Por Gabriela Alleq
Fotografía: Pilar Camacho

Con tan solo seis metros cuadrados por habitante, Buenos Aires se presenta entre las ciudades con menor cantidad de espacios verdes en América Latina. Entre los pocos pulmones de aire existentes encontramos, en primer lugar, a los bosques de Palermo, seguido por el parque de la Isla de la Paternal, hoy en riesgo de desaparecer debido a un proyecto de edificación impulsado desde 2018 por la Legislatura porteña, gracias a la mayoría de que tiene en ese cuerpo la gestión encabezada por Horacio Rodríguez Larreta.

La empresa constructora SADIA es quien tiene adjudicada la obra que ocupará cuatro parcelas del actual parque, ex albergue Warnes, un monumental edificio jamás concluido que se levantó en 1951 y se demolió en 1991, ubicado entre las Avenidas Chorroarín, Warnes y Constituyentes. Allí iba erigirse el hospital de niños más grande de Latinoamérica, proyecto abandonado por la autodenominada Revolución Libertadora que derrocó a Juan Domingo Perón.

En su web, la constructora SADIA ya anuncia el proyecto “Puertas de Agronomía” y que, durante la cuarentena, se encargó de realizar los mantenimientos pertinentes de los terrenos. Todo hace pensar que la edificación se hará realidad en el corto plazo.

La La legislatura porteña votó una rezonificación de La Paternal para que se pueda llevar a cabo el proyecto inmobiliario.

Ante la inminente construcción de lo que serán once torres de 17 pisos cada una, los vecinos de La Paternal se asociaron con los de siete barrios lindantes, entre los que están Caballito, Chacarita y Colegiales y con grupos defensores del medio ambiente (como “Jóvenes por el Río”y “Agrono para todes”) que vienen disputando problemas similares. Entre todos organizaron el sábado 27 de febrero, en el mismo predio, el festival “Si al parque, no a las torres”. En este evento se buscó, por medio de actividades para todas las edades, talleres, asambleas, espacios audiovisuales, plantación de especies nativas, murales, murgas y una performance lumínica a modo de cierre, concientizar y sobre todo plasmar el hito de “la unión hace la fuerza”, visibilizando el rechazo al proyecto inmobiliario. La agrupación de “Parque Chacabuco no a las Torres” también se hizo presente.

La idea se gestó desde finales del año pasado, con el objetivo de mostrar otras formas de ciudadanía activa. La difusión del evento se realizó mayormente a través de redes sociales. Los distintos grupos organizadores aunaron hashtags, como #SiAlParqueNoALasTorres para invitar a sus seguidores al festival. Otro medio de difusión fue el boca en boca entre vecinos, ya que no obtuvieron visibilidad alguna de otro medio de comunicación masiva debido al blindaje que mantiene la gestión de Rodríguez Larreta en diarios y emisoras radiales y televisivas.

Daniel Constantini es vecino de La Paternal y uno de los organizadores del Festival. Afirma que la construcción de los edificios arruinaría el poco espacio que le quede al parque. Se retrotrae al momento en que se adquirieron los terrenos del ex albergue y explica que estando Fernando De la Rúa al frente del Gobierno de la Ciudad, se realizó la comercialización de este espacio y quien lo compró puso como condición que se permitiese la construcción en altura. Así, se modificó el reglamento de zonificación en el cual se establecían máximos de hasta 3 pisos en todo el barrio, para habilitar edificaciones de hasta 48,5 metros de altura. En 2006 inició el proyecto de construcción y en ese momento los vecinos, mediante un amparo, lograron frenarlo. Con el actual gobierno porteño, la privatización de estos espacios verdes se facilitó inmediatamente.

Constantini hace hincapié en la constante integración vecinal y en las consecuencias que la masiva edificación podría acarrear: “Nosotros nos movilizamos. Hicimos varios eventos contra este proyecto, porque entendemos que, además de destruir el parque, rompen con la idiosincrasia del barrio, que es de casas bajas. Además, triplicaría la cantidad de vecinos, el tránsito, los servicios. Esta es una ruta de migración de aves que se interrumpiría con las torres y esas aves se extinguirían.”

Entre otras acciones, los vecinos juntan firmas para impedir la realización del megaproyecto inmobiliario.

Durante el festival se hizo evidente el amor de la comunidad por la naturaleza. Se organizó un gacebo en donde los vecinos ofrecían plantines autóctonos a modo de obsequio. Además, se realizó una masiva plantación de especies como el Ceibo, que es la flor nacional.

Verónica Verdier es parte del colectivo “No a las torres en la Isla de La Paternal”. Cuestiona la injusta regulación sobre las parcelas en las que se quieren construir las torres y que fue validada por la Legislatura. Como contrapartida, los vecinos presentaron un proyecto de ley en ese cuerpo en el que proponían menor cantidad de construcción en cemento y menos altura. “Nosotros presentamos nuestro propio proyecto aceptando que las parcelas son privadas, pero pidiendo que se adapte a todo el barrio, incluyendo que la parte norte se traslade a los espacios en el sur para que esté todo sobre la calle Zavala y que la parcela que da al Ferrocarril Urquiza quede libre, que no de sombra al parque y que no frene los vientos que vienen del crematorio de la Chacarita (n de la r: así no se estanca el aire en ese lugar). Ese proyecto quedó cajoneado, seguimos insistiendo. Poner estas torres acá es clavarle una estaca al corazón de la ciudad, que son los parques.”

Graciela Magan es vecina de Colegiales y también mentora del festival, a partir de observar que en cada barrio se mimetizaban las problemáticas y que al unirse podrían enfrentar con mayor fuerza la defensa de espacios públicos. “Pensamos seguir sumando vecinos que estemos en una misma lucha, porque las mecánicas que están implementando en la ciudad apuntan siempre a lo mismo: hacer de lo público privado y nos están dejando sin nada. Una vez que construyen no hay vuelta atrás”, asegura.

Tanto la proyección de audiovisuales como el cierre del evento denominado “Abrazo lumínico” se transmitieron también por redes sociales y estuvieron a cargo de Fluxlian, un colectivo de investigación lumínica que ya tiene experiencia en este tipo de activismo. Se destacó el novedoso espectáculo final junto a la amplia aceptación e integración de parte de los vecinos.

Estos mismos vecinos presencian una historia que nunca acaba. Desde el hospital que nunca fue, pasando por un albergue para gente sin hogar, hasta el parque que los reúne y al que defienden. Continúan esperando una respuesta. En sus actitudes se ve un accionar de unión y lealtad, bajo un pedido tan simple como silenciado.