Culturas sin barreras

Culturas sin barreras

“En el límite de lo visible” es la consigna del 14° Festival de Cine Migrante que se desarrolla esta semana en Buenos Aires. Un encuentro audiovisual donde se borran las fronteras y se instaura la conversación y el pensamiento colectivo.

Cine Migrante nació en el 2010, en un contexto donde se buscaba extender la Ley Migratoria en Argentina, algo que implicaba un gran desafío cultural. Este festival acompañó ese proceso de ampliación de derechos de las distintas comunidades migrantes para alcanzar un espacio territorial habitable de manera equitativa.

El festival se lleva a cabo en el Centro Cultural Kirchner, en el Centro Cultural San Martín y en el Cine Gaumont. Está compuesto por más de veinte películas que se exhiben por primera vez en Argentina.

Año a año, el festival construye una curaduría que permite profundizar visibilizar problemáticas que están sucediendo. Las dos curadurías de este año son Indicios de Parcelas Habitables y Materiales Fantasmas que buscan mostrar un lugar posible por donde transitar, nuevas maneras de vincularse con nuevos territorios.

En años anteriores la propuesta fue más grande, con más sedes y más películas: «Más que ampliar se profundiza: ahora es más chico pero con curadurías más pensadas, trabajo más profundo en todo lo que es la estructura de los contenidos. Menos es más. De esta manera podemos llevar discusiones a la mesa que antes no estaban», cuenta Juana Sánchez, integrante del equipo de producción general y asistencia de dirección.

Sofía Bensadon, antropóloga, realizadora audiovisual y fotógrafa, reflexiona en diálogo con ANCCOM: «La importancia de este festival es, por un lado, la posibilidad de mostrar cortometrajes argentinos en esta ciudad, donde no es tan fácil exhibir. Por otro lado, abre la posibilidad de cruces de temáticas que se arman y generan debate. El festival comparte toda una línea de pensamiento que no pasa solo por una exhibición de películas sino que son conversaciones que se abren a partir de lo que vemos».

Durante el evento habrá una competencia de cortometrajes y Bensadon participará con su corto Gambote, historia de Rosa e Irineo, una pareja de ladrilleros de La Paz, Bolivia.

En este festival, el cuestionamiento está presente y se hace visible en el habitar del mundo, de qué forma lo hacemos, quién puede y quien no puede moverse. También las formas en las que se realiza cine, quién tiene la cámara, quién tiene el poder de grabar al otro. O cuestionarse las formas en las que mostramos al otro, cómo el otro quiere ser representado: son parte de los puntos de encuentro de esta semana.

«Esta es la invasión migratoria. Sé que cuesta, pero la idea es trascender las fronteras. Cine Migrante intenta dar cuenta de que hay indicios posibles, lugares pequeños, casas comunes que son pequeñas parcelas posibles del habitar colectivamente, y la cinematografía que trae a esta edición es, principalmente, realizada por jóvenes, esos jóvenes que ahora en este país nos dan miedo porque parecería que están promoviendo una manera no colectiva, no común de vivir. En ese sentido si hay algo a lo que este festival apuesta es a entender una manera posible de habitar este mundo, una manera posible de encuentro con todas las existencias que nos rodean», dice Florencia Mazzadri, directora del festival, en la apertura.

Con respecto a En el límite de lo visible, Mazzadi comparte: «Tiene que ver con poder dar cuenta en lo liminal, pensar un cine que muestra menos, que enuncia menos, que esconde más aquellos conocimientos ancestrales y que en ese gesto de esconder guarda y conserva una posibilidad de vida».

Cine Migrante pone en el ambiente privado el debate de lo público, todo esto a través de proyecciones, conferencias, charlas y performances de lecturas colectivas hasta el 30 de septiembre.

En el nombre del padre, del hijo, y del rock

En el nombre del padre, del hijo, y del rock

Dirigida por Guillermo Rocamora, se estrena en el país Temas propios, una comedia que enfoca en las relaciones entre padres e hijos, las crisis vocacionales y el paisaje de las bandas independientes. “Me considero un contador de historias”, dice el director de esta película, representante por Uruguay en la preselección de los Oscar.

“A mí me interesaba crear una comedia que te haga reír pero en donde los problemas que los personajes atravesaran fueran profundos”, comenta el director uruguayo Guillermo Rocamora. Este jueves 14 de septiembre se estrena en los cines de Argentina Temas Propios, una coproducción argentino- uruguaya que cuenta con el apoyo del INCAA y que está preseleccionada para los premios Oscar como mejor película internacional.

“Me vino el recuerdo de que mi hermano invitó a mi papá a tocar a una banda de rock cuando mis padres se separaron –dice Rocamora, en diálogo con ANCCOM–. Y también quería tratar el tema de las crisis vocacionales que yo viví en mi juventud”.

La película trata de un joven de 18 años, Manuel, apasionado por la música en plena crisis de vocación, y un padre inmaduro en una crisis de los cuarenta. En medio de una tormenta familiar, tras la separación de los padres, y con el hijo más chico a punto de ser echado del colegio, a Manuel y el padre no se les ocurre mejor idea que formar una banda de rock. Temas Propios cuenta el difícil camino de convertirse en adulto, el vínculo entre padres e hijos y el mundo de las bandas independientes.

Protagonizada por Diego Cremonesi, Franco Rizzaro y Ángela Torres, en esta comedia de 91 minutos se intenta mostrar todas las facetas de cada uno de los personajes, principalmente de los padres, para que así el espectador pueda empatizar con sus problemas y ver la transformación de cada uno de ellos.

Fue por el año 2008 cuando surgió la idea de Temas Propios, un recuerdo y una historia familiar que diez años después finaliza en un guion literario. La voz del director a través de la cámara revive ciertos momentos personales, pero a la vez logra transmitir y tocar esos problemas que un montón de gente vive y vivió a lo largo de su vida. “La música es un lugar donde me siento cómodo para representar estas situaciones de crisis vocacionales o de identidad que quiero contar”, dice Rocamora          .

En este proyecto incorporó a su equipo de trabajo a Juan Campodonico y Martín Rivero, quienes se encargaron de la supervisión musical. “Ellos fueron cruciales para la construcción de los personajes y los ambientes musicales en los cuales se iban a involucrar. Había que crear un ambiente musical convincente para la banda del hijo, que coincidiera con el tipo de música que el padre tocaba en su juventud”, afirma el cineasta. La música juega un rol clave en la película, no solo por la banda sonora, sino también por las canciones que los personajes iban a interpretar en sus bandas. “Ahora estamos sacando videoclips de las canciones tomadas de distintos artistas uruguayos, pero versionadas a la película”, apunta el director.

Sin embargo, uno de los trabajos más arduos fue el casting y la selección de actores y actrices, ya que en ciertos personajes resultaba indispensable que supieran cantar y tocar algún instrumento. “Diego Cremonesi fue una de las excepciones, tomó clases de canto, guitarra y bajo para quedarse con el papel del padre. La idea era mostrar que estaban naturalizados con los instrumentos, como si los hubieran tocado de toda la vida”, cuenta Rocamora.

Por estos aspectos, y así como la dirección de fotografía a cargo del argentino Julián Apezteguía, que trabajó en películas como El Ángel y El Clan, este largometraje fue preseleccionado para representar a Uruguay en los premios de la Academia hollywoodense de los Oscar. “Lo tomé con alegría sobre todo porque quienes eligen eso son mis colegas, los productores, realizadores, los críticos, los trabajadores del mundo del cine. Es un orgullo muy grande que esa gente te elija para eso”, dice el director.

El cine latinoamericano nuevamente se hace presente en las premiaciones estadounidenses, más allá de los graves problemas económicos que atraviesan en estos últimos años Argentina y Uruguay. Rocamora señala: “Se ha complicado mucho en el último tiempo la financiación de películas, históricamente en nuestros países era algo más accesible, y ahora cada vez se complica más. Y eso atenta contra la diversidad, y solo llegan directores que ya tienen carrera o las grandes producciones”.

El director remarca la importancia de la existencia del INCAA, que apoyó en la financiación de esta cinta, y que se mantengan las políticas públicas orientadas al cine ante un eventual cambio de gobierno. “La industria y el cine cultural son dos caras de la misma moneda, entonces yo creo que en vez de dividir hay que unir cada vez más. El INCAA es importante para el país, porque es como no tener un himno, una bandera o una moneda, ahora que se está discutiendo tanto en torno a ese tema; y es clave para desarrollar lo industrial y no perder la identidad”.

La película también cuenta con el apoyo económico de institutos, agencias y programas estatales de Uruguay. Estos organismos nacionales, en los países rioplatenses permiten una mayor diversidad de contenidos, calidad, y mayor igualdad de oportunidades.

En los últimos años, la industria del cine y las plataformas ha avanzado sobre la Argentina. “En el cine argentino siento que se están partiendo un poco las aguas entre las películas de autor y las de plataforma o de producción grande; igualmente no por eso pierde calidad, el cine argentino es impresionante y hay cada vez más realizadores. Pero a veces veo que a ciertas películas les interesa menos contar una historia, y vienen más enlatadas”, opina Rocamora.

“Yo no tenía claro que quería ser director de cine ni hice el recorrido clásico de los que estudian. Más que un cineasta me considero un contador de historias, me gusta contar chistes, cuentos, anécdotas. Y me di cuenta de que el cine me iba a ayudar a contarlas”. Un joven que en un principio quería ser periodista, que es licenciado en Ciencias de la Comunicación, y que luego comenzó su camino en el mundo del cine en el 2004, tras haber participado en la producción de Whisky.

En la actualidad, luego de ya finalizado este proyecto, el cineasta se encuentra trabajando con la adaptación de una novela de Mario Levrero, y en una nueva serie titulada AMIA, lo que implica todo un hito en el mundo del cine, ya que es la primera vez que un director uruguayo hace una serie para un país extranjero, en este caso con una productora israelí. Por lo que, Israel, Uruguay y Argentina se unen para trabajar sobre el atentado en la mutual judía en el año 1994, el cual ya tiene fecha de estreno para febrero de 2024.

Un lobizón suelto en la Biblioteca Nacional

Un lobizón suelto en la Biblioteca Nacional

En la sala Juan L. Ortiz se exhibe una muestra sobre relatos, leyendas y mitos de la cultura popular argentina. Desde La Luz Mala hasta el Alma Mula.

Cada sociedad en particular fue transmitiendo de generación en generación sus propios relatos y leyendas que sirvieron como respuesta a distintas dudas existenciales de su época y que a su vez influyeron a muchas de sus producciones culturales venideras.

Argentina también ha conformado su propia mitología. Relatos de pueblos originarios y otros provenientes de las grandes olas de inmigración han sido algunas de las fuentes de las que se ha ido conformando este acervo cultural. Bestiario Nacional es la muestra que habla sobre toda esa fauna imaginaria.

La Biblioteca Nacional Mariano Moreno seleccionó de su archivo diverso material relacionado con esta temática. Así, podemos encontrar piezas hemero-bibliográficas que se exhiben en conjunto con objetos, fotografías, música, material audiovisual y dibujos originales de  ilustradores y dibujantes de historietas como Leonardo Batic, Marcelo Basile, «Quique» Alcatena y Lautaro Fiszman, quienes acompañan dándole forma a esta mitología autóctona.

Además, la exposición cuenta con un juego de cartas llamado salamanqueros, que fue creado por la Biblioteca y sus colaboradores. Los visitantes pueden acercarse a leer las reglas y ver el mazo de 40 naipes ilustrados por Sémola Souto y el “Polaco” Scalerandi, que además contiene las ventajas y desventajas de los personajes en el juego, acompañado de algunas características particulares de la historia de cada uno.

Bestiario Nacional realiza un recorrido basado en cinco regiones del territorio argentino y sitúa geográficamente a algunos de los seres mitológicos más populares de cada lugar: el Runa Uturunco y el Ucumar en el Noroeste, la Luz Mala y el Chancho de Lata en la Pampa, las aves mágicas en Cuyo ,el Pombero, el Lobizón y el Yasí Yateré en el Litoral y los duendes de los bosques patagónicos, entre otros seres.

La exposición se inspira a partir de la digitalización de los documentos que pertenecían a la encuesta nacional de folklore que se realizó en 2021. En uno de sus apartados indagaba acerca de los distintos tipos de mitos, leyendas y creencias que existían a lo largo del país.

Fernanda Olivera, investigadora de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno y una de las curadoras de la muestra junto a Martina Kaplan y Mariano Buscaglia, señala: “Dentro de todas las características que preferimos priorizar, se encuentra la de hablar sobre estos sujetos o personajes ‘zoantropos’, es decir aquellos que son como una mezcla entre animales y humanos o lo que han sufrido una transmigración que terminan por convertirse en animales,  como el cacuy, este personaje cuyano que se convierte en un ave que existe y hoy puede oírse su canto por la zona

Bestiario Nacional se caracteriza por estar cargada de información sobre cada personaje. Olivera explica: “Intentamos que la muestra cuente con un carácter similar a las enciclopedias de los años 80, donde aparecían divididos por especies distintos grupos de animales junto a sus imágenes , clasificados con una rigurosidad científica que nos ponía en relación con la información de cada uno.”

La curadora agrega: “En nuestro caso decidimos disponer a los seres a lo largo de la sala con una descripción e información exhaustiva sobre cada uno como por ejemplo el nombre, lugar de avistamiento, su forma de contrarrestarlo si es que tiene y los materiales que den cuenta de sus existencia. Por ejemplo, en el caso del lobizón pusimos fotos de bautismos realizados a los séptimos hijos varones o dibujos de las criaturas para que puedan tomar forma en la muestra”.

Algunos de los visitantes quedaron sorprendidos al conocer a seres de los que no tenían registro, como es el caso de Raúl , politólogo de 37 años. ”Yo soy oriundo de la Provincia de Buenos Aires, pero en mi familia no era común contar estas historias , la mayoría las conocí acá, como por ejemplo la historia de Zapam-Zucum que es una especie de protectora del bosque” .

 Similar fue la experiencia de Victoria, de 38 años, analista de datos:“Yo no conocía  muchas  historias, me crié en Capital Federal y con lo único que me asustaban era con el cuco. Me llama la atención que la imagen de la mujer esté tan relacionada a seres que son considerados malignos, se nota que son relatos de otra época”.

Fernando, en tanto, comerciante de 47 años y nacido en Avellaneda, dice recordar a algunos de esos seres por las historias que le contaba su abuelo: “Mi abuelo era de Catamarca, a veces le pedíamos que nos cuente historias de terror  y me di cuenta que muchas de las historias que él nos contaba eran la zona del Noroeste, como el Zupay o el Alma Mula”.

La muestra Bestiario Nacional se encuentra hasta el 24 de septiembre en la Sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional de lunes a viernes de 9 a 21 y sábados y domingos de 12 a 19.

Cine latinoamericano para estudiantes secundarios

Cine latinoamericano para estudiantes secundarios

La Facultad de Filosofía y Letras (UBA) invita a estudiantes de las escuelas medias a un recorrido por diferentes películas de la región en el Centro Cultural Borges.

El clásico Crónica de un niño solo, es la primera película de uno de los cineastas más importantes de la historia del cine argentino, Leonardo Favio.

Rebeldía y Libertad es el nuevo ciclo de cine, pensado para estudiantes de los últimos años de la secundaria, que arranca en el Centro Cultural Borges este 13 de septiembre con entrada gratuita. La propuesta surge de la Carrera de Artes de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y se enmarca en las actividades de Universitarios por un mes. Se proyectarán películas latinoamericanas que indagan en el mundo del trabajo, la sexualidad y los vínculos. 

“Universitarios por un mes” es una iniciativa de la Facultad de Filosofía y Letras destinada a estudiantes de escuelas secundarias que quieran conocer las carreras que se dictan en esa sede de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Lara Gorfinkiel, Secretaria académica en el Dpto. de Artes explica: “Decidimos hacer un ciclo de cine, ya que muchas de las prácticas que hacemos en la carrera de artes se vinculan con ir a centros culturales, cine,  teatro, como espectadores, como críticos, como historiadores. Tiene relación con estar en contacto con obras de arte para indagar y reflexionar”.  

Esta actividad se ubica entre otras propuestas para que los estudiantes se acerquen a la universidad y de alguna manera vivan “la experiencia universitaria” durante un mes:  “Desde tomarse el colectivo, conocer el edificio, las aulas, pero también que conozcan gente que viene de otros ámbitos, otros lugares, con otras trayectorias, que entren en contacto con los docentes de las carreras, que vivan los pasillos, el patio y las diferentes actividades sociales que se dan en la Facultad. El sentido de esto es que los estudiantes de las escuelas secundarias tengan una percepción propia de lo que es la vida universitaria. Nos parecía importante que tengan una actividad vivencial, propia, y que a partir de esa actividad puedan percibir sus intereses, sus emociones y sentires”, agrega Gorfinkiel.

Las películas que se exhibirán son: Crónica de un niño solo (1965) de Leonardo Favio , 7 cajas (2013) de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, y Las mil y una (2020) de Clarisa Navas . Los tres films que forman parte del ciclo fueron elegidos por docentes especializados en cine que dictan materias de la carrera de Artes Combinadas y que estudian diversas manifestaciones del arte latinoamericano. También estarán presentes en cada encuentro y coordinarán un espacio de debate. 

Frente a cierto prejuicio acerca de la monotonía del cine latinoamericano Gorfinkiel responde a las miradas más comerciales cuando sostienen que “Son aburridas o lentas. Presentamos estas películas que tienen propuestas bien diferentes para pensar cuestiones ligadas a la libertad y la rebeldía hoy”.

El ciclo reúne películas del cine latinoamericano con protagonistas jóvenes, cuyos roles permiten pensar sobre temáticas como el trabajo, la sexualidad, la libertad, el narcotráfico. El clásico Crónica de un niño solo, es la primera película de uno de los cineastas más importantes de la historia del cine argentino, Leonardo Favio. Cuenta la vida de Polín, un niño abandonado por su familia que vive en un orfanato y los modos de resistencia dentro de un espacio de disciplinamiento. La película paraguaya 7 Cajas, es la historia de Víctor, un carretillero de 17 años que trabaja en Asunción y necesita conseguir dinero cuando le piden que transporte siete cajas cuyo contenido desconoce a cambio de 100 dólares. La más reciente, Las mil y una, trata de Iris, una joven de 17 años que ha sido expulsada de la escuela, pasa los cálidos días y noches con sus dos mejores amigas en un barrio correntino donde se construyen pequeñas comunidades queer. 

Las proyecciones se realizarán cada miércoles de septiembre a las 14 hs. En el Borges, Viamonte 525, CABA, auditorio Alberto Williams con entrada gratuita. Las inscripciones se encuentran disponibles. También se puede asistir a la función de manera independiente, es decir, elegir alguna de las películas. Además, para los estudiantes curiosos, el día 4 de octubre a las 14 hs. se realizará una visita a la Facultad de Filosofía y Letras, en Puán 480, con la presentación de la Carrera de Artes.

 

De la fiesta callejera a la tragedia de la guerra

De la fiesta callejera a la tragedia de la guerra

La 34º Muestra Anual de la Asociación de Reporteros Gráficos Argentinos se exhibe en esta oportunidad en el Centro Cultural Borges. Claroscuros de una vida política y social cargada de emociones fuertes.

La 34° Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino que se puede visitar en el Centro Cultural Borges exhibe las obras de 85 autores y autoras de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (aRGra) sobre los hechos más preponderantes de 2022. El Comité Editor de este año estuvo conformado por Eva Cabrera, Analía Garelli, Lorena Lucca, Aníbal Greco y Juan Foglia.

En diálogo con ANCCOM, Lorena Lucca contó sobre el proceso de selección de la muestra: «Tratamos de reflejar los hechos más importantes que ocurrieron el año pasado en el país y en el mundo. La fotografía te tiene que generar algo. Las imágenes que recibimos son anónimas. Nosotros no sabemos de quienes son, solo las vemos con un número de referencia. Para la muestra de este año vimos 2.200 fotografías que enviaron los colegas y quedaron seleccionadas 158».

La puesta abre con los festejos del mundial 2022 y la expresión de felicidad de la gente en la calle. A medida que se avanza en el recorrido, el panorama cambia y aparecen reflejos de las otras realidades argentinas. La masividad abandona el tinte festivo y se expresa y reclama ante la pobreza, la desigualdad, la falta de techo. Los incendios forestales constituyen otra de las temáticas que enmudecen la mirada: las imágenes de las llamas ocupando todo el cuadro, queman.

Para Sebastián Vricella, presidente de aRGra: «El espíritu de la muestra nace en 1981 y tiene como objetivo dar a conocer todo el talento que los medios de comunicación no editorializan. Se origina en los años ochenta y, junto con Teatro Abierto, fueron pioneros en empezar a romper con esta lógica de lo que no se muestra en estos 40 años de democracia. A pesar de que actualmente estamos transitando por una infinidad de cosas, hemos ganado un año de elecciones en arGRa. Esto nos ayuda a tener fuerzas y seguir adelante con iniciativas nuevas y renovadas frente a la coyuntura política actual”.

A medida que se avanza en la muestra toma protagonismo una crisis que no se circunscribe solamente a Argentina. Las imágenes del hambre, la precariedad y el terror que se vive tras la guerra de Ucrania y Rusia son unas de las más impactantes. La decadencia que genera el capitalismo protagoniza las escenas e impregna cada una de las imágenes más allá de su ubicación geográfica: el imperialismo y la batalla por monopolizar el poder se hacen presentes.

La reportera gráfica Natacha Pisarenko habló con ANCCOM sobre algunas de sus imágenes que formaron parte de la muestra y de lo que implica el oficio. «Esta profesión hace que un día estés en la cancha de fútbol en una final y otro día estés fotografiando la vida en Kiev. No tiene nada que ver una cosa con la otra. No son ni comparables las sensaciones que tenés en ese momento. En Kiev me pasó ver el esfuerzo de la gente por seguir, acostumbrándose al miedo, con ganas de continuar con la vida que tenían, pero distinta. Eso es impresionante. Los niños no dejaban de jugar aunque estaban en escenarios bombardeados. Todos tenemos cosas dentro que quedan plasmadas en cómo vemos y lo que vemos, pero trato de dejar todos mis prejuicios, opiniones, trato de ir a fotografiar como con la cabeza de un niño para encontrar cosas que me sorprendan».

En relación al espacio donde tiene lugar la muestra, Martin Bonavetti, subsecretario de Gestión de Espacios y Proyectos Especiales del Ministerio de Cultura de la Nación, sostuvo: «Para nosotros es una celebración. Hace cuatro años cuando propusimos recuperar el Centro Cultural Borges para el Ministerio de Cultura tomamos una decisión a partir de nuestra convicción: las instituciones públicas tienen y deben actuar en coyunturas complejas, pero sin lugar a dudas no tienen que estar resignadose a segundos planos o invisibilizandose por debates que muchas veces ensombrecen al empleado público».

ticulando con esta idea, la lucha de los trabajadores está también plasmada a lo largo de la muestra: la disconformidad de las multitudes en relación a una respuesta política se evidencia en las imágenes y explica los resultados electorales de agosto. Aparece una vinculación entre la batalla que enfrentó el Centro Cultural Borges y la que día a día libran los trabajadores de prensa en otros campos. Para Bonavetti: “Esta es la casa del fotoperiodismo. Estas muestras no solamente tienen un alto valor artístico, sino que permiten visibilizar demandas de sectores, sujetos y trabajadores. Los trabajadores fotógrafos siempre han sido los que levantaron la bandera de la dignidad del trabajo frente a otros periodos donde el periodismo se ha sentido tal vez un poco prostituido e intervenido por intereses más espurios. El trabajador fotógrafo está precarizado, perseguido, reprimido y para nosotros es fundamental desde el Ministerio de Cultura asumir una política pública que exprese su trabajo y que le dé voz a todas esas demandas que en la mayoría de veces las editoriales deciden obturar».

 

Orgullo de ANCCOM

Las diversidad de las imágenes muestra desde los textos que son parte del cuerpo de Kike Ferrari, retratado por Leandro Teysseire -editor de fotoperiodismo de esta agencia-, hasta una Moria Casán festejando el día del orgullo subida a una carroza en la obra de Camila Godoy -fotoreportera formada en ANCCOM-. También incluye desde un retrato de una madre que abraza a su hijo en la conmemoración del Día de la Trabajadora Sexual hasta otro de la diputada del Frente de Todos, Cecilia Moreau, tras ser electa para presidir cámara baja, en un hecho histórico. Entre todos, construyen un verdadero rompecabezas que sintetiza el año noticioso.

Graciela Calabrese pertenece al colectivo aRGra desde 2003, fue miembro de su Comisión Directiva durante 2017-2021 y actualmente es coordinadora de las visitas educativas de la muestra anual: «Cada año durante la muestra realizamos en los días hábiles visitas educativas con la presencia de reporteros gráficos que reciben a los estudiantes para recorrerla”. Por otro lado, la muestra pretende tener un alcance federal, tanto en los hechos que se exhiben como en hacerla itinerante. “Nos encargamos de que la muestra recorra todo el país, desde Neuquén, Viedma, Rosario, Tucumán hasta Santa Fe y el sur», agregó Calabrese.

La muestra se puede visitar de forma gratuita en el Centro Cultural Borges, Viamonte 525 CABA, a metros de Galerías Pacíficos, de miércoles a domingos de 14 a 20 horas, hasta el 23 de septiembre.

«Me interesa que sufra un poco el lector»

«Me interesa que sufra un poco el lector»

La escritora Sonia Budassi habla de «Animales de compañía», el libro con el que obtuvo el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes.

Historias diversas y personajes inadecuados buscando encajar, o no tanto. Animales de compañía (Entropía) es un libro que recopila diez cuentos y ahonda en la complejidad de las relaciones interpersonales a través de las reflexiones de sus protagonistas. La obra le valió a la escritora y periodista Sonia Budassi –autora también de La frontera imposible. Israel Palestina y de Los domingos son para dormir- el Primer Premio del Fondo Nacional de Las Artes.

 ¿Cómo surgen los distintos cuentos que integran al libro?

La experiencia es algo que siempre atraviesa a la narración, pero no solo desde la vivencia personal sino también desde la perspectiva. Quizás el personaje no tiene nada que ver con mi vida, pero me gusta escribir sobre lo que me genera incomodidad, aquello sobre lo que no termino de entender cómo funciona. En ese sentido, me interesa el mundo de las apariencias, esa tensión entre lo que se dice y la subjetividad de mis personajes, es decir, lo que piensan. Trato de explorar esa simultaneidad y dar cuenta de que no todo es lo que parece. Otra cuestión que atraviesa a todos los relatos está relacionada con los mandatos sociales y los estereotipos, desde cómo tiene que ser la pareja perfecta hasta cuales son las maneras en las que todos convenimos que está bueno divertirse. Ahí entran en juego mis personajes y sus historias, intentando encajar en esos modelos ideales pero siempre terminan fracasando. 

 ¿Ese fracaso guarda relación con la tensión entre lo que se piensa y lo que se dice? Muchos de tus cuentos están atravesados por problemáticas en los vínculos sociales como el amor, la amistad o el trabajo, y pareciera que los protagonistas no pueden trasladar sus reflexiones a esos vínculos.

Sí, creo que en ese intento por encajar aparece algo disruptivo, una decepción provocada por esa tensión, que los lleva a darse cuenta que, por ejemplo, el viaje que están haciendo no es lo que esperaban. En ese sentido, los conflictos van apareciendo de manera tangencial y es algo que, al mismo tiempo, utilizo como recurso al momento de narrar. No me gusta dar todo explicado y digerido, me interesa que también sufra un poco el lector. 

Los universos de cada uno de los relatos son distintos entre sí y tienen la virtud de sumergir al lector en cada uno de ellos. ¿De qué manera afrontas la construcción tanto de los escenarios como de los personajes?

Desde que empecé a escribir le doy importancia al detalle. Cuando está puesto en función de la historia, de la caracterización del personaje, adquiere mucho valor. Una de las historias gira en torno a la cuestión del encarnizamiento terapéutico, algo sobre lo que leí y me impactó. A grandes rasgos, se trata de la obligación de continuar con un tratamiento médico pese a que la voluntad del paciente es no continuar. En ese escenario, surge un personaje con la astucia e inteligencia suficiente para lograr revelarse, y eso es algo que intento replicar en todas las historias: personajes que deciden revelarse contra lo impuesto. Eso sí, no estoy a favor de narrar por narrar, de contar detalles cuando no es necesario. Si lo que tenés para describir no hace al conflicto o al desarrollo del personaje, es mejor evitarlo. ¡Hagamos uso de la elipsis!.

 La contratapa, escrita por Pablo Katchadjian, advierte: “Las voces que narran los distintos cuentos de este libro no son simpáticas» ¿Por qué lo dice?

Creo que tiene que ver con la disconformidad que muestran los personajes y sus cuestionamientos, que terminan siendo algo molestos y quejosos pero no cínicos.

Hay algo que me interesa evitar que está muy presente en las redes y en la atmósfera social y es el cinismo, que termina desembocando en un narrador que parece colocarse por encima de sus personajes e incluso del lector. Peter Sloterdijk tiene dos categorías de cinismo, una de derecha y otra de izquierda. Es decir, el de los ricos que no quieren pagar impuestos por conveniencia y el del laburante, que viaja hace años durante horas para llegar a su trabajo pero no le alcanza el sueldo y por eso no cree en nada. Se trata de un desencanto real, espiritual si se quiere. Entonces quisiera posicionarme más cerca de ese cinismo de izquierda.

 

Quisiera posicionarme más cerca del cinismo de izquierda.

Sonia Budassi

Con mayor o menor protagonismo, los animales están presentes en todos los cuentos, desde mascotas hasta peluches. Sin embargo, los personajes parecieran estar lidiando todo el tiempo con su soledad, a pesar de estar interactuando también con otras personas. Te pregunto entonces,  ¿quiénes son los animales de compañía?

Un poco todos, digamos. Por momentos los seres humanos se acompañan e interactúan directamente con los animales, y en otros los propios seres humanos son los animales de compañía. También creo que en muchos casos los personajes están solos y en búsqueda de su «animal de compañía». También hay algo social que a mí me interesó siempre que tiene que ver con las jerarquías y las relaciones de poder. La domesticación es un concepto que sobrevuela todo el libro, pero no solo de las personas sobre los animales sino una domesticación aplicada a las relaciones sociales en la familia, la amistad o el trabajo por ejemplo.

 En el cuento “Salvar al mundo” narrás las historia de una activista ambiental que en un momento reflexiona sobre las causas marketineras que parecen más importantes, mientras que, en el fondo del mar, “seres de aspectos primitivo mueren sin que generemos por ellos ninguna piedad”. ¿Creés que es una cuestión que se traslada a otros ámbitos?

De esa frase me interesa el tema de la desigualdad, donde pareciera que hay vidas que valen más que otras. En ese caso, si bien tienen una buena intención, pareciera más redituable cuando se enfocan en las ballenas que son buenas y bellas en detrimento de esas especies que aparecen en las oscuridades del fondo del mar, por citar un ejemplo algo burdo. Lo mismo puede trasladarse a la cuestión estética, donde siempre tenemos que cumplir mandatos, como el personaje del cuento «Perfecta» que está preocupada constantemente por su apariencia para sostener su relación. 

 Los cuentos abordan temas como el amor o la nostalgia. ¿Son tópicos sobre los que te gusta escribir?

Me interesa mucho todo lo que tiene que ver con los universos idealizados, lo que era Disney en mi época, digamos. Toda una industria cultural generadora de universos fantasiosos donde uno querría vivir. Pero me interesa vinculado con la noción de decepción que atraviesa a todos mis personajes, que todo el tiempo chocan y entran en tensión permanente con esa idealización donde la pareja que soñaron no era tal o la causa por la que están luchando al final tiene matices oscuros.

¿Hay alguno de los cuentos que te haya gustado o disfrutaste de hacer más que otros?

No lo sé en términos estéticos porque no me corresponde opinar a mí, por suerte la paso bien escribiendo porque lo vivo como un viaje. Quizás me gustó el desafío de ponerme en la piel de una chica que vive en Shangai en «Salvar al mundo». Al mismo tiempo, se da en un escenario algo distópico pero sin desprenderse del registro realista, lo cual fue algo complicado de conseguir. Otro que también disfruté mucho fue «La velocidad del alacrán» porque transcurre en un universo rural que me interesa por mi historia personal. Me crié trabajando con animales y viviendo las crueldades que les hacen para comerlos, lo cual es algo que siempre me generó incomodidad pero a la vez no puedo terminar de condenarlo. Entonces me gusta ahondar en esta tensión incómoda que implica que mi paraíso sea un lugar gris, hostil y de clima seco.

 Los finales de cada cuento parecieran que pueden continuar, dejando al lector con la sensación de querer saber más. ¿Buscás esa tensión?

Mi intención en general es que el final sea memorable, que te quedes pensando… ¿y esto cómo seguiría? Si bien me interesan los relatos de clima, no tengo desdén por la trama, me importa mucho. Esos textos donde no pasa nada quizás me gusta leerlos, pero no me interesa hacerlos. Me importa que haya conflicto.

 Recientemente publicaste otro libro, Donde nada se detiene (HD Ediciones)…

Sí, es un libro que reúne artículos sobre literatura y arte. Desde los clásicos como Ivan Bunin o Anton Chejov, hasta lo más contemporáneo como Emanuel Carrère. En el plano nacional, hay uno sobre César Aira y su madre escritora, algo que no es tan conocido. 

También hay ensayos personales y crónicas de viaje que se cruzan con crítica cultural, como el relato de un millonario en Japón que decide abandonar Tokio e instalar una galería de arte en una isla donde se puede ver, por ejemplo, cuadros monumentales de Monet de una persona a la vez, en contrapartida con lo que pasa en el Louvre. Es un proyecto interesante que cruza la filantropía pero con una visión fuertemente capitalista a la vez.