“Si gana Hillary Clinton, la legalización de la marihuana seguirá avanzando”

“Si gana Hillary Clinton, la legalización de la marihuana seguirá avanzando”

La periodista Cecilia González recibe a ANCCOM en su departamento en el barrio de San Telmo minutos después de terminar de escribir una nota sobre las numerosas manifestaciones sociales que se produjeron en estos ocho meses del gobierno de Mauricio Macri que, precisamente, se cumplen hoy. Hay que tener en cuenta -dice González- la convocatoria de mañana de las Madres de Plaza de Mayo en su Ronda número 2.000, y para el viernes la marcha nacional por la liberación de Belén, la joven tucumana presa desde hace dos años tras haber sufrido un aborto espontáneo.

Durante la mañana del viernes 29 de julio pasado la periodista, máster en Información Internacional, entrevistó al presidente Mauricio Macri antes de que se reuniera con su par mexicano Enrique Peña Nieto. Días después, la entrevista fue difundida, desde diferentes perspectivas, en Clarín, La Nación, Infobae, Télam, Perfil, Big Bang News, Diario Registrado, Buenos Aires Herald, entre otros medios.

Cecilia González es periodista hace 23 años. Nació en México y desde 2002 está radicada en Buenos Aires: es corresponsal de Notimex, la Agencia de Noticias del Estado Mexicano. Si bien cubre todo tipo de temas para la agencia, González cuenta: “Tengo compromisos explícitos con luchas de derechos humanos, despenalización del aborto, equidad de género, y víctimas de cualquier política, son los temas que a mí más me interesan”.

Su último libro, Narco Fugas. De México a la Argentina, la larga ruta de la efedrina (Editorial Marea), fue publicado en junio de este año y es la continuación de Narco Sur. La sombra del narcotráfico mexicano en la Argentina (Marea), y Todo lo que necesitas saber sobre narcotráfico (Paidós). Son los libros que la consagraron como una especialista en el tema.

Con seriedad y respeto, González le formuló a Macri preguntas que ningún otro periodista le había hecho antes, abordando desde la posibilidad de despenalización del aborto –un tema pendiente desde el siglo pasado, le aclaró al Presidente-, específicamente sobre el caso Belén, hasta su aparición en los Panamá Papers y la participación de represores en los festejos oficiales del Bicentenario de la Independencia Nacional.

En su entrevista eligió preguntar sobre diversos temas: el acercamiento que el gobierno propone entre Mercosur y la Alianza del Pacífico,  la posibilidad de revivir el ALCA que fracasó en la Cumbre de las Américas en 2005, los casos de Brasil y Venezuela, la posible relación entre los candidatos presidenciales de Estados Unidos Hillary Clinton y Donald Trump con el gobierno de Macri, sus cuentas en Bahamas, la legalización de la marihuana con fines medicinales y la descriminalización de los consumidores en Argentina, el cambio de paradigma internacional con respecto a la guerra contra el narcotráfico, la tragedia humanitaria que vive  México a raíz de esta guerra, la importancia de los organismos de Derechos Humanos,  el aletargamiento de los juicios de lesa humanidad y el envío de represores –criminales de lesa humanidad- a prisión domiciliaria. La entrevista se realizó en media hora: “Me sobraron cinco minutos –cuenta González-, porque Macri contesta muy breve, y además en algunas preguntas se quedaba como pensando ‘¿por qué me está preguntando esto, si la entrevista era sobre México?’”

 

En los libros y artículos periodísticos alertás sobre lo peligroso que es México para ejercer el periodismo en el contexto de la guerra contra el narcotráfico,  iniciada por el ex presidente Felipe Calderón en 2006,  y que produjo cien mil muertes, treinta mil desaparecidos, violaciones a los derechos humanos y violencia generalizada. En este contexto, ¿cuál es tu opinión sobre las políticas implementadas por Peña Nieto?

Enrique Peña Nieto llegó al gobierno en 2012 y parte de su estrategia fue dar por terminada por decreto la guerra contra el narcotráfico que había empezado, su antecesor, Felipe Calderón. El problema de esta guerra es que no se puede terminar por decreto. Durante el período de Felipe Calderón la violencia se expandió por todo el país, fue terrible. Si bien el narcotráfico era un problema prioritario y grave en México, todo terminó de estallar a partir de 2006 al declararse una guerra sin estrategia, sin personal especializado, con militarización. Siempre que se usó a los militares para combatir al narcotráfico, lo único que pasó es que aumentaron las violaciones a los derechos humanos. Enrique Peña Nieto no ha querido o no ha podido resolver toda esta situación, así que siguen acumulándose los muertos y los desaparecidos, con un agravante que se ha reforzado: el descrédito por parte del Gobierno de los organismos de derechos humanos nacionales e internacionales que están ayudando a las víctimas. No hay ningún respaldo de parte del Gobierno. Se crearon comisiones, pero en realidad todo se queda siempre en el discurso. En los hechos concretos, México es un país plagado de violencia y de injusticia.

¿Qué medidas creés que le correspondería tomar al Gobierno para parar esta masacre?

Hay una corriente internacional que está avanzado ante el fracaso de la guerra contra el narcotráfico… Ya llega a ser hasta sospechoso que se insista con tener una guerra contra el narcotráfico global, que tiene tres ejes: prohibicionismo absoluto de determinadas drogas ilegales, criminalización de los usuarios de drogas y el combate militarizado o de fuerzas de seguridad de alto nivel. Estos son los ejes de la guerra contra el narcotráfico que Richard Nixon lanzó o impuso a nivel mundial a principios de los años ’70. Pasaron casi cincuenta años, y ¿qué pasó en estas décadas? El narcotráfico se fortaleció, el consumo de drogas creció, el negocio se expandió, los cárteles o las bandas de crimen organizado están más fortalecidos que nunca, las ganancias son multimillonarias. Esto es una cuestión práctica, ni siquiera ideológica, si no quieres que sea ideológica como se plantean tanto Peña Nieto como Macri, que se presentan como líderes no ideológicos sino pragmáticos. Bueno, si eres pragmático, entiende que eso ya no funcionó. Entonces, hay una corriente de políticos, filósofos, académicos e incluso ex presidentes de la región, muy importantes, que se están planteando cambiar el enfoque. Por ejemplo, regular las drogas tanto en consumo, como en producción o venta, el caso más concreto ha sido Uruguay. Entender el fenómeno como un fenómeno de derechos humanos o de salud, no criminal. Es decir, dejar de ver al narcotráfico como exclusivamente un problema de narcotraficantes: es un problema de salud en el que hay que apoyar mucho más la prevención que el combate. Si tú ves los presupuestos de lo que Argentina, México o Estados Unidos invierten en combate narco y en prevención, es incomparable. Si se cambiara esa balanza, obviamente vas a tener resultados diferentes.

¿Y por qué creés que no cambian los pesajes de esa balanza?

Y… porque hay un discurso muy acendrado. Es un chip que nos metieron como sociedad: “El narcotráfico está manejado por hombres malos y hay que combatir a los hombres malos”. ¡No! El narcotráfico es mucho más que eso, es mucho más complejo. ¿Por qué son  ilegales las drogas que no se producen en Estados Unidos, y las que se producen en Estados Unidos sí son legales, como el alcohol y el tabaco? Cuando tú analizas la historia de las drogas ilegales, ahí empiezas a entender un poco. Todo esto tiene que ver con geopolítica, con capitalismo, con poderes. Yo ya escribí, también, acerca de que Estados Unidos le va a vender, por 300 millones de dólares, veinticuatro aviones de combate narco a  Argentina. Es un negocio, es básicamente por eso.

¿Qué rol cumplen los medios en esta crisis político social que presenta el narcotráfico?

Depende qué medio. Los medios alternativos (no los medios más influyentes) reportean mucho el tema de las víctimas porque es de las víctimas de lo que menos se habla, porque la ciudadanía o los medios se fascinan con la historia del Chapo Guzmán, pero muy poco hablan de las víctimas. Cuando llegó Peña Nieto, durante el primer año y medio, hubo masacres de las cuales el periodismo en México no habló. Me refiero al periodismo que trasciende…

Los medios hegemónicos…

No me gusta usar esa palabra.  

¿Por qué?

No me gusta usar palabras que se convierten en lugares comunes. Porque en Argentina hablar de medios hegemónicos se convirtió en un lugar común que tampoco explica el fenómeno de fondo y que te coloca en una posición política. Es un discurso político kirchnerista. Yo cuido mucho eso por mi trabajo, porque soy corresponsal extranjera y si uso esos términos, es como si apoyara al kirchnerismo. Por eso yo hablo de “los medios más influyentes”. Muchos de  mis compañeros en México estaban frustrados por completo porque cubrían lo que les ocurría  a las víctimas, y las víctimas del narcotráfico -de pronto- ya no estaban en las portadas de los medios, ni eran parte de la agenda, hasta que llegó el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. No importa qué tanto quieran manipular los políticos los medios de comunicación, hay momentos en que la realidad supera. La masacre de los 43 ni siquiera es la más numerosa, (que también es un parámetro de frialdad de los medios de comunicación), pero tuvo mucha influencia en cuanto a la repercusión internacional. Ahí fue cuando se modificó el escenario para el gobierno de Enrique Peña Nieto.

 

En la sesión especial sobre drogas de la ONU, que se realizó en abril de este año, se planteó un cambio de paradigma que pone en cuestión los tres ejes que mencionaste: la prohibición del consumo, la criminalización del adicto y la militarización del combate contra el narcotráfico. ¿Cómo ves a Argentina en este cambio de paradigma internacional?

Argentina va a la retaguardia, lo que me parece muy lamentable porque podría erigirse como un líder en la región en ese sentido. Y, sobre todo, porque el nuevo Gobierno apelando a su pragmatismo e insistiendo en que no tiene una ideología, podría plantearse como pragmático al enfrentar el problema del narcotráfico de otra manera. No lo está haciendo, todo lo contrario, está repitiendo las mismas fórmulas que mencionamos y que ya fracasaron y que se lo comenté al presidente Macri en la entrevista. Esas decisiones colocan a Argentina en la retaguardia, cuando en otros temas fundamentales de derechos civiles, Argentina es un ejemplo mundial. En cuanto a las políticas de drogas, Macri está muy temeroso de lo que pueda ocurrir, pero entre el temor que tiene de avanzar en legalización de marihuana medicinal, que sería un primer gran paso, le compra aviones a Estados Unidos. Peña Nieto propuso en la ONU –y nos sorprendió a todos, porque lo sacó de la galera- que avanzara la descriminalización de los consumidores y en la legalización de marihuana medicinal. Eso es muy importante. Es hacer cosas diferentes de todo lo que se ha venido haciendo.

Para conseguir resultados diferentes…

Exactamente. Cuando estudias el tema así, es interesante porque entiendes que hay algo de fondo que no nos dicen y es que las ganancias millonarias se quedan en los países más ricos, que los narcotraficantes siempre son latinoamericanos. Está plagado de clichés y de lugares comunes. Estados Unidos está siempre señalando con el dedito a América Latina, pero es el país que más consume drogas y nunca ha detenido a un gran narcotraficante estadounidense. Es como si las drogas pasaran y sólo hubiera latinos del otro lado vendiendo. Esto tiene que ver con lo fundacional, es el miedo a otro. La cocaína, la marihuana y el opio, del cual sale la morfina y la heroína, se prohibieron en Estados Unidos con la idea de que “los negros nos llenan de cocaína, los chinos de opio y los mexicanos de marihuana”. Esa ideología racista y xenófoba sigue operando en Estados Unidos, incluso en los temas de política exterior. Pero está demostrado  que las ganancias del narcotráfico quedan en bancos de Estados Unidos, ha habido casos judiciales en los que hubo bancos que lavaron miles de millones de dólares de los cárteles mexicanos, y ¿qué pasó con esos bancos? Nada. Es esa la impunidad: combatan, combatan, combatan y las ganancias están ahí. Hay mucha hipocresía.

Es un año electoral para Estados Unidos, ¿cómo creés que va a influir quien gane las elecciones presidenciales en el nuevo paradigma planteado?

Estados Unidos es el emblema del capitalismo, la mitad del país tiene aprobada la legalización de la marihuana, en su gran mayoría para fines medicinales pero también en otros estados muy importantes, para uso recreativo. Estados Unidos está a punto de autoabastecerse de marihuana: produce. Y, además, los estados en los que se legalizó, recaudan millones de dólares en impuestos. Si gana Trump, lo que pasa en Estados Unidos es una incógnita total. Nadie sabe. Yo he hablado con corresponsales estadounidenses. Si gana Hillary Clinton, la legalización de la marihuana seguirá avanzado y en algún momento será nacional. Este gobierno de Argentina que le tiene una admiración específica a ese país podría tomar por lo menos ese ejemplo ¿no? La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, suele hablar del Plan Colombia (un acuerdo bilateral entre Colombia y Estados Unidos) y los crímenes de derechos humanos que se cometieron en el marco de ese Plan son tremendos, pero esto parece que la ministra no lo sabe. Y siempre está hablando muy bien de eso. Bueno, si a Colombia lo pone de ejemplo, Colombia ya legalizó la marihuana medicinal. Tiene que ser un derecho civil que cada ser humano decida qué ingiere. Si no creen en eso y creen en los negocios, les diría “con esto ganarías con impuestos, ganarías como empresa”, como están haciendo en Uruguay. Con eso, realmente le quitas parte del negocio al narcotráfico. ¿Va a seguir habiendo tráfico? Sí, por supuesto, como sigue habiendo tráfico ilegal de tabaco y alcohol, existe ese tráfico pero no genera violencia. Lo que pasó en Estados Unidos y en otros países es que fue la sociedad la que fue pujando, fue de abajo hacia arriba. El único país que conozco que fue de arriba para abajo fue Uruguay, que a José Mujica no le importó que la mayoría de las encuestas decían que “no”.

¿Cómo hace para mantenerse el narcotráfico aún después de que los capos de los cárteles van cayendo?

Es un negocio multimillonario. Es el negocio que mejor aprovechó la globalización. Del cártel de Sinaloa, por ejemplo, se han encontrado células en más de 54 países. Los gobiernos y los medios anuncian con bombos y platillos las capturas de los capos, por ejemplo el del Chapo Guzmán, que es el caso más emblemático y que va a ser uno de los últimos capos, pero el negocio no lo maneja sólo el Chapo, tiene miles de personas, son empresas multinacionales del crimen. Los medios, con ayuda de los gobiernos, construyen imágenes cinematográficas, pero los narcos van y vienen; el negocio perdura, siempre hay un sustituto, porque el negocio está. Si fueran legales las drogas que hoy son ilegales seguiría habiendo tráfico, pero no a ese nivel.

En los libros Narco Sur y su continuación Narco Fugas utilizás diversos géneros – crónica, entrevista, prosa informativa, etc.- y lográs humanizar a los capos narcos dejando de lado las idealizaciones pero sin perder la complejidad de esas personas. ¿Cómo fue el proceso de producción de los libros y las entrevistas que realizaste?

Siempre me ha pasado con mis libros que son como un rompecabezas de historias que están flotando y solo tomo las piececitas. En el caso de Narco Sur, el escándalo de la efedrina estalló en 2008 y yo lo venía cubriendo, entonces me di cuenta que ahí tenía una historia para contar. Hice un primer gran índice, lo desarrollé, y además pensé cada capítulo como un trabajo periodístico en sí mismo; aunque enlacé historias, como el caso de María Marta García Belsunce relacionado con la llegada de los narcos mexicanos a Argentina. Mi editora, Constanza Brunet, me recomendó que me acercara más a los personajes. Yo tenía un poco de miedo, pero empecé a ir más a los juicios. Siempre, pese a entrevistar a presuntos criminales, traté de mantener distancia.

¿Cómo entablaste la confianza?

Les planteé que quería contar su versión de la historia, y siempre de manera respetuosa. Llevo 23 años trabajando como periodista, y siempre me ha ayudado mucho no juzgar, yo sólo quiero contar sus historias, tratar de entender qué pasa para que no quede sólo la versión incriminatoria.

Y, ¿cuál es tu mayor virtud como periodista?

Yo siempre decía que no soy buena entrevistadora, siento que soy mejor cronista y mejor analista, mejor observadora que entrevistadora. Pero después de la entrevista a Macri, hay gente a la que le gustó y me va a retar por decir esto… Me siento más cómoda en el plan de cronista, de detalles, es lo que más me gusta. Y en lo que más me siento capaz es en el análisis de la realidad, lo que hago en Facebook.

¿Cuándo empezaste hacer esas publicaciones más analíticas en Facebook?

Siempre… Pero con las campañas del año pasado empecé a tener más lectores porque tengo una mirada externa, tratando de mantenerme al margen, si bien es muy explícito que tengo compromisos con luchas de derechos humanos, despenalización del aborto, equidad de género, y víctimas de cualquier política, son los temas que a mí me interesan.

¿Viste la serie Breaking Bad, de Netflix?

La vi porque me lo preguntaban en las entrevistas, vi cuatro capítulos pero no me enganchó y además me pareció muy peligroso porque son de esas series que convierten en héroes a criminales. Aunque en este caso sea ficción, me parece todavía más grave cuando son ficciones de casos reales como los de Pablo Escobar, que se lo convirtió en héroe, y eso es muy peligroso socialmente hablando. Y además, volvemos a que las víctimas siempre quedan en segundo plano. El año pasado detuvieron en Argentina un productor de drogas sintéticas –que luego soltaron porque las drogas que él elaboraba no estaban dentro de la lista de drogas prohibidas- pero cuando lo arrestaron tenía una camiseta del protagonista de Breaking Bad. Y en marzo de este año detuvieron a un mexicano que en un chat decía que quería hacer lo de Breaking Bad acá. Hasta los criminales se inspiran con esas series.

Tenías un tiempo muy limitado para entrevistar al Presidente, ¿alcanzaste a hacerle todas las preguntas qué habías pensado?

Sí, de hecho me sobraron cinco minutos porque Macri contesta muy breve, y además en algunas preguntas se quedaba como pensando: “¿Por qué me está preguntando esto si la entrevista era sobre México?” Por ejemplo, si me dieran la entrevista con Cristina Fernández de Kirchner sería bravo porque es todo lo contrario. Pero pedí entrevistas y jamás me dio una. Eso era antidemocrático. Fue uno de los grandes errores del kirchnerismo que se subsanaban muy fácilmente dando una simple conferencia de prensa, además porque la ex Presidenta tiene con qué responder, tiene argumentos y carácter.

En la crónica que escribiste sobre la entrevista que le hiciste a Macri, en revista Anfibia, resaltás el valor positivo de la apertura de los políticos hacia la prensa, no tanto por lo que dicen los políticos sino por cómo lo dicen. De Macri ¿qué destacarías de su comunicación no verbal según los temas que fueron abordando?

Ratifiqué que su animadversión con Venezuela, no es con Venezuela sino con el gobierno venezolano. Se altera emocionalmente, lo odia, se nota. Pero no le alteró ni un músculo cuando le pregunté sobre los represores que habían marchado durante el Bicentenario de la Independencia o esto de que los criminales de lesa humanidad se sientan amparados en su gobierno. Y también es notoria la falta de empatía que tiene hacia cualquier tipo de víctima; me impresionó, incluso por una cuestión de ser políticamente correcto, podría haber dicho “lamento lo que está ocurriendo en México”, pero nada, cero. Y el caso Belén…

“Me parece que no me consta”…

No tiene sensibilidad social, ni empatía alguna por las víctimas.

¿Esa es una característica del gobierno en general?

La canciller Susana Malcorra, por ejemplo, tiene otra manera de expresarse y vincularse,  me parece que es de lo mejor que tiene el gabinete, lejos. El discurso que dio en la ONU no tiene nada que ver con lo que hace acá Patricia Bullrich, ahí hay un cortocircuito absoluto. Igual, Malcorra es diplomática… Aunque por ejemplo, Héctor Timerman, no era nada diplomático siendo canciller.

Al terminar la entrevista señala, algo frustrada, que está acostumbrada a responder sencillamente las preguntas que figuran en las contratapas de sus libros: “¿Cuál era la relación entre la ruta de la efedrina y el triple crimen?, ¿Qué une al Chapo Guzmán con los hermanos Lanatta y Schillaci?, ¿Aníbal Fernández es la Morsa?, ¿Qué ocurrió con la mafia de los medicamentos y el financiamiento de la campaña de Cristina Fernández de Kirchner?” Más de cincuenta acreditaciones están colgadas detrás de la corresponsal. Su taza de café ya está vacía y por la ventana se ve que afuera oscureció. La notebook sigue prendida en su escritorio pero con esta entrevista finalizó su arduo día de trabajo.

 

Actualizada 10/08/2016

Larga noche de bastones

Larga noche de bastones

“[…] Entonces entró la policía. Me han dicho que tuvieron que forzar las puertas, pero lo primero que escuché fueron bombas, que resultaron ser gases lacrimógenos […] soldados que nos ordenaron, a los gritos, pasar a una de las aulas grandes, donde se nos hizo permanecer de pie, con los brazos en alto, contra una pared. El procedimiento para que hiciéramos eso fue gritarnos y pegarnos con palos […] todo el mundo (entre quienes me incluyo) estaba asustado y no tenía la menor intención de resistir. […] Nos agarraron a uno por uno y nos empujaron hacia la salida del edificio. Pero nos hicieron pasar entre una doble fila de soldados, colocados a una distancia de diez pies entre sí, que nos pegaban con palos o culatas de rifles […] yo (como todos los demás) fui golpeado en la cabeza, en el cuerpo, y en donde pudieron alcanzarme”, detalla aterrorizado el profesor norteamericano Warren Ambrose, en una carta enviada el 30 de julio de 1966 al editor del The New York Times, que puso en conocimiento al mundo de los sucesos de la “Noche de los Bastones Largos” en la Universidad de Buenos Aires, bajo la dictadura del general Juan Carlos Onganía.

Autoproclamada “Revolución Argentina”, la dictadura del ’66 disuelve el Congreso de la Nación, destituye a la Corte Suprema de Justicia, interviene las provincias y prohíbe toda forma de actividad política. Al mes de la asunción, el 29 de julio de 1966, mediante el decreto-ley 16.912 ordena la intervención de las universidades nacionales, poniendo fin al gobierno tripartito formado por profesores, graduados y estudiantes, y a un período que se conoce como la “Edad de Oro” de la universidad argentina, en la que se promovía la autonomía, se vinculaba la investigación a la enseñanza, y se buscaba la modernización, la renovación de programas y la creación de nuevas carreras, entre otros objetivos.

La guardia de infantería de la Policía reprimió, la noche del 29 de julio, a estudiantes y profesores de cinco facultades de la UBA, dejando como saldo cientos de heridos y unas 300 personas detenidas. Uno de los hechos más brutales se desarrollaron en el edificio de la calle Perú 222, en la histórica Manzana de las Luces, donde en ese momento se emplazaba la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN). Pero también se sufrió la represión en la Facultad de Filosofía y Letras en su antigua sede de Independencia 3065, y en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, en ese momento con dependencias en el predio del actual Centro Municipal de Exposiciones de la Avenida Figueroa Alcorta.

Como resultado, más de 1.300 docentes renunciaron y continuaron sus investigaciones en otros países. Significó la mayor emigración de científicos del país. También algunas carreras permanecieron sin actividad académica por este motivo.

Ventana de la Sala de Profesores de la Facultad de Filosofía y Letras.

Ventana de la Sala de Profesores de la Facultad de Filosofía y Letras.

A 50 años de estos acontecimientos las autoridades de la UBA y autoridades del actual Gobierno Nacional realizaron una Jornada de conmemoración durante el jueves y viernes pasado en el Colegio Nacional Buenos Aires y la Manzana de Las Luces. Se homenajeó a docentes, alumnos, investigadores, graduados y no docentes que defendieron la Universidad en 1966, pero también, se expusieron más de 25 ponencias de investigadores que -más allá de recurrir a la memoria de las víctimas- indagaron sobre documentos, testimonios, cruzaron datos y construyeron de este modo, análisis y perspectivas sobre la Noche de los Bastones Largos, que ni los propios protagonistas dicen conocer con tanta precisión.

“Los investigadores saben más que nosotros que lo vivimos, porque nosotros nos manejamos con la memoria, y la memoria es una construcción, nosotros somos como una momia que tiene una visión de los acontecimientos y lo ve desde su sarcófago”, explica al público el arquitecto Jorge Cortiñas en la mesa redonda “Los docentes de la UBA frente a la intervención de la Universidad”.

 

***

Raúl Carnota, matemático licenciado en la FCEN de la UBA y magister en Epistemología e Historia de la Ciencia, coordinó y participó de muchas de las ponencias expuestas durante la Jornada y, en diálogo con ANCCOM, resaltó: “De la realización de la Jornada, destaco la parte más académica y de recopilación documental. La memoria es traicionera y uno embellece su pasado y lo cambia permanentemente de acuerdo a la perspectiva del momento. Me parece que más allá de haber planteado actividades de homenaje, que están muy bien por cierto, es interesante la convocatoria que se hizo a trabajos realizados por investigadores jóvenes que miran el episodio desde una óptica distinta, el investigador que rastrea documentos, cruza testimonios y los analiza, tiene un valor muy importante”.

Esa Noche del ’66, Carnota tenía 17 años y era alumno del Colegio Nacional Buenos Aires: “Estuve ahí con un grupo de estudiantes del Nacional, en la doble fila de bastones y pasé la noche en la comisaría 22. Mi primer contacto con estudiantes de Exactas fue en la celda, sabía lo que estaba pasando pero igual escuchaba y me asombraba todo lo que decían sobre las circunstancias políticas”.

Al poco tiempo ingresó en Exactas a estudiar Matemáticas: “En realidad esa carrera fue una de las carreras que no tuvo tantas deserciones, quedaron una cantidad importante de profesores de los más renombrados con lo cual no me pasó de que no tuviera con quién cursar, como pasó con la gente de Física”.

En este sentido, la ponencia de Martín Unzué, Economista y Doctor en Ciencias Sociales de la UBA, da cuenta de que el ataque a la Universidad no operó del mismo modo sobre todas las universidades nacionales, ni de la misma manera sobre todas las Facultades de una misma Universidad: “En la UBA […] mientras se purgan cátedras, laboratorios, equipos de trabajo y se producen cientos de renuncias en algunas de sus Facultades, en otras se respetan más las continuidades, no hay grandes conmociones, incluso se puede encontrar el estrechamiento de vínculos entre la comunidad académica y los nuevos gobernantes” de ese momento.

Mayo 1966. Alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras corriendo por la vereda de la calle Independencia al 3000 con dirección a la calle Rioja.

Mayo 1966. Alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras corriendo por la vereda de la calle Independencia al 3000 con dirección a la calle Rioja.

 

El trabajo de Unzué busca dar cuenta de “la otra cara: los apoyos al golpe de Estado de Onganía en la comunidad académica de la Universidad de Buenos Aires” y destaca particularmente a un conjunto de profesores que surgen de la -en ese entonces llamada- Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y la Facultad de Ciencias Económicas que jugaron un papel importante en aquella dictadura.

A su vez, Sebastián Califa, sociólogo y también Doctor en Ciencias Sociales de la UBA, en su ponencia sobre el movimiento estudiantil de esa época, señala en el mismo sentido que, a 50 años de aquel golpe de Estado, resulta necesario imbuirse en los apoyos internos que conllevó a la intervención de la universidad, “no sólo para sacar del olvido las complicidades del caso, sino también para entender cómo dicha intervención triunfó en lo inmediato”.

Además, durante la jornada se proyectaron diversos documentales sobre la Noche de los Bastones Largos, que atesoran las voces de eminencias de la comunidad académica, testigos y víctimas de los acontecimientos y las trae al presente, tales como. Rolando García (Decano durante 1957-1966 de la FCEN), Manuel Sadosky (Vicedecano durante 1957-1966 de la FCEN) y el arquitecto Horacio Pando (Decano en 1966 de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo), entre otros.

“El Decano de Derecho y los grupos de derecha extrema que había en las grandes facultades -señala Rolando García en el documental producido por Canal Encuentro y UNSAM- fueron los reales responsables, los que nos denunciaron como subversivos, como comunistas”.

***

La ponencia de Alfredo Siedl y Margarita Robertazzi sobre “el significado de la Noche de los Bastones Largos para la dictadura militar de 1976” propone “reconstruir el contexto político–ideológico que la intervención universitaria pretendió imponer a la sociedad, […] el combate contra cierta cultura predominante, 50 años atrás, contó con un amplio grupo universitario dispuesto a resistir la intervención declarada. Con otras configuraciones, continúa una controversia entre dos proyectos: uno a favor de los principios de la Reforma Universitaria, de la autonomía; otro, francamente reaccionario, destinado a ir socavando y vaciando de contenido crítico a la universidad”.

Silvia Elsa Braslavsky, experta en fotobiología, se licenció en química en la UBA y fue docente allí: “En ese momento era una activa militante de la asociación de graduados reformistas, y esa noche nuestros proyectos se terminaron –explica Braslavsky al público, conformado en gran parte por ex compañeros, o profesores de la misma generación-. Nuestras vidas siguieron cursos muy diversos. Un grupo numeroso se fue a Chile, se conservaban los grupos de trabajo. Aunque hicimos vidas académicas diversas y en distintos países, hemos conservado la unidad del grupo de cinética química”.

“En la primera semana de agosto [de 1966] se produjeron 1.378 renuncias de docentes en la UBA: 391 en la FCEN, 305 en Filosofía y Letras, 268 en Arquitectura y Urbanismo, 180 en Ingeniería, 66 en Derecho, 35 en Ciencias Económicas, 34 en Medicina, 20 en Agronomía y Veterinaria, 14 en Farmacia y Bioquímica, 2 en Odontología y 63 en los Institutos dependientes de Rectorado”, enumeran Braslavsky y Raúl Carnota en su ponencia sobre el rol de la Fundación Ford para la migración de renunciantes.

Carro de asalto estacionado en la puerta de la Facultad de Filosofía y Letras en la avenida Independencia.

“En la primera semana de agosto se produjeron 1.378 renuncias en la UBA”, según la ponencia de Carnota y Braslavsky.

“Uno de los grandes problemas de la dependencia latinoamericana –puntualiza Braslavsky- es que los científicos conocen más a sus mentores o colegas de los países industriales que a sus colegas del continente sudamericano. Y con ese grupo de la Noche de los Bastones Largos logramos crear un Encuentro Latinoamericano de fotoquímica que se reúne cada dos años hasta el día de hoy. En esa misma tónica, a través de mi vida académica que me llevó a Alemania, después de sufrir también los avatares del ’74, logré tener una relación muy fuerte con la comunidad científica argentina desde el retorno de la democracia”.

También Braslavsky cuenta al público que, junto a Carnota, realizaron biografías de los renunciantes de Exactas que han muerto y señala que antes de eso, desconocía la magnitud de lo que se había perdido. “Me hizo reflexionar muchísimo acerca de lo que significa la pérdida –concluye-  y de lo que significan los quiebres institucionales: creo que hay que tratar de mantener las instituciones en el marco de la constitucionalidad y no dar portazos, aún cuando nos parezca que el que gobierna no hace lo que debe hacer”.

Actualizada 03/08/2016

“Los Oesterheld”, una biografía familiar

“Los Oesterheld”, una biografía familiar

“Mi nombre es Elsa Sánchez de Oesterheld y soy la mujer de Héctor Germán Oesterheld, famoso en el mundo por haber escrito la historieta El Eternauta. En la época trágica de este país desaparecieron a mis cuatro hijas, mi marido, mis dos yernos, otro yerno que no conocí, y dos nietitos que estaban en la panza. Diez personas desaparecidas en mi familia. Pero prefiero recordar los años en los que fui feliz”. Así se identifica Elsa, en primera persona, en el libro biográfico Los Oesterheld (Sudamericana) de las periodistas Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami, publicado a mediados de este mes.

Los Oesterheld es una investigación periodística profunda que llevó cinco años de producción. Como resultado las autoras lograron una biografía coral nunca antes contada sobre la familia Oesterheld que, si bien se centra en la década del 70, da cuenta a su vez de décadas anteriores que fueron determinantes en la conformación familiar: la biografía de Héctor y Elsa, la casa de Beccar, las biografías de cada una de sus hijas y sus yernos, y también el origen de la militancia, la identidad peronista, la incorporación a Montoneros, los verticalismos y las disidencias, la clandestinidad, la diferencias familiares, la lucha armada, la represión, las desapariciones, la muerte y la tragedia, y después de todo eso, la vida de Elsa y sus nietos, Martín y Fernando.

Tanto El Eternauta como la familia Oesterheld se convirtieron en un símbolo. “Y lo que pasa con los símbolos –explica Nicolini- es que quedan vaciados. De algún modo, el libro viene a llenar ese símbolo. Los Oesterheld representan la tragedia y si te quedás sólo en eso no tiene mucho sentido. Lo mismo pasó con El Eternauta: qué significó, cómo era el Héctor que hizo El Eternauta y El Eternauta II, por qué trasciende generaciones, años, y lo leés hoy y te parece una obra magnífica. Si empezás a leer sobre su historia, de dónde venía y que a él le interesaba la historieta, entendés cuál es la esencia de eso que se convirtió en un símbolo”.

Los Oesterheld es una investigación periodística profunda que llevó cinco años de producción. Como resultado las autoras lograron una biografía coral nunca antes contada sobre esa familia.

Una de las características notables del libro es que consigue representar la complejidad y multiplicidad de personalidades de los protagonistas basándose en más de doscientos testimonios que recogieron las periodistas y en documentos aportados por Elsa, Martín y Fernando. “Las cartas –señala Beltrami- fueron muy importantes como fuente y, en el relato, definen a los personajes que nosotras describimos previamente con acciones y testimonios”. “Desde un principio accedimos a todo el material –completa Nicolini-. Las cartas son importantísimas porque de ahí sacamos información sobre ellos que complementa lo que nos decían los testimonios o que a veces ponían en jaque, o cuestionaban a los mismos testimonios. Las cartas son el único lugar donde encontramos la voz real, cómo se expresaban. Porque si no siempre está mediado por testimonios de otros”.

Uno de los obstáculos más grandes que tuvieron que sortear las escritoras para realizar la investigación fue el sistema utilizado por Montoneros por seguridad: si alguno caía no tenía la información para después delatar a los otros. Señala Beltrami: “Uno de los ejes de la investigación era la vida de chicas que eran jovencitas cuando desaparecieron y que se definieron o terminaron de crecer durante la militancia. Enfocamos mucho en eso y durante la militancia el sistema de Montoneros era el tabicamiento: por seguridad en cada uno de los grupos en general no sabía casi nada de la vida privada de los integrantes, es decir, no sabían el nombre real, el apellido. Eso nos complicó un poco la investigación porque de cada uno de los entrevistados sabíamos muy poquito”.

“De Héctor Oesterheld –puntualiza Nicolini- sólo sabíamos todo lo que había sobre su obra, pero al haber tan poco publicado sobre su vida familiar y militante, nuestra principal fuente de información fueron los testimonios. Pero, al estar tabicados, muchos de los compañeros entre sí no sabían quién era el otro. Todos se conocían por nombre de guerra. Entonces, armar esa red y empezar a unir el nombre de guerra con el nombre real y que cada entrevistado además nos habilitara por ahí otros contactos a personas a las cuales ni siquiera había vuelto a ver quizás después de la militancia. Nos decían: ‘Mirá, me acuerdo de un tal Raúl López que militaba en Sur y me lo encontré en el ’85 que estaba trabajando en una librería’. Y entonces nos convertimos en sabuesos de esas personas que nunca habían hablado, y que por ahí era un testimonio clave que nos llevaba hasta dos meses contactar. Y, consecutivamente, esa persona te habilitaba otras”.

Al principio, describen las autoras, muchos tenían miedo de hablar demasiado de la época de la militancia, pero gracias a una red que se fue armando esa situación cedió. “Y además, el clima de época ayudó, porque el gobierno anterior había revalorizado la militancia y las políticas de memoria, verdad, justicia. Se sentían más amparados por una política pública que ya no los veía a ellos como sospechosos, como los había visto la Teoría de los Dos Demonios. La militancia era algo a valorar y no algo por lo que tener culpa, miedo o vergüenza”.

Elsa falleció el 20 de junio de 2015 a los noventa años y no alcanzó a leer el libro. “Siempre fue muy accesible para hablar de su propia historia –señala Nicolini-. Hay muchas Elsas también: no era la misma que hablaba hace 30 años, que todavía estaba muy dolida, muy enojada, tenía mucho miedo, a la que accedimos por entrevistas que habían hecho otros, también por un documental y testimonios de ella que fue dando durante todo este tiempo, que cuando nosotras la entrevistamos. Habían pasado muchísimos años de la tragedia y también había hecho un cambio ella, estaba mucho más permeable a hablar de esas cosas desde otro lugar, menos enojada, más contenida”. “Además, Elsa formaba parte de Abuelas -dice Beltrami- y por primera vez el Estado apoyaba con políticas públicas al organismo. Entonces al cambiar el relato de época ella estaba situada en otro contexto”.

“Con Elsa –cuenta Nicolini- nos pasaba que era muy potente y era como el contraste entre la historia de la militancia y ella como la voz que siempre advertía qué podía llegar a pasar, a dónde iban. Además, era la única que estaba viva, la única que podíamos entrevistar y que nos podía decir lo que realmente pensaba ella, lo que realmente le había pasado. Entonces nos parecía tan potente eso que ni siquiera ameritaba que nosotras mediáramos su voz, su sola voz oficia como una columna vertebral que va recorriendo todo el libro. Y, además, al poner su propia voz, permitimos que aparezcan todas las complejidades. Es ella misma la que te demuestra que era una persona muy lúcida y que veía todo lo que pasaba”.

«Al principio, muchos tenían miedo de hablar demasiado de la época de la militancia, pero gracias a una red que se fue armando esa situación cedió».

LA HERRAMIENTA HISTORIETA

El 23 de julio Héctor Oesterheld, hito de la historieta argentina y mundial como guionista, hubiera cumplido noventa y siete años. Tenía veinticuatro cuando conoció a Elsa. A esa edad ya le decían Sócrates, porque sabía de todo y tenía una cultura general impresionante. Primero se dedicó a la Geología, pero abandonó para dedicarse a escribir. Se casó con Elsa y tuvieron cuatro hijas. El éxito de El Eternauta, su propio sello editorial Frontera (que tras ser un boom se fundió), las deudas, el interés por la juventud, las relaciones sociales, sus conversaciones con Borges, su talento para la ciencia ficción, su trato con los dibujantes, su casa, gustos, ideas, su personalidad, los viajes a Europa para vender los materiales que producía, la inestabilidad económica, su forma de demostrarle amor a las hijas, su forma de crianza, los momentos conyugales felices y difíciles con Elsa y el creciente interés por la política y por lo que sucedía en su tiempo, son tan sólo algunos aspectos que el libro Los Oesterheld aborda de Héctor, ofreciendo per se una múltiple y compleja interpretación del Oesterheld hijo, padre, esposo, hermano, tío, amigo y compañero.

Si bien Héctor era el más expuesto por ser mundialmente reconocido por sus guiones, fue el que mejor se camuflaba cuando militaba en la clandestinidad…

Fernanda Nicolini: Claro, él era grande.

Alicia Beltrami: Era grande en una organización juvenil.

FN: Héctor entra a militar en Montoneros pero sigue produciendo -con sus recursos- historietas. No es que cambia completamente y se vuelca a hacer otra cosa. Él seguía pensando en la historieta como una herramienta. Al principio, cuando no militaba, en los años ‘50 y ’60, pensaba en las historietas como una herramienta educativa porque pensaba que “si los chicos no leen libros, pero leen historietas por lo menos que aprendan algo”. A él le interesaba que fuera un género popular, hacer popular la literatura a través de la historieta. Decía que no leía historietas, que sólo leía literatura y sobre política, y sin embargo pensaba que la historieta era el arma más potente para hacer popular un género.

AB: A él le interesaba la cultura popular y educar.

FN: Después, cuando entra en Montoneros, en Prensa, -haciendo el recorrido que está en el libro-: en el diario Noticias, en El Descamisado, en Evita Montonera, y hasta el último día, cuando dice que quiere hacer una historieta con los documentos de Montoneros que no se entienden nada y son aburridísimos, sigue pensando en el valor de su herramienta, de la historieta como una herramienta política. En un momento en el cual la potencia para Montoneros pasaba por otro lado, sin embargo él tenía esa convicción.

Hector Oesterheld en el departamento de Guillermo Saccomanno durante la entrevista que él y Carlos Trillo le realizaron en 1975. Lucía Capozzo tomó la imagen.

Hector Oesterheld en el departamento de Guillermo Saccomanno durante la entrevista que él y Carlos Trillo le realizaron en 1975. Lucía Capozzo tomó la imagen.

También en plena clandestinidad, cuando le comunican que lo querían premiar en Italia y él se preguntaba si ir o no ir, ustedes cuentan que él pensaba en ir a Italia porque podía servir para difundir lo que estaba pasando…

AB: Sí, y además desde la información, desde lo cultural, continuó con la misma línea de cuando les mandaba esas cartitas a sus hijas desde Londres en las que les decía, en otras palabras, que tenían que estudiar,  que tenían que tener empatía con los desposeídos.

LOS CAMINOS DE LA MILITANCIA

“Nosotras en el libro –afirma Nicolini- sacamos a Estela, Diana, Marina y Beatriz (las hijas de Oesterheld y Elsa) del arquetipo ‘Montonero’, pero también del arquetipo de las cuatro chicas lindas de las fotos. Son las dos puntas: por un lado, esa foto idílica de la casa de Beccar donde todo era maravilloso, y por otro, la postal final de la tragedia con la familia devastada. Nuestras preguntas estaban en el medio, quiénes fueron, qué sentían, por qué se largaron a militar, cómo era cada una, cómo era cada una dentro de Montoneros, cómo se vinculaban entre ellas cuando militaban”.

¿Cómo lograron superar las visiones positivas y negativas preconcebidas sobre la organización Montoneros y sus militantes? ¿Con qué disyuntivas históricas se encontraron para caracterizar a esa organización en la que militaba la familia Oesterheld en el libro y a los propios protagonistas de esta historia?

FN: Nuestra premisa inicial es que no había un montonero modelo. A partir de la bibliografía militante que existe, la de Galimberti, o la de Firmenich, la historia de Montoneros siempre fue contada desde el mismo lugar, el de la Conducción Nacional, con personajes mucho más rígidos; vimos que lo que se decía y cómo estaba narrada la historia era casi monolítico. Entrevistamos a casi doscientas personas que militaron en diferentes momentos de Montoneros, con cada particularidad y en diferentes regiones geográficas: una cosa era militar en zona norte, que era un cruce entre las villas con los chicos de clase media que venían de las iglesias católicas, otra cosa era militar en la zona sur, que tenías el cruce con la clase más obrera, las fábricas y la Resistencia peronista como antecedente. Y después, estaba cada uno de ellos. Cuando fue el pase a la clandestinidad no todo el mundo se quedó en Montoneros, algunos se fueron. Cuando Montoneros empezó a exigir la militarización, algunos no estaban de acuerdo, otros sí y cada uno tenía su argumento válido.

AB: Eso estuvo bueno, porque al haber hecho tantas entrevistas nos encontramos con aquellos que seguían reivindicando algunos principios y otros que habían hecho una autocrítica muy profunda. Entonces tuvimos todas esas miradas y la idea principal del libro fue ponerlos a ellos en todas esas versiones sin juzgarlos. En otras palabras, mostrar todas las miradas posibles de la historia. También nos permitió complejizar la visión sobre Montoneros. Todos los miembros de la familia Oesterheld (excepto Elsa) y las parejas de las chicas integraban diferentes espacios dentro de la organización: una militó en la Unión de Estudiantes Secundarios, otra en el Movimiento Villero Peronistas, otra en el Movimiento de Inquilinos Peronistas, otro en Prensa (Héctor), en la zona sur y en la zona norte donde había características distintas. La pregunta básica fue: ¿Por qué las hijas de Oesterheld empezaron a militar? ¿Qué hacían?

FN: Y cada uno dio una respuesta diferente. ¿Por qué tienen hijos si era peligroso? Y cada uno tiene su respuesta. Uno nos dijo: “Estábamos en el ’76, sabíamos que se iba todo a la mierda, no sabíamos si tener un hijo o no y en un momento mi mujer me dice ‘¿y si sale bien? ¿A quién le vamos a dejar este nuevo mundo?’. Y… tengamos un hijo”. Cada uno tenía su respuesta de por qué seguir y por qué no. En ese punto se te derriban todos los preconceptos. Cualquier teoría, partiendo de la Teoría de los dos Demonios hasta las que siguen ahora de revisión histórica, se desarma.

AB: Además era una época de mucha vitalidad, militaban con mucha necesidad de ‘lo vital’. Buscaban eso en medio de la noche  que se venía en el ’76 buscaban encontrar un poco de amor y llenarse de vitalidad en medio de esa oscuridad.

FN: Sí, se enamoraban, formaban parejas, tenían sexo, iban al cine, se juntaban a comer algo rico…

A las hermanas Oesterheld les pasaba, por su belleza pero sobre todo por su inteligencia, formación y compromiso ante la vida y para con las personas, tuvieron pretendientes y relaciones a pesar de su corta edad. En su último tiempo de vida -antes de que las secuestraran- tres de las cuatro estaban en pareja: Estela con Raúl “el Vasco” Mórtola, Diana con Raúl Araldi, Marina con Alberto Seindlis y Beatriz con Miguel Hurst, pero al tiempo se separó.

Estela y “el Vasco” tuvieron a Martín Miguel Mórtola Oesterheld que, tras la desaparición de sus padres, se crió desde muy chico con su abuela materna, Elsa. Diana y Raúl Araldi tuvieron a Fernando Araldi Oesterheld, que se crió, también desde pequeño, con sus abuelos paternos.

“Cuando escribimos el libro –relata Nicolini- nos parecía que tenían mil años, pero ninguno había llegado a los 30, se casaban a los 20, tenían sus hijos a los 21. Todo pasaba en un tiempo muy compacto”.

Permanecen desaparecidos Diana, Marina (embarazadas ambas), Estela y Héctor Oesterheld, y tres yernos: “el Vasco”, Seindlis, y Rodolfo Bourdieu (que había sido una primer pareja de Diana). Sólo el cuerpo de Beatriz fue devuelto por el Ejército a la madre y pudo ser velado y enterrado. Mucho tiempo después, en 2010, el Equipo Argentino de Antropología Forense halló el cuerpo de Raúl Araldi.

“Lo que pasó con los propios militantes –concluye Nicolini- también le pasó a Elsa, no porque ella cambiara su pensamiento en relación a la cúpula Montonera o de la lucha armada de la cual ella siempre fue súper crítica, pero al ver que públicamente la militancia comenzaba a ser revalorizada, sus propias hijas empezaron a ser revalorizadas. Entonces esa tragedia, todo lo que había pasado, empezaba a tener un sentido social; es decir, dejaba de ser una tragedia personal y solitaria y empezaba a estar dentro de una trama colectiva”.

Una de las últimas fotos familiares de Elsa, con sus cuatro hijas y sus dos nietos. Diana con Martín, Miguelito en brazos, Marina y Elsa, de pie. Debajo, Beatriz y Estal con Fernando, de meses, en enero de 1976.

Una de las últimas fotos familiares de Elsa, con sus cuatro hijas y sus dos nietos. Diana con Martín, Miguelito en brazos, Marina y Elsa, de pie. Debajo, Beatriz y Estela con Fernando, de meses, en enero de 1976.

LAS PIEZAS DE UNA HISTORIA

Los Oesterheld es el primer libro que las autoras realizan juntas y, si bien tienen una vasta experiencia en el campo periodístico, es notable la precisión, constancia y profundidad con la que llevaron a cabo la investigación durante cinco años y cómo, en el libro, ponen en valor la recolección de información, documentos y testimonios difíciles de hallar, haciendo que el lector se compenetre con la trama de la historia de una forma novedosa, con el recurso de cartas, voces en primera persona que interpelan e incluyendo datos valiosos que no se conocían.

En esta línea Nicolini, embarazada de cinco meses, y Beltrami, embarcada ya en otros proyectos profesionales, cuentan cómo se transformaron ellas en el proceso de producción de Los Oesterheld: “El libro nos atravesó –afirma Beltrami- y también nos pasaron un montón de cosas en estos cinco años. Profesionalmente, crecimos un montón entendiendo, complejizando la historia, tratando de abordar los personajes desde un lado más profundo y complejo. También, el cuarto año hacíamos entrevistas mucho más rápido de las que hacíamos en el primero. A su vez, hicimos una comparación leyendo a Héctor en sus historietas e historias: había algo que siempre resonaba que era su capacidad de síntesis creativa, muy emotiva“.

Por otro lado, Nicolini explica: “Aprendimos a lo largo de estos cinco años que uno avanza muy seguro de sus propias hipótesis haciendo asociaciones que después todo el tiempo los testimonios, las cartas y las pruebas nos refutaban. Entonces aprendimos a desconfiar de nuestras propias hipótesis y nuestra propia lógica y a estar mucho más atentas a escuchar a los demás y a lo que te ofrecen los recursos y fuentes que tenés. Es un ejercicio a toda fuerza de humildad”.

En la última etapa de la producción del libro las autoras trabajaron con los nietos: Martín y Fernando. Ellos leyeron todo lo que estaba escrito y trabajaron juntos algunas partes. Cuenta Nicolini: “Martín, que se crió con Elsa, nos ayudaba mucho a entender cierta lógica de por qué Elsa reaccionaba de determinado modo o por qué tenía determinada mirada. Esto de marcar el origen social de Elsa, que no es un detalle que ella viniera de una familia de inmigrantes, de clase más laburante”.

También, las periodistas subrayan que para Martín y Fernando fue muy fuerte ver muchas piezas juntas: “Ellos sabían algunas cosas, pero muy aisladas, y otras directamente no las sabían. Por ejemplo, Fernando no sabía que tenía una madrina que apareció a partir de la investigación, hay compañeros de militancia de los padres de Martín que él no sabía que lo habían sido pero los conocía por otro lado y empezó a relacionar cosas. Él nos dijo que la historia de la familia eran millones de piezas desparramadas y con este libro por primera vez las puede ver juntas”.

 

*¨¨*¨¨*

La presentación de Los Oesterheld (Sudamericana) será el 2 de agosto a las 18 en el Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543.

Participarán: Estela de Carlotto, presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, a la que perteneció Elsa Sánchez Oesterheld; el dibujante y humorista gráfico Miguel Rep, que conoció Héctor Oesterheld de joven; y el historiador y ex militante montonero Ernesto Salas.

Actualizada 25/07/2016

“La noche de las corbatas”

“La noche de las corbatas”

Los abogados laboralistas “[Jorge] Candeloro y [Norberto] Centeno murieron en la tortura.  [Salvador] Arestín, [Raúl] Alais y [Tomás] Fresneda también quedaron severamente afectados física y psicológicamente por los tormentos y las condiciones inhumanas de detención. Se desconoce el destino final de ellos, como tampoco se sabe qué ocurrió con la mujer de Fresneda, Mercedes [Argañaraz], y el hijo o hija que llevaba en el vientre, con cinco meses de gestación”, relatan los periodistas Felipe Celesia y Pablo Waisberg en el libro publicado a principios de este mes, “La Noche de las Corbatas”, de Editorial Aguilar.

La última persona que los vio con vida fue Marta García de Candeloro, que posee el doble rasgo de ser familiar de una de las víctimas y testigo sobreviviente de “La Noche de las Corbatas”: fue secuestrada y torturada junto a su esposo Jorge Candeloro.

Felipe Celesia y Pablo Waisberg presentan su libro sobre los abogados laboralistas desaparecidos.

“Todos los abogados habían pertenecido a diferentes grupos políticos con diferentes ideologías –explica Pablo Waisberg a ANCCOM– algunos eran peronistas y otros marxistas de distintos sectores, de todas maneras cuando se los llevaron ninguno militaba hacía tiempo, y ninguno había tenido nunca participación en la lucha armada, independientemente que pudieran tener una visión favorable a los procesos revolucionarios, no tenían una pertenencia político partidaria”.

“La Noche de las Corbatas”, así denominada por los propios represores, transcurrió entre el 6 y 8 de julio de 1977 en “La Cueva” que funcionó como centro clandestino y estaba ubicada bajo la tierra, en los cimientos de los radares de la Base Aérea Militar de Mar del Plata. Concretamente, se trató del secuestro, la tortura y la desaparición de un grupo de abogados laboralistas perpetrados por el Ejército Argentino con complicidad civil. Además, los autores destacan que estos abogados tenían en común la vocación de defender a los trabajadores y sus organizaciones sindicales de manera aguerrida, siendo destacados y reconocidos en su actividad.

El libro de Celesia y Waisberg es una investigación periodística exhaustiva que reúne las biografías de los cinco abogados -muertos o que permanecen desaparecidos- y las articula con la reconstrucción en detalle del clima de época en ámbitos estudiantiles, gremiales, políticos y judiciales a nivel local, dando cuenta, además, de los acontecimientos políticos, sociales y económicos más importantes a nivel nacional.

De izquierda a derecha, Tomás Fresneda, Aníbal Nasiff, el Pacha Tobalina y dos ayudantes en la herrería. (Archivo familiar)

De izquierda a derecha, Tomás Fresneda, Aníbal Nasiff, el Pacha Tobalina y dos ayudantes en la herrería. (Archivo familiar)

Por otra parte, los autores ponen en discusión un tema que todavía se está debatiendo: cuál es el rol de los civiles en la dictadura, tanto el empresariado como el Poder Judicial. “Cuando empezamos a investigar –puntualiza Waisberg- llegamos a la hipótesis de que los abogados eran el reflejo de la respuesta a lo que se estaba haciendo en la economía. Una de las primeras medidas económicas que toma la última dictadura militar es la destrucción de la Ley de Contrato de Trabajo. La modificación del 40% de esa Ley se realizó a los treinta días del Golpe de Estado de 1976. Es un punto importante la velocidad de esa modificación que fue antes, incluso, del cambio en de Ley de Inversiones Extranjeras. Lo que más les preocupaba a los sectores empresarios era la cantidad de derechos laborales que tenían los trabajadores. Nosotros terminamos concluyendo que la ‘La Noche de las Corbatas’ es la materialización de la destrucción de la Ley de Contrato de Trabajo en el cuerpo de los abogados, secuestrando y liquidando a quienes tenían una activa participación en defensa de los sindicatos”.

A partir de testimonios judiciales registrados en legajos de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), en el Juicio a las Juntas Militares, en los Juicios por la Verdad de Mar del Plata, y mediante la realización de entrevistas a familiares y personas del círculo cercano a las víctimas, como también entrevistas a jueces, militantes, académicos, abogados y sindicalistas, entre otros, los autores logran precisión cuando describen tanto las vidas de los protagonistas como los sucesos anteriores que definieron “La Noche de las Corbatas”.

“La Noche de las Corbatas” transcurrió entre el 6 y 8 de julio de 1977 en “La Cueva”, que funcionó como centro clandestino y estaba ubicada bajo la tierra, en los cimientos de los radares de la Base Aérea Militar de Mar del Plata.

“Nosotros –detalla Waisberg- le dimos una perspectiva a ‘La Noche de las Corbatas’ que la ata a un primer episodio de 1971 en Mar del Plata, que es el crimen de la estudiante de 18 años, Silvia Filler, [ocurrido en medio de una Asamblea que enfrentó al Centro de Estudiantes de Arquitectura de Mar del Plata -con ideología de izquierda- contra el Centro de Estudiantes de Arquitectura Unidos -conducido por cuadros de la agrupación peronista de ultraderecha- ‘Concentración Nacional Universitaria’ avalada por una agrupación mayor en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica. Filler murió en esa Asamblea con un tiro en la frente y dos años después la Ley de Amnistía para los presos políticos de 1973 liberó a sus asesinos]. Ese hecho –continúa Waisberg- marca un cambio en la historia de la política juvenil de Mar del Plata porque esa estudiante pertenecía a un grupo de estudiantes que hacía reclamos buscando clases más democráticas y docentes que aplicaran mayor pedagogía. El caso Filler marca un enfrentamiento entre la izquierda y la derecha en Mar del Plata que es clave para entender lo que ocurrió allí y en el país pos dictadura [1966]. Lo que había ahí eran dos modelos políticos, económicos y sociales claramente enfrentados, y con la dictadura termina ganando uno de esos dos”.

Una de las trabas más importantes que encontraron los autores para el desarrollo de la investigación periodística fue no poder entrevistar al juez Pedro Cornelio Federico Hofft, “acusado de –enumera Waisberg-: no haber cumplido con su rol de juez, no haber investigado en profundidad las causas, no haber tratado los habeas corpus de forma correcta, no haber pedido el cuerpo de Candeloro y no haber informado a la familia que estaba muerto, según una comunicación que le había dado el Ejército. Le pedimos una entrevista y ni siquiera nos respondió. Fue una traba porque si existe una acusación, nos interesa tener la visión de la otra parte e incluirla, pero eso no fue posible. De todas maneras esa es una causa judicial que está abierta y hay que ver qué pasa con eso”.

Mercedes Argañaraz de Fresneda, embarazada de 4 meses, desaparecida en La Noche de las corbatas.

Mercedes Argañaraz de Fresneda, embarazada de 4 meses, desaparecida en La Noche de las corbatas.

Los cinco abogados compartían círculos de contacto en común como colegas locales, algunos habían trabajado juntos. El más reconocido por todos, detallan los autores del libro, era Norberto Centeno, el más grande de los cinco abogados, que para 1977, cuando lo mataron, tenía 50 años. Era un católico conservador, reconocido como peronista y sólo por ese motivo había sido más de cinco veces apresado y liberado, tenía un conocimiento enciclopédico del derecho laboral, nunca representó a los patrones, siempre a los trabajadores. Consiguió la representación de la CGT local y nacional, y concentraba el ochenta por ciento de los patrocinios en este ámbito en Mar del Plata. En base a los testimonios relevados, cuentan los autores que “su intransigencia al momento de negociar indemnizaciones le confería un perfil revolucionario izquierdista”, pero estaba ideológicamente muy lejos del modelo socialista.

Candeloro, “era de los abogados que se quedaban en las tomas de fábrica con los obreros”. Para 1977, cuando lo mataron, tenía 38 años. Entró a trabajar en el estudio de Centeno cuando se recibió de abogado en 1964, y luego se distanció por diferencias entre ellos. Participó de la fundación de la Gremial de Abogados en Mar del Plata, que combinaba la lucha antidictatorial con la defensa de los derechos de los trabajadores. Militó en el Partido Comunista Revolucionario (PCR) hasta 1975, momento en que realizó, junto a su familia, un exilio interior en Neuquén porque era insostenible continuar con su militancia. Sin embargo, en junio de 1977 lo secuestraron -y consecutivamente a su mujer-, volviendo a Mar del Plata, pero esta vez a un centro clandestino de detención y tortura. Fue el primero de los abogados a los que asesinaron.

Los autores logran precisión cuando describen tanto las vidas de los protagonistas como los sucesos anteriores que definieron “La Noche de las Corbatas”.

Tomás Fresneda, primero fue herrero y después abogado, “era un peronista con fuerte formación marxista y crítico de la lucha armada” bajo las formas de la guerrilla. Tomás y su mujer Mercedes Argañaráz, participaron de las movilizaciones que desembocaron en el Cordobazo en 1969. Se recibió de abogado en 1975 y junto a Carlos Bozzi –otro abogado, sobreviviente al secuestro, que estuvo en cautivo durante varios días sin ser torturado- pusieron un estudio jurídico. Fresneda, tenía 37 años cuando lo secuestraron y desaparecieron junto a su mujer, embarazada por tercera vez.

Raúl Hugo Alais, sobrino, por parte de madre, del letrista de tango Alfredo Le Pera, se recibió en octubre de 1976, se sumó a la Asociación Gremial de Abogados de Mar del Plata y colaboró con Candeloro y Centeno en el Convenio de Trabajo 161 que mejoró la situación de los fileteros de pescado. En su estudio, empezó a tomar causas laborales y “encaraba sus defensas a fondo”.

Salvador Arestín, en 1977, se asoció con dos colegas para ejercer de manera privada, y se ocupaba de la defensa de trabajadores de la actividad pesquera, entre otras. Cuando lo secuestraron, tenía 29 años.

Sus historias de vida tuvieron un final abrupto. “En este tipo de investigaciones –detalla Waisberg- hay que darles tiempo a los familiares de las víctimas para que se sienten a hablar. En general son temas muy dolorosos. Nos implicó mucha insistencia porque había temores sobre cómo haríamos el tratamiento de algunas cuestiones, costó convencer a algunos protagonistas, familiares y amigos de contar detalles. En el libro, además de contar la trama de ´La Noche de las Corbatas´ y señalar cómo era Mar del Plata en aquellos años, biografiamos a las víctimas, eso implica sentarse a hablar con los familiares como nunca hablaron, con un desconocido que pregunta y pregunta un montón de cosas que quizás no habían pensado, y encima somos dos preguntadores. Pero también, eso que cuentan después, persiste en el tiempo en el libro, lo que no se cuenta se pierde”.

El libro se presentará el 9 de julio a las 18 en la Facultad de Derecho UNMDP (25 de Mayo 2855, Mar del Plata), y el 13 de julio a las 19 en el Centro Cultural Enrique Santos Discépolo (Pasaje Rivarola 154, CABA).

 

Actualizada 6/07/2016

Noticias del mejor oficio del mundo

Noticias del mejor oficio del mundo

“De todas las vocaciones del hombre, el periodismo es aquella en la que hay menos lugar para las verdades absolutas. La llama sagrada del periodismo es la duda, la verificación de los datos, la interrogación constante. Allí donde los documentos parecen instalar una certeza el periodismo instala siempre una pregunta. Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar: esos son los verbos capitales de una profesión en la que toda palabra es un riesgo”. (Tomás Eloy Martínez, diario La Nación, 2001).

¿Cuál es el estado actual del periodismo? ¿Cómo afecta la concentración mediática a la actividad periodística? ¿Qué límites encuentra la libertad de expresión, la transparencia informativa y el acceso a la información pública en el país? En el día del periodista, ANCCOM entrevista a Sebastián Lacunza, director del diario Buenos Aires Herald; a Cynthia Ottaviano, titular de la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual; y a  Fernando “Tato” Dondero, secretario general del nuevo Sindicato de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA).

“Creo que es un oficio de un alto nivel de responsabilidad –dice Ottaviano- pero también de una oportunidad extraordinaria cuando se tiene pensamiento social en lo que desarrolla, y trabas va a haber siempre. Encontré trabas tanto en la investigación de Papel Prensa, como investigando redes de trata y a funcionarios públicos que después llegaron a ser presidentes. Las tensiones en el periodismo van a estar siempre, también, porque de lo que estamos hablando es de un campo de disputa muy profundo. Hay una batalla cultural que tiene que ver con la disputa de las distintas representaciones que se pueden construir y es apasionante poder trabajar en ese ámbito más allá de las trabas y de las tensiones.”

“El periodismo tendría que cumplir el papel de desacomodar piezas –dice Lacunza-, de cuestionar lo que se supone establecido, prestar atención a los sectores postergados, a las voces que no se escuchan. Si bien el periodista no es vocero de nadie, porque nadie lo elige, sí tiene que tener la inquietud de dar voz a los que no la tienen”.

Sebastian Lacunza, director del Buenos Aires Herald.

Sebastian Lacunza, director del Buenos Aires Herald.

¿Por qué el periodismo no puede cumplir con ese papel?

“Es complejo, el periodismo es un campo con muchos matices –plantea Lacunza-. Las limitaciones de la democracia argentina se perciben en el periodismo y hay una serie de factores que conspiran contra esta misión de dar voz: nuestra cultura democrática deficiente, la falta o escasez de proyectos periodísticos serios llevados a cabo por empresarios dispuestos a asumir riesgos, la falta de políticas estatales de comunicación de largo plazo y de una gestión de los medios públicos entendidos como servicios públicos, y la alta concentración sobre la propiedad de los medios”.

Al respecto Ottaviano, primera Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, explica: “La concentración comunicacional genera la homogeneización de las líneas editoriales porque son muy pocos los que manejan los medios de comunicación y esto hace entonces que los intereses tanto ideológicos, políticos como económicos sean sólo los de esas pocas personas. A raíz de esto –concluye- se producen silenciamientos de otros intereses y por eso se dice que la comunicación concentrada conspira contra las democracias”.

También es inherente al estado de comunicación concentrada la multifunción que se les demanda a los periodistas y los trabajadores de prensa, agravada por la pérdida generalizada de puestos de trabajo y la profundización de la precarización laboral.  Fernando “Tato” Dondero, primer Secretario General del nuevo SiPreBA, lo grafica así: “Hay alrededor de 800 puestos de trabajo perdidos o en el aire, con dudoso futuro. Lo cual es mucho, porque no son muchos los trabajadores de prensa de la ciudad de Buenos Aires. Los compañeros de otros sindicatos del país cuentan que a nivel nacional hay una pérdida de trabajo de 2000 trabajadores de prensa. La situación en las provincias es también difícil y mala como la nuestra”.

¿Cuándo comenzaron estos conflictos?

“Los problemas vienen de antes –explica Dondero- y se acentuaron a partir del cambio de pauta oficial, a partir del cambio de gobierno. Se cambia la política en cuanto a la pauta y la actitud de gente como estos delincuentes, (Sergio) Szpolski y (Matías) Garfunkel, ha sido desaparecer y eso fue el vaciamiento del Grupo Veintitrés, lo que pasó con Radio América, Tiempo Argentino y también otros medios que desaparecieron. Se llevaron la pauta y después nunca se hicieron cargo de sus responsabilidades patronales”.

En la misma línea, Ottaviano plantea concretamente que es fundamental una Ley de Publicidad Oficial, y también una Ley de Acceso a la Información Pública y recuperar los 166 artículos de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual -que le ponían límite a la comunicación concentrada- derogados por el decreto 267/2015 de necesidad y urgencia del Poder Ejecutivo Nacional. “En la derogación de esos artículos –dice la periodista- hubo vulneraciones al derecho humano de la comunicación en cuanto a que las últimas autoridades que fueron construidas en el último tiempo tienen dependencia directa del Ejecutivo Nacional”.

A su vez, Lacunza afirma que existe un problema de financiamiento del periodismo y sobre todo del de investigación, que es quizás el que más recursos demanda: “Hay muchas preguntas -plantea Lacunza, co-autor junto a Martín Becerra del libro Wiki Media Leaks-, nuevas formas, nuevos recursos tecnológicos, nuevas investigaciones colectivas: Panamá Papers y Wiki Leaks ofrecen una punta interesante. La importancia del periodismo de investigación es primordial, para que no sea un periodismo del día a día solamente, en el que los poderes públicos y privados tienen mucha fortaleza para fijar temas. El periodismo de investigación desbarata ese día a día”.

¿Tenés críticas sobre la jerarquización de la información de los Panamá Papers o Wiki Leaks que hicieron los grandes multimedios en Argentina y América Latina?

“En los medios latinoamericanos, que fue los que más seguimos para el libro con Martín –cuenta Lacunza- lo más notorio fue cómo los medios se excluían como objeto informativo, como sujeto de la noticia, cómo se excluía a los empresarios, a los propios medios, a las estrellas del periodismo, y que eso era una especie de alianza que todos los medios respetaban. En algunos casos –Ecuador, Perú– hicieron un sesgo obsceno. Pasó también en Argentina con algunas particularidades, que por la forma en que llegó fue un poco más difícil hacer eso pero se hizo, claramente, se hizo. Cinco o seis años después de la experiencia de Wiki Leaks, ahora la experiencia de Panamá Papers refleja algunas lecciones aprendidas. Yo creo que La Nación –que tuvo los cables- dejó bastante por descubrir con Wiki Leaks e hizo un sesgo del tipo de Ecuador o Perú, que se vio compensando por otro sesgo que fue el de Página/12,  que eligió dar otra agenda informativa; el sesgo del diario El País implicó una cobertura muy pobre de América Latina. Ahora La Nación dejó poco por descubrir. La prueba está en que los Panamá Papers los tienen otros medios que hasta ahora no han producido nada que no se haya publicado ya. La Nación puso casi toda la información más importante, aunque sea en los avisos fúnebres, no se puede decir que no la publicó. Ese diario cayó en una torpeza periodística que fue que en las primeras 24 horas trató de proteger a (Mauricio) Macri en la web y en la edición impresa ocultando el nombre o mandándolo al último cajón. Finalmente quedó mejor vestido Clarín que eligió no ocultar la información referida a Macri”.

Tato Dondero, secretario general de SIPREBA.

Tato Dondero, secretario general de SIPREBA.

¿Cuál es el rol fundamental del periodismo en la sociedad?

“Quienes trabajamos en los medios de comunicación formamos parte de una transformación social –destaca Ottaviano-. Lo creía hace mucho tiempo, cuando recién empezaba a trabajar en el periodismo, lo seguí creyendo mientras trabajé en distintos medios de comunicación y como defensora lo he profundizado. En los medios tenemos oportunidades extraordinarias de incluir, de no espectacularizar sino trabajar en la difusión de la información que es socialmente relevante. El desafío es concebir a los medios como servicios. Dentro de la comunicación audiovisual hay una comunicación de gestión privada con fines de lucro pero también hay una comunicación sin fines de lucro, hay una comunicación de pueblos originarios, hay una comunicación estatal, una comunicación comunitaria, alternativa, popular,  universitaria. Y todos esos sectores tienen intereses que son diversos, pero que son fundamentales para construir una verdadera democracia. Es decir, no se los puede relegar del debate público, ni de las representaciones y construcciones comunicacionales a ninguno de estos sectores”.

Realizaste numerosas investigaciones periodísticas: entre ellas, una sobre la apropiación de Papel Prensa. ¿Con qué trabas te encontraste en esa investigación?

“Te encontrás con trabas de distintos ámbitos –manifiesta Ottaviano-. Las trabas en principio tuvieron que ver con que la información no estaba sistematizada, no había sido recopilada y estaba desperdigada en  muchísimos expedientes judiciales. El acceso a esos expedientes para los periodistas es muy complejo y por eso creo que también es absolutamente necesario poder legislar en ese sentido. Porque es fundamental que, mientras no se entorpezca la labor del Poder Judicial, obviamente se pueda acceder, porque mucha de la información que hay allí es pública. Unas de las primeras trabas tuvieron que ver con poder acceder a esa información que era absolutamente relevante. Por supuesto, estábamos investigando sobre una realidad que si bien pasó hace muchas décadas, tenía todavía a los protagonistas de ese evento hoy en el marco de los medios de comunicación audiovisual. Tuvimos amenazas, distintos perjuicios a la hora de imprimir el diario (Tiempo Argentino). Fueron muchos meses de investigación y cada vez que llevábamos una nota a la tapa del diario se cortaba la bovina de papel, se cortaba la luz, los diarios quedaban abajo del camión y no terminaban de circular. De manera que las dificultades fueron muchísimas, ni hablar de lo que costó que dieran su testimonio por primera vez quienes estuvieron en situaciones de violencia y fueron víctimas de esa apropiación. Nos llevó mucho tiempo. A mí me acompaña una frase de Rodolfo Walsh que tiene que ver con dejar que sean los hechos los que nos terminan sorprendiendo, porque siempre superan las expectativas. Y así fue, comenzamos con una hipótesis sencilla de lo que finalmente fue esa alianza entre las tres armas y los tres diarios para terminar con una apropiación que signó la vida de la comunicación en la Argentina. Es absolutamente necesario que el Poder Judicial pueda avanzar en esa causa y no la tenga parada como ocurre en la actualidad. Allí empiezan a operar esas mismas trabas que intentaron operar sobre nosotros silenciándonos, queriendo impedir el avance de la investigación, pero que por lo menos periodísticamente no lograron.

 

¿Qué pensás del ataque que sufrió la periodista y conductora Silvia Martínez Cassina en una publicación de Clarín, en la que se le advertía que tuviera “cuidado con la lucha”, porque eso había llevado a la hoguera a Juana de  Arco?

“Lamento profundamente lo que pasó, pero sobre todo lo que lamento es que se hable de lo que se publicó sin hablar luego de lo que ella denunció –distingue Ottaviano-. Dijo con mucha claridad que repudiaba que en el espacio donde ella trabajaba no se presentara a paritarias, que tuviera una serie de descalificaciones con algunas personas que se comprometían… El pedido de disculpas que se ha hecho no es comparable con el daño que se  hace cuando a través de un medio de comunicación se expresa una amenaza de ese porte. La verdad es que reconozco el compromiso de ella. Yo he trabajado en Canal 13, no trabajé con ella en particular pero me consta su compromiso, su valentía. Porque muchas de las personas que trabajamos allí ya no estamos trabajando porque renunciamos para poder profundizar las mismas luchas que teníamos internamente, por fuera. Porque llegó un punto en que no se podía avanzar más. Y ella sigue adelante, con un compromiso que realmente es muy valorable y creo que es muy importante poder conversar en los servicios de comunicación audiovisual, en los medios en general, sobre todo lo que ella ha expresado, además de repudiar lo que fue escrito en el diario Clarín.

Cynthia Ottaviano, Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Cynthia Ottaviano, Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual.

El periodismo, ¿es el mejor oficio del mundo, tal como dijo Gabriel García Márquez?

“A mí me encanta –dice entusiasta Ottaviano-, vivo en sintonía con el oficio en sí mismo y soy una apasionada de lo que he hecho en mi vida periodística y lo seguiré siendo. Creo que uno no deja de ser periodista nunca. Esta es una profesión maravillosa que un día te lleva a caminar los pasillos de la villa 31, al otro día te lleva a caminar por la alfombra roja para que los reyes de España te den una nota, pero el premio de esta profesión es el compromiso con la sociedad en la que estás, no tengo ninguna duda”.

“Yo creo que sí –contesta Lacunza-.  Lo que me gusta mucho es que es uno de los pocos oficios que te permite vencer barreras y te permite llegar a muchas personas veneradas por la gente, protegidos por las corazas que imponen los sistemas de seguridad o los ejecutivos de un mega banco que lava dinero y que también tiene toda una estructura para ampararse y pauta publicitaria para repartir. Muchos de esos filtros los podés vencer y lo tenés al tipo ahí y le preguntás, mirándolo a los ojos, con datos, y te tienen que responder muchas veces, otras no, otras veces no lográs pasar esas barreras, pero a veces sí, y eso es algo que a mí me produce una enorme satisfacción. Concebido el periodismo como yo lo concibo, que es crítico -el resto me parece sumamente aburrido-. Para mí la única aproximación posible es crítica. En ese sentido me parece que es el mejor oficio del mundo”.

En el contexto de un taller de periodismo dictado en Buenos Aires en 2002, el periodista polaco Ryszard Kapuściński dijo: “Sin la ayuda, la participación, la opinión y el pensamiento de otros, no existimos. La condición fundamental de este oficio es el entendimiento con el otro: hacemos, y somos, aquello que los otros nos permiten. Ninguna sociedad moderna puede existir sin periodistas, pero los periodistas no podemos existir sin la sociedad”. De igual modo Tomás Eloy Martínez publicó en 2005 en La Nación un Decálogo del Periodista que en el décimo y último punto reza: “Recordar siempre que el periodismo es, ante todo, un acto de servicio. Es ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro”.

————————————————————————————————————————————

SiPreBA se movilizará junto a trabajadores de prensa agremiados de diferentes provincias del país, el 8 de Junio a las 14, desde el Obelisco hacia el Ministerio de Trabajo. Allí realizarán un acto y le entregarán al Ministerio un documento en el que incluirán los reclamos a nivel nacional.