Por Agustina Ramos
Fotografía: Camila Godoy

“Han convencido a la sociedad de que hay un estado natural de las cosas, donde el que intente romperlo es el divisionista.»

Ayer el expresidente de Ecuador, Rafael Vicente Correa Delgado -más conocido como Rafael Correa- brindó una clase magistral en la Facultad de Ciencias Sociales sobre la situación actual latinoamericana y su comprensión histórica. Se dirigió siempre a los “queridos jóvenes”, dijo pertenecer a la academia y narró la importancia de reflexionar sobre el contexto que nos convoca.

Con algunas dificultades debido a la falla eléctrica que dejó sin luz a buena parte de Constitución y otros barrios -y puso en duda la realización del evento-, finalmente inició el acto alrededor de las 18.30 en el auditorio de la Facultad. Correa entró por uno de los pasillos caminando a pasos largos y veloces con sus acompañantes y el público dio uno de los aplausos más fuertes de toda la jornada.

El panel lo conformaban el exmandatario, la decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Carolina Mera, y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quien ingresó al auditorio con una careta de Lula cubriéndole el rostro. Pronto todo el salón lo ovacionó y comenzó a gritar: “Lula libre”. El evento se desarrolló en el marco de la cátedra que preside Pérez Esquivel, Cultura para la Paz y Derechos Humanos.

“Según el ingreso por habitante, Latinoamérica es la clase media mundial pero es la región más desigual del planeta.»

Correa se encuentra actualmente exiliado en Bélgica y no vuelve a su país debido a que tiene una orden de captura preventiva y cerca de 30 procesos judiciales iniciados en su contra por acusaciones de corrupción, asociación ilícita y tráfico de influencias. “Más que los de el Chapo Guzmán y Al Capone juntos”, dijo el ex mandatario entre risas, con la complicidad del público. Cuando se había instalado en Europa, en un primer momento por propia voluntad, como un retiro de la política, su idea era volver a la academia y escribir sobre los problemas de desarrollo en Latinoamérica. En este tema se basó su intervención principal y remarcó la importancia del enfoque histórico. “¿Por qué en un mismo continente la América del Norte se desarrolló y la del Sur no? ¿Por qué en una misma isla o península observamos fuertes contrastes de desarrollo? ¿Por qué países que fueron relativamente ricos en el pasado hoy son pobres y viceversa? la mayor maestra para entenderlo es la Historia”, así inició su charla el expresidente.

“Desde la colonización se impusieron en América Latina tremendas jerarquías sociales basadas no en méritos o capacidad sino en el abolengo”, explicó al público expectante. Y enseguida se trasladó a la situación actual del subcontinente: “En función del ingreso por habitante, Latinoamérica puede ser considerada la clase media mundial pero también es la región más desigual del planeta. La pobreza no es fruto de la escasez de recursos sino de la exclusión producida por sistemas económicos y estructuras de poder donde históricamente unos pocos dominan a muchos”. Y continuó: “Las élites siempre han dominado los factores reales como el económico, mediático, político y hasta religioso. Esto es lo que René Zavaleta, político, sociólogo y filósofo boliviano denominó ‘Estados aparentes’: representan no el bien común sino los intereses de quienes lo controlan”.

También habló sobre el rol crucial de los grandes medios de comunicación. “Para controlar gobiernos, el mejor instrumento de las élites es la prensa -dice Correa-. Esta es la encargada de imponer lo que Gramsci llamó la cultura hegemónica, es decir, la trasmisión de valores y creencias que sostienen el pacto de dominación. Esa prensa cumplirá también el rol de demonizar cualquier intento de romper este pacto, con falaces argumentos como ‘evitar el odio de clases’, ‘mantener la unidad del país’ o ‘buscar la paz’. Sin duda la prensa se ha convertido en la mayor protectora del status quo y es el nuevo opio de los pueblos».

«En 2015 comenzó esa restauración conservadora pero en 2019 inició su sepultura con el triunfo de Alberto y Cristina.»

En cuanto a la cuestión mediática y judicial, profundizó el caso de Evo Morales, forzado a renunciar como presidente de Bolivia  por un golpe de Estado, y exiliado en Argentina, luego de haber pasado temporalmente por Cuba y de haber estado un mes con asilo en México: “Han convencido a la sociedad de que hay una suerte de estado natural de las cosas, donde el que intente romperlo es el divisionista y confrontador. A Evo no lo persiguen por indio, en eso no coincido con él. Por supuesto que existe el racismo, pero si se hubiera sometido a las élites bolivianas sería el indio bueno. La élite boliviana jamás lo dejaría entrar en su casa, por supuesto, pero lo apoyaría si hubiese sido funcional al sistema. A Evo lo persiguen por querer romper el pacto de dominación que por siglos ha mantenido en la exclusión a las grandes mayorías bolivianas».

Con respecto a la asunción de Alberto Fernández como presidente y Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta, el ex mandatario dijo: «Ojalá ustedes hagan extensivo esta felicitación al pueblo argentino por la alegría que nos ha dado con este cambio de rumbo, por retomar las sendas del progreso. En 2015 comenzó esa restauración conservadora pero en 2019 inició la sepultura de esa restauración conservadora con el maravilloso triunfo en una vuelta de Alberto y Cristina.» Al término de esta frase, algunos se pusieron de pie y el público al unísono comenzó a cantar: «Alberto presidenta (sic)».

Debido a la creación reciente de Ministerio de la Mujer, Género y Diversidad por parte del nuevo gobierno argentino, y a razón de algunos comentarios controversiales de Correa sobre el feminismo, ANCCOM le preguntó sobre su posición frente al movimiento de mujeres en Latinoamérica. «Hay que definir qué es ser feminista. Si es estar a favor del aborto tendré que decir que no soy feminista. Si es buscar la igualdad de derechos, acabar con la opresión de las mujeres, cambiar esta cultura machista, los femicidios, entonces soy feminista. De hecho, tenemos una de las constituciones más progresistas en términos de equidad de género. Sin embargo creo que nos equivocamos estratégicamente: hay tantas cosas para pensar -pobreza generalizada, exclusión, etcétera- que empezar con lo conflictivo es erróneo».

Hacia el cierre de la jornada, el expresidente de Ecuador dio un última reflexión a su audiencia: «La democracia se vuelve crucial para el desarrollo, pero no las democracias de papel que ha tenido nuestra América, sino esa democracia que Álvaro García Linera denominó la democracia plebeya: la que le dio el poder a aquellos sin abolengo, a las mujeres de pollera en Bolivia, a las grandes mayorías. Eso es lo que formó de forma temporal Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Evo en Bolivia, el kirchnerismo en Argentina y la Revolución Ciudadana en Ecuador».