Por Matías Papasian (Universidad Nacional de Moreno)
Fotografía: Cristina Sille

La cuarentena y el aislamiento generaron muchas variaciones y muchos puntos de quiebre en las diferentes disciplinas artísticas. El ambiente de la música ha sufrido bajas notables por el hecho de la imposibilidad que sufren muchos artistas respecto a la producción y grabación de su material.

Durante los últimos años, ha crecido en el país un espacio diferente, cuyos valores esenciales provienen de la cultura ‘under’ de los Estados Unidos surgida en la década de los 80. El hip hop y su subgénero más conocido, el rap, han invadido las calles y los barrios de muchos sectores del país, sin ser necesariamente sitios marginales. Desde las rondas de freestyle en las plazas icónicas de algunos distritos hasta los eventos que se han vuelto masivos en la última década, incluyendo recitales y shows multi-tema, coparon la atención de los jóvenes y de las generaciones pertenecientes y posteriores al mencionado período temporal.

«Pertenezco a la cultura del hip hop, al género del rap, pero no al freestyle»

En Argentina, hoy en día, hay más de un exponente de esta cultura entre los virales de la web, y algunos que escapan a una repercusión semejante. Desde un muchacho cordobés que participaba en batallas en una plaza pública, como Paulo Londra,  hasta una joven, Cazzu,  que rompió los esquemas patriarcales en un ámbito poco habitual para las mujeres, se encuentra una larga lista de artistas renombrados.

Pero esta vez, nuestra atención se ubica en otra persona: un músico, cantautor y productor de la Ciudad de Buenos Aires que, desde hace más de 15 años, viene creciendo desde abajo. Su nombre es Federico Andrés Giannoni, tiene 32 años, cuatro discos en su historial, singles y una gran cantidad de participaciones en eventos y shows propios y ajenos. Mucho más conocido por su seudónimo Emanero, considera que en estos tiempos «el rap ganó mucho terreno».

 ¿Quién es Emanero?

Soy un músico que pertenece a la cultura del hip hop en Argentina, del género del rap y que no pertenece al mundo del freestyle pero sí lo conoce de cerca.

Lanzaste cuatro discos. Entre 2017 y 2018, aparecieron singles como El temblor y Mi libertad, y un disco llamado Tres mil millones de años luz. Hoy, después de esos lanzamientos, ¿cómo te definís artísticamente? ¿Cómo proyectás hoy ese mundo musical en tu cabeza? ¿Creés que llegaste a lo que te propusiste? ¿Cambiarías algo de lo que hiciste en este tiempo?

Yo me considero un rapper. Lo que pasa es que los rappers hemos adquirido mucha cintura musical en la última década. Hoy como rapper te podes permitir hacer de todo, desde cosas más pop hasta más rockeras. La verdad es que me siento sin ningún tipo de límites para hacer música y es hermoso.

«Tres mil millones de años luz es básicamente el despegue hacia algo nuevo.»

Hace dos años esditaste un disco bastante peculiar. ¿Cómo definís ese disco desde el mensaje y la interpretación? ¿Creés que en El temblor haya algo de aquel Emanero que estaba en ese punto de despegue a algo nuevo?

Tres mil millones de años luz es básicamente el despegue hacia algo nuevo. Tanto El Temblo” como Mi libertad son temas del mundo que busco dejar atrás. Algunos lo mal interpretan, piensan que lo digo renunciando a lo que fui, pero no. Cuando se piensa en la idea de abandonar el planeta es porque el mismo se vuelve inhabitable e inviable, y nos mudamos a un nuevo lugar donde poder empezar de cero siendo nosotros mismos. Con mi música es lo mismo. El rap cuadrado se me estaba volviendo inviable, se me estaban acabando los recursos y necesitaba despegar e irme a un lugar donde pueda ser el que siempre fui pero mejorado y con más y mejores recursos. Lo explico de esta manera siguiendo la analogía que propuse en el último disco. Como vos lo haces pertenece a este nuevo planeta. Por eso es un tema donde quise poner un poco de cada ingrediente que conforman a Emanero: introspección, critica, melancolía, amor y un estribillo interesante (los que me escuchan saben que soy estribillero desde mi primer canción).

¿Cómo ves el lugar que ganó el trap en Argentina? ¿Qué consideras que le aportaste, le aportas y le podés seguir sumando?  ¿Cuánto hay ahí de ese nuevo Emanero?

 El rap claramente entró a la música popular argentina de la mano de su primo hermano el trap. A diferencia del reggaetón que ya había entrado pero que el mercado no aceptaba un reggaetón argentino. Con el trap no pasó eso, el fenómeno lo impusieron los artistas locales. El rap es lo primero que hay cuando buscás algo similar pero más profundo y con más letra. Mi lugar es justamente este último, hacer rap que suene actual pero que conserve la profundidad en las letras.

Es interesante que cuentes por qué el estribillo siempre está presente, si pasa por una cuestión de gusto o por una necesidad musical.

El tema de los estribillos pasa por una cuestión de gustos, me gustan y me sirven para resumir el alma de la canción en pocas palabras.

  Dijiste que el trap argentino se impuso por los artistas locales. ¿Cómo ves esa situación?

 Sí. El trap argentino es un género internacional que acá en el país se hizo mainstream por los artistas locales. Si te fijás no vienen los artistas de trap internacionales a tocar y a llenar estadios, los que llenan son los locales y eso está bárbaro.