Cuatro años de derrumbe

Cuatro años de derrumbe

«Tenemos que colaborar en que este velo se corra», propone Hasenberg.

Las imágenes estuvieron presentes, recorrieron las redes sociales y algunas fueron virales. Pero muchas se perdieron detrás del velo que tendieron grandes medios de comunicación para proteger al gobierno de Mauricio Macri. La fotógrafa Mónica Hasenberg entendió que la manera de masificar esas imágenes que circularon por microclimas era sacarlas a las plazas, a los lugares públicos. De esta forma pensó y gestó la muestra Derrumbe, de la euforia del cambio a la Argentina del desamparo, un recorrido por 155 fotografías tomadas durante los cuatro años de gobierno macrista que realizaron 117 fotógrafos y fotógrafas, incluyendo a 17 colectivos fotográficos y militantes populares. Entre ellos, cuatro reporteros gráficos que transitaron por ANCCOM: Magalí Druscovich, Tomás Borgo, Julieta Colomer y Daniela Morán.

“Hace unos meses –cuenta Hasenberg-, noté que no era posible dimensionar lo que pasaba porque era tan vertiginoso todo que resultaba efímero. Empecé a mirar las fotos que sacaban otros, y pasaba lo mismo, eran cientos todos los días. Así fui dándole forma a la idea de juntar las representaciones de cada sector, de cada sindicato, de las víctimas, un resumen con fotografías de todos”. Esas imágenes que veía en sus redes sociales, subidas por colegas y compartidas por amigos, fueron el desencadenante que la llevó a convocar a fotógrafos profesionales y aficionados a participar.

La muestra en su conjunto tiene el peso de un pueblo devastado. Ver juntas reiteradas imágenes de represión policial, reclamos salariales, protestas sociales por derechos avasallados, comedores sobrepasados de pibes con hambre, personas viviendo en la calle, escuelas y hospitales vaciados, no da lugar a otra cosa que no sea la interpelación. “Teniendo en cuenta que hay un sector hiperinformado y otro informado en forma mentirosa –señala Hasenberg- creo que tenemos que colaborar en que este velo se corra; es increíble el nivel de negación de ciertos sectores que aceptan que está todo maravilloso aunque no pueda comprar la leche para sus hijos.”

En la muestra hay imágenes de cuatro fotógrafos que pasaron por ANCCOM: Magalí Druscovich, Tomás Borgo, Julieta Colomer y Daniela Morán.

Durante meses se gestó la producción de la muestra de forma colectiva, con intercambio de mails entre los fotógrafos pensando posibilidades de impresión. Finalmente se decidió imprimir banners que se pudieran transportar y colgar fácilmente para llevarla a plazas y establecimientos públicos de todo el país sin mayores dificultades.

Luego surgió la posibilidad de compilar las fotos en un libro editado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Para Hasenberg, el armado del volumen, además de darle otro formato, servirá también como “material de formación para que les jóvenes puedan aprender las consecuencias de las políticas neoliberales”.

La muestra se inauguró el viernes pasado en la Facultad de Filosofía y Letras, donde también se realizó la presentación del libro, y seguirá hasta el viernes 11 de octubre. Luego será llevada a la Plaza Armenia el sábado 12 y a Plaza Unidad Latinoamericana en Almagro el domingo 13. El jueves 17 llegará a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Más adelante seguirá recorriendo el país.

La marea verde esta vez emergió desde las entrañas de la tierra

La marea verde esta vez emergió desde las entrañas de la tierra

Varias organizaciones, entre ellas la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, el colectivo Ni una Menos y las metrodelegadas, sumadas a artistas como Miss Bolivia, tomaron las líneas del subte para expresar distintos tópicos que subyacen en el debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo: el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, la maternidad asociada al deseo, el derecho a la información en contra de la desinformación opresiva, el aborto como cuestión de salud pública y el derecho a la educación sexual integral.

La acción comenzó en las cabeceras de cada línea de subte, luego las agrupaciones viajaron en los trenes decorándolos de verde, repartiendo volantes y cantando canciones a favor de la legalización del aborto. Finalmente, se reunieron todas en Plaza de Mayo donde realizaron un pañuelazo frente a la Casa Rosada.

En vistas al debate que tendrá lugar el próximo 8 de agosto en la Cámara de Senadores, los colectivos decidieron unirse para visibilizar la necesidad de que el aborto sea legal, seguro y gratuito.

Mirá la fotogalería de ANCCOM:

Somos Cultura

Somos Cultura

El primer festival interdisciplinario de centros culturales, Somos Cultura, se realizó el pasado domingo en Palermo para exigir una ley de fomento que los potencie y reclamar por el reconocimiento de estos espacios como lugares donde vive, nace y se difunde el arte independiente y autogestivo.

La organización estuvo a cargo de los espacios Casa Doblas y Casa Sofía y contó con el apoyo del colectivo Construyendo Cultura  y de Meca (Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos). También se sumaron “El tango no se clausura” y varias organizaciones que nuclean a las milongas porteñas.

En el acto central se leyó un documento en el que se enumeraron las problemáticas que sufren hoy los centros culturales. En primer lugar, sin dudas, se encuentran las recurrentes clausuras realizadas por la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad de Buenos Aires.

La consigna del evento: “Somos cultura. No somos el Ministerio de Cultura”.

En el año 2014, la Legislatura porteña sancionó la Ley de Centros Culturales que les permitió y reconoció, por primera vez, las particularidades que competen a estos espacios de acuerdo a la variedad de actividades que se realizan: obras de teatro, recitales de música y poesía, lecturas, circo, etc. Sin embargo, en la práctica la ley no es respetada por los agentes gubernamentales que se acercan a los espacios sin conocerla y exigen requerimientos que le corresponden a otro tipo de espacios, como teatros comerciales o clubes nocturnos. Para enfrentar estas arbitrariedades, un grupo de abogados especializados en la temática cultural asesora de manera gratuita y acompaña a los centros cuando necesitan levantar una clausura o apelar una multa. “Hace unos meses – recordó Lucas Castro, de Casa Doblas-  tuvimos una clausura pero pudimos levantarla porque los abogados encontraron errores en el acta labrada por los inspectores. De todas formas, tuvimos que cerrar todo un mes y eso nos perjudicó económicamente. Logramos pagar el alquiler gracias a la ayuda de la gente que suele concurrir a nuestro espacio, que donó su arte y vino a pasar el fin de semana en el espacio para que podamos recaudar lo que no pudimos juntar en el mes”.

Este año, a las dificultades ocasionadas por las recurrentes clausuras, se les sumaron los aumentos exponenciales de las tarifas de luz, gas y agua que, en algunos casos, superaron el mil por ciento y determinaron el cierre de algunos centros culturales y la consiguiente pérdida de puestos de trabajo. “En Casa Sofía -Julieta Hantouch-, en marzo de 2016 pagábamos 350 pesos de luz y este mes nos llegó una factura por 3.200. Así se hace difícil sostener un espacio en el que no solo hay trabajadores de la cultura que llevan adelante estos espacios organizando fechas, armando la comunicación, atendiendo la barra o realizando el mantenimiento del lugar, sino que también es una fuente laboral para los músicos, actores, artistas plásticos y todos aquellos que eligieron a la cultura independiente como su profesión. A veces se cree que porque hacemos lo que nos gusta no podemos ganar un sueldo a cambio, como si el trabajo tuviera que ser sufrimiento, hacer algo que no nos gusta para vivir y dejar lo que disfrutamos para el tiempo libre”.

En el acto central se leyó un documento en el que se enumeraron las problemáticas que sufren hoy los centros culturales.

El reclamo central también apunta a un mayor presupuesto para la cultura independiente que justamente, por no ingresar en los circuitos oficiales o comerciales, no es reconocida por el Estado.

Los centros culturales, explicaban desde el escenario de Palermo, no pueden hacer frente a los gastos que implican la habilitación, los tarifazos ni las multas por cluasuras. Esas dificultades –decía la voz que estallaba en los parlantes- deja estos espacios desamparados y los obliga a trabajar en la clandestinidad.

Ante esta situación el festival realizado el pasado domingo también expresó la necesidad de una ley de fomento que reconozca las particularidades de estos espacios e impulse el desarrollo como sector asignando un presupuesto que les permita desarrollarse y funcionar dentro de un marco legal.

El festival además de una manifestación del sector fue un ejemplo de la falta de apoyo que recibe, tanto del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como de la Nación. Los centros culturales que organizaron el festival accederiedon al recurso que le otorgó el programa Festejar, dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación que aportaba el escenario, los recursos técnicos y los trabajadores que los operaban pero no consideró que sobre ese escenario iban a estar músicos, bailarines, presentadores. Para ellos no se brindó ningún recurso económico, poniendo sobre la mesa el desconocimiento de los trabajadores culturales. De todas formas, la causa del festival logró reunir a una gran cantidad de artistas de diferentes disciplinas, a los trabajadores de los centros culturales y a muchas personas que se acercaron para apoyar del reclamo.

Los organizadores observaron con sorpresa, cuando una cuadrilla armó el escenario, que a sus costados dos banners gigantescos publicitaban a los ministerios de Cultura y Turismo de la Nación. Ante esta situación, dos bandas desistieron de brindar su show. Para aclarar la situación, los espacios convocantes colocaron carteles artesanales que decían “Somos cultura. No somos el Ministerio de Cultura”. La frase se repitió en la lectura del documento final.

 

Actualizado 11/10/2017

 

                                          

 

“Basta de complicidad estatal”

“Basta de complicidad estatal”

Una vez más, las calles porteñas se llenaron de mujeres que resisten y denuncian el patriarcado, el acoso y la violencia machista. Solas y organizadas, grandes, jóvenes y niñas, con diferentes elecciones sexuales, todas juntas desbordaron la Plaza de Mayo. El sábado pasado, la tercera marcha “Ni una menos” cerró con un documento consensuado por más de treinta organizaciones que fue leído por la periodista Liliana Daunes y la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas. “Basta de complicidad estatal”, dijeron.

 

Mirá la fotogalería de ANCCOM:

Actualizado 04/06/2017