Por Inés Mazzara
Fotografía: Gentileza Salir de Puta

Salir de Puta es un documental independiente que aborda los debates en torno a la prostitución. A través de un relato coral de mujeres que ejercen o ejercieron el trabajo sexual, pone sobre la mesa las discusiones en torno a la reglamentación y el abolicionismo. Este film, dirigido por Sofia Rocha, fue seleccionado para participar del 24° Festival Internacional de cine de mujeres Flying Broom, un evento feminista que se está llevando adelante en Turquía. La película se estrenará hoy a las 14.30hs en Argentina por streaming.

“No es lo mismo contarlo desde afuera que vivirlo desde adentro”, dice la presidenta de AMMAR, Georgina Orellano, en el documental. Siguiendo esta lógica, el film recolecta y contrapone las voces de distintas mujeres que narran en carne propia sus vivencias, explican sus posturas, sus reclamos, y discuten el rol del Estado. “Muchas veces vi este tema abordado desde la romantización total o solamente exponiendo la cuestión de las víctimas de trata. A medida que fui conociendo el debate entre las posturas abolicionistas y reglamentaristas en el propio movimiento de mujeres fue creciendo el interés por tratar el conflicto y las ganas de generar herramientas para poder abordar los distintos aspectos de esta realidad y su gran complejidad. Esto me impulsó a buscar a las protagonistas reales de carne y hueso, tanto las que se consideran trabajadoras sexuales como las mujeres en situación de prostitución que quieren salir de ella, quienes ponen día a día el cuerpo para contraponer sus puntos de vista a través de sus historias de vida, deseos y convicciones”, explica Rocha.

Sofia Rocha, directora de Salir de Puta.

Según Rocha, la película aborda distintos ejes y posturas: “Si la prostitución es o no un trabajo; qué pasa cuando además del cuerpo se pone la sexualidad en la relación de compra-venta; si está bien o no que un tercero (conocido como proxeneta) puede apropiarse de parte de la ganancia como en cualquier otro trabajo; cuál es el rol de las fuerzas policiales, jueces, y toda la estructura estatal al respecto; cuál es la relación entre la prostitución y la trata; qué acciones llevan adelante las distintas organizaciones frente a las necesidades y problemáticas varias, y a qué futuro apuntan”.

Como referentes del regulacionismo aparecen, entre otras, Georgina Orellano y Valeria del Mar Rodríguez, ambas de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR). Para ellas el debate en relación a si el trabajo sexual es o no trabajo, ya está saldado: “Nosotras queremos derechos como cualquier trabajador”, afirma Ramírez.

Desde la Asociación de Mujeres por los Derechos Humanos (AMDH), presidida por Gabriela Collantes, levantan la bandera del abolicionismo. Una de sus militantes, Delia Escudilla, quien se auto define como sobreviviente, define a la prostitución como “una de las peores opresiones del patriarcado sobre el cuerpo de la mujer”.

Otra dimensión de la postura abolicionista es la lucha contra la trata de personas con fines de explotación sexual. Margarita Meire, fundadora de Madres Víctimas de Trata, transformó el dolor por la desaparición de su hija en militancia. La organización trabaja incansablemente desde hace 35 años para terminar con la trata y abolir la prostitución. Al día de hoy, ha logrado recuperar a decenas de chicas secuestradas. Para grabar estas escenas, desde el equipo de producción tuvieron que trabajar con especial cuidado. “Por un lado por las víctimas, pero por el otro por el nivel de entramado de connivencia política, judicial y policial que existe. A Margarita, cuya organización ha desmantelado varios prostíbulos, la han amenazado de muerte reiteradas veces; hasta han tiroteado la puerta de su casa que también funciona como comedor en Constitución”, cuenta la directora.

Con este cuidado y una sensibilidad notable, la película logra abordar un tema complejo. A través de planos cerrados, íntimos, las entrevistadas se dejan conocer. Rocha cuenta que hubo una búsqueda para que quienes vieran la película pudieran ponerse en el lugar y adentrarse en la vida de las protagonistas. Por otro lado, entendían que “las vivencias de estas mujeres y el ejercicio de la prostitución implicaron poner el cuerpo a un nivel muy alto, por lo tanto esos cuerpos están especialmente caracterizados, marcados y atravesados por esas experiencias”. En ese sentido, “se merecían ese acercamiento respetuoso mientras iban exponiendo y defendiendo férreamente sus posiciones políticas, filosóficas y sus decisiones de vida. Mientras tanto, seguían, una vez más, poniendo el cuerpo; ahora frente a la cámara y la pantalla”, explica la directora.

Rocha creció en el seno de una familia de mujeres rebeldes, donde era común cuestionar para transformar. Desde temprana edad le interesó el debate en torno a la prostitución y fue dando la discusión en distintos espacios, como lo fueron los talleres del Encuentro Nacional de Mujeres. “Para mí la prostitución es un eje bastión en las sociedades, a pesar de ser todavía ‘tabú’ en su doble moral. Cuando una escucha las historias de estas mujeres, las anécdotas con los clientes o prostituyentes (dependiendo la narradora), entiende buena parte de las lógicas sociales y patriarcales arraigadas históricamente. Muchas de las cuales luchamos por desarmar y cambiar”.

Salir de puta es su primer largometraje. Surgió como producto de su tesis de licenciatura en Diseño de Imagen y Sonido por la Universidad de Buenos Aires. Este proyecto tuvo su inicio en el 2018. La investigación duró alrededor de un año, al mismo tiempo que iban grabando. En él participaron Sofía De Luca, Belén Nuñez, Juan Tamagno y Victoria Mathé Leitner.

Rocha cuenta que, si bien las distintas personas que conformaron el equipo de trabajo tenían posiciones diferentes, todas las mujeres están atravesadas por el debate en torno a la prostitución. “Queramos o no, los roles social e históricamente construidos de ‘la puta’ y ‘la santa’ nos atraviesan en muchos ámbitos. Y eso fue un punto de partida común con las y los integrantes del equipo, a pesar de que teníamos acuerdos y desacuerdos”. En ese sentido, explica que lo más interesante de rodar esta película “fue el proceso de idas y vueltas, cambios de posiciones y aprendizajes. Muchas cosas las desconocíamos; poder conocerlas y entender las distintas posturas y sus interlocutoras nos fue permitiendo a mí y a todo el equipo adquirir una perspectiva compleja e integral”.

Con respecto al debate, Rocha dice que hoy no están dadas las condiciones políticas ni económicas para que se pueda saldar. Sin embargo, a modo de síntesis de su indagación propone tres medidas urgentes “primero, garantizar que quienes ejercen la prostitución autónomamente no sean perseguidas ni criminalizadas, algo que está establecido así en la Argentina pero que coexiste con códigos contravencionales provinciales que habría que derogar para que esto fuera una realidad. Por otro lado, garantizar opciones laborales y educativas para quienes quieran salir de la prostitución. Y, por último, actuar en consecuencia para combatir el proxenetismo y desarmar las redes de trata con fines de explotación sexual; como así también el aprovechamiento que hay de las fuerzas policiales de las personas en prostitución, inclusive cuando ‘la ley’ está de su lado”.

“Lo que es seguro es que ninguna de las que aparece en la película está de acuerdo con el modelo prohibicionista, algo que en otros países y en un período acá en Argentina ya se demostró que lo único que logra es ocultar el tema, hacerlo clandestino y vulnerar aún más a las personas prostituidas mientras se favorecen los empresarios, jueces y funcionarios que manejan las redes”, cierra la directora.