Otra vivienda es posible

Otra vivienda es posible

Una cooperativa de vecinos del barrio de Constitución, llamada El Molino, transformó una antigua fábrica en una vivienda colectiva habitada por 56 familias. Las obras que ellos mismos llevan adelante, ampliarán techo para otros 46 hogares. Las tentaciones de la privatización.

Vecinos del barrio porteño de Constitución transformaron una antigua fábrica en una vivienda colectiva en la que ya viven 56 familias. El proyecto comenzó hace más de veinte años con la fundación de la Cooperativa El Molino, allá por el año 2002. Hoy, suma y resta de inevitables avances y retrocesos, avanza con la cuarta y última etapa de construcción, que dará techo propio a 46 familias más.

Cualquier estereotipo que vincule a la idea de brica tomadacon precariedad, ilegalidad, o abandono, se olvida rápidamente al arribar a la calle Solís al 1900. Allí donde se encontraba el decimonónico molino harinero, hoy se alza un complejo de espaciosos y modernos departamentos, bien cuidados y llenos de vida. Pintura de colores, columnas altas, un espacio común al centro y tras las rejas; sí, las rejas, las que dicen a partir de dónde y hasta dónde el espacio es privado y cooperativo. Sin peros. Quien quiera pensar que la vida es blanco o negro que se quede fuera de los límites de El Molino. Para el que se anime a habitar las paradojas, las puertas están abiertas.

Pelear este pedacito en la Ciudad de Buenos Aires, donde el problema de la vivienda es central, es un logro”, sostiene Víctor Betancourt, actual presidente de la cooperativa. El hombre, de avanzada edad, canoso y de anteojos rectangulares, asegura -con algo de brillo en sus ojos- que en El Molino existe una gran familia donde todos se conocen con todos. También dice estar al tanto de todas las “debilidades y fortalezas del que tenés al lado, con la ironía de estar elevando la voz para hacerse escuchar por encima del ladrido de sus perros, que están del otro lado de la puerta de su departamento. Y sigue: “Poner un pie en el Molino significaba ilusionarse o imaginarse. Hoy es un sueño, completa Betancourt.

Codo a codo y a pulmón

Mauricio Vargas es otro de los vecinos cooperativistas. Transparente y franco, todavía no logra comprender cómo un edificio que inicialmente estaba lleno de “caca, palomas y semillasse transformó en ese bonito lugar llamado hogar. Fueron sus manos grandes y rugosas las que, junto a las de otros compañeros, dieron luz a este proyecto. “Se necesita una organización férrea, fuerte y militante para poder hacerlo posible, sentencia en la terraza del último piso del antiguo molino, desde donde se alcanza a ver La Bombonera y la rivera de La Boca.

 Todo se remonta al 2002. La crisis de la convertibilidad pegaba duro y una de sus caras más brutales era la de los desalojos, muy habituales en la Ciudad de Buenos Aires de ese entonces. Dos organizaciones populares del Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI) decidieron unir fuerzas para ocupar un terreno del barrio de Constitución. Eran personas que estaban cansadas de vivir hacinadas en habitaciones de hoteles o de no tener un lugar donde dormir.

“Había hambre, no tenías otra posibilidad de vivienda. O lo conseguías, o lo conseguías, no te quedaba otra”, asegura Vargas y pone todo su cuerpo al servicio de la pronunciación de la palabra “hambre, una de las indiscutidas protagonistas de la Argentina del cambio de milenio.

En ese mismo año, Eduardo Jozami, funcionario porteño de Aníbal Ibarra, le entregó el terreno a la organización. Al poco tiempo, amparada en la Ley 341, sancionada en el año 2000, la Ciudad de Buenos Aires le otorgó un crédito blando a la organización social para que pudiera acondicionar ese viejo molino harinero de la calle Solís y lo convierta en un complejo de viviendas que llevaría luego el mismo nombre de los antiguos enemigos del Quijote de la Mancha.

De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades

Los principios básicos del MOI son cuatro y pueden ser fácilmente recordados por Carolina Díaz, militante de la organización y vecina de El Molino: autogestión, ayuda mutua, propiedad colectiva y derecho a la ciudad. Las dice de corrido; no duda ni un segundo, porque sabe que esas consignas son tan fuertes como las columnas que sostienen su casa.

La autogestión significa que los propios vecinos gestionan inteligentemente y de forma autónoma los recursos del Estado, quien según Víctor construye “caro y mal. La propiedad es colectiva porque es de todos y a la vez de nadie -al menos por el momento- ya que hay algunos debates al respecto. Es decir, no hay escrituras individuales, la organización como conjunto se hace cargo de la propiedad.

El derecho a la ciudad entiende que la misma debe ser habitada y disfrutada por todos. La ayuda mutua es la pata indispensable para que la organización sea genuinamente colectiva: cada familia debe aportar 3.000 horas de trabajo para poder convertirse en socia del proyecto. Esto tiene mitad de postura política -porque se entiende que el sujeto se transforma solo a través de la experiencia- y mitad de pragmatismo, porque los créditos de la Ley 341 sólo financian la mitad de la obra y esto obliga a tener que abaratar costos. “La ciudad que queremos es sin expulsores ni expulsados por razones económicas”, señala Díaz a modo de síntesis perfecta de todos los aforismos anteriores.

Están los que, como Mauricio, reconocen haber estado de acuerdo con que todo fuera comunitario en un principio, pero luego de que el tiempo pasó, comenzó a preguntarse qué le iba a dejar a sus hijos cuando ya no esté.

Déficit habitacional

 El valor de una experiencia como la de El Molino es que haya sido posible en una ciudad que tiene déficit habitacional. Decenas de informes de los últimos años pintan los trazos más gruesos de la problemática: primero se derrumba el sueño de la casa propia, luego incluso peligra el del alquiler, un sucedáneo que empieza a adornarse y tornarse pomposo, quién diría, ante la escasez de unidades disponibles, y de dinero que alcance, en los tiempos que corren.

Según un informe de la Mesa de Estudio de la Vivienda Vacía del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la crisis habitacional afecta en CABA a un 11,5% de los hogares. Reinan las condiciones de hacinamiento o bien de una necesidad de refacciones estructurales urgentes. Este porcentaje es equivalente al de la cantidad de viviendas vacías que registra la ciudad.

s datos que pintan el panorama de la gran urbe: una de cada tres personas se encuentra alquilando, 300 mil porteños residen en barrios populares y unos 7500 porteños se encuentran en situación de calle, según estimaciones de la organización civil ACIJ

El dilema  

Al igual que en los jardines que imaginó Borges, las organizaciones pueden seguir senderos que se bifurcan. Hoy el tipo de propiedad de las viviendas de El Molino despierta posiciones encontradas entre los cooperativistas.

Están los que, como Mauricio, reconocen haber estado de acuerdo con que todo fuera comunitario en un principio, pero luego de que el tiempo pasó, comenzó a preguntarse qué le iba a dejar a sus hijos cuando ya no esté. Por eso ahora está interesado en tener la escritura a su nombre, pero anticipa que esto no se debe a “una cuestión egoísta o de desprecio hacía lo colectivo, sino a la simple voluntad de querer darle una mano a sus hijos.

También están los que, como Carolina, se mantienen fieles a uno de los principios de la organización en la que milita: la propiedad colectiva. Para la vecina, en un contexto de crisis habitacional, lo comunitario se vuelve una herramienta de defensa de los trabajadores porque “te permite plantarte con mayor firmeza en una discusión con el Estado”.

El tiempo dirá cuál va a ser la postura mayoritaria entre los vecinos y qué consecuencias les traerá. Pero incluso a pesar de las inconsistencias e incertidumbres, El Molino avanza y sigue construyendo.

La hora de los hongos

La hora de los hongos

La psilocibina, proveniente de los hongos alucinógenos, genera un gran interés entre investigadores por su potencial para tratar trastornos mentales. Sin embargo, su prohibición a nivel mundial limita las posibilidades de incluirla en la medicina tradicional. ¿Cuál puede ser su verdadera utilidad? ¿Y a qué se debe tanta polémica?

Los hongos alucinógenos, que desde hace siglos se consumen con fines rituales y recreativos, están en la mira de investigadores y profesionales de la salud mental que ven un gran potencial médico en uno de sus componentes activos: la psilocibina. Si bien en Argentina es considerada ilegal, esta sustancia ha vuelto a utilizarse en investigaciones sobre tratamientos para trastornos mentales como la depresión y la ansiedad.

Uno de los antecedentes más cercanos del cambio que se viene dando es de este año, cuando Australia legalizó el uso de psilocibina en pacientes con trastorno de estrés postraumático y ciertos tipos de depresión. Como explica Franco García Cervera, médico psiquiatra, la psilocibina es una molécula que al ingresar al organismo se  transforma en psilocina y se adhiere a los receptores serotoninérgicos evitando que el neurotransmisor serotonina, que interviene en los estados de ánimo, actúe de la manera habitual. “Según las partes del cerebro donde vaya afectando serán los efectos que se producen”, añade. Entre ellos se observan la falta de percepción del tiempo, la reconexión con el aquí y ahora y un mayor insight, o capacidad de introspección.

Este tipo de efectos, marginados por años de la investigación científica, siguieron siendo utilizados desde espacios alternativos pese a las prohibiciones. La psilocibina “trabaja muy bien la reconexión neuronal, genera nuevas posibilidades de resolver o atender situaciones que se presentan en la vida”, dice Ernesto (quien prefiere no brindar su verdadero nombre), cultivador y proveedor de microdosis de hongos con fines terapéuticos.

El potencial de la psilocibina no es un descubrimiento reciente en nuestro país. Ya en la década de 1950 se empleaba como “coadyuvante de terapias sobre todo psicoanalíticas tanto grupales como individuales”, explica García Cervera. Tal fue el caso hasta el año 1966 cuando la sustancia fue declarada ilegal y cesaron las investigaciones debido al mayor uso recreativo que se hacía de ella en el contexto del movimiento hippie.

 

La terapia psicodélica

Los hongos psilocibes pueden consumirse de varias maneras: frescos, secos y en distintas proporciones y periodicidades. Ernesto los comercializa secos y en microdosis siguiendo el protocolo de James Fadiman que consta de tomas de 0,1 a 0,3 gramos cada 72 horas durante seis a ocho semanas. “Vos tomás el día uno la microdosis y tenés dos días para trabajar esa reconexión que te permite la sustancia, el proceso de sanación y autoconocimiento”, explica.

Si bien lo recomendado es consumirlo con el apoyo y guía de un profesional de la salud mental o, al menos, con alguien familiarizado con el mundo fungi, la popularización de los hongos alucinógenos ha llevado a que haya quienes cultivan, consumen y hasta comercializan kits por cuenta propia con fines recreativos. “La gente tiende a confundir el nombre con la cosa, a perder la noción de riesgo”, aclara García Cervera.

El consumo de hongos obtenidos de la naturaleza y especialmente el consumo no supervisado por alguien con los conocimientos requeridos implica riesgos que no se presentan en, por ejemplo, investigaciones científicas donde se administra la psilocibina purificada. “Cuando vos tomás un hongo, la dosis puede variar mucho, además de que posiblemente tenga otros compuestos químicos que también puedan ser psicoactivos y haya un efecto en equipo”, explica Aín Stolkiner, médico e investigador del CONICET.

Según investigaciones que se han realizado recientemente, la psilocibina no genera adicción pero sí tolerancia. “Tu cuerpo se adapta rápidamente pero cuando dejas de tomar no hay síndrome de deprivación. No hay un deseo, una compulsión a seguir consumiendo”, dice Stolkiner. Esto no quiere decir que se trate de una sustancia inocua. Como explica García Cervera: ”Existe gente que en el uso recreacional puede presentar o despertar trastornos psicóticos o flashbacks posteriores al uso”.

En los estudios clínicos recientes, hasta ahora se han visto muy pocos efectos adversos serios en las personas que toman dosis altas de drogas psicodélicas. Esto se debe a múltiples factores como la purificación de las sustancias, el acompañamiento por parte de profesionales y el hecho de que “en los estudios clínicos siempre se filtra más o menos al noventa por ciento de las personas que quieren participar”, explica Stolkiner: “Se descartan a personas que tengan antecedentes personales o familiares de psicosis, trastorno bipolar o trastorno de personalidad límite”.

Si bien ya está comprobado que no hay riesgos de adicción, no hay certezas de que el consumo de psilocibina no favorezca trastornos como la psicosis. Al no admitirse personas con tales antecedentes en las investigaciones, hay pocas evidencias sobre el tema: “Sería muy valioso que se hiciera un estudio clínico admitiendo a esas personas. Entonces podríamos ver si es cierto o no, porque se han dicho muchas cosas que resultaron ser mitos”, admite Stolkiner y agrega: “La razón por la que no se los admite es porque se teme que el estrés del estudio pueda desencadenar la enfermedad en alguien que tiene la predisposición adecuada”.

El boom fungi

A pesar de seguir siendo una sustancia ilegal en Argentina, es cada vez mayor y más frecuente la promoción de kits de autocultivo de hongos psilocibes. Como explica García Cervera, “hace muchos años, sólo se conseguían los sellos, que son círculo de papel aluminio con esporas, en foros especializados y actualmente se ve publicidad libre en redes sociales sobre autocultivo de hongos ‘mágicos’”.

No queda claro aún el motivo del boom de los hongos alucinógenos en este contexto de ilegalidad. Se puede deber a lo que denomina García Cervera como “la competencia entre lo ‘industrial’ y la ilusión de ‘lo natural’” en base a la cual la gente deja de lado los fármacos y se inclina por opciones alternativas sin tener en cuenta que “si realizo selección de cepas determinadas, ya la naturaleza dejó de ser la única que mete la mano en el producto final” y que “no todo lo natural es bueno porque que sea natural; eso no necesariamente significa amigable con el cuerpo”.

La reticencia frente a los especialistas en salud mental también puede formar parte de esta nueva tendencia. Según Stolkiner, “muchas veces la psiquiatría tiene mala reputación en la sociedad y creo que en parte se debe a que no es muy efectiva, no ha progresado tanto como otras áreas de la medicina” y añade que “nos limitamos a reconocer síntomas y a dar drogas que calmen un poquito esos síntomas pero no entendemos realmente con seguridad cómo funcionan esos problemas y no otorgamos tratamientos que los traten de solventar de base”.

Según Ernesto, el consumo terapéutico de psilocibina trae la posibilidad de una reconexión a nivel físico, mental y espiritual que va “drenando de alguna manera todas esas emociones que están muy sobrecargadas y que tiene que ver muchas veces con el estilo de vida actual”. Como explica Stolkiner, “en la terapia con psicodélicos no buscamos calmar los síntomas o que el paciente deje de sentir” sino que se trata de “traer la mente a la superficie y que el paciente tome contacto con lo que le está pasando”.

La psilocibina se abre camino

Que la psilocibina siga considerándose ilegal en Argentina limita las investigaciones y por ende el conocimiento que se tiene del potencial terapéutico de la sustancia. “Todo el abordaje que hice para instruirme siempre fue con estudios que vienen principalmente de Estados Unidos y de Canadá”, comenta Ernesto. Si bien la psilocibina es ilegal en Estados Unidos, existen jurisdicciones que han reducido las penas por posesión y esto, como explica Ernesto, permite que se lleven a cabo trabajos de investigación y se generen plataformas de acceso al conocimiento.

De acuerdo con la Disposición 4855/96 promulgada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), la psilocibina está incluida en la Lista I de sustancias psicotrópicas por lo que está prohibido su uso en “la elaboración de especialidades farmacéuticas o fórmulas magistrales”. Según esta mirada, explica Stolkiner, se trataría de “una sustancia que no tiene potencial terapéutico, que es adictiva y que es muy peligrosa cuando en realidad se sabe que no es adictiva, que sí tiene potencial terapéutico y que no es tan peligrosa, sobre todo que no es tóxica. Lo lógico sería cambiarla de la Lista I a la Lista IV, que es la categoría donde están otras drogas que los médicos pueden recetar”.

Los avances en investigaciones extranjeras parecen la salida más viable para que la psilocibina se incluya en la medicina argentina. “Muchas veces cuando se introduce una nueva droga en el mercado de Estados Unidos o Europa, la ANMAT tiene una suerte de equivalencia. Entonces las drogas que se aprueban en esos países después se pueden homologar fácilmente acá”, explica Stolkiner y agrega que “ya hay investigaciones avanzadas que este año tendrían que empezar los estudios de fase tres, que son los últimos que hay que concluir para que pueda introducirse al mercado”.

Hay soluciones pero también “intereses encontrados” que dificultan su accesibilidad en Argentina. “Estas son medicinas que, a diferencia de los psicofármacos que hoy por hoy genera la industria, no generan dependencia. Es un tratamiento que lejos de seguir medicalizándote, te desmedicaliza”, dice Ernesto sobre la prohibición en nuestro país.

Por el momento solo queda “esperar, ver y, dentro de lo posible, empujar un poquito”, resume Stolkiner. En tanto a aquellos que quieran incursionar en los tratamientos con psicodélicos, sugiere la consulta con un profesional que pueda realizar un psicodiagnóstico para corroborar que el paciente está en condiciones de realizar el tratamiento. “Ese es posiblemente el mejor esfuerzo que pueden hacer las personas que quieran tomar psicodélicos por ahora en Argentina”, concluye.

La paternidad también tiene derechos

La paternidad también tiene derechos

Las comisiones de Legislación Laboral, Presupuesto y Mujeres y Diversidad dieron dictamen favorable al proyecto que extiende las licencias para personas no gestantes al momento del nacimiento de los hijos. Ahora se trata en el recinto de Diputados.

El proyecto de ley por las licencias de maternidad y paternidad igualitarias obtuvo dictamen en las comisiones y se prepara para ingresar al recinto de la Cámara de Diputados. La propuesta a votar establece 126 días para personas gestantes y adoptantes, y 45 días para no gestantes, sumado a la creación del Sistema Integral de Políticas de Cuidados de Argentina (SINCA).
Las personas no gestantes poseen dos días de licencia luego del nacimiento de un hijo, situación que trajo un reclamo de mayor igualdad y cuidado en los contextos laborales de parte de campañas como “Paternar” o movimientos como “Ni Una Menos”.
Hugo Yasky, secretario general de la CTA, acusó al sistema que “deja a las gestantes sin acompañamiento pleno apenas después del parto”. La ley se encuentra en discordancia con la sugerencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que postula un mínimo de 98 días para la persona al cuidado de los niños recién nacidos.
El diputado del Frente de Todos resaltó la importancia de esta reforma en el ámbito laboral ya que “son derechos de los trabajadores y las trabajadoras que tienen por objeto garantizar el derecho de todos los niños y niñas”, a la vez que opinó que “en América Latina, Argentina es de los países que peores licencias otorgan”.

Las comisiones de Legislación de Trabajo, la de Mujeres y Diversidad, y la de Presupuesto y Hacienda lograron el dictamen para que esta nueva iniciativa ingrese a la Cámara Baja. Yasky comentó que el proyecto se armó con participación de la sociedad, de las organizaciones que representan a los trabajadores y trabajadores, de organizaciones sociales, de cooperativas y del sector empresario.
El exsecretario general de la CTERA sentenció que las reformas laborales aplicadas en la década del noventa tenían “como verdadero objetivo aumentar la rentabilidad empresarial en detrimento de los laburantes. Hoy, en un contexto de aumento de la tasa de empleo, pero caída del salario real, con trabajadores registrados por debajo de la línea de pobreza, las reformas deben ser para mejorar las condiciones laborales y salariales”.
Este proyecto estaba en debate en comisiones desde mayo de 2023, pero recién el pasado 22 de agosto consensuaron un texto para ser tratado en el recinto. Yasky aseguró que este tendrá que “enfrentar las presiones que el lobby empresario ejerce sobre la bancada opositora”, sentenciando que esta dilató los tiempos para la sanción de esta ley.

A fin de lograr un análisis más profundo, la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) analizó el impacto presupuestario que podría tener esta extensión en la Administración Pública Nacional. Los datos arrojaron que el importe total que debería cubrir el Estado Nacional ascendería a 124.634,78 millones de pesos con respecto al actual, lo que equivaldría al 0,074% del PIB esperado para 2023.
Lucía Cirmi Obón, subsecretaria de Políticas de Igualdad en el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad aseguró que el impacto de este proyecto está dirigido a “cerrar la brecha de cuidado y a intentar cerrar la brecha salarial. El sector empresario mostró sus temores, pero fueron cosas fácilmente rebatibles por el impacto positivo de la extensión de licencias». La economista explicó que el financiamiento de las licencias que se extienden está cubierto por la Seguridad Social y los sueldos serían pagados por ANSES; por lo tanto, el empleador contará siempre con un salario disponible para contratar un reemplazo.
Lucía Cirmi confirmó: “Nosotros planteamos que las licencias fueran obligatorias, no transferibles y de plazos similares”. En el proyecto aprobado, los dos primeros puntos quedaron firmes, pero los plazos quedaron con diferencia de 82 días entre sí. “Quizás el horizonte de igualdad está un poco más lejos pero va a ser profundo el cambio”, sostuvo.
La subsecretaria aseguró que la agenda de género está en jaque actualmente. Para esclarecer los dichos de los actores que la menosprecian, afirmó que esta “es para toda la sociedad. Es una agenda económica, anti pobreza y que, en la práctica, le va a hacer mejor a la vida de los varones”.

Once días que conmovieron al comercio

Once días que conmovieron al comercio

El impacto de la devaluación desestabilizó a los comercios de barrio. Deben pagar aumentos desmedidos o no pueden abastecerse porque los proveedores especulan con los precios. Los clientes dejan de consumir y, encima, el temor a los saqueos.

Luego del triunfo de Javier Milei en las elecciones de  las PASO, el peso sufrió una devaluación del 21,6% . El dólar blue cerró en el mismo día a 720 pesos para la compra y a 730  para la venta,  un 101.89% por ciento arriba del oficial. El ministro de Economía, Sergio Massa, declaró: “El FMI pedía 100 por ciento de devaluación, después bajó al 60 por ciento y finalmente logramos acordar en el 20 por ciento”. Y para colmo, en la noche del martes hubo saqueos en distintos puntos del país. ¿Pero qué pasó con los precios en la economía cotidiana? ¿Cómo se traducen estos números en el día a día? De qué manera afectan a los comerciantes y consumidores?

El primer testimonio es de un distribuidor que trabaja para Pepsico, su  nombre es Claudio Gracián; su trabajo consta de recorrer negocios y ser el nexo entre los comerciantes y la empresa. Se maneja por distintos barrios de Avellaneda y Lanús y comenta lo siguiente: “Desde la empresa se dio un aumento del 25 por ciento en general, hoy unas papas de 95 gramos te salen 1000 pesos, al no ser un producto de primera necesidad noto que la venta está bajando un montón. Los comerciantes dejaron de comprar bastante estas semanas, antes te compraban de más para stockearse pensado en futuras subas, hoy prefieren esperar a que todo se normalice”.

Por último, cuenta una anécdota que refleja la acelerada suba de precios: “Me pasó de ir a venderle a un cliente y notar que el arroz que estaba en la góndola era más barato que el que yo le ofrecía; subió en una sola semana de 165 pesos el paquete de medio kilo a 310 pesos”.

La dueña de ese local se llama Claudia Nuzzi, atiende con su familia el almacén Cefe, que se encuentra en Villa Jardín, Lanus Oeste. Lo primero que ella destaca es la importante suba en los precios de los fideos y el arroz; fue tal el aumento que el distribuidor encargado de traer esos productos suspendió la visita semanal que tenía pactada debido a que no sabía cuánto debía cobrarle

“Es terrible la suba de precios, se notó mucho más en la semana después de las elecciones, el consumo bajó muchísimo, a  veces el cliente intenta suplantar algún producto que consumía seguido por uno de menor calidad. Además prefieren llevar menos, antes por ejemplo vendía muchísimo pollo hoy compran lo justo y necesario”.

El rubro alimenticio no fue el único afectado. En varias farmacias del Gran Buenos Aires se ven carteles con este tipo de inscripciones: «Estimados clientes: Las farmacias bonaerenses estamos sufriendo problemas de reposición diaria de medicamentos por causas ajenas a nosotros. Estamos atendiendo en emergencia con el stock disponible de la farmacia», firmado por el Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires».

Micaela Colombo es empleada de la farmacia Gran, a que se encuentra en Valentín Alsina, y dice: “Nos manejamos por el momento como indica el cartel por el tema de la suba de precios. Hay muchos productos que en este momento no se consiguen y la gente se ve obligada a utilizar la marca disponible venga o no de una obra social o por parte de PAMI Más allá de que nos manejamos con un stock que ya teníamos previamente a la suba no podemos mantener los precios y nos vemos obligados a venderlos con esa misma suba. La gente  no para de quejarse”,

Ella agrega: “La gente no ha dejado de consumir los medicamentos pero sí ha disminuido su cantidad. Quizás antes se llevaban una caja y hoy se llevan una tira, lo que sí se ha dejado de consumir bastante es todo lo relacionado a higiene y perfumería.”

Por último, ya mudándose de barrio, de distrito y de rubro, en la librería Orfeo, del Bajo Flores, dice Tiago Páez: “Ni bien se dieron los resultados de las PASO, recibimos mensaje de la mayoría de los proveedores advirtiéndonos que calculemos todo con una suba del 20 al 25 por ciento aproximadamente. Para ese momento no teníamos un precio fijo de las cosas pero era lo que se estimaba. Nos vimos obligados a realizar los cálculos y modificarlos de inmediato porque la situación no nos permite congelarlo, hay que pensar que uno pone el cuerpo y además gasta en luz, impuestos y todo lo que conlleva abrir un negocios día a día”.

Tiago, que es integrante de la familia que fundó el negocio, cuenta: “Las pautas de consumo fueron cambiando no solo desde las PASO sino desde mucho antes. La inflación este año fue constante, antes la marca de hojas de carpeta más vendida era la Rivadavia, ahora se utiliza mucho la marca Éxito. Lo mismo con los cuadernos, los que más se vendían antes eran los Éxito o Rivadavia, hoy son los Gloria, Asamblea y Ledesma. Uno de los productos que más subió este año son las hojas de resma Ledesma. Hasta el momento tuvimos un incremento del 40 por ciento en su precio en lo que va del año”.  

Siete de cada diez chicos dicen que sufren bullying

Siete de cada diez chicos dicen que sufren bullying

Una investigación de Bullying sin Fronteras dimensionó el problema. El Ministerio de Educación de la Nación lanzó una campaña para enfrentarlo. ¿Qué impacto tuvo?

-¿Qué pasa Mateo? Hoy a la mañana te sentías bien, es la tercera vez en la semana que me llaman para venir a buscarte.

-Nada, má. Me empezó a doler la panza .

– Desde que te cambiaste de escuela estás hecho un vago. Ayer hablé con la mamá de Cata, me dijo que el sábado tienen un 15; ya no tenemos tiempo para ir a comprar un regalo ni tampoco ropa para que te pongas… vas a usar alguna camisa de papá .

-Dejá ma, mejor me quedo en casa así termino de completar la tarea que me quedó pendiente.

– ¿Por qué no vas? Te la pasás todo el día encerrado, no hablás con nadie. ¿Por qué no podés ser normal?

Este es un fragmento de una charla real de un chico que solo a efectos de la nota llamaremos Mateo para preservar su identidad y que atravesó situaciones como las que aquí se describen durante dos años.

Lo que no sabía aquella Marta, la madre de aquel Mateo, es que él fue el único del curso al que no invitaron a esa fiesta. Mateo era aficionado a la historia, no le gustaba perderse esas horas de clase y la mayoría de veces no tenía ningún dolor en la panza. Mateo no era ningún vago. Mateo tenía miedo de ir al colegio. Mateo estaba siendo una víctima más del bullying.

El bullying es el nombre que recibe el acoso diario y sistemático dirigido a una persona y que proviene de uno o varios integrantes de un mismo grupo. El hostigamiento ubica a quien lo recibe en una posición de inferioridad. No se trata de un maltrato ocasional o esporádico, sino de situaciones que suelen darse de manera constante, por lo que muchas de las víctimas desarrollan un rechazo hacia el colegio o a los lugares donde se topan con este padecimiento e intentan evitar frecuentarlo.

Según un estudio realizado durante 2022 por la ONG Bullying sin Fronteras, alrededor de siete de cada diez estudiantes dicen sufrir bullying o maltrato en el colegio dentro de Argentina. Durante abril de 2023, desde el Ministerio de Educación y el Ministerio del Interior  de la Nación se lanzó una campaña llamada “Argentina contra el Bullying”.

Lucia Gil, psicopedagoga radicada en la ciudad cordobesa de Río Cuarto, comenta que no conocía esa campaña y agrega: “Acá en el interior no ha llegado ni tampoco es algo de lo que se hable habitualmente en las escuelas donde trabajo. Estuve leyendo sobre ella y me parece que sería muy importante poder implementarla en todo el país.”

La especialista recomienda: “Es importante poder hablar de esto con las familia, la escuela y los compañeros de aula. Los planteos de los spots de la campaña son valiosos pero se deberían profundizar en la práctica de forma intensiva e interdisciplinaria, trabajar la temática del bullying en todos los ámbitos educativos, articulando con la familia y capacitando a los docentes para que sean capaces de detectar e intervenir tempranamente en estas problemáticas”.

Mayra Ruiz, también psicopedagoga e integrante y del espacio terapéutico de aprendizaje Brinca y Rebrinca de General Pacheco, comenta que conoce la campaña por medio de un posteo de Unicef en su instagram oficial, y destaca la profundización de la gravedad del asunto con la irrupción del ciberbullying

“Yo atiendo un consultorio pedagógico y el tema del bullying aparece de manera frecuente, además con la aparición del ciberbullying estas consultas se multiplicaron. Mi consejo en estos casos es hacia la familia, que estén más atentos acerca de los sitios donde los chicos entran, con quién se vinculan en redes y demás cuestiones. Los ataques por ciberbullying suelen afectar de diversas maneras a las personas involucradas, a algunos no les importa y a otros los afecta muchísimo, es algo a lo que hay que estar atento”, advierte.

Ruiz agrega: “En cuanto al bullying en general, hoy existen más herramientas y más información. De todas maneras, los momentos que se asignan en las escuelas para tratar estos temas son por iniciativa propia de cada institución o de índole privada”. Y señala: “En las escuelas públicas yo no pude ver tantas iniciativas de este tipo sistematizadas y es una cuestión que pasa todo el tiempo. Sería importante que un requisito para ser docente sea tener una formación en estas problemáticas.”

Aída Luciana Silva, profesora del Nivel Inicial en la Provincia de Buenos Aires, cuenta que está al tanto de la campaña oficial y además brinda algunas aproximaciones acerca de cómo se trabajan estas cuestiones con los alumnos más pequeños.

”Desde el Ministerio de Educación no tenemos capacitaciones que sean fomentadas desde ese lugar. Nosotros, como docentes, nos anotamos en cursos que quedan a criterio de cada uno inscibirse o no y muchas veces brindan puntaje a la hora de postularse para un trabajo”.

La forma de transmitir los saberes en el Nivel Inicial es a través del juego, abordando la temática , exponiendo situaciones hipotéticas y preguntando si en algún momento pasó una situación de maltrato dentro de la sala. “A su vez intentamos que los niños cuenten estas actividades a los padres para involucrarlos en el tema. Se charla constantemente porque hay situaciones que están instauradas en la sociedad y muchas veces los niños toman malos ejemplo de lo que escuchan de los padres”, dice Silva.

Cuando se detectan estas situaciones por parte de los padres es importante avisar al colegio. Si no se obtiene respuesta, existe la Línea de Convivencia Escolar 0800-222-1197 , un número gestionado por el Ministerio de Educación de la Nación que funciona de acuerdo a la Ley N° 26.892 . Más información sobre la campaña en Argentina contra el Bullying | Argentina.gob.ar

Un encuentro ancestral en Buenos Aires

Un encuentro ancestral en Buenos Aires

Punta Querandí es un territorio comunitario ancestral, considerado sagrado, en Ingeniero Maschwitz. Allí se conservan restos arqueológicos de pueblos nativos de unos mil años de antigüedad. También se realizan talleres de transmisión cultural. Una hectárea arrebatada a la voracidad inmobiliaria.

Punta Querandí es un territorio comunitario ancestral, considerado sagrado, en Ingeniero Maschwitz, Provincia de Buenos Aires. Allí se conservan restos arqueológicos de pueblos nativos de unos mil años de antigüedad. Esta zona de antiguos cementerios iba ser utilizada para la construcción de barrios privados, al igual que las tierras circundantes de humedales ubicadas en un lugar estratégico, a solo 5 km de las Islas del Delta del Paraná y a 6 km de la autopista Panamericana. Tras la lucha del colectivo Comunidad Indígena Punta Querandí el espacio logró preservar una hectárea de este territorio atravesado por la memoria colectiva, del voraz negocio inmobiliario.

 

Sus orígenes 

Pablo Badano es el encargado del Concejo de Comunicación de Comunidad Indígena Punta Querandí. Cuenta que este colectivo se formó en el 2004, cuando Graciela, una vecina de la zona, encontró restos de cerámicas. Los Arqueólogos del INAP (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano) le confirmaron su antigüedad y le contaron que en el año 2000 ya había sido destruido el cementerio indígena cercano conocido como Sitio Garín para construir el country Santa Catalina.

La historia parecía destinada a repetirse: a solo 100 metros de Punta Querandí, “a principios de los años 90, se produjo la destrucción de humedales, campos y parajes por la construcción de barrios privados. Eso nos dio más fuerza y motivos para luchar por el lugar y su memoria”, recuerda Badano.

El encargado del Concejo de Comunicación de la comunidad cuenta que el colectivo que dio la lucha está formado por familias e individuos pertenecientes a los pueblos nativos guaraníes, qoms y kollas. “Nosotros decimos que fuimos convocados por los ancestros del territorio. Esa es la mirada colectiva de todos los que participamos. A partir del 2010 se comenzó el campamento, para evitar que las empresas privadas destruyan de manera total el lugar”, asegura Badano.

 A partir de ese año empezaron a reclamar la devolución de los restos de ocho cuerpos encontrados en la zona en los años 90. Los arqueólogos del INAP confirmaron que había restos humanos de al menos 50 personas en Tigre, 116 incluyendo otros distritos de la zona norte de Buenos Aires y alrededor de 300 en el delta entrerriano. A la vez, el arqueólogo e investigador del CONICET Daniel Marcelo Loponte, publicó un estudio realizado sobre las prácticas que realizaban personas “a fines del siglo XIX y en principios del siglo XX” para dar más fundamento al valor de la zona.

“No fue fácil y sencillo, nos paseaban, no nos daban respuesta, nos ninguneaban y se negaban a darnos información. Se nos quiere mostrar que estos lugares no tienen historia”, explica Badano, mientras corta junco para techar un toldo. “Tuvimos amenazas directas en diferentes momentos, hubo personas que vinieron a apuñalar a nuestros compañeros. Eran pagados por la empresa que estaba construyendo, pero ya pasó, estamos en otro momento”, concluye.

El 27 de diciembre del 2018, la Municipalidad de Tigre declaró por decreto «Interés Legislativo Municipal las actividades que realiza la Comunidad Indígena punta Querandí”. En 2022, se publicó en el Boletín Oficial que “la defensa de la diversidad cultural es un imperativo ético, inseparable del respeto de la dignidad de la persona humana. Ella supone el compromiso de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, en particular los derechos de las personas que pertenecen a minorías y los de los pueblos autóctonos”. En noviembre de 2020 el intendente Julio Zamora firmó  el Convenio de Propiedad Comunitaria de Punta Querandí.

Actualmente, la comunidad cuenta con un templo donde se realizan sus festividades espirituales. También en el mes de agosto, sobre todo en el último domingo, se celebra a la Pachamama y se reúne toda la comunidad para compartir distintos platos típicos. Durante los festejos son frecuentes las visitas desde otras provincias: “Este 27 de agosto vendrán del Chaco”, asegura Jesica Zalazar, concejal y representante de las mujeres. 

La organización

Para su gestión, la Comunidad Punta Querandí, tiene tres concejos: el de ancianos, el de mujeres y el de comunicación. También tiene el apoyo de una abogada que los asesora. Los demás integrantes participan de manera activa con las tareas de cuidado y cada domingo se reúnen, preparan una olla comunitaria, se sientan en una mesa larga y comen todos juntos, al aire libre, rodeados de sus perros y el cántico de diferentes tipos de aves.  

La comunidad ofrece talleres de alfarería, de lenguas originarias como guaraní y Qom, de manera virtual en acuerdo con la Comunidad de Pueblos Originarios. También se ofrecen talleres de trabajo con junco y reciben visitas de estudiantes de distintos niveles.

La comunidad tiene su templo donde hacen ceremonias: “En enero se celebra la bendición de frutos y el inicio del año guaraní en septiembre. Contamos con un museo para exhibir diferentes hallazgos relacionados con la historia como comunidad”, agrega Badano, mientras hace de guía turístico por la zona con los visitantes que se sumaron. En su página web cuenta con diferentes formas de contacto, ya sea para visitas o talleres. En el Puerto de Frutos, existe un local de la Unión de Pueblos Originarios de Tigre y Escobar, donde se venden productos artesanales de distintas comunidades indígenas y, a la vez, difunden su trabajo y sus reclamos.

Jesica Zalazar, contadora, concejal de la comunidad y representante de las mujeres, comenta: “En este lugar se encuentran comunidades pluriétnicas. Hay toda una energía que se genera, donde nos encontramos con nuestros ancestros. También como mujeres es muy importante visibilizar nuestras luchas”, asegura. Zalazar tiene raíces guaraníes por parte de su madre; de niña vino con sus padres a vivir a Buenos Aires y se sumó a la comunidad. “El domingo es el día en que más confluimos, pero en la semana estamos presentes, ya sea para dar notas y hacer gestiones como con los cursos de lenguas. Yo también me encargo del papeleo. El trabajo es 24 x 7 y lo hago de corazón”, detalla.

Para Badano, “estos lugares sirven mucho para los que ya están muy arraigados en Sudamérica, sirve para conocer la historia donde uno vive independientemente de las raíces personales. Buenos Aires es un arraigo, a no ser que muchos quieran volver de dónde vienen sus ancestros; hay gente que tiene esa ilusión”. “Yo no tengo raíces indígenas y no tengo que confundirme inventando algo que no soy. Hay gente que tiene esa tentación, pero siento que si hiciera eso, sería irrespetuoso”, afirma Badano entre sonrisas y asegura que como persona se siente llamado a defender causas justas.

Marcelo Irigoitia es uno de los integrantes y dice que lo primero que lo llama es la lucha de los pueblos originarios: “Debería hacerme un análisis, pero mi fisionomía dice que soy parte de estos pueblos. Y si no lo fuera, lo haría igual”. Irigoitía tiene cuatro hijos, en la semana trabaja y los domingos va al lugar con su mujer Nancy González y sus dos hijos menores.

Alfonsina Bissoni es brasileña, casada con un argentino en su país, y ahora parte de la comunidad. Asegura que su madre le dijo que tiene raíces indígenas. Se enteró de Punta Querandí por Facebook y viene desde el 2019. “Me sorprendió mucho que haya este tipo de comunidades en Buenos Aires. Me acerqué un domingo a un taller de cestería. Ahí me enteré de los 14 años de lucha contra el avance de los barrios privados. Teníamos que hacer guardia las 24 horas, pero hoy ya se ganó”, comenta Bissoni acompañada de su hijo.

El objetivo de la comunidad no es hacer viviendas para habitar el lugar, sino reivindicar sus raíces, encontrarse con sus orígenes, revivir sus costumbres. Para ellos Punta Querandí es un lugar para encontrarse con sus ancestros, revivir su espiritualidad, “Se nos mintió que este lugar se pobló sólo a partir de la llegada de los europeos”, concluye Badano.