Por Mariana Quaglia
Fotografía: Daniela Collque, Guido Ieraci

Cuando el día atardeció y el sol se puso en el Congreso, alrededor de las 19, cientos de antorchas encendidas lo despidieron aferradas por manos pintadas de negro, simulando ser petróleo y en rechazo a los hidrocarburos. Eran miles las personas, la mayoría jóvenes, que a espaldas del Congreso de la Nación reclamaban que no se les diera la espalda. 

 

“Hoy salimos a la calle, porque no hay Planeta B”, cantaban las voces enérgicas y resonantes que llegaron a la Plaza del Congreso alrededor de las 18.30. Los cantos fueron súbitamente interrumpidos por el ritmo de los bombos de murga de Talleres Batuka, que recibían a todas las columnas que ya concluían su recorrido iniciado en Plaza de Mayo. 

Una hora antes, mujeres cubiertas con un atuendo de un color violeta llamativo, emulando aquella vestimenta de las mujeres de los países islámicos, caminaron en total silencio en contraste con su alrededor para terminar ubicadas en primera línea de la marcha. Extendieron sus brazos hacia los costados y guiaron las banderas que se aproximaban. Llamaron la atención de los concurrentes, y cientos de fotos las tuvieron como protagonistas. Formaban parte de Extinction Rebellion Argentina (extinción o rebelión), un movimiento social a nivel mundial que se caracteriza por realizar actos de resistencia no violenta. 

La marcha por la Crisis Climática de alcance mundial, se replicó a lo largo de toda la Argentina. En la Ciudad de Buenos Aires la movilización partió desde la Plaza de Mayo hasta el Congreso. Reunió más de 10 mil personas, encolumnadas con organizaciones o no encolumnadas, pero cada cual con su reclamo latente. La heterogeneidad de partidos y colores políticos colmaron la plaza unidas por la preocupación por el futuro. 

“Hoy las organizaciones sociales, los cooperativistas, los ambientalistas, todos estamos peleando lo mismo y lo estamos haciendo en el mismo lugar donde hace unos meses propusimos una Ley de Envases con Inclusión Social”, dijo Leonor Larraburu, referente de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores, desde un escenario montado sobre un camión, frente mismo al Congreso y de cara a las columnas y banderas que se concentraban en la plaza.

La juventud que se reunió en las calles reclama un cambio de paradigma y sus carteles ilustraban el reclamo. “Nuestras políticas ambientales son un chiste pero nadie se está riendo”, decía uno. “El pueblo / consciente  /defiende el medio ambiente”, resaltaban los diversos manifiestos sostenidos por manos igual de diversas, niños acompañdos de sus madres, jóvenes con máscaras de animales, trabajadores organizados, entre otros. 

Los mensajes fueron contundentes y tan numerosos como la cantidad de asistentes. Sin embargo no solo los jóvenes estuvieron presentes, gente de otras generaciones también hizo suyo el reclamo.

“Yo estoy acá por el planeta, porque creo que hay que defenderlo y no hay que esperar más. La voz y la fuerza tiene que venir de abajo hacia arriba, declaró con convicción Susana Fernández, de 68 años. Susana forma parte de un proyecto llamado “Zurciendo el planeta”, donde mujeres latinoamericanas cosen y bordan para compartir mensajes sobre la emergencia climática y las muchas maneras de vivir de un modo sustentable. 

El futuro preocupa, y con él el mundo que se le deja a las generaciones venideras. “Es el momento de salir a la calle y pelear por aquello que nos están quitando, la posibilidad de un futuro, así como estamos no va a quedar nada. Nos quedan menos de 10 años para cambiar el rumbo, no queda mucho más tiempo”, exclamó Joaquín Gonzalez, de 18 años, miembro del MST. 

La convocatoria estaba impulsada desde las redes, con itinerarios e invitaciones a participar, incluso si no se tuviese compañía Jóvenes por el Clima convocaba a unírseles. Las razones para marchar eran, y son, varias. Las más concretas, la crisis climática que acecha y ya está en todos lados; la necesidad de tomas de decisiones de manera urgente para no superar los 1,5°C de calentamiento; presionar por una ley de humedales que se encuentra “cajoneado” desde noviembre de 2020 y exigir por una transición hacía energías sustentables. 

A las 15, tres horas antes de que las columnas desembocaran frente al Congreso ya habían comenzado a concentrar los asistentes en Plaza de Mayo, con pecheras distintivas de cada organización o alguna remera que los distinguiese. Las banderas fueron desplegadas una hora después y a eso de las 16.45 las columnas ya estaban expectantes para iniciar su recorrido. Con la gente llegando, también lo hicieron los vendedores que  esta vez tuvieron un menú diferente al del resto de las marchas: mucha de la oferta era vegana. Las olas de gente se fueron sumando desde todos los extremos de Plaza de Mayo, hasta confluir en una sola en la calle Avenida de Mayo mientras de frente el sol iba cayendo. 

“Nuestro desarrollo tiene que ser armónico con la naturaleza. Pedimos una democracia directa, no se puede hacer nada sin consultar a los pueblos”, declaró contundente, desde el escenario, Mariano Sánchez Toranzo, ambientalista que lleva adelante diversas acciones en pos de la defensa y el cuidado del medio ambiente, y fue despedido con un vitoreo. 

Al cierre, desde la Red Nacional por los Humedales reclamaron “decir basta. Basta de ser funcionales a los antiguos paradigmas de progreso, estamos todos en el mismo río y se está secando. Basta del Estado Ecocida. Basta de pelearnos entre nosotros por cual es la bandera más grande o más chica. Y a los muchos que se suman por primera vez hoy, bienvenidos, vengan siempre, los necesitamos.”