Hambre de derechos

Hambre de derechos

Este lunes a las 18 se inició un acampe con huelga de hambre en Plaza de Mayo para solidarizarse con la líder de la Tupac Amaru, Milagro Sala, y denunciar la situación que atraviesa como detenida política. Al ayuno se sumaron Alejandro Gafagnini, coordinador nacional de la Tupac Amaru; Nélida Rojas, referente de la misma organización en Mendoza; el sacerdote Francisco Oliveira, de Curas en la Opción por los Pobres; Gumercinda Giménez Valdés, de Madres contra la Violencia Institucional; y Ana González, antropóloga, profesora de la Universidad de Buenos Aires y activista de derechos humanos. Después de una larga vigilia, acompañados por distintas agrupaciones que se fueron acercando a la plaza durante la noche, los cinco huelguistas dieron una conferencia de prensa ayer a las 9.

El primer orador, Alejandro Gafagnini, destacó la denuncia de Milagro Sala sobre la existencia de celdas de castigo en la prisión de Alto Comedero «que están fuertemente cuestionadas por Naciones Unidas y que no existen más en el país salvo en algunas provincias». Las celdas, precisó, «son de dos por dos, sin luz, y allí las compañeras internas tienen que dormir en el piso, sin contacto con nadie. Son celdas que tienen mucho que ver con situaciones de tortura. Es una vergüenza como argentinos que tengamos presos políticos, pero además tener estos calabozos de tortura en nuestros penales», subrayó el dirigente de la Tupac.

"Es una vergüenza como argentinos que tengamos presos políticos, pero además tener estos calabozos de tortura en nuestros penales", subrayó el dirigente de la Tupac.

«Es una vergüenza como argentinos que tengamos presos políticos, pero además tener estos calabozos de tortura en nuestros penales», subrayó el dirigente de la Tupac.

Milagro Sala lleva 214 días presa ilegalmente. El mecanismo aplicado por el Poder Judicial de Jujuy, manejado por el gobernador Gerardo Morales, consiste en renovar continuamente las causas contra ella –que ya suman nueve–, cambiando constantemente la orden de detención y así violando la presunción de inocencia (ver  ‘Milagro está presa por ser mujer, kolla y dirigente social‘, la entrevista a Elizabeth Goméz Alcorta, abogada de Sala).

El pasado viernes, Milagro y otras reclusas cuestionaron la existencia de las celdas de castigo que funcionan en el penal de Alto Comedero. Frente a esta “inconducta”, las autoridades penitenciarias la sancionaron con un “aislamiento” de diez días, tan irregular como el resto de las causas, puesto que, al no ser notificada, le negaron el derecho legítimo de la defensa. En función de esta medida, Milagro –junto a tres compañeras de la Tupac también detenidas– empezó una huelga de hambre que finalmente levantó ayer por la tarde a pedido de su familia.

Padre Francisco "Paco" Oliveira.  Acampe y huelga de hambre por la libertad de Milagro Sala en Plaza de Mayo. 16/08/2016.

Padre Francisco «Paco» Oliveira. Acampe y huelga de hambre por la libertad de Milagro Sala en Plaza de Mayo. 16/08/2016.

«Parecería que no alcanza la prisión, la estigmatización, el saqueo a los barrios de la Tupac Amaru, la persecución: han decidido además castigar a Milagro en el mismo penal y por un acto solidario», afirmó Gefagnini, quien se quejó de la falta de predisposición del Gobierno Nacional para dialogar con el Comité por la Libertad de Milagro: «Hace 15 días le pedimos una reunión al (ministro de Justicia) Germán Garavano y al secretario de Derechos Humanos (Claudio Avruj) porque sabíamos que iban a suceder este tipo de cosas. Esta es una escalada de violencia que está llevando adelante el Gobierno provincial con la anuencia de la Nación. Hace diez días echaron a la psicóloga del penal que había establecido una excelente relación con Milagro; eso le costó que la despidieran de su trabajo. La respuesta la tuvimos ayer: nos dieron la reunión para el 31 de agosto. Se ve claramente cuáles son las prioridades de estos funcionarios ante la violación sistemática de los derechos humanos y la situación que se está viviendo en Jujuy».

Gefagnini anunció que la huelga de hambre continuará hasta el lunes 22 de agosto, fecha en la cual supuestamente levantarían la incomunicación de Milagro. Representantes de las agrupaciones que apoyan el acampe se sumarán diariamente al reclamo, ayunando por 24 horas.

Parecería que no alcanza la prisión, la estigmatización, el saqueo a los barrios de la Tupac Amaru, la persecución: han decidido además castigar a Milagro en el mismo penal y por un acto solidario", afirmó Alejandro Gefagnini.

Parecería que no alcanza la prisión, la estigmatización, el saqueo a los barrios de la Tupac Amaru, la persecución: han decidido además castigar a Milagro en el mismo penal y por un acto solidario», afirmó Alejandro Gefagnini.

 

El párroco de Nuestra Señora Fátima de la Isla Maciel, el Padre Francisco «Paco» Oliveira, sostuvo: «No estoy a nombre personal, estoy en representación de los Curas en la Opción por los Pobres». Desde el 16 de enero, las cartas públicas que quincenalmente emite la organización comienzan diciendo: «Hace ya demasiado tiempo está detenida injustamente, y es una presa política, Milagro Sala». A estas misivas hizo referencia el padre Paco: «No podíamos sólo quedarnos en una carta cuando ella hace cuatro días está en huelga de hambre, nos lleva la delantera», y agregó: «No sé si vamos a tocarles el corazón, no haría falta tocarles el corazón, alcanza con la ley, la razón de los jueces que llevan adelante el tema en Jujuy, o del poder político. Por eso estamos en la Plaza de Mayo y no en Tribunales. Claramente hay decisiones políticas que hacen que hoy Milagro Sala y los compañeros  de la Tupac Amaru estén presos y perseguidos».

«Que se metan con nosotros, con los grandes, hasta se entiende. Pero que nuestros niños jujeños de Alto Comedero no se hayan podido bañar este verano en las piletas de natación que hizo la Tupac, porque les cortaron el agua, es una vergüenza, y si eso no es atentar contra los más pobres, no sé yo qué palabra podemos decir», expresó. Antes de finalizar, transmitió el apoyo de todos los Curas en Opción Por los Pobres: “Queremos que ella sienta, y que sienta toda la Tupac Amaru, que tienen nuestro abrazo, que tienen nuestra compañía porque compartimos su lucha y sus ideales».

"La violencia la está ejerciendo este Gobierno con las medidas que está tomando en contra del pueblo", remarco Rojas.

«La violencia la está ejerciendo este Gobierno con las medidas que está tomando en contra del pueblo», remarco Rojas.

Antes de la ronda de preguntas, la referente mendocina de la Tupac, Nélida Rojas, aseguró que Milagro «luchó sola, sin nada, cuando el norte del país estaba abandonado, cuando los niños se morían de hambre y el Estado no se hacía presente, hasta que con el gobierno de Néstor y Cristina pudieron realizar y concretar los sueños de miles de jujeños, y así en otras provincias, como en Mendoza, la mía». Según Rojas, lo que más ha molestado a este Gobierno es «que le hayan dado dinero al pueblo para que lo administre, y que hayamos podido hacer más que cualquier diputado que hoy se presenta en programas mediáticos ensuciando a nuestra compañera».

La Tupac es una organización pacífica, que no busca ningún tipo de confrontación violenta, remarcó Rojas y concluyó: «La violencia la está ejerciendo este Gobierno con las medidas que está tomando en contra del pueblo. Esto es una muestra de que seguimos apostando al diálogo, tratando de que entiendan que un pueblo tiene que ser libre, que sus dirigentes sociales tienen que ser libres, como están libre ellos aunque estén procesados».

Actualizada 17/08/2016

Dos potencias se saludan

Dos potencias se saludan

Pasadas las 12 del mediodía del jueves, la sede de la Asociación Madres de Plaza de Mayo se enardece en la espera de la ex presidenta Cristina Fernández. El aglutinamiento de militantes escoltándola se volvió una costumbre en los últimos meses. Los cánticos se encienden a medida que el auto blanco se acerca con balizas. Al vallado metálico se superpone una hilera humana. Cristina no le facilita el trabajo a la seguridad: se acerca a la gente, estrecha las manos tendidas, escucha los susurros de los más afortunados. De cualquier forma no se demora, sabe que las Madres tienen que estar a las 15:30 marchando en su ronda número dos mil. 

“Por los dos mil jueves, por nuestra querida Cristina, para que haga lo que quiera y está bien lo que haga, y para que Macri nos tenga miedo”  proclama Hebe .

“Por los dos mil jueves, por nuestra querida Cristina, para que haga lo que quiera y está bien lo que haga, y para que Macri nos tenga miedo” proclama Hebe .

Hebe de Bonafini la espera adentro de la Asociación con otras madres. Hace 39 años un grupo de 14 mujeres, después de preguntar por sus hijos en hospitales, iglesias, ministerios y hasta morgues, decidieron llevar el reclamo a Plaza de Mayo hasta obtener una respuesta del dictador Jorge Rafael Videla. Como el estado de sitio no permitía reuniones públicas de más de tres personas, un policía les ordenó circular. Ellas obedecieron y, una detrás de la otra, imprimieron una marca eterna alrededor de la Pirámide que se erige en la plaza. Desde ese día, cada jueves, ellas marcharon. Una y dos mil veces.

“Si tuviera que decirte qué es, es un ejemplo”, afirmaba Cristina refiriéndose a Hebe.

“Si tuviera que decirte qué es, es un ejemplo”, afirmaba Cristina refiriéndose a Hebe.

El encuentro con Cristina dura casi dos horas. Terminan con un brindis en el que Hebe proclama: “Por los dos mil jueves, por nuestra querida Cristina, para que haga lo que quiera y está bien lo que haga, y para que Macri nos tenga miedo”. El presidente no fue muy oportuno antes de ayer, en una entrevista con el portal BuzzFeed, cuando declaró: “No tengo idea si fueron nueve mil o treinta mil – refiriéndose a los desaparecidos durante la dictadura-, si son los que están anotados en un muro o son muchos más” Como si fuera poco en vez de hablar de terrorismo de Estado se refirió a “la horrible tragedia que fue esa guerra sucia”. Y sobre Hebe, un emblema de la lucha por los derechos humanos, opinó que “está desquiciada”.  Las declaraciones del presidente fueron apenas una semana después que el juez Marcelo Martínez de Giorgi emitiera una orden de arresto contra fundadora de Madres y que una multitud impidiera que se ejecute.

“No tengo idea si fueron nueve mil o treinta mil –  refiriéndose a los desaparecidos durante la dictadura-, si son los que están anotados en un muro o son muchos más”,  afirmó Mauricio Macri.

“No tengo idea si fueron nueve mil o treinta mil – refiriéndose a los desaparecidos durante la dictadura-, si son los que están anotados en un muro o son muchos más”, afirmó Mauricio Macri.

Cristina no repara en las desafortunadas palabras del presidente, cuando al salir responde a los periodistas arracimados ante las vallas. “Es un día demasiado feliz, me interesa hablar de Hebe”, declara, para luego agregar que: “Si tuviera que decirte qué es, es un ejemplo”.

Durante el encuentro la cantidad de personas en las puertas del edificio de Congreso se multiplicó y así el aliento se hace más vigoroso cuando la ex presidenta se retira. No son muchos los que se quedan a esperar a las Madres. Prefieren sumarse a la multitud que espera en la Plaza.

Encabezadas por Hebe, las mujeres salen en hilera con sus pañuelos, mientras los presentes se terminan de dispersar. La Plaza las espera desbordada para, una vez más, marchar por la memoria de sus 30.000 hijos.

Actualizada 12/08/2016

 

Homenaje al obispo rebelde

Homenaje al obispo rebelde

Por la incomodidad que causaban en Córdoba tanto sus declaraciones irónicas como su inconcebible cercanía a los obreros y estudiantes, por la manera errática y a veces inexplicable en la que ocurre la historia, en julio de 1968 Enrique Angelelli fue nombrado obispo de La Rioja. Un mes después, la ruta 38, entre Chamical y la capital provincial, se llenó de familias que querían saludarlo en su llegada. Así empezaba un trabajo intenso, con los conflictos que supone enfrentarse a los poderosos, que terminaría ocho años más tarde, el 4 de agosto de 1976, en esa misma ruta, con un asesinato disfrazado de accidente por el Poder Judicial y la indiferencia de la jerarquía eclesiástica. A 40 años de su muerte, la ruta vuelve a abarrotarse de riojanos que llegan a homenajear a un santo que no necesita canonización.

«Les acaba de llegar un hombre de tierra adentro, que les habla el mismo lenguaje. Un hombre que quiere identificarse y comprometerse con ustedes. Quiere ser un riojano más”, se presentó Angelleli ante a la comunidad y añadió: «No vengo a ser servido, sino a servir; a todos, sin distinción alguna de clases sociales, modos de pensar o de creer. Como Jesús, quiero ser servidor de nuestros hermanos los pobres; de los que sufren espiritual o materialmente; de los que reclaman por ser considerados en su dignidad humana, como hijos del mismo padre que está en los cielos». Sus palabras acabarían de cobrar sentido en el trabajo de su pastoral.

En la mañana de este 4 de agosto, frente a la catedral de San Nicolás, una mujer de unos 80 años, con bastón, se acerca al micrófono abierto que ha sido dispuesto para quien quiera recordar al obispo. Es Alba Lanzillotto. Trabajó con Angelelli en La Rioja. Tuvo que exiliarse en 1976, primero en Uruguay, después en España. Sus dos hermanas fueron desaparecidas durante la dictadura. Una de ellas, Ana María, estaba embarazada de ocho meses al momento  de su secuestro. Alba formó parte muchos años de Abuelas de Plaza de Mayo, aunque todavía no pudo encontrar a su sobrino o sobrina apropiado. Recuerda la época de Angelelli como la más feliz de su vida cristiana. «Soy creyente y para mí Angelelli era lo que Dios quería. El proyecto de Dios para nosotros no es un proyecto de sufrimiento sino de felicidad. Dios quería que nosotros construyamos aquí el reino, no el de los cielos sino en la tierra».

Aunque en el programa oficial figuraba como una “peregrinación”, todos los participantes insisten en llamarla “marcha.

 

“Va a estar linda La Rioja”, cuenta Alba que repetía Angelelli en las situaciones más difíciles. «Para él todos eran iguales, negros y blancos, pobres y ricos -afirma-, pero los que necesitaban defensa, una voz que hable por ellos, eran los pobres. Él los hacía tomar conciencia de sus derechos. Como decía doña Ramona (una vecina de Chamical): ‘Yo por él me enteré que soy persona y que puedo entrar en la catedral’».

Fuera de micrófono, Alba dialoga con ANCCOM. Para ella, el mensaje de Angelelli tiene hoy más actualidad que cuando fue predicado: «Si alguien lee sus homilías, es como si estuviera describiendo al gobierno de Mauricio Macri. Y esa es la condición del profeta, ver más allá de lo que está pasando en su momento».

El arribo del obispo, a finales de la década del 60, marcó un punto de quiebre para el pueblo riojano. Según Alba, hay que mantener viva su memoria porque él llegó para enfrentar “a los apellidos que parecían destinados a gobernar la provincia, mientras todo el resto tenía que obedecer, ser explotado. Si La Rioja se olvida de Angelelli, va a caer cada vez más en eso», dice Alba y destaca: «Cristo era subversivo porque ser subversivo es querer que cambien las cosas que están mal. No es un pecado, es una virtud. La revolución sería lo mismo. Yo como soy esencialmente cristiana, creo en las revoluciones».

«Así como él, cuando llegó, dijo ‘soy un riojano más’, como un riojano dio también la vida por su pueblo. Eso creo que es la mayor riqueza que tiene su muerte, su entrega, su servicio para nuestro pueblo», explicó el seminarista Lucas Barroso.

 

La Iglesia sale a la calle

«La juventud de la patria ha lanzado un grito de rebeldía, grito que se une a todo el continente latinoamericano, grito que trasciende los mares y se une a la juventud de Europa y del mundo. Este grito profético, anunciador de una sociedad en desequilibrio, con estructuras deshumanizantes, debe ser escrutado como uno de los signos de los tiempos», anunciaba Angelelli en 1969. Los jóvenes, a quienes abrió las puertas de la catedral para que militaran -sean católicos o no-, eran uno de los pilares de su pastoral.

Lucila Maraga fue una de esas jóvenes. Ella se unió en 1968. Si bien venía de una escuela de monjas, no era practicante, y la opción por un colegio religioso respondía a una necesidad económica de su familia. «La idea de Angelelli era que debíamos organizarnos para luchar por un cambio al reconocer nuestros derechos en la búsqueda de justicia», explica Lucila en la previa de la marcha. «Participamos de muchas actividades en aquella época. Acá vivimos un Cordobazo también, con represión, con una misa hermosa que hizo monseñor Angelelli», recuerda.

Apenas llegado a La Rioja, el obispo se propuso conocer las realidades profundas de la provincia. Para ello recorrió cada departamento con un grabador de cinta, registrando las charlas que tenía con cada riojano. «No buscaba imponer una visión de las cosas. La Iglesia salía hacia afuera a tomar lo que encontraba, a organizar, articular. Fue una persona respetuosa de los pensamientos de todos. Convocaba a la construcción y a que cada uno descubriera sus derechos para poder reclamar. Eso era algo que tenía clarísimo: si vos no conocés tus derechos, tampoco vas a luchar por ellos o los vas a defender», cuenta Lucila.

En 1975, un grupo de jóvenes de la pastoral, entre ellos Lucila, fueron secuestrados. Los vendaron y los trasladaron a un centro clandestino donde los torturaron y a algunos también los abusaron sexualmente. En noviembre de ese año, “blanqueada” la detención, monseñor Angelelli los visitó en la cárcel, como hacía tantas veces. “Él quería celebrar la misa de Navidad con nosotros y no se lo permitieron. Entonces acude en desobediencia, tanto a la cárcel de mujeres como a la de hombres, y nos convoca a que hagamos la misa igual, aunque a él no lo dejaran. Sin dudarlo, por la firmeza y la ternura con la que nos lo planteó, celebramos la misa. Una misa inolvidable, custodiadas por las fuerzas militares», evoca Lucila. El obispo que sucedió a Angelelli fue dos veces al penal: la primera les llevó chocolates, y la segunda un papel para que firmen que decía que se arrepentían de todo lo que habían hecho. Luego las mujeres fueron trasladadas a Devoto y los hombres a distintos lugares del país, y fueron presos políticos hasta el final de la dictadura.

 Alba Lancillotto

«Angelelli llegó para enfrentar a los apellidos que parecían destinados a gobernar la provincia, mientras todo el resto tenía que obedecer, ser explotado», afirmó Alba Lancillotto, integrante de Abuelas de Plaza de Mayo.

 

«De la muerte de Angelelli nos enteramos en la cárcel por el comentario de las celadoras. Incluso pusieron una radio a todo volumen para desmoralizarnos, haciéndonos escuchar que había muerto en un accidente, que había sido una imprudencia, que no le importaba la vida. Nosotras no teníamos dudas de que había sido un asesinato. Ya desde el año 70 comenzaron las primeras detenciones, persecuciones, amenazas. No fue una cosa exclusivamente del golpe, sino que se venía gestando en los anteriores gobiernos, desde el 68 cuando asumió como obispo». Más allá de la desazón que les causó la muerte de Angelelli, Lucila reconoce que sus enseñanzas, en aquel momento, se enraizaron con más fuerza que nunca y la ayudaron a resistir en prisión: “En la cárcel buscan aislarte, que vos sólo te cuides a vos misma sin pensar en el resto. Y eso que creés que te protege, te termina destruyendo. Eso fue lo que nos imprimió Angelelli en la pastoral: la fuerza de lo colectivo. Y es algo que ya teníamos adentro nuestro, una manera de sentir», subraya.

Pastor de multitudes

Aunque en el programa oficial figura como una “peregrinación”, todos insisten en llamarla “marcha”. El recorrido cruza el modesto Barrio 20 de Mayo, en la ciudad de La Rioja, hasta llegar a la Comunidad Enrique Angelelli, en el barrio Difunta Correa. La columna, encabezada por el actual obispo de la provincia, Marcelo Colombo, avanza lentamente y se detiene en distintos puntos. Colombo, con sus manos, va bendiciendo escuelas, comedores y un hogar para chicos en situación de calle. La tarde cae detrás de las montañas y las velas reemplazan su brillo tenue.

En el punto de llegada, la calle Paraná está cubierta de sillas. Frente a ellas se eleva un escenario decorado con cactus y, en el centro, un retrato de monseñor Angelelli con una sonrisa liviana. Mientras arranca la misa, en el edificio de la Comunidad, el locro se va apelmazando en la olla y van llegando los músicos que tocarán en la peña, cuyo cierre estará a cargo de Peteco Carabajal. Durante la homilía, el obispo repasa el proceso de conmemoración que se inició el 18 de julio, día en el que se cumplieron 40 años del asesinato de los sacerdotes de Chamical Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias. Una semana después, se homenajeó a Wenceslao Pedernera, laico y dirigente del Movimiento Rural Católico, asesinado en su domicilio la noche del 25 de julio de 1976. Habían tocado la puerta de la casa. Su esposa le insistió para que no abriera pero Wenceslao le dijo que podía ser alguien que necesitaba ayuda y así dejó pasar a sus propios verdugos.

Lucila Maraga. Ex presa politica y participante de la pastoral de Angelelli.

“En la cárcel buscan aislarte, que vos sólo te cuides a vos misma sin pensar en el resto. Y eso que creés que te protege, te termina destruyendo. Eso fue lo que nos imprimió Angelelli en la pastoral: la fuerza de lo colectivo», afirmó Lucila Maraga, ex presa politica y participante de la pastoral de Angelelli.

 

«Fue un mes en el que quisimos confrontar aquel espiral de la muerte en un espiral de la memoria. Aquel círculo que dramáticamente se cernía sobre el buen pastor, ahora es una línea abierta de esperanza al futuro que nos compromete a ser una comunidad fraterna. Queremos que sus gritos sean los nuestros, queremos traerlos del olvido a este presente donde se hace el hombre nuevo según Cristo», expresa el obispo y cierra la primera parte de la misa. Lo acompañan en el escenario sacerdotes de diversas comunidades religiosas y distintas regiones del país.

Marcelo Colombo fue nombrado jefe de la iglesia riojana por el papa Francisco, en septiembre de 2013. Los cuatro años anteriores había oficiado como obispo en una diócesis en San Ramón de la Nueva Orán, una ciudad salteña sobre el límite con Bolivia. Conoció a Angelelli en sus primeros años de seminarista. Pero sólo siendo obispo, y estando al frente de la representación diocesana en el juicio, pudo “verlo” en concreto, en sus cartas, sus escritos, en la documentación aportada en la causa. Ante la consulta de ANCCOM, el obispo resalta el valor del esclarecimiento judicial: «Como sacerdote, no puedo alentar la revancha o la venganza, pero sí la plena aplicación de la ley y la búsqueda de verdad como un camino de realización del hombre y de la sociedad. Sin verdad no hay justicia ni hay paz», sostiene. Su labor está signada por el trabajo pastoral de Angelelli y la dinámica propuesta por el papa Francisco. Esta herencia, si bien marca un camino a seguir, es también una exigencia. «La función del obispo es una función pastoral que tiene consecuencias, sea que juegue a favor de los pobres en las instancias límites, sea que opte por silenciar la voz de la Iglesia y conducirla hacia adentro, lo cual también es una forma de tomar posición. La Iglesia es la familia de los cristianos en la calle. Tenemos que tender a la transformación de la sociedad por la participación activa en ella. Participás como padre de familia educando a tus hijos, pero también participás militando y actuando en distintos sectores sociales», destaca.

En La Rioja, una provincia de raigambre católica, la Iglesia es un actor de peso. A poco de haber asumido como obispo, monseñor Colombo tuvo que mediar en varios conflictos. Uno fue la toma de la Universidad Nacional de La Rioja por parte de los estudiantes, en reclamo de la destitución del rector que llevaba más de 20 años en el cargo, y que finalmente lograron. Otra situación fue la represión a las organizaciones autoconvocadas contra la minería en Famatina. En uno y otro caso, Colombo acompañó a las partes más débiles, estudiantes y asambleístas.

Para el actual obispo, tener “un oído en el Evangelio y otro en el pueblo», como decía Angelelli, es la mejor forma de recuperar su obra: «La visita pastoral es una herramienta de conducción. Por un lado, consiste en hacerse presente en un determinado lugar y tomar contacto con las instituciones, con la vida de la parroquia y de sus capillas, y también controlar si se cumplen algunas cuestiones de naturaleza administrativa como registros de bautismo y de casamiento. Por el otro lado, se trata de entrar en la vida de un pueblo, dejarte tocar por el corazón de ese pueblo y dialogar con él. En este sentido, Angelelli era un maestro. Hacía lo uno y lo otro. Era común verlo con su grabador preguntándole a la gente qué sentía, qué rezaba, qué pedía, qué agradecía. Angelelli es el pastor de personas concretas. ¿De multitudes? Sí. Pero en La Rioja prima el diálogo personal».

Para el obispo actual, tener “un oído en el Evangelio y otro en el pueblo» – como decía Angelelli – es la mejor forma de recuperar su obra.

“Ardor pastoral”

«Si analizamos nuestras experiencias personales y sociales en la vida de cada día, encontramos que siempre hay en ella una lucha entre la luz y las tinieblas. Pero podías resumir esta disputa de este modo: hay hombres ciegos y que no pueden ver. Hay también hombres cegados que no quieren ver las cosas como son, sino como ellos las juzgan. Y hay hombres cegadores que pretenden que los demás no vean la realidad como es, sino como ellos quieren que sea», señaló Monseñor Angelelli el 9 de marzo de 1975.

La sobreviviente Lucila Maraga recuerda el sufrimiento que significaron los juicios para esclarecer en el Poder Judicial el asesinato de Angelelli y para condenar a sus responsables. Terminada la dictadura, ella y su marido recuperaron la libertad y dedicaron sus energías a impulsar las investigaciones judiciales, para lo cual contaron con el acompañamiento de distintas agrupaciones políticas y el ninguneo de la jerarquía de la Iglesia y los sucesivos gobiernos provinciales. «Durante cuarenta años, hasta que comenzó el juicio, la Iglesia nunca tomó la figura de Angelelli como hoy se la está tomando. Durante cuarenta años, el pueblo ha conmemorado en Punta de los Llanos, en la marcha que se hace todos los años acá en la plaza. El pueblo siguió reivindicando siempre a Angelelli».

En 2014, Luciano Benjamín Menendez, Luis Estrella y el ex comisario Domingo Vera fueron condenados a cadena perpetua por el asesinato de Angelelli. Para Lucila no es suficiente “porque faltan todavía los civiles y otros sectores militares que han participado, pero ha sido muy bueno para que la sociedad riojana escuche, de la voz de los jueces, que ha sido un asesinato. Porque siempre ha sido la voz del pueblo la que habló de asesinato. Ahora ya no pueden negarlo porque la Justicia lo ha comprobado». No obstante, el Poder Judicial todavía tiene deudas impagas, como el enjuiciamiento a los asesinos de Wensceslao Pedernera y el reclamo es que se unifique esta causa con la de los sacerdotes de Chamical, Gabriel Longueville y Carlos Murias.

«Hay hombres cegadores que pretenden que los demás no vean la realidad como es, sino como ellos quieren que sea», señaló Monseñor Angelelli el 9 de marzo de 1975.

Jóvenes seminaristas riojanos participan de la marcha, entre ellos Lucas Barroso, de la diócesis de La Rioja, quien enfatiza la importancia del juicio: «Es muy importante para La Rioja poder descubrir la verdad sobre la figura de Angelelli, sobre todo de su asesinato. Porque es parte de nuestras raíces, de nuestros orígenes, y un pueblo sin raíces no podría sobrevivir en el tiempo. Es una reconciliación con la propia historia. Así como él, cuando llegó, dijo «soy un riojano más», como un riojano dio también la vida por su pueblo. Eso creo que es la mayor riqueza que tiene su muerte, su entrega, su servicio para nuestro pueblo. El saber que su sangre está en nuestra tierra, y que es una sangre que la fecundiza. Descubrir la verdad sobre su ser, sobre su vida, su pastoral, y sobre su muerte, principalmente, nos ayuda a reconocernos, a identificar nuestras raíces más profundas como riojanos».

Lucas opina que que lo fundamental es continuar con la tarea de Angelelli: «A monseñor Enrique se lo mandó a la Rioja por ser un pueblo postergado en esa época. Había que acallar a ese pastor que en Córdoba estaba movilizando mucho. Dijeron: ´Lo mandamos a un pueblo que ya está postergado, y el mismo pueblo va a callar a este obispo porque están olvidados’. Y esto fue lo que encendió más su ardor pastoral, misionero, su ministerio episcopal. Llegar y encontrarse con una realidad postergada, donde la pobreza estaba muy arraigada, donde había explotación de los pobres. Ante esa situación había dos posturas: o quedarse silenciado y no decir nada, o la actitud del profeta, que es acudir al pueblo, ayudarlo y denunciar. El mayor legado es la memoria de todas aquellas personas que estuvieron con él, que compartieron con él, y que descubrieron en él un verdadero discípulo de Dios. Alguien que estaba dispuesto a dar su vida para ayudarlas social y espiritualmente. Fue un obispo que desde el primer día que llegó a esta diócesis vivió según Cristo, que implica dar la vida. Sabemos que él dio la vida, pero aún vive en el pueblo».

La capilla que se construyó en el lugar en donde fue el asesinato del obispo Angelelli.

La capilla que se construyó en el lugar en donde fue el asesinato del obispo Angelelli.

Actualizada 11/08/2016

“No somos invisibles”

“No somos invisibles”

“Este barrio empezó con un amor clandestino”, cuenta Darío desde atrás del mostrador mientras prepara un churrasco a la plancha. Su esposa Joaquina y Mirta lo miran desconcertadas. “Una mujer dejó a su marido y se escapó con dos hombres. Hicieron una casita entre los vagones y vivían ahí, los tres escondidos. Así empezó La Carbonilla”, explica Darío mientras invita café y cuatro empanadas fritas. “Los cafeteros son chusmas”, lo acusa Joaquina mirándolo de reojo. Tanto ella como Mirta viven en el barrio desde que era un terreno baldío, en 2001. Pero Darío lo conoce desde 1991, cuando arrancó a vender café en los galpones del ferrocarril, en donde circulan camiones que se llevan lo que trae el tren carguero. “¿Sigue viviendo en el barrio esa mujer?”, pregunta Mirta que no se quiere quedar con la duda. “Sí, pero con un solo hombre, del otro se divorció”, contesta Darío dando vuelta el churrasco.

Joaquina vivió siempre en el sector 1 –donde está el bar de su marido–, forma parte de la agrupación Militancia Popular y trabaja en el programa “Ellas hacen” (que la gestión de Cambiemos quiere eliminar). Mirta es delegada del sector 3, cartonera y militante kirchnerista. La historia, relatan, crece como el barrio: heterogénea, un poco desprolija, fragmentada. Sin embargo, los recuerdos de ambas convergen en el año 2008, los primeros meses del gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad, y el intento de desalojo. “Ahí nos dimos cuenta que nos teníamos que organizar porque si no nos pasaban por arriba”, dice Mirta. “Sola no podés hacer nada, no tenés peso. Tenemos que estar juntos y organizarnos –agrega Joaquina–. En ese momento nos salvaron las agrupaciones Militancia Popular y Frente Transversal. Nosotras no sabíamos qué hacer”.

La Carbonilla, que debe su nombre a una leñería cercana, creció a espaldas de la Comuna 15, en un terreno que pertenecía al Ferrocarril San Martín. Para muchos es un caserío fugaz que se ve desde las ventanillas del tren entre la estación Paternal y Villa del Parque. Los pasajeros frecuentes lo habrán visto ampliarse desde 2001, cuando se disparó la crisis y la recolección de cartón fue la única opción para muchos. Además de fuente de ingresos, era el material con el que se erigían las casas, reforzado con las maderas y las chapas que se podían encontrar desparramadas. Hoy las casas de ladrillo alcanzan los tres o hasta cuatro pisos. “Los primeros en venir fuimos los cartoneros. Cuando nos quedamos sin trabajo yo vivía abajo del puente. Ahí empezamos a recorrer los reciclajes de cartón. El carguero frenaba acá. Nosotros dormíamos arriba hasta que bajamos y nos instalamos”.

El barrio se estira pegado a las vías del tren, desde la estación Paternal hasta el puente de avenida San Martín. Se divide en tres. Mirta se instaló desde el principio en el sector 3, lindero al puente. “No teníamos nada. Ni luz, ni agua, ni cloacas. Íbamos a buscar agua con bidones a una estación de servicio acá a tres cuadras. Iluminábamos con velas. Una vez volví de cartonear y se había prendido fuego mi casa, con los documentos, todas mis cosas. Fueron tiempos muy duros”, cuenta mientras cruzamos el barrio. En 2014, Mirta fue elegida delegada en las elecciones que el kirchnerismo le ganó a Corriente Villera Independiente por 29 votos.

En el Sector 2 vive Rocío, que llegó a La Carbonilla cuando sólo había tres casas. Recuerda los incendios, los intentos de desalojo de la seguridad ferroviaria y todo lo que les faltaba. “Este sector también era de cartoneros. En esa época murió un nene envenenado. Vinieron de un juzgado y a esa familia le sacaron los otros hijos por mal cuidado. Pero el nene no había muerto por eso sino por la falta de luz. Tomó de una botella que tenía veneno para ratas porque no se veía nada. Con ayuda de los vecinos que reclamamos, a la familia le devolvieron los otros chicos”.

Joaquina y Dario, vecinos de la Villa La Carbonilla

Joaquina y Dario, vecinos de la Villa La Carbonilla

Rocío también es militante kirchnerista y forma parte de la comisión directiva del barrio. Hasta hace unos meses trabajaba de mantera en la avenida Avellaneda, en Flores, pero fue desalojada y desde entonces no encuentra lugar para trabajar. Como Mirta y Joaquina, reconoce el año 2008 como un punto de quiebre: “Militancia Popular puso a los abogados para que no nos desalojen. Ellos fueron los primeros que resistieron. Después se fue afianzando el barrio, cuando fueron llegando más organizaciones sociales y los vecinos nos organizamos también, más gente empezó a instalarse y a construir”.

Rocío y Mirta caminan por una calle sin nombre, amplia, que corre paralela a las vías del tren. “Desde el principio dejamos calles anchas pensando en la urbanización -puntualiza Mirta-, y no tienen nombre porque todavía no están legalizadas, para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es como si no existiéramos”. Hasta el Sector 2 la calle es de tierra y después empieza un adoquinado prolijo, color gris pálido. “Hasta acá llegó la primera parte del proyecto de obras que empezó el año pasado”, cuenta Mirta. El proyecto fue financiado por el Ministerio de Desarrollo Social, en un acuerdo con el Ministerio de Defensa que designó personal del Ejército como mano de obra. “La segunda parte está presupuestada pero nos dijeron que el Ejército no puede seguir trabajando –afirma Rocío–. Les reclamamos que actualicen el presupuesto pero no nos contestan. Tienen la plata estancada, hace seis meses que no sabemos nada”.

Unos metros más adelante, la calle desemboca en una canchita de fútbol. “Este es el corazón de barrio”, comentan las dos con un discreto orgullo. La canchita también fue parte de la primera etapa de la obra. Mirta no es optimista: “El gobierno del PRO, en ocho años, sólo puso una estación atmosférica y un camión Vactor para destapar las cañerías. El resto lo hizo Cristina: las cloacas, el agua potable, los transformadores para que tengamos luz. Por eso en el barrio somos muchos kirchneristas”. Todos los que pasan saludan a Mirta. “Es que acá los vecinos nos conocemos, no es como afuera que no se conocen entre ellos. Acá le pasa algo a alguien y salimos a reclamar por él”, remarca.

Sobre una de las construcciones más altas flamean la bandera peruana y, abajo, la argentina. Según Rocío, el 90 por ciento de los habitantes (sobre un total de 3500) son peruanos que llegaron en los últimos años. En las elecciones que ganó Macri el año pasado, sólo 126 personas estaban empadronadas. Ahora todo está empapelado con afiches de las presidenciales peruanas en los que podían votar casi todos.

El barrio se estira pegado a las vías del tren, desde la estación Paternal hasta el puente de avenida San Martín.

Atravesando en diagonal la canchita, se puede llegar otra vez al Sector 1 por una calle que separa las casas del alambrado paralelo a las vías. Por allí se accede a la unidad básica de La Cámpora, donde funciona un merendero para los chicos de La Carbonilla. Hace unos meses la agrupación está intentando transformarlo en comedor, pero el espacio no cumple con las condiciones infraestructurales que demanda el Gobierno y por ley no puede funcionar en un local político. “Lo vamos a arrancar igual, con lo que hay –sostiene Mirta–. Los vecinos tienen cada vez menos y cada día hay más chicos que no comen”. Llegando a la básica, aparece “La Rubia”, vecina del Sector 3, decidida a sacar la olla. Mirta le dice que sí, que la saque, que consiguió algo de carne. A La Rubia los muchachos que vinieron hoy le trajeron un cajón de verduras. “Los muchachos -cuenta Mirta- son unos cartoneros de provincia que están hace un par de días. Hoy los invité a casa a ver el partido de Argentina”.

Adentro del local, mate de por medio, se suma Ada. Ella es peruana y vive en el Sector 2 desde hace 12 años. Todavía no milita, aunque Mirta, por lo bajo, dice que está a punto de convencerla. Ada colabora en el merendero y cuenta que la comida que les mandan está casi siempre vencida. La situación actual la preocupa: “Teníamos los camiones del Ministerio de Salud pero los sacaron. Lo mismo con los camiones para hacer el documento y los papeles”. Al igual que Rocío, Ada es mantera y fue desalojada. “En el barrio hay muchas familias manteras. Primero allanaron los 24 depósitos y se llevaron todo. Siempre hablan de la mafia de los que nos dan la mercadería, pero la mafia es la policía que te cobra el espacio. En (la avenida) Avellaneda te cobran 500 por semana de lunes a viernes y sábado aparte”. Su marido trabaja en la construcción y hace dos meses que está sin empleo. “Acá se pararon casi todas las construcciones. A los manteros ya no los dejan vender. A los cartoneros les cierran los galpones y cada vez hay menos cartón en la calle. La gente está desesperada”, resume Mirta.

Las opciones para continuar la urbanización, explica Rocío, son renovar el convenio con el Ejército o actualizar el presupuesto. Pero desde el cambio de gestión a nivel nacional no tuvieron respuesta. “El último regalo de Cristina fue que cedió las tierras a la Secretaría de Hábitat y Vivienda (dependiente del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda). El papel está en el expediente de Hábitat y no nos quieren recibir. Está en manos de ellos, pero es del barrio. La Secretaría tiene un presupuesto para todas las villas de emergencia que no está ejecutando”, detalla Rocío. Hace tiempo que agotaron las vías institucionales de reclamo. “Tenemos que ir todos. Nosotros ponemos la cara por los vecinos pero en estas situaciones tenemos que movilizar el barrio hasta la Secretaría -opina Mirta- para que vean que no somos invisibles”.

Actualizada 21/06/2016

«Nosotros somos el futuro»

«Nosotros somos el futuro»

El auditorio Roberto Carri de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA rebalsaba en la tarde del viernes. Había gente en los pasillos, en cada rincón del salón, en cualquier metro cuadrado libre. Solo las butacas más cercanas al escenario esperaban plegadas. Pero poco a poco se fueron ocupando según los nombres de sus reservas: académicos, funcionarios públicos -en actividad o recesivos- y artistas. Sólo un asiento permaneció vacío, con el cartel de Milagro Sala, quién fue aplaudida y aclamada de pie por todos los presentes.

En la calle Santiago del Estero, los ‘tupaqueros’ acompañaban encolumnados: no querían dejar de recibir al vicepresidente de la República Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, quien disertaría junto al politólogo brasileño Emir Sader y su colega argentino Eduardo Rinesi con motivo del lanzamiento de la Fundación Germán Abdala.

Detrás de las puertas del auditorio, ya cerradas, esperaba una multitud, igualmente abarrotada, para seguir por pantalla gigante la conferencia que, invitados por ATE, los tres académicos brindaron bajo el título “Restauración conservadora y nuevas resistencias en Latinoamérica”

Rinesi: Antología de la democracia reciente

El filósofo y politólogo Eduardo Rinesi fue el encargado de abrir la exposición. La relación entre novedad y política motorizó su disertación, a partir de una reflexión sobre las «nuevas izquierdas» y las «nuevas derechas» en Argentina y América Latina. Para ello utilizó como eje la palabra «democracia», haciendo una caracterización de los distintos significados que adquirió el concepto durante los últimos 40 años.

«Nadie se privó de hablar en las últimas décadas, en la Argentina, de democracia. Nadie se privó de sostener sus propios proyectos políticos, incluso los más ostensiblemente antidemocráticos, sobre una idea acerca de la democracia. Ni siquiera en la última dictadura, que se presentó a sí misma al servicio de una democracia que peligraba en manos del populismo, en manos del desorden, en manos de la corrupción», subrayó el ex rector de la Universidad Nacional de Sarmiento. Democracia como ‘orden’, dijo, fue la clasificación que entonces se le atribuyó en los años de la última dictadura.

Durante el siguiente período, en los años ochenta, «nos representamos a la democracia como una utopía hacia la cual había que marchar. Utopía como la plena vigencia de las libertades que los teóricos del liberalismo llaman ´libertades negativas, frente a los poderes que pueden asfixiarla, como el Estado».

En la década siguiente, la democracia viró hacia una idea de rutina: «La rutina de votar cada dos años, de tener aseguradas ciertas garantías mínimas, ciertos derechos, ciertas libertades básicas».

Desatada la crisis del neoliberalismo a fines de 2001, para un corto período finalizado en 2002, Rinesi definió una nueva idea de democracia, como “espasmo participativo”: «Muy intensa, muy vigorosa, asambleística, sobre la que todavía tenemos mucho para pensar».

Desde la asunción de Néstor Kirchner en 2003, «empezamos a pensar más que en un proceso de democratización, de ampliación y universalización de libertades y de derechos». La forma en que se la denominó en ese momento fue ´democracia republicana´, entendiendo ´República´ como «cosa pública, cosa común, cosa de todos, bienestar general».

Detenido sobre ese concepto troncal de la historia política, continuó: «La palabra República es demasiado preciosa en el lenguaje político para regalársela a los conservadores que pretenden apropiársela, para decir algo muy por debajo de lo que esa palabra nombra».

«¿A cuál de estas ideas de democracia tributa la concepción que sostiene la nueva derecha gobernante en Argentina?», se preguntó para finalizar. Casi sin dejar pausa respondió: «A la idea de democracia como ‘orden’, como tenía la dictadura y a la idea de democracia como pura ‘rutina institucional’, que tuvo el menemismo».

Sader: Neoliberalismo vs antineoliberalismo

«Voy a hablar parado porque soy populista», bromeó Emir Sader para dar inicio a su exposición. Luego de celebrar la organización conjunta de ATE y la la Facultad de Ciencias Sociales porque permite «romper la barrera entre la práctica política y la elaboración teórica», se avocó a hablar sobre la situación política actual de Brasil.

«¿Qué pasó? ¿Por qué pasó? ¿Qué es lo que va a pasar?», fueron las preguntas a partir de las cuales el catedrático brasileño desplegó su intervención. «Lo que pasó es que perdieron cuatro elecciones seguidas, sucesivas. Y tienen todas las de seguir perdiendo, porque en las próximas elecciones irán contra Lula». A continuación contextualizó el marco en el cual se votó el impeachment de Dilma Rousseff: «Con financiamiento privado hicieron el peor Congreso que hemos tenido. Los que se tomaron el trabajo de mirar la votación de ese vergonzoso 17 de abril se habrán dado cuenta del striptease que es hoy el Congreso. Con esa mayoría están tratando de sacar a Dilma, sin ninguna justificación legal, por un manejo presupuestario que todos hacen para facilitar políticas sociales. Por eso es un golpe blando».

Para describir la línea ideológica del gobierno interino de Michel Temer no le fue necesario valerse de elaboradas categorías. Le bastó con hacer referencia al actual gobierno argentino. «El equipo económico de allá podría ser intercambiado con el de acá. Nadie perdería, nadie ganaría; son igualitos. El modelo es el mismo: privatiza el patrimonio público del Estado, corta los recursos de las políticas sociales y atenta contra los derechos de los trabajadores». A continuación afirmó: «El gobierno tiene un núcleo económico de banqueros. Viven del endeudamiento del gobierno, de las empresas y de la gente. Por eso se enriquecen con las crisis».

Sin embargo, su exposición no estuvo exenta de autocríticas. Destacó dos errores fundamentales del segundo gobierno de Rousseff que facilitaron la avanzada de la derecha. El primero: «Una política económica equivocada. Un ajuste fiscal que es socialmente injusto porque hace recaer la crisis sobre los trabajadores y económicamente ineficiente, porque ajustando nunca se llega a retomar el crecimiento económico, entonces lleva a la recesión y al desempleo». El segundo error que marcó se desprende del primero y refiere al costo político de esas medidas económicas: «Se le quitó a Dilma el apoyo popular, se hizo frágil y víctima más fácil de los ataques de la derecha».

Para cerrar detalló la situación actual, que definió como un terreno en disputa todavía indefinido. «O se sostiene el actual gobierno de manera absolutamente impopular y represiva hasta 2018, o puede haber elecciones directas o también un referéndum. Estamos en un proceso con disputas por delante». Luego relevó el balance de fuerzas de los dos modelos políticos en puja: «¿Con qué cuentan ellos? Con el monopolio privado de los medios de comunicación, con una parte del Congreso y con el Poder Judicial. Nosotros tenemos un poder popular extraordinario, tenemos el liderazgo de Lula y tenemos razón».

No reconoció el presente brasileño como el fin de un ciclo, «como fue la etapa desarrollista, que se agotó y el neoliberalismo la superó por derecha. Ahora no. La alternativa de ellos no es hacia adelante, es hacia atrás. En la disputa de ideas nosotros tenemos valores fundamentales para defender y no sólo valores, realizaciones concretas que han sacado al país de la peor crisis de su historia. El campo político está definido como neoliberalismo versus anti neoliberalismo, ese es el dilema fundamental de nuestro tiempo».

García Linera: Un estado continental

«No estamos en un buen momento. Tampoco es un momento terrible. Es un momento de inflexión histórica». Así empezó su exposición Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia desde 2005. «De manera fría, como lo tiene que hacer un revolucionario, hay que analizar las fuerzas y escenarios reales que existen, sin ocultar nada, porque dependiendo de la claridad del análisis que uno hace, es que sabrá encontrar las potencias, las fuerzas reales y prácticas del avance futuro», continuó con un tono reflexivo, todavía con el saco puesto.

Después de una breve introducción coyuntural, puntualizó cuatro características que presentaron los gobiernos latinoamericanos durante la «década dorada, década virtuosa de América Latina», como la definió el propio García Linera.

En lo político, hubo «un ascenso en lo social y fuerzas populares que asumieron el control del Estado, superando el viejo debate de principios de siglo, de si era posible cambiar el mundo sin tomar el poder. Los sectores populares, trabajadores, campesinos, indígenas, mujeres, clases subalternas, superaron ese debate ‘teoricista’ y contemplativo de una manera práctica».

En segundo lugar destacó un fortalecimiento de la sociedad civil: «Los sectores populares comenzaron a diversificarse y a proliferar en distintos ámbitos. Una potente redistribución de la riqueza social se impuso frente a las políticas de ultra concentración de la riqueza, que habían convertido al continente latinoamericano, durante el siglo XX, en el continente más injusto del mundo».

A continuación remarcó la dimensión económica, en una propuesta «post-neoliberal» por parte de los Estados: «Algunos países llevaron adelante procesos de nacionalización de empresas privadas o la creación de empresas públicas, la ampliación del aparato estatal, mayor participación del Estado en la economía para generar formas post-neoliberales de la gestión económica, recuperando la importancia del mercado interno. El Estado se constituyó como protagonista de la redistribución de la riqueza».

Finalmente mencionó la política externa, la formación de una «internacional progresista y revolucionaria a nivel continental». En este punto recordó la importancia trascendental de la UNASUR para evitar el intento de golpe de Estado en Bolivia, en 2008, cuando cinco de los nueve partidos del Estado boliviano estaban bajo control de la derecha. «Fueron Kirchner, Chávez, Correa y Lula los que nos ayudaron a restablecer el orden», exclamó enérgico, ya sin el saco, entre el aluvión de aplausos del público. «Sin embargo, y hay que asumir de frente el debate, en los últimos meses este proceso de irradiación y de expansión territorial de gobiernos progresistas y revolucionarios se ha estancado», retomó, bajando un poco el entusiasmo.

A continuación marcó cinco «límites y contradicciones», que constituyeron las mayores debilidades de los gobiernos latinoamericanos durante la «década dorada». Sin seguir un orden de importancia, comenzó por la economía: «En ella nos jugamos nuestro destino como gobiernos progresistas y revolucionarios». En este punto explicó la condición necesaria de mantener un crecimiento económico, pero sin dañar nunca al pueblo, que es el sujeto fundamental de todo gobierno revolucionario o progresista. «Cuando se hace eso, creyendo que se va a ganar el apoyo de la derecha, se comete un error, porque la derecha nunca es leal. A los sectores empresariales los podemos neutralizar, pero nunca van a estar de nuestro lado. Y vamos a neutralizarlos siempre y cuando vean que lo popular es fuerte y está movilizado», apuntó. Luego desarrolló la idea que se tiene que llevar a cabo un cambio radical en la estructura económica desde el Estado: “El Estado no puede sustituir a los trabajadores. Podrá colaborar, podrá mejorar, pero tarde o temprano tiene que ir disolviendo el poder económico en los sectores subalternos. Esa es la clave que va a decidir a futuro, la posibilidad de pasar de un post-neoliberalismo a un post-capitalismo».

En segundo lugar, se refirió a un cambio en el sentido común de los sujetos. «No hay revolución verdadera, ni hay consolidación de un proceso revolucionario, si no hay una profunda revolución cultural». Esta crítica surge de un desfase que García Linera sostiene que hubo entre los avances económicos y los cambios en el sentido común de la sociedad. «Ahí estamos atrasados, ahí la derecha ha tomado la iniciativa», afirmó y “eso ocurrió a partir de la fuerte influencia de los medios de comunicación hegemónicos, entre otros factores”. Sin embargo, remarcó que era fundamental provocar un cambio cultural desde las bases: «Muchas veces es más importante ser un dirigente de barrio, ser un dirigente de universidad, ser un comentarista de radio, ser un dirigente de base, que ser autoridad. Porque es en el trabajo cotidiano con la base donde uno gesta la construcción del sentido común».

Como tercera instancia, hizo mención a una débil reforma moral: «Hay que seguir insistiendo en la capacidad de mostrar, con el cuerpo, con el comportamiento y con la vida cotidiana, lo que uno procura. No podemos separar lo que pensamos de lo que hacemos, lo que somos de lo que decimos». García Linera continuó: «Los neoliberales son ejemplo de una corrupción institucionalizada. Las privatizaciones han sido el ejemplo más escandaloso, más inmoral, más obsceno de corrupción generalizada». Sin embargo, agregó, es necesario que «nunca abandonemos la humildad, la sencillez, la austeridad y la transparencia».

La cuarta cuestión que mencionó es la continuidad de los liderazgos. “El tema es cómo damos continuidad al proceso, teniendo en cuenta que hay límites constitucionales para un líder». En este punto señaló una de las mayores dificultades para los movimientos emancipadores de América Latina. «Qué revolución verdadera no personifica el espíritu de la época. Si todo dependiera de las instituciones, no sería revolución. Cuando ya son las instituciones las que regulan la vida de un país, estamos ante democracias fósiles». La tensión entre la institucionalidad y la revolución por vía democrática surge, para Linera, como uno de los debates más importantes hacia el futuro. «Tal vez, la importancia de los liderazgos colectivos que permitan la continuidad de los procesos tengan mayores posibilidades en el ámbito democrático», opinó antes de ir al último punto.

En este caso desgranó la idea de la débil integración económica continental. «Soy un convencido de que América Latina sólo va a poder convertirse en dueña de su destino en el siglo XXI, si logra constituirse como una especie de Estado continental, plurinacional, que respete las estructuras nacionales de los Estados pero que, a la vez, tenga un segundo piso de instituciones continentales en lo financiero, en lo económico, en lo cultural, en lo político, en lo comercial». Si bien reconoció que se trata de un tipo de integración profundamente más compleja que la integración política, el vicepresidente boliviano afirmó que América Latina cuenta con todas las condiciones materiales para realizarlo. «¿Se imaginan, si somos 450 millones? Tenemos las mayores reservas minerales de litio, de agua, de gas, de petróleo, de agricultura. Nosotros podemos direccionar los procesos de mundialización de la economía continental. Solos, somos presa de la angurria y el abuso de empresas y países del Norte. Unidos, América Latina va a poder pisar fuerte y marcar nuestro destino».

Redondeando la disertación, se alejó de las particularidades de la coyuntura para tomar una perspectiva histórica sobre el momento que atraviesa nuestra región. «No debemos asustarnos. Marx, en 1848, cuando analizaba los procesos revolucionarios, siempre hablaba de la revolución como un proceso por oleadas». De esta forma sembró un poco de optimismo en el auditorio. En esa línea de pensamiento, reconoció el momento actual latinoamericano como el fin de una primera oleada, en donde la tarea es «debatir lo que hicimos mal, dónde cometimos errores, qué nos faltó hacer, para que cuando se dé la segunda oleada, más pronto que tarde, los procesos revolucionarios continentales puedan llegar mucho más allá de lo que lo hicieron durante la primera vez». En la misma línea que Sader, reconoció que el principal aspecto a favor de los movimientos populares es el tiempo histórico, debido a que la derecha no tiene un proyecto superador. «No representan el futuro. Ellos son zombis, muertos vivientes electoralmente. Nosotros somos el futuro, somos la esperanza».

«Tocan tiempos difíciles, pero para un revolucionario los tiempos difíciles son su aire. De eso vivimos, de los tiempos difíciles, de eso nos alimentamos. ¿Acaso no venimos desde abajo, acaso no somos los perseguidos, los torturados, los marginados de los tiempos neoliberales? Para eso es un revolucionario. Luchar, vencer, caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse. Hasta que se acabe la vida. Ese es nuestro destino».

Terminada la exposición, en el marco de una conferencia de prensa, el vicepresidente de Bolivia dialogó con la periodista Eva González, de ANCCOM, sobre algunas de las cuestiones específicas desarrolladas en su intervención. En relación a la dificultad que se les presenta a los gobiernos progresistas y revolucionarios para lograr una eficaz administración económica en coincidencia con una progresiva distribución de recursos hacia los sectores populares dijo: «Hay que gobernar para todos, pero siempre, en primer lugar, para el pueblo. Tomar medidas teniendo en cuenta a los empresarios, a los banqueros y a los agroindustriales, ya que son parte de tu país y de tu economía, pero nunca afectando al pueblo». A continuación agregó: «Nunca hay que golpear a las bases populares. Eso es como un norte. Si una medida afecta a los trabajadores, nunca la tomes. Estamos en el gobierno para gobernar para las mayorías populares, no para los más ricos».

 

Actualizada 31/05/2016