Por Micaela Sampietro

En medio del debate sobre los folletos publicados por el Municipìo de Morón que indicaban cómo consumir psicoactivos, Silvia Inchaurraga, Secretaria General de ARDA, analiza la campaña pública y las críticas de la oposición.

El 24 de abril se llevó a cabo el festival cultural, solidario e inclusivo “La Minga”, organizado por el Municipio de Morón, gobernado por el intendente Lucas Ghi. En uno de los puestos instalados en el predio fueron distribuidos folletos informativos dirigidos a usuarios de drogas con el fin de promover algunas recomendaciones sobre el consumo.

La pieza informativa se enmarca en el Programa de Reducción de Riesgos y Daños asociados al consumo de sustancias psicoactivas legales e ilegales que lleva adelante el Morón junto al Sedronar y la Asociación de Reducción de Daños de Argentina (ARDA). El programa está avalado por una ordenanza municipal sancionada por unanimidad en junio de 2021 y su finalidad es promover un accionar estatal que busque reducir las consecuencias negativas del consumo en los usuarios.

Este material fue puesto en circulación en Twitter mediante capturas de pantalla de una historia de instagram subida por la Dirección de Jóvenes del municipio. Varios  dirigentes de la oposición cuestionaron la campaña desde sus cuentas personales acusándola de hacer apología a las drogas o incitar al consumo. Entre ellos se contaron varios diputados nacionales de Juntos por el Cambio, como Diego Santilli, Waldo Wolff, Ricardo López Murphy y Mariana Zuvic, y Carolina Píparo de Avanza Libertad. La polémica continuó en las redes con un hilo de ARDA.

¿En qué consistió la campaña?

El Municipio de Morón convocó a ARDA para gestionar la inclusión del Programa de Reducción de Riesgos y Daños que proponen e incentivan. El mismo consta de estrategias como el trabajo en terreno con equipos profesionales previamente formados, por ejemplo, instalando consejerías. También desarrolla diferentes tácticas comunicacionales e informativas, como las realizadas en el festival “La Minga”.

Los folletos en cuestión forman parte de una serie de estrategias articuladas y complementarias. Son una herramienta utilizada con un fin específico dirigida a una población determinada, en este caso, los usuarios de drogas. Silvia Inchaurraga, doctora en Psicología, Directora del Centro de Estudios Avanzados en Drogodependencias de la Universidad Nacional de Rosario y actual Secretaria General de ARDA, sostiene que «el folleto, para nosotros, es un gancho para lograr acercar al usuario de drogas, para lograr contactar población que no llega tradicionalmente al sistema de salud, con un mensaje amigable y diferente. Es un material focalizado. No se habla de todas las drogas a todo el mundo. Se ha sacado de contexto el espíritu de la intervención y el material”.

En relación a este último agrega: “Vivir en tiempos donde todo se viraliza puede ser uno de los factores que llevan a tergiversar el modelo. La consecuencia positiva es que permite que la sociedad argentina profundice y conozca más sobre qué es la reducción de daños”.

El modelo de reducción de daños pretende reducir las consecuencias negativas de las drogas sin que necesariamente se interrumpa el consumo, porque el adicto no quiere o, simplemente, no puede. La propuesta consiste en pensar estrategias lo menos invasivas posibles.

Cuando se comenzó a implementar este modelo, los principales daños tenían que ver con la hepatitis y el VIH/sida. ARDA, desde una perspectiva actual, entiende que la problemática es más amplia: no se trata solo de los daños en el campo sanitario (desde enfermedades hasta muertes por adulteraciones o sobredosis), sino también los daños sociales vinculados a la actual Ley de Drogas o a la estigmatización de los usuarios.

En este sentido, la asociación entiende que es de máxima importancia realizar un abordaje interdisciplinario y focalizado en el sujeto y no en la droga en sí. Desde un abordaje terapéutico, indagar en las causas de ese consumo: ¿qué función está cumpliendo la droga para el sujeto?

El abordaje de reducción de daños puede trabajar en consonancia con dispositivos asistenciales, pero es importante remarcar que tiene validez sea que intervenga, o no, un dispositivo asistencial. De hecho, puede oficiar de puente con el sistema sanitario. Alguien, a partir de recibir un material informativo o contactar con un agente de salud, puede llegar a pedir ayuda.

Por último, la Secretaria General del ARDA aclara que «es importante remarcar que la reducción de daños de ninguna manera es un modelo que pretende incentivar, legitimar o hacer apología al consumo. No, parte de una cuestión realista que es que el consumo de drogas está instalado y es necesario que se lleve a cabo con los menores riesgos y daños posibles. Sin embargo, debe articularse con una política sanitaria e instituciones adecuadas que hoy lamentablemente, en mi opinión, escasean».

 

Una reforma legislativa e institucional

ARDA exige una política de drogas en Argentina y entiende que es  fundamental modificar la Ley 23737 que penaliza la tenencia para consumo personal, criminaliza a los usuarios y demoniza las acciones de reducción de daños.

El abstencionismo y el aislamiento que se propone desde el Estado y ciertos centros de rehabilitación e instituciones médicas violan la Ley de Salud Mental al contraponerse a las políticas de promoción y reconocimiento de derechos de los usuarios de drogas.

En relación a este reclamo, Inchaurraga asegura que «lo que necesitamos es contar con una estrategia sanitaria donde los usuarios de drogas sean sujetos de derecho no solo en la letra de la ley o en el discurso de los funcionarios, sino en la práctica. Que puedan acceder a información verídica y pragmática en relación a su consumo, que haya instituciones ambulatorias donde la lógica no sea si no dejás la droga, yo no te atiendo«.

Para finalizar, Inchaurraga propone un cambio de paradigma: “Articular las instituciones donde puedan recibir ayuda aquellos que quieren dejar la droga y los dispositivos de reducción de daños para los que no quieren dejar la droga o no pueden. La prevención tiene que existir para que el que no ha iniciado el consumo no lo haga. Pero no puede ser la única labor. Esa modalidad de prevención ha fracasado».

Otra mirada

Dino Schwaab, licenciado en Ciencias de la Comunicación y maestrando en Literatura Comparada, considera que hay una serie de cuestiones que deberían ser consideradas para abordar una temática de carácter sensible como lo es el consumo de drogas. Estas cuestiones no se suelen tener en cuenta desde las reacciones mediáticas cuando se dice “vamos a condenar a quienes hicieron este folleto por hacer apología a las drogas”.

En primer lugar, no hay que perder de vista los límites del folleto informativo. Siempre debemos leerlo como una pieza inscrita en el marco de una campaña determinada. Nos invita a preguntarnos: ¿En el marco de qué estrategia se despliega ese folleto? ¿Quiénes son los destinatarios? En relación a esto último, la voz de los destinatarios de los folletos es importante a la hora de pensar en la efectividad del mensaje y de la campaña. ¿Sirvió la información brindada?

A modo de conclusión, Dino reflexiona respecto a la funcionalidad del folleto: «En principio diría que me parece un avance porque no moraliza ni al consumo ni a los consumidores. En la moralización del consumo, encontramos su contracara: la exaltación del consumo. Es parte del mismo proceso. En el momento en que tenés las posiciones sociales divididas entre sí o no, entonces: o rechazamos el consumo o lo festejamos. Sabemos que ninguna de las dos va por ahí”, cierra.