Por Thiago Cammarota

La decisión de “El Método” de irse de la plataforma de distribución sueca, expone las problemáticas del mundo podcast y su modelo de negocios. El debilitamiento de las producciones nacionales, la precarización de las condiciones laborales y la concentración de mercado parecen problemas sin solución.

El método dejará de estrenar episodios en Spotify y solo estará disponible en YouTube. El programa conducido por Tomas Rebord es un ciclo de entrevistas de entre dos y tres horas de duración; por él pasan políticos, periodistas, músicos, influencers, entre otros y suele generar repercusiones. Se ubica entre los 20 podcasts más escuchados en Spotify Argentina. Su canal de YouTube tiene 137.000 suscriptores y varias de sus entrevistas superan las 200.000 reproducciones en esa plataforma.

¿Por qué un programa tan exitoso para los estándares argentinos se retira de la plataforma más usada para escuchar podcasts? La decisión individual es, en realidad, el reflejo de problemáticas más estructurales.

“Nos fuimos simplemente porque no nos pagan”, explica Tomas Sislian, productor de “El Método” en diálogo con ANCCOM. “Spotify ha crecido muchísimo en los últimos años, especialmente gracias al podcasting, pero no tiene un sistema que por lo menos ponga en valor las horas de contenido que le otorgamos a la plataforma”. Vale aclarar que Spotify paga por reproducción en el caso de los contenidos musicales debido a los acuerdos con las discográficas, pero no paga por reproducciones a ninguno de los productores de podcast o audiolibros que ofrece.

Para El Método”, a diferencia de la mayoría de los podcasts, Spotify no era la plataforma principal. “A nosotros, Spotify no nos daba nada económicamente. ¿Entonces qué ganamos con subirlo ahí? ¿notoriedad, alcance? En Spotify teníamos solo el 20% de nuestras reproducciones totales y el 80% en YouTube”, agrega Sislian. Resulta entendible la decisión tomada por la productora. Sin embargo, cabe aclarar, YouTube tampoco es un paraíso: paga poco y mal. La ilusión del programa propio choca con reglas de monetización poco claras y que cambian constantemente.

«Nos fuimos simplemente porque no nos pagan», explica Tomás Sislian.

Si ninguno de los productores recibe ingresos por sus contenidos, ¿por qué no imitan la decisión de Rebord y abandonan Spotify? Agustín Espada, director de Maestría en Industriales Culturales en la Universidad Nacional de Quilmes, explica que la cuestión no es tan fácil como parece. “Los productores de contenido son muy dependientes de las plataformas porque desde 2018, la distribución de podcast se ha concentrado muchísimo. Los podcasters no se van de Spotify porque es la plataforma mayoritaria. Irse significa quedarse afuera de los oídos del 90% del país. Estar en Spotify te permite llegar a un mayor caudal de audiencia, pero el costo es no recibir ningún ingreso a cambio, es decir, le regalás tu trabajo a la plataforma”. Escuchar podcasts en Argentina es prácticamente sinónimo de escuchar Spotify.

Para Espada, esta situación de dependencia pone sobre la mesa la creciente precarización de la producción cultural en el mundo de las plataformas, acelerada en los últimos años. Es un proceso por el cual los contenidos de cualquier tipo (informativos, entretenimiento, etc), dejan de tener un atractivo comercial ya que las audiencias no son proclives a pagar para consumirlos.

Las consecuencias más claras de este proceso son el debilitamiento de la producción local (pérdida de diversidad), el deterioro de las condiciones laborales (trabajar mucho para recibir poco o nada a cambio) y el predominio de plataformas extranjeras en el mercado.

Estrategias que no sirven

Spotify busca convertirse en la aplicación de contenido sonoro Nº1 del mundo (música, podcasts y audiolibros). Pero también necesita reducir sus costos, es decir, lo que a la plataforma le cuesta cada usuario. Si ese usuario solo escucha música, le sale mucho más caro que si escucha música y podcast: “Al invertir en podcasts Spotify no fue a buscar rentabilidad sino equilibrar las cuentas de su empresa, afectadas por el gran gasto que representan los contratos con las discográficas para incluir sus canciones en la aplicación”, señala Espada. “Con el podcast buscó un contenido que no le generará gastos y aumentará el tiempo del usuario dentro de la plataforma. Todavía no le ha funcionado, pero es una estrategia a mediano y largo plazo”.

Desde el año pasado, Spotify trabaja con productoras de podcast locales de diferentes países. Estas coproducciones son publicadas bajo el sello de “Spotify Studios”, a pesar de que la plataforma sueca no cuenta con equipos ni estudios de producción propios en aquellos países. Los“Spotify Originals” son podcasts producidos por la plataforma (en su mayoría coproducciones) y exclusivos de ella. También pueden ser acuerdos de exclusividad para que podcasts ya existentes sean distribuidos por Spotify.

“Las productoras cobran un monto acordado previamente por realizar el trabajo y no en base a las reproducciones que el producto obtiene”, explica Pablo Fisher, periodista especializado en podcasts. “Para ellas Spotify es una fuente de ingresos importante porque es la empresa que mejor paga proyectos. Además les sirve mostrar sus trabajos en la aplicación”.

Según Fisher, la estrategia de Spotify en Argentina ha sido un desastre: “Durante la segunda mitad del año pasado, publicaron una gran cantidad de ´Originals´, como si existiese un mercado con millones de oyentes. Pero no lo hay”. Esto se debe a que el podcast parece no estar aún, lo suficientemente instalado en nuestro país. El resultado fue que en este 2022 no se le renovó a casi ninguna de estas producciones.

¿Hay Futuro?

“El futuro del podcast en Argentina lo veo incierto de acá a largo plazo. Tiene que haber más gente escuchando y produciendo. Cualquier formato audiovisual gana por goleada y es lógico por la era en la que estamos”, reflexiona Fisher. Para él, la inclusión de publicidad en los contenidos para lograr nuevas fuentes de financiamiento ayudaría al desarrollo de la industria. “Seria bueno que los medios tradicionales se metan en esto, por ejemplo, financiando investigaciones periodísticas en formato podcast. Hay algunos casos como La Nación o Infobae, pero no terminan de estar bien desarrollados. Es necesario que empiecen a trabajar con productoras de podcast porque allí se encuentra a la gente especializada en el tema y apta para hacer contenidos de calidad”, plantea Fisher.

Para combatir la precarización de la producción cultural, sería interesante que las productoras argentinas logren “independizarse económicamente” de Spotify y encuentren otras fuentes de financiación, para no depender del gigante sueco. Sin embargo, teniendo en cuenta el contexto actual, esto parece muy difícil, al menos en el corto plazo.