Por Belén Pardo
Fotografía: Sofía Barrios

Hablar del testeo en animales para productos cosméticos o farmacéuticos ha sido un tema controversial. Tanto los activistas como el campo científico aseguran que en la Argentina estamos atrasados en materia regulatoria sobre el uso de animales en laboratorios. En un país donde cada vez más personas se hacen notar por su consumo vegano y vegetariano, un informe realizado por la Unión Vegana Argentina, llama la atención sobre esta ausencia de normativa.

“Al no haber una ley no tenemos registro. Uno se impacta y dice: ¿Cuántos animales se usan para la investigación cosmética? No lo sabemos, es terrible pero no sabemos. Porque nos faltan estos datos y es difícil entonces generar una política sin información”, asegura el Doctor en Ciencias Veterinarias Ernesto Gulin, ex presidente y actual tesorero de la Asociación Argentina de Ciencia y Tecnología de Animales de Laboratorio (AACyTAL).

Estos animales están expuestos a continuos testeos, así lo explica Ana María Abogio, especialista en Filosofía del Derecho y Ética para los derechos animales y fundadora de Ánima, la primera entidad sin fines de lucro que se propone la defensa de los derechos animales de Latinoamérica. “Son mutilados, heridos, fracturados, inyectados, quemados, envenenados, irradiados, intervenidos quirúrgicamente. Se les induce enfermedades, y shocks eléctricos. Se los expone al dolor corporal, a la soledad, a la falta de afecto, al encierro e imposibilidad de dar cumplimiento a los fines biológicos propios del individuo. La ansiedad, el miedo, la agresividad, la depresión, la angustia que siente el animal, son equiparables a la humana. Miles de pruebas se repiten una y otra vez expresadas en informes que utilizan el impersonal y aséptico lenguaje científico”.

En Argentina, las regulaciones principales de la práctica son la Disposición 6344/96 de ANMAT con los requisitos para los bioterios -la unidad en el que se alojan los animales que son utilizados con fines experimentales o pruebas de control- de laboratorios elaboradores de productos medicinales, y la Resolución 617/02 del SENASA con los requisitos para los bioterios de laboratorios de medicamentos, vacunas o productos para el uso animal, donde se contemplan aspectos organizativos.

En caso de las oficinas, institutos o instituciones públicas, cada una de ellas debe tener un Comité Institucional para el Cuidado y Uso de Animales de Laboratorio (CICUAL) cuya función es avalar los proyectos de investigación que utilicen animales para experimentación con el fin de acreditar el correcto uso y trato de animales. Al igual AACyTAL, cada CICUAL institucional está orientado a efectuar la premisa de las 3R. Reemplazo: evaluar la posibilidad de emplear en la medida de posibles técnicas alternativas que puedan aportar el mismo nivel de información que el obtenido con animales y que no impliquen su utilización. Reducción: utilizar el mínimo número de animales necesario para alcanzar el objetivo propuesto. Y refinamiento: adoptar procedimientos que afecten lo menos posible la vida del animal de experimentación y permitan aliviar o reducir el estrés.

Esto se debe a que según la Asociación actualmente no es posible eliminar totalmente la investigación con animales sin comprometer el desarrollo científico. “La razón de esto es que todo método científico está diseñado para responder a un tipo particular de pregunta, de modo que los métodos que utilizan animales, cultivos celulares, modelos informáticos o imágenes del cuerpo humano se complementan, pero no pueden reemplazarse. Por ejemplo, la simulación por computadoras sólo se puede hacer si ya tenemos información para generar el modelo. No hay otra forma de adquirir esta información que obtenerla de un organismo vivo. Es por eso que, a corto plazo, deberemos seguir utilizando animales vivos para responder a algunas de las preguntas científicas más importantes relacionadas con la salud humana y animal”, aclaran.

La historia es otra cuando hablamos del testeo en animales para productos de la industria cosmética. “Lamentablemente la respuesta biológica de una vacuna se tiene que hacer en un ser vivo, mientras que la cosmética podría llegar a ver alternativas”, explica Gabriel Pinto, actual vicepresidente de la AACyTAL.

La investigadora del CONICET y profesora de Animales de Laboratorio, Gabriela Salvador, ejemplifica: “Para los test de irritación de las cremas cosméticas, se puede usar cultivos de piel donde vos justamente podés hacer los test de irritación sobre un método totalmente alternativo y deja pasar al uso del animal”. Pero muchos de estos métodos alternativos al uso de animales en laboratorios no pueden ser utilizados de manera masiva porque necesitan una validación previa.

La ausencia de una ley de protección de animales de laboratorio que fomente el desarrollo de estas técnicas y de un ente a nivel nacional que las valide y las regule, permite que se sigan utilizando animales en prácticas en las que no serían necesarios. Estas medidas fueron pioneras en países europeos porque abrieron el camino para desarrollar una ley de prohibición de uso de animales en cosméticos.

Además, la falta de legislación deja un vacío con respecto al registro de la práctica en el sector privado. “Una crema que dice no es testeada en animales, ¿el ANMAT controla realmente que esto sea así? Yo desconozco. Suponemos que si lo está haciendo público es porque realmente lo está haciendo así.”, cuestiona el Gulin. “Es un problema de legislación, el ANMAT y el SENASA emiten resoluciones o reglamentaciones que o las tomas o no las tomas. No hay una ley madre que te diga esto lo puedes hacer o esto no lo puedes hacer. Y ahí estamos en el límite de que si una empresa privada quiere testear en animales ¿quién lo está controlando? Nadie actualmente”, agrega.

Lo fundamental es no oponer ciencia contra activismo en materia de derechos de los animales utilizados en laboratorios, sino comenzar a reflexionar sobre la legislación que los ampara para, en un futuro, quizá terminar con esta práctica.