Por Juan Palavecino y Nazarena Rebollo
Fotografía: Gentileza Gaspar Kaunis

Todos los sábados desde que inició el aislamiento, Hernán Casciari, escritor y fundador de la Editorial Orsai, ofrece su show “Streaming con Delivery”. Lo hace a través de la plataforma Youtube, con menú a la carta y delivery gratis. Casciari cuenta historias mientras juega con los formatos creativos que le ofrece el encierro administrado. Te da un show por internet y si estás en Mercedes (y no hace frío) te puede llevar a un autocine. Esto ocurre todos los sábados a las 22 mientras no para de generar comunidad. 

¿Cómo funciona la idea del show por streaming

Empezamos a hacerlo el día siguiente al inicio de la cuarentena, creo que fue el sábado 21 de marzo, la cuarentena empezó el 20, y lo veníamos preparando desde una semana atrás. Suspendí todas las presentaciones antes de que el gobierno dispusiera el aislamiento obligatorio. No quería poner a la gente en la situación de tener que juntarse si no quería, aunque no estuviera todavía prohibido. Nosotros empezábamos una gira por Norteamérica en abril, íbamos a hacer México, Miami y Nueva York, y en mayo íbamos a hacer una gira por Europa con Horacio Altuna [historietista cordobés], haciendo cuentos dibujados, por seis ciudades de España y dos de Francia.  Suspendimos todo eso, más todas las presentaciones en Argentina. Inmediatamente tomamos la decisión de hacer el show en formato de streaming los sábados, sin saber cuántos sábados se iba a extender. El show ofrece un “recital de cuentos” de aproximadamente dos horas en vivo por Youtube, pero además agrega una idea nueva: el delivery gratis para cada uno de los asistentes virtuales. 

¿Cómo surgió la propuesta de delivery gratis? 

Nos costaba mucho decidir de qué manera monetizarlo porque, por lo menos en el ámbito latino, el público no está educado para pagar intangibles, entienden siempre que los intangibles tienen que ser gratuitos. Entonces tomamos la decisión de poner un tangible por encima, poner algo palpable, algo que el otro pueda tocar. Lo que hice fue escribir un tuit  diciéndole a los gerentes de Rappi, Glovo, Uber Eats y Pedidos Ya: «Tengo una idea buenísima, el primero que me llame se la queda». Obviamente, me llamaron los cuatro y empezamos a negociar cuál de ellos era capaz de dar el cupón de más dinero para cada uno de mis espectadores. Ganó Pedidos Ya, con nueve dólares. Desde ese momento, cada persona que me compra un streaming, recibe un cupón de nueve dólares. Nosotros empezamos a las diez de la noche, así que tipo seis o siete de la tarde te llega el cupón de comida que vos ingresas en la aplicación de Pedidos Ya, y más o menos, entre las ocho y las nueve, te llega lo que pediste. Obviamente, funciona excelente. 

«Escribí un tuit a Rappi, Glovo, y Pedidos Ya: `Tengo una idea buenísima, el primero que me llame se la queda´», cuenta.

El primer espectáculo presencial

El pasado 5 de septiembre, Casciari presentó su show “Streaming con Delivery” transmitiendo al aire libre desde su ciudad natal, Mercedes, provincia de Buenos Aires. A nivel nacional fue el primer espectáculo presencial desde el inicio del aislamiento, con capacidad para 300 autos con dos personas convivientes en cada uno y en formato autocine.

¿Cómo fue esa experiencia?

Lo primero que hice fue hablar con la Municipalidad de Mercedes para preguntar en qué fase estaban y saber también en qué fase podíamos hacer nosotros un evento. Empezamos a organizarlo con un mes y medio de anticipación. En septiembre, Mercedes entró en una fase en donde esto era posible, así que el primer sábado inauguramos lo que creo que fue el primer espectáculo presencial en Argentina. Por supuesto, la gente estaba adentro de sus autos, con distancia social. Finalmente fueron unos 300 vehículos, con dos personas adentro cada uno. Yo estaba en un escenario y, al mismo tiempo, transmitía para todo el mundo el streaming del sábado. Eso lo vamos a repetir algunas veces. Creo que me apuré a hacerlo, por las ganas que tenía, pero me recontra cagué de frío, entonces vamos a seguir haciéndolo ahora en noviembre cuando empiecen los calorcitos. El frío que pasé no me lo puedo olvidar, pero fue conmovedor y muy divertido.     

Durante la pandemia, cientos de artistas, comediantes, músicos y actores se vieron obligados a cambiar la forma de presentar sus shows. Los streamings por las distintas plataformas se volvieron la opción más viable. 

«A mí me costó dos semanas encontrarle la vuelta a lo virtual y a la ausencia», describe Casciari.

Adaptarse a lo virtual

¿Te parece que este contexto obliga a resignificar la manera en que se transmiten las expresiones artísticas?

Me parece que cada vez que pasa algo más o menos global, permanente, paradigmático, te cambia la vida y tenés que adaptarte. Lo que pasa es que no todas las generaciones viven estas transiciones. Algunas generaciones viven sus noventa años sin que haya ninguna transición fuerte. Pero a nosotros nos toca una transición fuerte. Con respecto a lo presencial o lo virtual y la ausencia o no de público, a mí me costó dos semanas encontrarle la vuelta, entender que no iba a escuchar un aplauso después de cada cuento, o que no iba a presenciar, a vivenciar la carcajada donde yo sabía que tenía que estar. Cuando te acostumbrás a ese ida y vuelta en un teatro, vos estás contando un cuento y sabés que después de tal palabra el público se ríe, hacés ahí un silencio ya previsto, automático, y después seguís. A veces alguien te dice algo y entonces encarás desde ese lugar. No tener ese frontón, hace que sea otro deporte. Es como que estés muy acostumbrado a jugar al tenis y te metan en una cancha de paddle. Cuando la pelota va para atrás, hay una pared y vuelve. Bueno, tenés que adaptarte a que está esa pared y la pelota vuelve. Esas adaptaciones te cuestan dos partidos, o sea, perdés dos partidos de paddle. Después empezás a jugar. Y cuando empezás a jugar te podés convertir en un gran jugador de paddle, o decir «no me gusta este deporte», y quedarte en tu casa. A mí me gusta jugar a cualquier cosa, así que no me importa mucho el tema de que «cambia esto» o «cambia lo otro». A mí lo que me gusta es contar cuentos, mientras eso se pueda hacer, me parece bien. Ahora, si un día aparece un determinado fenómeno que me impide contar cuentos, ahí se va a poner, para mí, bastante peliagudo, pero mientras me dejen contar cuentos debajo del agua, te cuento.         

¿Qué rol puede jugar la ficción a la hora de sobrellevar estos tiempos de aislamiento social? 

Yo no creo que sea la ficción, sino la evasión. Consumir estructuras narrativas que no hablen de lo que nos preocupa, me parece que es el mejor resumen. Porque un documental de Netflix, sobre un deportista, que no es ficción, también es evasión. A mí me parece que lo fundamental es que tengamos a mano muchas bolsas de evasión en estos tiempos, porque si no te queman el cerebro el noticiero, la tele, los diarios, la grieta, con barbijo, sin barbijo, mil muertos, ochocientos muertos, que en Suecia pasa esto, en Uruguay pasa lo otro… te quema la cabeza. Si no te evadís de eso, sin dejar de prestarle atención ni de darle importancia al momento histórico que estamos viviendo, si no te sumergís un rato en la evasión, terminás siendo un loco que camina por la calle con una cacerola, y eso habría que evitarlo dentro de lo posible. 

«Con la pandemia, en la Argentina evolucionamos entre siete y doce años en tecnología», asegura Casciari.

La aceleración tecnológica  

La sobreabundancia de información se acentuó en este contexto de pandemia. Frente a esto, los shows por streaming o las transmisiones en vivo a través de distintas redes sociales se convirtieron en una opción de entretenimiento para sobrellevar el aislamiento sin salir del hogar.   

A veces se dice que podemos salir mejores de esta pandemia. ¿Qué pensás sobre esto?

Hay algo que me parece que es incontrastable, y que creo que nadie podría contradecir, que es lo siguiente: nosotros hoy en la Argentina evolucionamos entre siete y doce años en tecnología, en la forma en que la sociedad entiende la tecnología. Anteayer vi una vieja de 81 pagando rabanitos en la verdulería de un chino con QR. Listo, ya está. Para mí, muchas gracias, pandemia, nos empujaron doce años para adelante en tecnología, en utilización de redes sociales para la educación, en home office en la administración pública, en viejas pagando helados por QR… me encanta. Después hay un costo social que hay que evaluar y etcétera. Pero recién en 2033 hubiéramos estado, tecnológicamente hablando, donde estamos hoy; y yo soy muy feliz.  Es muy importante también saber que vamos a llegar mucho más rápido en educación el año que viene a lugares, que vamos a destrabar el tráfico en la Capital Federal porque la gente se va a preguntar «¿por qué carajo tengo que ir a la otra punta de la Ciudad a llenar un Excel todos los días?». Bueno, ¿sabés que la gente no sabía que era una ridiculez lo que estaban haciendo? No lo sabía. Lo están aprendiendo. Hay gente que está diciendo, «ah, me puedo ir a vivir a San Antonio de Areco, puedo salir de este departamento de mierda, porque no es necesario que yo esté acá». Bueno, bienvenida esa idea, bienvenido ese futuro. Nos costó una pandemia, pero bienvenido.