Estufas solidarias

Estufas solidarias

Cuatro jóvenes armando la estufa.

Los estudiantes de séptimo año del Instituto Industrial Pablo Tavelli reparten estufas solidarias realizadas por ellos en uno de los talleres curriculares.

Detrás de un cálido tweet los estudiantes de séptimo año del Instituto Industrial Pablo Tavelli reparten estufas solidarias realizadas por ellos en uno de los talleres curriculares con el objetivo de acercar un manto de calor a la población del sur de Mar del Plata.

El colegio pertenece a la Obra Don Orione que desde sus comienzos está comprometida con las comunidades más vulnerables de la zona y hace de la solidaridad un valor de aprendizaje en acción.  Esta vez propuso construir estufas solidarias para familias del barrio El Basural.

El proyecto surgió a partir de un problema eléctrico que necesitaba solucionar la población local con un horno de cerámica que usan en sus microemprendimientos.

“Cuando volvimos (del barrio) quedamos conmovidos por la forma en que están viviendo y sentimos la necesidad de hacer algo por ellos”, cuenta a ANCCOM el profesor Fabio Braghette.

Pocos días después, el docente y arquitecto Marcos Teijeiro propuso al cuerpo de profesores la idea de construir una estufa con masa térmica, que, en dialogo con los alumnos del séptimo año, se ejecutó a lo largo de las clases.

Distintas etapas de las estufas. Desde el inicio de su construcción hasta ya terminadas.

Los alumnos fabrican estufas sencillas, eficaces, económicas y de fácil replicación.

Los destinatarios de la iniciativa son familias puntuales de las comunidades de El Basural que se encuentran en una situación de vulnerabilidad. El colegio, a través de la obra Don Orione, se hace presente en dichas comunidades con actividades que van desde la donación de alimentos o vestimenta hasta las instalaciones eléctricas en casas. “Esta vez propuso algo diferente para combatir este frio”, contó a ANCCOM un alumno del colegio.

El desafío de los alumnos constaba en encontrar una manera de hacer una estufa sencilla, eficaz y económica y de fácil replicación para que esos planos se solidaricen en las redes y puedan ser realizados por otras personas e incluso mejorados.

El alcance y visibilidad que alcanzó en las redes demuestra cómo el trabajo de todos puede ayudar a muchos. “Subimos planos e instructivos de armado para que cualquier persona que necesite hacer una copia pueda replicarla con un costo muy bajo y con pocos conocimientos”, comentó el profesor.

Además de permitir que los prototipos de las estufas fuera mejorando, esta propuesta interpela a los estudiantes a trabajar con la realidad del otro. Y en este caso en particular, llevando a muchos hogares un manto de calor entre tanta frialdad.

Las mujeres ponen el cuerpo

Las mujeres ponen el cuerpo

Sobre Lima, suenan los bombos y redoblantes que agitan el repiqueteo de los pies y llaman al movimiento. Las zapatillas se precipitan contra el húmedo asfalto al ritmo del candombe en una tarde sombría y gris que no detiene a los miles de cuerpos desalineados que circulan e invaden las calles y las avenidas.

Las botas se salpican de barro al resonar de los platillos y los cuerpos coloridos y pintados tiñen con su presencia el paisaje de verde y violeta, colores que caracterizan a la multitud de mujeres que vuelven a ganar las calles para reclamar sus derechos en el marco de la cuarta convocatoria de Ni Una Menos llevada a cabo desde el año 2015.

Se larga a llover pero no se mojan porque las banderas de las diferentes columnas y los arboles cobijan a la multitud de mujeres que se balancea con la música de los bombos. Ese bum bum /bumbum es un imperativo a no estar quietas, al ta-tata/tata de los redoblantes les da pánico la quietud, porque si esos cuerpos están quietos se paralizan y es el movimiento lo que hace seguir a la marea feminista que está activa en cada esquina, en cada mochila, en cada pared, en cada peinado, en cada cuello…

Sobre la vereda, un tumultuoso grupo de mujeres vestidas de negro se pintan los ojos de rojo cual antifaces. Representan a unas guerreras. Detrás el Monumento al Quijote les da la espalda, quizá les teme a estas mujeres revolucionarias o las invita a seguirlo en esa gran aventura que es la libertad. Ellas son parte del colectivo Fin de un mundo, que realiza intervenciones artísticas espontáneas en la ciudad, en las calles y diversos espacios con la intensión de interpelar al transeúnte y disputar los diversos modos de hacer arte.

Mujeres que forman parte del colectivo Fin de un mundo.

El numeroso colectivo de mujeres desfila cual modelos en la mejor pasarela, sonríen al “publico” que las mira y les saca fotos, luego se agrupan, tienen orgasmos, se levantan y corren desprolijamente, se chocan y ahí…. Se detienen ante el estruendo de los bombos Bum!  Cuatro caen al piso. Muertas. Quedan tendidas ante la mirada atónita del resto que se acerca a sus cuerpos. Las vivas se alborotan y corren buscando complicidad en el publico mientras gritan frases como “no debería haber salido de noche”, “la pollera que usaba era muy corta”, “le gustaba mucho la noche”, una, otra y otra vez. Se quedan paralizadas, sus miradas se van recrudeciendo, tienen sus ojos centrados en un punto fijo, en distintas direcciones. Se ponen un pañuelo rojo cual guerreras, les atraviesa el torso y la cintura. Suena el tambor al ritmo de la música murguera y ellas bailan… se sueltan de sus ataduras, de sus miedos, de su deseo de venganza, de su dolor y  finalmente cierran sacando de un bolsillo el pañuelo verde.

La marea feminista es un arte de participación, las miradas las conectan a unas y a otras al reconocerse en los pañuelos verdes, en los rostros pintados, en los peinados alborotados, en los movimientos murgueros. Participaciones anónimas, efímeras y múltiples de intervenciones que dejan marcas a modo de señales que interpelan y obligan a mirar el clamor de cada cuerpo repleto de historias.

Adelante, sobre el pavimento, el grupo Sambareggae se prepara para swinguear. Tienen bombos entre sus piernas abiertas y tocan instrumentos que –usualmente- son reservados para hombres, están unidas para resaltar la figura de la mujer, motivan y resignifican su participación en el mundo percusivo. Sus figuras, que se deslizan con un leve y suave meneo, emanan una briza de fogosidad al ritmo del sonido de la música afro.

Los pañuelos verdes, el símbolo de la lucha.

Dice el cartel rosa con purpurina que tiene un grupo de cinco chicas adolescentes: “Si un día me voy y no me ves más hace la revolución por mí y por todas las demás”. Estaban paradas sobre Avenida de Mayo y Lima, como muchas otras detrás de la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito.

El deseo se hizo verbo, todas están ahí porque quieren hacerse ver, se quieren mirar, se quieren sentir. Si el mundo machista impone sus formas para que la mujer se comporte, hoy esas formas se disputan y resisten. El suelo tiembla, vibra bajo los pies, se siente a cada paso; la infinidad de pañuelos verdes en todas la edades impresiona y conmueve.

Apropiación del espacio público es el objeto de deseo de todas las mujeres allí presentes para continuar reclamando por todo lo que falta caminar, para que ninguna mujer más sea víctima de violencias, ni tenga miedo solo por su condición de género. La hermandad que estas marchas genera, ese marchar solas, pero juntas y empoderadas deconstruye día a día el mundo y profundiza un cambio que ya no tiene vuelta atrás. El futuro llegó y es ahora.

De la pared al libro

De la pared al libro

Ángeles, Melisa, Carolina, Natalia, Florencia y otra Florencia se encontraron en la  marcha del 8 de marzo del año 2014. Todas tenían en común la causa y los carteles que llevaban. Natalia portaba en su cuerpo afiches de la campaña “Vivas” de México y Caro, junto a Ángeles y Florencia, pegaban grabados por doquier.

El objetivo del proyecto #vivasnosqueremos es crear gráficas con mensajes claros y entendibles contra la violencia hacia las mujeres, los femicidios y por el derecho a la autodefensa para intervenir en las calles de México. Natalia Revale, artista visual y militante fue quien se cruzó con este movimiento y volvió a la Argentina con intensión de continuar esta campaña.

En el año 2012, en el espacio de una escuela popular distintas mujeres que luego se conformaron el colectivo MuGRe (Mujeres Grabando Resistencias), retomaron la tradición del grabado mexicano como forma de expresión de las luchas sociales y populares para difundir una campaña gráfica que le diera voz a diversas luchas de género.

Con estos antecedente estas seis mujeres se identificaron en la calle del Congreso por esa unión estética en común y junto con el Taller de Desobediencia y felicidad decidieron convocar a más argentinas para producir estampas. Algunas de ellas son parte de la Federación de Organizaciones de Base (FOB), del Frente Popular Darío Santillán y colectivos artísticos como Matanza Nómade o Desobediencia y Felicidad.

Manos tallando madera.

La tradición del grabado mexicano es una forma de expresión de las luchas sociales y populares.

 “Para que sea clara en la calle hablamos con las compañeras de Mugre y decidimos sostener similitudes —cuenta Carolina—. Genera un gran impacto visual, al ser blanco y negro y al pegar los afiches juntos”.

Las chicas además de producir imágenes para campañas graficas en distintos eventos relacionados con la agenda pública feminista, también llevan dicha agenda a distintos  barrios para interpelar a sus habitantes.

“En una escuela de adultos para sordos de CABA, hicimos una actividad con los afiches en el marco de un proyecto que hace la escuela a lo largo del año. Fue el momento en el que mayor participación tuvieron las mujeres, donde se sintieron más tranquilas para hablar y participar, eso me lo dijeron los docentes de la escuela y estuvo bueno. Se sintieron respaldadas para hablar, trabajar desde la imagen y no exactamente desde la palabra anima más a algunas mujeres a decir” dijo Carolina.

A través de esta campaña también se invita a colaborar  y  producir imágenes en forma colectiva. “Lo que nos interesa es preservar el espíritu comunitario de hacer en conjunto”,  explica Natalia.

Manos tallando madera sobre un escritorio sobre el se observn objetos artísticos y un mate.

En el taller gráfico del colectivo Vivas nos queremos se realizan xilografías sobre temática de género.

Mujeres tallando e imprimiendo que pasan de la acción del taller a la salida a la calle, ese es el lema y es por ello que las organizadoras no solo brindan talleres de grabado a mujeres sino que también fomentan la circulación de imágenes en formato digital para que sean plasmadas en muros de distintos lugares del país.

Durante el Encuentro Nacional de Mujeres de 2017 se presentó el libro Vivas nos queremos que recoge los grabados producidos desde México hasta las replicaciones en nuestro país desde el año 2015.

Las editoriales autogestivas Muchas nueces y Chirimbote –dirigidas al público infantil— y la editorial Colectivo recopilaron las principales imágenes de la campaña y le dieron forma para que refleje el trabajo feminista realizado desde una perspectiva visual. El libro –que se puede conseguir a través de Facebook, en las editoriales y librerías- no solo recupera las piezas gráficas sino que también refleja las marchas del movimiento de mujeres que participan en lo que es la actividad pública de la campaña.

“Al participar dos editoriales que promueven literatura infantil, llevamos también este libro y los talleres a las escuelas para trabajar este tema con la niñez”, dijo Nadia Fink integrante de Editorial Chirimbote.

Natalia y Nadia trabajaron desde las editoriales para la edición del libro y Carolina realizó y dinamiza actividades en escuelas vinculándolo con la Ley de Educación Sexual Integral.

Afiche en blanco y negro con la imagen de una mujer y la leyenda vivas nos queremos separándose de la madera tallada.

Los afiches blanco y negro en la calle generan un gran impacto visual.

Las imágenes viajeras, colectivas y públicas, van del taller a la pared, de la pared al libro impreso y del taller a la red. Y las redes se tejen, se cruzan y se enredan como  en la escuela media 18 de Ramos Mejía en la cual, mientras trabajaban con imágenes del femicidio de Laura Iglesias, Diana Sacayán y Berta Cáceres una alumna de 3º año manifestó que su madre, por ser trabajadora social, conocía a Laura. Otros comentaron que a Diana también la habían visto por Laferrere.

La boca abierta en blanco y negro que lleva como tapa el libro fue elegida a partir de una actividad escolar en la cual las alumnas, al ver la imagen y trabajarla,  les sugirió que aquello significaba un grito y a partir de ello sostenían que lo importante era decir y contar lo que les pasa. “También remite al expresarnos, al no callar más y es una bella cita a la gran artista Graciela Sacco”, explica Carolina.

Con el dinero recaudado por la venta de los libros pudieron hacer las impresiones de los 500 juegos de 16 afiches cada uno que conformaron la campaña para el último 8M.

Las imágenes se fueron distribuyendo por todo el país. “La idea es que se autofinancie y se difundan, para que tenga visibilidad tanta creación de imágenes y de acción y de invitar a motivar”, sostiene Natalia.

Dos mujeres tallando madera sobre un escritorio, se observan alrededor afiches colgados.

La campaña invita a producir imágenes en forma colectiva.

Como dice el libro Vivas nos queremos:

“Para que la impotencia se convierta en gesto al empuñar la gubia

Para que la bronca se convierta en el surco en la madera

Y para que el miedo se transmute en estampa amuleto para fortalecer a las que vengan caminando después.

¡Vivas nos queremos, tejiendo redes sonoras por Latinoamerica!”

Afiche con la leyenda quiero ser feliz, vivas nos queremos.

Vivas nos queremos.

Garra, corazón y lucha

Garra, corazón y lucha

Nuestra fuerza callejera hace que cuando una de nosotras habla muchas otras se sienten acompañadas para romper el silencio: este año, en primera persona y colectivamente, desnaturalizamos las violencias sexuales. Ya no nos callamos más. Sin embargo la violencia femicida y travesticida sigue descontando vidas”, dijo Liliana Daunes, conductora del multitudinario acto realizado en el Congreso por el Día Internacional de la Mujer que finalizó con un documento leído en medio de un conjunto de figuras sindicales, políticas, laborales y sociales. Cientos de miles de mujeres reclamaron la igualdad de géneros, la despenalización del aborto y el fin de todo tipo de violencia machista.

Año a año siguen aumentando los casos de violencia de género pese a la lucha de las organizaciones feministas.

Según datos del INDEC, se cuadruplicaron los casos de violencia de género en los últimos cuatro años: de 22.500 casos pasaron a 86.000 en el 2017. El 60% de las víctimas son mujeres entre 29 y 39 años y en el 82% de los casos su ex o actual pareja son los victimarios.

No es una falacia que en la antigüedad se cazaba en forma masiva a las mujeres por ser consideradas una “conspiración del demonio” para acabar con la cristiandad. También se las quemaba en la hoguera y eso era contemplado como un espectáculo público con una amplia adhesión social ¿Cuánto de eso pervive en la actualidad? Cuerpo, ante todo piel, toples, corpiños, purpurina, maquillajes, tatuajes, grafitis, pelucas y pelos con rastas, rapados, despeinados, alborotados, enrulados y embrujados, casi una reivindicación a aquellas brujas de la Edad Media.

La despenalización del aborto fue una de las principales consignas de la movilización.

Mi cuerpo es mío”, y lo lucen. “No es no”, afirman. “Manolo hoy te haces la cena tu solo” decretan. Mientras tanto una beba desde los brazos de su portadora se alarga para alcanzar la lente de una cámara fotográfica que no duda ni esquiva obturar esa imagen.

Zapatillas, comparsas, revoleos, banderas, trompetas, redoblantes, humo, bombos y platillos listos para orquestar una marea feminista verde que abraza la causa de la despenalización del aborto. “Aborto legal en el hospital” –aclaman-. La campaña del aborto legal, seguro y gratuito fue la reina de ésta jornada del 8M.

Los objetivos del año anterior fueron: decir basta al acoso callejero, mostrar la desigualdad entre hombres y mujeres basada en principios económicos, culturales y simbólicos, denunciar los altos niveles de femicidios que aun hoy perduran. Sin embargo, por aquel entonces, no se contaba con el apoyo de 71 diputados del Congreso de la Nación para intentar legalizar la interrupción voluntaria del embarazo.

La marcha comenzó en Plaza de Mayo y culminó en el Congreso de la Nación.

Verde, fue la luz que dio el gobierno para habilitar el debate de proyecto que fue presentado el martes pasado, luego de ser desestimado por el parlamento durante siete oportunidades. La legalización del aborto hoy está en el centro de la escena argentina, mientras Liliana Daunes –ante la atenta mirada de la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas- advertía: “Nos declaramos alerta y movilizadas frente al uso oportunista del sistema político de nuestro histórico reclamo de autonomía.”

La movilización también tuvo una fuerte presencia de columnas militantes y sindicales que no dudaron en denunciar las políticas de ajuste del gobierno, los despidos, la represión y la criminalización de la protesta. Santiago Maldonado y Rafael Nahuel también estuvieron presentes en las reivindicaciones.

Desde la columna de los sindicatos también se reclamó por los despidos en el Estado.

La cantidad de organizaciones parecía infinita. Entre las banderas que sobresalían se leía: INTI, Hospital Posadas, Casa de la Moneda, Trenes Argentinos, Ammar, CTA, Ctera, Conadu, Barrios de Pie, numerosos grupos de izquierda, Tupac Amaru, Partido Piquetero, Sindicato de Mujeres Meretrices, Sindicato de Justicia de la C.A.B.A, CTEP, AMADTH, Ferrocarril Sarmiento, LATAM.

El discurso transcurría en un tiempo en suspensión, quizá porque el viento hacía flotar papeles con múltiples consignas que clamaban por más derechos y menos desigualdad. Flotaban en el viento y caían a un asfalto que ya no era gris, sino blanco. El suelo de la enorme Avenida de Mayo, a la altura de Callao, parecía una gran resma de papel, lista para que se le imprima otra historia, porque el movimiento feminista “emerge como un contrapoder en todo el mundo contra el avance represivo racista y conservador”. Mientras tanto, el Congreso contempla desde atrás expectante ¿serán capaces sus transitorios moradores de leer y dar respuesta a este nuevo cambio cultural que se presenta?

Se necesitan nuevas leyes que impulsen al cambio cultural que ya está en marcha. La patria integrada por mujeres os lo demanda.

Verde esperanza

Verde esperanza

Diputados de distintas extracciones políticas presentaron en el Congreso nacional -junto a referentes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito- un proyecto de ley para despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo.

La iniciativa cuenta con la firma de 71 legisladores  entre los que se encuentran  Victoria Donda (Libres del Sur), Mónica Macha (Frente para la Victoria), Brenda Austin (UCR-Cambiemos)  Romina del Plá (Partido Obrero-FIT), Daniel Lipovetzky (Pro-Cambiemos), Carla Carrizo, Martín Lousteau y Teresita Villavicencio (Evolución), entre otros.

Séptima presentación del proyecto de ley de IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo) en el Anexo del Congreso de la Nación, a cargo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal.

 Desde temprano, en la mañana, numerosas mujeres se acercaban a las adyacencias del Congreso con sus pañuelos verdes al cuello o haciéndolos flamear. Algunas pudieron ingresaron  al edificio de la Cámara Baja para presenciar la conferencia de prensa en la que se anunció públicamente la presentación, otras aguardaban en la calle, en nutridas columnas que vestían la Avenida Rivadavia.

 Pañuelo verde no parece casual. El color de la  esperanza identifica a un proyecto de ley, nacido en las entrañas del movimiento feminista, que sufrió muchos años de descarte parlamentario: esta es la séptima oportunidad en que se presenta esta iniciativa en el Congreso. Pero nunca antes contó con un contexto tan favorable, transformado por la visibilidad pública que tomó la lucha por los derechos de la mujer en el país.

 Según datos de  un estudio realizado por la Cepal, en la Argentina cada año interrumpen de forma clandestina un embarazo entre 370.000 y 522.000 mujeres. “Es el Estado quien debe proteger y garantizar los derechos, tanto a la mujer que quiere procrear y ser madre, como a la mujer que quiere interrumpir el embarazo”, clamó Victoria Tesoriero, miembro de la Campaña y oradora en el acto de presentación.

En Argentina, el aborto solo está permitido cuando el embarazo es producto de una violación o corre riesgo la vida de la mujer. En marzo de 2017,  un caso emblématico permitió introducir en la sociedad el debate de la interrupción voluntaria del embarazo: la historia de Belén, la joven tucumana de entonces 27 años, que fue absuelta por la Corte Suprema de la provincia luego de pasar dos años presa con una sentencia por homicidio agravado. Su encarcelamiento había desatado una ola de protestas y movilizaciones de movimientos de mujeres y organismos de derechos humanos.

 El debate hoy es: aborto clandestino o aborto legal seguro y gratuito. El aborto es la mayor causa de muerte de mujeres gestantes. Por ello, es necesario un Congreso a la altura del debate “Hay que desentramar un nudo paradójico para que las posiciones ideológicas y religiosas no obstruyan a la democracia, ya que somos las mujeres las que damos humanidad a un organismo que todavía no es persona, somos nosotras las que elegimos” argumento Martha Rosemberg.

Terminada la oratoria de los 15 participantes y ante fervorosos aplausos, los cantos rezaban “abajo el patriarcado se va a caer, arriba el feminismo te va a romper te va a romper”. Mientras tanto Florencia Freijo, referente del movimiento feminista comentaba a ANCCOM: “Creo que va a ser un año muy intenso porque el movimiento de mujeres no va a parar hasta que esto salga porque se gestó un escenario compatible y es una oportunidad histórica para garantizar los derechos para un montón de mujeres en Argentina que están en condición de precariedad”.

Mirá la fotogalería de ANCCOM: