“Aún en medio del infierno, estamos creando desde la alegría”

“Aún en medio del infierno, estamos creando desde la alegría”

Hay una banda de cumbia que invita a sudar sin nombres ni moral, a entonar sus canciones con “lenguas insurrectas” y a agitar las caderas de “cuerpos castigados” por el patriarcado con el puño feminista en alto. Está “viva y furiosa”, lista para desafiar al machismo. Cuestiona la monogamia porque “es un cuento de la infancia” y el régimen de heterosexualidad obligatoria porque sabe que “revolución es que te pueda besar en cualquier lado, sin sentir la vergüenza”.

Se ríe de la inclusión a medias, de la hipocresía del “está todo bien con que cambien de nombre, pero en el fondo siguen siendo hombres”. Le canta con rabia a los CEOs del capitalismo, que “propagan talleres clandestinos, odian al pobre y a lo distinto”. Con el deseo de vivir en paz y el amor como el gran motor proponen “acabar bien pronto con estas violencias” y “cortar con tanta indiferencia”. Esto es Sudor Marika.  Nicolás Gabioud, Nahuel Puyaps, Rocío Tirita, Vicente Quintreleo, Sebastián Sazali, Lautaro Pane y Carolina Piccarreta se juntan a ensayar en el Doke. Salen a escena con los rostros tuneados con gliter y los cuerpos semidesnudos decorados con accesorios propios de la estética BDSM (Bondage, dominación, sadismo, masoquismo). En sus shows entre tema y tema entonan a coro con el público “Macri no es, puto es liberal, hacete cargo él es heterosexual” y re versionan el clásico de Supermeka2: “que levanten las manos como yo la que quiera un misoprostol”. Tienen disco nuevo, Las yeguas del apocalipsis. Toda una declaración de principios.

Hombre en cuero tocando la guitarra, tiene la cara tapada con un pasamontaña.

Sudor Marika se presentó, junto a la banda Los Rusos Hijos de Puta, en el Teatro Mandril.

¿Cómo surgió la idea de cantar sobre los feminismos y las luchas LGTBIQ?

Vicente: Había algo que nos hermanaba que es la militancia de nuestras identidades disidentes. El hecho de ser una banda de cumbia integrada por personas que tenemos una base de empoderamiento de algunas causas hizo que supiéramos de entrada que no iba a ser una reproducción de lo que es la cumbia como género musical. Nuestras canciones son creaciones colectivas. Queremos ocupar este espacio, pero desde nuestra experiencia y forma de pensar un mundo posible, usando este género musical que es bastante machista como la mayoría de los géneros, misóginos, violentos.

Nahuel: No es que primero vino la idea y después las canciones, creemos que lo personal es político, para nosotras no está la vida por un lado y cuando vamos a hacer canciones vemos cuál es el tema políticamente correcto. Escribimos sobre lo que estamos hablando, deseando, pensando, amando.

¿Por qué tocan cumbia? ¿Qué significa para ustedes la cumbia?

Rocío: La mayoría ya veníamos escuchando cumbia, creemos que este género tiene algo de la celebración, de la fiesta, de trastocar algunos sentidos de las letras de las canciones.

Vicente: La propia cumbia fue la que nos hizo encontrarnos, todos los que integramos la banda tenemos en común que la cumbia es el género que elegimos por excelencia al momento de salir a bailar algo. Para nosotras tiene un sentido especial crear estas letras con una música popular, pensamos que es una música que tiene un montón de llegada a un público muy amplio.

Dos personas mirándose a un espejo colgado sobre una pared de fondo rojo. Al lado aparecen dos maniquíes.

«Creemos que este género tiene algo de la celebración, de la fiesta, de trastocar algunos sentidos de las letras de las canciones», dice Rocío Tirita sobre la cumbia.

En sus letras se refleja una visión muy crítica hacia el actual gobierno, ¿cómo se posicionan en lo políticamente partidario?

Nahuel: somos varias en la banda y hay posicionamientos heterogéneos, pero en esa línea que prevalece o que se ve hay algo que nos une.

Rocío: ¡Amor a Cristina, dale decílo! (Risas).

Nahuel: Pero entendemos que eso no obtura otras alianzas y de hecho en general son sectores de izquierda los que nos llaman para compartir espacios, porque tenemos una mirada anticapitalista y antipatriarcal que puede ser contradictorio con la figura de Cristina. Con ella tenemos un amor y una pasión porque es alguien que dijo las cosas en un tono como de una cumbia.

Rocío: También está la cercanía entre la cumbia y lo popular.

Nahuel: En un diario nos hicieron una entrevista y un pibe comentó que éramos “populismo rosa”. Me parece que eso que nombran como populismo rosa es chorrear y entender que los cuerpos puedan también comprender por dónde va la política y no dejarlo para los iluminados.

Vicente: Lo que nos importa destacar en este momento es que somos una banda antimacrista porque creemos que desde ese lugar generamos la posibilidad de establecer alianzas que hoy nos parecen mucho más trascendentales que decir banco a Cristina o no, a pesar de que nosotros la amamos. Hay personas o más bien trolls que nos bardean con un ejercicio del odio al que no le queremos dar cabida.

Cinco integrantes de la banda en el escenario, cantando y tocando instrumentos.

«Hay un deseo de pureza al que nosotros no queremos responder porque pensamos que somos seres que estamos en constante experimentación», dice Vicente Quintreleo.

“El estruendo siempre es fuerte cuando cae la moral” dice una de sus canciones. ¿Qué significa para ustedes derrocar la moral?

Vicente: Hay un deseo de pureza al que nosotros no queremos responder justamente porque pensamos que somos seres que estamos en constante experimentación, y nos referimos a todo tipo de discurso de pureza, de moralidad, incluso dentro de los feminismos y la disidencia sexual.

Nahuel: esta idea de la moral viene a romper con la idea de que la pelea no es solo con el capitalismo y el patriarcado, también va a ser cada vez que vengan a decirnos cómo tenemos que vivir porque el poliamor también se puede volver moralista. Si hay una receta a la que nos tenemos que someter para poder vivir, para ser más progres o más feministas, hay alguien de afuera que nos está diciendo cómo hay que vivir. Esa es una pelea constante y cuando das esa lucha, ya nunca estás tan cómodo y eso no te deja nunca descansar ni creértela que ya sos lo suficientemente rebelde o anarco porque la moral se te filtra siempre, es un trabajo deshacernos de ella. Como dice Rocío en una canción: “Dejame sentir que siento”. Para eso hay alguna voz que hay que callar y es la de la moral.

Rocío: También está la moral en las izquierdas, está en todos lados.

Público de Sudor Marika, mostrando sus torsos desnudos, escuchando la banda.

«Quieren que estemos tristes. Hay todo el tiempo un ataque para que eso suceda y nosotras en ese infierno estamos encontrando alianzas», dijo Nahuel Puyaps.

A través de sus letras cuestionan y denuncian ciertas de formas de opresión. ¿Creen que, desde el lugar del baile, la alegría, la celebración se puede llegar a cambiar ciertos pensamientos?

Rocío: Sí, pero no en términos megalómanos sino como un espacio donde quizás a los cuerpos bailando les pasa algo, al menos alegrarse, pero no a modo de placebo, sino que hay algo del contagio de lo que proponemos que se da por afinidad política; no sé si vamos a poder convencer a un macrista que deje de votar a Macri, sino más bien pensar cómo seguir juntándonos, haciendo cosas e irradiar esa alegría en otros espacios.

Nahuel: No vamos a convencer a nadie de nada, pero es verdad que estamos en un momento en que la política está trabajando sobre nuestras afectaciones, sobre la tristeza. Quieren que estemos tristes. Hay todo el tiempo un ataque para que eso suceda y nosotras en ese infierno estamos encontrando alianzas. Todo lo que nos va sucediendo es por alianzas afectivas que se van expandiendo. Y lo que estamos encontrando es que aún en el medio del infierno estamos produciendo y creando desde el orden de la alegría y no desde la alegría que impone el macrismo como un slogan, sino desde una alegría que aumenta la potencia de la gente que está participando de eso quiere más. Hay personas que hacen un dibujo, otros tocan nuestros temas, otros hacen una remera, otros no invitan a tocar; hay toda una producción de alegría que se expande y no es la alegría del macrismo, sin pedirle nada a nadie participamos de un encuentro potente.

Carolina Piccarreta, integrante de Sudor Marika, tocando el octapad.

Sudor Marika canta sobre feminismo y luchas LGTBIQ, desafía al machismo y al patriarcado, cuestionan la monogamia y el régimen de heterosexualidad obligatoria, y van en contra del capitalismo.

Nicolás: Es una disputa de la cumbia como discurso, de la noche, de la fiesta. La gente lo escucha y se siente interpelada, se ve representada en estos espacios y eso genera más encuentros con más personas y así vamos conquistando todos los espacios.

Rocío: cuando decimos más encuentros con más personas no lo decimos en el sentido que nuestro objetivo principal como banda es tener un millón de fans y generar esa distancia infinita entre los fans y la banda; cuando decimos que se producen encuentros es porque hay algo que se contagia y que no tiene que ver con la adoración y la fascinación sino con una figura que circula más horizontalmente.

Integrantes de Sudor Marika en el escenario, haciendo música.

La banda se apropia de la cumbia para convertirla en bandera de la lucha por la diversidad y la disidencia.

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Sebastián Zasali: Teclado y voz

Rocío Tirita: Güiro y voz

Vicente Quintreleo: Guitarra y voz

Nahuel Puyaps: Bajo

Nicolás Gabioud: Trompeta

Carolina Piccarreta: Octapad

No aclare, que oscurece

No aclare, que oscurece

En una marcha realizada hace diez días en la Ciudad de  Córdoba por el asesinato de Rafael Nahuel la policía detuvo arbitrariamente a seis personas, casi todas lesbianas.  “Parece mentira, ¿no? Que lo que nos gusta hacer a las tortas después de marchar (ir a comer papas fritas a la cañada) de repente sea un motivo para que te lleven presx”, cuenta en Facebook una joven que presenció el momento en que los oficiales golpeaban y se llevaban detenidas a las rastras a sus compañeras. Al día siguiente fueron liberadas, pero les abrieron causas por resistencia a la autoridad. Según se desprende de los videos del operativo, a sólo un mes del lanzamiento del protocolo para la detención de personas LGBTQI las fuerzas de seguridad ya olvidaron aplicarlo.

El pasado 24 de octubre, el Ministerio de Seguridad publicó en el Boletín Oficial un conjunto de reglas que detalla cómo deberían actuar las fuerzas en casos en los que se deba requisar o detener a lesbianas, gays, bisexuales y/o travestis. Sin embargo, escasea información sobre lo relacionado a las cuestiones de la disidencia sexual y es confuso al momento de explicar cómo debería aplicarse esta nueva normativa teniendo en cuenta las características específicas de cada identidad.

Si se tienen en cuenta los avances de Argentina en el marco normativo respecto de la diversidad sexual, el protocolo recientemente elaborado no aporta ninguna novedad. Cada punto que detalla y exhorta a cumplir a las fuerzas policiales y de seguridad, no son otra cosa que lo que ya enuncia la Ley de Identidad de Género 26.743. El artículo primero, inciso C, de esta normativa detalla: “Toda persona tiene derecho: A ser tratada de acuerdo con su identidad de género y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acrediten su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada”.

Por su parte, el anexo 3 del protocolo, señala: “Ante la presencia de una persona que haya optado por un género que difiera de su condición biológica, o bien cuando el personal policial advierta tal circunstancia; deberá dispensarle el trato correspondiente al género auto percibido, respetando aquel nombre de pila con el cual se sienta identificado, sin perjuicio de la documentación que exhiba”. Lara Bertolini, activista travesti feminista sostiene: “Si las fuerzas de seguridad necesitan escribir lo que ya está escrito es porque realmente no lo tuvieron en cuenta antes. A mi entender reconocen que tuvieron que crear este protocolo para poder decir: ´´Sabemos las leyes, normas, decretos y  tratados, pero no los hemos aplicado´´, por eso de alguna manera tienen que refrendarlo mediante este documento”.

La necesidad de crear un protocolo que repita lo que ya indica una ley deja entrever que las fuerzas de seguridad fallan en el trato que despliegan hacia las personas LGBTIQ y este es el problema de fondo. Lo que se oculta detrás es la violencia y la impunidad con la que se manejan hacia ellas, situación que demanda a crear pautas para mejorar su conducta. Greta Pena, abogada y presidenta de la Asociación Civil 100% Diversidad y Derechos asegura: “Las detenciones de casi la totalidad de chicas bisexuales y lesbianas el último 8 de marzo no es casual. Tal como fue en su momento con la creación de supuestos enemigos, por ejemplo, el joven peligroso de barrio bajo, ahora es la lesbiana que destruye las paredes y las iglesias, arma fogatas, odia a los hombres, es per se violenta y además osa darse besos con quien quiere. O también es la travesti o mujer trans que no puede ser otra cosa que narcotraficante o la representación del gay promiscuo”.

Marcha del Orgullo N°26. De Plaza de Mayo a Congreso.

El protocolo es confuso cuando detalla lo que puede considerarse o no un abuso de la fuerza por parte de lxs efectivos: “Queda totalmente prohibido todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, sean físicos o mentales”, pero luego aclara: “No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de acciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a éstas”. Según Pena, la única norma que hay que seguir en materia de detención a la población LGTB es que todo lo que hagan las fuerzas policiales no sea agravado por la condición de la orientación sexual o la identidad de género de la persona.

Plantear que el personal policial tiene prohibido ocasionarle al detenido “dolores o sufrimientos graves” sin especificar a qué se refiere exactamente deja un vacío que da lugar a la libre interpretación de cada oficial. ¿Qué se entiende por “graves”? ¿Eso significaría que un dolor leve si estaría permitido? Tampoco específica a qué se refiere con “acciones legítimas” que habilitan al personal policial a poder ejercer castigos. Pena asegura que este protocolo es peligroso porque “envía un mensaje a las fuerzas de seguridad, les da un convencimiento de que somos personas a detener y/o a requisar porque somos revoltosas, peligrosas”.

Por otra parte, el protocolo ignora y omite ciertos aspectos de las identidades no heteronormadas. ¿Por qué un gay o un hombre trans deberían ser requisados por una oficial mujer? ¿Quién debería requisar entonces a una persona bisexual? No se ahonda en las particularidades que deberían tener en cuenta con cada una de las identidades, “se ignora totalmente la cuestión de las identidades, ni siquiera les interesa. Si a una mujer lesbiana la requisa una mujer no es por lesbiana, es por mujer, entonces está mal el concepto”, explica Pena.

Las travestis y trans son las más perjudicadas por los abusos de parte las fuerzas de seguridad.

Como consecuencia de la situación de extrema vulnerabilidad en la que viven, muchas de ellas no poseen otra alternativa que ejercer el trabajo sexual en las calles donde sufren el hostigamiento, la discriminación y la criminalización por parte de las fuerzas de seguridad. Pena asegura: “Diariamente la policía detiene a personas trans endilgándole la violación a la Ley de Estupefacientes o por ejercer el trabajo sexual en la vía pública. Las personas trans detenidas en el Servicio Penitenciario Federal y Bonaerense están en su totalidad por violación a esta ley. Borraron los edictos policiales que era como las perseguían antes y la suplantaron por esto”.

El protocolo aclara: “El personal policial deberá respetar la protección y el ejercicio de los derechos humanos de aquellas personas que hayan optado por la identidad de género que difiera de su condición biológica”. ¿Resulta necesario advertir a las fuerzas de seguridad que deben respetar a las personas no heterosexuales?: “Lo importante es que con este protocolo ante cualquier caso de abuso institucional podemos reclamar lo que ahora ponen por escrito y si no lo sostienen van a tener que pagar los actos de ilegalidad que comentan”, asegura, sin embargo, Bertolini.

Actualizado 05/12/2017