Por Franco Ojeda
Fotografía: Andrea Bravo

A principios del mes de septiembre, el Ministerio de género de la Provincia de Buenos Aires presentó una nota a la defensoría del pueblo debido a la difusión de un episodio del anime japonés Dragon Ball Super, de Cartoon Network. En ese programa uno de los personajes persiguió a una joven con fines sexuales. La señal estadounidense dio de baja temporalmente a la serie. Más allá de las reglamentaciones, la cuestión se puede ver como un malentendido entre culturas muy distintas.

¿Son todos los dibujos animados aptos para niños?

Dragon Ball es una historieta japonesa, a las que se llama “manga”, creada por Akira Toriyama en 1984, que al año siguiente fue adaptada al soporte audiovisual como dibujo animado, bajo el formato animé. Dragon Ball es un éxito en gran parte del mundo y cuenta con una gran base de fans que trasciende la brecha generacional.

El fenómeno Dragón Ball en el país comenzó durante la década del 90, con la llegada de los primeros episodios difundidos, en primer término, por el canal estatal Argentina Televisora Color (ATC), ahora Televisión Pública, y por la señal de cable infantil Magic Kid. La serie originalmente llegó con un doble objetivo, difundir los episodios en el país y vender muñecos de los personajes.

Históricamente, Dragon Ball fue emitido en programas y señales infantiles, a pesar de que este animé pertenece al género Shonen, enfocado más a un público adolescente, que se caracteriza por el predominio de la acción y combate entre los personajes. «En ocasiones las empresas quieren tratar dibujos animados como infantiles, pero en muchas ocasiones no lo son», señala Alejandro del Vigo, investigador y especialista en animé.

“La idea de que los mangas y animés son productos infantiles es un preconcepto del broadcasting occidental, que considera que las animaciones audiovisuales con dibujos animados son aptas para ser consumidas por todos los públicos“, afirma Noe Carpenzano, investigadora de la Universidad de Buenos Aires y cuya tesis denominada “El mundo Feliz de fin de semana. Cosplay en Argentina”, que aborda la temática animé en el país.

Ambos investigadores coinciden en que las señales de cable no analizan los contenidos que difunden en sus grillas y que esta puede ser una de las causas por las cuales, en muchos países como Estados Unidos y Brasil, se hayan realizado denuncias por considerar que no eran programas aptos para todas las edades. “En el caso de Estados Unidos, la censura fue mucho más grande, donde toda la referencia al alcohol, armas, sangre fueron eliminadas, porque fueron vendidos como productos infantiles”, admite Del Vigo.

“Lo que sí se puede hacer es problematizar cómo se consume animé y la idea errónea de que todos los dibujos animados son para consumo infantil”, señala Del Vigo sobre la polémica. Para el investigador, la notificación emitida por la Defensoría del Público puso en alerta a las autoridades de la emisora que buscó rápidamente evitar efectos perjudiciales en materia comercial: “Una denuncia por apología al abuso sexual de un personaje puede llevar a las autoridades de Warner a efectuar una medida como la que tomó”.

La punta del iceberg

En un episodio de Dragon Ball Super, que se emitió a fines de agosto, el Maestro Roshi, uno de los principales personajes secundarios de la serie, en una conversación con dos mascotas y uno de sus discípulos, le pide a una de ellas que se transforme en una mujer para satisfacer sus perversiones. A lo largo de la escena, se observa cómo el personaje persigue y es rechazado de forma continua por el animal transformado en una adolescente semidesnuda, a quien corre por una cabaña.

“En Dragon Ball Super vuelven a aparecer rasgos de comedia sexista, lo cual llevó a poner el grito en el cielo a la Secretaría de Género”, afirma Del Vigo, quien señala que históricamente y en diversos programas se apeló al recurso del humor sexualizado y destaca: “Es algo que trasciende la cultura y las épocas”.

La cuestión cultural

Luego de este suceso, ambos autores señalan las dificultades para analizar la cultura japonesa desde este lado del mundo. Para Carpenzano, “el error está en analizar desde ideas que ordenan el mundo occidental a la cultura oriental, porque de ahí surgen las incomodidades”. Mientras tanto Del Vigo admite: «Cuando uno ve los capítulos de una serie del pasado con los ojos de hoy, dice que es cualquiera lo que hacía Roshi. Pero lo vemos con categorías de hoy». A lo que añade: “El problema es que toda la concepción significante que tenemos sobre lo occidental y oriental no se va de un día para el otro”.

“Capaz en otro momento de mi vida no me hubiese generado nada, pero con la apertura de nuevos paradigmas, el capítulo es algo incomodo. Pero en oriente, el tema de la infantilización y del tema de encuentros sexuales con menores, no genera tanta incomodidad como en occidente”, afirma Carpenzano.

La posición de estatal

“En ese fragmento lo que se ve es una situación de abuso de una persona mayor a una adolescente, que en ese contexto esta naturalizado”, afirma Lucía García Inzigsonh, directora de Planificación y Gestión del Ministerio de Mujer, Política de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires. La funcionaria fue una de las que trabajó en este asunto, aunque señala que luego del envío de la notificación a la Defensoría del Público no continuaron el recorrido de la tramitación debido a que es ese organismo el encargado de efectuar la investigación.

“La Defensoría convoca a las partes; llama a una reflexión a las autoridades de la señal para que revean la situación. Pero hay que destacar que no tienen poder sancionatorio”, afirma García Inzigsohn. Según la funcionaria, luego de la notificación, las autoridades del canal se vieron sorprendidos por la situación y decidieron levantar el contenido para su revisión y para poder editar los contenidos de acuerdo a la perspectiva de la protección de los niños, niñas y adolescentes para su posterior regreso al aire.

“Nosotras no tenemos una posición de hacer supervisión de contenidos, porque no es nuestra tarea. En este caso actuamos porque este episodio está enmarcado en un caso de violencia de género”, señaló la funcionaria..

“Todo lo que pretendemos en términos culturales es a través de una reflexión colectiva y analizar ciertas lógicas que naturalizan múltiples violencias que son el basamento que luego se traslada a la violencia física y, en el peor de los casos, el crimen”, considera García Ingzsohn. “Esto permite que cierto sentido común que teníamos vigente, se transforme para que aparezcan otras lógicas de los discursos sociales. Además de que los chicos y chicas tienen una visión más sensible, lo que genera que ciertos contenidos que antes podrían ser considerados de humor serían inadmisibles en la televisión actual”, admite la funcionaria.