«¿Está Télam?»

«¿Está Télam?»

Bajo el título “Fotoperiodismo de necesidad y urgencia”, la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA organizó un encuentro con trabajadores de Somos Télam, ARGRA y SiPreBa para debatir acerca de la importancia de la Agencia Nacional de Noticias.

Periodistas, fotorreporteros, docentes y estudiantes, convocados por el apagón de Télam, debatieron la importancia de los medios públicos y de una comunicación democrática y con pluralidad de voces. Bajo el título “Fotoperiodismo de necesidad y urgencia”, el encuentro se realizó el pasado viernes 12 de abril en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

El 14 de abril de 1945, Juan Domingo Perón determinó la creación de la que años después se convertiría en la mayor agencia de noticias de Latinoamérica. A 79 años de su fundación, Télam se ha consagrado como la principal proveedora de información periodística para más de 800 abonados y nueve millones de usuarios que consultan diariamente su página web.

“Es importante pensar en los procesos represivos que los reporteros gráficos están sufriendo actualmente, porque tienen un rol fundamental en el relato cotidiano contemporáneo de los conflictos que atravesamos como sociedad”, afirmó la directora de la carrera de Ciencias de la Comunicación y anfitriona, Larisa Kejval. De hecho, uno de los ejes de la charla fue el ataque violento a trabajadores de prensa acaecido el pasado 10 de abril, en el que un grupo de periodistas y reporteros gráficos fueron reprimidos por la policía en una manifestación de movimientos sociales en reclamo de comida.

El pasado 1° de marzo, durante la Asamblea Legislativa, el presidente Javier Milei anunció el cierre de la agencia, la cual sería intervenida por personal policial días después. Hasta hoy, los cientos de trabajadores dispensados de sus labores llevan a cabo un acampe fuera de ambas sedes de la agencia. Desde el apagón, aseguran, la soberanía informativa ha sido puesta en riesgo.

Alfredo Luna, parte del colectivo de trabajadores Somos Télam y delegado del SiPreBa, estuvo presente el día que la policía procedió al vallado de la agencia: “Es difícil de entender lo que estamos viviendo. Télam no es solo nuestro lugar de trabajo, sino nuestro lugar de pertenencia. Lo que sentí más violento fue entrar a la página de la agencia y ver un cartel que dice ‘Página en reconstrucción’. Hoy sigo entrando al portal, esperando, por las dudas. Vamos a seguir acampando pacíficamente fuera de las dos sedes, resguardando nuestro patrimonio, que es el de todos”.

Igor, reportero gráfico de ARGRA, en diálogo con ANCCOM, expresó: “Es muy importante estar acá para ver cómo nos encontramos en la calle ante la represión que viene impulsando el Gobierno hacia los periodistas. Por otro lado, hay que resaltar la importancia de los medios públicos y las agencias como Télam, que permite que miles de medios locales e internacionales compren radio cables y difundan una material informativo impresionante. Esto crea la posibilidad de que Argentina tenga soberanía en términos de comunicación”.

“El fotoperiodismo permite contar lo que está sucediendo en la calle constantemente con una imagen –agregó–, a través de las fotografías se puede construir en un futuro un archivo para documentar lo que fue sucediendo a lo largo de la historia. Ningún período es ahistórico, todo se enmarca en la construcción de una historia colectiva y para que nosotros podamos entender lo que sucedió, por ejemplo en la época de la dictadura, las imágenes son clave para difundir ese relato”.

Por su parte, Victoria Gesualdi, fotoperiodista de Télam y una de las coordinadoras del equipo fotográfico de ANCCOM, subrayó la importancia de entender la situación de los medios en una coyuntura de represión y precarización: “Para pensar qué hacer con Télam, que es sin duda la mayor expresión de memoria y patrimonio visual que tenemos, hay que entender que en un contexto de precarización estructural de los medios la lógica de un periodismo con función social y comprendido como un servicio público, está totalmente en jaque. La circulación de las imágenes hoy compite con fuentes como Twitter o Instagram en una trama de inteligencia artificial. En esa coyuntura hay que poner en valor lo que implica la agencia pública de noticias y el producir imágenes desde una perspectiva federal y soberana como sucede en Télam”.

Analía, fotógrafa de Télam, explicó para todos el funcionamiento del área de fotografía: “Télam produce entre 200 y 300 fotografías por día, 90 mil por año. Somos 51 fotoperiodistas de todo el país, con 21 corresponsalías, una de ellas en la Antártida, registramos lo que sucede en cada provincia. Todo el material se sube a la cablera y se concentra en un inmenso archivo, que hoy se encuentra inhabilitado. Esta labor es fundamental para la identidad de un país, y para brindar información en y desde las localidades. ¿Qué cubrimos? De todo. En los inicios de la agencia únicamente se cubrían actos políticos, con el paso del tiempo hemos llegado a cubrir todo tipo de áreas y temáticas. Télam, entonces, como medio público, garantiza la circulación de información de interés público no sometida a presiones políticas o comerciales. ¿Para quién producimos? Para los más de 800 abonados, y para toda la ciudadanía”.

Durante la mesa de editores de pequeños portales y revistas que se llevó a cabo en el marco de la jornada, todos remarcaron el valor que tiene, para sus medios, el cuerpo de imágenes que componen el famoso archivo. La pregunta que la mayoría de ellos hacían en el lugar de los hechos, era: “¿Está Télam?”. La presencia de la agencia les garantiza a cientos de medios la posibilidad de cubrir lo que ellos llegaban, y Télam siempre está, a lo largo y ancho de todo el país. Hoy, sin su archivo, ¿qué información circula?

Charlando con Abelardo

Charlando con Abelardo

Se estrena Un hombre que escribe, un documental en el que el escritor Abelardo Castillo cuenta de su vida, sus pasiones, su ideario. Retrato de un intelectual comprometido.

“No es casualidad que esto se estrene en este momento”, señala Liliana Paolinelli, directora de Un Hombre que escribe, un documental sobre el escritor Abelardo Castillo que falleció el 2 de mayo de 2017. “Es un personaje que produce una profunda admiración, que va trazando un sendero por el que es interesante caminar, sobre todo en este momento en donde el arte, las personas de la cultura, están tan denigrados por este Gobierno; uno ve a un hombre que tiene un pensamiento autónomo, cabal, es una reivindicación hacia el arte y la literatura”.

El documental se estará proyectando el jueves 18 de abril y sábado 20 en el BAFICI, Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente. Las entradas para estas funciones ya se encuentran agotadas, sin embargo la película continuará en cartelera durante todos los viernes de mayo en el mismo complejo.

Se trata de una conversación, grabada por la directora en 2015, entre el escritor y las entrevistadoras María Moreno y Mayra Leciñana. “Surgió a partir de un deseo de él, después de ver un documental de Marlon Brando, que era un actor que a él le gustaba mucho. Y en una cena en su casa, con mi esposa Paula Grandio, comentó que tenía ganas de hablar, construir una especie de memoria. Y a partir de los temas que van surgiendo en la charla Abelardo va componiendo su vida, sin proponérselo, pero es lo que se terminó armando”, dice la directora Paolinelli.

La conversación pasa por múltiples tópicos: Abelardo Castillo habla sobre la literatura como su dependencia más fuerte, los talleres literarios, sus libros, su relación con el alcohol, sus autores predilectos y hasta el tema de la muerte está presente en la charla. La escritora y cónyuge, Sylvia Iparraguirre, comenta: “Soy, según Abelardo, la persona que más lo conoció, fue mi marido por más de 40 años, por lo tanto estoy en condiciones de afirmar que el que vea este documental va a tener un retrato muy cercano de él. Es un encuentro con Abelardo, donde no hay cosas alrededor del personaje, sino que está el personaje hablando”.

«Es un hombre con un pensamiento autónomo, cabal; una reivindicación al arte y la literatura”, dice Paolinelli.

Abelardo Castillo es uno de los grandes cuentistas latinoamericanos según la crítica. Fue un intelectual comprometido con convicción y sinceridad, diciendo exactamente lo que pensaba y compartiendo su visión del mundo en las revistas literarias que fundó. Hecho que lo llevó a estar en las listas negras de la censura durante la última dictadura militar al animarse a criticar al gobierno y expresar sus ideas socialistas.

“Compartíamos las mismas ideas sobre el mundo: un socialismo ético, acá se le llama socialismo a cualquier cosa con gente muy corrupta. Fue un intelectual comprometido, pero no con la literatura, él decía que el intelectual debía comprometer el cuerpo a través de su opinión. Y a través de sus revistas literarias como El escarabajo de oro o El ornitorrinco, él prefirió nunca dejar de expresar sus ideas a donde fuera”, sostiene Iparraguirre.

A pesar de contar con más de cuatro novelas, cinco libros de cuentos, ensayos, y múltiples premios nacionales e internacionales, Castillo no se consideraba a sí mismo un escritor, y a raíz de eso viene el título del documental. “El nombre Un hombre que escribe es porque Abelardo no se consideraba un escritor en el sentido profesional, no le gustaba el término. Él decía que no se la pasaba escribiendo todo el tiempo, que no es como un médico, un arquitecto o cualquier otro tipo de profesión la cual la ejercés día a día, sino que él podía pasar mucho tiempo sin escribir o tirando borradores que no leía nadie”, comenta Iparraguirre.

En cuanto a la directora, que estudió en el departamento de cine en la Universidad Nacional de Córdoba, y recibió el título de técnica en medios audiovisuales, encabezó múltiples películas y cortometrajes de ficción y en el último tiempo se dedicó más a los documentales. Paolinelli remarca que sus proyectos fueron posibles gracias al INCAA, y que con el desfinanciamiento y cierre del instituto muchos proyectos ya comenzaron a rechazarse.

En palabras tanto de la directora como de Iparraguirre, el espectador se va a ir con la sensación de haber visto a un hombre con una convicción y una sinceridad abrumadora, de una claridad total en sus ideas, y por sobre todo de haber visto a una persona inspiradora para estos tiempos.

 

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En el marco del BAFICI, Un hombre que escribe se proyectará en Cine Arte Cacodelphia, Av. Pres. Roque Sáenz Peña 1150.

Clubes chicos, tarifas grandes

Clubes chicos, tarifas grandes

Mientras los clubes de barrio están en alerta ante los aumentos del gas y la luz, ingresó a Diputados un proyecto para declararlos en emergencia.

Este lunes, la diputada nacional Gisella Marziotta presentó un proyecto de ley para declarar la emergencia nacional de los doce mil clubes barrio de todo el país ante los tarifazos en los servicios públicos establecidos por el Gobierno de Javier Milei. La propuesta de la legisladora establece que durante doce meses estas instituciones cuenten con “tarifa cero” en gas, electricidad y agua, a la vez que sean declarados inembargables sus bienes inmuebles.

El Gobierno de Milei está llevando adelante una suba abrupta en las tarifas tanto en el AMBA como en el resto del país. Desde febrero, la electricidad viene aumentando de manera sistemática mientras que el gas tendrá un incremento de hasta el 300% entre abril y mayo.  En este contexto los clubes de barrio se encuentran en una situación de sumo riesgo ante el incremento desmedido de sus costos operativos.

Claudio Rial, presidente de la Unión Nacional de Clubes de Barrio (UNCB), en diálogo con ANCCOM destacó la importancia de la “demanda organizada” para afrontar problemáticas de esta índole: “Nuestra labor es tomar los pedidos de los clubes, organizar esas demandas y viabilizar su resolución. Si somos muchos nos van a escuchar más”, afirma recalcando la importancia de la unión y comunicación entre clubes de cara al futuro.

Desde la UNCB, que nuclea a clubes de todo el país, señalan que en algunas provincias el abandono es aún mayor: “El Estado usa al club de barrio para todo: elecciones, refugio si hay una inundación, centro de vacunación, etc. Pero cuando tiene que devolver esa ayuda no aparece”.

Los clubes de barrio (según la UNCB son los que tienen entre cincuenta y dos mil socios), cuentan con escasas herramientas en relación a los clubes más grandes que pueden amortizar los gastos fijos de otra manera, apelando a sponsors, publicidad o venta de entradas. Ese tipo de ingresos resultan inalcanzables para las instituciones pequeñas para las cuales subir la cuota no es una opción; las familias recortan gastos y en ese ajuste el club sale perdiendo. Según Rial, esto se nota en la asistencia: “En los partidos de fútbol antes venía toda la familia a ver al chico. Hoy viene el padre solo y capaz un hermanito que no paga la entrada”

Problemática federal

La problemática repercute en todos los rincones del país. En las provincias los aumentos son aún más cruentos y algunos especulan con que la disparada del gas puede ser del 500%. En estos casos, la vulnerabilidad es aún mayor, como en el Club Social y Deportivo San Francisco del barrio Limache en la periferia de la ciudad de Salta. Fernando Bernabó, presidente la institución, explicó a ANCCOM: “Estamos alerta, muy atentos. Ya tuvimos aumentos en la luz de casi un 100% por ciento en los últimos dos meses, habría que ver qué viene ahora, nosotros no tenemos solvencia para sostener un aumento del 300%. No tenemos infraestructura para atraer a la gente del barrio, contamos con muy pocos recursos”. La institución solo cuenta con fútbol como actividad (divisiones inferiores y primera división que compite en la liga salteña); en resumen los ingresos son escasos y la infraestructura casi nula.

En el club San Francisco la cuota es de 4.000 pesos, aunque pocos la pagan: “En realidad no cobramos cuota social, cobramos la actividad de fútbol directamente, no obligamos a que se asocien. Por eso tenemos más chicos haciendo actividad, unos 200, que socios activos que llegan a unos 70”. De los más de cien chicos inscriptos apenas han pagado cinco en lo que va del mes de abril, una realidad muy dura que acarrea pocos ingresos a la vez que magnifica los egresos.  Bernabó cuenta que ha puesto dinero de su bolsillo para que los infantiles puedan participar de la liga o simplemente para que coman o tomen algo después de un partido.

La sensación es de total desamparo: “No tenemos ningún subsidio municipal ni provincial, tenemos pocos recursos. La provincia de Salta, a diferencia de otras como Jujuy, no invierte en deporte”.

En el Gran Buenos Aires la situación no es tan distinta, cuentan desde la Junta Vecinal Manuel Belgrano de Carapachay: “Esto es una película de terror en suspenso”, afirma Miguel Matheu, presidente del club. “Este año no accedimos a ningún subsidio, el año pasado tampoco, pero las tarifas eran menores y ahora son altas. El mes pasado pagábamos 10 mil pesos y este mes 48 mil. A los clubes nos cobran como si fuéramos empresas cuando trabajamos gratis, sin fines de lucro”, detalla Graciela Rebollar secretaria de la Junta Vecinal en la que conviven el deporte y la cultura con actividades como circo, yoga o terapia. Para ella el club es una barrera de contención para evitar que las condiciones económicas empujen a los jóvenes hacia la violencia.

Modelo en crisis

Un club de barrio cumple una función social, es un sostén, un lugar de reunión y de identificación para la comunidad, concepto que parece estar en crisis ante el actual modelo que pondera el individualismo y celebra el ajuste que muchos clubes no pueden hacer porque no tienen por dónde. El Gobierno nacional no planteó hasta ahora subsidios o tarifas sociales para los clubes. Por eso la preocupación es aún mayor a la que hubo en 2016 cuando en el Gobierno de Mauricio Macri muchos clubes se agruparon y salieron a protestar por los aumentos indiscriminados.

“Durante el tarifazo del gobierno de Macri logramos bajar la tarifa, eso evitó daños mayores en los clubes, pero esto seguramente va a ser peor, va a ser más grande”, afirma Rial. Y agrega, preocupado por el futuro: “Desde la UNCB creemos que hay que esperar y ver qué decisión toma el Gobierno. Nosotros estamos en alerta y preparados para dar discusión defendiendo el interés de los clubes. Primero vamos a recibir las boletas y después a discutir sobre los hechos”.

Ante esta sucesión de dificultades, el futuro de los clubes se ve interceptado por la incertidumbre mostrándose un panorama complejo que dificulta cualquier tipo de optimismo. En los pasillos, entre los piques de la pelota de básquet y el rechinar de las suelas en la cancha de baby, resuenan con fuerza las palabras riesgo y alerta.

 

Desregula y aumentarás

Desregula y aumentarás

Los servicios de telefonía e internet aumentaron este mes casi un 16 por ciento, cinco puntos más que la inflación. Con un decreto de necesidad y urgencia, el gobierno de Javier Milei desreguló las tarifas y los usuarios quedaron a merced de tres grandes empresas.

Mientras que la inflación de marzo fue del 11 por ciento, el incremento de los precios de las comunicaciones fue del 15,9, lo que significa un aumento acumulado del 80,9 en lo que va del año y una variación interanual del 336,7. Según el INDEC, el aumento se debe a las subas en servicios de telefonía e internet.

En este marco, tras derogar el DNU 690/2020 de Alberto Fernández –que declaraba servicios públicos esenciales a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC)–, el actual gobierno desreguló las telecomunicaciones a través del decreto 302/2024.

La nueva disposición modifica la Ley Argentina Digital y establece que las empresas licenciatarias de servicios de TIC van a tener la «libertad de fijar sus tarifas» y así «promover la competencia» en el sector.

Diego Rossi, profesor de Políticas y Planificación de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires y director de la Cátedra Libre Conectividad en la Universidad Nacional de La Plata, afirma, en diálogo con ANCCOM, que “Macri en diciembre del 2015 hizo una desregulación de las tarifas muy similar a la que Milei está haciendo ahora, con la diferencia de que no existía el DNU 690”.

El DNU 690 –que quedó paralizado por su judicialización repuso la condición de servicio público en competencia para las telecomunicaciones y, además, fijó que el Ejecutivo era quien debía indicar los aumentos de las tarifas. El Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) era el organismo responsable del control tarifario y de que se garantice la prestación básica universal.

El mercado de las telecomunicaciones es un mercado oligopólico compuesto por tres grandes empresas: Telefónica, Claro y Personal. Por eso el sector festeja la medida que adoptó el gobierno de Milei. A contramano, el diputado de Unión por la Patria y presidente de la Comisión de Comunicaciones e Informática de la Cámara Baja, Pablo Carro, alerta que la derogación del DNU 690 representa un “salto al vacío” en la regulación de las telecomunicaciones en Argentina.

“La ausencia de una regulación inteligente que contemple las distintas modalidades de prestación del servicio (empresas corporativas, Pymes, cooperativas y emprendimientos comunitarios) deja a los usuarios a merced de la arbitrariedad de las grandes empresas”, advierte el diputado Carro.

Rossi, por su parte, sostiene que “Milei refrenda el criterio que ya venía trabajando Macri y que, en realidad, venían exigiendo e imponiendo las empresas desde principios del siglo XXI”: “Que nadie se meta con las promociones que estamos haciendo, con nuestra estrategia de mercado, los que van a decidir las inversiones somos nosotros”, dicen a las empresas.

En ese sentido, la intervención del ENACOM congeló todo los planes de fomento de la conectividad que se venían desarrollando. “Con este combo se restablece una situación de dominancia de los principales prestadores”, asegura Rossi.

“Con los DNU de los últimos tres gobiernos –agrega– se perdió la capacidad pública de densificar los debates, estamos en debates demasiado finalistas e ideológicos. Por querer imponerse drásticamente, las tres empresas oligopólicas nos demolieron las capacidades estatales de regulación. Paradójicamente, en Chile, se está por aprobar, después de cuatro años de debate, la designación de Internet como servicio público, pero evidentemente con otro marco de discusión entre las fuerzas políticas y el sector privado. En Argentina salimos perdidosos porque quizá la única manera que encontró Alberto Fernández de disponer una forma regulatoria para las telecomunicaciones, fue la confrontación. En ningún lugar del mundo es sencillo el diálogo con las empresas, pero en otras partes la política logró algún tipo de diálogo. Acá están desmantelando el ENACOM y se restablece el esquema de incapacitar al sector público para la regulación y fomento de las telco”.

Según Carro, “no basta con que haya accesibilidad al servicio, sino que es necesario garantizar que sea asequible para los bolsillos de cada familia. Se desregula argumentando la libertad y se deja al zorro en el gallinero. Es necesario que el Estado regule esa relación dentro de un mercado con precios distorsionados por la voracidad y la arbitrariedad de quienes los imponen”.

En cuanto a las consecuencias de la desregulación, Rossi subraya que “la situación de no planificación y no desarrollo de alternativas para la conectividad, hace que quedemos rehenes de la empresa o cooperativa que nos toque. El esquema desregulatorio favorece a los grandes. Las empresas adoptan un sistema de tratar de cobrar lo más posible, lo cual es ilegal, porque en el mismo barrio pueden convivir personas con el mismo plan y pagando boletas totalmente distintas producto de su capacidad de negociación con el call center del momento o de situaciones azarosas que tienen que ver con promociones”.

“El corazón del negocio de las empresas telefónicas es la perversidad de atomizarnos como usuarios. Esta medida necesariamente no va a encarecer los servicios, pero sí nos va a volver más rehenes de las empresas”, concluye.

 

“A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a mis hijas también”

“A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a mis hijas también”

Hace nueve meses Daniel Santucho recuperó su identidad y se convirtió en el nieto restituido 133. Además de reencontrase con su familia, en este tiempo, declaró en un juicio de lesa humanidad, visitó el Pozo de Banfield donde nació y su hija lo llevó a la escuela para hablar por el Día de la Memoria.

Daniel Santucho es el nieto restituido número 133 por las Abuelas de Plaza de Mayo. Hace nueve meses, tras un análisis de sangre, confirmó que es hijo de Cristina Navajas, desaparecida durante la última dictadura, y de Julio Santucho, quien se vio obligado al exilio. La búsqueda de la verdad iluminó su historia y hoy sabe que nació en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio conocido como el Pozo de Banfield, cuyos responsables fueron condenados el pasado 26 de marzo después de un juicio que duró tres años y medios. Hoy tiene dos hijas y a través de su testimonio busca generar conciencia sobre el accionar criminal del gobierno militar para que eso no se repita. “Considero necesario enseñar a la sociedad y, sobre todo, a aquellas nuevas generaciones que desconocen lo que pasó para que sepan la verdad de la historia y que no se repita”, sostiene. 

¿Cómo surgió el interés para descubrir tu identidad?

 Necesitaba saber la verdad después de haber vivido muchos años en una mentira. Las sospechas empezaron cuando tenía 21 años, tras la muerte de quien yo creía era mi madre. Una hermana de crianza, 20 años mayor que yo, me dijo que ella pensaba que no era hijo de quienes, hasta ese momento, consideraba como mis padres y que no entendía porque nunca me lo habían dicho. Ella era adoptada, pero lo sabía, conocía a su mamá biológica.  

¿Tenías dudas antes de ese momento?

No, yo no tenía ninguna duda. Aunque, durante mi adolescencia había actitudes de mi apropiador cuando aparecían las Abuelas en los medios que me hacían ruido, había una partida de nacimiento que decía que ellos eran mis padres y yo creía eso. En ese momento había mucha impunidad, yo fui anotado como si hubiera nacido un 24 de marzo de 1977, a un año del golpe, fecha que con el paso del tiempo fue tomando otro significado para mí. Pero, incluso después de que hablé con mi hermana, viví muchos años con la duda porque cada vez que quería hablar con quien creía mi papá, y le transmitía mi inquietud él evitaba la situación o inventaba para salir del paso.

«A pesar del tiempo que nos arrebataron, hoy estamos todos juntos y eso es lo que importa», dice Daniel. En la foto, acompañado por su hermano, el Miguel Santucho.

¿Cuándo decidiste acercarte a Abuelas?

 Mi primer contacto con Abuelas fue en el año 2019. En ese momento me había separado y era un tiempo de cambios en mi vida, en el que sentía que me tenía que hacer cargo de mi historia. En ese encuentro me acerqué más que nada por impulso y presenté lo que sabía hasta ahí y las dudas que tenía. Me escucharon y me dijeron que busque toda la información posible y que necesitaba un acta de nacimiento. Como había pasado mucho tiempo yo ya no tenía una en mi poder así que me acerqué a realizar el trámite. Pero quedó en eso porque mientras esperaba los papeles, estalló la pandemia y quedó todo parado, yo no volví a ocuparme del tema.

Después de la cuarentena, mi apropiador enviudó por segunda vez y se acercó a pedirme ayuda, yo empecé a visitarlo más seguido y al tiempo me pidió que viviera con él, que había muchas personas que se aprovechaban y que le sacaban plata. Así que tomé la decisión de mudarme a su casa. Durante esta convivencia fueron saliendo a la luz cada vez más mentiras. Yo ya era una persona adulta, no era un chico y ya tenía incorporado en mi inconsciente que algo andaba mal. Cuando volvía de trabajar me enteraba que las personas de las que lo tenía que cuidar habían estado y que él las dejaba pasar, me empecé a dar cuenta de que me mentía y teníamos discusiones un día tras otro. También en ese momento había arrancado a hacer terapia y hablar de mis dudas. Eso me hizo dar cuenta de que nadie me iba a venir a decir la verdad, sino que la tenía que salir a buscar yo. Lo primero que hice fue enfrentarlo, ya no pedirle sino exigirle información. Cuanto más lo enfrentaba, cuanto más le exigía, más nervioso se ponía y evitaba el tema; lo que me daba la razón de que me estaba mintiendo. Eso siguió un tiempo así, hasta que un día me invento una historia de que él se había separado de quien yo creía mi mamá y ella me tuvo durante otra relación, que después volvió con un bebé y él se hizo cargo. Ahí me di cuenta de que me seguía mintiendo, que no tenía consistencia lo que me estaba diciendo, que si esa era la verdad porque no me la había dicho antes. La única certeza que conseguí de todo eso fue que él no era mi papá. A partir de ese momento retomé la búsqueda de mi identidad y me acerqué nuevamente a Abuelas con la decisión de descubrir la verdad.

¿Cómo fue el proceso de restitución de tu identidad?

Primero tuve que caer en la realidad de que me habían mentido durante toda mi vida y la peor sensación que tenía era que les estaba transmitiendo todo este problema a mis hijas, yo pensaba: “A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a ellas también”. Después tuve que recabar información, partida de nacimiento, bautismo de fe y además tenía un testimonio del hermano biológico de mi hermana de crianza que recordaba haber escuchado a dos policías diciéndole a mi apropiador, que era policía también, que le iban a conseguir un bebé. Con esa información me presenté a Abuelas y a los días me llegó la fecha para ir a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) y hacerme el estudio de ADN. Los resultados tardaron tres meses y durante todo ese tiempo estuve acompañado por mi familia, mi e esposa y mis hijas, que todo el tiempo me preguntaban si tenían una familia, si tenían tíos, abuelos. En ese caso debía tener mucho cuidado con lo que transmitía pese a que todo apuntaba a que podía ser un nieto de Abuelas, porque habían pasado muchos años. Si bien yo quería descubrir la verdad más que nada para que ellas tuvieran las respuestas que yo no tuve, tampoco quería generar falsas expectativas, ya que, si no se confirmaban los estudios, la desilusión podía ser muy grande. Todo cambió cuando llegaron los resultados del estudio que aseguraban que era hijo de Julio Santucho y de Cristina Navajas. Sentí que por fin había podido saber mi historia y que iba a tener una familia de la que nunca me tendría que haber separado. Recuerdo que cuando me fui a hacer el nuevo documento con mi verdadera identidad, tenía una felicidad inexplicable y me tuvieron que sacar varias fotos porque no paraba de sonreír. Después, con el acompañamiento de Abuelas, fui haciendo todos los demás trámites que necesitaba, tanto para mí como para mis hijas.

Mi hija me dijo que quería dar una charla en el colegio, que quería contarles a sus compañeros lo que me había pasado y explicarles por qué iba a cambiar su apellido. Yo pensaba cómo expresarme con los chicos de 8 años para no confundirlos, pero ella empezó a hablar: “Mi papa es el nieto 133 de las Abuelas de Plaza de Mayo, él tenía dudas sobre su identidad así que fue a pedir ayuda, lo mandaron a hacer el estudio de ADN, dio positivo y bueno ahora tenemos una familia”

Daniel Santucho

¿Cómo vivieron la restitución tus hijas?

Al principio fue muy movilizante. En marzo del 2023 me confirman que los resultados eran positivos. En ese momento, la más grande, tenía 13 años y estaba transitando el Mes de la Memoria en el colegio así que sabía de lo que yo le hablaba cuando me refería a Abuelas, a la dictadura y a lo que me estaba pasando. En ese sentido, me imagino lo fuerte que habrá sido para ella saber que todo eso que veía en el colegio no era algo que estaba solo en los libros, sino que era real, que era mi historia y la suya también, por eso el camino fue de a poco. Para mi es super emocionante ver el interés que ella tiene de saber y de involucrarse en el tema. En el caso de mi hija menor, que ahora tiene 9 años, fue un poco diferente porque al mes de que ya habíamos recuperado mi identidad, y que ya había hablado conmigo y con su mamá, me dijo que ella quería dar una charla en el colegio, que quería contarles a sus compañeros de lo que me había pasado y decirles quién era yo y quién era ella, porque iba a cambiar su apellido. A mí eso me sorprendió y al mismo tiempo me llenó de orgullo. Cuando llegó el momento de ir me acuerdo que yo pensaba sobre cómo expresarme para ser claro con los chicos de 8 años y no confundirlos, pero ella fue la que empezó a hablar y a contarles a sus compañeros: “Mi papa es el nieto 133 de las Abuelas de Plaza de mayo, él tenía dudas sobre su identidad así que fue a pedir ayuda, lo mandaron a hacer el estudio de ADN, dio positivo y bueno ahora tenemos una familia”. Con esa simpleza, ella se encargó de transmitir todo. Cuando terminó la directora preguntó si la habían entendido y todos respondieron que sí. Así que después preguntó: “¿Cómo se va a llamar Milagros ahora?” y todos gritaron: “Milagros Santucho” en ese momento se nos empezaron a caer las lágrimas y nos fundimos en un abrazo, fue algo que me llenó de orgullo. Hoy veo a mis hijas y, más allá del parecido físico, puedo ver a mi mamá y a mi abuela que de alguna manera viven en ellas. 

¿Qué fue lo que cambió después de saber tu historia?

Todo cambió, yo cambié y también la relación con mis hijas. Me pude parar desde otro lado en la vida, yo quería saber la verdad para reconstruir mi historia, pero más que nada para mis hijas, porque tarde o temprano a ellas la duda le iba a llegar e iban a empezar a hacerse preguntas. Como padre, saber que lo pude hacer yo me da seguridad y plenitud. También, más allá de todo lo que costó, poder llegar a la verdad antes del fallecimiento de mi apropiador me dio la tranquilidad de sentir de que no se fue impune, que todo lo que hizo no fue gratis y que yo había hecho las cosas a tiempo. El murió estando con prisión domiciliaria y sabiendo que yo había llegado a la verdad, que toda sus mentiras se habían caído.

¿Cómo fue el reencuentro con tu familia después de tantos años de búsqueda?

Yo no lo podía creer, cuando me dan la noticia y me muestran fotos diciéndome quiénes eran cada uno, yo no caía. El primer encuentro fue por videollamada y enseguida que los vi me reconocí en ellos. Después, cuando empezamos a relacionarnos me di cuenta de que tengo un poco de cada uno. Hoy siento que estoy en el lugar correcto y elijo pensar que, más allá de todo el dolor que me causaron mis apropiadores, me pude encontrar. Saber que mi papá, mis hermanos y mi abuela me buscaron durante toda su vida me reconforta y me ayuda mucho para disfrutar del ahora y no dejar que el pasado me afecte. A pesar del tiempo que nos arrebataron, hoy estamos todos juntos y eso es lo que importa.

¿Estuviste o participaste en algún juicio de Lesa Humanidad?

Si, al poco tiempo de recuperar mi identidad, los abogados de Abuelas y los fiscales me notificaron que había dos juicios en curso. Uno era el Juicio de las Brigadas, que por suerte mi aparición fue antes de que se cierre el límite para presentar pruebas y, por lo tanto, participe como víctima, ya que había nacido en cautiverio, y también como una prueba viviente de que habían existido robos de bebés. En ese caso no había necesidad de declarar, así que no brinde mi testimonio. El segundo fue el que se había iniciado contra mi apropiador, en el cual si fui a declarar ante el juez. En ese momento era todo muy reciente para mí y me dieron toda la facilidad para que cuando me sintiera seguro pudiera hablar. Pese a que él falleció, el juicio sigue en curso, porque son varias las personas implicadas.

Teniendo en cuenta que naciste en el Pozo de Banfield y que tu mamá estuvo ahí ¿Cómo viviste el juicio que condenó a sus represores?

Durante la lectura de la condena, que duró cinco horas, estuve abrazado a la foto de mi mamá y no me pare ni para ir al baño, en ese momento sentía que se estaba haciendo justicia, por ella y por los demás desaparecidos que habían estado ahí. 

¿Qué sensación te dejó la justicia?

El tema de la justicia es complicado, porque es lenta y, en este caso, tardó 48 años. Pero en buena hora que llegó, era necesario. Yo sé que por ahí lo mío es muy reciente, porque hace nueve meses que recuperé mi identidad y supe lo que le pasó a mi mamá, pero he visto varios familiares y otras personas que han cargado con el reclamo durante toda su vida y necesitaban que se hiciera justicia, que quienes habían cometido los crímenes reciban sus condenas. En este juicio hubo represores que hasta ese momento estaban en libertad y terminaron el juicio con cadenas perpetuas. Así que, en este caso, creo que la justicia tardó, pero funcionó y posibilitó que estas personas no hayan quedado impunes de todo lo que hicieron. 

¿Has ido al Pozo de Banfield?

El Pozo de Banfield lo conozco, fui en dos oportunidades, es un lugar frío y oscuro en todo sentido. La primera vez fue el 27 de septiembre del año pasado durante un homenaje que se le iba a realizar a cuatro maestras, entre las que estaba mi mamá. Yo pensaba que era solamente el acto, pero previo al acto hubo un recorrido por los calabozos y las celdas. Fue algo muy fuerte, pero lo hice porque creí que estaba preparado. La segunda vez que fui, fue el 10 de enero de este año, el día de mi cumpleaños y le pedí a mi hermano que me acompañe. A él le costó un poco más, pero fue conmigo. Yo necesitaba estar ahí porque en definitiva fue el último lugar en el que estuve con mi mamá y por suerte siento que conseguí lo que fui a buscar.

¿Cómo sigue tu vínculo con Abuelas después de todo esto?

Mi vínculo es más que nada con los demás nietos que han sido recuperados y somos de la misma generación. Desde el primer momento estuvieron conmigo y me hicieron sentir parte, como si siempre hubiera estado ahí. Con Abuelas no tengo una relación directa, pero estuve en el aniversario del año pasado y subí a hablar al escenario del teatro que estaba lleno, si bien mi participación no es directa, trato de estar presente desde el lugar que puedo.

 ¿Qué pensás del discurso negacionista que circula y es sostenido por el actual gobierno?

Históricamente, esos pensamientos negacionistas han estado presentes. Incluso, durante la reciente democracia. Lo que cambió es que, hasta ahora, siempre habían sido discursos minoritarios. Hoy, por un vacío que hubo en la sociedad, no solo con estos temas sino con muchos otros, se ha abierto la posibilidad de plantear ideas que atrasan como: “no fueron 30.000” o “fue una guerra”. Por este motivo considero necesario remarcar que puede haber distintos pensamientos y opiniones, pero hay un límite que no se debe cruzar. No se puede avalar la tortura, el secuestro, la detención clandestina, las violaciones, el robo de bebés y la desaparición de personas, eso está fuera de discusión. Por eso considero necesario enseñar a la sociedad y, sobre todo, a aquellas nuevas generaciones que desconocen lo que pasó para que sepan la verdad de la historia y no se repita. En definitiva, el número no importa, es el acto lo que es repudiable. No hay que correr el foco de lo importante: fue un genocidio. Para esto también es importante remarcar, que todo esto empieza en pequeñas cosas, y ya cuando se clausura a determinado artista o a alguien por pensar distinto hay que impedirlo porque así es como comenzaron todas estas aberraciones que ya vivimos y que aún seguimos sanando.