Por Juan Palavecino
Fotografía: Gentileza Editorial Tusquets y Antonella Cavallone

La actriz y escritora cordobesa Camila Sosa villada fue distinguida con el premio Sor Juana Inés de la Cruz, otorgado por la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en reconocimiento a su novela Las malas (2019), publicada por Tusquets Editores. Esta distinción se suma a la reciente nominación de la obra como finalista del Premio Novela Fundación Medifé Filba. Como afirma Juan Forn en el prólogo, en Las malas “convergen las dos facetas del mundo trans que más repelen y aterran a la buena sociedad: la furia travesti y la fiesta de ser travesti”. La autora cuenta sobre las distinciones recibidas, sus proyectos, la actualidad, la venganza de las travestis y su infancia en clave poética.

 

¿Qué cambios implican en tu carrera y en la novela la nominación como finalista en el Filba y el premio Sor Juana Inés de la Cruz?

 

Supongo que esas cosas se verán luego, que tendrán consecuencias más tarde. Aunque ahorita me escribió Paola Lucantis, de Editorial Planeta], y me decía que estaban como locos con pedidos de traducciones. Esas son cosas que suceden con los premios. A nivel personal, no entiendo muy bien el tema del prestigio y de las cosas que te dan prestigio, como este premio. Siempre, desde que empecé a trabajar como actriz hasta ahorita, he hecho cosas muy chicas, pequeñas, pero siempre han sido muy bien recibidas. Entonces, para mí, el prestigio radica en eso, en que la gente diga “ah, mira, hace una obra Camila, seguro es buena”, o “escribió un libro Camila, a ver, vamos a leerlo, tal vez es bueno”. He recibido algún que otro premio en mi carrera como actriz o como dramaturga y la verdad es que mucha diferencia no encuentro. Ahora sí, hay algo que me excede a mí, que es esto de que empiezan a pedir traducciones y todo eso. Supongo que eso es porque la novela ha ganado el premio Sor Juana Inés de la Cruz y por la nominación al Filba. 

 

Además de destacarse como escritora, Camila Sosa Villada es actriz y dramaturga. En 2009 estrenó su primer espectáculo unipersonal, Carnes Tolendas. En 2011 protagonizó Mía, una película de Javier van de Couter. En 2012 actuó en la miniserie La viuda de Rafael. En 2014 hizo en teatro El bello indiferente, de Jean Cocteau. En 2015 trabajó en Despierta, corazón dormido/Frida. En 2016, en Putx madre y, en 2017, en El cabaret de la Difunta Correa y la miniserie La chica que limpia. Es autora del libro de poemas La novia de Sandro (2015) y del ensayo El viaje inutil (2018). En 2019, además de Las malas, escribió la novela Tesis sobre una domesticación

 

¿Tenés proyectos nuevos desde lo literario o lo teatral?

 

Sigo escribiendo. Tengo pendiente un libro de relatos para editorial Tusquets y otro para 

Ediciones Documenta, que es una especie de ensayo sobre los “buscavidas”, sobre el tipo de trabajo de los vendedores ambulantes. En cuanto a la actuación, supuestamente este año volvíamos a presentar Carnes tolendas, que es la primera obra que hice. La íbamos a hacer para celebrar y, bueno, se vino la pandemia y tuvimos que parar. Luego tenía también otro proyecto que era de danza y tuvimos que parar. Pero ya está, por ahora no puedo pensar en el teatro hasta que no se resuelva este temita del coronavirus. 

 

Desde 2010, cinco de los premios Sor Juana Inés de la Cruz fueron otorgados a autoras argentinas, ¿relacionás esto con un mayor reconocimiento o un auge de las autoras en el país en los últimos años?

 

No me puedo desagregar del fenómeno que está sucediendo en Argentina con las autoras mujeres en este momento, que son las que están, además, moviendo el mercado editorial, las que están vendiendo libros. Las que están llenando las librerías son las escritoras. Yo entiendo que está pasando algo muy interesante con nosotras y me siento orgullosísima de estar al lado de escritoras de la talla de Claudia Piñeiro, Gabriela Cabezón Cámara, Dolores Reyes, Selva Almada, y tantas otras que si me pongo a nombrarlas estaría siendo injusta porque son tantas, tantas, y hay otras tantas que todavía no conocemos, que están ahí esperando para publicar y que son maravillosas, que son talentosísimas, grandes poetas, grandes narradoras. No puedo no relacionarlo con que yo estoy siendo parte de eso también. Y estoy siendo parte, además, de algo superior todavía, que es, como dice Susy Shock, la venganza de las travestis por donde menos se lo esperan, que es haciendo belleza. Es decir, también formo parte de ese grupo de travestis que están escribiendo, haciendo música. Pienso en Susy Shock, en Marlene Wayar, en Claudia Rodríguez, de Chile. Pienso en todas estas travestis que están haciendo belleza con el oprobio recibido.

El premio Sor Juana Inés de la Cruz, vigente desde 1993, reconoce el trabajo literario de autoras que hayan publicado una novela en español en el último año. Camila Sosa Villada se encuentra entre las cinco argentinas que han recibido esta distinción en la última década. En 2010 lo obtuvo Claudia Piñeiro, por su novela Las grietas de Jara (2009); en 2014, Inés Fernández Moreno, por El cielo no existe (2013); en 2015, Perla Suez, por El país del diablo (2015); en 2019, María Gainza, por La luz negra (2018).   

 

En la novela se destaca mucho el cuidado y la contención entre amigas travestis, ¿te parece que actualmente para las personas trans y travestis hay más ampliación y aceptación, desde la sociedad civil y desde el Estado, que hace veinte años?

 

Hay más aceptación porque hay más leyes que hace veinte años, por supuesto. Hace veinte años no existía la Ley de Identidad de Género (2012), no existía el matrimonio igualitario (2010), no estaba en boca de la gente la idea del patriarcado, la idea del machismo, como sí lo está habiendo ahora. De todas maneras, cuando me preguntan esto, yo siempre digo que en realidad el Estado y la sociedad no han mejorado casi nada. Las que hemos mejorado hemos sido las travestis, que nos hemos puesto en contacto con nosotras mismas, que nos hemos contado nuestra historia, que nos hemos puesto a hablar de las cosas que nos suceden. Eso ha hecho que, de alguna manera, nos corriéramos del lugar de una víctima sumisa, de una víctima sin escapatoria, para empezar a ser víctimas que luchamos, que estamos en pie, que resistimos. Las que hemos mejorado hemos sido nosotras y eso hace muy difícil que las cosas vuelvan a un primer estado. Así como los maricones dicen “al closet no volvemos más”, nosotras decimos “al calabozo no volvemos más”. A mí me da mucha alegría saber que está pasando eso con nosotras.

  

El pasado 4 de septiembre, mediante el Decreto 721/2020, se estableció el cupo laboral del uno por ciento para personas travestis, transexuales y transgénero en el Sector Público Nacional, ¿qué opinión tenés de esto?

 

Ese día, cuando me desperté, vi que Vanesa Cufré [Asesora en Género, Diversidad y Política Antidiscriminatoria de la Secretaría de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación] me había escrito a la madrugada para decirme “salió por decreto”. Llorábamos por mensaje con las travas. Estábamos todas emocionadas. Lo cierto también es que mi sensación es que siempre llega tarde, que todo llega tarde, que han muerto innecesariamente tantas, y tantas y tantas que un decreto así no hace más que llegar tarde. Y también estoy esperando que eso se implemente, esa es la verdad, constatar los resultados con mis propios ojos.

 

En 2014, Camila Sosa Villada brindó una charla TEDx, llamada Profunda humanidad, en la Ciudad de Córdoba. En un relato agudo y potente, volvió a recorrer las rondas nocturnas en el Parque Sarmiento, ubicado en la misma ciudad. Interpelando a su público, con la mirada fija en el auditorio, preguntó, “¿Pensaron alguna vez que la poesía podía tener una forma tan concreta?”

 

¿En qué momento empezaste a ver que la poesía podía tener una forma tan concreta?

 

Desde siempre. De verla a mi madre lavando ropa en su galería al sol, porque eran bajísimas las temperaturas en invierno y había que lavar a la siesta  y sin agua caliente. De verlo a mi padre haciendo su pan todas las madrugadas para salir a venderlo. También los muros de piedra que significaban esas montañas de Traslasierra para mí e imaginar todo lo que había detrás y todo lo que se quedaba de ese lado. El hecho de vivir en distintos pueblos y luego en el monte, a mí me puso en contacto con algunas cosas que son un privilegio. Yo tenía de mascota una nutria que había caído por accidente en una trampa que mi padre ponía para que los zorros o los gatos del monte no nos comieran las gallinas, entonces yo estuve en contacto con la poesía desde muy chica.

La autora de Las malas, nacida en La Falda, Córdoba, vivió en distintos lugares de la provincia, entre otros, en Mina Clavero, centro turístico del Valle de Traslasierra. En cada oración hay poesía. Cada recuerdo es un verso. Camila Sosa Villada responde haciendo belleza.