Por Elías Fernández
Fotografía: Camila Godoy, Cristina Sille, Noelia Guevara, Pilar Camacho

Con una puesta que incluyó pantallas ubicadas cada aproximadamente cincuenta metros, personas de todas las edades, especialmente jóvenes, invadieron el Parque Los Andes con una alegría generalizada que parecía contener a la lluvia.

Desde las seis de la tarde, militantes y simpatizantes comenzaron a reunirse en los alrededores del búnker de Frente de Todos, ubicado al igual que en las PASO, en Corrientes y Dorrego. Limitados de datos móviles o wifi, la multitud miraba los balcones y ventanas de departamentos aledaños donde los vecinos levantaban carteles o pizarras con porcentajes para mantener informados a los que estaban en la calle. Cerca de las diez de la noche, los datos que daban una victoria del Frente de Todos sobre la fuerza de Juntos Por el Cambio por tan solo siete puntos pusieron en jaque el clima de alegría que se vivía desde los primeros resultados de bocas de urna.

Por fin, a las 22:20 se empezó a contagiar un aplauso desde el escenario hacia atrás, como una noticia que corre acompañada de un cantito: “Alberto Presidente”. En una de las ventanas, un hombre levantaba un cartel que anunciaba: “El gato ya fue”. Los cantos y gritos se sumaron a los llantos y abrazos entre desconocidos, que esperaban la salida al escenario de la fórmula ganadora. A las 22:44 aparecieron Axel Kiciloff, Cristina Fernández y Alberto Fernández, acompañados por gran parte del equipo del Frente de Todos y referentes de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Las personas reaccionaron a sus discursos con euforia, y no faltaron cantos ni gritos de amor para los mandatarios electos.

“Recuperamos el país para el pueblo pobre”, dice Luis, empleado, que abraza a su hijo Camilo. Y agrega: “He vivido lo que es el avasallamiento de nuestros derechos por este gobierno. Esperamos que el país resucite. Nos metieron en un infierno en el cual solo ganó un porcentaje muy mínimo de la población, y hay otra parte que quedó totalmente ajena. Esta es la población que se está hoy expresando acá. Los que quedamos al margen de la política”.

Diana, jubilada de 62 años, dice sentirse “eufórica”, y espera “que salga el sol. Después de tanta mierda, cuatro años tan horribles”. Diana se acercó al bunker desde muy temprano con toda su familia, quienes, como tantas personas alrededor, bailan en un semicírculo. “Estuve muy triste por mí y por todos los que me rodeaban. Vimos cómo se caía la argentina”.

Yamil (24) y Agostina (23) están sonrientes y maquillados con glitter. Cruzan el parque embarrado junto a sus amigos para comprar un vino en uno de los kioskos que permanecen abiertos en las inmediaciones aunque sean ya las doce y veinte de la madrugada. “Nos sentimos muy bien”, dice Agostina, “Pero también pienso mucho en la región y en que lo que nosotros creemos ganado para otros países nunca pasó. Como Chile. Su 2001 está pasando ahora”. Agostina espera el fin de la grieta y dice tener fe en que la victoria repercuta para bien en toda Latinoamérica. “Tanto en Chile, como en Bolivia como acá las problemáticas que nos reúnen son mucho más cercanas y tienen que ver con pensar nuestros poderes económicos”. Yamil, además de sentirse “muy contente”, señala que “hay que mirar siempre a los que tenemos al lado y ayudarnos entre todes para que nos vaya mejor”. Y agrega: “Yo espero patria grande”. Dada la situación del mundo, que está picante en todos lados y es una guerra. Tenemos que unir a todos los pueblos latinoamericanos”.

“Me siento feliz”, dice Maximiliano (27), militante de La Cámpora, que mira a lo lejos, ahumado por una parrilla cercana. “Hace cuatro años que estamos esperando esto. Hace cuatro años las cosas estaban bastante mejor que ahora. Uno lo puede ver en el bolsillo de la gente.”

Mientras tanto, Luciano Alvarez (31), sostiene una bandera de la Juventud Comunista Revolucionaria. “Esperamos un gobierno que en primer lugar dé respuestas a las necesidades más graves de la gente. A partir de ahí queremos discutir todo. Queremos ser parte de la discusión de cuál es el rumbo. Si se resuelven las necesidades graves de la gente vamos a ser parte”. Luciano esperaba un resultado más contundente. Según él, el problema fue “que se le entregó la calle al macrismo en el último tiempo. Hubo un relajo en el Frente de Todos en relación a que ya ganábamos. Hay que reivindicar que el pueblo argentino durante los cuatro años no salió ningún momento de la calle. Sino hubiera sido imposible”.

Apostados junto a dos árboles entre los que exponen su mercadería, Iván (36) y Jorge (34) estuvieron desde las ocho de la mañana vendiendo remeras celestes. Llevan la firma de Cristina Fernández y el título “Sinceramente” con la grafía que aparece en la portada del libro. Dicen fabricar en el país con insumos netamente nacionales. Tal como detalla Iván: “Fabricamos acá, compramos hilo acá, tela de argentina, estampado en argentina. Quiero fabricar y vender en este país”

“La hemos sufrido”, dice Jorge y agrega: “La hemos pasado mal. Pero ahora estamos con más ganas que nunca. Ahora confiamos en este país. Estoy podrido de pagar ingresos brutos. Quiero laburar y llegar a fin de mes. Poder fabricar y vender. La verdad que ha sido muy difícil.”  Iván lo interrumpe con un grito y un salto, cerveza en mano: “¡Y volvimos, carajo!”.

La madrugada avanzó entre cumbias y cantitos, y jóvenes que permanecían en Parque Los Andes y bailaban sobre el pasto embarrado