Por Carolina Aranda
Fotografía: Sofia Genovese

Sobre una tela en el piso había cartas en tamaño de postal con diferentes dibujos abstractos, alrededor de un cartel que decía «Oráculo». La joven que estaba sentada las juntó formando el mazo, lo mezcló y luego tiró una de ellas: «Tiene que ver con la expresión, ofrecer los colores al mundo que se habita y que me habita, organizar los elementos del entorno a la manera propia. Es la tarjeta ‘innovar universos'», dijo Ruth Rajchenberg, la creadora de la obra. La carta parecía significar ese instante de la Feria del Libro Independiente dando su propio color, dándose el permiso de existir, de expresar algo más en la ciudad. La sede fue el espacio IMPA (Industria Metalúrgica y Plástico Argentina), la fábrica del barrio de Almagro recuperada por sus trabajadores en 1998, en la que se sigue fabricando aluminio y además funciona un centro cultural que brinda talleres, una radio y un canal de televisión, entre otras cosas.

La feria se realizó en la calle, mientras en el centro cultural sucedían obras de teatro y talleres, que acompañaron la programación de la feria. La FLIA, nombre que se le da por sus iniciales, comenzó en 2006 y se construyó como un colectivo de artistas y escritores que se reúnen para crear un espacio propio de intercambio y manifestación cultural sin patrocinadores y abierto para exponer y asistir. La muestra es gratuita y su fin es compartir pensamientos y arte popular y estimular que broten expresiones fuera del mercado editorial.

La feria se realizó en la calle, mientras en el centro cultural se sucedían obras de teatro y talleres que acompañaron la programación.

Mientras expositores y lectores se mezclaban entre las mesas, en los tres micrófonos dispuestos en el medio de la cuadra pasaban bandas a cantar, a hacer poesía, o monólogos. «Hay que meter a los chetos presos, el otro día pasé por un country y no se veía ninguna antena de DirecTV, se quejan de que no tienen dólares pero todos tienen Netflix. Los tienen que encerrar desde la cuna, para eso es Prosegur. Son así, nacen con el corazón con IVA. Ojo, que yo no odio los blancos de piel, odio los blancos de alma», narraba el actor Maxo Garrone, quien conoció la feria a partir de haber ido a otros eventos alternativos. También sonó rap con la banda Malos Modales: «Primero escucha, segundo lee, si comprende el mensaje te pregunto así se aprende y por ende es que hay tanta gente inconsciente, por la potencia mundial destructora de mentes, más conocida como Internet que pudrió rápidamente gran parte de este planeta».

El medio alternativo Radio Semilla FM 106.5 transmitió el evento en vivo, bajaron los equipos desde el cuarto piso del IMPA, donde funciona la radio, y esta vez la hicieron abierta en la calle. Pasaban escritores y escritoras a leer poemas, fragmentos de sus libros, y a contar sus proyectos, como fue el caso de Andrés Demichelis, quien habló de su proyecto Guía Té. La radio está relacionada con la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA), y durante los días de semana, de 10 a 12, tiene un programa llamado Enredando las mañanas que se emite, cada vez, en una radio distinta de las que integran la red. «Queremos que la radio se identifique con un variopinto de carácter popular, y no con algún sector específico. Buscamos no sólo transmitir la radio desde las cuatro paredes, sino darle participación a la gente que hace cosas y sobre todo que pelea, como el evento de hoy. Le diríamos que no a algún programa auspiciado por alguna marca, o a uno de política partidaria, más allá de lo que independientemente cada uno milite y piense, porque creemos que tiene que haber variedad, y no llegaríamos a cubrir todo», dijo a ANCCOM Juana Laguna, integrante del programa radial Gremiales.

La sede fue el espacio IMPA (Industria Metalúrgica y Plástico Argentina) la fábrica del barrio de Almagro recuperada por sus trabajadores .

La música y la radio en vivo se entremezclaban con las conversaciones de quienes paseaban mirando los libros. Había publicaciones de humor, infantiles, feministas; poemas, novelas, fanzines, entre otros. También había ediciones ilustradas con serigrafía, con tapas de cartón de cajas de ravioles, con plástico, con tela, y todo tipo de material artesanal y también en formato tradicional. «Escribimos desde la identidad que habitamos», dijo una integrante de la editorial Profundo, que además tiene varios libros de imágenes, por lo que despierta en ella la fotografía. Además de los libros, había comida vegana, billeteras artesanales, bolsos hechos con sachets, toallitas femeninas hechas con tela para ser reutilizables, entre otras cosas.

En la mesa de Queriendo ser colibrí, donde estaban los libros de cuentos y poemas de Sofia Zurueta, su hermano Joaquín Zurueta repartía volantes en apoyo a la campaña por la expropiación de la gráfica Madygraf, gestionada por sus trabajadores hace dos años. La fábrica logró media sanción de la expropiación en Diputados, pero los trabajadores aseguran que si la lucha no continúa se corre el riesgo de que pierda estado parlamentario, como ya pasó una vez, y se perderían doscientos puestos de trabajo.

Integrantes de Abanico de artistas caminaban maquillados y disfrazados entre los demás. Se trata de un grupo que se reúne a hacer poesía, stand up, teatro y baile los últimos sábados de cada mes en La casa de los chasquidos, en Villa Crespo. Como ellos, abundaban los artistas en la feria: la calle se convirtió en un gran escenario.

 

Actualizado 18/10/2016