Por Melisa Acevedo
Fotografía: Noelia Guevara

“Me interesaba más buscar historias familiares, chiquitas  y no tanto de lo cultural”, dice Krapp.

Una Isla Artificial es el libro de crónicas escrito por Fernando Krapp que, con un mix perfecto entre información y relato, nos sumerge en las aventuras de japoneses e hijos de japoneses en Argentina. Nos invita a conocer desde adentro sus historias de vida, vinculadas a la migración y el desarraigo.

La óptica del autor va por fuera del “Japón para ver”, del conocimiento turístico: tradicional e intocable. “Me interesaba más buscar historias familiares, chiquitas, buscar una vuelta, hablar de herencias familiares  y no tanto de lo cultural”.  El libro, editado por Tusquets, nos lleva a acercarnos al interior de un colectivo que, a pesar de haberse asentado hace más de 70 años en el país, tiene mucho de incógnita y al que muchas veces conocemos a partir de estereotipos.

En una de las entrevistas que el autor le hace a Marcelo Higa hablan de la inserción de los japoneses en la sociedad y del rol de las tintorerías en esta tarea. Higa cuenta cómo los japoneses hicieron uso de la imagen que se tenía de los orientales, vinculada a la pulcritud y limpieza, para llevar a cabo su negocio.  “Un estereotipo te puede condenar o, al mismo tiempo, te puede salvar la vida”, afirma Higa en una frase que condensa de cierto modo la visión occidental sobre lo desconocido.

Krapp cuenta que a medida en que avanzaba en la investigación “menos me quedaba con eso de lo japonés, y más me iba metiendo en cuestiones que tenían que ver con la identidad argentina”.  Porque al tomar las historias de migrantes, está hablando de argentinos. De una isla diferente. “De cierto modo se fue deconstruyendo esa idea de lo japonés en Argentina y se fue formando otra cosa”, afirma el autor.

“La idea de punto de contacto entre occidente y oriente, construido y artificial, resumía un poco la inmigración».

La idea de “la isla artificial” recorre el libro y el imaginario de los entrevistados. La noción de un “territorio perdido”, reconstruido en otra parte del mundo. El autor del libro, cuenta que en Japón se construyeron islas artificiales -llamadas dejimas– para tener un vínculo comercial con occidente y que “esa idea de punto de contacto entre occidente y oriente, construido y artificial, me pareció que resumía un poco la inmigración, como una especie de puente”.

Krapp, que es cineasta y periodista, cuenta que si bien publicó algunas crónicas ésta fue su primera experiencia escribiendo un libro de este tipo. Uno de los desafíos, según el autor, fue hacer crónica fuera de un territorio determinado.  “Para mí el territorio era Japón -dice-, y era un territorio imaginario. Por algo se llama así el libro, es como esa isla mental”.

En su libro entrevista a familias de floricultores, tintoreros, escritores, cocineros.  Experiencias súper ricas, y por sobre todo variadas, tanto por sus historias como por su geografía. Fue un trabajo de tres años poniendo el cuerpo, recorriendo desde Mendoza a Misiones, la zona sur del conurbano bonaerense y las tintorerías de la Ciudad de Buenos Aires en bicicleta.

La finca de Pepa Hoshi en Real del Padre, Mendoza -primera crónica del libro- fue un descubrimiento para Krapp, que llegó a la provincia por el comentario de un amigo que le dijo que podía encontrar japoneses en esa zona. Compró un pasaje, llegó, preguntó.  Y encontró.  “Me parece que es la mejor manera: ir y ver qué pasa. Si vos vas con una idea preconcebida -afirma Krapp-, te cerras a lo que pueda llegar a pasar. Entonces tiene que ser a la inversa, no saber qué vas a buscar. Caer en la casa de unas señoras, estar con ellas un tiempo. Trabajar en una tintorería y ver qué pasa.  Si vos planteas una hipótesis previa perdés como la cosa experiencial, que es lo más divertido”. Dio con una familia que le abrió sus puertas y lo invitó a quedarse con ellos. Es esa frescura de la espontaneidad y del ir abierto a lo que suceda, sin buscar algo pensado de antemano, la que circula por todos los relatos que construyó en el descubrimiento de esa isla.