Por Belén Valenzuela
Fotografía: Gentileza Prensa

Alejandra Marino da cuenta de un compromiso con las luchas feministas siendo socia fundadora de ACCIÓN Mujeres del Cne y parte del espacio de género de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC). La cinesta, quién realizó películas como Hacer la Vida (2020) y El Sexo de las Madres (2012), donde promueve la visibilización de problemáticas de género y la paridad de género, estrenará el jueves 15 de abril en el Cine Gaumont el largometraje Ojos de Arena.  

La historia comienza en la Capital Federal y rápidamente se traslada a un pueblo de la Provincia de Buenos Aires. Allí van la psicóloga forense Carla (Paula Carruega), y Gustavo (Joaquín Ferrucci), quienes están separados desde la desaparición de su hijo y que se reencuentran siguiendo una pista que los lleva a la casona de Horacio (Manuel Callau) e Inés (Ana Celentano), una pareja que también tiene a su hija desaparecida. Estas historias se cruzan con el caso de una vidente (Victoria Carreras), quien busca a su nieta. Los personajes están unidos por la ausencia que duele como arena en los ojos que «representa el paso del tiempo que hace más difícil encontrar a une hije perdide», definió Marino. 

La trama invita a los espectadores a ser parte de una historia de ausencias y de sus consecuencias en la vida de las familias víctimas. Desde el principio se centra en la angustia de Carla, la protagonista que convive con la falta de su hijo, mientras atraviesa la separación con Gustavo a raíz de su sentimiento de culpa, ya que la desaparición sucedió cuando ella estaba protegiendo a Leila (Natalia Ayala), una joven captada por la trata que denunció a su captor. 

«Vi en una terminal de ómnibus una cantidad de fotos de niñes perdides, que se sospecha han sido secuestrados por la trata», sustuvo la directora en diálogo con ANCCOM sobre lo que la motivó a trabajar una temática que está presente en la actualidad por el estreno de series como Sky Rojo y por las historias reales que en algunos casos consiguen visibilidad en los medios masivos de comunicación. En este contexto, la directora explicó que junto con la guionista Marcela Marcolini, escribieron una historia “atentas a lo que surge en la realidad cotidiana”. En ese sentido, en Ojos de Arena se representa el miedo de Carla y de Leila como consecuencia de la “inacción de la justicia, de la complicidad policial que son representados por personajes de ficción que están inspirados en la realidad”, afirmó la realizadora audiovisual. 

 

En los medios de comunicación y en los distintos géneros audiovisuales se narran historias sobre el delito de la trata de personas que generan debates acerca de los modos y los discursos que se eligen para representar la problemática. En Ojos de Arena se construye una trama que permite pensar una manera diferente de abordar el tema. “Algunos medios de comunicación se ocupan de este tipo de noticias siempre desde un lugar de morbo y de revictimización de las víctimas. Nosotras queríamos contar de otra manera”, señaló la directora. Ese fue un objetivo de la película y se percibe en lo que se elige mostrar y en cómo. «Tuvimos cuidado en las tomas del prostíbulo, en sugerir en lugar de erotizar”, afirmó Marino. 

¿Cómo contar una historia donde hay víctimas sin revictimizar? ¿Cómo evitar caer en estereotipos? Para ello fue necesaria la investigación, por eso se acercaron a Missing Children, organización civil que busca a niños y niñas perdidos, donde vieron videos de las madres que buscan a sus hijos. El trabajo muestra el compromiso con la temática y se ve en el desarrollo de los personajes que exhiben una mixtura entre el dolor, el miedo, la culpa y la valentía para buscar y denunciar. “Carla es una joven fuerte, que trabaja en la Fiscalía y protege a una víctima de trata”, describió así Marino a la protagonista y destacó que las actrices que encarnaron a Carla y a Leila “querían trabajar sus personajes no desde la vulnerabilidad, sino desde la fuerza y protegiendo a les otres y a sí mismas”. 

Ojos de Arena es una película independiente que ganó un concurso del INCAA en 2018 y se realizó al año siguiente. El 2020, en el medio de la pandemia del COVID 19, la película empezó su camino de exhibición compitiendo en el Festival de Cine de Bogotá, en el Festival de Cine de La Habana y actualmente compite en el Festival de Cine Latino de Chicago. “La idea es seguir con los festivales y lo que más queremos es que llegue al público. Nos encantaría que después esté en las plataformas digitales”, expresó la directora. La historia se podrá ver desde el 15 de abril en las salas del Cine Gaumont y en los Espacios INCAA de todo el país.