Por Manuel Beckerman

Lourdes en el Golden Bridge, puente icónico del parque temático.

El 30 de enero del 2020, luego de más de 25 horas de vuelo, Lourdes Fargi llegó a la ciudad de Da Nang, en la República Socialista de Vietnam. Viajaba para trabajar como patinadora artística en Sun World Ba Na Hills, un parque temático mundialmente conocido que alberga juegos, jardines y templos budistas, ubicado sobre las montañas de la ciudad, a 1.500 metros sobre el nivel del mar. En febrero sucedió lo que ya todos sabemos y los planes cambiaron abruptamente: “Cuando terminé el colegio empecé a trabajar como patinadora, pero no era algo frecuente, en eventos o alguna obra, lo que consiguiera. El año pasado, un amigo me contó de este casting en donde buscaban patinadores para un parque en Vietnam. Decidimos probar y un día nos llegó un mail diciendo ‘viajan en tres días’, una locura”, cuenta Lourdes.

A 17.000 kilómetros de distancia parece que los exotismos funcionan igual que en nuestros territorios, solo que de forma inversa: “Ahora existen un montón de trabajos así. En el sudeste asiático convocan muchos latinos. Les llaman la atención. Por ejemplo, mis amigos de Brasil: morochos, altos, con rulos, es algo que vende. Acá nosotros somos los distintos”, comenta la patinadora.

El contrato de Lourdes se extendía durante los meses del verano del hemisferio sur. Luego volvería a la Argentina y seguiría cursando Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Sociales ¿Quién iba a prever que una pandemia pondría en riesgo a la humanidad, y sobre todo a los trabajos relacionados con el turismo? “En marzo se puso la primera cuarentena: nadie salía, nadie hacía nada. El gobierno planteó el objetivo de que no haya muertos en Vietnam por el Covid y la sociedad se lo tomó muy en serio. Se hacía un esfuerzo colectivo para ayudarse entre todos”. Y lo lograron: hoy Vietnam registra sólamente 1.207 casos de coronavirus reportados, con 35 muertes, sobre un total de 95 millones de personas.

Lourdes también tuvo un poco de suerte: “Durante la cuarentena y con el cierre de las fronteras, el parque tuvo que quedar cerrado, y nosotros nos quedamos dos meses sin poder trabajar, pero la empresa siguió pagando el salario, nos permitió quedarnos en el departamento donde ya estábamos y  nos siguieron dando todas las comidas. Cubrieron todo”. Además, los edificios en donde se quedan los artistas que trabajan en el parque se encuentran en la base de la montaña, a aproximadamente a 25 kilómetros de la ciudad, por lo que su cuarentena fue muy libre: “Podíamos salir a correr y hacer cosas por acá porque estamos super aislados y no hay nadie”, cuenta Lourdes.

Los patinadores argentinos junto a los bailarines de malambo.

Da Nang es una ciudad costera y tropical. De un lado tiene la playa y del otro las montañas y la jungla. Para acceder a Sun World Ba Na Hills, uno tiene que tomar el teleférico más largo de todo el mundo. Las nubes están debajo del parque y se las debe atravesar para llegar. Encima de estas se ven unos castillos y jardines de cuento de hadas, parece que se llega al cielo. “Es uno de los lugares más lindos que vi, no existe otro paisaje como este”.

Por otro lado, vivir en el oriente tiene obvias complicaciones: “Si bien yo me manejo con el inglés, acá la gente habla ruso como segundo idioma. Casi nadie habla inglés, es algo que recién se está empezando a tener en cuenta con las nuevas generaciones. Ni con mi jefe puedo comunicarme directamente. Es todo muy distinto, la cultura, la comida, la gente, todo; vas al supermercado y nunca estás del todo segura de qué estás comprando”. Además, Vietnam tiene 10 horas más que la Argentina, por lo que comunicarse con sus amigos o familia es complicado. “Ahora que no trabajo todos los días y tengo tiempo, decidí seguir estudiando, pero es complicado porque tengo que cursar con los horarios invertidos. El otro día di un parcial a las 5 de la mañana y salí a trabajar a las 11”.

Sin embargo, lo local tiene su lado bueno. “El vietnamita se preocupa mucho por el otro, es muy atento, en Argentina tenemos un ritmo mucho más acelerado, individualista. En general, no se si tenemos tanta consideración para con el otro, aún más si es extranjero. Otra cosa que destaco es que nunca me sentí tan segura en un lugar, tanto con las medidas que se tomaron por el coronavirus, como por mi propia seguridad como mujer. Con 22 años camino sola por la calle de noche y no siento miedo”.

Vietnam es un país cuya identidad se encuentra anclada al comunismo y a la guerra. Los ex-combatientes llevan un gorro que los distingue y frecuentemente se realizan ceremonias celebratorias en conmemoración a los caídos. “Hace poco se hizo una en honor a las mujeres ex-combatientes, que tuvieron un rol importantísimo en la guerra”. Los personajes socialistas más importantes aparecen frecuentemente en el paisaje urbano y son parte de la cultura del país: “Es muy loco ir caminando por la calle y ver imágenes del Che Guevara pegadas por ahí”, cuenta la estudiante y patinadora. 

Por suerte para Lourdes, entre tanta cultura ajena, una parte de los artistas que trabajan en Sun World son latinoamericanos. “Eso lo hace muchísimo más fácil. Hace poco llegó un grupo de bailarines de malambo argentinos y lo primero que hicimos fue juntarnos a tomar mate y comer tortas fritas, uno necesita eso, esa raíz, lo propio. No me di cuenta de la falta que tenía de esa sensación hasta que entré a su habitación y escuché a Los Redondos sonando”, comenta entre risas. La empresa le ofreció continuar trabajando en el parque hasta enero del 2021 y Lourdes aceptó; con ese pedacito de argentinidad, la patinadora pudo finalmente encontrar su comodidad: “Mi decisión de pasar las fiestas acá y quedarme hasta el año que viene acá fue por ellos, se formó un grupo, una especie de familia”.

Ya sea en las llanuras bonaerenses, en los glaciares nórdicos, en el áfrica subsahariana o en las montañas que superan las nubes de la Ciudad de Da Nang, uno siempre carga con un sentido de pertenencia. “La patria es lo que te llevás en la valija. Yo tengo una bandera argentina, un pañuelo de la campaña del aborto, un mate, fotos de mis amigos y mi diario de viaje en donde anoto todo lo que me pasa y siento. También tengo un collar con la forma de la Argentina, para cuando me preguntan de dónde soy. Ser argentina es algo que llevo conmigo y que me hace sentir orgullosa. Es muy lindo tener orgullo de la identidad de uno y de la propia cultura”, concluye Lourdes.