«Las acciones individuales no son suficientes para reducir la emisión de carbono en la medida que necesitamos», explicó Naomi Klein en una entrevista exclusiva por videoconferencia con ANCCOM. «La reducción de la emisión de carbono requiere medidas como la que ocurrió recientemente en un tribunal de Holanda: un juez ordenó que Shell recorte sus emisiones al 50% antes del 2030, es decir, en menos de una década. Ese es el tipo de políticas que nuestros representantes deberían implementar, y estamos empezando a ver a los poderes judiciales dar un paso en ese sentido. Algunos de estos hechos están teniendo lugar por el precedente de la gente joven yendo a los tribunales y quejándose de sus gobiernos por no implementar políticas en línea con lo que acordaron en el Acuerdo de París».
Las señales de urgencia se multiplican: en los últimos treinta días, Canadá alcanzó su temperatura récord en la historia (49,5ºC al noroeste de Vancouver), el océano literalmente se prendió fuego en el Golfo de México, el oeste de Alemania no puede recuperarse de las inundaciones que arrasaron con miles de hogares y el Río Paraná está registrando bajantes históricas. El calentamiento global, antes que una advertencia futura, se convirtió en un fenómeno que tenemos que enfrentar en el presente.
“Nuestra casa está en llamas, y nadie debería sorprenderse de ello”, asegura la periodista canadiense Naomi Klein en el comienzo de su libro En llamas: un (enardecido) argumento a favor del Green New Deal. Su obra llegó a Argentina en febrero de este año editada en español por Paidós. En su nuevo texto, la autora compila una serie de artículos que ponen de relieve la contradicción entre la necesidad de actuar para frenar las consecuencias del cambio climático y el sistema productivo capitalista actual. En sus propias palabras: “No existe forma alguna de lograr que un sistema de creencias que desprecia la acción colectiva y venera la libertad total del mercado encaje con un problema que exige acciones colectivas a una escala nunca vista”.
El Green New Deal
A lo largo de sus notas, Klein enfatiza la urgencia de que los Estados se hagan responsables de intervenir para reducir las emisiones de carbono: ejemplifica con el Green New Deal, un concepto que surgió hacia 2008 por pensadores de la New Economics Foundation, en Inglaterra. El término remite al New Deal, un conjunto de medidas económicas que tomó Franklin Roosevelt en Estados Unidos durante la Gran Depresión para salir de la crisis. El «green» refiere entonces al énfasis necesario de un rumbo económico que tenga en cuenta políticas «verdes». En otras palabras, que impulse la inversión de capitales en fuentes de energía renovables.
Según el ranking de Global Carbon Atlas, un trabajo conjunto entre la Organización de las Naciones Unidas (ONU) e investigadores de Future Earth, los países más industrializados (China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón) son los que mayor emisión de carbono realizaron en 2019. En este sentido, En llamas recopila estudios científicos que dan cuenta del impacto en la naturaleza que supone el uso de tecnologías al servicio de la acumulación de capital sin una crítica a los motivos por los cuales se originó el desequilibrio en el ambiente.
Alexandria Ocasio-Cortez, congresista por el estado de Nueva York desde 2019, presentó en el Congreso estadounidense un proyecto de Green New Deal. Si bien no fue aprobado por el Parlamento, sí logró instalar las bases para el debate social en la segunda economía industrializada más contaminante del mundo. Además, la iniciativa propone la generación de empleos dentro del área de las energías renovables, para reactivar el consumo interno a partir de la creación de trabajo genuino.
Argentina verde
La problemática del calentamiento global es, como su nombre lo indica, de alcance internacional. Sin embargo, la cuota de responsabilidad y el margen de acción para revertir la situación varía en cada región del mundo. No es casual que los países del centro de África, afectados durante años por la colonización europea y los mayores índices de pobreza, sean los que menos emisión de carbono producen.
En el caso argentino, donde la tasa de desempleo ronda el 10%, la pobreza alcanzó al 42% de la población en el primer trimestre de 2021 según INDEC, y el principal ingreso de divisas se obtiene mediante las exportaciones agropecuarias, el panorama es diferente. Primero, y principalmente, porque el motor económico no son las industrias sino el modelo agroexportador. Si bien algunos estudios recientes plantean que la ganadería genera más emisión de carbono que la actividad industrial, nuestro país se posiciona en el lugar 32º del ranking anteriormente mencionado.
Mientras que en los países centrales se demanda la reducción de la emisión de carbono, a nivel local Jóvenes por el Clima, organizaciones ambientalistas regionales y periodistas e investigadores independientes, adoptan una forma de reclamo de acuerdo a las necesidades nacionales: alto a la megaminería a cielo abierto, a la pesca ilegal y al uso de agroquímicos -que se encuentran prohibidos en la Unión Europea-; todas estas actividades afectan directamente a la salud y a la contaminación ambiental en nuestro país.
ANCCOM aprovechó la entrevista con la autora de No logo sobre el margen de acción que tiene la juventud y las personas organizadas para hacer cumplir el respeto al derecho humano básico que supone un ambiente sano.
¿Qué le dirías a alguien, quizás una persona joven, que se esté empezando a preguntar por el calentamiento global?
Creo que la gente joven tiene un gran poder moral en este tema. Ya hemos visto que los activistas jóvenes en las calles tiene un gran impacto en cómo los funcionarios públicos perciben el costo político de la inacción. Ese tipo de activismo sigue siendo relevante. El mensaje más importante es que la gente joven, ustedes, son más fuertes actuando juntos.
¿Es necesario tener a gente en las calles gritando que tener un ambiente sano es un derecho fundamental?
Lo que podemos hacer en las calles es mantener la presión, la presencia, la emergencia. Pero los verdaderos cambios van a llegar si las compañías son obligadas a cambiar, no preguntándoles con amabilidad si voluntariamente pueden implementar medidas.