Por Emiliano Acevedo
Fotografía: TELAM

Willy Quiroga en el Cosquín Rock.  

Su DNI dice: Wilfrido Aníbal Quiroga, -nacido en el pueblo Alberdi de la ciudad de Río Cuarto, Córdoba, el 17 de mayo de 1940-, pero todos lo conocemos como Willy Quiroga. Fundador, bajista, cantante, líder, y compositor de Vox Dei, una de las bandas legendarias del rock argentino. Un artista con una trayectoria única, Willy es un guerrero infatigable. A sus ochenta años, sigue firme dando batalla y ahora se viene con un nuevo proyecto solista.

Hace pocos días estrenó su single “Mamá Ambición” [con Ricardo Tapia, la voz de la Mississippi, de invitado], que ya está disponible en las playlists de diversas plataformas digitales, en Spotify se incluyó en la lista Novedades Rock y en Deezer se encuentra en Clásicos del Rock Argentino. También se puede escuchar en YouTube.

“Mamá Ambición” es la primera canción de otras que están próximas a su lanzamiento y cuya difusión frenó la pandemia. La producción completa estará compuesta por diez o doce canciones, incluirá temas inéditos y otros reversionados. Por otra parte, 2021 comenzará con un show presencial confirmado para el 9 de enero en el Teatro Coliseo de Lomas de Zamora. De todo esto y de su pensamiento y anécdotas varias habla Quiroga en esta entrevista.

¿Cómo es este nuevo proyecto en el que estás metido?

Estoy armando otra banda, para un proyecto solista, con Jonathan Burgos, Sergio Pessina, (ambos guitarristas) Raúl Gutta (batería y percusión). Voy a hacer reversiones de algunos temas propios, por ejemplo, de mi antigua banda de los ochenta Destroyer. También hay otros temas que son todos nuevos. Todos con otro enfoque. Quise darle otra impronta. Son pibes que tienen una onda muy moderna para tocar, tienen muy buen sonido y muy buen criterio musical. Esto va a ir en paralelo con Vox Dei porque la gente quiere seguir escuchan a la banda. En el proyecto solista no se incluirán temas de Vox Dei.

 

¿Qué se siente ser el primer rockero argentino en llegar a los 80 años?

No sé bien que se siente pero siento que la vida me dio un premio.

 

¿Y cómo hiciste para llegar tan activo?

Por empezar, me cuidé. A partir de los 45, 50 años, empecé a dejar de fumar, y a los 60 dejé totalmente. Trato de no tomar demasiado alcohol. Uno se tiene que cuidar, si no te cuidas después hacete cargo. Si uno no para a tiempo, la vida después te pasa la factura.

 

¿Qué bajistas admirás del rock?

El primer bajista groso que escuché y me gustó fue Paul McCartney. Aparte, los Beatles me encantan. De Argentina, me gustan Alejandro Medina, Guille Vadalá, Gustavo Giles, el Tete de La Renga, Beto Ceriotti…

 

¿Por qué elegiste el bajo?

Porque la guitarra me quedaba muy chica. Yo empecé con la guitarra criolla haciendo folklore a los 17 años. Le compré, por una botella de vino, la guitarra a un hombre que tomaba mucho y la trataba mal. Yo siempre lo veía borracho, en un boliche, y con una guitarra a la que golpeaba. La guitarra se le caía, alguno la pateaba, no sé… Y un día se me dio por decirle –no sé porque, ya que yo no tocaba ningún instrumento, lo único que hacía era cantar-:“Eh, la vas a romper” Y él me contestó:“¡Qué importa..!.” y le pregunté: “¿No me la vendés?”. Y así fue. La llevé a un Luthier a que la arregle, y un profesor me enseñó piezas típicas del folklore como “Zamba de Vargas”. Como soy una persona bastante intuitiva, aprendí muy rápido. Tengo la suerte de ser muy observador y tener buena memoria, por eso, en menos de un año de estar tocando la guitarra, ya estaba en un grupo folklórico. Después, cuando tenía 20 años, un amigo me preguntó si no quería aprender a tocar el bajo y me enseñó con uno que había hecho un amigo suyo que, en realidad, era un cacho de madera con unas cuerdas… Con este chico aprendí a tocar algunos rocks, unas cumbias lindas de aquella época, cosas de Los Wawancó, Los Cinco del Ritmo. Armamos un grupo de rock instrumental tipo The Ventures. Así, conseguimos unos shows en los carnavales donde tocábamos dos secciones: empezábamos tocando cumbia y luego rock. Cuando llega el 62 –yo tenía 22 años-, escuché a los Beatles y me enloquecí de la misma forma que le pasó a todo el mundo, al punto de comprarme una guitarra eléctrica. Entonces, me compraba las partituras de sus canciones y cantaba los temas en inglés. En esa época, también, empecé a componer temas. Seguí con eso hasta que por el 64, 65, me mudé a Berazategui. Ahí armé una banda donde con otro chico hacíamos temas de los Beatles mientras que, con mi amigo Chango Castro (muy buen cantante y compositor), hacía folklore. A la gente le gustaba mucho lo que hacíamos cuando tocábamos en vivo pero, económicamente, lo único que conseguíamos era comida y bebida, desgraciadamente. De todas formas, eso me sirvió porque cuando llegué a Vox Dei ya tenía 10 años de experiencia como músico.

¿Cómo surgió la banda?

Ellos estaban armando un grupo y les faltaba un integrante y yo había estado buscando banda. Así fue como una noche me vinieron a buscar. Por eso sigo presentándome como “Willy Quiroga – Vox Dei”, me siento dueño de la banda.

 

Aparte fuiste el único que estuvo siempre en Vox Dei…

Sí, con [el baterista] Rubén [Basoalto]… Hasta que murió [en 2010], fueron 43 años tocando juntos… Éramos familia…

 

Debe ser una de las bases históricas del rock argentino que más duró…

Sí… fue un bajón… [Se quiebra]. Mirá, se me murieron muchos amigos: Luis Valenti, que era tecladista de El Reloj. Después se me fue el Negro García López, ahora se fue Gady [Pampillón]… Yo le digo a los chicos: “Los cohetazos pegan cada vez más cerca, tengo que estar esquivándolos…”.

 

¿Cómo era estar en una banda sureña como Vox Dei en el principio del rock argentino?

Nos sentíamos bien. Sabíamos que no había otras bandas de la zona pero nos costó dos años llegar a ser reconocidos. Nosotros empezamos en la primavera de 1967 y recién pudimos conocer a la gente de [el sello discográfico] Mandioca en el 69. Ahí nos llevaron a grabar nuestro primer álbum, Caliente.

 

¿Qué canción creés que es la que más te representa de todas las que hiciste?

Hay dos: “A nadie le interesa si quedás atrás”, porque yo soy así, voy para adelante no miro para atrás; y “Tan solo un hombre”, porque la escribí con el corazón después de haberme mandado una gran cagada…

 

“No, ni por equivocación” [de Vox Dei para Vox Dei, 1974] ¿es una canción que está dedicada a alguien en particular? 

Y sí, era un tiro por elevación. Fíjate que decía: “Que difícil que es el hablar con vos, no escuchás nada más que tu propia voz…” Así empezaron los problemas Es más, esa vez [Ricardo Soulé, la otra parte fundamental de Vox Dei] no vino a grabar, y la guitarra la tuve que grabar yo…

 

Había mucho de eso en esa época, un cortocircuito entre ambos…

Sí, sí, pero vos fíjate que eso pasa en todos lados. Mirá el caso de Gilmour y Waters [en Pink Floyd], Blackmore y Gillan en Deep Purple… En las grandes bandas pasan este tipo de cosas, especialmente cuando hay dos personas “alfa”, dos tipos que van para adelante. Entonces, a veces chocábamos pero tampoco llegamos a las trompadas ni nada que se le parezca. Simplemente, las cosas se fueron poniendo más tensas hasta que él decidió irse. Incluso, cuando él se fue a España la primera vez, me dijo: “Vámonos”; y yo le respondí: “No, de acá no me voy”. No quería dejar a mi familia e irme a la aventura a probar suerte. 

 

¿Qué música escuchás?

De todo. Me gustan mucho los Foo Fighters, después escucho una banda que acá mucho no la conocen: King´s X, y lo de siempre: Deep Purple, Led Zeppelin, Pink Floyd, Larry Carlton, George Benson, Stanley Clarke, Doobie Brothers, y mil más. Todos los de los 60 y 70. Algunos de los 80, como Huey Lewis and the News; hasta, por ahí, un poquito de los 90. Después, lo demás, olvídalo… Aparte, mi grupo de cabecera es, y será, los Beatles. A los Rolling Stones los reconozco pero soy de los Beatles…… También entro a YouTube y escucho bandas nuevas. También me gusta el tango… Incluso grabé el tango “Niebla del Riachuelo”, también grabé una chacarera: “Añorando”…

 

¿Qué te inspira a la hora de componer?

Todo. A veces una palabra, a veces una situación que veo o imagino… El compositor es una especie de fotógrafo que ve una escena y “pum”, se le tiene que ocurrir algo… Eso me lo dijo Eladia Blázquez cuando me tomó la prueba para entrar a SADAIC.

 

Uno de tus nuevos temas se llama “Archipiélago de almas”.  Tiene que ver con la hipercomunicación que nos rodea…

Sí, lo grabé con los chicos ahora y estoy muy contento con cómo quedó. Exactamente, ese es el mensaje: “Nadie parece darse cuenta de estar solo. Será quizás que hay tanta gente alrededor”. Es un archipiélago de almas. Está lleno de almas pero muy separaditas, casi sin tocarse…

 

¿Cómo ves al rock en la actualidad?

No escucho mucho de lo nuevo. Me copo con La Renga, me gusta lo que hacen y la polenta que tienen. Son muy buena gente. También me gusta mucho Divididos. Y después no soy de escuchar… Igual, siempre me pongo a buscar en YouTube y después si encuentro algo que me gusta lo guardo en la computadora.

 

¿Entre los actuales grupos masivos hay alguno que te guste? 
Una banda puede ser masiva porque vende muchos discos, y todo eso, pero también hay un refrán muy típico que tenemos acá que es “los pingos se ven en la cancha”. Porque cuando ves tocar en vivo a muchas de esas bandas no entendés porque son tan masivas. Capaz que no suenan como corresponde pero, sin embargo, la gente está tan enceguecida y, prácticamente, ni escuchan lo que estos grupos hacen. Tampoco me quiero poner en un papel crítico e incisivo pero te puedo asegurar que nosotros, cuando nos vamos de gira, nos encontramos con grupos del interior que suenan muy bien, que tienen letras muy importantes pero que no van a llegar jamás a ser conocidos. Entonces, los termina rodeando una sensación de frustración increíble y, culturalmente, es una lástima que esas bandas no puedan trascender. Porque, si eso pasara, pienso que cambiarían muchas cosas.  

¿Ahora es más difícil llegar a ser conocido que antes?

Pienso que siempre fue difícil. En la época que empezamos nosotros era difícil porque no había instrumentos ni equipos. Y tampoco había medios de difusión ni discográficas que se ocuparan de promover las bandas. Y hoy, hay tantas bandas que se hace difícil que alguna saque la cabeza y se destaque. Algunas suenan bien, nosotros somos amigos de varias, pero hay muchas que se parecen entre sí. Aparte no existen más las grabadoras. Todo ha cambiado. También, se acabó eso de tener toda la discografía de una banda. Ahora se escuchan temas salteados, no un disco entero.

 

Tantos años, tanta vida, ¿no pensaste en escribir tu biografía?

Sí, lo estoy planeando. La voy a escribir junto a Luis Digiano, que es un periodista que estuvo en Télam. Un montón de gente me lo pidió. Es todo un rollo… 80 años de vida y 65 de músico, nada menos…