“A cada paso que das, se levanta una barrera”

“A cada paso que das, se levanta una barrera”

Natalia Vinelli, docente y una de las fundadoras de Barricada TV, conversó con ANCCOM sobre su último libro: “La televisión alternativa en la transición digital. Las experiencias de Argentina y Chile” una investigación que debate los desafíos de los canales comunitarios en la actualidad. ¿Qué panorama se avecina para los medios alternativos?

Natalia Vinelli tiene una amplia trayectoria en los medios. Es periodista, comunicadora social, docente de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), una de las fundadoras del canal comunitario Barricada TV, investigadora y autora de libros como Ancla: una experiencia de comunicación clandestina y Comunicación popular y alternativa, entre otros. Su último libro La televisión alternativa en la transición digital es la tesis de su doctorado en Ciencias Sociales, una de las primeras en ser defendida de manera virtual. También es militante del Frente Patria Grande, liderado por el abogado Juan Grabois, y forma parte del Ente Nacional de Comunicaciones desde el año 2020: “Trabajar en la gestión pública sigue siendo parte de la militancia, porque lo que a mí me preocupa centralmente es que la política pública llegue a donde tiene que llegar para no perderse en el camino”, explica. 

Ambas experiencias, tanto en Barricada TV como en el ENACOM, construyeron la perspectiva que orienta la investigación. La autora compara las experiencias chilenas y argentinas para reflexionar acerca de nuevas políticas públicas que establezcan un escenario más democrático para los medios. Para eso, destaca la necesidad de un Estado responsable por estas regulaciones. 

 

¿Cuánto tiempo te llevó la investigación?

Me llevó muchísimo tiempo, aunque ya había trabajado unos cuatro años sobre televisión alternativa en la maestría. Me parece importante decir que es la tesis de doctorado. En un contexto donde todo un sector de la sociedad y dirigentes políticos cuestionan la educación pública, siempre es fundamental destacar que fue la que me permitió investigar y formarme. Esta investigación es parte de esa historia. El libro en su conjunto es el resultado de una reflexión sobre mi práctica como parte integrante de un canal de televisión alternativo, popular y comunitario que es Barricada TV. La experiencia me llevó a cuestionarme muchos temas vinculados al funcionamiento del canal, lo cual me pareció que podía ponerlo en común, ver qué pasaba en otros canales para que toda la investigación funcione como insumo para tomar decisiones sobre la gestión de los propios canales y también para pensar políticas públicas.

 

¿Qué obstáculos atraviesan hoy estos canales?

Hay de todo tipo. El primero tiene que ver con la cantidad de años en los cuales se fue llevando adelante las experiencias de televisión sin licencia, la cual te permite acceder a fuentes de financiamiento y a otras cuestiones vinculadas a la gestión. Este atraso de tantos años, desde la transición democrática hasta acá, genera una desigualdad en el punto de partida para los medios populares que es indiscutible. La segunda es que para poder jugar un juego, primero tenés que emparejar la cancha. Nos venimos encontrando con radios y canales que una vez legalizados se encuentran con un montón de barreras en el sistema. Por ejemplo, PARES TV es un canal que hizo todo su vínculo con la comunidad a partir de la transmisión del fútbol. Seguían a Flandria, uno de los equipos de fútbol de Luján. TS Sport, les manda una carta documento para que no sigan transmitiendo los partidos de fútbol porque ellos son “los dueños de los derechos”. Otra cuestión: en la ciudad de Buenos Aires, el 70% de la población mira televisión a través del cable. El vivo, que es lo que más se sigue viendo, no se mira a través de la televisión de aire. Todas las estadísticas demuestran que se miran por cable. Sin embargo, las cableras tienen la obligación de levantar a los canales comunitarios en su área de cobertura de manera gratuita. Nunca cumplieron con la normativa. Como canal, seguís transmitiendo para el pequeño porcentaje que sigue mirando televisión por aire, digital, pero por aire. ¿Qué quiero decir con esto? Que son detalles. A cada paso que das, se levanta una barrera. Y en definitiva, la pregunta sería ¿Por qué? ¿Qué puede joder que PARES TV transmita Flandria? Bueno, evidentemente jode. Cuando vos del otro lado tenés medios que son hiperconcentrados suceden estas cosas. No dejan nada librado al azar y tienen un control absoluto de lo que pasa.

Solemos consumir más canales de cable, incluso cuando existen canales de aire con mejor contenido ¿Por qué?

Los canales de aires son mejores. El problema es que tenés muchísimos canales de cable, más de 300, y un puñado de canales de aire. Entonces, ¿compite o no compite? Además, aunque tengas las dos opciones no es una tecnología que se haya instalado masivamente entre los televidentes. Mucha gente no sabe que se puede combinar entre los canales de cable y de aire. Todo eso dificulta un contexto en el cual la televisión digital durante el macrismo se desfinanció y no recuperó los niveles de desarrollo que tenía en los años previos. Hay una serie de elementos que tienen que ver con la forma en la cual nos comportamos al consumir medios de comunicación que entorpecen el encuentro con sus audiencias. En algún punto hay un gran avance en términos de profesionalización y sostenibilidad. Se encontró la manera de generar medios que a su vez sean una salida laboral y profesional para sus propios integrantes, pero aún con esas ventajas, se complica su funcionamiento. Me parece que ahí está la discusión central. Cuando mirás el sistema de medios, se puede medir la democratización de la sociedad.

 

Teniendo en cuenta tantos casos latinoamericanos sobre televisión alternativa, es casi irónico que las personas no se encuentren con estos espacios tan accesibles…

No se construyen audiencias de un día para el otro. Pero, si miras para atrás, los medios comunitarios siguen estando, existen, persisten y siguen creciendo. Todavía hay que seguir construyendo el camino a la masividad, derribando todas las barreras que sean necesarias para eso. Pero, a la vez, creo que la función del canal comunitario en su propio entorno sigue siendo muy importante. Porque en definitiva la gente que lleva adelante estos medios son aquellos que se acercan a participar, a militar. Los que se suman son constantes. Lo que pasa es que es mucho más largo el trecho que hay que caminar para igualar esa cancha. La clave en todo esto es que esa base social pueda seguir luchando por sus conquistas junto a normativas que se encarguen de igualar estas condiciones. 

 

¿Se puede pensar en el desarrollo digital como una ayuda para impulsar estos canales?

Es interesante porque yo me acuerdo que FM La Tribu, que está al aire hace más de 30 años, hizo un programa especial por el 2001 al año siguiente. Era un podcast. Las radios comunitarias vienen haciendo podcast desde el año cero. Cuando empezamos a transmitir con Barricada TV veíamos que nadie se conectaba a lo analógico, que ya lo digital iba avanzando, por lo que empezamos a salir con streaming antes que Netflix se volviera masivo. En esa búsqueda de poder hacer circular nuestros contenidos, fuimos explorando un montón de formas. La experiencia, la posibilidad y el ejercicio está, lo que no se puede hacer es separarlo de las condiciones de producción. Vos te metés a internet y pareciera que todo es libre, pero el algoritmo te pone primero determinadas cosas. Eso es porque hay una transnacionalización de por medio. Es un lugar muy diferente. ¿Cómo hacés para instalarte y funcionar en el sistema de medios con una lógica que no es capitalista, sino de cooperación, colaboración, y de solidaridad?

 

Si mirás el sistema de medios, podés medir la democratización de la sociedad.

Natalia Vinelli

¿Cómo ves el panorama de ahora en más?

El escenario que se abre para los medios comunitarios es de muchísima incertidumbre. Las declaraciones que han hecho quienes son parte de la fuerza política de Javier Milei en torno a los medios públicos enciende una alarma. Esto no es algo nuevo. Vamos a tener que estar en estado de permanente movilización. En estos momentos las organizaciones de medios comunitarios, el sindicato de prensa y los distintos sectores de la comunicación estamos discutiendo sobre cuál va a ser nuestra agenda.

 

A la hora de no retroceder con todo lo logrado, ¿qué va a ser primordial?

Como punto de partida, la defensa de lo conquistado hasta la actualidad. Todo lo que tenga que ver con el sostenimiento de medios, con su financiamiento y con las condiciones de posibilidad para poder seguir desarrollándose con alguna oportunidad en el sistema de medios: como los fondos de fomento de concursos del Fomeca, todo lo relativo en torno a las legalizaciones y las licencias obtenidas por radios y canales de televisión. También, la defensa de la pauta, la cual no tiene una ley, pero fue parte de la conformación de resoluciones que permiten a los medios comunitarios poder aplicar a la pauta oficial.

 

En un contexto donde representan un “gasto”, ¿por qué son tan importantes los medios públicos y comunitarios?

Tienen una función muy importante para la pluralidad de voces. Dejar todo librado a la ley de la oferta y la demanda permite que solo las voces dominantes pongan en circulación sus ideas y sus discursos. Es lo que sucede con los medios masivos, privados y comerciales centralizados en Buenos Aires. Los medios alternativos tienen que dar vuelta esta mirada porteña sobre las realidades provinciales y regionales para poner en circulación perspectivas que están vinculadas a sus propias comunidades y a otras miradas del mundo que no tienen tratamiento en los medios tradicionales. No darles la oportunidad de ser escuchados a otros medios afecta profundamente la democracia. Recordando lo que fueron las jornadas en 2001 y el papel que cumplieron los medios alternativos en ese contexto de rebelión, había dos consignas muy fuertes: “¿Vos lo viste? ¿Vos lo viviste? No dejes que te lo cuenten” y “Nos mean y los medios dicen que llueve”. Fue un momento que permitió el desarrollo de un montón de espacios de intervención político comunicacional y se pusieron en circulación nuevas miradas que daban la batalla cultural desde la contrainformación. Ese es el piso por el cual se fueron consolidando muchos de los medios populares que lograron hacer un proceso de profesionalización al amparo de las discusiones de la ley audiovisual. Es decir, que para dar todas las batallas que se vienen por delante, tenemos toda esa experiencia acumulada. Desde haber arrancado trabajando en un contexto en el cual había que salir a mostrar la verdad ocultada por los medios, a hacerlo ahora con un piso de profesionalización muchísimo mayor, me parece que va a hacer un diferencial importante para los tiempos que se vienen.

En defensa del éter estatal

En defensa del éter estatal

Los trabajadores de Radio Nacional se declararon en estado de asamblea y movilización permanente frente a las amenazas de privatización realizadas por el presidente electo Javier Milei.

 

“No adhiero a esas prácticas de tener un Ministerio de Propaganda encubierto: tiene que ser privatizado. Lo mismo con Radio Nacional. Todo lo que pueda estar en manos del sector privado, va a estar en manos del sector privado”. Esta declaración, entre otras expresadas por Javier Milei en diversas entrevistas desde el 20 de noviembre, anticipó algunas de las medidas que pretende aplicar en su gobierno para ajustar gastos y recortar presupuesto del Estado.

Aún sin gabinete ni medidas formalmente presentadas, las declaraciones del nuevo presidente electo apuntaron, entre uno de sus objetivos principales, a la privatización de diversos sectores públicos, entre ellos, el de los medios de comunicación como Radio Nacional, la agencia de noticias Télam y TV Pública. 

Ante esta advertencia, los trabajadores de Radio Nacional convocaron a una asamblea para determinar cuáles son los valores e ideales que deben defenderse y acordar un pacto de unión como colegas frente a la arremetida contra los derechos conquistados que presenta la inminente asunción del nuevo gobierno.

En primer lugar, hubo un voto por la positiva para declararse en estado de asamblea permanente y movilización de los sindicatos que representan a los trabajadores. En segundo lugar, hubo otro voto por la positiva para ejercer el derecho a réplica y de rectificación en todos los medios que mientan, acusen o descalifiquen a los trabajadores de la radio por su relación de dependencia con el Estado. Además, se acordó proponer un aumento de salario, el pase completo a planta permanente, la renovación de contratos y el adelantamiento del aguinaldo. Y por último, una moción a favor de difundir la necesidad de defender el rol fundamental en la comunicación social de Radio Nacional, medio imprescindible en diversos puntos del país para garantizar el derecho a la información.

La jornada, que había iniciado analizando el contexto crítico a nivel sociopolítico, prontamente desembocó en un repudio generalizado a la acusación de funcionar como una herramienta de propaganda. Se insistió en que los medios nacionales, siempre son del Estado, y se ratificó que nunca son influenciados por la subjetividad del gobierno de turno.

“Tratamos de proteger el hábito de ir al cine”

“Tratamos de proteger el hábito de ir al cine”

La historia del Cine Club Núcleo incluye hitos como ser el primer espacio en difundir a directores como Ingmar Bergman en el Río de la Plata, así como ser emblema de lucha contra la censura de la dictadura. Su director, Alejandro Sammaritano, hijo del fundador, comparte sus entrañables recuerdos y reflexiona sobre la experiencia cinematográfica.

Frente a la Plaza del Congreso, la sala principal del Cine Gaumont se encuentra repleta de adultos mayores bien vestidos y perfumados para la ocasión. Cuando empieza la película –la multipremiada Puán–, el reflejo de la pantalla deja ver los cabellos blancos de un público cinéfilo (y combativo) desde su juventud, que hoy sigue asistiendo a las funciones presenciales.

Ante el avance de las plataformas de streaming y la habitual programación de las salas comerciales, se vuelve imprescindible la preservación de espacios como el que constituye, desde 1952, el Cine Club Núcleo, para compartir el hábito y recordar tiempos pasados en los que el acceso no era para todos.

Fundado por Salvador Sammaritano, un ícono de la crítica cinematográfica argentina, desde 2001 Cine Club Núcleo es dirigido por su hijo, Alejandro Sammaritano, quien tras el fallecimiento de su padre, en 2008, tuvo que decidir si continuar con el bien de familia que tenía un valor emocional y espiritual muy grande o seguir siendo un “oscuro” contador de una empresa metalúrgica. Eligió la primera opción y continuó viviendo el cine cada día de su vida.

¿Qué diferencias encontrás en los objetivos actuales de Cine Club Núcleo y los que motivaron su creación?

Núcleo nació para tratar de facilitar al público el acceso a películas que de otra forma no podría ver nunca. Ese objetivo ahora se desvirtuó porque existe la posibilidad de verlas en el celular y, antes que no verlas, es mejor opción. Considero que se modifica mucho la percepción teniendo en cuenta que la concentración y la estética visual es diferente. Por eso lo que tratamos de proteger actualmente es el hábito de ir al cine, el hecho de estar sentado con un montón de gente que no conocés, pero con la que compartís sentimientos similares. Son prácticas que se pierden estando sentado en el living de casa.

Durante la dictadura, se planificaban excursiones a Uruguay desde la mañana temprano hasta la noche y los socios iban a ver cuatro películas en el día que estaban prohibidas en Argentina.

Alejandro Sammaritano

Núcleo continuó su actividad durante la última dictadura, ¿cómo convivieron con la censura?

La lucha contra la censura hoy parece una cosa lejana, pero fue lo más emblemático de Núcleo. Los que lo vivimos sabemos lo duro que es: había un tipo que arbitrariamente decidía qué películas se podían ver y cuáles no. Lo que hizo el cine club fue organizar un “contrabando visual”. Se planificaban excursiones a Uruguay desde la mañana temprano hasta la noche y los socios iban a ver cuatro películas en el día que estaban prohibidas en Argentina, tales como La última tentación de Cristo, Emmanuelle, Último tango en París y La Naranja Mecánica. Miguel Paulino Tato, a quien Charly García bautizó como el “Señor Tijeras”, fue uno de los censores más destacados de la época y tenía una visión elitista de la cultura. Con el tiempo, mi viejo llegó a un acuerdo de pasar ciertas películas con la condición de no anunciarlas públicamente, pero en el contestador telefónico –que era el medio de difusión de las programaciones– se decía “hay un importante preestreno” y la sala se llenaba, porque todos sabían que era una película prohibida.

¿Cuándo adquirió popularidad Núcleo?

En un principio empezó con un grupo de amigos del barrio de Colegiales, con la palabra “núcleo” uno se imagina una cosa restrictiva, pero lo que querían era que ese núcleo se agrandara y difundir el buen cine, entonces repartían volantes en la calle. De a poco comenzaron a conseguir mayor cantidad de películas, les prestaron algunos sótanos más grandes y había inclusive un arquitecto que les facilitó la casa. Se fue haciendo una cosa popular con películas que realmente no eran convencionales porque no había videocasete, DVD, Blu-rays, había que conseguir el celuloide o el material con la película. Para esto iban a embajadas y a festivales itinerantes a buscarlas, hasta que muchos distribuidores de cine se enteraron de la existencia del cine club y les ofrecieron películas de arte con el objetivo de ver la reacción de la gente y después encarar un lanzamiento. Así se consagró que Cine Club Núcleo tenga preestrenos los martes de películas artísticas. Se podían ver algunas comerciales porque no todo Hollywood es malo, pero se buscaba un cine más alternativo. La programación también se pudo seguir sosteniendo por los contactos que tenía mi viejo con Leopoldo Torre Nilson, Humberto Ríos, José Martínez Suárez, Carlos Sorín, Alberto Lecchi, también con Campanella, que nos dio todas sus películas. Actualmente, muchos periodistas continúan viniendo a ver el preestreno de ciertas películas acá para después criticarlas.

¿Cómo es la gestión del cine club?

Los distribuidores compran las películas y las ceden para el preestreno en Núcleo mediante un acuerdo. Obviamente el cine es un arte, pero no deja de ser un negocio, traer películas te sale guita y si después la gente no va, te fundís. Muchas veces yo las pido por directores, recorrido en festivales o que tengan actores o actrices importantes, pero también hay un asesoramiento implícito de las distribuidoras en la programación, ya que tienen criterio para anticiparnos si la película va o no para el cine club. Tenemos además un montón de gastos fijos que se pagan con la mensualidad de los socios, hoy si no tuviéramos el apoyo del INCAA, que nos presta la sala, no sé si podríamos continuar con esta actividad. Por mes en total son 12 funciones –la actividad en el MALBA los jueves y en el Gaumont los martes y domingos– así que, en términos monetarios, si asisten a todas es muy barato.

Teniendo en cuenta que tienen un público que viene hace años, ¿cómo hacen para que se renueve?

Es complicado, tratamos de interpelar a un público más joven, pero no tienen constancia con una actividad regular como esta. La diferencia con la gente grande es que conforma toda una salida para ellos y en los jóvenes esa práctica no está tan instalada. A su vez, después de la pandemia mucha gente perdió el hábito, cada vez se les hizo más difícil llegar hasta el centro para venir y otros lamentablemente quedaron en el camino. El público de a poco se va renovando pero la realidad es que me da miedo que a largo plazo esto que a nosotros nos gusta tanto se pierda. Hay películas que al verlas en la computadora son seis puntos pero en el cine suben a ocho, las imágenes se ven majestuosas y la experiencia es muy distinta. Por eso, resalto la importancia de salvaguardar estos espacios porque también es cuidar la calidad artística de los filmes.

¿Cómo fue crecer en una casa de cinéfilos?

Yo veía películas desde muy chico. Me acuerdo que un día mi viejo me llevó a ver La conversación, que era durísima. También películas rusas muy buenas, pero a la edad que yo tenía no eran las adecuadas para ver, así que habré dormido un rato. Algunas las volví a ver y me gustaron, otras no. En casa –que era muy chiquita– había un proyector de 16 mm que mi viejo armaba, poníamos un afiche blanco dado vuelta y veíamos las películas para decidir si la programaba para el cine club o no. Así que siempre estuve muy embebido, y eso repercutió en mi formación.

Maldito Tik Tok

Maldito Tik Tok

Amnistía Internacional presentó la primera investigación sobre TikTok en Argentina. La red social de origen chino se caracteriza por el extractivismo de datos, el impacto en la salud mental y la intromisión en la privacidad de los usuarios. Las tácticas que los jóvenes y adolescentes practican para defender su bienestar en la red. 

El pasado viernes, en el ArtLab de Villa Crespo, se presentaron los resultados de «Domar el Algoritmo: desafíos para la salud mental y privacidad de Argentina en el uso de TikTok«, realizada por Amnistía Internacional Argentina. Es la primera investigación en nuestro país sobre esta red social, los condicionamientos de su algoritmo y las estrategias que los jóvenes practican para “domesticarlo”.

Si bien su fachada sugiere entretenimiento, creatividad y comunidad, TikTok esconde un modelo de negocio profundamente extractivo, que puede poner en riesgo la privacidad y la salud mental de sus usuarios, en especial de los adolescentes y jóvenes que scrollean infinitos videos y contenidos. Así lo determina el informe de Amnistía Internacional, que de hecho organiza en los ejes «privacidad» y «salud mental» los principales hallazgos de su investigación.

Este estudio, de tipo etnográfico y exploratorio, fue desarrollado por siete investigadores durante el primer semestre de 2023 en cinco ciudades argentinas: CABA, la localidad de San Martín en el Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Salta. Se entrevistaron jóvenes de 13 a 17 años y de 28 a 25, en base a diversos criterios económicos, políticos y poblacionales.

Culpa, miedo, adicción y pérdida de control personal son emociones comunes en varios de los testimonios, que dan cuenta del «carácter absorbente» de la plataforma, así como de una dificultad generalizada (y en muchos casos angustiante) para desprenderse de sus videos.

Extractivismo de datos

Por un lado, el informe reconoce la enorme extracción de datos que la plataforma realiza sobre sus usuarios, identificando intereses y conductas para crear perfiles que luego son vendidos a anunciantes. «Esto demuestra la deficiente política de privacidad de TikTok, que no sólo absorbe información de las interacciones de uno con la aplicación, sino que también es capaz de leer correos electrónicos y la geolocalización, por más que uno la desactive», explica Paola García Rey, Directora Adjunta de Amnistía Internacional Argentina.

Con todos estos datos a su disposición, extraídos del usuario con y sin su consentimiento, TikTok puede dirigir contenidos altamente personalizados, lo que no sólo es inquietante sino también atractivo: «Muchos de los testimonios que relevamos dan cuenta de un algoritmo ‘mágico’, que ‘me conoce, me comprende y que en función de eso me brinda contenidos que me atraen, que me gustan y que sigo consumiendo'», agrega García Rey. Con esto, el circuito extractivo de TikTok se completa: cuanto más tiempo pase el usuario retenido en la plataforma, más datos pueden obtenerse (interacciones dentro y fuera de la app, contactos, búsquedas, entre otros) para ser transformados casi de inmediato en publicidad dirigida.

En Argentina, TikTok sumó entre 2022 y 2023 casi cinco millones de usuarios, alcanzando los 16,2 millones a principios de este año. No obstante, este número subestima su crecimiento real, en tanto la empresa dueña de TikTok, ByteDance, no informa datos de menores de 18 años, sector donde la plataforma es muy popular.

El informe también reflexiona sobre las repercusiones negativas que algunos contenidos y la lógica de consumo de TikTok tienen en el bienestar emocional de adolescentes y jóvenes. Culpa, miedo, adicción y pérdida de control personal son emociones comunes en varios de los testimonios, que dan cuenta del «carácter absorbente» de la plataforma, así como de una dificultad generalizada (y en muchos casos angustiante) para desprenderse de sus videos.

Pandemia

Respecto a la irrupción de TikTok en la cotidianidad adolescente, la investigadora Brenda Peralta explica que «TikTok surge en un contexto de pandemia, donde los chicos estaban aislados, aburridos, solos. Primero funcionó como un modo de contención y acompañamiento, luego se instaló y fue moldeando nuevos hábitos».

Hoy, el propio diseño de la plataforma es un punto de conflicto: «El algoritmo pasaba de ser algo mágico, que te daba todo lo que querías ver a rozar el límite del acoso, porque todo el tiempo te muestra lo mismo». Peralta recuerda su labor etnográfica, y enfatiza en que «el término ‘adicción’ surgió del propio trabajo de campo. Fueron los jóvenes quienes dijeron cosas como ‘entro en un bucle temporal, pierdo la noción del tiempo y llego tarde a otras actividades'». El informe señala que, después de WhatsApp, TikTok es la aplicación que más tiempo de uso concentra por usuario, superando a Instagram, Facebook y YouTube.

El funcionamiento de TikTok difiere sustancialmente de las redes sociales «clásicas», que fomentan la construcción de comunidades y grupos de amigos. En cambio, TikTok recompensa el gusto por un contenido con su reiteración, es decir, con la curaduría  algorítmica de piezas similares. Si bien puede resultar positiva en algunos casos, los investigadores afirman que esta lógica tiene su contracara. Cuando los contenidos reiterados son agresivos, tóxicos o incluso incitan a la violencia y a la autolesión. Ese «lado oscuro» de TikTok es reconocido por casi todos los adolescentes involucrados en la investigación que emplean tiempo y estrategias para evitarlo: entrenar el algoritmo a partir de los «me gusta», scrollear rápido para demostrar desinterés por un tipo contenido, migrar de cuenta para resetear el algoritmo, y hasta desinstalar la app en época de exámenes.

En TikTok, el status del usuario importa menos que la novedad en el contenido, es decir, no hay que ser un influencer para volverse repentinamente viral en la plataforma. Y es sobre este punto que la antropóloga social Victoria Irisarri da cuenta de un hallazgo interesante: «Nosotros partimos con la idea de que los jóvenes usaban TikTok para producir contenidos y volverse virales pero en la mayoría de los casos encontramos un miedo a publicar y a viralizarse, principalmente por la imposibilidad de desactivar la circulación de los videos, que puede derivar en comentarios negativos. Hay mucho cuidado en que los videos no se esparzan tan fácilmente». De hecho, Irisarri recuerda el caso de una adolescente de 15 años que, preocupada por la tendencia a la sobreexposición, afirmaba: «Si no subo nada, no me va a pasar nada».

En diálogo con ANCCOM, Irisarri también destacó la importancia del trabajo de campo en investigaciones de este tipo: «Al ser un trabajo exploratorio, la idea fue alejarnos de los grandes conceptos que aparecen sobre las redes socio digitales, algunos celebratorios y otros demonizadores, para enfocarnos en qué hacen las personas con TikTok. Solo gracias al método etnográfico fue posible abrir los temas de privacidad y salud mental, en la medida en que se fue generando una relación de confianza y seguridad entre los investigadores y sus interlocutores».

Martín Becerra, investigador principal en CONICET y Doctor en Ciencias de la Información, reflexiona sobre los cambios que la aplicación puede realizar en pos de una experiencia más justa y sana: «En primer lugar, TikTok tiene que dar algún tipo de alternativa en la organización de los contenidos distinta a la que dispone por defecto. Esto implica darle poder de agencia al usuario respecto a lo que quiere ver: uno podría priorizar, por ejemplo, contenidos cercanos al lugar donde vive». Además, enfatiza que la cantidad de datos que TikTok obtiene de sus usuarios debería ser, cuanto menos, revisada. Según el especialista, “La empresa no debería recolectar datos que no sean funcionales a la operación de la propia plataforma. Por ejemplo, un servicio de mensajería no tendría por qué tener acceso a mis compras online. Cosas así ocurren porque el modelo de negocio, basado en la publicidad conductual y la creación de perfiles personalizados, requiere de una extracción de datos que es abusiva».

Los cuestionamientos a las redes sociales vienen en crecimiento. El Estado de Montana de EE.UU prohibirá el uso de TikTok en 2024, por cuestiones de seguridad nacional. La normativa es drástica y afectará a todos sus ciudadanos, que deberán pagar multas de hasta 100.000 dólares de no respetarla. A finales de octubre de este año, más de 40 estados de los EE.UU demandaron a Meta, corporación que nuclea los servicios de Instagram y Facebook, por incentivar una «crisis nacional de salud mental» mediante los condicionamientos de su algoritmo. Para Becerra, «que prosperen demandas contra las big tech puede atenuar, corregir o, siendo ambiciosos, resolver la lógica extractiva de datos que bombea su modelo de negocios».

El informe Amnistía Internacional Argentina aporta más datos concretos sobre los efectos de TikTok y da sustento a la creciente preocupación. Este tipo de investigaciones es la base necesaria para plantear también desde el sur global la necesidad de un marco regulatorio frente a un modelo de negocios que prioriza las ganancias por sobre cualquier otra cosa.

La lente en los sufridos

La lente en los sufridos

«La cámara afgana», la muestra del multipremiado Rodrigo Abd, exhibe la realidad del país asiático capturada por el fotógrafo tras dos extensos viajes.

El Centro Cultural Borges presenta la muestra fotográfica La Cámara afgana, de Rodrigo Abd y curaduría de Irina Dambrauskas. El reportero gráfico argentino fue dos veces ganador del premio Pulitzer y visitó Afganistán por primera vez en 2006 y por segunda en 2022, ya sin la ocupación de tropas estadounidenses en ese país.

En el primer periodo, entró en contacto con la cámara de cajón (artefacto que era muy común entre los fotógrafos callejeros de aquel lugar), que permite tomar la foto y realizar el proceso de revelado con la misma herramienta. Dambrasukas relata cómo influyó esta modalidad en el trabajo de Abd: “Dio como resultado un material totalmente distinto al que se podría obtener con una reflex o con una mirrorless digital. Las fotografías parecen detenidas en el tiempo. La muestra consta del material que realizó durante dos viajes; del primero teníamos mayoritariamente retratos de trabajadores jornaleros, y durante su segundo viaje llevó la cámara más allá de sus límites, realizando fotografías en exteriores, con movimientos y variedad de planos”.

 La segunda visita del fotógrafo lo situó en un contexto de menor rispidez en ciertos aspectos, lo que le permitió llegar a zonas que en 2006 le estaban vedadas y que Abd se propuso recorrer. La selección de las fotos para la muestra denota una tendencia a retratar imágenes de personas adultas y niños realizando actividades que forman parte de su cotidianidad, con mujeres con el rostro cubierto y hombres armados.

“En un principio lo que hice fue ir armando varias selecciones con distinto tamaño y jerarquía. Rodrigo produjo una enorme cantidad de material increíble, así que reducirlo e ir dejando afuera fotografías fue muy complejo. Fuimos viendo de cubrir distintas temáticas de la vida cotidiana en Afganistán: niñez, trabajadores, mujeres, consumo de drogas, talibán, religión, cultura, etcétera. En este proceso terminaron quedando afuera imágenes con las que uno se encariña, pero que quizás en el diálogo con el resto del material hacían ruido o no funcionaban del todo bien”, explica la curadora.

Algunos turistas que andaban de paseo por el Centro Cultural Borges se acercaron a recorrer la muestra, como es el caso de Amanda Klein, de Sao Paulo, Brasil. Tiene 26 años, es médica y la visita la hace conocer por primera vez la obra de Abd. “La sensación general que me dejó la muestra es de tristeza y sufrimiento, como la que se ve en el rostro y mirada de aquel hombre de 75 años que ya no puede trabajar por su físico. De todas maneras hay otras que me causaron una sensación contraria, como la de la familia que estaba de vacaciones navegando en un bote”, cuenta.

Ese sufrimiento también fue percibido por Paola Frías, cuidadora de adultos mayores y de 53 años: “Sentí tristeza con las fotos exhibidas. Las imágenes muestran el maltrato que sufren esos seres humanos, principalmente las mujeres y niños”. Paola agrega: “Mi conocimiento sobre la cultura afgana era muy pobre. No he tenido la oportunidad de observar con detenimiento anteriormente, por los pocos fragmentos que llegan de los medios”.

Distinta fue la experiencia de Augusto Reyes Mora, antes de visitar la muestra. Este ingeniero industrial peruano, de 45 años, había leído un libro que hablaba de la opresión contra la mujer en aquel país. “La muestra me generó una sensación de naturalidad para contar las cosas y muy explicativa. Me sorprendió un poco la situación que tienen frente al trabajo infantil, sobre todo la imagen de aquella niña que debía trabajar porque no le estaba permitido estudiar y refleja esa opresión que leí en aquel libro”.

La muestra se encuentra en el primer piso del Centro Cultural Borges hasta diciembre del 2023.

“Aída Bortnik fue una persona muy importante en mi vida”

“Aída Bortnik fue una persona muy importante en mi vida”

“Las guerras a través del tiempo” es una serie de cortos dirigidos por Víctor Laplace que busca revivir y rendir homenaje a la notable guionista argentina.

Encabezado por el reconocido actor y director Víctor Laplace, el proyecto de Las guerras a través del tiempo tiene como propósito abordar la persistencia de los conflictos bélicos a lo largo de la historia y poner en valor la obra de la destacada guionista Aída Bortnik (1938-2013). Laplace y Bortnik colaboraron en la década del 60 en Soldados y soldaditos, una pieza de teatro pacifista estrenada en 1972, en un contexto mundial marcado por las guerras.

“Bortnik fue una persona muy importante en mi vida –afirma Laplace–. Hablar de ella implica rememorar las reuniones que hacíamos en su casa, junto a otros colegas, y ahí nos quedábamos pergeñando ideas. Así surgió Soldados y soldaditos”. Bortnik, asimismo, es un nombre clave en la cinematografía argentina, recordada como guionista de La tregua (1974) y La historia oficial (1985), esta última ganadora del Oscar a mejor película extranjera.

“Con Aída empezamos a pensar en la posibilidad de hacer un espectáculo sobre las guerras que tenía que ver con los soldados de verdad”, cuenta Laplace, quien en aquel momento le propuso a Bortnik que escribiera la obra mientras que él actuaría. El proceso creativo implicó meses de trabajo diario, que resultó en una pieza teatral con 14 personajes: El Soldado Yanqui, Soldado Samurái, Balada del Desertor y La Paloma de la Paz, son algunos de ellos.

Para Las guerras a través del tiempo, Laplace contempló la posibilidad de ampliar el espectro de personajes de la producción. “Si hubiera tenido tiempo, habría hecho un espectáculo de ocho o diez personajes. Porque tienen que aparecer más los malos, sino es todo muy buenito”, sostiene, entre risas, en diálogo con ANCCOM.

El factor tiempo fue uno de los desafíos significativos durante el proyecto. Pudieron llevar a cabo la producción en el Centro Cultural Kirchner (CCK), y si bien se trata de un espacio que ofrece una plataforma destacada, también presenta complejidades debido a su alta demanda de producciones. Laplace contó con la colaboración de Diego Poleri, quien lo ha acompañado en sus incursiones cinematográficas.

La serie está disponible inicialmente en la plataforma Contar. El rodaje tuvo lugar en Tandil, la ciudad natal de Laplace, y el objetivo del director es revivir los textos de Bortnik en formato audiovisual, honrando su habilidad para transformar momentos dolorosos de la historia argentina en obras artísticas significativas.

Las piezas audiovisuales incluyen textos de Eduardo Galeano, que abren y cierran cada “bitácora”, y según Laplace responden a la profunda impresión que le generaron dichas obras al escritor uruguayo. Suenan además dos canciones de Viet Rock, la ópera musical sobre Vietnam de Megan Terry.

Laplace inició su trayectoria en Buenos Aires, adonde se trasladó para estudiar teatro. Este período marcó un capítulo importante en su carrera. “Me comencé a relacionar con (el actor y director) Jaime Kogan, fundador del teatro Payró, sobre la calle San Martín, donde producimos justamente la obra Viet Rock”, relata.

Actor de teatro, cine y televisión, recordado por interpretar al General Perón en el filme Eva Perón (1996), Laplace también se ha destacado por su compromiso, de hecho, en los 60 y 70 hacía teatro político en barrios obreros de todo el país. “Junto con otro colega íbamos a hacer teatro en la villa y así se desachavaban los problemas que tenían”, evoca.

Hoy, como actor, está ensayando con Andrés Bázaro, director con quien ya ha colaborado antes, una obra de la autora Sandra Franzen, Oda al poeta esquivo, aunque el título definitivo aún está sujeto a discusión. Y a sus 80 años, desde Tandil, donde vive rodeado de sus afectos y amigos, Laplace sigue produciendo proyectos vinculados con la literatura, el teatro y el cine.