«Históricamente los creadores de dibujitos animados han sido hombres»

«Históricamente los creadores de dibujitos animados han sido hombres»

Ana Oly, la creadora de la tira cómica Fracasitos, fue convocada por el canal infantil Cartoon Network para animar su personaje. ¿Por qué la señal empezó a poner el ojo en artistas mujeres y latinoamericanos? Entrevista publicada el 4 de octubre de 2022.

Lo que empezó como una pequeña tira cómica que nació en las redes sociales, pronto ganó miles de seguidores y motivó el llamado de Cartoon Networks, el canal de televisión infantil. De esta manera, Fracachica, una chica alegre e inocente que siempre intenta responder con optimismo a los pequeños problemas cotidianos que se le presentan, dio el salto de las historias contadas en viñetas hacia el mundo de la animación. Su creadora, Ana Oly, dialogó con ANCCOM sobre las particularidades de este proyecto, la importancia de que haya producciones locales y los cambios que hay en la industria de los dibujos animados en materia de género.

 

¿Qué es Fracasitos?

Por un lado, está Fracasitos como tira cómica y después Fracasitos como animación. Nació a fines de 2016 y se llama así porque busca reírse de las pequeñas desgracias de la vida cotidiana. Es una especie de ejercicio terapéutico; es como cuando uno dice «me río para no llorar», un recurso de supervivencia. Transformar una experiencia negativa en algo gracioso es como una necesidad para poder llevarlo de mejor manera.

¿Cómo surgió?

Fue un proyecto que no tenía una meta, no era un proyecto ambicioso. Era algo para divertirnos entre amigos y empezó a ganar seguidores en Instagram. De repente, había un público al que le interesaba y hubo también una cosa recíproca con los seguidores, y la sigue habiendo, que es que muchas veces me cuentan o mandan fotos de algo que les salió mal.

¿Cómo fue que te propusieron la creación del dibujo animado?

En 2019, me contactó una chica por Instagram y me preguntó si le podía pasar un mail porque trabajaba para Cartoon Network y les interesaba hacer algo conmigo. Estaban organizando una serie de ilustraciones con distintos artistas de Latinoamérica, en la que querían que cada uno diseñara un alíen de Ben 10 que representara su país. Todo con un tinte humorístico porque uno de los grandes pilares conceptuales del canal es el humor. Después me convocaron para una campaña del Día de la Mujer en donde les pidieron a diferentes autoras de Latinoamérica que eligieran algún personaje de Cartoon y lo dibujaran a su estilo. Para ese entonces estaban empezando a hacer producción local y dentro de ese marco también me convocaron a mí y me preguntaron si me interesaba hacer unos cortos animados porque veían que Fracasitos tenía un humor muy parecido al que hacen, que es un humor irreverente, ridículo.

¿El público de la tira cómica es el mismo que el de la serie?

Antes que empezara a trabajar con Cartoon estaba apuntado a un público más adulto porque todas las tiras estaban basadas en experiencias personales o de gente cercana. Yo tengo 34 años, entonces involucraba temáticas como tomar alcohol y fracasitos amorosos, pero cuando vi que se presentaba esta oportunidad de trabajar con Cartoon, sentí una responsabilidad y dije: “Bueno, voy a empezar a cuidar que el contenido sea ATP”. Entonces, buscamos temáticas con las que pudiera sentirse identificado un niño. O sea, que fuese algo universal, que también un adulto pudiera verlo porque un adulto puede tener los fracasitos de tener una mascota o ir a la playa y sentirse identificado con eso.

Hecho por latinoamericanos

Además de Fracasitos, Cartoon Network apostó en el último tiempo por otros proyectos creados por argentinos, como es el caso de Guau y Miau de Alexis Moyano, así como también de otros países de la región. Por ejemplo, Otra semana en Cartoon, del uruguayo Agustín Ferrando Trenchi; Villanos, del mexicano Alan Turiel; ¡Golpea duro, Hara!, del chileno Matías Latorre; Hermano de Jorel, del brasileño Juliano Enrico, entre otros.

¿Qué motivaciones pensás que hubo para que se empiece a apostar por dibujos animados locales?

Históricamente se importa de Estados Unidos, se hace el doblaje y chau. Ha sido así todo este tiempo y en los últimos años el canal tuvo esta iniciativa de hacer producciones locales. Más allá de que obviamente hay un montón de talento, de artistas, escritores y autores latinoamericanos, tenemos valores propios, nuestra propia cultura, un humor distinto. Entonces, se quería hacer algo con eso.

¿Qué es lo que caracteriza a los creadores locales?

Una vez, en una charla con Alexis, Agustín y Alan, decíamos que nos parece que en Latinoamérica estamos acostumbrados, muchas veces por falta de recursos, a hacer un poco de todo. En Estados Unidos por ahí está el «equipo de color», el «equipo de sonido», el «equipo de» que está buenísimo pero nosotros empezamos todos siendo artistas independientes y veníamos acostumbrados a decir: «El dibujo lo hago yo, el color lo hago yo, la música la hago como puedo». Es algo que nace en respuesta a una necesidad pero que después a la hora de producir en el canal es valiosísimo porque terminamos estando involucrados en todas las partes del proyecto. Eso hace que se mantenga mejor la esencia de lo que uno quiere hacer.

El doblaje de tu serie también tiene una esencia local…

Cuando hicimos las voces de Fracasitos, la consigna de Cartoon era que sea argentino, no querían que nadie hable neutro. Si estamos hablando de producción local, que sea re local.

Hecho por mujeres

Ana Oly no sólo marca un antes y un después en la industria de la animación, al ser una de las primeras personas de Latinoamérica en producir su propia serie infantil para una cadena internacional, sino también es de las pocas mujeres en lograrlo. A nivel mundial, los antecedentes más sobresalientes son el de Arlene Klasky (en 1991 creó Los Rugrats, en 1995 Santo Bugito, en 1998 Los Thornberrys y en 1999 Rocket Power), Sue Rose (en 1997 creó Pepper Ann), Emily Kapnek (en los 2000 creó Ginger), Rebecca Sugar (en 2013 creó Steven Universe) y Daron Nefcy (en 2015 creó Star vs. Las fuerzas del mal). En el plano regional, el caso más conocido es el de Bernardita Ojeda, quien creó varios dibujitos, siendo el más destacado Clarita (2004), la primera serie animada hecha para la televisión chilena.

¿Qué opinas de ser una de las primeras mujeres latinoamericanas que hizo una producción infantil para un canal internacional?

Esto es otra cosa que Cartoon buscó de manera intencional, porque era muy evidente que históricamente la mayoría de los creadores de dibujitos animados han sido hombres. Eso está cambiando porque hay una intención de que cambie, no fue algo que se fue dando de manera natural. Hay un interés de querer involucrar mujeres acá también y tener otras perspectivas. Vuelvo a lo de la cultura latinoamericana versus la cultura de Estados Unidos: tenemos distintas historias para contar, tenemos distintas ideas, distintas experiencias, son distintas voces y yo creo que a mayor diversidad, mejor. Es más, se buscó que la mayoría del equipo de Fracasitos estuviera conformado por mujeres.

¿Qué reflexión hacés sobre estos cambios en la industria de la animación?

Espero que esto algún día se dé de manera natural y no haya que estar diciendo: «A ver, ¿cuántas mujeres y varones tenemos?» Creo que se va a dar, pero ahora estamos en un momento de transición. Pasa lo mismo en el mundo de la música, en los festivales y en un montón de otros ámbitos.

¿Tenés referentes en la animación?

Cuando era chica, me encantaba dibujar y decía: «Yo, cuando sea grande, voy a hacer dibujitos animados» y mi referente era Hanna Barbera. Justo tenía una maestra que se llamaba Hanna, entonces pensaba que se trataba de una mujer y un día, más de grande, me enteré que eran dos señores que se llamaban William Hanna y Joseph Barbera. Recuerdo que me re desilusionó. Era mi heroína, mi modelo a seguir, y no existía. Igual me sirvió como referente imaginario, como que para mí una mujer podía hacer tranquilamente dibujitos animados.

¡Y pudiste!

A partir de que empecé a trabajar con Cartoon me planteé que me estoy convirtiendo en una referente para alguna niña que quiera hacer dibujitos el día de mañana. Está rebueno porque así como yo tuve a Hanna Barbera imaginaria, está buenísimo verse representado en algo. Hay gente que piensa que es una pavada y dicen: «¿Qué te importa si hay mujeres y varones?» Lo mismo pasa con las disidencias y con las distintas culturas: «¿Qué importa si aparecen o no en un cartel?» Es muy importante tener representación en algo porque entonces naturalizás que eso sí puede hacerse. Por ejemplo, si tenés todas imágenes de veterinarios varones y nunca viste una imagen de una veterinaria mujer, se naturaliza que es algo que solo hacen los hombres. Es una pavada lo que estoy diciendo pero hay mucha gente que no lo entiende.

¿Qué consejo le darías a aquellas personas que quieran incursionar en este rubro?

Muchas veces es más importante hacer las cosas que esperar a hacerlas perfecto. A mí me encanta apuntar a lo perfecto y que no hay que ser conformista, pero no permitamos que esa búsqueda termine anulando todo. A veces en esa búsqueda no hacés nada, entonces como no es perfecto no lo hacés y a veces la perfección, si es que existe, se alcanza de manera gradual y avanzando. Eso es algo que me gustaría transmitirle a cualquier estudiante o artista o aspirante a lo que sea. Menos para dibujo técnico, ahí si aplica.

 

La producción de la segunda temporada de Fracasitos está cerca de terminar, con lo que pronto todos podrán disfrutar de las nuevas y pequeñas situaciones que le toca vivir a Fracachica, y en diciembre Ana Oly publicará un libro en el que no solo recopila las tiras que hizo a lo largo de estos años, sino también incluirá otras nuevas que nunca se han visto. Todo de la mano de una mujer latinoamericana.

«Acá también pasan cosas buenas»

«Acá también pasan cosas buenas»

Percy Big Bang obtuvo el premio Discos Cardinales por su obra «Quid a Me» y cantará esta semana en la Usina del Arte. Cómo es y qué significa ser un artista villero. Entrevista publicada el 20 de septiembre de 2022.

Percy Big Bang (Mauro Ponce) es un artista de rap nacido y criado en la Villa 21-24. Con 19 años, lanzó su primer álbum conceptual en Youtube titulado QUID A ME, donde retrata en primera persona sus vivencias en el barrio durante la pandemia. El álbum ganó el concurso “Discos Cardinales» y este 25 de septiembre va a  presentarlo en la Usina del Arte. Sus palabras sincronizadas entre barras son un altavoz frente a la injusticia que atraviesan los sectores vulnerables.

Desde la esquina de Iriarte y Luna comenzamos una caminata a través de pasillos zigzagueantes hasta llegar al pasaje Lavardén, en el centro de la villa. Un mural con la imagen de su mejor amigo Nahuel indica que ya estamos en su casa. Mauro terminó la secundaria el año pasado. Vive junto a su madre, dos hermanas, una hermanastra con discapacidad y su padrastro. El apoyo de su familia, dice, fue fundamental para iniciar su camino como artista.

¿Cómo fue tu inicio en la música?

A los siete años empecé con poesías cortas, me gustaba escribir sobre lo que sentía. Dos años después me subí por primera vez a un escenario y me sentí muy cómodo. Mi hermana me hizo escuchar “La bella y la bestia” del rapero español Porta, me llamó mucho la atención como rapeaba, tenía mucha letra y siempre rescataba algo nuevo. Eso me motivó a escribir canciones y a los 14 años saqué mi primer tema. Me representa mucho el concepto de hermandad, unión y la idea de transmitir un mensaje que tiene el hip hop. Hay que aprovechar el arte como herramienta de transformación y creo que el rap es eso. Si sabes rapear, llamas la atención y si además decís algo con letra llegas más todavía.

 

¿ Hay espacios para la creación musical dentro del barrio?

Mis  primeros pasos fueron en Orilleres, ahí me motivaron a subir a los escenarios y a perder la vergüenza. Ese fue mi primer contacto con la música. Hacia el año 2016 vi un cartel en Casa Cambalache que decía taller de rap y ahí encontré pibes a los que les gustaba lo mismo. Empecé a compartir con gente que curtía la misma y formamos Villeros Criú. Hoy somos cinco integrantes junto con El Cáceres, BaccoLoco, BeatBlunt y Ezel. También conocimos a Danger Crew, que era otro taller oculto en el barrio. Nos unimos en el colectivo BajoMundo Family, una crew grande de artistas de Villa 21-24 y Zavaleta. Estamos todos pateando para la misma, siempre fuimos sapo de otro pozo en el barrio y con el tiempo terminamos formando una gran familia. 

¿Cómo es ser un artista villero?

Te lleva a ser la voz del barrio, a contar que acá pasan cosas buenas también. Desde afuera sólo te dicen que está lleno de delincuentes pero no es así. Somos una verdadera vecindad, nos ayudamos entre todos. Yo camino por Palermo y veo que los vecinos ni se conocen, acá nos conocemos todos. Hay movimientos culturales, artistas y gente que hace mucho por el barrio pero eso no es noticia. También implica demostrar que no es que vas a la villa y apenas entras te comés un tiro. Hay muchos pibes y pibas con ganas de buscar otros caminos. Busco que el arte sea una puerta a cosas nuevas, que cambie mentes. Que los guachos sepan que tienen el hombro de artistas que están en la misma y que todo es en grupo. La onda es siempre expandir horizontalmente y no subirse solo.

Mauro pasó rápidamente de tirar freestyle y organizar batallas con amigos en plazas a componer canciones con un fuerte contenido social. Las problemáticas que aborda en su álbum  tiene puntos de contacto con el artista boquense Trueno, quien ocupa un lugar destacado en el “mainstream” de la música urbana. Sus letras hablan sobre la desigualdad social, las injusticias y la violencia policial que viven los jóvenes de barrios vulnerables.

 En los últimos años ocurrieron casos significativos de gatillo fácil en el barrio como los casos de Cristian Toledo (25), Nahuel Acosta (18), el asesinato de Kevin (9) y del jugador de Barracas Central Lucas Gonzáles (17).

En poco tiempo su música traspasó, primero a través de redes sociales y luego en plataformas como Youtube y Spotify, las barreras del barrio. Tuvo presentaciones en el festival Ciudad Emergente, Centro Cultural Recoleta, Niceto Bar y en la Casa de la Cultura de Barracas. 

 ¿Qué experiencias te marcaron en lo personal?

En el 2019 la policía mató de un tiro a mi mejor amigo, Nahuel Acosta. Fue un caso de gatillo fácil. Veo que muchos pibes se acostumbran y eso no tiene que pasar, es algo fuera de lo normal que estamos normalizando. Esa secuencia me marcó mucho y me dió mucha fuerza para seguir adelante. Sé que desde arriba él está haciendo todo para que yo salga, saque canciones y se me den oportunidades. Por eso, junto a otro artista del barrio, El Big Punta de Zavaleta, hicimos “Anti giles”, trata sobre Kevin que era un pibito menor de edad que quedó en medio de un tiroteo entre transas, donde la policía dejó la zona liberada. Una bala pérdida lo mató y eso nos dio mucha bronca. El tema también está dedicado a todos los pibes del barrio víctimas del gatillo fácil.

  ¿Cómo ve la gente del barrio a las fuerzas de seguridad?

Hay muchas situaciones que se viven por culpa de la policía, por la represión o porque hacen abuso de poder. A veces agarran a un pibe que no tiene nada que ver, sólo por cómo está vestido o terminan cometiendo errores muy graves como con el pibe de Barracas Central. Es violento que se paren ahí en la esquina con un arma como diciendo acá estoy yo y tengo más poder que ustedes. A veces están ubicados en lugares donde no pasa nada y te rompen las pelotas por fumar un porro en la plaza. Eso genera bronca, por eso hacemos temas para que nos escuchen y decirles que está todo mal con los pibes.

 ¿Sentiste discriminación por ser un artista villero?

Te subestiman diciendo que sos un pibe de barrio y que vas a venir a cantar cumbia. Al final terminan escuchando sobre una realidad que ellos no ven ni escuchan y terminan sorprendidos. Al ser uno genuino e ir como villero siempre terminan bajando un cambio al escuchar nuestra música. Con LWLO, qué es artista y mi manager, hicimos el tema “Wacho pistola” que habla de la discriminación y de las etiquetas que te pone la gente. Cuando vamos como Villeros Criú te miran raro como diciendo qué harán estos. Mostramos la identidad de lo que somos, de cómo vivimos y sentimos. Ser villero en nuestra forma de vivir, nacimos acá y eso no nos hace ser más ni menos que nadie.

 ¿Cómo surgió la idea de hacer un álbum conceptual?

Cuándo empezó la pandemia me puse a escribir más intenso, pasaron los meses y armé todo el proyecto del disco. Ahí conocí a LWLO y juntos hicimos un tema mientras yo seguía trabajando en mi proyecto. Ella me ayudó a conseguir todo lo necesario para producir y grabar. Juntos creamos QUID A ME, un álbum de 16 canciones con todos los videos conectados entre sí. El concepto trata de lo que fue empezar de cero en la pandemia, de conocer el interior profundo de uno. El titulo es un juego de palabras que se refiere a cuidar lo que uno tiene, es la idea de un agujero negro en el pecho que absorbe todo lo que la gente y la vida te transmite. Así nació Percy, que es un apodo de pibe, todo eso que fui absorbiendo en mi pecho y que explotó en un Big Bang se convirtió en mi apellido artístico.

 

Una de las frases que más resuena en el álbum dice “si lo que quiero es comida, mantener a la familia, vivir de esta vida de una manera digna”, una declaración de principios del artista como portavoz del día a día de los sectores vulnerables. El debut musical de Percy Big Bang generó ruido en el ambiente de la música emergente y lo llevó a ganar el concurso “Discos Cardinales». Gracias a este premio, este domingo 25 de septiembre a las 18.30 hs va a estar presentando el álbum junto a su banda en la Usina del Arte, en Agustín R. Caffarena 1, La Boca. Será el primer artista de rap de la Villa 21-24 en presentarse en ese escenario.

La heredera

La heredera

Araceli Matus, la nieta de Mercedes Sosa, presentó su disco Matuséandose en el Centro Cultural Borges el día que su abuela hubiera cumplido 87 años. Además, la homenajeron bautizando al auditorio con el nombre de la cantante tucumana y presentando una muestra fotográfica que recorre su vida. Entrevista publicada el 11 de julio de 2022.

Curiosamente nacida un 9 de julio, el Centro Centro Cultural Borges celebró en la fecha patria el  87 aniversario del nacimiento de  Mercedes Sosa, con la inauguración oficial de la muestra fotográfica en torno a su figura, la designación de una sala con su nombre, y un concierto de su  nieta, Araceli Matus, en el Auditorio Astor Piazzolla. 

El C.C.Borges se encuentra en las porteñas Galerías Pacífico de la calle Viamonte 525, un espacio gestionado desde 1995 por la Fundación para las Artes, que  este año pasó a la órbita del Estado como uno de los polos culturales del Ministerio de Cultura de la Nación. La celebración del cumpleaños de la artista es una iniciativa conjunta del Ministerio de Cultura de la Nación y la Fundación Mercedes Sosa, impulsada por su nieta Araceli Matus, quien presentó su disco debut Matuseándose.

Araceli, nieta de Mercedes y del guitarrista y compositor Oscar Matus, creció rodeada de música. Empezó a los catorce años a tocar los teclados y a cantar coros en distintos grupos. A los diecisiete, en el Teatro Ópera de Buenos Aires, cantó en público por primera vez junto a su abuela. Además de su formación musical, es docente, musicoterapeuta y preside la Fundación Mercedes Sosa. En diálogo con ANCCOM, Araceli cuenta sobre su primer disco y, en especial, recuerda aquella relación con su abuela:

Matuseandose ya tiene una nominación a los Premios Gardel, ¿qué significa para vos “Matusearse”?

Matusearse lo usábamos mucho con mi abuelo, como algo bueno. De la misma manera que se usa caetanear. Yo tardé mucho en realizar esta idea que tenía del disco. Matusearme tiene que ver con lo que soy: yo soy Matus. Está muy relacionado a mi identidad, como el disco de mi abuelo Matuseando de 1967. También como una manera de diferenciarme de mi abuela, que es lo que más amo, pero tenía esa necesidad.

Para los que no te conocen ¿qué tipo de música dirías que se van a encontrar en el disco?

Siempre toqué en bandas desde la adolescencia, pero en los últimos años me dediqué más al canto. En realidad, canto desde siempre, pero empecé a poner el foco en el canto en las producciones musicales. El disco tiene que ver con eso, el foco en la voz, con canciones en castellano y en portugués. Hay dos canciones con música compuesta por mí y la letra es de Junior Carrizo, que es un músico de Brasil que vivió muchos años en Argentina.

¿Cuál dirías que es la influencia más fuerte de esa abuela como abuela y como artista, si es que se pueden separar?

La extraño como mi abuela, es mi familia. Lo que más me cuesta es esa figura, la pública, donde desde la Fundación, en la que estoy como responsable, trabajamos para preservar esa figura, su legado. Yo pasaba mucho tiempo con ella y me influenció como mujer, como música, como persona. 

¿Cómo es mantener vivo ese legado?

Es un peso inmenso. Mi papá que estaba como responsable de la fundación Mercedes Sosa, se enfermó y se murió a los tres meses. La fundación cumplió 10 años el año pasado. Yo estoy buscando la forma de llevarla adelante a mi manera y también poder cumplir con la función de la fundación que es el cuidado y la difusión del legado musical y artístico de mi abuela y de la cultura latinoamericana, porque somos latinoamericanistas. Uno de los objetivos, por ejemplo, es llegar a otras generaciones, que puedan escucharla, saber quién fue. En este sentido, estoy contenta porque en Argentina, sobre todo en Buenos Aires, hay tres jardines de infantes, creo que tres primarias, cuatro secundarias y escuelas de música gratuitas que llevan su nombre. Tiene que ver con el trabajo que hacen las comunidades, y como Fundación nosotros estamos trabajando para apoyar y facilitar, compartir fotos e información. 

El inicio de la celebración estuvo a cargo del periodista Gustavo Sylvestre quien brindó un emotivo discurso sobre su relación con Mercedes Sosa. Recordó la primera vez que la escuchó cantar y anécdotas como una cena en su casa, donde la cantante tucumana emocionó hasta las lágrimas al el expresidente Raúl Alfonsín, en 2007, y su relación con Araceli. Luego se proyectó un video breve por el aniversario, con saludos que incluían a su nieto, al cantautor Victor Heredia y múltiples fotos familiares. 

El momento del show musical comenzó con un repertorio variado que incluyó folclore, pero sobre todo ritmos rioplatentes, jazz y bossa nova. La formación músicos que acompañó a Araceli, con guitarra, bajo, batería, percusión y saxo barítono brillaron sobre el escenario. 

Sobre el final, Araceli mencionó el proyecto propuesto para crear el «Día de la cantora nacional», por la fecha en que su abuela se subió al escenario por primera vez de la mano de José Cafrune. Hay un día del cantor pero falta el de la cantora, explicó.

En relación a la muestra fotográfica, titulada Mercedes por Pupeto Mastropasqua, de Juan “Pupeto” Mastropasqua, reúne más de 50 fotografías que el artista le tomó a Mercedes como reportero gráfico en distintos recitales. Se pueden ver imágenes del tamaño del alto de la sala, en blanco y negro, y en las paredes retratos de distintos formatos que revelan a Mercedes sobre el escenario, con el bombo y también abajo, con la París del exilio de fondo. Además, se exhiben dos ponchos célebres, el bombo de la cantante y algunas cartas intercambiadas con artistas como Ernesto Sábato y Charly García.  

Asimismo, el auditorio del tercer piso quedó bautizado con el nombre de Mercedes Sosa, que pasará a ser programado por la Fundación Mercedes Sosa con el fin del cuidado y difusión de los valores de la canción popular.

La figura de Mercedes Sosa y su trabajo abrió camino de distintas maneras y como artistas de diferentes generaciones, es un ejemplo de, como decía ella “vivir la vida en voz alta”. Araceli Matus, es una nueva voz que se asoma con un legado que cuidar y un nuevo espacio como una oportunidad para la difusión y el trabajo, para contribuir en cierta forma en sembrar memoria y construir lo nuevo.

Del paco a la literatura

Del paco a la literatura

Ariel González es un poeta popular que, a través de sus rimas y narraciones, retrata la vida de los vecinos y vecinas de la Villa Itatí, de Quilmes. Logró dejar atrás consumos problemáticos, pero nunca se olvida de los que no pudieron hacerlo. Escribió dos libros que se difunden en las escuelas del distrito y recibió el reconocimiento de las autoridades municipales. Su nuevo proyecto se llama Villa Filosofía, que muestra los trabajos de diferentes artistas de las barriadas humides.

La historia de Ariel González transcurre por muchos caminos comunes que atraviesan a los habitantes de las barriadas humildes de nuestro país, en el contexto de una Argentina con pobreza e indigencia que casi alcanzan a la mitad de la población. Pero también se evidencia en él una excepción a la regla que lo hace un personaje distinto: su extrema lucidez para transmitir lo que es la cotidianeidad en Villa Itatí. El relato de este artista “villero” (como él mismo se define) incluye carencias y durísimas experiencias de vida tanto para él como para su entorno, pero también un afán de superación y solidaridad colectiva que irradian potencia e inconformismo con la realidad que atraviesa el barrio. Su arte combina todos estos factores.  

Concertar la entrevista con “Ari” en la casa de su abuela en el triángulo de Bernal (lugar conocido por tener un santuario del Gauchito Gil) fue cuestión de segundos: “Estoy haciendo laburos de albañilería por mi cuenta en el barrio y me vendría bien, así también zafo porque me duele mucho la espalda, ja”. Su pequeño cuerpo —no supera 1,65 metros de estatura— debe lidiar con horas de esfuerzo y malas posturas, en jornadas interminables de revoques y apuntalamientos de paredes.  

Una cara casi adolescente oculta sus 35 años y es aún más increíble cuando cuenta que tiene cinco hijos, (el más chico de 3 y el más grande tiene 12). Su mamá, pilar fundamental para la recuperación de Ariel, es jubilada y optó ser portera de escuela aunque tenía título como profesora de Contabilidad. Ahora trabaja de costurera de cartucheras en su casa en Itatí. Ese fue el trabajo que le legó la abuela de Ariel que ya no podía tomar más esas tareas. “Es una esclavitud”, expresaba con una mueca irónica. “Ari” es el hermano del medio en su familia. Los trabajos de sus otros cuatro hermanos incluyen desde la repartición de pan, la albañilería y las labores para cooperativas populares, hasta la costurería que realiza su hermana junto a su madre.  

Pasó por tres colegios y llegó hasta tercer grado: “Iba a la escuela porque veía que mis amigos iban y ahí te daban de comer”, contó. Señaló que no le interesa terminar los estudios porque aprender “solo te da un conocimiento que después no usas para nada”. 

Como contraparte, afirmó que aprendió más “viviendo y sufriendo” con lo que le deparaba “la calle”. “No estoy ni en pedo en contra del estudio, pero tengo problemas con la concentración. Se me parte la cabeza”, se sinceró. Ariel destacó que quiso terminar la escuela, yendo a un colegio de Villa Azul, barrió vecino de Itatí, pero cuando volvía a su casa esos dolores lo aquejaban. Apunta que la causa de este problema se relaciona con su consumo de paco por doce años. Seducido por su mensaje de paz, se volvió fanático de Bob Marley y adora a Charly García. También se considera profundamente creyente, aunque cuando algún vecino le achaca que no asiste a misa, siempre recalca que habla con Dios “todos los días”.

La lucha contra el paco en primera persona (y también en tercera)

Fue en ese periodo de adicción —entre los 15 y los 24 años— que comenzaron a fluir sus primeras rimas y reflexiones, que su madre transcribía en la computadora: “Yo no sabía escribir”, recordó. En todo momento, Ariel reafirmó que su inspiración surgía “del sufrimiento”. Señaló que lo tenía “muy mal” saber que no podía dejar de consumir. Sus recaídas eran recurrentes. 

El arte de Ariel reflejaba eso que le pasaba a él pero que se replicaba en decenas de pibes y pibas del barrio. De una vez que pagó casi el doble de lo que valía una dosis de paco salió una de sus primeras poesías, que le “hablaba a la abstinencia”: “Para comprarla no ponemos pretextos ni peros, cuando la esperamos nos tiramos pedos. Queremos dejarla pero no podemos, cada vez que nos acordamos, el culo retorcemos”. Y recordaba, irónicamente y entre risas, que no se quejaba de ese aumento “repentino” de precio pero sí lo hacia con la yerba que compraba todos los días para el mate.  

Destacó que su recuperación tuvo avances significativos cuando, en el medio de la villa, se paró frente a unos pibes que consumían y se mantuvo inmutable. Afirmó que aún vive en el infierno, pero que ya no lo “quema”. Sin embargo, ve que muchos a su alrededor hoy “se siguen quemando”. Gente “dopada”, “en cana”, o en centros de rehabilitación que, para Ariel, nunca generan buenos resultados, eran los destinos “inevitables” para los pibes y pibas que caían en la adicción.  

Ariel obtuvo el reconocimiento de amigos y vecinos del barrio cuando les mostraba esos primeros trabajos artísticos, e incluso se convirtió en una “referencia” para mucha gente de la villa, que lo buscaba para contarle sobre sus adicciones. Se convertía en su última “carta” a quien recurrir antes de ir a comprar paco. Su respuesta era siempre la misma: “Armaba una chimenea, comprábamos un pedazo de carne, pasábamos tiempo juntos e intentaba mostrar que la plata se puede gastar en otras cosas que no fueran la droga. A mí me ayuda ayudar a esos pibes”. 

Esas ganas de cambiar la situación del barrio generaron una primera semilla en él. Durante su proceso de mejoría, se produjeron los primeros encuentros de Ariel con el padre Ángel Tisot, un cura del barrio que luego fue a vivir al sur patagónico, al que le llevó sus fotocopias de los primeros escritos. Fue así como Tisot conoció en detalle el desolador paisaje de los pasillos de Itatí: pibes y pibas deambulando por las calles, sin rumbo alguno, haciendo trabajos precarios e incluso robando para conseguir nuevas dosis de pasta base, siempre bajo el acecho de las bandas que aun venden su “mercadería” en el barrio.  

Ariel le propuso al padre que transformaran la huerta que había en la iglesia ubicada en el corazón de la villa en un centro de “contención” para los pibes que sufrían de dependencia al paco. Ariel destacó que cada vez se hacía más numeroso el espacio y que conseguían comida a partir de las changas que hacían en los negocios del barrio: “No hacía falta la ayuda del Estado”. Esta reticencia de Ariel a la intervención estatal se basa en lo que para él son tratamientos poco eficaces para erradicar las adicciones en el barrio. Cuando Ariel y el padre Tisot se fueron quedó armada la estructura de lo que hoy se llama “Hogar de Cristo”, apadrinado por el Papa Francisco. Ariel contó que a veces vuelve al lugar y que cuando lo reconocen se queda jugando a la pelota con los pibes y pibas que hoy están allí: “Faltas vos”, le decían.    

A pesar de este escenario un poco más auspicioso para la realidad del barrio, Ariel no dio rodeos y fue “al hueso” cuando se le consultó sobre los grupos narcos que hacen base en el en la zona: “La situación ahora es terrible. Está volviendo la ola. Todo lo que yo escribí en mis libros que pasaba antes, pueden ser relatos de ahora”. Cargó contra los gobiernos de turno y aseguró que “todos los ‘peces gordos’ volvieron”.  Reclamó con urgencia que haya mayor intervención para erradicar el problema del consumo de paco en Itatí: “Prefiero hasta vivir sin luz, pero que mis hijos estén lo más lejos posible de las drogas”. A este “coctel”, Ariel añadió el clima de violencia e intolerancia que hay entre los propios vecinos, con peleas cotidianas tanto dentro de cada casa como fuera.

Creaciones en el medio del caos

Ariel publicó su primer libro en 2012 y fue en 2021 cuando salió su segundo trabajo literario, Yo soy Ariel. Su primer verso en esa publicación grafica a fondo el drama cotidiano de lidiar con la marginalidad y la oferta de droga a cada hora: “Con cien kilos de vidrio compras un kilo de pan/ Los precios para los pobres vuelan como Súperman/ Las tripas de mi panza viven a las trompadas, pero la esperanza nunca se me acaba”. 

A pesar de que hace unos meses este segundo libro fue declarado de interés municipal, expresó que tiene que regalar los libros que escribió y editó cuando brinda charlas en las escuelas (lo hace desde 2016) porque la ayuda económica del gobierno no llega. “Es más importante un pedazo de asfalto, que lo ponen, lo vuelven a romper, que la juventud, que es a la que tenemos que cuidar para el futuro porque es la que se mueve, la que piensa. Nosotros no vamos a estar más pero los chicos que están ahora son los que se van a quedar con todo esto que les dejamos. Si la nuestra es una generación de mierda, va a ir todo para atrás”.

Hoy se enfoca en su nuevo proyecto, Villa Filosofía. Este canal de videos de YouTube se convirtió en su carta de presentación para que la gente que no es de la villa conozca todo lo que se produce allí. Recalcó que solo conociendo los problemas que se narran desde la propia villa, se podrán generar las soluciones necesarias para superarlas y, según Ariel, “despertar la conciencia”.

Consultado sobre un futuro nuevo trabajo literario, este artista popular fue categórico: “Si alguien quiere tener mi tercer libro, que me escuche porque no lo escribí. Lo tengo en palabras”.

 

Una de terror

Una de terror

Hasta el domingo 27 se realiza en CABA el festival de cine Buenos Aires Rojo Sangre en el Centro Cultural San Martín, las salas Multiplex de Belgrano y, de manea online, en la plataforma Vivamos Cultura.

El Buenos Aires Rojo Sangre (BARS) nació en el 2000 con la motivación de crear un espacio donde difundir el cine de terror argentino. Gabriel Schipani, uno de los creadores del festival explicó, en diálogo con ANCCOM, el origen de este ritual que año tras año reúne a los fanáticos de miedo. Contó que a fines de los 90, descubrió que hacía años no se estrenaban películas nacionales de este género y que, al buscar apoyo del Instituto Nacional de Cine, la respuesta era que el terror no era nuestro. Investigando conoció distintos realizadores independientes que habían hecho películas de bajo presupuesto, pero que solo eran vistas por la familia y los amigos. A partir de allí, junto con un grupo de personas vinculadas al cine y amantes del terror, decidieron hacer una primera presentación donde proyectaron algunas de estas películas y cortos independientes. La primera vez que se presentaron fue en la Facultad de Filosofía y Letras, durante un solo día. Con el tiempo pasaron a hacer proyecciones en el Centro Cultural San Martín, y junto con el crecimiento del festival, comenzó a crecer el género en el país.

Hoy el festival cuenta para su realización con el cine Multiplex de Belgrano. También con el Centro Cultural San Martín, y este año además agregaron proyecciones virtuales a través de la plataforma Vivamos Cultura.

Después de varios años de trabajar organizando el festival, el INCAA comenzó a brindar créditos y subsidios para el cine de terror, reconociéndolo como un género que estaba creciendo. Además de la difusión de estas películas, el festival permite que el público participe desde otros lugares: puntuando las proyecciones, habilitando charlar con los realizadores de cada una. También cuenta con un concurso de cortometrajes que se realiza durante el festival (Fin de semana sangriento) y, por último, con un jurado para elegir los mejores largometrajes y premiarlos el último día.

Al comienzo, sin la existencia de las redes sociales y con poco presupuesto detrás, podían  colocar algunos afiches en la calle, pero también debían transmitir de boca en boca la existencia de este espacio. Actualmente con el crecimiento de la comunicación virtual, se logró masificar la difusión, haciendo que también crezca el público, lo que también ayudó a que cada año puedan estrenarse más películas de este género a nivel comercial.

Ellos son

Las personas que se acercan habitualmente al BARS son en su mayoría fans del cine de terror y de la cultura pop de los ochenta y noventa. Se puede ver gente con remeras haciendo alusión a alguna serie o película reconocidas del género. Pero sobre todo lo que se puede observar es un micromundo que empieza y termina en las puertas del cine Multiplex. Gracias a las redes sociales, se generaron comunidades de fans de este tipo de películas que intercambian ideas y conocimientos alrededor de ellas.

YouTube es uno de los espacios donde muchas personas comparten sus miradas sobre distintas películas. Una de ellas es Carla, la cabeza detrás del canal Pedacitos de terror (@pedacitosdeterror). En diálogo con ANCCOM confesó que su gusto por el cine de terror comenzó a los 10 años cuando vio por primera vez Viernes 13 parte VII. Lo que disfruta del cine de terror es la sensación de miedo, la adrenalina de no poder ver una película sola. Sin embargo, también asumió que de alguna forma sufre el haber perdido un poco ese miedo, pero que igualmente el cine la hace feliz desde otro lugar. Su canal de YouTube cumplió, el sábado 19 de noviembre, tres años desde su primer video. A través de ese medio, generó una comunidad de “pedacitos”, como se dicen entre ellos, que comparten este mismo amor por el género. Con respecto al BARS, contó que antes de la pandemia no solía venir, porque no tenía quien la acompañe y no le gustaba ir sola al cine. Durante la pandemia, el festival transmitió todas las películas desde la web y ella aprovechó la oportunidad para poder verlo todo. Recién cuando se volvió a la presencialidad, se animó a ir por su cuenta, y en este espacio, encontró una gran comunidad. En el BARS, para Carla, las películas toman otra dimensión. Es un público especial que ama este tipo de cine. “El que está al lado tuyo, está en la misma que vos”, concluyó.

Facundo es uno de los espectadores más fieles del festival. Contó a ANCCOM que el cine de terror es parte de su vida desde muy chico. Su memoria lo lleva a cuando tenía, al menos, 5 años. La primera película que vio fue It de 1990, basada en la novela de Stephen King. La incomodidad, la sensación de estar todo tiempo expectante es lo que más le gusta del género. También aclaró que existen distintos subgéneros que provocan otras sensaciones: comedias, dramas (actualmente llamado terror elevado), psicológico, entre otros. Facundo hace unos 10 años que asiste al festival. Con respecto a la comunidad, explicó que a través de las redes sociales fue conociendo amigos con los que suelen ir juntos a ver este tipo de películas. Según los films que se proyectan en el BARS, puede ir con ellos o muchas veces solo. Para él, el festival arrastra el género que ya existía desde los 80. Es un “nicho” que siempre existió pero gracias a internet se masificó. Y coincidió con Gabriel en que la aparición del festival también empujó al género nacional. Porque aunque existían estas películas, no eran tan conocidas. Recordó que la película Aterrados de 2017, fue presentada en este festival y terminó formando parte del catálogo de Netflix y luego de Cine.ar.

Existimos

El género de terror siempre se asoció a las películas estadounidenses. Pero el Festival Buenos Aires Rojo Sangre, permitió demostrar que en nuestro país hay un cine independiente que explota a todo pulmón este tipo de largometrajes. La existencia de estos espacios permite enriquecer la cultura audiovisual de la Argentina, logrando llegar mucho más lejos. Las comunidades generadas alrededor de estas producciones crecen gracias a la difusión de sus fanáticos. Es importante hacerlas visibles para que crezca también el cine nacional.

La última banda de ruta

La última banda de ruta

La Renga tocó en Rosario y miles de personas viajaron a escucharla. Política y mística en una banda que pasó las tres décadas de vida.

El dólar está a $6,49 y Argentina todavía no le debe 45 millones de dólares al FMI. Es 10 de diciembre de 2013 y en el escenario montado delante de la Casa Rosada para festejar 30 años de democracia ininterrumpida suena La Renga. 

“Estamos muy contentos de estar acá, de que nos hayan invitado a participar del festejo de la democracia, los 30 años. Un honor para nosotros.”  

Ocho años después, el 5 de septiembre de 2021 Javier Milei ya tiene entidad pública en la escena política y mediática. En el acto de cierre de campaña en Parque Lezama de cara a las PASO legislativas, el entonces candidato a diputado sube al escenario con “Panic Show” y empieza: “Hola a todos, yo soy el león. Rugió la bestia en medio de la avenida. Corrió la casta, sin entender. Panic show a plena luz del día. Por favor, no huyan de mí, yo soy un rey de un mundo perdido.” 

Y La Renga, que en general no usa las redes más que para comunicar sus shows, le respondió por Twitter: “Entre nosotros existen lazos y sentimientos, no queremos tener un disfrazado de amigo hablando de la libertad.”

***

Es 19 de noviembre de 2022 y un micro más sale de alguna parte del país rumbo a Rosario para el banquete, toca La Renga. La última banda que sigue produciendo cartografía, que se nutre de la ruta y la rueda.

Rosario es la sede porque Tecnopolis quedó vetado para La Renga. Después de una invitación de las autoridades del predio, La Renga tenía programadas dos presentaciones: 20 y 27 de agosto. El municipio de Vicente Lopez, donde se ubica Tecnopolis, no accedió a otorgar el permiso correspondiente y los shows fueron cancelados antes de que comience la venta de entradas. 

La Renga debió moverse a Rosario. 24 de septiembre fue la fecha establecida. La cancelación esta vez fue porque La Playa de la Música, ubicada en el Camping del Sindicato de Trabajadores Municipales de Rosario, no estaba preparada para la cantidad de gente que se esperaba. En el medio, la banda tocó en Baradero y Montevideo.

 Ahora sí es 19 de noviembre y La Renga toca en el estadio   Marcelo Bielsa de Newell’s para más de 50.000 personas.

Pareciera que el dresscode es una remera de La Renga, un piluso y mínimo un tatuaje de la banda. Pero no hay dresscode. Es una fiesta popular. 

Son las 15:30 en el Parque de la Independencia y ya hay mucha gente. Pegado al cordón del lado de la calle, una fila de puestos de comida empieza a copar el boulevard Oroño. Enfrente pilusos, remeras y banderas sobre mantas. En el medio, la gente y las birras a 500 pesos la lata. Refrigeradas en cajas de telgopor con sello de portadoras de vacunas, como el último vestigio de un pasado a olvidar. 

Ya son las 19 horas, el boulevard está colmado. Una ola de gente cuyos límites están marcados por micros estacionados donde se pudo sobre el Parque de la Independencia. Me arriesgo: 400 micros. Me quedé corto. 

 Cada vez se escucha más fuerte la que nos sabemos todos y todas: 

 Vamos La Renga, con huevo vaya al frente

que te lo pide toda la gente

Una bandera que diga Che Guevara, un par de rocanroles y un porro para fumar

 matar un rati para vengar a Walter

que en toda la argentina

comienza el carnaval

 Entonces: micros, remera y piluso puesto, tatuaje, choris, birras, venta de remeras y pilusos para los y las desprevenidas, banderas, una estrofa pegadiza y un motivo aglutinante.

 Fiesta popular.

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22:00 horas. La Renga sale a la cancha. Literal. El campo es el campo de juego del leproso. También literal, no hay separación entre la gente y el pasto del Marcelo Bielsa. Una alfombra con respecto a Baradero. La última vez que La Renga tocó en Argentina, lo hizo en el Balneario Municipal de Baradero, que era de tierra y el público de La Renga en Rosario lo recuerda porque estuvo ahí. 

El viaje es una victoria que se muestra en banderas. Sin repetir y sin soplar: Quilmes, Venado, Varela, Chaco, Formosa, Neuquen, Bariloche, La Rioja. Faltan algunos. Una bandera que diga Che Guevara, tu localidad y algún elemento de la banda. Otra bandera solo dice Tierra, Techo, Trabajo. 

La Renga toca como si fuese su debut. En 2019 cumplieron 30 años. 

“Chicas, chicos ahora vamos a tocar una viejita, espero que se la acuerden”

Claro. Nos acordamos: ¿Adónde vas, qué buscás en el frío de la noche? En tu andar, veo mi andar, y somos los mismos de siempre. 

Somos los mismos de siempre es la primera canción del primer álbum de La Renga: 1991.

Después de dos horas de fuego producto no de la quema de humedales, sino del calor, la humedad que cada un par de temas se hace lluvia, las 50.000 personas y la banda explotando cada momento de podo, Chizzo, el cantante, y la banda dejan el escenario. Se apagan las luces.

Pasaron diez minutos. Se prenden las luces. 

“Mañana es el Día de la Soberanía. Tenemos un río bellísimo, el Río Paraná y lo tenemos que cuidar para que podamos seguir hablando de la libertad”

Hablando de la libertad es el tema con el que cierra el show La Renga.