Por Leila Torres
Fotografía: Gentileza Fernanda Rojas

México ya registra un número de muertes por coronavirus que triplica a las registradas en China.

  México registra 120.102 casos confirmados de Covid-19 y 14.053 muertes. A comienzos de la pandemia, el presidente Andrés Manuel López Obrador minimizó la gravedad del asunto: “Hay quien dice que, por lo del coronavirus, no hay que abrazarse –dijo-. Pero no pasa nada”. Y continuó, en los eventos públicos, abrazando a funcionarios y a demás ciudadanos. En la actualidad, la curva de contagios y de defunciones sigue en fuerte ascenso.

  El protocolo que se difundió en aquel momento incluía medidas de precaución básicas de higiene y la cancelación de eventos públicos. Aunque fueron implementados controles médicos de pasajeros que llegaban desde el exterior, los aeropuertos internacionales y pasos fronterizos del país continuaron abiertos. De pronto, el escenario cambió rotundamente: en un documento con fecha del 23 de marzo, la OMS señaló que el país contaba con 251 infectados y dos muertes. Ese día coincidió con el inicio de la llamada Jornada Nacional de Sana Distancia en la que se llamó a la sociedad a contribuir con el objetivo de “aplanar la curva epidémica”. De esta manera, se suspendieron las clases y actividades no esenciales y se pidió a la población aislarse en sus casas.

  Con el avance del conflicto, la posición del presidente mexicano frente a este nuevo panorama cambió drásticamente. En un video publicado en su canal de Youtube el 28 de marzo, enfatizó la importancia de que la población se mantuviera aislada. Y llamó a cuidar a los adultos mayores y embarazadas especialmente. 

México es el tercer país del continente americano en cuanto a víctimas fatales, detrás de Estados Unidos y Brasil.

  México registra un número de muertes por coronavirus que triplica a las registradas en China, es ya el tercer país del continente americano en cuanto a víctimas fatales y los contagios siguen en aumento. En diversos medios de comunicación de la región aparecieron denuncias de funerarias de Nezahualcóyotl que manifestaron estar sobrepasadas: ocho de cada 10 servicios para los que son requeridas se refieren a pacientes fallecidos a causa de Covid-19. Esto tiene como consecuencia que los tiempos de espera se alarguen y los hospitales guarden los cuerpos por más de 48 horas. A este contexto aterrador se añade que del total de defunciones, 271 pertenecen a médicos y enfermeras. 

  El sistema de salud, que previo a la pandemia se encontraba desabastecido, intenta en este nuevo escenario sobrellevar las faltas. Desde el Gobierno de México se pusieron en marcha estrategias de equipamiento hospitalario para distribuir camas y conseguir respiradores. A su vez, las autoridades incentivan a la población a informarse de fuentes oficiales ya que hay mucha desinformación en las redes sociales. En contrapartida se publicó en el New York Times un artículo que cuestionaba la veracidad de las cifras de contagios y muertes en el país: “Los expertos dicen que México sólo tiene un panorama mínimo de la escala real de la epidemia porque está haciendo pruebas a muy pocas personas”. Frente a estas denuncias, Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la Presidencia, aclaró que México no oculta información sobre los contagios. Y añadió: “Las cifras de casos que presentamos todos los días son producto del trabajo de decenas de científicos y nuestra política es de datos abiertos y transparencia total”.

  La situación en el centro de la batalla contra el Covid-19 es preocupante. Zara Cruz Gachuz, enfermera en el hospital Centro Médico Nacional Siglo XXI, explica cómo la pandemia cambió drásticamente las formas de trabajar y relacionarse. “Seguimos atendiendo desde la humanidad, al estar al pie del cañón con los pacientes. Aun así, tenemos cierto tiempo establecido para estar en el cubículo con ellos”, cuenta Cruz Gachuz. 

  El hospital donde trabaja reestructuró su disposición para afrontar la problemática. De las tres torres que lo conforman, hay una dedicada especialmente a trabajar con pacientes infectados. Durante la jornada laboral (que puede ser de ocho a doce horas), el personal de salud no puede ni ir al baño. “Te pones el equipo y no puedes salir de ahí. Al no poder tomar agua, muchos empezamos a tener problemas urinarios y deshidratación”, detalla la enfermera. El clima de trabajo es pesado y el mayor desafío está en mantener la salud mental: “Hay veces que mis compañeras llegan a tener crisis emocionales. No siempre soportamos estar completamente dentro del área de atención y aunque tratamos de apoyarnos entre todos, hay días que no damos abasto”, confiesa Cruz Gachuf.

Zara-Itzel-Cruz-Gachuz, enfermera.

  En el sistema de salud de México el desabastecimiento es la norma: cuando antes faltaban insumos básicos como gasas y guantes, ahora escasean medicamentos y monitores. “Estamos trabajando con lo que se tiene, tratando de hacer lo mejor que se pueda. Coordinarnos para que los medicamentos nos lleguen lo más rápido posible pero desgraciadamente, muchas veces la cantidad que nos mandan no es suficiente para el número de pacientes que tenemos”, detalla la enfermera. Zara Cruz trabaja en el ojo de la tormenta y desde ese lugar, ve cómo de cincuenta camas, treinta necesitan respirador. “No estamos cubriendo la cantidad necesaria y necesitamos estrategias para que el paciente sobreviva”, denuncia. Para contrarrestar el desabastecimiento, la situación de emergencia obliga a tomar nuevo personal que recién egresa de las universidades para así disminuir el trabajo de los médicos.

  El médico Felipe Ortega considera que la cuarentena debería haber empezado mucho antes pero celebra cómo la sociedad se aisló por su cuenta antes de que fuera obligatorio. Cruz Gachuz ve la otra cara de la moneda y, para ella, la gente no se ha adaptado completamente al aislamiento: “Muchas personas siguen trabajando y muchas otras no la respetan porque dicen que el virus no existe, creen que es un invento político internacional que intenta desabastecer la economía”, cuenta.  

  La antropóloga y docente en la Universidad de Guanajuato, Cristina Mazariegos Herrera,  hace hincapié en cómo el temor invadió a la población: “Hay miedo al virus y miedo al otro porque aquel que está ahí, contamina”, dice. Así es como el personal médico sufre agresiones camino a su trabajo y de vuelta a su hogar: se han registrado 182 casos específicos de ataques a trabajadores de la salud. A la enfermera de Centro Médico le tocó recibir una agresión cuando estaba por subirse al metro. “No me dejaron subir al metro porque era enfermera”, dice angustiada. Estaba con una compañera, a la cual le abrieron el pómulo de un golpe. A ella la jalaron hacia afuera del metro justo cuando se estaban por cerrar las puertas. Terminó apretada entre ellas y tuvo un desgarre muscular en el hombro izquierdo. Al llegar al hospital, las mandaron a casa para que descansaran. Su compañera sufrió una crisis de ansiedad. “Las personas se han vuelto muy agresivas: si nos ven, nos gritan o avientan cloro a nuestras casas. No tenemos seguridad para salir como si nada. Es un desgaste emocional porque sales cansado del trabajo y hay días que no encuentras los medios de transporte para regresar. O tienes miedo”, dice.

  Mazariegos Herrera explica los desafíos que impone el confinamiento a la sociabilidad. “Asimilar la distancia con el otro es lo que más nos está costando porque sin dudas nos estamos dando cuenta de que la salud física es tan importante como lo emocional y los vínculos afectivos del día a día”, dice.  Los retos de hacer cuarentena son muchos. “El primero fue traer a casa nuestras actividades laborales y lo que implicó luego: redistribuir el espacio doméstico y reacomodar las actividades que estaban ligadas al ámbito profesional y luego aquellas que realizamos en casa como el descanso”, explica la antropóloga.

  Sin ánimos de hacer futurología, el cirujano Ortega se permite hablar del panorama a partir de lo que sucede en el día a día: “Ya no sabemos qué creer”, dice preocupado. “Después de un trabajo periodístico, sabremos cómo se actuó en México. Siento que no se tomaron las medidas a tiempo y sobre todo no se quiso invertir en algo que me parece básico, que es la toma de pruebas, el gobierno prefirió esperar porque en México hay mucho trabajo en comercio informal, personas que no podían darse el lujo de aislarse, seguro esto generó más contagios y muertes de las que están registradas. Esto se ve lejos de que mejore”.