La pasión también puede ser silenciosa

La pasión también puede ser silenciosa

Los jabalíes, la Selección Argentina de futsal de sordos, se prepara para el Mundial de Brasil. Le faltan fondos para poder viajar.

Una columna de personas con pecheras naranja flúor cruza la Avenida San Martín trotando desde la diagonal Tinogasta. A la cabeza va un entrenador que marca los pasos con un pitido. Se dirigen hacia el Club Comunicaciones.

Pasando una garita de seguridad, el verde impregna los ojos. Las luces de las canchas están altas y el cielo nocturno parece abrirse. Gritos de gol, arengas, risas jóvenes y el humo de un asado. Un pulmón de ocio en una ciudad gris. La última cancha pasando el buffet está más callada. No hay gritos: reina el sonido de los zapatos contra el brillante, aunque empolvado, pavimento deportivo.

Remeras azul francia con el logo oficial de la AFA forman grupos en la cancha. Ezequiel Toth, entrenador de arqueros, y el director técnico, Pablo Artesi, practican con dos jugadores en un arco. Manuel Giles y León Savia, ayudantes de campo, cambian de lugar conos y triángulos de plástico al otro lado de la cancha. En el arco contrario, diez jugadores se ubican lado a lado.

“En esta corrida buscamos intensidad”, indica el preparador físico, Lucio Caloni. A unos metros está Natalia González, intérprete de lengua de señas de la Selección Nacional masculina de futsal de sordos, Los Jabalíes. Lucio pregunta si hay alguna duda, los chicos lo miran a él, sin necesitar traducción, y niegan la cabeza. Cuando Lucio se da vuelta para alejarse unos metros, los capitanes del equipo se preguntan cuántos sets son.

En un entrenamiento sonoro, Lucio hubiera chiflado para dar inicio. Sin embargo, acá mueve la mano a los costados, reclamando atención y buscando las miradas de los chicos. Los jugadores se ponen en sus marcas sin perder de vista al preparador. Lucio levanta un cono blanco y el equipo corre hasta la última línea. Vuelven ajetreados al inicio. El preparador saca de abajo de su brazo un cono amarillo y el equipo corre a la línea más próxima. Entre ambas metas, hay otra línea, que identifican con conos rojos.

Lo que hubiera sido un “¡dale! Más rápido”, Lucio lo replica con un virulento agite de mano y un grito que no emite ningún sonido. El ejercicio se repite por diez minutos. En los primeros piques, los jugadores casi no muestran cansancio. Al acercarse a la línea de llegada, algunos sonríen dejando ir un poco de aire.

Lucio, con el ritmo cardíaco intacto, está satisfecho y da por terminada esa parte de la entrada en calor. Algunos ya están rojos, en especial el jugador más joven. El preparador acompaña una respiración profunda con las manos: que se tomen dos minutos para descansar. No necesita llamar a Natalia para comunicar eso. Les da palmadas a los que pasan cerca. Manuel llama con un movimiento de “hola” a uno que, de tan agitado, respira por la boca. Le corrige la posición de la pierna para correr. El jugador de 20 años lo mira atentamente y copia el movimiento.

Todos se acercan a uno de los costados de la cancha. Manuel agarra una pizarra con la cancha ilustrada y fichas magnéticas. Mientras habla, muestra estrategias de ataque y zonas para construir un gol. Habla rápido y los mira a los ojos, con cuidado mueve las fichas. En cada oración, se detiene y mira a Natalia, cediéndole la palabra. Con seriedad nerviosa trata de descifrar si entendieron.

Los jugadores miran el tablero y las señas que hace Natalia González de manera intermitente. Sin afectar su concentración, se rascan la cara y se espantan mosquitos. León, el otro ayudante, toma la posta de la explicación. Habla lento, Natalia lo traduce en simultáneo. “Bueno, vamos a jugar”, propone emocionado.

Revuelve dentro de una bolsa. “Mirá lo que es esto”, suelta indignado mientras levanta una tela desgastada y apenas cosida. “Manu, andá pedirle más pecheras a Sergio, que estas son una poronga”, grita resignado. Los dos defensores se acercan a pedir otras indicaciones y Savia llama con ligera ansiedad a la intérprete.

Manuel va al arco y Savia y Natalia se quedan sobre la línea del costado, observando. No pasan dos minutos y el entrenador detiene el juego para corregir a uno de los jugadores más grandes, de 26 años. “Tomá el medio”, dice mientras agita las dos manos armando un corredor. El jugador asiente, con visible confusión.

Empieza a correr, pero no toma el medio, así que León entra a la cancha. Natalia también: traduce en el centro para que todos la vean. Ahora la idea se entiende. Se reanuda el juego y el equipo se desliza con fluidez al área de gol. Manuel aplaudió en silencio y exageró una expresión facial de suficiencia.

Irrumpe el traqueteo del tren Urquiza. En la cancha, las indicaciones son en un tono bajo. Alcanza sólo con que Natalia las escuche. Prima el sonido del golpe de la pelota y el rechinar de los botines en el pavimento. Se escuchan lejanos los gritos de las canchas no-silentes. Manuel sale del arco con las manos en alto: “¡Una corrección!”. Llama a Natalia y se mueve por la cancha, explicando posiciones.

Reanuda la jugada. Esta vez, el ataque es firme. Savia indica que uno de los jugadores se cierre más. Manuel no logra atajar. Los chicos dejan escapar un grito. No pueden ocultar la alegría y se abrazan. En la línea Savia y Natalia se ríen. “Te gustó esa, ¿no?”, pregunta el entrenador con orgullo compartido. Mientras se acomoda los lentes, Natalia responde sarcástica: “Ya no me necesitan, ¿eh?”. Con cierto temor, León se apura: “No, no; por favor nunca te vayas”.

Hacen una pausa y un jugador de 22 años se acerca a Savia. Se señala la rodilla con recelo. El ayudante abre los ojos en alarma. Natalia traduce: desde hace unos meses le duele y tiene miedo de lesionarse. No puede dejar de pensar en el V Mundial de Futsal de Sordos a jugarse en San Pablo. Los jabalíes clasificaron, pero a semanas de tener que viajar, no cuentan con los fondos para hacerlo. “La AFA sólo nos da ropa y diez pelotas”, cuenta el director técnico con la mandíbula tensa y frustración en los ojos. Igual siguen dejando el aire en el predio porque mantienen la esperanza.

Savia mira preocupado, respira contemplativamente y le dice: “Jugá sin miedo. Si te lesionas en la cancha, te lesionas jugando”. Dejar todo en la cancha como si en esos breves metros encontraran un poco más de sentido en la vida. Los hombros del chico se relajan: el secreto se evapora sin romperle la ilusión de una posibilidad. Vuelve correteando a la cancha. Es ahora o nunca. Los botines intentan llegar hasta Brasil.

Fanatismo a cielo abierto

Fanatismo a cielo abierto

Durante más cinco meses las fans de Taylor Swift acamparon en la puerta del Mâs Monumental a la espera de los recitales de esta semana. ¿Quiénes son? ¿Por qué lo hicieron?

“No va a volver”, dice Carmen, una de las swifties que está acampando fuera del estadio de River Plate en el barrio porteño de Núñez. “Ella está acostumbrada al público yankee y acá somos muy eufóricos. No le va a gustar que estemos todos llorando y gritando”, explica.

Esa muestra de exaltación a cielo abierto se espera para el 9, 10 y 11 de noviembre, cuando la cantante estadounidense Taylor Swift se presente por primera vez para sus fans argentinos en el Estadio Mâs Monumental. Desde que salieron a la venta las entradas a principios de junio, las swifties (sí, mayoritariamente mujeres) están preparando sus outfits, haciendo pulseras de la amistad y acampando fuera del estadio para recibir a su ídola.

Desde el lanzamiento de su primer álbum en 2006, la carrera de Swift ha tenido altos y bajos: pasó por críticas, cancelación y se reinventó en múltiples ocasiones. Pese o gracias a todo esto la cantante estadounidense se convirtió en un fenómeno mundial de la industria musical y un ejemplo ensordecedor de fanatismo.

“Yo llegué el 6 de junio”, nos cuenta Carmen. La dinámica del acampe, que busca garantizar buenos lugares en la fila de ingreso, requiere un mínimo de horas por persona y pasar al menos una noche cada mes en la carpa. “Ahora somos cuarenta más o menos”, explica Josefina, que comparte la “Carpa 3” junto a Carmen y María: “Arrancás y son como cien en la carpa y se van limpiando a medida que nadie contesta, que nadie viene”.

Actualmente hay cuatro carpas fuera del estadio que cuentan con entre treinta y cuarenta personas cada una y una quinta abandonada que, según las chicas, pertenece a una persona que alquila lugares a swifties del exterior y otras provincias, que no tienen la posibilidad de acampar. En los días previos a los conciertos esperan que se sumen más carpas.

«»Fanatismo

“Originalmente, la palabra ‘fan’ proviene del deporte donde se hablaba de ‘fanáticos’. El problema con la palabra ‘fanático’ es que genera una asociación con la idea de ser demasiado exagerado en algunas creencias”, explica Libertad Borda, doctora en Ciencias Sociales y docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. Al extenderse a otros terrenos como la música, el concepto de “fan” fue utilizado con una impronta «peyorativa y patologizante», e incluso ridiculizante por parte de la prensa, que oscilaba entre dos polos, el de la “multitud histérica” y el del “solitario obsesionado”.

Si bien a partir de la década de 1990 se empezó a pensar al fanatismo como un espectro con multiplicidad de variantes, actualmente la swifties coparon el  imaginario colectivo del concepto. La prensa hizo foco en las manifestaciones eufóricas y devotas, con críticas de que abandonan todo para acampar. “Yo trabajo y estudio. Hago los impuestos de una empresa de afuera. Trabajo muchísimo y tengo tiempo para venir a acampar, entonces me molesta mucho cuando pasa uno a la noche y nos grita ‘¿Por qué no van a trabajar?’ Son las dos de la mañana y vos estás gritándole a una carpa…”, cuenta Carmen y agrega: “Creo que la gran mayoría de acá trabaja y estudia”.

Según Borda, «También hay un sesgo de género bastante fuerte» porque “siempre se cuestiona más cuando son chicas jóvenes que cuando son hombres”. Como explica Carmen al mencionar su relación con hinchas de River Plate: “Ellos llegan a la casa a las tres de la mañana después de un partido y se enojan porque estamos acá. Me parece muy hipócrita ese pensamiento”.

 

En busca de un ídolo

“A mí me gusta Taylor hace más de la mitad de mi vida. Amo decirlo de esa manera”, cuenta Josefina, que actualmente tiene 23 años. “Empecé a escucharla cuando YouTube estaba en su peak y veía sus videoclips. Me gustaba mucho la canción You Belong With Me pero ahí no me fanaticé. Eso pasó después”.

Otra de las chicas, María, cuenta que descubrió a Swift en Hannah Montana: La película, de 2009, pero mantenía su fanatismo en secreto: “Si en esa época vos decías que escuchabas a Taylor Swift, capaz primero no tenían ni idea de quién era. Y si la registraban de algún lado, te hacían burla, entonces preferías no decirlo” porque ”era la época en la que, si escuchabas música en inglés, te tildaban de cheta”.

Más allá de mantenerlo en secreto o hacerlo público, tener ídolos es un hito central de la adolescencia, que puede extenderse a otros momentos de la vida. Según Daniela Licciardi, psiquiatra de adultos e infanto juvenil y especialista en psicoanálisis, “la adolescencia es un momento álgido donde prima el desencuentro entre padres e hijos”. Se trata de una instancia de “desprendimiento” en la que al adolescente “ya no le valen los consejos ni ideales prestados por ese ‘otro’” y busca sustitutos, como pueden ser amigos o ídolos.

Si bien Josefina destaca que se sintió acompañada por Swift y su música durante la adolescencia, remarca un momento en el que siente que todo cambió, para ella y la sociedad en general: “Yo creo que todos éramos fans de Taylor pero la enfermedad arrancó en la pandemia cuando sacó Folklore y Evermore, dos álbumes re tristes… y qué triste que era la pandemia. Fue una compañía en cierto punto”, explica y remarca que su conexión se profundizó cuando Swift comenzó a regrabar sus primeros álbumes: Cuando sacó Red (Taylor’s Version) en 2021, “me sentí como cuando lo escuchaba a los 12 pero ahora puedo decir que sí me identifico”.

En un mundo en el que el avance en las comunicaciones ha hecho que todo sea fugaz, sorprende que un artista se mantenga en pie después de más de diecisiete años de trayectoria. Josefina tiene su explicación: “Ella perdura en el tiempo por la disciplina que tiene, además del talento, porque vos podés ser la persona más talentosa del mundo, pero sin disciplina no vas a llegar a ningún lado”.

En tanto a qué la hace especial, las chicas mencionan la manera en la que compone su música: “Parece que se arranca el corazón y lo pone en una hoja. No entiendo sino cómo hace para escribir lo que escribe y con el vocabulario con el que lo hace”, opina Carmen. Según María, Swift tiene la capacidad de que sus canciones se sientan personales, cosa que no le sucede con otros artistas. El idioma no parece ser una barrera.

Para Borda esta vivencia es compartida por todos los fans, independientemente del ídolo, y lo performático juega un rol central: “Por más que ellas encuentren sus letras particularmente reveladoras o que las hacen sentir determinadas cosas, es probable que esa misma letra cantada por otra persona en un cover no tenga el mismo efecto”.

Más allá de tratarse de un fenómeno universal, las razones del furor por la cantante estadounidense son una incógnita: “En el 2011, con Justin Bieber había una enfermedad, pero nunca vi algo tan grande como con Taylor. La verdad no sé qué hizo”, dice Josefina y agrega: “Me enoja, porque si hubiera venido antes, cuando estaba cancelada o no tenía tantos hits, yo estaría acampando en el Obras y no acá con noventa mil personas, pero bueno, ahora todo el mundo es fan y me la tengo que bancar”. Según Borda, a pesar de que existan fans que prefieren mantener a sus ídolos como un consumo de nicho, “en general tienden a querer amplificar los públicos”, porque los hace sentir parte del fenómeno. “Los fans quieren ser parte de la carrera de su ídolo y la industria lo sabe”, explica Borda. Aún así, no podemos decir que la industria cultural utiliza a los fans para generar mayores ventas y promoción ya que estos actúan de manera voluntaria. “Reconocemos que a Taylor le gusta la plata y también que nos gusta dársela. Es un ciclo sin fin”, admite María.

 

The Eras Tour, inició el 17 de marzo de este año en Glendale, Arizona y tiene previsto culminar el 23 de noviembre de 2024 en Toronto, Canadá. La desmesura de su éxito también en esos países es tal que ha influido en la economía por la cantidad de personas y dinero que movilizó. Según Carmen, la cantante ha “levantado la economía argentina” ya que “estamos saliendo a gastar de a quince lucas para hacer pulseritas para dárselas a gente que no conocemos porque ella lo dijo en la letra de una canción”.

La devoción por una ídola capaz de mover hasta la economía de EE.UU. no impide una mirada consciente: las fans mencionan que la cantante no es el tipo de celebridad que “se tira sobre su público” en los conciertos. Según Josefina, “Ella no te mira a los ojos, está haciendo su performance y le gusta ser el centro de atención, pero te cautiva igual. Para mí es el Maradona de las chicas”.

La comunidad

El compañerismo es central en la comunidad swiftie, abarca desde recomendar locales de mostacillas en Once hasta prestar tarjetas de crédito para comprar entradas sin recargo. Según Borda, el fanatismo va más allá del gusto por cierto artista ya que “en algunos casos es una forma de encontrar lazos comunes” con otros que comparten el mismo sentimiento. Licciardi coincide: “Los jóvenes tienden a formar comunidades, como parte del proceso de consolidación de su identidad, en las cuales se sienten fortalecidos”.

Si bien existen personas y cuentas anónimas que se destacan en las redes sociales, la comunidad swiftie argentina se caracteriza por su horizontalidad. “Ya no existe la dinámica de que haya un club de fans oficial con un presidente que sea conocido en el fandom”, explica María. Esto tiene que ver con el avance de tecnologías que facilitan la comunicación directa con los ídolos, sin necesidad de intermediarios, y que los fans mismos puedan interactuar entre sí.

Las chicas, en su experiencia acampando para la llegada de Swift a Argentina, también mencionan las interacciones que han tenido con personas ajenas al fandom. A pesar de haber tenido incidentes con hinchas y transeúntes, Carmen destaca un momento en el que se sintieron acompañadas y protegidas: “Una vez vino un varón a patotearnos, nosotras llamamos a los guardias y cayó una mina de la barra de River con una pala de asado diciendo ‘yo las voy a defender siempre’”.

Después de cinco meses de acampe y a días de los conciertos de The Eras Tour en Buenos Aires, las chicas cuentan: “Si bien todos los recitales tienen una mística, para nosotras fue mucho más que solo comprar la entrada. Allá, en Estados Unidos, tuvieron todos los tours; acá no tuvimos ninguno, entonces es una oportunidad única. Tenemos que vivir lo que allá viven todos los años. Vamos a hacer las pulseras, el outfit y vamos a acampar. Queremos tener la experiencia completa”, resume Carmen.

Las voces de las fans

¿Quiénes son las swifties? Desde que salieron las entradas en junio, las fanáticas de Taylor no dudaron en instalar sus carpas en la puerta del estadio River Plate para esperarla. En este episodio nos cuentan su experiencia.

¿Quiénes son las swifties?

por Marina Ampuero y Mailen Farías.

Esquirlas de un conflicto lejano

Esquirlas de un conflicto lejano

La guerra desata en Medio Oriente entre Israel y Hamás repercute en distintas partes del mundo. Entre otras consecuencias, se produjo un rebrote de manifestaciones antisemitas en varios países. El caso argentino.

La pintada con la estrella de David en un edificio de Caballito el pasado 1 de noviembre remite al accionar antisemita durante la Segunda Guerra Mundial.

La guerra de Medio Oriente está en boca del mundo entero y, como pasa a menudo tras un conflicto que involucra al Estado de Israel, los mensajes antisemitas no tardan en aparecer gracias a una confusión que no cesa, en la que las decisiones políticas gubernamentales de un país son asociadas a una religión o la totalidad de un pueblo, como si dentro de él no existieran facciones diversas.

En distintos países del mundo el odio hacia personas judías se manifestó en múltiples actos violentos, como los asesinatos de una presidenta de una sinagoga en Estados Unidos y de un profesor por un estudiante islamita en Francia, amenazas a sinagogas en Alemania y mensajes discriminatorios de funcionarios españoles, solo para mencionar algunos de los múltiples casos que acontecieron desde el inicio de la guerra que se desató tras el ataque terrorista del 7 de octubre sobre los civiles en Israel perpetrado por Hamas que tiene dentro de su Carta Fundacional el lema “un judío se esconde detrás de mí, ven a matarlo”.

La organización “Anti-Defamation League”, dirigida por Jonathan Greenblatt (un ex-funcionario de Barak Obama), reveló un informe sobre el incremento de los incidentes antisemitas globales a raíz de la guerra entre Hamas e Israel. En varios países europeos, como Austria, Francia, Alemania y el Reino Unido, se ha observado un drástico aumento de hechos de odio y violencia de hasta un 641% en comparación con el año anterior, según informes de organizaciones judías y gubernamentales. En la Argentina estas manifestaciones (afortunadamente, más atenuadas) también se hicieron más evidentes.

En las redes y en el barrio

“La discriminación siempre ha existido, y el antisemitismo tiene más de 2000 años”, explica Ariel Seidler, director de programas del Congreso Latinoamericano Judío (CLJ). “Vemos todos los días publicaciones con contenidos antisemitas en redes y, claramente, cuando suceden hechos como los del 7 de octubre, volvemos a verlo fuertemente. El conflicto en medio oriente suele generar esto lamentablemente: aumento de antisemitismo, aumento de islamofobia”.

«El conflicto de medio oriente suele generar el aumento del antisemitismo y la islamofobia», dice Seidler.

Según Seidler esta discriminación se inicia con una generalización en la que se confunde el antisemitismo con un rechazo a las políticas del Estado de Israel. “Pueden hacerlo de forma adrede, intencionada o por desconocimiento cuando utilizan ciertos términos. Pero no es lo mismo israelí, israelita o judío, por ejemplo”, aclara.

En el CLJ se vienen trabajando estas cuestiones discriminatorias en redes sociales desde hace varios años en 18 países. “Desde el 2010 monitoreamos contenidos en redes en idioma español. En el 2022, en X (ex-Twitter), recopilamos 7.5 millones de contenidos, la misma cantidad que en la primera semana desde que se perpetró este ataque”, detalla el director de programas del congreso. “Mientras que durante el primer semestre del 2023 registramos en promedio casi 75.000 posteos con contenido antisemita por mes, en la semana en cuestión se multiplico por 10. En términos generales, vemos un antisemitismo latente que sale a la luz en estos momentos”.

El 12 de octubre, un hombre de San Isidro que reivindicaba al grupo terrorista chiíta libanés Hezbollah en sus posteos de la red social “X” fue detenido por la Policía Federal y se le secuestraron diversos cuchillos. A su vez, en Villa Urquiza, detuvieron a una persona que llamó a matar niños en las escuelas judías a través de la red social “4chan”, el pasado 24 de octubre. A raíz de esta amenaza, diversos colegios de la comunidad judía solicitaron a su alumnado que no concurriera a clase con el uniforme escolar para evitar ser identificados en la vía pública. El hecho más reciente que tuvo lugar fue una pintada con la estrella de David en una casa en Caballito, este 1 de noviembre, una situación que remite al accionar antisemita durante la Segunda Guerra Mundial. A la vez, las autoridades de la Facultad de Filosofía y Letra de la UBA convocaron a un grupo de estudiantes judíos para escuchar sus preocupaciones luego que estos enviaran una carta denunciando la aparición de cruces esvásticas y de que fueran vandalizados unos stickers con la imagen de la paloma de paz, pintada por Pablo Picasso, junto a las banderas de Palestina e Israel.

El antisemitismo no es justicia social

Nicolas Luna, docente del seminario Política y Conflicto en Medio Oriente, de la Licenciatura en Ciencia Política (UBA) y con un Magister en Seguridad y Diplomacia por la Universidad de Tel Aviv, explica que “lo que preocupa es la violencia pocas veces exhibida ante conflictos similares. Hace algunas semanas vimos un recrudecimiento del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán y, sin embargo, no se vio una solidaridad o un desprecio con ninguno de los involucrados con un involucramiento como en esta oportunidad”.

Al mismo tiempo, la licenciada en Relaciones Públicas, Cecilia Denot, con un magister. en Relaciones Internacionales y titular del seminario «Política y Conflicto en Oriente Medio, señaló: “Hoy nos enfrentamos a una forma de antisemitismo que no es el antisemitismo clásico, disfrazado con el uniforme de la S.S, fácilmente identificable y transparente. Estamos ante un antisemitismo que es más peligroso porque se disfraza de otra cosa. No es transparente, todo lo contrario: viene disfrazado de justicia social. Entonces hay muchísima gente que lo adopta, en muchos casos con buenas intenciones, pensando que lo que está haciendo es apoyar la liberación de un pueblo, luchando contra la opresión y esto no es así. Apoyar lo que está haciendo Hamas –que tiene secuestrado una cifra imprecisa de rehenes, entre ellos 21 argentinos y un bebé de nueve meses- es apoyar a un grupo terrorista cuyo fin es la muerte de todos los judíos del mundo y que encima no representa a los palestinos”.

Denot señala que estas manifestaciones invitan a reproducir un discurso que resquebraja todos los anticuerpos contra el antisemitismo que se habían construido después del Holocausto, “porque el antisionismo muchas veces se mezcla con antisemitismo, donde se presenta una narrativa en donde todos los judíos son invasores en el Medio Oriente; son colonialistas blancos, son imperialistas y todo lo que se haga en contra de ellos, está justificado”.

 

Declararon Sitio de Interés Cultural a la casa de las Madres

Declararon Sitio de Interés Cultural a la casa de las Madres

La Legislatura porteña descubrió una placa en el solar de Piedras 153 como reconocimiento a la sede que se convirtió en símbolo de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.

La casa de las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora fue declarada Sitio de Interés Cultural por la Legislatura porteña. Este sábado en Piedras 153 se colocó una placa para homenajear al domicilio que simboliza la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.

En una jornada de mucho sol, la música de La Chilinga y Victor Heredia le dieron melodía al festival al que asistieron distintas agrupaciones sociales, diputados nacionales, legisladores porteños artistas y, por supuesto, las Madres de Plaza de Mayo. 

Durante el acto, las Madres relataron el recorrido histórico del grupo de Madres Líneas Fundadoras. Recordaron que en los comienzos no contaban con una casa. Las reuniones se realizaban en domicilios particulares, bares, plazas y luego en instalaciones del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y la sede del Servicio de Paz y Justicia. 

La falta de un espacio propio fue siempre una deuda pendiente de la organización. De este modo, un grupo impulsado por Taty Almeida decidió realizar una campaña para recaudar fondos y adquirir una sede. «La casa de las madres la compra el pueblo», fue la consigna. La solidaridad de los artistas se sumó a la del pueblo y en un recital internacional en el estadio de Ferro -del que participaron Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés, Víctor Heredia, Adriana Varela y Jaime Ross- se

Al adquirir la casa de Piedras 153 las Madres comenzaron una nueva historia aunque con el mismo objetivo: luchar contra la impunidad y en favor, por la memoria, la verdad y la justicia. Las locas de la Plaza también se propusieron hacer docencia sobre la defensa de los derechos humanos fundamentales y promover la protección de los derechos sociales de los pueblos, trabajando por el futuro de las nuevas generaciones y preservando la ética de los principios solitarios que inspiraron a la generación del 70. 

Otros de los artistas que participó del homenaje, fue el actor Pablo Echarri, quien leyó algunos poemas dedicados a los nietos desaparecidos y a sus abuelas. Además, señaló: «Es un placer enorme acompañar a mis madres y en esta oportunidad, declarando este sitio de interés cultural». 

Las Madres Plaza de Mayo comenzaron a reunirse en 1977, bajo la dictadura de Jorge Rafael Videla, con el objetivo principal de recuperar a sus hijos desaparecidos. Un jueves decidieron citarse en la Pirámide de Mayo y se les acercó un oficial que les ordenó circular. Así nacieron las rondas alrededor de las la Pirámide que  todos los jueves se repite desde entonces a las 15:30.

La iniciativa de declarar a la casa de las Madres como Sitio de Interés Cultural de la Ciudad correspondió al legislador de Unión por la Patria Juan Pablo O’Dezaille, quién llevó adelante la propuesta que le realizó Pascual Espineria, integrante del Grupo de Apoyo a las Madres. El proyecto fue acompañado por el bloque de izquierda, el radicalismo y también un sector del PRO. “Votaron en contra -subrayó O´Dezaille- quienes hoy vienen con el discurso negacionista”.

La madre de Plaza de Mayo Lidia Stella Mercedes Miy Uranga, popularmente conocida como Taty Almeida, cerró: «Acá no hubo guerra, hubo genocidio. Acá no ha habido Teoría de los Dos Demonios. Un solo demonio que desapareció embarazadas, las torturaron, las mataron y se apropiaron de sus bebés».

Presentan un proyecto para legislar el negacionismo

Presentan un proyecto para legislar el negacionismo

Este martes se hará pública una iniciativa de Ley Integral contra el Negacionismo que busca combatir los discursos de odio y la apología de los crímenes de lesa humanidad. El debate sobre el punitivismo y qué pasa cuando son los funcionarios públicos quienes banalizan un genocidio.

La reciente proliferación del discurso negacionista respecto a lo ocurrido durante la última dictadura cívico-militar en la Argentina preocupa a parte de la sociedad que creía saldada la discusión acerca de los crímenes cometido en el marco del terrorismo de Estado, delitos de lesa humanidad que vienen siendo juzgados y sancionados por la justicia nacional e internacional, desde hace más de 20 años. 

Los organismos de Derechos Humanos ven con preocupación expresiones negacionistas y apologistas del terrorismo de Estado, como también los discursos y acciones de odio, que proliferaron en los últimos tiempos. En ese contexto, el próximo martes 7 de noviembre presentarán un proyecto de Ley Integral contra el Negacionismo que busca combatirlo “a través de la educación, previniéndolo y erradicando los discursos de odio, poniéndole un límite a quienes respaldan el negacionismo como la etapa final del genocidio y defendiendo la democracia que tanto nos costó conseguir y nos cuesta defender”. Carlos Charly Pisoni., referente de H.I.J.O.S Regional Capital y uno de los impulsores del proyecto, explicó: “A partir de comenzar a estudiar y a entender los negacionismos en el mundo, pudimos redactar un proyecto de ley que tiene una base en la educación con derechos humanos, cuyo objetivo es que todos sepamos lo que se vivió en este mundo y que no vuelva a ocurrir, ese es el principal objetivo referido a los crímenes contra la humanidad”.

ANCCOM conversó con investigadores, historiadores y docentes en genocidios para reflexionar sobre cómo frenar esta ola de expresiones que incitan al odio y la negación de crímenes de Estado.

Una posible respuesta se encuentra en el ámbito legislativo; promulgar una ley contra el negacionismo, como proponen algunas organizaciones de derechos humanos. Este es el camino que han tomado países como Alemania, Francia, Austria y Suiza, que cuentan con leyes que penalizan la negación y/o la apología de crímenes de lesa humanidad perpetrados por el nazismo. Actualmente, en Argentina hay tres proyectos de ley que plantean sanciones similares: lapso mínimo de prisión, multas y, en el caso de funcionarios públicos, inhabilitación para ocupar cargos públicos por cierto tiempo. Algunos hablan de establecer una capacitación sobre genocidio y delitos de lesa humanidad obligatoria para funcionarios públicos que ejerzan como máximas autoridades de los tres poderes o que resulten sancionados por la misma ley.

Héctor Shalom, director ejecutivo del Centro Ana Frank, expresó que, en lo que concierne a funcionarios públicos y comunicadores, “el negacionismo en la voz de personas con incidencia en la opinión pública orientadas a la construcción de violencia, a la incitación a la violencia, al odio, a la apología del odio y de la violencia, debe ser sancionada”. Shalom marcó una distinción entre las personas que generan este tipo de discursos y las personas “que lo replican acríticamente”, por lo que también se diferencian las maneras de contrarrestar el negacionismo. Considerando al negacionismo como discurso de odio, y que como tal está fuera de lo que comprende la libertad de expresión, Shalom dijo que, en el caso de los que expresan estos dichos, “el discurso del odio es un acto fáctico que debe tener una respuesta fáctica de sanción” y que no sancionar estos discursos es dar “un mensaje al sujeto y a todos los demás que observan el accionar de ese sujeto”. También señaló que “paralelamente debe haber una estrategia educativa sobre qué significa el discurso de odio, qué significa el negacionismo, la distorsión, la banalización, qué implicancias tiene, qué consecuencias genera”.

Por otro lado, Marcelo Musante, sociólogo y docente que forma parte de la Red de Investigadores sobre Genocidio y Política Indígena en Argentina, no parece estar tan seguro de que una ley contra el negacionismo sea el camino y opinó que una consecuencia de promulgar una ley de este estilo sería darle a la gente que promueve discursos negacionistas “espacio para que se victimice, y que termine yendo a los programas de televisión, organizando marchas al respecto”, pero que “quizás en lo que tiene que ver con los discursos de los funcionarios, uno podría llegar a pensar algo que vaya en ese sentido”. 

Jonathan Karszenbaum, politólogo, docente y director ejecutivo del Museo del Holocausto de Buenos Aires, en el mismo sentido que Musante, expresó que «evaluaría si después de cinco, diez años, el efecto de la ley fue que se multiplicaran los recursos negacionistas y las sanciones negacionistas» y afirmó: “No creo que sea efectivo, el punitivismo al negacionismo en general. Sí me parece interesante cuando se trata de funcionarios públicos, y con sanciones, como multas o de prohibición o restricción en la función pública, y tal vez no con penas de cárcel. Porque el funcionario público sí debe reconocerse parte de un Estado con una trayectoria, con una historia y con sus propios reconocimientos”. Quien también coincide con la idea de una ley que no sea punitivista es Alex Hadjian, director de comunicación del Centro Armenio de Argentina, quien señaló que él estaría más a favor de que se tomen medidas como que “no se pueda estar en un cargo público y tener discursos negacionistas. Debe formarse a esa persona que expresa públicamente discursos negacionistas en relación al crimen de lesa humanidad sobre los que se manifestó. No simplemente sancionar a esta persona y que siga pensando igual, que entienda el error que está cometiendo. Me parece tocarlo desde ese sentido”.

En general, los consultados coincidieron en la importancia que tiene la educación a la hora de contrarrestar el negacionismo, tanto como complementando las sanciones a las que daría lugar una ley, como herramienta principal que tendría una ley más pedagógica. El doctor en historia e investigador del Conicet Mariano Nagy explicó: “Las personas más jóvenes no vivieron en dictadura, más de la mitad de la población no vivió la dictadura y le queda lejanísimo” y, por eso, subrayó la importancia de las políticas educativas y la necesidad de seguir generando material pedagógico sobre la última dictadura cívico-militar para acercar a las nuevas generaciones a ese período, ya que la escuela suele ser el ámbito en el que hablan sobre la dictadura por primera vez. Musante coincidió en esto último y planteó que “si queremos avanzar contra estos discursos negacionistas y de odio, se construye con la memoria, con más trabajos en las currículas escolares, con más exposición pública”. Y agregó: “Pero no imagino que una ley lo resuelva”. Karszenbaum también coincidió en que “La alternativa siempre es el camino educativo. El museo es una propuesta y se percibe así, entiendo que toda la tarea que hacen en los sitios de memoria en la Argentina también tiene esa impronta”. Aunque agregó: “La amenaza del discurso negacionista está y es verdad que no se soluciona con una visita al museo”. Aunque duda sobre la eficacia de una ley, sostuvo que prefiere que haya una ley a que no la haya.

Otro punto abordado fue qué genocidios debería abarcar una ley contra el negacionismo. Para Héctor Shalom es sumamente importante que la ley “debe involucrar a los procesos de negación, distorsión y banalización de la dictadura cívico militar más aquellos genocidios, crímenes de lesa humanidad o manifestaciones masivas de discriminación que atraviesan diferentes minorías”. Alex Hadjian también expresó que este punto le “parece sumamente importante ampliarlo y generalizarlo hacia todos los crímenes de lesa humanidad”. Por su parte, Mariano Nagy expresó que “el tema de que incluya procesos locales es fundamental”, refiriéndose a que la ley trate también sobre los genocidios sufridos por los pueblos originarios.

En este sentido, el historiador Marcelo Musante destacó la importancia del abordaje comparativo de los genocidios: “Si uno puede trabajar en los distintos genocidios, como el armenio, como la Shoá, me parece que también nos puede servir. Uno cuando analiza las masacres de Napalpí y de la Bomba, por pensar en dos procesos judiciales que tienen sentencia de crimen de lesa humanidad en el marco de genocidio, ambas masacres, por ejemplo, tienen cosas muy distintas, perotambién muy similares. El modo en el que la prensa fue construyendo con anterioridad a la masacre la idea de la peligrosidad del indígena, cómo todos esos discursos mediáticos habilitaron efectivamente la represión, y cómo después esos discursos mediáticos la invisibilizaron y la negaron, y que son discursos que podemos ver en lo ocurrido ahora con Rafael Nahuel o cuando fue la desaparición y asesinato de Santiago Maldonado en el lof en Resistencia de Cuyá. Entonces, me parece que estudiar los genocidios en claves comparativas nos pueden permitir también empezar a ver cuando hay ciertas cosas que empiezan a repetirse”.

En ese sentido, Carlos “Charly” Pisoni, explicó que el proyecto de ley contra el negacionismo que se presentará mañana busca “tipificar el negacionismo en el Código Penal, que esa tipificación sancione a los funcionarios públicos que nieguen, relativicen, minimicen los crímenes de lesa humanidad reconocidos por el Estado Argentino, y que la pena sea la inhabilitación en el cargo de seis meses a cuatro años”. Y aclaró que el proyecto “busca la educación en derechos humanos dándole al INADI la funcionalidad de poder trabajar el tema en sus misiones y funciones. Que se implemente una ley de capacitación obligatoria para todos los funcionarios del Estado, como la Ley Micaela”, ejemplificó. Y destacó la amplitud del proyecto: “No es una iniciativa solamente de organismos de derechos humanos, sino que al implicar los negacionismos de todos los crímenes de lesa humanidad reconocidos por el Estado es un proyecto muchísimo más amplio”.