Por Nancy Fleita

La “banda de teatro” formada en 1985 reestrenó «Maten a Hamlet». Una forma de hacer teatro diferente, desde la creación colectiva, siempre atravesada por la risa con la identidad cultural intacta que revolucionó la escena porteña con el retorno a la democracia.

Los Macocos se formó en 1985. Sus miembros eran todos estudiantes de la Escuela Nacional de Arte Dramático, que luego continuaron en el taller Los Volatineros, en la Escuela del Parque, con el profesor Roberto Saisz, entre 1985 y 1988. Comenzaron a mostrarse en pubs y centros de experimentación, y sus espectáculos representaron el destape de los años ochenta. Compartieron bambalinas con figuras vanguardistas Batato Barea, Alejandro Urdapilleta y Humberto Tortonese en el Centro Cultural Ricardo Rojas, por entonces uno de los reductos juveniles más destacados de la escena del under.

En sus inicios fueron parte de la llamada explosión cultural que se generó con el retorno de la democracia, en 1983, junto a las experiencias que se hacían en lugares como El Parakultural, Cemento, o El Rojas. Entre los grupos que participan de dichos puntos de encuentro se pueden mencionar a La Banda de la Risa con Claudio Gallardou,  El Clú del Claun con Batato Barea, Gambas al Ajillo con Alejandra Flechner, María José Gabin, y Verónica Llinás, Los Melli, con Carlos Belloso y Damián Dreizik y la poco convencional Organización Negra, que llegó a intervenir el Obelisco. 

“Los Macocos no hacen teatro, lo deshacen”, dice entre risas Daniel Casablanca, uno de sus integrantes.  Y explica que no hacen el teatro convencional, comercial, solemne, sino que siempre buscan que tenga juego, que sea divertido y descontracturado.

Además de Casablanca, actualmente el grupo está integrado por Martín Salazar, Gabriel Wolf y Marcelo Xicarts. Llevan más de quince espectáculos de humor, recibieron más de veinte premios y se presentaron en las salas porteñas más importantes, como las del Complejo Teatral Buenos Aires, incluyendo el Teatro San Martín, Teatro Nacional Cervantes, Teatro Metropolitan, Complejo La Plaza, al mismo tiempo de haber actuado en todo el país. Fueron invitados en varias ocasiones a festivales en el exterior, en Washington D.C., Barcelona, Santa Cruz de la Sierra, entre otros. Y como el escenario les quedó chico sacaron unos cuantos libros: Teatro 90, Teatro deshecho 1, Flora y fauna de la creación macocal y Pequeño papá ilustrado

Su obra Maten a Hamlet, se presenta en el Paseo La Plaza todos los sábados 19.15. y los domingos 21.30, con dirección de Sebastián Irigo. Allí cuentan la historia de Shakespeare desde la mirada de cuatro bufones en la Edad Media. Los protagonistas llegan a Dinamarca en busca del tío Yorick, el mejor bufón de la Corte de Elsinor, pero es tarde y Yorick no está más entre los vivos. Tampoco es un buen momento en el castillo porque el rey fue recientemente asesinado, su hermano ha ocupado el trono y se ha casado con su cuñada. Mediante una serie de enredos, los bufones quedan al servicio de Hamlet pero deben matarlo. 

Los cuatro actores interpretan múltiples personajes sobre el escenario. Entre cuadros cómicos y paródicos casi no hay respiro. De principio a fin la obra provoca en el público risas y carcajadas. 

Algunos espectadores de la primera época de Los Macocos cuentan que llevan a sus hijos, hay estudiantes de Ciencias Sociales o Letras que trabajan sobre sus textos y también alumnos de teatro que realizan muestras sobre textos  de obras como Los Marrapodi o Los Albornoz

Cuidat, Hamblet

Maten a Hamlet es una creación colectiva característica de Los Macocos, donde se partió de una obra clásica tradicionalmente interpretada como tragedia y se la transformó en comedia. Casablanca amplía: “Nosotros siempre tomamos un tema, en este caso un súper clásico muy popular, intentamos contarlo como es, para el que nunca lo vio que lo conozca, y para el que lo conoce, que entienda los guiños, pero siempre termina siendo una excusa para mostrar una forma de hacer teatro que tiene que ver más con la fiesta, con la diversión, con lo popular, pero nunca chabacano. Buscamos transmitir una estética y una ética de trabajo”.

Los Macocos consideran que en la labor colectiva  se mejora la idea del otro. En este sentido, la continuidad de las obras producidas a lo largo del tiempo, y el trabajo sobre el escenario, reflejan la solidez del grupo. “A veces nos asignamos roles -agrega Casablanca-, alguno se encarga más de la música, otro del texto, otro de la imagen. Pero todos participamos, hay votación, y si alguno que no está de acuerdo se detiene y se trabaja hasta que estemos todos de acuerdo».

Sin dudas la “banda de teatro” sigue vigente, Los Macocos demuestran que es posible hacer teatro de una manera diferente, sin perder una mirada crítica y perdurar a lo largo del tiempo.

Lo alto, lo bajo, lo sagrado y lo profano. Todo junto en una de las agrupaciones más sólidas en continuidad, y que nos enseña desde el arte, que lo popular también puede tener una oferta inteligente distinta de otras fórmulas comerciales de la Avenida Corrientes. Los Macocos matan a Shakespeare en el ya tradicional Paseo Paseo La Plaza y lo traen de sus cenizas para divertirnos hasta morir (de risa).