Por Agustina Ramos
Fotografía: Muriel Schitivelband, Noelia Guevara y Julieta Colemer

Sobre el suelo terracota se posan algunas botas, zapatillas y mocasines –todos violetas- que no cubren ningún pie. Los talles: 38, 36, 22, 16. Una inscripción interpela: “¿Quién se pone en nuestros zapatos?” A modo de intervención, los calzados pintados junto a un igual número de cruces representan a las víctimas de femicidios durante el último año y a los hijos e hijas que quedaron huérfanos de madre. La acción la lleva adelante la agrupación Atravesados por el Femicidio, que nuclea a los familiares de las víctimas. “Ellos nos llamaron para darnos un poco de asesoramiento y contención luego de lo de mi hija. El 24 de diciembre de 2017 ocurrió el hecho. Ella y su pareja tenían que venir a pasar la Navidad con nosotros pero al mediodía nos llamaron para decirnos que tuvo un accidente. Nunca nos imaginamos lo que terminó pasando.” Fredy Garnica es padre de una víctima por femicidio. “Hay que seguir luchando porque en realidad todavía no termina esto -continúa-.  El gobierno siempre está ausente. Hay algunos del grupo que todavía no reciben justicia.”

La quinta marcha Ni Una Menos fue convocada para las 16 en la Plaza de los Dos Congresos con dirección a Plaza de Mayo. Sin embargo, los puestos de artesanías y comidas comenzaron a instalarse desde las 14, aprovechando el todavía escaso flujo de gente y la posibilidad de estacionar los autos con la mercadería en la proximidad. Las primeras en llegar mataron el tiempo redirigiéndose de puesto en puesto, algunas preguntaban precios, otras sólo apreciaban la originalidad de la mercadería. Desde pines pintados a mano, parches, remeras con las consignas principales –»Hemos decidido conquistar nuestra libertad», «Respetá mi existencia o esperá resistencia»- hasta stands con venta de copas menstruales, toallitas reutilizables, esposas, látigos, preservativos de regalo y fanzines con información sobre sexualidad. Tampoco faltaron los puestos de comida: el clásico de choripán y la venta ambulante, cada vez con más fuerza, de comida vegana o vegetariana, como el pequeño puesto que con letras grandes atraía al público: “Hambur veggie anti-yuta”.

«Son las mujeres y los cuerpos feminizados las que sufren en primer lugar el ajuste», dijo la politóloga Verónica Gago.

Como es característico del 3J, la multitud que abrazó la movilización fue heterogénea. El objetivo que cohesionó a las diversas organizaciones y a  independientes fue la intolerancia a que sigan matando mujeres, travestis y trans y el reclamo al Estado para que se haga responsable. Sin embargo, a este pedido, según las diferentes campañas y luchas, se sumaron otros: Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, separación de Iglesia y Estado, Educación Sexual Integral (ESI) en todas las escuelas del país, asistencia adecuada a víctimas de trata, modificación de la Ley Antidiscriminatoria, cupo laboral travesti-trans, reconocimiento a las trabajadoras sexuales, eliminación de prácticas racistas, y otras.

Estefanía Camera Da Boa Morte es activista de la columna Negras, Indígenas, Racializadas y Disidencias, que encabezó por primera vez la marcha Ni Una Menos. En diálogo con ANCCOM, la referente detalló los reclamos del sector: “Pedimos ni una migrante menos, ni una afro menos, ni una indígena menos y la autoproclamación de los territorios -siendo el primero y sagrado: nuestra cuerpa-. Estamos pidiendo la plurinacionalidad, que se deje de invisibilizarnos y de tener practicas racistas, capitalistas y coloniales por no reconocer a las treinta y seis naciones indígenas y a las descendencias afroargentinas que hay en el país y por seguir borrándonos de las historias en todo lo que es el nivel educativo.”

Por otro lado, desde la organización Zona, integrante de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, también se hicieron reclamos específicos. “Reclamamos primero la inclusión laboral travesti-trans en todo el país, la efectiva aplicación de la Ley de Identidad de Género, la actualización a nivel nacional de la Ley Antidiscriminatoria y la aplicación de ESI en todas las escuelas. Sobre todo nos movilizamos en resistencia a la movida conservadora y de derecha”, argumenta Mariana, referente de la organización.

El color verde, que exige la legalizacón de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, tiñó la jornada.

La lucha también tuvo un fuerte reclamo en relación a la crisis económica actual del país. El lema “VivasLibresYDesendeudadasNosQueremos” fue acuñado por el colectivo Ni Una Menos a partir de un consenso generalizado al respecto. La politóloga y militante Verónica Gago explicó la importancia del pedido: “Este 3J nos enfocamos en la situación de la crisis económica, la violencia financiera de la deuda y cómo son las mujeres y los cuerpos feminizados las que sufren en primer lugar el ajuste; estamos haciendo malabares para llegar a fin de mes, para reponer desde las economías populares lo que el Estado ha quitado como infraestructura pública e infraestructura social.”

Para las 18.30, la Avenida de Mayo se encontraba bajo luces artificiales; ya no quedaban rastros del vibrante cielo celeste que alumbró la jornada. En la cabeza de la movilización estaba el colectivo Ni Una Menos y lo acompañaba la percusión interpelante de tambores y redoblantes de Las Tamboras. Luego de rodear la Plaza de Mayo en medio de música y bailes, las presentes se reunieron, cerca las unas de las otras, en silencio, a escuchar el documento que reunía los reclamos. En una plaza colmada de mujeres, travestis y trans que se movilizaron y salieron a las calles una vez más para ejercer sus derechos, alguien levantó un cartel: “Nos quitan tanto, que acabaron quitándonos el miedo.”