Por Mateo Rosso
Fotografía: Maximiliano Luna

La periodista y analista política Stella Calloni pone en contexto nacional y regional el atentado a Cristina Fernández de Kirchner. «En esta situación, no se puede ser ambiguo», sentencia.

Stella Calloni es una periodista de investigación y escritora argentina especializada en procesos políticos y sociales latinoamericanos. Ha brindado cobertura a los recientes procesos destituyentes en la región y su análisis permite comprender las motivaciones ocultas en lo que entiende como “golpes de Estado de baja intensidad”. Su mirada ayuda a navegar en la intensidad de los conflictos al calor de los hechos. En este caso la crónica anunciada del retorno de la violencia política en el intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner.

Sus libros, Los años del lobo: Operación Cóndor (1999) y Operación Cóndor: pacto criminal (2001), son piezas periodísticas ineludibles para comprender la complejidad de la violencia política en el Cono Sur. También sus artículos como corresponsal de La Jornada de México han sido siempre una guía para el periodismo comprometido con la democracia.  En sus 62 años de trabajo ininterrumpido ha entablado diálogos con numerosos mandatarios latinoamericanos como Salvador Allende, Hugo Chávez Frías, Fidel Castro Ruz, Rafael Correa Delgado, Evo Morales Ayma y Daniel Ortega.

 Frente al ataque dirigido a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner reflexiona sobre el contexto político-social, los antecedentes en manifestaciones previas de ciertos sectores antiperonistas y el rol de los medios de comunicación en la circulación de discursos de odio.

¿Cuál es su primera reflexión respecto del ataque que recibió la vicepresidenta?

 No debemos tomar esto como algo coyuntural. Esto es parte de un proceso que viene sucediendo en América Latina. ¿Qué era lo que estaba haciendo el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, cuando en un mensaje a Horacio Rodríguez Larreta le dice: “Únanse antes de las elecciones del 23”? ¿Para qué te vas a unir, para un gobierno de transición? Esos son llamados a los golpes de Estado. Lo que le está pasando a Cristina es casi un atentado anunciado, porque ya han intentado atentar contra ella. Con la siembra de bolsas negras, los muñecos ahorcados, el apedreo a su oficina en el Congreso y ver que su ventana estaba marcada. Sumado al accionar de los periodistas que no son periodistas, sino parte de un complejo plan de apoderamiento de todos los países de nuestra América Latina y sus recursos. ¿No era eso un disparo al pecho de la vicepresidenta, cuando intentaban degradarla, humillarla, a un punto pocas veces visto? Estaban tratando de matarla moralmente y no les dio resultado. Pero ya cuando quemaban el muñeco de ella ahorcada en Plaza de Mayo, si ella pasaba por ahí la mataban. Esa violencia la siembran los medios de comunicación al servicio de la guerra, porque están haciendo una guerra de baja intensidad. El lenguaje que tienen es criminal, abusivo. Es un atentado también esa condena que le hicieron de una causa que no tiene ninguna prueba, se basa en un alegato, y salen todos a festejar. También tenemos que pensar que estuvimos con una lentitud insoportable para responder a estas cosas tan graves, y lo que estuvimos haciendo,o no, para que un episodio así nos encontrara en esta coyuntura peligrosísima.

 

La escalada de violencia es evidente, pero un acto así no parecía posible desde la vuelta a la democracia.

 No parecía posible, pero mirá lo que hicieron el sábado [27 de agosto]. Dejaron el escenario armado, dejaron dos containers de piedras a una cuadra de la casa de la vicepresidenta. Venían dispuestos a matar, a hacer algo muy fuerte que por suerte se les quebró. Pero lo poco que hicieron fue demasiado, lo que hablaban, lo que insultaban, las amenazas de la policía, el maltrato… Aislar a la vicepresidenta es decir: “Te encierro acá en tu casa”. Todo eso es gravísimo y no le damos la dimensión hasta ver algo que no creíamos posible en nuestro país, que es ponerle un arma a centímetros de la cara de la vicepresidenta. Aquí no se puede ser ambiguo, no se puede andar con un discurso de poner la otra mejilla. En ningún país del mundo se hubiera aceptado que llevaran una guillotina a Plaza de Mayo, habiendo tenido tantas dictaduras y siendo la última la más cruel de la historia. Por un lado está esa siembra; y, por otro, algunas debilidades que no podemos regalarnos en este período histórico en el que estamos peleando a muerte nuestra independencia definitiva. Estudiemos un poco. Estamos muy acostumbrados a la coyuntura. Es la crónica de un atentado anunciado.

 

¿Cómo debería actuar un periodismo responsable con los derechos humanos y la democracia?

 

El periodismo responsable es la verdad. En principio, decir la verdad permanentemente. Sea cual sea, porque la verdad no mata. Según la UNESCO los pueblos tienen el derecho a una información veraz. La información falsa es violentar un derecho humano de los pueblos. Y las noticias falsas han estado toda la vida. En 1955 era tal la violencia de lo que decían sobre Perón y Evita, que tenían 150 juicios abiertos y ninguno de ellos servía para nada. Y Cristina iba aumentando su cifra. El periodismo debe combatir también al mal periodismo, exigiendo que se ajuste a las reglas periodísticas. Y el monopolio también atenta contra el buen periodismo. Hay que hacer algo. Primero, organizarnos a nivel nacional. Un puchito por acá, otro por allá… eso no sirve. Organicémonos para exigir que el periodismo sea periodismo. Y cuando no es periodismo es una  práctica mercenaria de la desinformación que alienta el crimen o es propaganda. No hay que repetir esos discursos y sí explicarle al pueblo argentino que eso no es periodismo. No podemos seguir permitiendo que la palabra sea un arma de guerra.

 

¿Y qué medidas se pueden tomar desde el gobierno?

 Tienen que ser clarísimos con ese tema. ¿Qué vas a alimentar, a periódicos que se hicieron dueños de Papel Prensa gracias a la dictadura? Hay muchas cosas por reajustar. En este período histórico, no puede un gobierno ser ambiguo. Porque ves que desde el otro lado te están tirando con todo lo que tienen a mano. Tenés que averiguar a dónde va el dinero y qué se hace. Como decía Perón, acostumbrémonos a pensar estratégicamente la situación de nuestros países. Porque lo que nos pase hoy a nosotros es lo que le va a pasar a toda América Latina, porque somos un territorio riquísimo y estamos en la mira de todos los ambiciosos del mundo que quieren apoderarse de nuestros recursos, y si nos tienen que limpiar porque les molestamos, nos van a limpiar. Y hay gente joven en nuestras universidades que está muy preparada y a los que no se les dan oportunidades. Tenemos una enorme cantidad de recursos humanos para hacer otro periodismo.

 

Cristina es referente de un progresismo latinoamericano de principios de siglo. Pero, además, es mujer. ¿Cree que eso aumenta el odio que recibe?

Por supuesto. Dilma Rousseff y Cristina son castigadas porque son mujeres. Y Cristina es una mujer inteligente, la consideran una estadista en círculos más serios. Entonces es un odio desmedido que va mucho más allá de un tema político. Están compitiendo contra una mujer inteligente. Todo el espíritu de esa unidad progresista, no socialista o comunista, que hubo a principios del siglo en América Latina es lo que está sucediendo con esta rebelión de los pueblos. Sembraron la idea de que las cosas pueden ser mejor. Los veinte millones de personas que sacó Lula de la pobreza nunca se olvidan, como no se olvidó la gente del peronismo. Decía Leonardo Favio que el peronismo es un sentimiento. Y sí. El amor a la patria también es un sentimiento. Hay muchas cosas para reflexionar. Pero en el fondo es saber quién sos, a dónde vas y qué querés para tu pueblo. Recuperar el respeto y los valores.