Por Facundo Galán
Fotografía: TELAM

Los chilenos habían votado tener una nueva Carta Magna pero descartaron la que redactaron los constituyentes. El papel de los medios de comunicación y la agenda que viene.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, luego del rechazo de la nueva Constitución tras el plebiscito.

“Queremos una nueva Constitución, pero no ésta”. Ese parece ser el mensaje que dio el pueblo chileno el pasado 4 de septiembre, cuando en unas elecciones obligatorias e históricas por su participación, el “rechazo” se impuso con el 62% de los votos contra el 38% que obtuvo el “apruebo”. De esta manera, Chile continuará por el momento con el texto constitucional que lleva la firma de Augusto Pinochet. ¿Qué escenarios se abren con ese resultado?

 La amplia diferencia sorprendió tanto a vencedores como a vencidos y, para comprenderlo, es necesario dar cuenta del proceso que comenzó a gestarse luego del estallido social de 2019. En ese contexto, el por entonces Presidente Sebastián Piñera convocó a un primer plebiscito, donde se votó si la ciudadanía estaba de acuerdo con iniciar un proceso para redactar una nueva constitución. El voto fue voluntario y el resultado, contundente: el apruebo se impuso con el 78%. Luego, en mayo de 2021, se llevó a cabo la elección de los 155 convencionales constituyentes encargados de discutir y redactar el nuevo texto. Allí, el gran derrotado fue la derecha (“Vamos por Chile”), que solo obtuvo 37 bancas y no tenía poder de veto.  El resto de los escaños se repartieron entre agrupaciones de izquierda, independientes y representantes de los pueblos originarios. 

Se inició entonces la redacción de la nueva Constitución, cuyo primer artículo establece que “Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”, sentando así las bases de las principales diferencias que plantea respecto al texto vigente: un Estado participativo en materia de salud, educación, vivienda, pensiones y empleo. Entre los puntos más destacables, también se encuentra la propuesta de paridad de género en organismos gubernamentales, acceso a la interrupción voluntaria del embarazo, reconocimiento de derechos y autonomía de los Pueblos Originarios, y establecer la inapropiabilidad del agua.

El “rechazo” se impuso con el 62% de los votos contra el 38% que obtuvo el “apruebo”

Cabe preguntarse cuáles fueron los motivos que llevaron a rechazar la nueva Carta Magna.

Marcos Barraza, convencional y ex Ministro de Desarrollo Social durante la presidencia de Michelle Bachelet, señaló ante ANCCOM: “Hubo una mayoría nacional que no conectó con las normas constitucionales propuestas, y habrá que indagar cuáles fueron esas normas que  no interpretaron a la ciudadanía”.

 Al mismo tiempo, hizo hincapié en la estrategia llevada a cabo por parte de los sectores que impulsaban el rechazo que tuvieron la capacidad de instalar un conjunto de mentiras a nivel nacional. De esta manera, dice Barraza, el apruebo tuvo que concentrar su campaña en desmentir falsedades y no en militar los atributos de las normas propuestas. En este aspecto, destaca que quienes se encontraban detrás de la campaña del rechazo eran los grandes medios hegemónicos y grupos económicos concentrados, evidenciando así una diferencia de financiamiento entre ambos bandos.

 De cara al futuro, el ex ministro sostiene que es evidente que la ciudadanía está de acuerdo en modificar la Constitución y, en ese marco, se mostró a favor de una nueva convención constituyente elegida a través del voto. “Lo que se deberá decidir a partir de ahora es si la nueva Constitución está en el dominio del campo popular y el mandato social o está en el dominio de las élites”, concluyó.

Por su parte, Damaris Abarca, que fue electa convencional constituyente como independiente dentro del pacto “Apruebo Dignidad”, dijo: “El proceso constituyente no comenzó con la Convención ni terminó con el Plebiscito, llevó años y va a continuar”. Asimismo, se mostró autocrítica al mencionar la falta de conexión con un sector de la sociedad que, inmerso en un contexto de recesión económica, no se veía identificado con las demandas plasmadas en el nuevo texto.

Sin embargo, rescata como positivo la instalación de determinados temas en la agenda y que será necesario discutir a partir de ahora: “El texto que redactamos será un insumo para las próximas convenciones. La paridad de género, por ejemplo, llegó para quedarse y será inconcebible que una nueva convención constitucional no sea mitad hombres y otra mitad mujeres”.

 

En tanto, José Cárcamo, economista, investigador y docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y en la Universidad Nacional de Moreno y que nació en Chile, dijo: “La sociedad chilena quería cambios pero graduales, y la constitución plebiscitada se situó más a la izquierda que el propio Boric”. También remarcó la importancia de la participación electoral debido a su obligatoriedad: un 85% del padrón participó de los comicios contra el 55% que votó en las últimas elecciones presidenciales. Estas cifras se traducen en 4.400.000 nuevos votantes y, si trazamos un paralelo con la segunda vuelta que le dio la victoria a Gabriel Boric el año pasado, más de cuatro millones de personas de ese grupo votaron al rechazo. 

 En ese sentido y en la línea de lo planteado por Barraza, remarca la habilidad que tuvo la derecha para hacer campaña a favor del rechazo. Sin apariciones públicas de José Antonio Kast ni Sebastián Piñera, y con los principales medios de comunicación a su favor, se iniciaron una serie de fake news que iban desde sostener que el sistema de salud iba a ser totalmente público hasta la eliminación de los símbolos patrios. Estas mentiras, dice Cárcamo, calaron hondo en una parte de la sociedad despolitizada chilena.