“Todo acto es político, pero no hay una forma política de cebar mate”

“Todo acto es político, pero no hay una forma política de cebar mate”

Boca de Buzón, el dúo compuesto por Paula Maffía, y Mana Bugallo, combina música y poesía en una performance que rompe con las estructuras de cualquier definición y que se reconstruye dinámicamente sobre el escenario que las tenga de pie mientras esquiva cualquier tipo de etiqueta.  Se presenta una vez por mes en Casa Brandon, una casa cultural “heterofriendly”, y tiene un programa semanal en Radio Colmena producido por el escritor Juan Francisco Moretti.

¿Cómo es que se unieron y dieron vida a Boca de Buzón?

Si hubiese un Dios, diríamos que Dios nos cría y el viento nos amontona. Es un ambiente pequeño, somos cuatro, es todo muy endogámico. A mí (Paula) me invitaron a participar musicalmente de una colectiva interesante de arte y performance, que es el SUCEDE, y ahí nos conocimos. Teníamos muchos músicos amigos en común, y a fines de 2014 fue la presentación del libro de mi primo, Juan Moretti, en donde tocamos las dos. Ahí dijimos:  “Bueno, hagamos algo”. A los dos minutos ya teníamos lugar, fecha y estaba todo organizado. Se armó rápido.

¿Cuándo fue su primera fecha como dúo?

En febrero de 2015 en el Centro Cultural Sábato, que queda en las entrañas de la Facultad de Ciencias Económicas. Paula ya venía tocando ahí seguido, ellos tienen un ciclo de verano, y no quería volver a tocar sola. Es una covacha, divina y suena bárbaro, pero llevar gente en febrero a once, a un sótano sin alcohol, era una propuesta difícil. Se sumó Mana, y la idea era que ella hiciera Stand up y que yo hiciera la música, pero bajo la consigna de que siempre estuviéramos las dos arriba del escenario. Cada una iba haciendo un par de poemas, un par de canciones, pero entrados los primeros 20 minutos del asunto, nos dimos cuenta de que nos integrábamos muy bien.

Es decir, ¿cada una hacía lo suyo en el escenario?

En el momento, entre que un amigo de Mana trajo whisky, que fue un gran lubricante, nos dimos cuenta de que podíamos hacer algo juntas. Íbamos a hacer una especie de picadito, y terminó siendo todo como un gran guiso, y a la gente le re copó. Las personas que me fueron a ver a mí, que no conocían a Paula, quedaron flasheadas con ella, y yo tuve muy buena respuesta de la gente que la había ido a ver a ella. Después de eso, nos juntamos “a ensayar”. El ensayo salió pésimo, y nuestra vida salió genial. Fuimos en bolas al siguiente show, y nuevamente sucedió esa dinámica de que se mezclan las presencias de una y la otra, y respetamos ese formato. El espectáculo es lo que ocurre entre nosotras cuando estamos ahí, entre canción y canción.

«El espectáculo es lo que ocurre entre nosotras cuando estamos ahí, entre canción y canción», dicen Paula Maffía (izq.), y Mana Bugallo.

Empezaron a hacer una fecha por mes en Brandon, ¿están con la idea de que se haga una performance un poco más constante?

Estamos haciendo una franquicia. “La panchería Boca de Buzón” (risas). Nos gusta laburar juntas, las dos estamos medio embarradas de otras cosas, porque en su momento las dos teníamos proyectos que nos exigían muchísimo, y trabajar juntas es como un recreo. No siempre es tan fácil  ni tan cómodo. Hay muchas restricciones, pero entre nosotras dos, hay pocos “no” y le ponemos mucho amor. Hay una confianza de la una en la otra, las dos sabemos de qué va lo que hacemos, y nunca sugerimos algo que pudiera ofender a la otra.

Entonces, ¿van a seguir con más frecuencia?

Es desprolijo. Quedan dos fechas muy juntas, después un mes sin tocar. No tenemos un día fijo. Nos importa muy poco. No es como el ciclo menstrual. Es un beneficio que tenemos nosotras el que nos guste mucho lo que hacemos. Sabemos que funciona. No necesitamos mucho más que eso. Aunque siempre esperamos que venga gente, no creemos, por lo menos para este proyecto, que tengamos que hacer demasiado para que el proyecto funcione. Con juntarnos y llevarnos bien nos alcanza. No especulamos con pensamientos como “bueno, debería ser todos los jueves, sino la gente se confunde”. No subestimamos al público. Si la gente quiere venir, viene. La competencia, en el sentido de la cantidad de cosas que hay para hacer en esta ciudad, es feroz.

Así, desestructurado, sin nada fijo, ¿proyectan hacia el futuro?

MB: Yo estoy esperando que Paula Maffía termine de pegarla y me presente a toda la gente (risas).

PM: Y yo quiero la gloria del viaje de los poetas, fumar opio, alquilar un auto y andar por el desierto. Tocar bongós a la gorra. (Risas). Tenemos pensado, en algún momento, irnos a algún lado, si algún lado está disponible, algún lado, nos puede llamar. Algún lado, allá vamos.  La idea es seguir haciéndolo mientras nos dé el cuerpo, la mente, el material, los horarios y el macrismo.

«Es un beneficio que tenemos nosotras el que nos guste mucho lo que hacemos. Sabemos que funciona. No necesitamos mucho más que eso».

¿Cómo ven la recepción del público?

Da la sensación de que están esperando a ver qué decimos, con qué vamos a salir esta vuelta, y eso nos llena de felicidad. El ojo no está tan puesto en los textos o en las canciones, cosas para las que nosotras trabajamos un montón, y sin embargo, lo que une es lo que no está planificado. Es una buena dinámica. Gran parte del show pasa por los beats entre tema y tema, lectura y lectura, y nunca sabemos lo que va a pasar. A veces nos vamos a la goma, podemos estar hablando 10 minutos enteros, porque no tiene forma. Hay un enfoque en el entretenimiento, a pesar de que el entretenimiento es una palabra bastardeada, como si fuese sólo superficial. Pero Boca de Buzón es ultraentretenido, en el mejor sentido de la palabra.

Ahora también salen los martes por Radio Colmena, ¿hacen lo mismo que en escenario?

PM: Sin música. Laburamos con Juan Francisco Moretti. Es un programa de una hora, entonces no queremos caer en el formato tradicional de “programa de radio invita músicos a tocar y los entrevista con las mismas preguntas de siempre”, porque a nosotras también nos hartó hacer esas entrevistas, así que lo vemos como otra oportunidad para pasar tiempo juntas. La génesis del programa fue medio esa. Ahora a ser un canal de expresión muy interesante, hay columnas fijas y otras móviles, nos cagamos en el formato todas las veces que se nos da la gana. Viene Juan con una grilla, con el horario perfectamente armado, y nos golpea la pecera pidiéndonos que por favor vayamos a la tanda, es como el preceptor, él siendo mucho más joven que nosotros, y nosotras no queremos. Además, Matienzo es un templo muy interesante para la cultura independiente. Tuvimos la suerte de confluir todos en una cumbre en Río de Janeiro el año pasado y ahí colaboramos por primera vez con Radio Colmena, en donde hay muy buenos programas, y nos dan el espacio para tener un programa feminista.

La cuestión de género es algo que se repite en sus proyectos, ¿cómo lo explicarían?

No podríamos hacer un programa juntas que no fuera feminista, como no podríamos hacer un show que no fuera feminista. Nuestro día a día tiene que ver con eso, sin caer en un lugar acartonado del feminismo y tratando de no estancarnos en un encasillamiento. Nuestra concepción del feminismo no carece de sentido del humor, que es una visión del enemigo. Muchos piensan que el feminismo tiene que ser un embole, que tiene que ser aburrido. Pero la realidad es lo suficientemente absurda como para reírse. Sabemos que no vamos a poder cambiar todo de un día para el otro, así que hay que tomarlo con un poco de paciencia.

¿Sienten que la gente espera de ustedes esa conciencia de ser feministas?

A veces sentimos la responsabilidad, sobre todo en la coyuntura, pero no nos parece que seamos el estandarte de nada. No somos representantes de un feminismo fino, educado, intelectual. Posiblemente le ponemos los pelos de punta a más de una feminista. Posiblemente seamos muy políticamente incorrectas. Eso es importantísimo, no replicar otro lugar, permanecer elásticas todo el tiempo. Las dos hablamos desde nuestra experiencia de mujeres comprometidas que le ponen el cuerpo al día a día, y eso es un acto de militancia enorme, el de exponerse como mujeres en la calle y decir: “No, no quiero ésto”. Esa es la praxis más grande que va a superar a cualquier tipo de teoría. No sé si leímos todos los libros que deberíamos, ni si hablamos con todos los términos indicados, tampoco sé si conocemos a todos les autores, y así como cansa hablar con la “e” todo el tiempo, también nos parece terrible dejar gente afuera cuando no usamos la “e”. Hacemos lo que podemos, y no creemos que haya, del otro lado, una exigencia. Las personas a las que les gusta lo que hacemos no necesitan que no cometamos errores. No podemos imaginar un mundo así de inflexible, porque si no, no aprenderíamos nunca, ni deberíamos subirnos a un escenario. La responsabilidad que una persona tiene, la tiene con ella misma.

«No podríamos hacer un programa juntas que no fuera feminista, como no podríamos hacer un show que no fuera feminista. Nuestro día a día tiene que ver con eso».

¿Creen que es posible separar el arte de lo político?

Todo acto es político, pero no hay manera política de cebar un mate, por ejemplo. Si estás metida en el tema y tenés amigues trans, si conocés chicas maltratadas y te das cuenta de que eso es moneda diaria, no remitirte a eso es ser cómplice. Muchas de las cosas que pasan, pasan porque nadie dice que están pasando, por un ocultamiento sistemático de la violencia de género. Nosotras no podemos cambiarlo todo de golpe. Nos pasó tocar uno o dos días después del asesinato de Diana Sacayán – militante trans asesinada en circunstancias todavía no aclaradas – y fue oscurísimo. Estábamos muy tristes, estábamos dolidas, estábamos enojadísimas. No se puede vivir adentro de una burbuja. Las cosas pasan, y nosotras vamos a laburar y tenemos que hablar adelante de gente, y ese nivel de exposición es difícil. Pero hay personas que ni siquiera saben quién era Diana Sacayán. Es político hablar de Diana Sacayán, pero nos parece mucho más político haber sabido quién era. Habernos rodeado de gente que nos pudo contar. Estamos en la era de la replicación. Hoy todo el mundo toma un partido cómodo desde las redes sociales. No nos gusta meternos en esa discusión ridícula del que hizo su acción liviana y política del día cambiando su foto de perfil por la de Charlie Hebdo, ni del que lo único que hizo fue criticar esa acción por redes, porque ninguno de los dos está haciendo nada al respecto.

¿Cómo incluyen adentro de estos temas al componente lúdico?

Como nos sentimos representadas ideológicamente por la otra, no nos medimos en escenario, sino que somos desmesuradas porque hay algo muy lúdico y fresco. El humor nos salva siempre. Si tuviéramos que rendirle tributo a muchos lugares de seriedad y de tragedia de las que habla el feminismo, no estaríamos cumpliendo nuestra función. Hay otras personas que cumplen esa función, y lo hacen súper. Tenemos amigas que ejercen una militancia que les toma todo el cuerpo y todas las horas de su vida, y estamos orgullosas, pero nosotras elegimos otro camino. Le ponemos el cuerpo a las cosas que creemos que son importantes. La militancia es cotidiana y la responsabilidad, repetimos, es con una misma.

¿Por qué Boca de Buzón?

Porque somos una jetonas. Y porque hay un tango de Tita Merello, que no es de ella sino que ella lo interpretó, que es “Se dice de mí”, y hay una historia que dice que es un tango lesbiano, que se cantaba lesbianamente, aunque no por Tita, sino en sus orígenes. Una parte de su letra decía algo como “si yo le gusto a Mimí, y a Fufi, los tipos me envidian, dicen que soy fea”. Onda “se dice de mí todo esto, pero las minas están conmigo” y en un momento dice: “Y mi boca es un buzón”. Es una expresión, boca floja, boca grande, que no puede dejar de hablar, y nos pareció una descripción atinada para nosotras.

 

Actualizada 26/07/2016

Vivas nos (y las) queremos

Vivas nos (y las) queremos

Al igual que el año pasado, la gente desborda las calles que rodean el Congreso de la Nación Argentina. En la intersección de Callao y Corrientes ya comienzan a sentirse los tambores como corazones que laten frenéticos. Ellas, vestidas de violeta, bailan con las caras tapadas. A su lado, acompañando la danza de cuerpos semidesnudos y de rostros invisibles, un grupo de mujeres camina con un cartel que cubre sus bocas y que dice: “El silencio mata”. Se siente en el aire que vicia la Plaza de los Dos Congresos que es 3 de junio y que, por segunda vez, miles de personas se reúnen para continuar la lucha contra de la violencia de género bajo la reconocida consigna del #NiUnaMenos.

“Me parece que de los efectos positivos que tuvo la movilización -que fue histórica porque fue la primera vez que una demanda de las mujeres llegó a la plaza pública con tanta masividad-, el más importante fue que muchas se animaron a denunciar a sus agresores, a sus violadores o a esa persona que las estaban oprimiendo o que estaba restringiendo, de alguna manera, sus libertades”, cuenta María Florencia Alcaraz, periodista y licenciada en Comunicación por la Universidad Nacional de la Matanza e integrante del colectivo Ni Una Menos. Pero aunque la visibilización aumenta y el hashtag se multiplica en las redes sociales, los crímenes reportados por violencia de género continúan en ascenso. En el último año fueron 275 los casos mortales, y en la última semana fueron tres los femicidios que tuvieron como víctimas a menores de edad: Milagros, de Tucumán; Micaela, de Bahía Blanca; Guadalupe, de Rosario. Las tres tenían 12 años. Es por eso que, a un año de la marcha, las consignas también se multiplican: basta de mujeres muertas por abortos clandestinos; basta de mujeres desaparecidas por la red de trata; basta de violencia machista; basta de encubrir a los violadores.

“Las asignaturas siguen estando pendientes”, expone Guido Carera, militante del Partido Socialista, mientras comienza, indignado, la caminata hacia Plaza de Mayo. “Salimos a marchar otra vez porque si bien se está hablando mucho del tema, tanto desde el gobierno actual como desde el anterior, no se tomaron decisiones ni medidas reales para frenar las muertes de las mujeres y porque seguimos hablando de femicidios todos los días”. Con los minutos, la Plaza de los Dos Congresos comienza a vaciarse y Plaza de Mayo comienza a llenarse. Este año se marcha para gritarle a un gobierno que dio la espalda a las mujeres. Se marcha, también, para que el Estado se responsabilice por los cuerpos de todas las niñas, mujeres y travestis que fueron violentadas y manoseadas por una cultura heterosexista y patriarcal, y por aquellas desaparecidas que ya no volverán. “Los cambios concretos por parte del Estado Nacional no fueron muchos. Seguimos pidiendo, desde hace un año, una Ley de Patrocinio jurídico Gratuito que se promulgó en noviembre y este gobierno todavía no la puso en marcha”, recuerda Florencia Alcaraz. “El Ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, Germán Garavano, dijo que era muy complicado en términos presupuestarios ponerla en marcha, pero es una ley fundamental porque democratiza, porque nos sentimos desprotegidas y este gobierno no hace más que aumentar esa desprotección, y eso lo vemos en el vaciamiento del Programa de Salud Sexual y Reproductiva. Lamentablemente, con el cambio de gobierno, el ‘Ni Una Menos’ se convierte en un deseo casi imposible”.  

La movilización excede el género y la edad. En esta oportunidad, al lado de las miles de mujeres presentes, marchan familias enteras: hombres, mujeres y niños. “Ni Una Menos es una iniciativa que educa, promueve y visibiliza una problemática antigua, nunca tratada y nunca abrazada por el Estado. Es una forma de educación colectiva. Me parece buenísimo que cada vez sean más familias, más niños y más hombres, pero las cosas tardan en crecer, es parte de un proceso natural”, opina Romina, 21 años, estudiante de Filosofía y Letras en la UBA. “En los últimos años se tomó mucha conciencia. Esta marcha no existía, a nosotras nos tocaban el culo y nos quedábamos calladas, y esa era una realidad. Pero  hoy, me parece que son cada vez más los jóvenes, hombres y niños que son conscientes de que eso está mal, y que tiene que cambiar. Por supuesto, la dominación simbólica sigue siendo pesada o si no, no se explicaría como sigue Tinelli en la TV. La cultura sigue siendo una cultura opresiva para las mujeres. Es un largo camino a desandar, pero caminando todas juntas, a algún lado vamos a llegar”, concluye.  

 

 

En Plaza de Mayo, los gritos abrazan con dolor a la Casa Rosada. Los motivos son claros. El aborto sigue siendo ilegal. Sigue existiendo la violencia obstétrica. Siguen desapareciendo mujeres en las redes de trata. Siguen muriendo niñas violadas. Siguen sin incluir a la diversidad en las currículas escolares. Siguen muriendo travestis, sólo por ser travestis. En Argentina, cada 30 horas, sigue muriendo una mujer tan sólo por ser mujer. Pero este año, entre tantas consignas, aparecen las que dicen “la educación empieza en casa”. Los rostros infantes son muchos y están decididos. Benicio, de 7 años, cuenta que desea que no traten mal a ninguna otra mamá, y se tapa la cara con un cartel que dice “Para decir Ni Una Menos hay que ejercer una paternidad responsable”. Morena, de 8 años, por su parte, agrega que ella marcha “para manifestarse porque los hombres, a veces, son violentos” y agrega que “eso ahora va a cambiar, porque nos estamos defendiendo”. Ramiro, de 10 años, quiere que “cuando sea grande ninguna mujer llore más por culpa de un hombre”. Violeta, de 13 años, dice: “Nosotras somos el futuro. Mi mamá dice que la educación empieza en casa y sigue en el colegio. Yo la acompaño porque quiero que se haga verdad que no haya Ni Una Menos. Es la sociedad que queremos construir, y en esa sociedad, vivas nos queremos”.

 

 

Legalicenlá

Legalicenlá

“Hace seis años que vengo a la marcha de la marihuana”, cuenta Pedro (43 años) mientras pica unas flores en la palma de su mano. “Y ésta es la primera vez que traigo a mi hijo -agrega-. Al principio, a mi mujer no le gustaba nada, y ahora, cuando no estoy, ella me cuida las plantas, me las riega. El cambio tiene que empezar por casa”. Después relame el papelillo que separó a un costado y arrugó con cuidado; finalmente enrolla un porro que termina algo compactado. Es sábado a la tarde y el sol empieza a calentar los ánimos en una nueva edición de la marcha mundial que promueve la legalización del cultivo y el consumo de cannabis. “¿Si me paró la cana por fumar? Pfff, vos no tenés idea”, cuenta con el porro todavía en su mano. No espera más, lo lleva hasta su boca, acerca el fuego a las flores y, entre bocanadas de humo, sigue su historia: “Tuve que pasar la noche adentro más de una vez”.

“La despenalización de la tenencia de drogas y del autocultivo de cannabis beneficia a los usuarios que son condenados a la ilegalidad”, explica Sebastián Basalo, Director de la Revista THC, una publicación especializada en el tema. “Este sistema hace que se consuman sustancias podridas que se compran en el mercado negro, y los usuarios ponen en riesgo su vida por ir a comprar esta sustancia. Esa es la situación que tenemos hoy”. Por eso, quizás, éste sábado 7 de mayo, mientras la Plaza de Mayo vive una de sus convocatorias más masivas, lo mismo ocurre en otras ciudades del país, desde Resistencia hasta Ushuaia. “La gran deuda política sigue siendo la modificación de la actual ley de drogas que sigue vigente y que se lleva consigo a más de 10 mil usuarios de drogas criminalizados por año en nuestro país”, expresa Basalo.

La gente comienza a reunirse desde temprano. El aire se caldea rápidamente y los puestos de comida no dejan de vender. Rubén (59 años), que va con su carrito de hamburguesas a todas las marchas, asegura que “ésta es la mejor de todas porque los chicos tienen buena onda y no hay agresividad”. Mientras da vuelta una hamburguesa, sigue hablando: “Hoy traje patys, chori y bondiola, y ya vendí casi todo. Las ventas significan la gente que viene, que es cada vez más, y el gobierno éste, o el que vendrá, va a tener que tomar medidas urgentes”. Un poco más alejado, frente a la Casa Rosada, un cartel que dice “Mari Brownies, recetas de mamá” llama la atención de muchos chicos. “Despenalizar el autocultivo y regular las vías de acceso, sobre todo al cannabis medicinal, son urgencias que deben modificarse de la actual ley de drogas”, expresa Sebastián Basalo. “Si una persona tiene problemas por consumo de cualquier sustancia, lo único que hacemos mandándolo preso es estimular ese problema de consumo y alejarlo del sistema de salud. Por eso la despenalización implica no sólo el respeto por los derechos individuales de las personas, sino por los derechos humanos más fundamentales: la libertad, la salud, la seguridad personal”.

De a poco, la Plaza de Mayo se convierte en un verdadero festival. Tambores, timbales y trompetas musicalizan la escena. Es una tarde cálida de otoño, después de varios días de frío, y los chicos no dejan de sonreír al sol. La policía corta el acceso a la plaza desde las distintas diagonales, pero no se anima a ser parte de la fiesta. “Hasta ahora nos propusimos terminar con el narcotráfico disparando tiros a los que producen y metiendo presos a los que consumen, creyendo que así va a disminuir la demanda y el consumo”, dice Basalo. “Lejos de que ocurra esto, circulan cada vez más sustancias adulteradas, y ese dinero va a parar a los bolsillos de los narcotraficantes, a tipos que generan violencia social”. Muchos de los presentes saben y entienden eso. A varios les ha tocado vivir las prohibiciones de un Estado que ignora su situación y al que hoy piden la regulación total del cannabis. Piden que se termine la persecución a los consumidores. Piden que se respeten sus derechos individuales y que se garantice la seguridad social. “El control total por parte del Estado implicaría que el dinero que va a los narcotraficantes vaya, ahora, a las personas que se mueven por fuerza de trabajo y que el Estado pueda recaudar impuestos a partir de esas ventas y destinar ese dinero a programas de prevención y asistencia”.

 

En la carpa del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) se juntan firmas para un proyecto de ley integral: despenalización, regulación y legalización son las tres palabras destacadas. Federico Moreno, militante del MST, pide a todos que firmen con cuidado y sin prisa. Hay espacio para todos. “Es una cosa ilógica criminalizar el cultivo de una planta -dice Federico-, tanto como creer que la marcha no ayuda en nada. Muchos derechos democráticos se conquistaron con movilización. Los juicios a los militares, el matrimonio igualitario, la Ley de Identidad de Género. Este es uno de ellos”. Los jóvenes van formando una fila sinuosa. Mientras esperan, debaten acerca de los objetivos de la marcha y se preguntan si realmente da algún resultado. Para Joaquín Manso, militante del Frente para la Victoria (FPV), la marcha “termina estigmatizando más de lo que termina liberando porque no tiene una iniciativa política que termine materializando sus demandas”. Para él, la convocatoria debería darse más como una iniciativa política y mucho menos como un festival.

Pasadas las tres de la tarde, la multitud comienza la habitual movilización por Avenida de Mayo hacia la Plaza de los Dos Congresos. Este año, la marcha en la Ciudad de Buenos Aires va encabezada por niños con epilepsia refractaria que dependen del cannabis porque los fármacos no surten efecto en ellos. Sus familias los apoyan la legalización. Detrás de ellos se elevan grandes carteles que dicen “el dolor de nuestros hijos no espera”. “Esas familias son personas que no pueden esperar más y exigen al Estado la urgente despenalización del cannabis medicinal”, comenta el Director de THC. “Cada día que pasa, la salud de esos chicos necesita de la marihuana para tener una calidad de vida más digna, y exigen que el Estado se haga cargo de un tema que ignora hace tiempo a través de las prohibiciones”. La demanda, este año, se centra en la modificación de la actual Ley de Drogas. “En este petitorio, pedimos la derogación de la legislación -dice Federico-  “que incluye a la marihuana como una droga ilegal y eso impide su uso para fines medicinales o de investigación científica”.

 

La multitud avanza a paso lento y decidido. A diferencia de muchas otras movilizaciones, son los niños los que hoy guían a los adultos. Ellos abren el camino, recorren la avenida que tantos reclamos ha vivido y marcan su ritmo y dirección. Son niños,, pero hoy, también, son los principales sujetos políticos, los protagonistas de una historia que pide que se regularicen sus derechos, que se tengan en cuenta sus formas de vida, que se escuchen sus reclamos de voces infantes. “La actual realidad se hace insostenible, y si el gobierno no toma una decisión de forma urgente, la situación puede explotar”, advierte Basalo y concluye: “Hay que avanzar en la reforma de la actual ley de drogas, porque cuanto más tiempo se demore el gobierno, más vidas se van a cargar”.


Actualizada 11/05/2016

Ni una menos, capítulo under

Ni una menos, capítulo under

La Plaza de Mayo, cubierta del rocío de un otoño que pronto será  un invierno crudo, se viste del enojo feminista. Mientras la agenda de los medios masivos se ocupa de las muertes ocurridas en la Time Warp, un grupo de personas se reúne en la histórica plaza para  reclamar por justicia. Es el mismo suelo lustrado por los resabios de la memoria colectiva el que ahora se embarra de pisadas feministas. Menos de una semana antes, en las redes sociales comenzó a viralizarse un video de Mailén Frías en el que denunciaba el abuso sexual y psicológico por parte de José Miguel del Pópolo, cantante de la banda under La Ola Que Quería Ser Chau. Ese mismo día, un par de horas más tarde, se dio a conocer el testimonio de Rocío Marquez, otra ex novia del cantante que confesó haber sufrido los mismos abusos por parte del artista. Y como una fila de fichas de dominó en delicado orden y equilibrio, cuando cayó una, comenzaron a caer todas las demás. A las denuncias contra Miguel del Pópolo se sumó un colectivo de jóvenes que armaron un sitio en Facebook para denunciar por abusos a Cristian Aldana, cantante de “El otro yo”, así como los discutidos comentarios de Walas, cantante de Massacre, que sin esperar a que se secaran los pañuelos de las víctimas, esa misma noche en su show de Mendoza dejó dicho: “¿Qué hicieron entre violación y violación? ¿Se fumaron un pucho?”. Las preguntas de Walas se suman al repertorio de frases del sentido común como “algo habrá hecho”, “mirá cómo está vestida”, “si es la novia, no hay abuso”, “¿para qué fue a la casa?”. La denuncia de Mailén en el Juzgado Criminal n° 25 es la visibilización de algo que hace tiempo se sabe y se calla en el mundo del under.

Bajo la consigna "¡Basta de abusos y violaciones, violencia en el rock!" el sábado 23 de abril se realizó en Plaza de Mayo una protesta luego de que victimas de abuso sexual hicieran publicas sus denuncias a través de las redes sociales.

Bajo la consigna «¡Basta de abusos y violaciones, violencia en el rock!» el sábado 23 de abril se realizó en Plaza de Mayo una protesta luego de que victimas de abuso sexual hicieran publicas sus denuncias a través de las redes sociales.

 

No es de sorprender que tanta gente haya ido a la Plaza de Mayo el pasado 23 de abril  a acompañar a las víctimas. Hacer audible sus testimonios, abogar por la justicia y porque las denuncias no mueran en la vorágine de los ritmos de las redes sociales y los hashtags, es lo que preocupa, ahora, a muchos de quienes partciparon, a casi dos semanas de la movida. “No es un contexto de frases vacías como ‘Amor sí, Macri no’, sino que estamos hablando de abusos y violaciones, y lo que sentimos es que necesariamente teníamos que estar organizadas para poder contener a las compañeras, para poder darles un mínimo de seguridad. Estos eventos hay que pensarlos en clave feminista”, expuso a ANCCOM Maruh García, referente feminista, militante por la Campaña por el Derecho de Aborto y una de las organizadoras de la convocatoria que se hizo bajo el polémico título “Basta de abusos y violaciones en el rock. “El título de un evento en Facebook es lo de menos, el nombre es indistinto”, planteó Maruh. “Aunque muchas personas se molestaron porque el rock es o no es o no quieren que sea así, el eje central es que estamos hablando de abusos y violaciones, y eso es lo que nos tiene que molestar”.  

Las nubes negras, detrás de la Casa Rosada, avisan que pronto va a llover. Pero no todavía. Todavía queda algo por decir. Maruh toma el micrófono y habla de Rocío, de Mailén y de muchas otras que no pudieron hacer audible sus voces. Les pide que no tengan miedo. Las invita a contar sus testimonios y verdades, a confiar en que todas las mujeres allí presentes serán una casa y un hogar para su seguridad, porque muchas de ellas han sufrido, aunque sea alguna vez, el peso de ser una mujer en una sociedad estructurada desde fundamentos machistas. Con el micrófono aún en mano, Maruh se proclama feminista y autoconvocada. No se tapa con ninguna bandera. Su cara, su voz y su experiencia como militante es todo lo que le queda. Su voz aleja las nubes. Su lucha viene de mucho antes, desde la concentración frente a la Casa de Mar del Plata en contra de la represión en el Encuentro Nacional de Mujeres del año pasado; de la movilización autoconvocada del #NiUnaMenos; de su propia experiencia como mujer, como militante y como feminista.

Militante de la agrupación "Las Rojas" da su apoyo a la causa.

Militante de la agrupación «Las Rojas» da su apoyo a la causa.

 

Esta tarde, no obstante, Maruh no está sola. Muchos artistas se solidarizaron con las víctimas y decidieron tomar una postura al respecto. La cantante de La Ola que Quería ser Chau, haciendo público su apoyo a Mailén y Rocío, acompañó las denuncias y visitó la plaza. Ya no queda nada de la antigua banda y muchos gritan, a modo de repudio, “La Ola que fue Chau”. A ella se sumaron otros músicos como Nahuel Briones, Mily Star y Jazmín Pimentel, a veces con canciones y otras veces con comentarios y opiniones; algunas activistas trans como Guillermo Celina, una de las organizadoras de la convocatoria que usa un nombre no binario, como su vestido y su barba, y que recuerda que “hay que acostumbrarse a preguntar cómo se autopercibe una persona porque el cuerpo, por sí sólo, no dice nada”;  un gran número de poetas, entre ellos Micaela Barsi que leyó alterada y atravesada por los acontecimientos, una poesía de su propia autoría: “Sonoridad / Empoderamiento / Hoy las pibas todas en movimiento / Porque si tocan a una, saltamos todas / Porque somos muchas y estamos cansada / Porque de ahora en más, el que tiene que tener miedo es el agresor / Porque si te caés, te levanto / Y al machito que te tiró / Entre todas lo aplastamos”.

 

Ya pasado el mediodía, Maruh vuelve a tomar la palabra para cerrar lo que llama “una jornada de visibilización y concientización”. La lluvia espera a que termine su discurso: “Es un camino que recién se empieza a andar. Hay una gran necesidad de acompañar, sabiendo que la Justicia no da respuestas. Hay que acompañar la denuncia y, en forma feminista, ir deconstruyendo y resignificando la cultura de la violación”. Sólo cuando calla, las primeras gotas de la tarde comienzan a caer.

Poesía eres tú

Poesía eres tú

Se apagan las luces. Se callan las voces. Sólo un pequeño murmullo transgresor llega desde afuera, pero las puertas se cierran y el silencio envuelve a los espectadores que ahora miran hacia el escenario. Allí, en el centro de las únicas luces que siguen encendidas en el bar, se encuentran Diego Arbit y Sagrado Sebakis. Aún no emiten sonido. Esperan que el silencio se perpetúe un poco más antes de dar inicio a otro Circuito Cerrado de Poesía Estéreo, o como ellos lo llaman, “un espacio pensado para fallar”. Y cuando ese silencio alcanza su punto de máxima tensión, comienzan a recitar al unísono: “¡No sos nadie! / Te quejás por todo / Tu vida es una mierda / Tu novia te odia / Tenés papada / Los mozos no te dan bola / ¡No sos nadie!”. Todo lo que dicen lo acompañan con el cuerpo que rompe la poesía, la saca de su solemnidad y la devuelve a un público que a veces interrumpe con risas de espasmo por la identificación, con aplausos improvisados por el fervor político, o con gritos que se infiltran entre pausas y no pueden esperar por ser protagonistas. Porque ahí, en el circuito cerrado de Poesía Estéreo, todos encuentran un lugar para brillar.

Desde la crisis de 2001 hasta la actualidad, crecieron los movimientos artístico-literarios en donde muchos jóvenes buscaron un lugar para expresarse en medio de un contexto desalentador. Estos circuitos comenzaron a trazarse en diferentes bares culturales de Capital Federal y el Gran Buenos Aires y se construyeron como espacios que prometían pluralidad y diversidad, así como un público atento a nuevas experiencias. Las temáticas que recorrían los versos de los poetas, por entonces, hablaban de una crisis que los había dejado sin voz y de un Estado que los había dejado sin ningún tipo de amparo. Pocos años después, en 2006, surgió Poesía Esteréo, un circuito de poesía organizado por Sagrado Sebakis y al que luego se sumaría Diego Arbit.  Ambos reivindican la oralidad y el slam como modos de poner en escena el cuerpo y la voz. Como Los Verbonautas, que consideraban a su arte como una “acción poética” con Vicente Luy a la cabeza, – entraba en los bares exigiendo que se le concedieran cinco minutos, para que pudiera hacer audible su palabra – los chicos de Poesía Estéreo consideran al suyo un “arte performático” que intenta recuperar la tradición oral de la poesía en una apuesta por su democratización.

Poesía Esteréo es un circuito de poesía organizado por Sagrado Sebakis y Diego Arbit. Ambos reivindican la oralidad y el slam como modos de poner en escena el cuerpo y la voz.

El inicio

Diego Arbit, escritor y performer de la escena under porteña, comenzó a hacer poesía oral en la década de los ‘90: “Yo tenía 18 años y encaré la poesía oral como forma de transmitir mis inconformidades y mis dudas ante la realidad a la que me enfrentaba”. En el escenario, su voz y la de Sebakis cambian de tono y se llenan de potencia cuando hablan de una “Argentina fea, macrista”.

A veces escupen, un poco a propósito y otro poco por el tinte violento que va tomando la poesía. Todos los espectadores se sienten examinados. Todos devuelven la mirada a los ojos. Todos juntos hacen que el espacio funcione y sellan un contrato silencioso del que no quieren dejar de formar parte. Es el pacto de entendimiento de que, en ese mismo momento, todos están tejiendo un entramado cultural entre los márgenes de los límites impuestos por lo oficial.

Entre los integrantes del público de Poesía Estéreo, muchos hablan del segundo Slam Capital, Copa “Pata de Sofovich” 2016, que se realizará el miércoles 13 de abril en el marco del Rockelin Club de Artistas en El Emergente Bar. “Y vos, ¿vas a leer en el próximo Slam?” le pregunta un chico entusiasmado a la chica que tiene al lado, y así comienza una conversación. Esta vez, el torneo de poetas será organizado por Mariana (Mana) Bugallo -actriz, performer y poeta que participó en el 1° Slam de Poesía en la 38° Feria del Libro-, Juan Xiet, cofundador del colectivo Poesía Urbana y campeón del Slam Copa FILBA, y Diego Arbit, Campeón Nacional del Slam de Poesía argentino en 2012. Aunque se define al Slam de Poesía como  un torneo de poetas en donde cada uno posee tres minutos y 20 segundos para recitar sus poemas, Juan Xiet establece que “el formato torneo es como una ironía en sí misma. Si bien hay autores que vienen ‘a ganar’, creo que prevalece la idea de compartir, de decir algo, de entretener. De ahí los nombres que usamos para bautizar las copas, que por lo general son ocurrencias del momento o frases que quedan en el tintero de diálogos místicos”.

“El formato torneo es como una ironía en sí misma. Si bien hay autores que vienen ‘a ganar’, creo que prevalece la idea de compartir, de decir algo, de entretener».

La idea del Slam nació a principios de 2011 cuando Sagrado Sebakis y Sol Fantin, poeta, slammer y escritora, cansados de los eventos de lecturas de poesía locales, organizaron el primer Slam Argentino de Poesía Oral llamado Saca los Parlantes a la Calle. A partir de entonces, este formato creció desde el under hasta alcanzar espacios como la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y el Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires (FILBA). “Éxito sería que haya muchos poetas argentinos viajando por el mundo leyendo en slams de otras partes, que haya Slam de poesía en escuelas primarias, en las plazas todos los findes, que haya un slam en la Quiaca, eso sería un exitazo”, reflexiona Xiet.

Para Mana Bugallo, por su parte, “los eventos abiertos como el Circuito Cerrado, valga el oxímoron, que lleva a cabo Poesía Estéreo, o el Slam, están para invitar, sin distinción, a todos los que se quieran sumar” y agrega, con algo del humor que tanto la caracteriza, que “son una gran plataforma para que los superhéroes mal pagos se conozcan y se organicen”. En cuanto al rol que ocupa la mujer dentro de estos nuevos espacios emergentes que prometen pluralidad y diversidad, Mana reconoce que el ambiente tiene sus problemas, como todos los otros, y que no carece de machismo o de injusticia “porque no recitamos poesía en marte o en una perfecta fantasía adentro de mi cabeza”.

Todavía hoy este tipo de movimientos culturales de la escena porteña encuentra gran dificultad para superar las trabas burocráticas que no les permiten salir de la situación de clandestinidad. “Muchos de estos movimientos –dice Arbit- siguen en la clandestinidad porque la legalidad no los permite, y en otros casos porque la legalidad hace que lo lindo se vuelva triste, lleno de papeleo”.

A este escenario que pone trabas a cualquier tipo de cultura alternativa, se agregan otras políticas llevadas a cabo por el PRO durante sus años de gobierno en la Ciudad de Buenos Aires, como la represión contra la toma de la Sala Alberdi en 2013. Ahora, estas medidas son trasladadas al plano nacional e incluyen despidos masivos en los sectores de cultura y una campaña de estigmatización de los trabajadores del Estado. “No es alentador que a nivel nacional se replique lo que pasó en la Ciudad de Buenos Aires –sostiene Bugallo-. Es horrible estar con los inspectores en los talones y con el Estado en contra. Es el momento de organizarse y resistir, y entender que no es sólo la poesía oral y los espacios de cultura los que se quieren cerrar, sino que quieren cerrar la posibilidad de una vida mejor para los sectores populares y los cuerpos disidentes”.

A Juan Xiet le ha tocado ser parte de situaciones de agresividad en la calle, en las puertas de bares y centros culturales, en eventos organizados con amigos que se hacen por y para la cultura. “He visto topadoras, golpes, balazos y sangre”, cuenta, y no duda de qué “eso irá incrementándose porque todos sabemos que la alineación con las políticas derechistas trae caos y desolación”. Pero, frente a este escenario “desolador” en el que las políticas neoliberales retornan con fuerza al país y atacan a los sectores de educación, cultural y salud, Xiet recuerda que “somos un montón de humanos involucrados en la cultura y en el arte que vamos a resistir a como dé lugar. Nadie jamás nos quitará la posibilidad de compartir poesía”. Por su parte, Arbit se suma a este pedido de resistencia y sentencia: “Si hay algo que no somos los argentinos es ni muy derechos, ni muy humanos. Somos bestias anárquicas muy difíciles de domar, así que seguramente de su represión vamos a encontrar alguna vuelta para complicarles la vida, y a la larga, la van a tener que chupar”.

Para Mana Bugallo, “los eventos abiertos como el Circuito Cerrado, valga el oxímoron, que lleva a cabo Poesía Estéreo, o el Slam, están para invitar, sin distinción, a todos los que se quieran sumar”

Actualización 12/04/2016