Las calesitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo…

Las calesitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo…

Calesitas o carruseles -según si están fijos o se mueven verticalmente los caballitos, elefantes o leones- son parte del paisaje porteño desde 1867. ¿Qué tuvo que ver la guerra con este popular juego?

En pleno Boedo, Avenida Independencia al 4200, se cuela la Placita de los Vecinos entre tanto edificio. A pesar de la oscuridad tenue de la tardecita, hay un sector lleno de luz en su entrada. Es un núcleo colorido, musical y en movimiento que atrae a los niños cual polillas y les hace repetir como disco rayado: “¡Otra vez! ¡Una más!”. El éxtasis está en el aire y en su atmósfera. Gira una calesita.

Hernán Pernochea piensa que su calesita es moderna” en comparación con otras. Se encargó de que, además de los icónicos caballos y los ciervos de nariz respingona, también estén los personajes que convocan a los niños y niñas del presente como el Rayo McQueen, la Rapunzel de Disney y Spiderman. La ilusión de los chicos es la materia prima de su trabajo: “La verdad es que siempre quise ser calesitero, y hoy es mi profesión y lo que elijo”.

Antonio Cid, calesitero desde 1971 del Parque Pereyra, en Barracas bien al sur, va más allá al definir su oficio y utiliza una curiosa metáfora, similar a la del economista Emanuel Álvarez Agis sobre la deuda pública: “Esto es lo que me gusta. Una vez que entrás es como la droga… la diversión es una droga que no te hace mal”.  

En general, resaltan estos trabajadores, el oficio es heredado. “Mi abuelo era calesitero, mi viejo es calesitero y yo también lo soy”, confiesa Hernán. Don Antonio también cumple la regla y se enorgullece al contar que desde los 18 años sigue la tradición de su papá. Hoy tiene cerca de 70 y se pregunta si alguno de sus hijos continuará haciendo girar a sus caballitos de madera al ritmo de La Vaca Lola. El tiempo lo dirá.

Las reglas del juego

Según datos oficiales, en la Ciudad de Buenos Aires hay 55 calesitas. La Ley 5418 determina que los permisos para el funcionamiento de los carruseles en el espacio público son por cinco años y tienen la posibilidad de renovación. Además, se estipula una prioridad para el otorgamiento de licencias para quienes hayan sido titulares en el pasado. Este punto, destacado en el Capítulo 9.15 del Código de Habilitaciones y Verificaciones, resuelve un viejo problema que, según recuerda Pernochea, generaba un proceso poco transparente donde “podía concesionar el que ponía más guita”.

Desde hace unos años, los calesiteros acordaron con el Gobierno que los jardines y chicos de hasta primer grado pueden hacer una excursión gratis. Otra regla ordena que las calesitas deben guardar una distancia mínima de diez cuadras entre sí. La idea es que no haya competencia entre compañeros.

Algunos de los carruseles están protegidos por la Ley de Patrimonio Cultural, lo que implica que fueron declarados sitios de interés para la identidad porteña. En los hechos, esto significa que hay que pedir una autorización para hacer alguna refacción, como darle una mano de pintura o cambiar un caballito de lugar. Por ejemplo, Antonio firmó un contrato recientemente con la empresa Bayer porque la marca se ofreció a restaurarle la calesita a cambio de poder utilizarla para un evento. Distintas formas de conservar el patrimonio.

De la guerra al juego

En un inicio, la calesita fue un medio de entrenamiento para los jinetes turcos que combatían contra enemigos ficticios que giraban en la sarianguik, un plato de madera con caballos hechos del mismo material. Luego, con las cruzadas, se extendió hacia Europa Occidental y, así, recibió su nombre en castellano: carosela, “la primera batalla”. Más tarde, la realeza del viejo continente construyó carruseles en jardines privados y le dio su propósito actual, el entretenimiento infantil. La última parada de este viaje fueron las ferias populares, lo que permitió que la actividad se emancipe de los ricos y se vuelva un juego para el pueblo.

La primera calesita argentina data de 1867, de fabricación alemana, estaba ubicada en la actual Plaza Lavalle. Pasaron 24 años para que llegara la primera confeccionada por manos nacionales. Y si hablamos de inventos argentinos, la sortija es uno de ellos. Su fisonomía se compone de una bocha con forma de pera, una chaveta y una arandela. Las hay simples o más sofisticadas. Su valor está en la idea de regalar otra vuelta más. Pero no es fácil: los niños deben superar el hábil muñequeo del calesitero. Para Cid, el secreto está en esperar lo suficiente y en asegurarse de que todos los gurises logren conseguirla. Sabe que para un pibe hay pocas alegrías como atrapar la sortija y ganar otro paseo.

El ritual se remonta a las corridas de sortija gauchescas del siglo XIX. Los jinetes de la Pampa Húmeda competían para demostrar su habilidad en la monta. El objetivo era embocar un palo en una argolla que estaba a casi tres metros de altura. Los años pasaron y la tradición se conservó. Ahora el bravo quiebre de muñeca ilusiona con un viaje gratis para cualquier niño. Otra vez la competencia se hizo juego.

 

Mi carrusel arrabalero

Una diferencia fundamental: la calesita es un juego mecánico que tiene asientos inmóviles, mientras que en el carrusel se mueven verticalmente. Cuestión de nomenclaturas, las palabras y las cosas.

Algunos carruseles superan los 100 años, como el caso de la calesita de Antonio. Fue diseñada originalmente por un portugués en 1897 y adquirida luego por su padre, quien la refaccionó para convertirla en un carrusel. Don Antonio se enorgullece, respira hondo y hace historia: “Sus partes son de madera maciza. Un caballo pesa alrededor de 90 kilos. Son de material bueno, a diferencia de las actuales que se hacen con fibra de vidrio. La madera tiene más aguante”, asegura.

¿De qué manera se logra conservar a estos gigantes forjados en hierro? En general las refacciones suelen ser realizadas por los propios calesiteros. Los trabajadores rodantes dicen que “escuchan y sienten” cuándo deben intervenir. “Es el calesitero el que se trepa, agarra un pincelito y le manda grasa a lo que sea. Se encarga de evitar que haya problemas”, aporta Hernán.

Pero la autogestión no todo lo puede, por eso muchas veces recurren a sus compañeros. Así comenzó la Asociación Argentina de Calesiteros y Afines: “Hay un aguante colectivo, nos damos una mano entre todos», asegura Cid. Su germen fueron las juntadas entre colegas en el lejano 2004. La organización adquirió su personalidad jurídica en el 2010. Actualmente funciona como un lugar de encuentro en el cual los primeros lunes de cada mes, los trabajadores comparten un almuerzo e intercambian opiniones sobre su profesión.

Si todo este dispositivo llega a fallar, hay que levantar el teléfono y contactar a un matricero. La matricería es ese pequeño taller que repara la infraestructura del carrusel cuando está dañado. Puede arreglar los engranajes o recuperar algunos de los asientos. “Es la persona que labura en el fondo de su casa. Podés llegar al taller y ver que tienen un autito o un caballito en el techo”, apunta Pernochea. Los jardines de la mente, diría Charly García, y las estatuas que (ellos deben) pulir.

Cosa seria

Fermín tiene apenas dos años y rota por todos los juegos del patio inaugurado en Parque Lezama, cerca del cruce de Martín García y Defensa en San Telmo. De la hamaca a la locomotora, del auto al tobogán tirabuzón, no hay tiempo que perder. Pero cuando se eleva del medio metro que le consta por su edad, la vista se le clava en aquel techo descolorido del predio de enfrente que gira y gira desde 1960. La cale”, demanda. Si quiere dar la vuelta, que no se quede con ganas.

Para Celina Vietto, psicóloga maestrando en infancias y juventudes, el juego es una parte esencial en la constitución de las personas: “La creación es salud”, porque es un proceso de apropiación del mundo en el que se inventa lo que no se tiene al alcance. Incluso, el juego es considerado un derecho para los niños y en nuestro país está protegido en uno de los artículos de la Ley 26.061 sobre derechos de las infancias y adolescencias.

Fermín ruega una vuelta más apenas termina y acecha la sortija repleto de adrenalina. Francesco Tonucci, reconocido pedagogo, plantea que las ciudades no están adaptadas para la apropiación infantil. Desde 1991 lleva a cabo el proyecto Ciudad de los Niños donde remarca la importancia de reconocerlos como sujetos de derecho para pensar la planificación urbana a partir de sus necesidades: “Los niños quieren salir de casa y vivir en autonomía su experiencia de juego y de contacto con otros”.

Las calesitas son parte del paisaje urbano, pero para Pernochea son un momento de libertad: “En la cabeza de los pibes es una película. Hay un dicho que dice que es el primer viaje que el nene hace solo. A veces vienen los padres y le dicen ‘pero ese es aburrido, subite a tal’ y yo digo, loco, es el que eligió porque cuando entró lo vio y en su cabeza ya empezó su idea, su mundo, su mambo”.

Sigue girando

La calesita y su dueño echan raíces en la plaza. Don Antonio es famoso por su antigüedad y su carácter: “Hay gente que vivía en Barracas, se mudó pero tiene algún pariente en el barrio. Después vuelve y dice Oh, ¡todavía estás acá!’ ¿Qué querés, que me vaya? Es gente grande que venía cuando era chiquita. Venían los padres, trajeron a los hijos y a veces hasta vienen los nietos. Es lindo porque vas por cualquier lado y te dicen ‘¡Ahí va el calesitero!’”.

Cada uno con sus modos, los calesiteros se vuelven figuritas del barrio que encarnan las añoranzas de muchos; un pedazo de su pasado conservado en el presente.

El golpe del arancelamiento a la universidad pública

El golpe del arancelamiento a la universidad pública

El proyecto de Ley Ómnibus presentado por Javier Milei transforma a la educación en una mercancía. Uno de los pasos propuestos es el arancelamiento de la universidad pública a estudiantes extranjeros sin residencia en el país. Opinan estudiantes y funcionarios.

El proyecto de Ley Ómnibus presentado por el presidente Javier Milei desató el temor de los miles de estudiantes extranjeros que eligieron Argentina para estudiar. Es que uno de sus puntos propone arancelar la educación universitaria para todos aquellos que no tengan la residencia permanente en nuestro país.

-En cuanto me enteré, entré en pánico — confiesa María José, de 22 años, mientras mira cómo sus dedos se entrelazan en las manos apoyadas sobre la mesa.

En 2022 abandonó Sogamoso, una pequeña ciudad perdida entre las sierras de Bogotá, y arribó a Argentina con el objetivo de seguir la carrera de Psicología en la Universidad de Buenos Aires. Aún le faltan dos años más para poder conseguir la residencia permanente.

-No podría costear mis estudios. Mis papás no me envían mucho dinero. Yo trabajo, pero no alcanza. Imagínate, con lo que pago de alquiler, para comer y los gastos diarios no puedo pensar en dónde voy a sacar para pagar la universidad.

En la misma situación se encuentran sus amigas de Colombia, Venezuela y Ecuador, que desde que el 10 de diciembre se transformaron en variable de ajuste, enfrentan el riesgo de tener que abandonar sus proyectos de vida.

-Es injusto porque desde que abandoné Santiago de Chile, no dejé de pagar impuestos — opina por su parte Iván, de 23 años —. Yo estudio Medicina en la Universidad de La Plata. Para estar acá pago un alquiler, compro mis víveres, voy al supermercado. Cada vez que gasto dinero pago impuestos, entonces no entiendo por qué dicen que estudio gratis.

Su padre, Jesús, se recibió en 1999 de la carrera de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Por ese motivo, creció con la expectativa de repetir los pasos familiares e ir a buscar del otro lado de la Cordillera la educación que su país le negaba.

-Oí que hay posibilidades de que el Congreso rechace algunos artículos, pero la verdad es que estoy muy preocupado. Si nos arancelan la Universidad no sé si podría pagarla. Sería un golpe muy duro porque encima la inflación hace que todo cueste un poco más.

Ney también debió abandonar su hogar para poder seguir con el sueño de estudiar economía. En 2023 partió de Guayaquil con el objetivo de regresar con un título bajo el brazo.

Son las once de la noche y aún lleva el delantal que utiliza en la rotisería en donde trabaja para poder pagar la habitación que comparte con tres brasileños en una residencia del barrio porteño de Monserrat.

-Tanto hablaban de la casta y al final la casta éramos nosotros — lamenta, mientras pica perejil en la mesada de la cocina común de la pensión —. Si nos privatizan la educación, voy a volver a trabajar en el campo con mi papá.

Levanta solo la cabeza para escuchar. Al momento de responder, vuelve a agacharla, casi como si sintiera culpa por un supuesto delito que no cometió. Pone sus ojos en la verdura, casi como si se quisiera abstraer de la realidad.

“En la residencia no hay contrato y nos aumentan cada dos meses. En la rotisería me tienen en negro ¿Y a mí me vienen a reclamar que pague impuestos?”, reclama.

Su voz temblorosa delata la bronca que intenta ocultar. Se trata de un enojo motivado por la incertidumbre de no saber, si una vez más, las clases subalternas pagarán por los negociados de los que dirigen las reglas de juego.

“La conciencia mayoritaria en nuestra sociedad es que nuestro sistema universitario es un activo de todo el país”, sostiene el ex ministro de Educación, Nicolás Trotta, en diálogo con ANCCOM y agrega: “Estamos ante un gobierno que viene exteriorizando posiciones que tienden a la mercantilización de ese sistema”.

Alberto Sileoni, titular de la cartera educativa durante el gobierno de Cristina Fernández y actual director general de Escuelas de la provincia de Buenos Aires, coincide con Trotta.

“La educación debe concebirse como un derecho, nunca como un bien transable. Y a eso, la ley lo anula. — advierte Sileoni —. Yo creo que hay que leerlo en conjunto con la propuesta de nuestra canciller, Mondino, de querer entrar a la OCDE. Para poder ingresar, los países tienen que concebir la educación como una mercancía. Eso es una puerta abierta a los negocios, a la privatización educativa, a las plataformas digitales”. En este sentido, advierte que “la ley es muy grave, porque deroga el artículo 10 de la Ley de Educación Nacional, que impide que la Argentina establezca convenios en donde se tome la educación como un bien de mercado”, advierte.

La presentación del proyecto oficialista estuvo acompañada de una campaña dirigida a sostener que las universidades están colmadas de alumnos extranjeros. Sin embargo, los dos funcionarios coinciden en señalar lo falaz de este argumento.

“La por entonces precandidata a presidenta, Patricia Bullrich, hoy ministra de seguridad de Milei, intentó plantear con información errada un supuesto problema que justifique el arancelamiento como primer paso, a un sector de nuestros estudiantes para después hacer un arancelamiento absoluto — declara Trotta —. Si nosotros vemos las estadísticas en términos de la cantidad de estudiantes que tiene nuestro sistema universitario, tiene el mismo reflejo de la población extranjera que hay en la Argentina”.

En la misma línea, Sileoni explica: “la cifra de estudiantes no argentinos es absolutamente irrelevante. Aparte, no se trata de que vos le das clase al colectivo de estudiantes extranjeros. No, ellos se incorporan a aulas de 30, 40, 50 estudiantes. Entonces no hay un costo que se incrementa por la llegada de ese extranjero al aula”.

El supuesto gasto extraordinario generado por el acceso irrestricto a las casas de estudios ha sido otra de las excusas para legitimar la privatización parcial de la educación superior.

En este sentido,Trotta sostiene que un trabajo de la Organización Internacional del Trabajo concluyó que “el aporte de los extranjeros en términos económicos es superior al costo de los bienes públicos y servicios sociales que consumen”.

Tenemos un saldo positivo — afirma — Producen más recursos que los que terminan consumiendo.

Por su parte, Sileoni concluye: “Todas las medidas que está tomando este gobierno, como rifar 41 empresas públicas, romper con la TV Pública, vender a cualquier precio YPF, los trenes. Todo eso huele a negocio. Si todo huele a negocio, por qué no lo van a hacer con la educación, que es un inmenso negocio a escala internacional”.

Sin ciencia en vacaciones

Sin ciencia en vacaciones

El gobierno nacional canceló la temporada de verano del Centro Cultural de la Ciencia. La medida generó una gran incertidumbre sobre el futuro de la institución del polo científico.

 

La ciencia vuelve a quedar relegada, esta vez por la cancelación de la tradicional temporada de verano del Centro Cultural de la Ciencia. La decisión fue tomada por Alejandro Cosentino, a cargo de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, y Nicolás Posse, jefe de Gabinete. La primera consecuencia de la medida fue la renuncia de la directora de Museos, Exposiciones y Ferias Guadalupe Díaz Constanzo.

El Centro Cultural de la Ciencia, inaugurado en el 2015 y ubicado en el Polo Científico Tecnológico de Palermo es el tercer espacio nacional más visitado, detrás del Museo Nacional de Bellas Artes y el Cabildo. Durante el 2023 recibió a más de 240.000 personas. Su principal función es acercar al público al mundo científico por medio de exposiciones estables o temporarias, exhibiciones de arte y ciencia, espectáculos con concursos y premios, talleres, cursos, entre otros. Si bien se encuentra en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires realiza actividades en distintas provincias y escuelas de todo el país viajan para visitarlo.

Frente a lo sucedido Diego Golombek, Doctor en Ciencias Biológicas y ex director del Centro Cultural de la Ciencia, explica: “Esto tiene un impacto importante, dado que a las instituciones hay que cuidarlas y mantenerlas con los cambios que sean necesarios. Tiene un impacto en el público que necesita de este tipo de acciones de apropiación de la ciencia y la tecnología». Con la suspensión de su temporada de verano se afecta al público general que se acerca en vacaciones, pero de continuar la medida tampoco las escuelas podrán aprovechar las instalaciones.

La suspensión del C3 aumenta la incertidumbre con respecto a las políticas de ciencia y tecnología: “No sabemos, como investigadores, que va a suceder con el personal, con los recursos humanos, si va haber programas de becas o de ingresos a carreras científicas del CONICET y, sobre todo, qué va a pasar con el financiamiento de las actividades de ciencia”, explica Golombek. Para el conocido comunicador de la ciencia el programa de financiamiento de la agencia nacional de promoción científica es fundamental por el apoyo de las actividades científicas en las universidades nacionales que “son algunos de los centros más importantes donde se realiza investigación en Argentina”.

Un programa en pausa

En el Centro Cultural de la Ciencia se desarrolla el Programa de Formación en Comunicación Pública y Educación de la Ciencia integrado con más de 70 estudiantes de universidades nacionales. Son quienes le dan voz al C3 como guías, educando y comunicando ciencia. Jade Desimone, estudiante de química y antropología de la UBA, que guía en el C3, comparte: “Nuestro rol es tratar de derribar prejuicios acerca de lo que hacen las personas de nuestro ámbito…mostramos qué hacemos en el mundo científico, pero siempre desde una perspectiva horizontal, no le vamos a estar contando a la gente cosas específicas desde un lugar de ‘yo sé más’, sino que tratamos de construir conocimiento en conjunto con las personas que vienen de visita a través del juego, de la duda y la pregunta genuina que trae esa persona”. Remarca la importancia del C3 a la hora de “comunicar la ciencia y democratizarla a todos los sectores que sean posibles”.

En la jerga del C3 se denomina copiloto/a al guía mientras que el rol de piloto es para el visitante. “Entendemos que cada persona tiene un interés y que nuestro desafío es intentar que pueda llegar a sus respuestas con rigor científico desde una perspectiva personal pero acompañada», explica la copilota. «No vamos a guiar el recorrido hacia donde queremos llegar, queremos que esa persona pueda construir su propio mapa de conocimiento y pueda expandirse de la mejor manera, sobre todo si estamos en vistas de desarrollar nuevas vocaciones científicas”.

“Es un montón la gente la que nos visita, la que se anota a la facultad, se inscribe al programa y termina siendo copiloto dentro del C3: es mi caso. En 2018 me impactó, me anoté a la carrera y acá estoy”, cuenta Desimone como ejemplo materializado de la manera en que el C3 potencia el área científica del país.

Tras la cancelación de temporada no queda clara la continuidad de las actividades. Además se adeudan los sueldos del mes de diciembre a los guías.

El C3 sale a las calles

Jade Desimone cuenta que el jueves 4 de enero tenían que volver como todos los años y al llegar vieron que el centro estaba cerrado: “Ahí nos enteramos de que no iba a abrir, por lo cual nos juntamos con la facultad, con Exactas, y tampoco sabían nada”. Frente a esto se organizaron entre estudiantes, coordinadores y copilotos, y crearon sus redes donde empezaron a visibilizar su situación de desconocimiento e iniciar una junta de firmas para la petición de NO al cierre del Programa de Formación en Comunicación de la Ciencia.

“Lo que sabemos es que hay un montón de gente que está interesada en que el C3 exista y en que nuestro programa se desarrolle, por lo cual tomamos la posta como guías y de manera voluntaria y sin pedir ningún tipo de apoyo económico. La idea es sacar el C3 a las calles, las plazas, poder comunicar ciencia en otros lugares, seguir cumpliendo la función social que tiene pero desde otro lado”, dice el copiloto, organizándose así de manera autogestionada.

La primera jornada se realizó el sábado 13, de 14 a 18 horas en la plaza del Polo Científico Tecnológico. Se llevaron al exterior las salas del C3, se realizaron actividades como la «ciencia posta» que consiste en acercar los instrumentos científicos a la gente, dibujos mágicos, entre otras actividades. Se realizaron charlas con científicos como Rodrigo Laje, Valeria Edelsztein, y María Inés Carabajal, entre otros. Con la presencia de un amplio rango de edades, la ciencia tuvo como foco el azar en el laboratorio exterior y en los diferentes títulos del punto de lectura. También se realizó la observación de fósiles, y muchas actividades más. Además se invitó a dejar la huella en un mural con la frase “No hay C3 sin copis”. “La idea es seguir con esto, en distintas plazas, quizás de manera virtual pero siempre seguir expandiendo y comunicando ciencia, que es lo que amamos hacer”, concluye Desimone.

 

Un cacerolazo por la soberanía cultural

Un cacerolazo por la soberanía cultural

Referentes de todas las artes y ámbitos de la cultura se reunieron ayer frente al Congreso de la Nación para frenar el desfinanciamiento que pretenden el DNI y la Ley Ómnibus del oficialismo.

Artistas, organizaciones culturales, trabajadores de la cultura, políticos y autoconvocados realizaron ayer un Cacerolazo cultural nacional a lo largo en todo el país en contra de la ley Ómnibus.

A pesar de la lluvia, cientos de personas llegaron a la plaza del Congreso en defensa de la cultura y las artes, y en oposición al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y a la Ley Ómnibus que propone recortes, desfinanciamiento y cierre de instituciones vinculadas al desarrollo de la cultura.

Una multitud se manifestó en contra del cierre del Fondo Nacional de las Artes (FNA), el cierre del Instituto Nacional de Teatro (INT), el desfinanciamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el Instituto Nacional de Música (INAMU) y de Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP).

Entre música, bombos y redoblantes, Ramiro Pérez, activista de “Músicxs Organizadxs” (@musicxsorganizadxs) dijo en diálogo con Anccom: “Los artistas y los trabajadores de la cultura somos trabajadores muy precarizados bajo convenios que no existen. La Ley Ómnibus viene a terminar con el INAMU, con el cine, el teatro y demás. En pos de acabar con cuestiones del Estado como el endeudamiento quieren terminar con la cultura, la plata se va con el FMI y los acreedores, este no es el lugar donde hay que ajustar. Los trabajadores de la cultura seguimos haciendo arte y estamos luchando hoy para que continúen los diferentes institutos”.

Por su parte, María Inés Gómez, bibliotecaria de la biblioteca popular “Por caminos de libros” (@porcaminosdelibros ) reflexionó:“Pensemos la cultura en términos de derechos y no de privilegios , las bibliotecas populares son espacios que exceden la cuestión del libro, las cientos de bibliotecas populares que hay en todo el país son verdaderos centros culturales y algunas están en rincones donde no hay otra institución que puedan asumirse como centro de práctica de cultura o acceso a la información”. La bibliotecaria agregó: “Estamos presentes en contra de la ley Ómnibus por muchas cosas. El desfinanciamiento de las organizaciones culturales achica la posibilidad de que las personas tengan espacios de participación en talleres artísticos, acceso a la información, espacios de encuentro entre personas. Estamos en contra de una ley que plantea el desfinanciamiento, la atomización de esas construcciones colectivas que no pueden pensarse con la ley del más fuerte o que sobreviva el que merece , no tiene que ver con la meritocracia , tiene que ver con el derecho”.

Nicolas Vetromile, delegado general adjunto de ATE INCAA (@ateincaa) explicó: “Estamos muy preocupados con la sanción de la ley Ómnibus , ya que si esta ley se sanciona, el INCAA queda totalmente desfinanciado, le quitan sus potestades, sus políticas públicas, haciendo que muchas de las actividades que hoy lleva a cabo el INCAA no se puedan hacer, por ejemplo, todas las políticas de exhibición. La escuela nacional de cine no podría funcionar porque no está en la ley. También se desfinancia la cantidad de dinero que ingresa, solo nos quedaríamos con el 10% de las entradas del cine, también nos quedaríamos sin el dinero que recauda el Enacom por el uso del espectro radioeléctrico, los cableoperadores, las antenas y los canales de cable, eso hace que se pierda la fiscalización y las salas de cines pueden hacer cualquier cosa”. Además del desfinanciamiento a Vetromile le preocupa la desprotección de la industria cultural nacional: “Se pierde la política pública de la cuota de pantalla y la media de continuidad para el cine argentino ¿Qué significa esto? Las multipantallas pueden poner todo cine extranjero y no poner nada del cine nacional, si se pierde la fiscalización no se puede controlar eso. Además, se pierde el canal CINEAR, se pierde su plataforma y se pierde una de las políticas públicas más grandes en el mundo que son los espacios INCAA, un reducto fuera de las multipantallas para ver cine nacional”.

Vetromile explica que con las medidas pretendidas por el oficialismo el INCAA podría quedar con tres oficinas, desfinanciado y el dinero no alcanzaría para todos los trabajadores y trabajadoras del cine. Lo mismo ocurriría con el Instituto Nacional del Teatro, el FNA, el INAMU y el Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (FOMECA). “En este sentido se está atacando a toda la cultura independiente y es lo que veníamos hablando cuando se ponía en discusión el tema de los fondos para la cultura, es que se pierde la soberanía cultural. La cultura no se vende, la cultura se defiende”, concluyó.

La Asociación Argentina de Actores y Actrices también llegó con sus carteles y expresiones. La actriz Ana Celentano dijo en diálogo con Anccom: “Nosotros estamos peleando contra la ley ómnibus que toca muchas instituciones importantes de la cultura. Creo que es importante estar acá defendiendo esto porque nos llevó muchas décadas de lucha tener este tipo de instituciones que las hemos sido mejorando con la lucha de los protagonistas de la cultura, los trabajadores de la cultura, los técnicos, los artistas. Son instituciones muy importantes sobre todo porque garantizan la democratización de estos instrumentos, si no existe el Estado como un actor fundamental en la promoción de las artes, sólo pueden expresarse ciertos sectores de la sociedad y el resto quedan marginados a determinados reductos”.

Para Celentano se está defendiendo la cultura como herramienta transformadora: “El arte y la cultura en general porque creemos que son fundamentales para sentirnos libres para ser mejores personas y para ser un mejor país. Creo fervientemente en el arte, creo fervientemente que el arte es el alma de los pueblos y creo que hay que defender una política democrática de acceso a la cultura en todo el país y para todos los sectores “.

Nicolas Vilchez , miembro del colectivo de Poetas por la memoria , la verdad y la justicia (@Colectivodepoetas) ambién explicó por qué reclama su sector: “Estamos acá porque nos parece importante movilizarnos a favor de la cultura, la memoria, sobretodo de lo colectivo porque de esto no se sale de una forma individual .Es importante seguir luchando de forma colectiva, esto recién comienza y el arte es algo importante, porque es oxígeno para cada día y además por la necesidad del ser humano que hace a la cultura, que es lo que nos diferencia del resto de los otros seres vivos. Lo importante es que te unas al resto, que mires a tu alrededor, las balas te pican cerca y de alguna forma vas a tener hambre si no es de comida es de cultura, vos, tu familia, tus amigos o amigas”.

Algunos partidos políticos también acompañaron el cacelorazo cultural. Entre ellos pudo verse a la Diputada Nacional por el Frente de Izquierda, Myriam Bregman. “La ley Ómnibus es parte de un paquete más que Javier Milei compuso en tres partes. La primera es el DNU, la segunda la Ley Ómnibus y la tercera son un conjunto de leyes para los más concentrados de la economía. Y estos tres elementos conjugan un plan de guerra contra el pueblo trabajador, donde le sacan a los de abajo para darle a los de arriba, donde tienen todo tipo de beneficios impositivos, baja de bienes personales, donde le dan todo tipo de beneficios a las empresas multinacionales a la par que produce un ajuste brutal contra el pueblo, dejan a las jubilaciones sin certeza si se van a actualizar o no etcétera”, describió la Diputada y agregó: “En ese marco, el ataque a la cultura nos parece una de las peores cosas que contiene la Ley Ómnibus. Atacar a la cultura es atacar a una parte de la sociedad. Si hay algo que identifica a la sociedad argentina es el amor por el teatro, el amor por el cine, por nuestra cultura que ha tenido un rol muy importante, inclusive en la dictadura militar. Para el presupuesto nacional es insignificante lo que se destina a cultura porque el ajuste a cultura viene desde hace mucho tiempo, solo muestra una posición ideológica que no tiene nada que ver con la economía. Si quieren solucionar eso, hay que tocar los intereses de los grandes empresarios que, al revés, se ven beneficiados por esta ley”.

Por otra parte, el diputado nacional por el mismo Frente, Alejandro Vilca añadió: “Es la política de este gobierno, que esté todo en manos privadas, es parte de la política de Javier Milei dejar que regule todo el mercado”. “El DNU y la ley Ómnibus atacan a la cultura, a la educación, a los jubilados, a los trabajadores, al medioambiente”, detalló y concluyó: “Creo que nos enfrentamos a un gobierno que decía que venía por la casta y la casta somos los de abajo. Y lo más grave es que pide facultades especiales y a eso no lo vamos a permitir, porque junto a miles de trabajadores como lo estamos haciendo hoy, junto a trabajadores de cultura de todo el país, el 24 también tiene que ser una jornada importante para reafirmar nuestra posición y frenar estas leyes antipopulares”.

Referentes de todas las artes y ámbitos de la cultura se reunieron ayer frente al Congreso de la Nación para frenar el desfinanciamiento que pretende el DNI y la Ley Ómnibus del oficialismo.

Artistas, organizaciones culturales, trabajadores de la cultura, políticos y autoconvocados realizaron ayer un Cacerolazo cultural nacional a lo largo en todo el país en contra de la ley Ómnibus.

A pesar de la lluvia, cientos de personas llegaron a la plaza del Congreso en defensa de la cultura y las artes, y en oposición al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y a la Ley Ómnibus que propone recortes, desfinanciamiento y cierre de instituciones vinculadas al desarrollo de la cultura.

Una multitud se manifestó en contra del cierre del Fondo Nacional de las Artes (FNA), el cierre del Instituto Nacional de Teatro (INT), el desfinanciamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el Instituto Nacional de Música (INAMU) y de Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP).

Entre música, bombos y redoblantes, Ramiro Pérez, activista de “Músicxs Organizadxs” (@musicxsorganizadxs) dijo en diálogo con Anccom: “Los artistas y los trabajadores de la cultura somos trabajadores muy precarizados bajo convenios que no existen. La Ley Ómnibus viene a terminar con el INAMU, con el cine, el teatro y demás. En pos de acabar con cuestiones del Estado como el endeudamiento quieren terminar con la cultura, la plata se va con el FMI y los acreedores, este no es el lugar donde hay que ajustar. Los trabajadores de la cultura seguimos haciendo arte y estamos luchando hoy para que continúen los diferentes institutos”.

Por su parte, María Inés Gómez, bibliotecaria de la biblioteca popular “Por caminos de libros” (@porcaminosdelibros ) reflexionó:“Pensemos la cultura en términos de derechos y no de privilegios , las bibliotecas populares son espacios que exceden la cuestión del libro, las cientos de bibliotecas populares que hay en todo el país son verdaderos centros culturales y algunas están en rincones donde no hay otra institución que puedan asumirse como centro de práctica de cultura o acceso a la información”. La bibliotecaria agregó: “Estamos presentes en contra de la ley Ómnibus por muchas cosas. El desfinanciamiento de las organizaciones culturales achica la posibilidad de que las personas tengan espacios de participación en talleres artísticos, acceso a la información, espacios de encuentro entre personas. Estamos en contra de una ley que plantea el desfinanciamiento, la atomización de esas construcciones colectivas que no pueden pensarse con la ley del más fuerte o que sobreviva el que merece , no tiene que ver con la meritocracia , tiene que ver con el derecho”.

Nicolas Vetromile, delegado general adjunto de ATE INCAA (@ateincaa) explicó: “Estamos muy preocupados con la sanción de la ley Ómnibus , ya que si esta ley se sanciona, el INCAA queda totalmente desfinanciado, le quitan sus potestades, sus políticas públicas, haciendo que muchas de las actividades que hoy lleva a cabo el INCAA no se puedan hacer, por ejemplo, todas las políticas de exhibición. La escuela nacional de cine no podría funcionar porque no está en la ley. También se desfinancia la cantidad de dinero que ingresa, solo nos quedaríamos con el 10% de las entradas del cine, también nos quedaríamos sin el dinero que recauda el Enacom por el uso del espectro radioeléctrico, los cableoperadores, las antenas y los canales de cable, eso hace que se pierda la fiscalización y las salas de cines pueden hacer cualquier cosa”. Además del desfinanciamiento a Vetromile le preocupa la desprotección de la industria cultural nacional: “Se pierde la política pública de la cuota de pantalla y la media de continuidad para el cine argentino ¿Qué significa esto? Las multipantallas pueden poner todo cine extranjero y no poner nada del cine nacional, si se pierde la fiscalización no se puede controlar eso. Además, se pierde el canal CINEAR, se pierde su plataforma y se pierde una de las políticas públicas más grandes en el mundo que son los espacios INCAA, un reducto fuera de las multipantallas para ver cine nacional”.

Vetromile explica que con las medidas pretendidas por el oficialismo el INCAA podría quedar con tres oficinas, desfinanciado y el dinero no alcanzaría para todos los trabajadores y trabajadoras del cine. Lo mismo ocurriría con el Instituto Nacional del Teatro, el FNA, el INAMU y el Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (FOMECA). “En este sentido se está atacando a toda la cultura independiente y es lo que veníamos hablando cuando se ponía en discusión el tema de los fondos para la cultura, es que se pierde la soberanía cultural. La cultura no se vende, la cultura se defiende”, concluyó.

La Asociación Argentina de Actores y Actrices también llegó con sus carteles y expresiones. La actriz Ana Celentano dijo en diálogo con Anccom: “Nosotros estamos peleando contra la ley ómnibus que toca muchas instituciones importantes de la cultura. Creo que es importante estar acá defendiendo esto porque nos llevó muchas décadas de lucha tener este tipo de instituciones que las hemos sido mejorando con la lucha de los protagonistas de la cultura, los trabajadores de la cultura, los técnicos, los artistas. Son instituciones muy importantes sobre todo porque garantizan la democratización de estos instrumentos, si no existe el Estado como un actor fundamental en la promoción de las artes, sólo pueden expresarse ciertos sectores de la sociedad y el resto quedan marginados a determinados reductos”.

Para Celentano se está defendiendo la cultura como herramienta transformadora: “El arte y la cultura en general porque creemos que son fundamentales para sentirnos libres para ser mejores personas y para ser un mejor país. Creo fervientemente en el arte, creo fervientemente que el arte es el alma de los pueblos y creo que hay que defender una política democrática de acceso a la cultura en todo el país y para todos los sectores “.

Nicolas Vilchez , miembro del colectivo de Poetas por la memoria , la verdad y la justicia (@Colectivodepoetas) ambién explicó por qué reclama su sector: “Estamos acá porque nos parece importante movilizarnos a favor de la cultura, la memoria, sobretodo de lo colectivo porque de esto no se sale de una forma individual .Es importante seguir luchando de forma colectiva, esto recién comienza y el arte es algo importante, porque es oxígeno para cada día y además por la necesidad del ser humano que hace a la cultura, que es lo que nos diferencia del resto de los otros seres vivos. Lo importante es que te unas al resto, que mires a tu alrededor, las balas te pican cerca y de alguna forma vas a tener hambre si no es de comida es de cultura, vos, tu familia, tus amigos o amigas”.

Algunos partidos políticos también acompañaron el cacelorazo cultural. Entre ellos pudo verse a la Diputada Nacional por el Frente de Izquierda, Myriam Bregman. “La ley Ómnibus es parte de un paquete más que Javier Milei compuso en tres partes. La primera es el DNU, la segunda la Ley Ómnibus y la tercera son un conjunto de leyes para los más concentrados de la economía. Y estos tres elementos conjugan un plan de guerra contra el pueblo trabajador, donde le sacan a los de abajo para darle a los de arriba, donde tienen todo tipo de beneficios impositivos, baja de bienes personales, donde le dan todo tipo de beneficios a las empresas multinacionales a la par que produce un ajuste brutal contra el pueblo, dejan a las jubilaciones sin certeza si se van a actualizar o no etcétera”, describió la Diputada y agregó: “En ese marco, el ataque a la cultura nos parece una de las peores cosas que contiene la Ley Ómnibus. Atacar a la cultura es atacar a una parte de la sociedad. Si hay algo que identifica a la sociedad argentina es el amor por el teatro, el amor por el cine, por nuestra cultura que ha tenido un rol muy importante, inclusive en la dictadura militar. Para el presupuesto nacional es insignificante lo que se destina a cultura porque el ajuste a cultura viene desde hace mucho tiempo, solo muestra una posición ideológica que no tiene nada que ver con la economía. Si quieren solucionar eso, hay que tocar los intereses de los grandes empresarios que, al revés, se ven beneficiados por esta ley”.

Por otra parte, el diputado nacional por el mismo Frente, Alejandro Vilca añadió: “Es la política de este gobierno, que esté todo en manos privadas, es parte de la política de Javier Milei dejar que regule todo el mercado”. “El DNU y la ley Ómnibus atacan a la cultura, a la educación, a los jubilados, a los trabajadores, al medioambiente”, detalló y concluyó: “Creo que nos enfrentamos a un gobierno que decía que venía por la casta y la casta somos los de abajo. Y lo más grave es que pide facultades especiales y a eso no lo vamos a permitir, porque junto a miles de trabajadores como lo estamos haciendo hoy, junto a trabajadores de cultura de todo el país, el 24 también tiene que ser una jornada importante para reafirmar nuestra posición y frenar estas leyes antipopulares”.

El cine le pone el cuerpo a la Ley Ómnibus

El cine le pone el cuerpo a la Ley Ómnibus

El Gobierno de Milei se propone modificar la ley de Fomento de la actividad Cinematográfica, lo que arrasará con el financiamiento del INCAA y cerrará la Escuela Nacional de Cine. Los trabajadores y estudiantes de cine se enfrentan a la medida.

La primera reforma de la sección Cultura de la Ley Ómnibus está dedicada a la industria cinematográfica. Deroga 36 artículos de la Ley de Fomento a la Actividad Cinematográfica, que había sido creada en 1968, durante la dictadura de Onganía y fue modificada en 2001.

El Espacio Audiovisual Nacional (EAN), organización que agrupa a directores, productores y otros trabajadores del sector, presentó un proyecto para actualizarla con un enfoque federal, de fortalecimiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y que regule las plataformas de streaming. El proyecto de Ley Federal para la Producción y la Industria Audiovisual tiene estado parlamentario desde enero de 2023.

Pero la propuesta del presidente Javier Milei es de carácter regresivo respecto del proyecto de Ley Federal e incluso de la ley vigente. El EAN advirtió en un comunicado que además de modificar la composición administrativa del INCAA, con un director designado por Presidencia que elige a ocho representantes, lo desfinancia. El Instituto continuaría teniendo el 10 por ciento de la venta de entradas de cine, pero elimina el 25 por ciento de lo que el ENACOM le cobra a las televisoras.

Además, en su comunicado, puntualizó: “La industria audiovisual genera trabajo genuino para más de 600 mil personas y representa el 5,2 por ciento de la economía. Las modificaciones del proyecto gubernamental recortarán el 75 por ciento del presupuesto que resulta de la propia actividad audiovisual, lo que hará imposible su funcionamiento”. El proyecto de ley fija que los gastos operativos no pueden superar el 25 por ciento, pero en la actualidad se gasta un 50 por ciento sólo en el sueldo de sus 1300 empleados. Así, el INCAA deberá reducir su planta a casi un 70 por ciento.

La Ley Ómnibus ingresó al Congreso ell 26 de diciembre y se debería tratar en las sesiones extraordinarias que finalizarán el 31 de enero. Andrea Schellemberg, documentalista y parte de Realizadores Documentalistas Integrales (RDI), confía que el DNU y la ley sean rechazados en el Palacio Legislativo por las dos cámaras, según comentó en una charla con ANCCOM. “No sólo amenaza la producción cinematográfica, sino que va contra toda la sociedad. Creo que aún no se toma conciencia de lo destructivo que será si se llega a implementar. La producción será para unos muy pocos que estén dispuestos a reproducir la ideas de los que hoy nos gobiernan y eso es muy grave: es un problema ético y estético”, apuntó.

«Es un crimen a la libertad de expresión, a la libertad artística. El recorte no sólo se basa en beneficiar a las productoras de cine, cuyo interés es económico, sino que tiende al exterminio de ideas y producciones artísticas de contenidos plurales”, señaló Schellemberg.

El Consejo Académico Federal de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) difundió en un comunicado: “(el proyecto de ley) reduce a una mínima expresión al INCAA y le quita la obligación de sostener a nuestra escuela con recursos del fondo de fomento”. La Escuela no es mencionada en la Ley Ómnibus, así que advierten: “De aprobarse así, la ENERC quedaría atrapada en un vacío legal que la llevaría inevitablemente a su desaparición”.

Catalina Yani, presidenta del Centro de Estudiantes de la ENERC sede AMBA, declaró en diálogo con ANCCOM: “Ya sea aprobada o no, entendemos que en la campaña quien nos preside actualmente mencionó en reiteradas ocasiones que quería cerrar el INCAA y, por ende nuestra escuela. Estamos en una situación de desamparo porque no hay una medida que explique nuestra continuidad… porque no quieren la continuidad de nuestra escuela”.

Como estudiantes están comenzando un Frente Federal de Estudiantes Audiovisuales con otras escuelas como la Universidad del cine (FUC) y la UNA (Universidad Nacional de las Artes). Yani determinó: “Si es necesario, vamos a poner el cuerpo, pero también y con cautela vamos a agotar todas las vías legales. La Escuela no va a cerrar: vamos a poner la mayor de nuestras voluntades para que eso no suceda”.

Ernesto Baca, cineasta experimental y director de Historia Universal (2022) y Cabeza de palo (2002), habló con ANCCOM: “Con un recorte de este tipo no hay posibilidad de que el cine argentino subsista: sólo van a sobrevivir las producciones que tengan un fuerte apoyo de las plataformas de streaming”. La ley plantea créditos para la producción a una “tasa de mercado” que, lejos de fomentar la diversidad y el federalismo, reducen la capacidad de producción audiovisual nacional.

Otros de los cambios que propone la ley es que los subsidios no pueden superar el 50 por ciento del presupuesto de la película y que se pueda pedir sólo cada dos años, lo que desequilibra el sistema, más para las áreas menos comerciales y, por ende, más frágiles, como el cine experimental, animado y documental.

En otro orden, si bien el INCAA sigue estando habilitado a contribuir en la realización de festivales de cine, debido a la fuerte desfinanciación, dejaría de apoyar al Festival de Mar del Plata y al mercado Ventana Sur. Así mismo, peligran la continuidad de las plataformas y canales cont.ar y cine.ar.

“Si bien ya se aplicó en distintas épocas (como en los 90), esta reforma de ley es muchísimo más profunda. Es un crimen a la libertad de expresión, a la libertad artística que protege los intereses de los que más tienen. El recorte no sólo se basa en beneficiar a las productoras de cine, cuyo interés es económico, sino que tiende al exterminio de ideas y producciones artísticas de contenidos plurales”, recordó Schellemberg.

“No hay posibilidades de producir un cine más autóctono, regional, que tenga más que ver con la cuestión social o con una inquietud artística. Lo que permite el INCAA es amplitud en las producciones”, añadió Baca.

En esa línea, Yani remarcó: “El INCAA es importantísimo porque es nuestra forma de representación nacional y cultural que tenemos como argentinos y argentinas. Reducirlo sería una expresión de cipayismo absoluto. La ENERC es de las más prestigiosas, pero más importante: cuenta con las herramientas para fomentar la cultura audiovisual”

«Tenemos que pasar a la ofensiva artística»

«Tenemos que pasar a la ofensiva artística»

La amenaza de cierre del Instituto Nacional del Teatro y el Fondo Nacional de las Artes movilizó a la comunidad de trabajadores teatrales contra el DNU y el proyecto de Ley Ómnibus del Gobierno de Milei. Los referentes expresan su repudio.

La comunidad de trabajadores de la cultura se encuentra en alerta ante la amenaza de cierre del Instituto Nacional del Teatro (INT) y del Fondo Nacional de las Artes (FNA). El proyecto de Ley Ómnibus busca derogar la Ley Nacional del Teatro y  el Decreto-Ley 1224 que contemplan la creación de estas instituciones y tienen décadas de vigencia. Distintas personalidades repudiaron la medida, así como miles que se movilizaron el 30 de diciembre a las sedes de los organismos.

“Es un avance brutal y acelerado de la derecha. Lo que quieren hacer con la cultura me resulta muy doloroso sobre todo porque es el lugar donde se construye el sentido más profundo de la identidad nacional”, declaró Pompeyo Audivert en diálogo con ANCCOM. Además, sobre la organización del sector opinó que “esto va a generar más unidad y potencia, tenemos que pasar a una ofensiva artística. Ya nos ha pasado, durante la dictadura. Teatro Abierto (movimiento cultural de resistencia a la dictadura, iniciado en 1981) fue una fuerte respuesta a políticas parecidas. Estamos en emergencia, pero lo vamos a resolver desde el arte, nuestra forma de operar sobre la realidad y la expresión de lo humano, lo que el capitalismo quiere  lapidar”.

Por su parte, también se expresó en su cuenta de Facebook el director y dramaturgo Mauricio Kartún quien afirmó que “hay que recordar cómo se luchó hace 26 años durante el menemismo, con Lito Cruz a la cabeza, para conseguir La Ley Nacional del Teatro. Hay muchos que empezaron a hacer teatro hace 15 años con la institución como algo natural, nacieron institucionalizados. Es tiempo de volver a pensar y renovar los votos”.

«Lo que quieren hacer con la cultura me resulta muy doloroso sobre todo porque es el lugar donde se construye el sentido más profundo de la identidad nacional”, dice Pompeyo Audivert.

La Ley 24.800 fue promulgada en 1997 y establece el apoyo del Estado nacional a la actividad teatral «por su contribución al afianzamiento de la cultura”. “Apunta específicamente a la promoción del teatro independiente, a su profesionalización. Es fundamental su carácter federal porque da igualdad en un campo donde a priori no existe: la diferencia de recursos, de llegada a los espectadores, de posibilidad de hacer y de divulgar lo que uno hace en el marco de la Ciudad de Buenos Aires, es abismal con respecto al resto del país”, puntualizó Mónica Berman, crítica de teatro y coordinadora del Área de Comunicación y Artes Escénicas (UBA). 

En el Artículo 7, la ley define la creación del Instituto Nacional del Teatro como su autoridad de aplicación. Se encarga de brindar subsidios a salas, grupos independientes y producciones, promover festivales y publicar libros. Recientemente trabajadores del instituto emitieron un comunicado oficial con las razones por las que rechazan la Ley Ómnibus. Se refieren, entre otras cosas, al impacto que tendría sobre la generación de trabajo directo e indirecto: “Las actividades teatrales apoyadas no solo benefician a la comunidad receptora sino que generan un impacto positivo en el sector gastronómico, logístico, técnico, publicitario y de medios”. 

“Hay mucha incertidumbre, pero no bajamos los brazos y nos organizamos. Es insólito que quieran desarmar en dos minutos algo que fue una conquista de la sociedad, comenta Paula Beovide, actriz y trabajadora del INT desde hace 15 años en la gestión de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, como otros compañeros, se encuentra en una instancia previa a la planta permanente “ya con el DNU la idea es que tengamos tres meses de contrato sujeto a una firma del director ejecutivo para que podamos seguir“. Además, agregó que “el Instituto es un ente autárquico, por lo que manejamos nuestro propio ingreso de dinero, más allá del financiamiento estatal”.

“La fuerza viva del arte teatral está en el teatro independiente, es una barbaridad querer achicar o cerrar el INT. Espero que los legisladores sean responsables y no lo aprueben”, comentó en conversación con ANCCOM Javier Daulte, director y dramaturgo. Sobre los efectos que tendría el cierre agregó que “además del recorte económico, me preocupa el golpe anímico, que esto desanime a los artistas que están empezando a desarrollar su vocación, sería un daño muy grande”. 

 El Fondo bueno

En cuanto al Fondo Nacional de las Artes (FNA) que data de 1958, tiene como objetivo “promover y desarrollar la producción de los artistas de todo el país financiando su formación y la creación de sus obras.A lo largo de su historia brindó incentivos a reconocidas figuras, tales como María Elena Walsh, Antonio Berni, Astor Piazzolla y Leonardo Favio, entre otros.

En el comunicado publicado por los trabajadores del FNA señalan que su vía de financiamiento es el “dominio público pagante, que se cobra por las obras una vez vencido el plazo de protección del derecho de autor (en la mayoría de casos a los 70 años de la muerte del autor)”. Sumado a los ingresos por multas previstas en la Ley de Propiedad Intelectual y aportes extraordinarios.

“La Ley Ómnibus es devastadora, deslegitima nuestra labor artística y desmerece la función del arte, sus implicancias políticas, sociales y culturales”, declaró al respecto Lynx Tironi, bailarín y performer, que recibió una beca del FNA en el marco de un proyecto de investigación de danza y sexualidad. “Si bien no cubre todos los gastos, contar con apoyo lo hizo posible. Para nosotros como personas trans vivir del arte es muy complejo, esto nos permitió poder dedicarnos a la creación”.

“El intento de desaparición del FNA y el INT atenta contra el imaginario cultural propio y acalla las voces de toda la nación”, denuncia Guillermo Rafel Roigh, gestor cultural en “Espacio Disparate”, que  integra la Red Teatral Sur. Tal como otros colectivos y artistas independientes, saben que el tiempo apremia y se organizan en asambleas para dar la resistencia al apagón cultural.