belong With Me pero ahí no me fanaticé. Eso pasó después”.

Otra de las chicas, María, cuenta que descubrió a Swift en Hannah Montana: La película, de 2009, pero mantenía su fanatismo en secreto: “Si en esa época vos decías que escuchabas a Taylor Swift, capaz primero no tenían ni idea de quién era. Y si la registraban de algún lado, te hacían burla, entonces preferías no decirlo” porque ”era la época en la que, si escuchabas música en inglés, te tildaban de cheta”.

Más allá de mantenerlo en secreto o hacerlo público, tener ídolos es un hito central de la adolescencia, que puede extenderse a otros momentos de la vida. Según Daniela Licciardi, psiquiatra de adultos e infanto juvenil y especialista en psicoanálisis, “la adolescencia es un momento álgido donde prima el desencuentro entre padres e hijos”. Se trata de una instancia de “desprendimiento” en la que al adolescente “ya no le valen los consejos ni ideales prestados por ese ‘otro’” y busca sustitutos, como pueden ser amigos o ídolos.

Si bien Josefina destaca que se sintió acompañada por Swift y su música durante la adolescencia, remarca un momento en el que siente que todo cambió, para ella y la sociedad en general: “Yo creo que todos éramos fans de Taylor pero la enfermedad arrancó en la pandemia cuando sacó Folklore y Evermore, dos álbumes re tristes… y qué triste que era la pandemia. Fue una compañía en cierto punto”, explica y remarca que su conexión se profundizó cuando Swift comenzó a regrabar sus primeros álbumes: Cuando sacó Red (Taylor’s Version) en 2021, “me sentí como cuando lo escuchaba a los 12 pero ahora puedo decir que sí me identifico”.

En un mundo en el que el avance en las comunicaciones ha hecho que todo sea fugaz, sorprende que un artista se mantenga en pie después de más de diecisiete años de trayectoria. Josefina tiene su explicación: “Ella perdura en el tiempo por la disciplina que tiene, además del talento, porque vos podés ser la persona más talentosa del mundo, pero sin disciplina no vas a llegar a ningún lado”.

En tanto a qué la hace especial, las chicas mencionan la manera en la que compone su música: “Parece que se arranca el corazón y lo pone en una hoja. No entiendo sino cómo hace para escribir lo que escribe y con el vocabulario con el que lo hace”, opina Carmen. Según María, Swift tiene la capacidad de que sus canciones se sientan personales, cosa que no le sucede con otros artistas. El idioma no parece ser una barrera.

Para Borda esta vivencia es compartida por todos los fans, independientemente del ídolo, y lo performático juega un rol central: “Por más que ellas encuentren sus letras particularmente reveladoras o que las hacen sentir determinadas cosas, es probable que esa misma letra cantada por otra persona en un cover no tenga el mismo efecto”.

Más allá de tratarse de un fenómeno universal, las razones del furor por la cantante estadounidense son una incógnita: “En el 2011, con Justin Bieber había una enfermedad, pero nunca vi algo tan grande como con Taylor. La verdad no sé qué hizo”, dice Josefina y agrega: “Me enoja, porque si hubiera venido antes, cuando estaba cancelada o no tenía tantos hits, yo estaría acampando en el Obras y no acá con noventa mil personas, pero bueno, ahora todo el mundo es fan y me la tengo que bancar”. Según Borda, a pesar de que existan fans que prefieren mantener a sus ídolos como un consumo de nicho, “en general tienden a querer amplificar los públicos”, porque los hace sentir parte del fenómeno. “Los fans quieren ser parte de la carrera de su ídolo y la industria lo sabe”, explica Borda. Aún así, no podemos decir que la industria cultural utiliza a los fans para generar mayores ventas y promoción ya que estos actúan de manera voluntaria. “Reconocemos que a Taylor le gusta la plata y también que nos gusta dársela. Es un ciclo sin fin”, admite María.

 

The Eras Tour, inició el 17 de marzo de este año en Glendale, Arizona y tiene previsto culminar el 23 de noviembre de 2024 en Toronto, Canadá. La desmesura de su éxito también en esos países es tal que ha influido en la economía por la cantidad de personas y dinero que movilizó. Según Carmen, la cantante ha “levantado la economía argentina” ya que “estamos saliendo a gastar de a quince lucas para hacer pulseritas para dárselas a gente que no conocemos porque ella lo dijo en la letra de una canción”.

La devoción por una ídola capaz de mover hasta la economía de EE.UU. no impide una mirada consciente: las fans mencionan que la cantante no es el tipo de celebridad que “se tira sobre su público” en los conciertos. Según Josefina, “Ella no te mira a los ojos, está haciendo su performance y le gusta ser el centro de atención, pero te cautiva igual. Para mí es el Maradona de las chicas”.

La comunidad

El compañerismo es central en la comunidad swiftie, abarca desde recomendar locales de mostacillas en Once hasta prestar tarjetas de crédito para comprar entradas sin recargo. Según Borda, el fanatismo va más allá del gusto por cierto artista ya que “en algunos casos es una forma de encontrar lazos comunes” con otros que comparten el mismo sentimiento. Licciardi coincide: “Los jóvenes tienden a formar comunidades, como parte del proceso de consolidación de su identidad, en las cuales se sienten fortalecidos”.

Si bien existen personas y cuentas anónimas que se destacan en las redes sociales, la comunidad swiftie argentina se caracteriza por su horizontalidad. “Ya no existe la dinámica de que haya un club de fans oficial con un presidente que sea conocido en el fandom”, explica María. Esto tiene que ver con el avance de tecnologías que facilitan la comunicación directa con los ídolos, sin necesidad de intermediarios, y que los fans mismos puedan interactuar entre sí.

Las chicas, en su experiencia acampando para la llegada de Swift a Argentina, también mencionan las interacciones que han tenido con personas ajenas al fandom. A pesar de haber tenido incidentes con hinchas y transeúntes, Carmen destaca un momento en el que se sintieron acompañadas y protegidas: “Una vez vino un varón a patotearnos, nosotras llamamos a los guardias y cayó una mina de la barra de River con una pala de asado diciendo ‘yo las voy a defender siempre’”.

Después de cinco meses de acampe y a días de los conciertos de The Eras Tour en Buenos Aires, las chicas cuentan: “Si bien todos los recitales tienen una mística, para nosotras fue mucho más que solo comprar la entrada. Allá, en Estados Unidos, tuvieron todos los tours; acá no tuvimos ninguno, entonces es una oportunidad única. Tenemos que vivir lo que allá viven todos los años. Vamos a hacer las pulseras, el outfit y vamos a acampar. Queremos tener la experiencia completa”, resume Carmen.

Las voces de las fans

¿Quiénes son las swifties? Desde que salieron las entradas en junio, las fanáticas de Taylor no dudaron en instalar sus carpas en la puerta del estadio River Plate para esperarla. En este episodio nos cuentan su experiencia.

¿Quiénes son las swifties?

por Marina Ampuero y Mailen Farías.

Charly García te espera en la esquina

Charly García te espera en la esquina

Con motivo de los 40 años que cumple «Clics Modernos», Nueva York bautizará con el nombre del músico argentino a la esquina donde se realizó la foto de tapa del emblemático disco.

En 1983 Carlos Garcia Moreno se mudo una temporada a Nueva York junto a su representante Daniel Grinbank para trabajar en el Electric Lady Studios, fundado por el gran Jimi Hendrix. Allí grabó casi todos los instrumentos de su segundo disco solista: pianos, teclados y guitarras, aunque contó con la colaboración de algunos músicos como Pedro Aznar en el bajo (quien por entonces integraba Pat Metheny Group) pero que también había sido miembro de Serú Girán. La gran novedad fue la incorporación de la batería electrónica Roland TR-808, una de las primeras cajas de ritmos programables.

 La producción de lo que iba a llamarse originalmente Nuevos Trapos cambió cuando García, caminando junto al fotógrafo Uberto Sagramoso en búsqueda de una pared para grafitear, se encontró una silueta oscura, pintada por el artista callejero canadiense Richard Hambleton, que le recordó a las que portaban durante una marcha a las Madres de Plaza de Mayo y otros organismos de Derechos Humanos. Esta silueta estaba acompañada de la leyenda en inglés “Modern Clics” frase que traducida al español le cerraba perfecto al músico y compositor para lo que quería expresar en sus canciones.

Volver a las pistas

Con el regreso de la democracia, el rock nacional convocó a la juventud a las pistas de baile. Sus letras eran el reflejo del cambio de época que se estaba viviendo: la sociedad ya no tenía miedo de expresarse libremente después de los años oscuros de la última dictadura cívico-militar. Como explica el músico Sebastián Furman, “Clics Modernos está hecho por canciones que parecen más bailables aunque también tienen un trasfondo muy oscuro por ser compuestas en dictadura. Entonces combinan un sonido moderno y a la vez una cosa muy de la Argentina tanguera, por lo que muchos dicen que es el mejor disco de la historia nacional”.

El autor del podcast La canción sin fin, producido por Futurock y donde se describe y analiza la obra de Charly García, explica que en el disco “se respira libertad, algo de lo que vendría y algo de lo que pasó. Fue muy especial la época en la que salió”. El 5 de noviembre de 1983 fue la fecha elegida para su lanzamiento, un mes antes de que los militares se retiraran del poder. El 15 de diciembre de ese año se presentó oficialmente en el Luna Park. Canciones como “Nos siguen pegando abajo” o “No me dejan salir” son una referencia al periodo de oscuridad que atravesó Argentina pero también manifiestan ese espíritu de celebración digno de la transición democrática.

Aniversario

Para festejar el 40 aniversario de Clics Modernos la intersección de Walker St. y Cortlandt Alley en el barrio de Tribeca, en Nueva York, pasará a llevar oficialmente el nombre de “Charly García Corner”. Allí, en pleno Manhattan fue tomada la foto que ilustra la portada de Clics Modernos, el segundo disco solista de Charly Gacia lanzado hace 40 años.

El reconocimiento será posible gracias al trabajo del actor y director Mariano Cabrera, radicado en Estados Unidos y al consulado argentino que trabajaron junto al Departamento de Transporte de la ciudad estadounidense para que esa esquina sea bautizada. En la actualidad esa pared de la zona de “lower manhattan” le pertenece a un hotel importante.

 Como parte de la inauguración brindaran un show de media hora Hilda Lizarazu, quien hizo coros en la banda de Charly García entre los años 1989 y 1993, Alfie Martins y Fabián “Zorrito” Quintiero en los teclados junto a dos músicos chilenos que integraron The Prostitution la última banda conocida de Charly García: Toño Silva y Kiuge Hayashida.

Furman entiende que las canciones de García están vigentes aún 40 años después por que asegura que tienen un trabajo, profundidad y desarrollo meticuloso, que están compuestas con amor, dedicación y creatividad, y cree que “las cosas que se hacen bien son las que perduran”.