Por Florencia Taranto
Fotografía: Cris Zurutuza Prensa, Joako Mendonca, Prensa El rio de los Kukumas, Prensa Sintientes.

¿Cómo es vivir en una de las ciudades más tóxicas del mundo, donde anualmente se vierten 250 mil toneladas de artefactos electrónicos? ¿Qué esquemas de opresión se esconden detrás de la producción del cacao? ¿Cuál es la historia de lucha de una adolescente luego de que una empresa de perforación desatara un flujo de lodo tóxico que afectó docenas de aldeas en Java? ¿Cuál es el impacto de los incendios forestales? ¿Cómo un niño, protagonista de una ficción animada, busca la cura para una epidemia que ataca a quienes se asustan? Estos son los interrogantes que plantean algunas de las películas que se exhibirán virtualmente esta semana en el Festival Internacional de Cine Ambiental (FINCA). 

En su quinta edición, el FINCA contará con 76 películas de 29 países. En ellas se reparten imágenes potentes de caos, de lucha, pero también de organización y esperanza; de paisajes imponentes, de horizontes lejanos y otros no tanto. Por primera vez el festival se celebrará de manera virtual, entre el 17 y el 24 de junio, semana en la que se podrá acceder de manera libre y gratuita a todas las películas y participar de distintos talleres e iniciativas online, como charlas con los directores.

Florencia Santucho, directora del Festival de Cine Ambiental.

El FINCA nace en el 2010, a partir del Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos (FICDH, con el cual se intercalan de manera bienal). “Sentíamos la necesidad de hablar de las temáticas socioambientales desde un enfoque de derechos humanos”, cuenta a ANCCOM su directora, Florencia Santucho. “Creemos en el cine como herramienta de transformación social, por lo que hacemos una curaduría que intenta reflejar el debate actual a nivel internacional –explica-. Pero por sobre todo queremos transmitir esperanza de que todavía podemos cambiar parte del destino de este mundo, si es que cambiamos profundamente nuestros hábitos cotidianos, personales, en el ámbito colectivo y público”.

El Festival incluye el concurso de películas en tres categorías: largometrajes internacionales, corto y mediometrajes internacionales, y documentales latinoamericanos. En tanto las secciones temáticas son Crisis Climática (el eje central de esta edición), Econciencia, Horizontes Energéticos, Juventud, Madre Tierra, Soberanía Alimentaria, Somos Agua, Derechos Humanos y, a partir de este año, Ecofeminismo y Finquita. 

Además, habrá actividades especiales (gratuitas, con inscripción previa), como charlas con los directores, un taller de producción audiovisual sostenible, el taller Cine y Ecofeminismo, un conversatorio sobre los desafíos del cine indígena, entrevistas a referentes ambientales, sección Escuelas y un conversatorio con la activista india Vandana Shiva, quien en 2016 se hizo presente en la lucha de las Madres de Ituzaingó, en Córdoba, contra la instalación de Monsanto. La virtualidad que marca la edición de este año hace que el festival llegue simultáneamente a todo el país, todas las películas (menos dos que tendrán un día y horario específico) podrán verse en cualquier momento de la semana. “Eso facilita que el público encuentre su momento para verlas y luego participe de las actividades especiales”, comenta Santucho y remarca que “ese encuentro es lo que nos caracteriza, no quisiéramos caer en una selección de películas online, tiene que haber un momento de intercambio con el público, un alma festivalera”. 

 

“Al hueso de los problemas”

El taller de Cine y Ecofeminismo estará a cargo de Soledad Fernández Bouzo y Laura Borsellino, y de la red de Mujeres Audiovisuales Argentina (Maitena Minella y Florencia Tundis), y se realizará el jueves 18 a las 17. “El ecofeminismo aporta una mirada sobre la desigualdad en la distribución de los cuidados, pensándolo a partir de la categoría cuerpo territorio, incluso agua cuerpo territorio, porque las mujeres están en la primera línea de la trinchera de la defensa de los recursos hídricos y los bienes naturales comunes de los territorios, de la biodiversidad; de pensar los territorios en función de la reproducción de la vida y no de la reproducción del capital”, sostiene Fernández Bouzo, doctora en Ciencias Sociales, investigadora del Conicet y del Instituto Gino Germani.

Escena de la pelicula El rio de los Kukumas.

“Las mujeres asumen la desigualdad de distribución de los riesgos ambientales y toman sobre sus espaldas problemáticas que tienen que ver con sus comunidades y familias en relación a la salud ambiental”, apunta la investigadora. Fernández Bouzo ya había participado de la edición pasada del FINCA, presentando un avance de Mujeres del Río, un audiovisual de investigación que visibiliza el trabajo de las mujeres en salud y educación en relación a la contaminación del Riachuelo. “El cine es una herramienta potente para reflexionar, cambiar miradas, debatir –plantea-. Mi tesis doctoral analizó diferentes dispositivos del cine ambiental, y lo interesante del FINCA es que apuesta a pensar al cine como un elemento de transformación social desde un enfoque de derechos humanos y habilita espacios de debate y articulación entre distintos actores”.

“A diferencia de otros dispositivos audiovisuales en que falta “una mirada crítica sobre la distribución de los recursos o quiénes son los más afectados por las actividades que buscan la renta capitalista -sostiene Fernández Bouzo-, el sentido en el FINCA es de transformación desde una perspectiva crítica que va al hueso de los problemas”.

En ese sentido, la directora del Festival destaca la importancia de la vinculación con distintos movimientos, asambleas y organizaciones de lucha. La edición pasada giró en torno a la cuestión del agua, y este año el eje es el cambio climático, bajo el lema “activemos otro clima”. “El FINCA no es sólo un festival de cine -enfatiza Santucho-. Este año nos vinculamos con los movimientos juveniles, que reclaman un cambio de paradigma para alcanzar una sociedad justa y en armonía con la naturaleza, y es importante darles visibilidad”. 

“La cámara se vuelve invisible”

“Intentamos reflejar estas problemáticas y también experiencias positivas”, marca la directora. “Se trata de películas con otro ritmo, que demuestran la profunda vinculación que tienen muchos pueblos con la tierra. El relato es parte de una cosmovisión circular en la que somos todos parte del todo; no hay alguien que domina, entra en conflicto y luego culmina, como ocurre en el relato clásico occidental. Creo que eso es parte de lo que necesitamos modificar dentro de nuestra narración, transmisión de cultura y de saberes”.

Sintientes es una de las dos películas argentinas que compiten en la categoría de largometrajes latinoamericanos.

Un buen ejemplo de esto podría ser Sintientes, una de las dos películas argentinas que compite en la categoría de largometrajes latinoamericanos. El film cuenta la experiencia de la comunidad de San Francisco, un pueblo enclavado en la yunga jujeña, en donde se realizan una serie de talleres a través de los cuales sus habitantes adquieren herramientas, problematizan prácticas, se empoderan. Gracias a este proceso, comenta el director del documental, Juan Baldana, hoy funcionan allí varias cooperativas independientes. Hacer la película fue, cuenta a ANCCOM “una experiencia alucinante y difícil de abordar. Es un documental hecho a pulmón, con mucho esfuerzo”, afirma.

“La idea es que el espectador reflexione, que se anime a hacer cosas en su casa también, ser dueños de nuestras propias vidas”, señala el director, quien tras todos los meses y viajes de trabajo que demandó el proyecto, inició, por ejemplo, su propia huerta. Muy lejos del AMBA, en medio de la exuberante selva jujeña que se impone a través de la pantalla con todos sus colores y sonidos, los pobladores de San Francisco participan de talleres de huerta, de cerámica, construcción sustentable, paneles solares, apicultura, entre muchos otros. El documental abre una ventana que permite observar la cotidianeidad de una comunidad, desde la intimidad de una cena familiar hasta espiar a través del lente de la cámara lo que conversa un grupo de mujeres en pleno taller. “Cuando hago documentales observacionales, me pasó con Soy Huao en la selva ecuatoriana y con Arrieros en la cordillera chilena, no tengo horarios de trabajo. De repente me encontraba a la noche en un asado o un locro compartiendo con una familia, y con la cámara en el bolso. Se llega a un nivel de confianza en que la cámara se vuelve invisible, pasa a ser la nada misma, es un código alucinante que permite registrar realidades”. 

Sintientes está recién salida del horno y se estrenará en el FINCA, con charla en vivo de su director (sábado a las 20.20), quien había participado anteriormente del Festival como jurado de la sección de Cortos, y presentado también su película Los del Suelo en el Festival de Derechos Humanos. “Cuando hice Sintientes pensé enseguida en mandarla al FINCA, es un festival que quiero mucho; por suerte entró, acabamos de terminar la película”, dice Baldana.

Sintientes cuenta la experiencia de San Francisco, un pueblo enclavado en la yunga jujeña.

Esta y otras 75 películas podrán verse hasta el 24 de junio. Santucho afirma que “es un gran desafío enfrentar este formato virtual, intentando garantizar el acceso libre y gratuito para el público. Pudimos realizar una alianza con Octubre TV, que es la plataforma donde se alojarán las películas”. Sin embargo, agrega, “estas condiciones también nos dan nuevas oportunidades en cuanto a alcance”. El festival, hasta ahora, se había hecho siempre en Ciudad de Buenos Aires, tras lo cual se montaban réplicas en distintos puntos del país. 

Para vivir el Festival Internacional de Cine Ambiental, no hay más requisitos que ingresar a su sitio web, elegir qué películas ver e inscribirse en los talleres en los que se quiera participar. Como señala la directora del festival, “el cine está ahí para mostrarnos que podemos contar historias de emancipación, que nos permitan reflexionar sobre lo importante que es vivir en equilibrio con la naturaleza y en el respeto de todos los seres vivos”.